A LOS SEGUIDORES Y SIMPATIZANTES DE PODEMOS E IZQUIERDA UNIDA (Yo soy uno de ellos).
Es incocebible hacer creer a a la gente que entrar en
el gobierno (y todavía menos en coalición con el PSOE) y conseguir mejoras
sociales para los trabajadores se va a producir automáticamente. Formar parte
del gobierno es un acto político, pero y la economia y la ideologia? (¿La
economía no existe, compañero transversal, Pablo Iglesias? ¿La economía no
existe, camarada, Alberto Garzón? ¿La ideología no esxiste, compañero
transversal, Pablo Iglesias? ¿La ideología no existe, camarada, Alberto Garzón?
Esto significa no el fin de la izquierda, porque
izquierda real no tenemos, sino el fin de la izquierda formal que representa
Podemos e Izquierda Unida, de lo que deberán dar cuenta más pronto que tarde
Pablo Iglesias y Alberto Garzón, y sin atenuantes, porque a ninguno de ellos
cabe acusarlos de ignorancia.
Manuel Sogas Cotano
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El gobierno de coalición como antesala del desastre / Albert Noguera
Albert
Noguera
Sociología
Crítica
2019/11/19
El gobierno de coalición no permitirá a UP implementar ningún cambio estructural en el país e implicará la sepultura de la izquierda institucional estatal, despejando el camino para que, a las puertas de una crisis en 2020, la extrema derecha recoja todo el descontento social
La decisión de UP de montarse a un gobierno de coalición muestra su incapacidad para entender el momento económico, el político y el territorial
UP debería optar por pactar un acuerdo programático, no entrar en el gobierno y reactivar una izquierda social fuerte capaz de evitar que, ante la llegada de crisis, no sea la extrema derecha sino la izquierda la que gane el poder
Fuente:
El diario.es // Parece haber una ilusión generalizada entre sectores de la
izquierda por el anuncio de un gobierno de coalición PSOE-UP. No pretendo ser
aguafiestas pero si analizamos éste acuerdo no de manera inmediatista o
ahistórica sino en el contexto en el que se va a producir, nos damos cuenta,
primero, que no permitirá implementar ningún cambio estructural en el país. Y
segundo, que, a las puertas de una nueva crisis económica en 2020, conduce hacia
la sepultura de la izquierda institucional estatal y despeja el camino para que
la extrema derecha recoja todo el descontento social. El gobierno de coalición
es la antesala del desastre.
La
decisión de UP de montarse a un gobierno de coalición en lugar de negociar una
investidura y mantenerse fuera del gobierno, muestra su incapacidad para
entender el momento económico, el político y el territorial.
La
incapacidad de entender el momento económico
La
imposibilidad de llevar a cabo ningún cambio estructural en el país viene dada,
en primer lugar, por razones económicas. En concreto, por la combinación de dos
elementos:
Por
un lado, si bien la zona euro y también la economía española ha crecido desde
2013, todos los indicadores alertan de una nueva crisis económica en 2020 en
los países europeos fruto de un incremento de la inflación que obligará a
elevar los tipos de interés y al endurecimiento de las condiciones del mercado
y de los criterios de estabilidad presupuestaria impuestos por la UE. A la vez,
por otro lado, en el caso español existe una estrecha relación entre la
limitación del déficit público y el retroceso en la protección de los derechos
sociales y servicios públicos. La Constitución no ubica los derechos sociales
en el apartado de “derechos” sino en el de “principios rectores” de las
políticas públicas. Por tanto, el tratamiento jurídico que la Constitución
otorga a éstos hace que su garantía esté estrechamente vinculada a los
presupuestos. Además, la libre disponibilidad del contenido material de los
derechos sociales e, incluso, de su posible regresividad, ha sido avalada por
el propio Tribunal Constitucional que ha subrayado la naturaleza no vinculante
de los medios necesarios para cumplir los fines o las prestaciones constitucionales
(STC 134/1987, 189/1987, 222/1992, etc.).
Así
pues, la combinación de una crisis económica por llegar, con el punto 10 del
preacuerdo de gobierno PSOE-UP que fija la necesidad de respetar los objetivos
de déficit que establezca la UE, conduce no sólo a que UP no pueda realizar
cambios estructurales en el país sino que tenga que gestionar como propios
nuevos recortes en servicios sociales.
La
incapacidad de entender lo político
Uno
de los lemas de UP durante la campaña ha sido el de centrémonos en el trabajo y
no en las banderas. O dicho de otra manera, que lo superestructural no nos
distraiga de lo importante: lo estructural. El partido ha eliminado de su
discurso cualquier referencia a sus antiguas reivindicaciones de Proceso Constituyente
o Estado plurinacional, para centrarse en señalar que lo único importante son
las medidas económicas. Este es el objetivo con el que se pretende entrar en el
Gobierno, usar el Estado como instrumento para hacer un “uso obrero” del mismo.
UP no tiene, ahora mismo, una teoría del Estado sólo un programa económico y la
creencia de que el Estado es un medio pasivo, sin ninguna autonomía, que puede
ser utilizado, cuando se quiera por cualquiera, para lograr sus fines
económicos.
Este
es un planteamiento que ignora, por completo, la autonomía de lo político. Lo
político no es un mero reflejo de lo económico, sino que economía y política
tienen historias paralelas que pueden coincidir o contradecirse. Y el aparato
de Estado en España se encuentra en retardo respecto al programa económico de
UP. Este último no podrá nunca implementarse sin una modernización del aparato
estatal del régimen.
El
Estado es una compleja articulación organizacional de diversos aparatos y de
sus ramas y si UP adquiere el control de algún ministerio, el régimen desplaza
los lugares de poder real hacia otros aparatos o ramas (Congreso, TC, Senado,
ministerios del PSOE, etc.), convirtiendo los espacios ocupados por la
izquierda en espacios de poder formal. El diseño institucional del Estado
formulado en la Constitución y en la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional
así lo permite. En consecuencia, sólo si el aparato de Estado se encontrara en
consonancia con el programa económico de UP sería posible aplicarlo. De lo
contrario, como así sucede, UP entrará en el Estado a la vez que será bloquedo
por el Estado.
La
izquierda institucional debe entender que su programa económico no es posible
si no cambia primero la estructura de lo político, lo que exige tumbar el
régimen y aplicar un proceso constituyente.
La
incapacidad de entender el momento territorial
Por
último, UP se embarca en un gobierno de coalición leyendo el conflicto catalán
bajo unos códigos de representación incorrectos que van a terminar
arrastrándolos al precipicio.
UP se
opone a lo que considera una situación de “gobierno irracional de las pasiones”
encarnado, supuestamente, por un lado, por la estrategia de desobediencia del
independentismo social y, por otro lado, por la derecha defensora de la
represión y la vulneración de derechos fundamentales en Catalunya. Frente a
esta, proponen una situación de “gobierno de la razón” caracterizado por el
diálogo dentro del Estado y la Constitución. Así lo señala el punto 9 del
pre-acuerdo de gobierno PSOE-UP. Se trata, en consecuencia, de la defensa de
una razón estatalizada que parafraseando a Hegel entendería que solo en el
Estado, y dentro de sus reglas de juego constitucionales, el sujeto tiene una
existencia racional.
Esta
posición de UP parte de una representación de la realidad construida sobre dos
premisas falsas: la primera es que plantea un dilema entre por un lado, un
“gobierno racional de las pasiones” versus, por otro lado, un “gobierno de la
razón constitucional”, como si se tratara de dos formas que compiten o luchan
entre ellas, en el interior del mismo momento histórico, por sustituir-se una a
la otra. Y, la segunda, es que atribuye a cada uno de estos dos gobiernos
valores axiológicos contrarios, una valoración negativa al gobierno irracional
de las pasiones y positiva al gobierno de la razón constitucional.
Como
digo, ninguna de estas dos premisas es cierta. El dilema “gobierno de las
pasiones irracionales o gobierno de la razón constitucional” es un dilema falso
o mal planteado porque uno no excluye a la otra, en tanto que no comparten el
mismo momento histórico. Históricamente, el gobierno irracional de las pasiones
aparece cuando el gobierno de la razón constitucional ha entrado en crisis. No
son dos formas de gobierno que se disputen el mismo momento histórico, sino que
son formas de gobierno que corresponden a momentos históricos distintos: el del
consenso en el caso del primero y el de la crisis orgánica de régimen en el del
segundo. En cada uno de estos momentos cabe uno pero no el otro, por eso no son
excluyentes. Y, por eso mismo, tampoco son valorables axiológicamente como
formas de gobierno buenas o malas. Cada uno de ellos no es ni bueno ni malo,
sino que simplemente corresponden a momentos históricos distintos en el que
puede darse uno pero no el otro.
Por
tanto, cuando no eres capaz de entender el momento histórico de crisis de
régimen en el que vives (ni la ingobernabilidad social ni la represión en
Catalunya va a parar), y en lugar de sumarte a la forma de gobierno propio de
éste, el de las pasiones, la resistencia y la rebelión para tumbar al régimen,
te montas en la forma de gobierno de la razón constitucional propia de un
momento histórico que ya no existe o está en crisis abierta, jugando a hacer de
“hombre de Estado”, la crisis de este último acaba convirtiéndose también en tu
crisis y te arrastra.
En
resumen, como señalaba al inicio, estos elementos no permitirán a UP
implementar ningún cambio estructural en el país. A la vez que conducen, a las
puertas de una nueva crisis económica en 2020, a la sepultura de la izquierda
institucional estatal y despeja el camino para que, en tres o cuatro años, la
extrema derecha recoja todo el descontento social, tomando o condicionando
directamente el poder. Entender esto exigiría que UP optara:
- Por negociar un acuerdo programático de investidura que incluyera medidas legislativas concretas y el compromiso de Pedro Sánchez de someterse a una cuestión de confianza a mitad de legislatura donde rinda cuentas del cumplimiento del acuerdo; y
- No entrar en el gobierno para llevar a cabo un proceso interno de desburocratización, reorganización y restablecimiento de las relaciones con los movimientos sociales y la ciudadanía que permita reactivar la movilización en las calles y reconstruir una izquierda social capaz de evitar que ante la llegada de crisis económica que se avecina, no sea la derecha sino la izquierda la que gane el poder.
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