martes, 4 de febrero de 2014

EL CAPITALISMO HISTORICAMENTE SE HA VUELTO INVIABLE: HAY QUE CAMBIARLO


 "NOS ESPERA UNA CRISIS COMPARABLE A LA RUSA DE 1917, PERO A ESCALA GLOBAL"

RT Actualidad / Economía
http://es.rt.com/uV7
3 feb 2014
 

 (Corbis)

Si nos fijamos en cómo se desarrolla la situación en la política mundial, no podemos hacer la vista gorda a los grandes cambios que están por venir, opina el economista Mijaíl Jazin. 

Según el analista económico, lo más importante es entender el comportamiento actual de la élite, es decir, de aquellas personas que pueden (aunque no siempre quieren) tomar las decisiones necesarias.

 "Alguien puede estar en desacuerdo con el concepto de la caída de la élite financiera mundial o puede no creer en la continuación de la crisis económica, pero basta leer el reciente discurso de Obama ante la Asamblea General de la ONU o ante el Congreso para entender que los cambios son evidentes", afirmó Jazin en un artículo publicado en el portal ruso Worldcrisis. 

 La mencionada élite son aquellos que no quieren cambiar absolutamente nada. Su tarea es "evitar cualquier intento de cambiar algo en el sistema que les permite vivir bien". Jazin opina que este grupo consta de dos partes principales: financistas internacionales y la burocracia, tanto internacional como nacional.

En cuanto aparece una persona que simplemente mencione la necesidad de llevar a cabo algún cambio, este grupo trata de exterminarla con la máxima brutalidad, si no físicamente, sí en el marco de la vida social y política. No interpretan esas tentativas de cambio como un deseo de salir de la crisis, sino como un intento de cambiar la élite existente por otra.

"Como consecuencia, las posibilidades de llevar a cabo reformas están fuertemente limitadas, lo que tarde o temprano provoca una explosión", dijo Jazin. Según sus palabras, el ejemplo clásico de este tipo de "explosión" es la Rusia de 1917, cuando la falta de voluntad de la aristocracia de introducir cambios en el país provocó la muerte de este grupo social, y luego provocó cambios fundamentales en todo el Estado. Así, cree el economista, "existe una probabilidad muy elevada de que nos espere una crisis comparable a la del año 1917, solo que a escala global".

Jazin concluye que, cuanto más tratan los financieros y la burocracia de proteger el antiguo sistema -que está dando ya sus últimos pasos-, más brillante será la victoria de lo que él llama "islam político" y de otras fuerzas opositoras radicales que no ofrecen ninguna alternativa.

 Texto completo en: http://actualidad.rt.com/economia/view/118861-crisis-economia-mundo-elite-global?utm_source=Email-Message&utm_medium=Email&utm_campaign=Email_weekly 

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¿PARA QUÉ LES SIRVE EL EURO A LAS CLASES TRABAJADORAS?



Entrevista al economista Jacques Sapir
 
"EL PROBLEMA DE FRANCIA ES EL EURO"

Página 12
REBELIÓN
03-02-2014 
 
Sapir atribuye el estancamiento de los países del sur europeo, incluida Francia, a la existencia de la moneda única. Plantea que terminar con esa experiencia no acabaría con la Unión Europea, que existió 41 años antes sin el euro.

Las últimas noticias provenientes del gobierno francés lo ubican lejos de la historia del Partido Socialista y cerca de las políticas de ajuste propias de los gobiernos neoliberales. Para entender la situación económica actual de Francia, entrevistamos a Jacques Sapir, investigador de la Escuela en Altos Estudios en Ciencias Sociales (Ehess-Paris), doctor en Economía y director del CEMI (Centro de Estudios en Modos de Industrialización). 
 
Sapir es una de las voces críticas al euro más escuchadas del momento, y en sus últimos libros, La demondialisation y Comment sortir de l’Euro (Cómo salir del euro) realiza duros cuestionamientos al neoliberalismo, tanto a nivel mundial como dentro de la Unión Europea. Desde una posición cercana políticamente al Parti de Gauche y su líder Jean-Luc Mélenchon, la solución que propone para Francia es una salida del euro y una devaluación de la moneda para lograr volver al pleno empleo y la reindustrialización.

¿Cuál es el contexto francés que explica las últimas declaraciones del presidente François Hollande?
–El presidente se encuentra hoy en una situación difícil. Su autoridad se ve erosionada por la ineficacia de la política económica llevada adelante desde junio de 2012. Había prometido “dar vuelta la curva del desempleo” antes de fin de 2013. En los hechos, el desempleo sigue creciendo, y según la forma de calcularlo hoy existen 3,2 millones o 5,5 millones de desempleados.

Coincide con un proceso de desindustrialización.
–La desindustrialización que conoce la economía francesa se está tornando muy preocupante. El crecimiento que se anunció nunca llegó. En verdad, numerosos economistas habían criticado desde el otoño de 2012 la política económica del gobierno y las previsiones optimistas del Ministerio de Economía y Finanzas. Por desgracia, esos economistas tuvieron razón. Pero a ese fracaso económico se sumaron otros factores que pesan sobre su autoridad, y hasta en la legitimidad, del gobierno y del presidente. En primer lugar, se dio la sensación de una falta de profesionalismo sobre muchos temas sensibles. En otras ocasiones, el gobierno dio marcha atrás sobre promesas de campaña. Por último, como es de público conocimiento, la vida privada del presidente está lejos de ser prolija. Por lo tanto, el presidente y el primer ministro llegaron a los anuncios del 14 de enero con una popularidad por el piso.

¿Qué consecuencias podría traer el “pacto de responsabilidad” presentado sobre la economía francesa?
–Tal como fue presentado, el “pacto de responsabilidad” consiste en una negociación con el empresariado, por el cual se disminuyen las cargas de las empresas (10 mil millones anuales entre 2014 y 2017) a cambio de crear 200.000 empleos. Pero ese “pacto” deja muchas preguntas sin respuestas. La primera remite al análisis de la situación de las empresas francesas. Los estudios del Insee (Instituto de Estadísticas de Francia) muestran que las rentabilidades no bajaron. Los problemas tienen más que ver con la competencia extranjera. La segunda pregunta es la realidad del compromiso de emplear 200.000 personas a cambio de la reducción de las cargas sociales. Además del hecho de que 200.000 empleos es demasiado poco (el propio ministro Montebourg habla de la necesidad de crear 2 millones de empleos), nada indica que las empresas cumplan con su parte. Una tercera pregunta es saber de qué manera se financiará esa reducción de cargas sociales. El presidente habló de ahorros en los gastos públicos, pero fuera de unos recortes en las inversiones públicas o en las prestaciones sociales, las posibilidades de ahorro son escasas y azarosas. Eso nos lleva a una cuarta pregunta: ¿esas reducciones de cargas fiscales no tienen riesgos de iniciar un proceso donde las empresas van a aprovechar para ejercer todavía más presión sobre los salarios y entrar en un círculo deflacionario?

¿Cuáles son las alternativas de política económica para que Francia salga de la crisis económica?
–El problema principal de los países del sur de Europa, y de Francia en particular, es la existencia misma del euro. Ese problema es evidente en los intercambios con los países extrazona. Desde su creación, el euro se apreció fuertemente frente al dólar, pero también frente al yen japonés y la libra esterlina, con efectos devastadores sobre los países del sur de Europa. Esta situación la están entendiendo cada vez más actores, incluido parte del gobierno francés. Pero el efecto nefasto del euro se hace también sentir en el comercio intrazona. Desde la creación del euro en 1999, constatamos que las tasas de inflación de los distintos países fueron diferentes, como antes, pero ahora con una política monetaria única. Eso revela la existencia de una inflación estructural, dependiendo de las estructuras económicas de cada país. La diferencia entre las tasas de inflación de Alemania y los países de Europa del Sur llevaron a diferenciales de competitividad de 20 a 40 por ciento según los países. De allí resulta que los productos alemanes se volvieron cada vez más competitivos en el mercado francés, pero también italiano, español, griego o portugués. En condiciones normales, esa diferencia entre las tasas de inflación estructural se corregía mediante devaluaciones periódicas (o revaluaciones del país donde la inflación estructural es la más baja). Pero ese mecanismo ya no puede funcionar por la existencia de la moneda única.

¿Una salida del euro por parte de Francia significaría el fin de la Unión Europea?
–Es uno de los argumentos que se escuchan por parte de los que abogan a favor del euro. Pero en realidad hay países importantes, como Gran Bretaña y Suecia, que son miembros de la Unión Europea, pero no de la Zona Euro. La Unión Europea existió antes de la puesta en marcha del euro y si el euro desaparece la Unión Europea seguirá existiendo. Es más: desde la entrada en vigencia del Tratado de Roma y de la Comunidad Económica Europea, vivimos de 1958 a 1999, o sea 41 años, con nuestras propias monedas y construimos la integración europea durante ese período. Nada justifica entonces esa afirmación según la cual el fin del euro sería el fin de la Unión Europea.

El eje de discusión en Francia es entre euroescépticos y proeuropeos, desplazando incluso el eje tradicional entre derecha e izquierda. ¿Cómo explicarlo?
–Sí, es indiscutible que hoy el eje de discusión principal, por lo menos en Francia y en Italia, es la cuestión de Europa y más especialmente sobre la del euro, más que las oposiciones tradicionales entre izquierda y derecha. Y es así porque la situación económica y social está dominada por el euro. En verdad, lo que provoca la crisis económica, y que lleva al desmantelamiento progresivo de las conquistas sociales logradas desde 1945, es una parte de la reglamentación europea y sobre todo la existencia del euro. Vemos, en particular en Francia y en Italia, la constitución de un bloque político alrededor de la oligarquía dominante que defiende a cualquier costo el euro y las políticas más reaccionarias de la Unión Europea, mientras que se constituye progresivamente pero en condiciones políticas particulares, otro bloque representando los trabajadores y las clases populares que está fuertemente opuesta al euro.

¿Existen diferencias entre países?
–Los resultados económicos de los países de la Unión Europea son muy divergentes. Algunos tienen excelentes resultados, como Gran Bretaña y Suecia. Y, ¡qué casualidad! Esos países no son parte del euro. Por otro lado, dentro de la Zona Euro, constatamos que el crecimiento es débil, e incluso que algunos países, como España, Grecia, Portugal e Italia, están en recesión. Las divergencias en cuanto a resultados son notables. Pero resulta claro que el euro pesa y mucho en el resultado de gran cantidad de países.

¿Qué lecciones se pueden extraer de la crisis del euro para otros procesos de integración regional?
–La crisis del euro indica claramente que no se deben realizar uniones monetarias en cualquier circunstancia. Las estructuras económicas de los países que serán miembros deben ser convergentes, lo que no es el caso en Europa, y debe existir un importante presupuesto asegurando flujos de transferencia entre los países miembros. Construir una unión monetaria implica respetar estrictamente ciertas condiciones. Si no se las respeta, entonces nos encontramos con los problemas a los cuales la Zona Euro se encuentra hoy enfrentada.

En su libro La demundialización usted hace una crítica de la globalización neoliberal. ¿Qué perspectivas existen para esa etapa del capitalismo?
–La globalización recubre en realidad dos procesos: por una parte la globalización comercial y por otra la financiera. Vimos los aspectos extremadamente perversos de la globalización financiera; y numerosos estudios mostraron que la libre circulación de los capitales de corto plazo tuvo más efectos negativos que positivos. En cuanto a la globalización comercial, ella es más aceptable, pero a condición de que eso no conlleve un desmantelamiento progresivo de las conquistas sociales y que no impida el desarrollo económico de los países que calificamos hoy de emergentes. Para eso hay que pensar en sistemas de derechos de aduana que igualen las situaciones sociales y ecológicas, pero también que protejan las industrias nacientes. Queda claro que las instituciones actuales, y en particular la OMC, con su prioridad otorgada al libre comercio, quedarán en desuso. Por lo que es de la globalización financiera, se debería prohibir una parte de las operaciones y limitar estrictamente la circulación de los capitales salvo los que implican inversión extranjera directa.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-7430-2014-02-02.html

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PUBLICADO EN CRONICA DE ARAGON

Pablo Iglesias produce picores

3. febrero 2014 

Al “PODEMOS” que inspira Pablo Iglesias y otros, como fórmula o proceso político para lograr la unidad de la izquierda política, sin ninguna duda hay que hacerle alguna crítica, o cuando menos, una seria advertencia a sus posibles votantes, cosa que por mi parte pienso hacer, pero no ahora.

Descalificaciones de tipo personal por parte de los medios de “comunicación” más afines al PP o a la parte del PP que se le ha escindido para situarse poquito más a la derecha, como es el nuevo partido político VOX, pero no críticas políticas a lo que representa, ya han aparecido. Y es de suponer que arrecie el temporal de las descalificaciones a medida que nos vayamos acercando a las próximas elecciones europeas del próximo Mayo.

Afortunadamente para los de izquierdas, la derecha no anda muy puesta en el manejo de la función intelectual, por lo que al no ser capaz de elaborar propuestas políticas y ni siquiera fórmulas teóricas para salir de la crisis que pudieran ser mínimamente creíbles, se tiene que conformar, por el contrario, con la descalificación personal o, cuando mucho, con una construcción semántica hueca basada en la ideología para justificar lo que la práctica diaria dice que no existe ni puede existir, razón por la cual, no es necesario confrontarle una rigurosísima elaboración teórica política de izquierdas para echar por tierra toda el montón de palabras que dicen, vacías de contenido, y a la que pretenden dar un cariz de discurso político, que cuando mucho, no pasa de una simple forma de la retórica, en la que  apelan por lo general, a los instintos, a los más bajos algunas veces, en vez de a la razón, y que como anillo al dedo les llega para fomentar el enfrentamiento y el encono social. Y ello a pesar de que en la izquierda, por lo general, tampoco andamos muy sobrados en la función intelectual.

Y en esta vorágine de la descalificación personal, y esta vez por escrito, y no en un medio declarado de derechas (tercerainformacion.es de 27.01.2014), Raúl Solís, nos da el aviso de que Pablo Iglesias no es la Virgen de Lourdes, lo cual hay que agradecerle, al tiempo que habría que decirle que eso ya los sabíamos nosotros.

Tampoco es Pablo Iglesias, según el mismo Raúl Solís, un político como Alexis Tsipras, el político griego que no fiándose de ninguno de los partidos políticos tradicionales de Grecia, que en el panorama político español podrían quedar representados por el PP, PSOE, CiU, PNV, CC, UPyD y los de nuevo cuño con VOX y algún otro, pretende un contra poder a todos ellos a partir de la participación de los ciudadanos. Esto también lo sabemos. Y además, hemos de desear que no lo sea. Con que se quede como español es suficiente, porque estamos hablando en España y para España, que aun siendo de la misma naturaleza los problemas que hemos de solucionar, las circunstancias de Grecia y España no son las mismas.
Redondea sus descalificaciones de tipo personalista Raúl Solís a Pablo iglesias, diciéndole que es un coletillas, un sabiondocillo, un figuroncete y un izquierdoso, ante lo cual, cabría preguntarnos que qué tienen que ver los cojones para comer trigo.

De momento, y esto ya es algo, aunque no suficiente, Pablo Iglesias a través de los medios que ha podido ha denunciado las diferentes corruptelas del poder en sus distintos niveles, y eso le ha abierto las puertas a que grandes masas le puedan escuchar, además de plantear alternativas, proponiendo a su vez, un procedimiento político participativo con el fin de propiciar la unidad de la izquierda, al objeto de hacer frente a las diferentes políticas neoliberales, que de forma abierta y descarada práctica el PP, que es la misma política que encubiertamente ha venido practicando el PSOE.

Parafraseando en versión libre al Quijote podríamos decir: si se producen picores es que cabalgamos.

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IZQUIERDAS - DERECHAS :NO SE PUEDEN DIFERENCIAR CON PALABRAS




Entrevista a Costas Lapavitsas, profesor de economía en la Universidad de Londres
 
"Los gobiernos que quieran hacer políticas progresistas no podrán permanecer en el euro"

REBELIÓN
 eldiario.es
 03.02.2014

"Un Gobierno radical en Grecia debería dejar de pagar una parte importante de la deuda, que de otra manera es insostenible"

"La estabilización de la economía europea se ha producido más bien por destrucción: la economía está destruida, el desempleo se incrementa", dice el economista griego Costas Lapavitsas.

 

Costas Lapavitsas es profesor de economía en la Universidad de Londres. Su último libro Profiting without producing constituye unaradiografía imprescindible para entender lo que llama la financiarización, el crecimiento incontrolado del sistema financiero y la imposición de sus intereses a toda la sociedad. En español ha publicado Crisis en la Eurozona, donde carga contra las medidas de austeridad en la eurozona. Tiene muchas esperanzas en Syriza, pero advierte de que su principio de permanecer en la eurozona encuentra serias resistencias dentro de sus propias filas. Lapavistas acaba de estar en Barcelona invitado por la Plataforma de Auditoría Ciudadana de la Deuda, el Observatorio de la Deuda y el Seminario Taifa.

¿Cómo será el voto griego para las europeas?

En este momento hay mucho descontento y rabia, existe al mismo tiempo desesperación y falta de capacidad organizativa. No sé si la gente en Europa lo entiende, pero los griegos están muy frustrados pero también muy desilusionados y se sienten débiles. Es posible que el Pasok –el viejo partido de gobierno socialdemócrata– desaparezca completamente, y Nueva Democracia –el partido de derechas en el poder– sufra importantes pérdidas. Es probable que Syriza crezca y llegue a ser el más votado aunque no sé si podría gobernar en solitario. Es de prever un crecimiento del partido fascista hasta situarse como segundo o tercer partido.

Las elecciones europeas combinadas con las municipales en Grecia –se producirán al mismo tiempo– van a ser un acontecimiento político significativo. Las elecciones europeas pueden suponer una transformación completa del mapa político y electoral griego. Si el voto de la coalición gobernante de la derecha y el Pasok se desploma, será muy difícil para ellos seguir gobernando con estabilidad y llevar a cabo las medidas que exige la Troika.

Y esto sumado a la candidatura de Alexis Tsipras, el líder de Syriza, a la presidencia de la Comisión Europea.

Creo que es un error que Tsipras acceda a la presidencia europea, es muy peligroso. En cualquier caso, es extremadamente importante que Syriza lo haga bien, especialmente si se convierte en el partido más votado en Grecia, porque está generando mucha esperanza, tanto en Grecia como en el resto de Europa. Esto se produce por algunas razones: la izquierda por fin puede ser un actor fundamental, no tiene que ser marginal. Es decir, puede constituirse en una verdadera alternativa de gobierno. Pero hay que tener claro lo que Syriza es capaz de hacer y lo que no.

Syriza tendrá que enfrentar grandes dificultades si es elegida. En parte por su propio funcionamiento interno, su composición, y también por algunos problemas objetivos con los que se encontrará tanto en el país como fuera. Si Syriza no cumple las expectativas, pierde el control sobre su propia formación o no da la talla, la situación para la izquierda será muy complicada. La apuesta es muy alta.

En el 2012, hubo en Grecia un default. A partir de los resultados de este proceso, ¿podemos deducir que el impago es una variable política?

La manera en que los griegos hicieron su default en 2012 es la peor manera posible. Ningún otro país de Europa, o del mundo, debería manejar un default de esa manera. Si se da, ha de ser soberano y tiene que estar pensado desde las necesidades del deudor, no desde las necesidades del prestamista.

El default griego fue organizado por la Troika y por eso fue tan malo. Lo que pasó en Grecia es que el impago fue de la deuda privada y no de la pública. Así que los grandes perdedores fueron los prestamistas griegos, bancos griegos, propietarios de bonos y fondos de pensiones griegos. Como consecuencia, el Estado tuvo que endeudarse otra vez para rescatar a los bancos que estaban en apuros tras el default. Esta debe ser la primera vez en la historia que un país hace un default contra sí mismo, en vez de hacerlo contra prestamistas extranjeros con el objetivo de restaurar su economía. Grecia reestructuró su deuda y complicó aún más su situación. Es increíble. Por lo tanto, el default es un elemento muy importante, pero tiene que ser organizado de otra manera. Tenéis razón, la política aquí es muy importante. La forma política de hacerlo es que sea en interés del deudor con presión desde abajo.

En España la visión más generalizada ahora mismo es que estamos a salvo de esa situación. El Gobierno, basándose en algunos indicadores macroeconómicos positivos, afirma que la crisis ha terminado y que estamos creciendo.

Dos cosas han cambiado en Europa de forma parecida en España y en Grecia respecto a 2010 e incluso a 2012. La primera es que en la periferia el déficit en cuenta corriente ha decrecido por la recesión. Las importaciones descienden, por lo tanto el déficit exterior se ha reducido. Lo segundo es que el déficit presupuestario también ha decrecido por la recesión. Entonces se ha producido cierta estabilización por el lado fiscal y por el de cuenta corriente. Además esta situación se reforzó gracias a la actuación del Banco Central Europeo hace algo más de un año, cuando Draghi dijo que haría lo que fuese necesario hacer. Entonces la combinación entre la contracción del déficit y Draghi estabilizando los mercados financieros ha dado como resultado que no hay una presión inmediata de default. Los mercados financieros se han calmado.

Pero si miramos la economía real podemos ver que en realidad, esta estabilización se ha producido más bien por destrucción: la economía está destruida, el desempleo se incrementa, la recesión está siendo muy profunda. Esto es lo que está estabilizando a los mercados. No es una situación sostenible porque es poco probable que haya un crecimiento rápido que repare las pérdidas. Todas las evidencias indican que las economías de la periferia se estancarán. Esto no es resolver la crisis, sino transformar una aguda crisis financiera en una crisis duradera de la economía real que es lo que han producido las medidas de austeridad.

En Grecia se acaba de prorrogar la moratoria por la cual no se puede desahuciar una primera vivienda. La situación en España es distinta, ¿a qué se debe?

En Grecia la situación es bastante turbia. La Troika está presionando en favor de la suspensión de la moratoria para que los bancos puedan deshacerse de algunas de sus inversiones inmobiliarias. Dice que así podrán sanear sus balances para que cuando lo hayan hecho puedan empezar a prestar otra vez. Esta lógica es tan intrincada que no engaña a nadie: los bancos prestarán si les permitimos que echen a la gente de sus casas porque esto es bueno para los balances. Sólo el FMI podría inventar algo así. Es una idea demasiado manufacturada.

El Gobierno griego no quiere suspender la moratoria aunque está bajo presión. Y no quiere hacerlo, no porque sienta simpatía por los propietarios o inquilinos, sino porque se da cuenta de que suspender la moratoria sería dinamita política. Como España, Grecia tiene una de las proporciones de propietarios más altas de Europa. Es una cuestión cultural, asociada a la idea de éxito social. Empezar a echar gente de sus casas porque se retrasan en sus pagos implicaría un incremento enorme de la conflictividad política. Y el Gobierno lo sabe, así que se está resistiendo. Esto demuestra la diferencia de posibilidades de acción política en contextos distintos como Grecia y España.

La posición de Syriza no es la mayoritaria dentro de la izquierda porque se opone a la austeridad pero con una fuerte apuesta por la moneda única y la UE. ¿Qué supone esta postura en el marco político de la UE?

Para mí es exactamente lo que la clase dirigente europea desea. Porque Syriza dice: “Nosotros queremos permanecer en el euro y vamos a permanecer pase lo que pase y además vamos a ser radicales”. Pero clase dirigente sabe que esta opción es imposible. Lo realmente peligroso de Syriza es que contiene una corriente de izquierda radical –un 40% de la coalición– que no está de acuerdo con esta propuesta y que puede llegar a suponer un peligro de ruptura. En otras palabras, Syriza no es un cuerpo político fiable. Es impredecible. Y es esta posibilidad de una radicalización de la coalición lo que preocupa realmente a la clase dirigente europea.

Por otra parte, si Syriza resulta elegida, habrá un crecimiento de las demandas populares, incluso aunque la gente esté pesimista y pasiva. Si hay un Gobierno de Syriza, querrán medidas en relación a sus salarios, pensiones, trabajo, etc, todo tipo de demandas. Esto sí supone una amenaza para la clase dirigente europea. Además, otros países europeos pensarán: nosotros podemos hacer lo mismo. Por eso Syriza encarna una promesa pero también supone un riesgo enorme.

Parece que identifica “izquierda” con la postura que propugna salir del euro. ¿Por qué?

A mi entender, esta postura es la única que abre la posibilidad de hacer políticas de izquierda radical que cambien la relación de fuerzas en favor del trabajo y contra el capital; políticas que son necesarias para restablecer el daño infligido a los países europeos en los últimos años debido a la crisis. Son políticas sensatas, fundamentales, como redistribución, control o nacionalización de los bancos, reorganización de la producción. Estos cambios son imposibles, en mi opinión, dentro de la unión monetaria y significan lo contrario de lo que significa hoy la Unión Europea.

Puedo ser más específico: un Gobierno radical en Grecia debería dejar de pagar una parte importante de la deuda, que de otra manera es insostenible, así como cambiar las políticas fiscales y monetarias. No podemos asumir la austeridad, no podemos apostar por superávits fiscales. Tiene que haber políticas diferentes, que permitan el crecimiento de la economía. Un Gobierno radical debería nacionalizar la banca y crear bancos públicos que dieran soporte a la reorganización de la producción. Si atendemos a estas propuestas, nos damos cuenta de que no pueden darse dentro de la estructura de la unión monetaria hoy.
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¿No cree que si llegamos a la situación en la que un Gobierno pueda aplicar esas medidas, la situación política europea habrá cambiado tanto que podría pensarse en cambios en la propia arquitectura de la UE?

A veces la izquierda necesita al Estado nación para proteger los derechos de los trabajadores y los derechos democráticos, y no puede hacerse de otra manera. El Gobierno de Grecia o de Portugal no puede cambiar la estructura de la Unión Europea, pero sí puede intervenir en Grecia y Portugal. Por supuesto, el mío no es un argumento nacionalista. En ocasiones puedes utilizar los mecanismos del Estado nación para crear una corriente internacional.

Si en 2010 se hubiera dado la posibilidad de una serie de gobiernos de izquierda en varios países de Europa hablaríamos, pero ahora ya llevamos cuatro años de crisis. Y en estos cuatro años Grecia ha sido destrozada, Portugal y España están muy mal. No estamos discutiendo sobre casos ideales. Y sabemos que Syriza tiene una posibilidad real de estar en el Gobierno y tiene que decidir qué hacer aquí y ahora.
Si llegas al poder sin un plan, pensando que vas a cambiar la UE, la consecuencia será el caos. Pero sí hay una serie de cosas que puedes hacer. Y tienes que preparar a tu gente, mantenerles informados de lo que es posible. Puedes involucrar a la gente en este proceso, porque al final de ahí es de donde proviene tu fuerza.

¿Cómo se pide que se enfrenten a las consecuencias negativas de un tipo de transición así, por ejemplo, con los costes de volver a una moneda nacional?

Tienen que entender que hay que elegir entre una muerte lenta, que es lo que han estado experimentando, o un shock controlado del que vamos a salir después. Si ese es el caso, el shock y su gestión serán más fáciles: podrás intervenir sobre la circulación monetaria, nacionalizar los bancos y ponerlos bajo control público e imponer medidas para impedir la fuga de capitales. Intervenir en los mercados de petróleo, medicinas y alimentos. Habrá que hacer provisión para cubrir las necesidades inmediatas por un corto periodo de tiempo hasta que la demanda vuelva a normalizarse. Todo esto se puede implementar de forma controlada si el Gobierno de izquierdas está seguro de que tiene que hacerlo.

Gran parte de su trabajo se centra en la financiarización. ¿Puede explicar qué  significa y qué  consecuencias tiene en el capitalismo contemporáneo?

Financiarización es un término que hace referencia al crecimiento del sistema financiero que podemos ver en el mundo capitalista desarrollado en las últimas tres o cuatro décadas. Un crecimiento enorme de las finanzas, relacionado con el resto de la economía. Al mismo tiempo, hay un aumento del beneficio financiero. Una enorme, inusitada proporción de beneficios proviene ahora de las finanzas. Lo podemos comprobar en los EEUU y en otros países donde lo hemos medido. También sabemos que el tipo de estrato social que obtiene estos beneficios financieros es ahora muy diferente del anterior. Sabemos que hay una pequeña minoría de gente asociada con el sistema financiero que obtiene una buena parte de estos beneficios a través de bonos, salarios y demás, no por prestar dinero, sino como remuneración por trabajar en las finanzas. Esto cambia la estratificación social porque este grupo de gente tiene un gran poder de influencia sobre las políticas públicas. 

Mi visión es que esto se produce de forma más profunda de lo que parece y que supone una transformación histórica, una transformación estructural del capitalismo. Podemos descubrir básicamente tres tendencias. Primero, negocios no financieros industriales y comerciales se han financiarizado, lo que supone que no se apoyan tanto en los bancos para sus inversiones y que obtienen beneficios de su participación directa en el sistema financiero. Segundo, los bancos también se han transformado y han empezado a obtener beneficios de otros bancos, tanto apostando en los mercados financieros como prestando dinero a individuos y familias. Y el tercer elemento es que las propias familias e individuos –la gente trabajadora de países desarrollados– también se han financiarizado. Se endeudan más y tienen más activos financieros.

Hay un problema importante y es que los servicios públicos como la educación, la salud, las pensiones o la vivienda –la fundamental– han sufrido recortes, y ahora hay una gestión privada de estos servicios públicos que está mediada por las finanzas. Y por supuesto, no puedes dejar a las finanzas gestionar derechos o necesidades básicas. Por tanto, los salarios están financiarizados, los ahorros están financiarizados y el sistema financiero obtiene beneficios de ellos.

¿Entonces si la financiarización significa un gran cambio en el capitalismo, cómo deben adaptarse las luchas a este cambio?

Esta es una buena pregunta sobre la que la izquierda tiene que empezar a pensar. Porque la historia es importante, tenemos que construir sobre lo que hubo, pero debemos adaptar las luchas a las condiciones presentes y a las transformaciones que ha sufrido el capitalismo. Tenemos que pensar en cómo oponernos a la financiarización y como revertirla. Necesitamos pensar en maneras de restaurar los servicios públicos. Por supuesto, hay que planear cómo revertir la financiarización y cómo crear banca pública, y encontrar maneras de controlar los flujos de capital, poniendo restricciones a su circulación. Y también hay que pensar en formas de reorganizar la economía productiva. Para mí, luchar contra la financiarización, revertirla, es la forma fundamental de luchar hoy contra el capitalismo.

Fuente: http://www.eldiario.es/economia/gobiernos-quieran-politicas-progresistas-permanecer_0_223978150.html

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