Andalucía,
tierra propicia para omitir, falsear y someter
Portal de Andalucía.0rg.
18 enero, 2023
Banderas al campo
Aún sordos los tímpanos por el inconsciente petardeo navideño que
a todas horas estuvo sonando allende cada barrio durante casi un mes; y aún
latente la catarata de reencuentros, cariño, ratos de sembraera,
pero también de -no nos engañemos- tensos
momentos regados por alcohol en los que uno quisiera reventar… Así
se despidió 2022 de nuestras vidas, y así, imitando a su hermano predecesor,
aterrizó 2023, pisando fuerte: mudo ante interminables
casos de desahucios en todo el país, bañado en sangre
machista made in Iberia y envuelto en la inquietud
en Latinoamérica: el renacer
neofascista que muerde a la democracia en Brasil, la represión
contra el pueblo peruano, el último experimento de los vampiros del
Capitalismo más ultraderechista para, en Argentina y
bajo las batutas de Bannon, la CPAC y compañía, desestabilizar otro gobierno e
intentar alzar a la presidencia a la última estrella estridente de turno:
Milei… (Los años pasan y, tristemente, aquel continente sigue padeciendo el
indignante azote que Eduardo Galeano denunciara en su magistral Las venas
abiertas de América Latina).
Y entre unas cosas y otras, aquí andamos unas cuántas,
poniendo pizquitas de esfuerzo para, en (nuestra) comunidad, tratar de
desenmarañar el velo mediático que a diario nos guasea colonizando nuestras
azoteas: animándonos a aplaudir (“como pueblo andaluz que somos”…) medallas de
Bellas Artes a ganaderías taurinas, induciéndonos a considerar digna
de orgullo identitario esa racista y
falseada celebración de la Toma de Granada (que cada 2 de enero
tiene lugar en la ciudad nazarí), y de otras mil maneras. Así pues, aquí
algunas de las ‘joyas’ que nos trajeron -o nos omitieron- las redacciones de
prensa, radio y televisión en las últimas semanas:
El llanto de los empresarios de la fresa en Huelva
Como viene siendo tradición los últimos años, la
patronal onubense (que dicta los mejores criterios bajos los cuales contratar a
trabajadores/as para la recogida de frutos rojos, entendiendo “mejores” como el
modo que más beneficios empresariales les puedan a ellos generar, claro, aunque
eso no se traduzca en condiciones más justas para quienes trabajan los campos) volvió a
quejarse de la falta de mano de obra para la nueva campaña. El
variado altavoz mediático de los jefazos de la fresa preconizó sus lamentos.
Según ellos, como “los de aquí” no quieren trabajar, no les queda otra que
traer a peña de Marruecos u Honduras, ofrecerles ‘x’ condiciones (ya luego
verán si las cumplen o no) y así garantizar el producto. Mensaje facilón que
cala rápido…
Pero resulta que toda historia alberga, como mínimo,
dos voces. Y aunque casi siempre suele quedar silenciada la de quienes menos
poder tienen, no será este el caso. Como
explicaron en un comunicado del pasado verano las jornaleras de Huelva,
el llanto de la patronal esconde otra realidad: la de la plusvalía que para los
patronos supone contratar a trabajadorxs procedentes de otros orígenes, las
jornadas laborales que a estxs se les promete pero no siempre se cumplen, el
obsesivo aumento del PIB y “las ganancias del sector”, el silenciamiento de la
lucha de las jornaleras por sus derechos, la humillación, la explotación, los
brazos cruzados ante la quema de chabolas donde viven trabajadores/as
migrantes, el fomento interesado de un discurso falsario y clasista que echa a
pelear a currelantes de aquí con los de allá, el acallamiento de las corrientes
que piden el cambio que Andalucía necesita (¡ya!) en cuanto a gestión soberana
alimentaria y otros modelos de agricultura… Pero todo esto, que tan bien saben
en Europa, cuesta que sea mostrado en nuestras cajas tontas (no así el
desvalido grito de socorro del patrono).
Retirar un recurso de inconstitucionalidad que puede
dar vía libre al depredador
La ‘Ley Suelo’ (como se conoce la LISTA: Ley para el
Impulso de la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía) es, por mucho que la
vistan de seda, toda una anchísima manga para que la especulación del ladrillo
a manos del Capital haga y deshaga a su gusto en nuestro territorio. De ahí
que organizaciones
políticas, sindicales o ecologistas presentaran hace casi un año un recurso
contra dicha ley en el Tribunal Constitucional, el cual fue
admitido a trámite. Pues bien, el Consejo de Gobierno andaluz aprobó (oh,
sorpresa) a finales de 2022 el reglamento de esta una de sus leyes estelares,
tras la reunión celebrada entre Junta y Ejecutivo central (¿a cambio de qué,
Gobierno de España?). Y, a renglón seguido, uno de los grupos parlamentarios
que forman parte del recurso de inconstitucionalidad (Unidas Podemos) afirmó
que, “si la Junta retira los aspectos más lesivos de la ley en materia
medioambiental o de las aguas, no tenemos
inconveniente en retirar el recurso”…
CUIDADO. Pues, son innumerables los antecedentes que
demuestran que legislaciones similares a la que nos ocupa significan: «la
ocultación de la explotación de los pueblos que se dedican a exportar
naturaleza (como es el caso andaluz), la degradación y depredación que sufre el
patrimonio natural (nunca contabilizado por los costes de ‘lo monetario, lo
económico’), la apropiación desde fuera de la riqueza generada dentro (en este
caso, en Andalucía), el encubrimiento de la desigualdad generada por el “libre”
mercado, el sometimiento de agricultura/turismo/minería a grandes corporaciones
multinacionales, la imposición de condiciones que convierten esas tareas
extractivas en las peor remuneradas del sistema, la priorización de la
acumulación de capital sobre las necesidades de la realidad social y natural,
el enriquecimiento de unos pocos mediante pura especulación, y, en definitiva,
que el valor del patrimonio de las grandes fortunas siga multiplicándose a
costa de las mayorías» (Manuel
Delgado Cabeza). *Para más información, muy interesante el reportaje
que realiza la revista La
Marea en su último número al ecologista y concejal -del Ayto.
de Morón de la Frontera- Isidoro Albarreal.
“Reluce, presi; y persiste, que pronto podrías llegar
a La Moncloa”
Cada vez se les escapa menos a los corrillos de
periodistas ‘expertos’ en política institucional diestra que lo de Feijóo al
frente del PP nacional no es más que un periodo de tránsito para dar tiempo de
formación al próximo gran líder del partido. Y aunque todo apunta a que la
nueva mesías del conservadurismo patrio será la Aguirre 2.0, la reina del
pupulismo trumpista versión hispana (Isabel Díaz Ayuso, claro), bien podría
Moreno Bonilla ser el tapado, la sorpresa, adalid del “neoliberalismo moderado
y conciliador”… En Génova llevan tiempo fortaleciendo el plan (las encuestas y,
sobre todo, las elecciones municipales y autonómicas de mayo dirán quién de los
dos deviene en nuevo faro).
Desde luego, al equipo de Bonilla no le falta gancho
para ganarse a los medios. La precampaña de las elecciones a la Junta en 2022
trajo una cascada de
datos vergonzosos de su gestión que, sin embargo, resultó
masivamente ocultada, es decir, ignorada por la opinión pública (o puntualmente
visible en determinados medios que, eso sí, tampoco es que llegasen a todos los
hogares…). Su gobernar para
los ricos, su legislar en favor de la fiscalidad de las rentas
altas, su apretar las ratios de los colegios públicos, su herir y herir
a los profesionales de los centros médicos del sistema público, sus
chin-chin con los gestores de los centros de la privada o sus medidas para
dejar anclada Andalucía resultan a todas luces infames. ¿Y
entonces? Pues lo dicho, que casi nada de eso llega a las casas. Trucazo. Así
pues, desde aquí le auguramos futuro a Juanma en su posible liderazgo de las
gaviotas. Por lo pronto, el amaestramiento mediático lo lleva bien aprendido
desde San Telmo. (Y su locuaz avanzadilla -Elías Bendodo- ya espera en Madrid).
No “todos los políticos son iguales”
Por mucho que algunos repitan hasta la saciedad esa
frase, por supuesto que no todos son iguales. Teresa
Rodríguez (Adelante Andalucía) formalizó recientemente su renuncia a seguir en
política institucional, por cierto, rechazando los 24.000 euros de
cesantía. Seguirá
comprometida con el proyecto político, y ligada a él, pero cumplió su palabra.
Ejerce ya, desde hace unas fechas, como profesora de Lengua castellana y
Literatura en secundaria, en su instituto público de Puerto Real. Pero no es
(solo) el hecho del anuncio y lo facto en sí. Es -aun teniendo en cuenta cuanto
le faltó por hacer-, la coherencia de lo puesto en marcha, de lo exigido, de lo
removido, de lo defendido. Es precisamente ese valor, la coherencia. Nunca lo
tuvo fácil. Pero ni ideas
ni fuerza le faltaron jamás. Tampoco le faltaron ganas por fomentar la política
de (y en) la calle, la de la escucha, la alejada del barro, la de plaza y
asamblea, la de cultivar todo eso en los parlamentos…. Al menos, lo
intentó. No todos los políticos son iguales. Los hay de todos los tipos (como
en todos los desempeños de la vida), y Rodríguez demostró ser de las buenas.
Al cáncer, como todo en la sanidad, se le vence con
inversión pública e investigación
Una joven
andaluza murió de cáncer. Se llamaba Elena Huelva, y su historia,
por mucho que los medios, en su desesperante martilleo infantiloide y cobarde,
se hayan empeñado en no hilarla más en profundo, va más allá de la de una
chavala que le echó ovarios a la enfermedad, mostrando a través de las redes
sociales que nunca se rindió y que siempre luchó. Su historia demuestra que aún
más importante que lo anterior es el hecho de que el cáncer no
es una guerra que requiera de soldados. Ni una lucha con victorias y derrotas.
Ni basta con sonreír y tener buena actitud para vencerla. El cáncer es una
enfermedad que requiere de inversión e investigación para prevenirla y para
tratarla; que requiere de la defensa y la mejora de la sanidad
pública universal; que requiere de que, si hace falta, llenemos las
calles para presionar a los gobernantes y reclamarles todo ello. Y si ni
siquiera para trasladar a la sociedad ese mensaje surge un mínimo de coraje
periodístico en las redacciones, por mucho que desde los despachos de los
consejos de administración se prohíba mostrar esa cara (la real) de la noticia,
entonces, ¿qué nos queda?