El resultado de las
próximas elecciones en Taiwan puede alterar los equilibrios actuales en esa
conflictiva área del planeta. Unas elecciones ante las que Washington y Beijing
obviamente se posicionan de forma distinta.
Elecciones en Taipéi
El Viejo Topo
19 diciembre, 2023
QUE VOTA WASHINGTON EN TAIPÉI
Es sobradamente
conocido que Taiwán es el asunto clave que enhebra las relaciones chino-estadounidenses. Esa extrema sensibilidad se pone de manifiesto con las
reacciones chinas cuando considera que EEUU sube algún peldaño más en el
estrechamiento de los lazos con la isla, que reivindica como parte de su
territorio. En los últimos tiempos, especialmente desde el mandato de Donald
Trump y en el contexto de la política de confrontación con Beijing, Washington
tiene en Taiwán un instrumento de presión estratégica clave al que tampoco
tiene intención de renunciar.
Así las cosas,
de igual modo que a China continental puede interesarle la victoria de una u
otra fuerza en los comicios del 13 de enero de 2024, también EEUU tiene sus
preferencias. ¿Cuáles son? Cumpliendo con el ritual, meses atrás, los tres
principales candidatos han viajado previamente a EEUU en buena medida para
obtener el plácet correspondiente, lo que da idea de lo relevante del papel de
Washington en la política taiwanesa.
De entrada,
habría que señalar que gane quien gane, ello no va a influir en el trazo grueso
de la política de EEUU hacia China. Biden siguió los pasos de Trump y
republicanos y demócratas han cerrado filas en este asunto. Ese es también un
dato que los candidatos en Taiwán deben tener especialmente en cuenta y que
igualmente puede ampliar o limitar, según el caso, su capacidad de maniobra en
la gestión de las relaciones triangulares con China y EEUU.
Washington
tiene la clara intención de seguir valiéndose de Taiwán para meter el dedo en
el ojo a China. Esa perspectiva también preocupa en Taiwán en la medida en que
un giro en la tensión sino-estadounidense puede dejarlos al pairo. Como ocurrió
en los años 70 del pasado siglo. Es verdad que hoy la situación es otra pero el
síndrome del abandono ni mucho menos se ha evaporado del todo y las desconfianzas
a propósito de la implicación de EEUU en caso de conflicto siguen siendo altas.
La mayor
seguridad del compromiso actual de EEUU con Taiwán tiene que ver con la
posición estratégica de la isla y el Estrecho en el comercio mundial y, sobre
todo, la excelencia de su industria tecnológica que necesita ya que es, en gran
medida, el núcleo de la competencia con China. Por otra parte, en el debate
ideológico, la vitalidad del liberalismo democrático taiwanés en pocos entornos
confronta con tanta visibilidad con el modelo político antiliberal que
caracteriza el sistema continental, una disyuntiva muy celebrada por quienes
sueñan con reeditar una guerra fría como argumento para lograr el aislamiento
internacional de China.
Taiwán, por
tanto, es muy útil para EEUU en su estrategia de contención de China.
A priori, quien
más se alinea a día de hoy con la estrategia de EEUU es el verde PDP (Partido
Democrático Progresista), con quien comparte no solo “ideales y valores” sino
también estrategias de acercamiento político, tecnológico, económico-comercial,
defensivo y estratégico. El rechazo de plano del PDP a la unificación es del
máximo interés de EEUU. Para la Casa Blanca y el Pentágono, la victoria del PDP
sería la mejor de las noticias posible ya que puede representar un punto de
inflexión al asegurar la continuidad del soberanismo tras ocho años de mandato
de Tsai Ing-wen. Nadie duda que Lai Ching-te continuará las estrechas
relaciones con Estados Unidos desarrolladas por la presidenta saliente Tsai
Ing-wen y que secundará sus exigencias, incluida la oposición a que Taiwán haga
cualquier movimiento hacia la independencia de jure.
En caso de
victoria de azules (Kuomintang, KMT) o blancos (Partido Popular de Taiwán,
PPT), tampoco EEUU lleva las de perder. En el debe, las políticas más
procontinentales de ambas formaciones, especialmente el KMT. Hou Yu-ih, el
candidato del KMT, no quisiera, no obstante, perder el favor de EEUU bajo
ningún concepto, lo que obligaría a mantener cierto equilibrio, especialmente
en áreas sensibles. Hou aplicaría su hipotética impetuosidad en la dirección
abiertamente contraria a Lai. Ello exigiría de EEUU una aplicación diplomática
mucho más asertiva.
Otro tanto,
quizá, podríamos imaginar, de la ambigüedad de Ko Wen-je, candidato del PPT, un
personaje más volátil en su ideología y posicionamientos, antaño, en su
condición de alcalde de Taipéi en su primer mandato más cerca del PDP y hoy más
cercano al KMT, aunque recientemente se definió como “verde profundo de
corazón” a pesar de haber negociado hasta el último momento una coalición con
el KMT. Ko ha dicho en campaña que seguiría la política de asuntos exteriores
de la presidenta Tsai Ing-wen “porque en su visita a Estados Unidos en abril se
enteró de que su desempeño en este orden goza de una alta consideración”. Según
Ko, aseguró a los funcionarios que conoció en Estados Unidos que, de ser
elegido, se encargaría de que las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos
perseveren en el marco existente, apoyando la política internacional de Tsai.
En cualquier
caso, entre las elecciones de enero y mayo, cuando se produce la alternancia
formal, y las elecciones de noviembre en EEUU habrá un tiempo de stand by.
Podemos especular sobre si el resultado de estas últimas puede afectar al apoyo
de EEUU a Taiwán. De ganar Trump, el regreso de su comportamiento errático y de
los desplantes exhibidos en su mandato, es previsible que la ambiciosa política
de alianzas trabada por Biden se resienta con muchos socios. Menos probable es
que afecte negativamente a Taiwán.
QUE VOTA BEIJING EN TAIPÉI
Beijing tiene
clara su prioridad: evitar que el soberanista PDP continúe al frente del
gobierno en Taipéi. Es más, teme a una hipotética radicalización en el supuesto
de una victoria del tándem Lai-Hsiao, a quienes conceptúa como más
independentistas que la saliente Tsai Ing-wen. Por esa misma razón, en China
continental se han visto con simpatía los intentos de la fragmentada oposición
por llegar a un acuerdo, la coalición “blanquiazul” que, tras el abandono del
independiente Terry Gou, reuniría al PPT y al KMT. Esta posibilidad fracasó.
¿Tiene
preferencias el PCCh entre KMT y PPT? Lo lógico sería pensar que sí, y esa es
el KMT, con quien el PCCh mantiene un acuerdo de cooperación desde 2005, lo que
se conoce como la “tercera cooperación” tras las históricas de los años 20 y 30
del siglo pasado que, por cierto, no acabaron nada bien. Se fraguó en tiempos
de Chen Shui-bian y su sustento principal es la lucha común contra la
independencia.
En esta
campaña, las narrativas del KMT y del PCCh convergen en la advertencia del
peligro de una exacerbación de las tensiones que pueda desembocar en un
conflicto bélico. La elección entre guerra o paz es un axioma común que el PDP
fustiga sin miramientos.
El KMT
comparece en estos comicios con una alianza interna de sus dos almas
principales. Si a Hou podríamos asociarle con la “taiwanización” del KMT, su
candidato a vicepresidente, Jaw Shau-kong, refuerza la proyección continental
clásica de la formación. La presencia de Jaw en el ticket de Hou, auguraría una
pronta recuperación del diálogo a ambos lados del Estrecho. Y la
persistente influencia del ex presidente Ma Ying-jeou apuntaría a un
restablecimiento de su política (2008-2016) que permitió importantes avances en
la relación a través del Estrecho, incluyendo su encuentro en Singapur en 2015
con Xi Jinping, imposible con cualquier líder del PDP.
En un encuentro
organizado por la Asociación Nacional de Estudiantes de la Universidad Chengchi
con los candidatos, Jaw Shau-kong se expresó con la claridad que le
caracteriza: “la estrategia del PDP es pro-Estados Unidos y anti-China,
mientras que la estrategia del KMT es pro-Estados Unidos y se relaciona con
China”.
La huida de la
etiqueta pro-China y una trayectoria que en el continente se estima errática,
explica también porqué el PCCh no se fía del todo del KMT. En cualquier caso,
su victoria sería, con diferencia, el menor de los males. Caso de derrota y más
aun, de quedar en tercera posición, podría desembocar en una grave crisis de la
formación, hoy por hoy la única con la que puede entenderse de forma más
fluida, a expensas de cual pudiera ser el recorrido del PPT, una formación
renacida en 2019. El PCCh parece comprender en todo caso que el estado de ánimo
de la sociedad taiwanesa exige al KMT un peculiar cuidado en la expresión del
entusiasmo unificador.
Compartir el
principio de una sola China y el Consenso de 1992 constituye, sin embargo, una
importante garantía para China. Sin duda, cabe prever, que la tensión, incluida
la militar, se rebajaría y en coherencia con las tres D de Hou (disuasión,
diálogo y desescalada), podríamos asistir a una muy significativa moderación de
los desencuentros.
En el PPT, a la
vista del ticket Hou-Jaw, su candidato Ko Wen-je acusó al KMT de «alinearse
rápidamente con China», asegurando que esa percepción pro-China, reflejada en
la denominación de la propia formación (Partido Nacionalista Chino) de la que
no logra desembarazarse, es su “pecado original”.
Cuanta más
influencia y proyección gane el PCCh en Taiwán, en la misma proporción socava
la impronta de EEUU. Esa perspectiva general influiría también en la percepción
de otros países de la zona apreciando el avance de las ambiciones continentales
que EEUU tendrían más difícil de frenar con el riesgo de que la escalada de
tensión se traslade del Estrecho al Mar de China meridional.
A pesar del
mayor compromiso económico, político y defensivo mostrado por EEUU en los
últimos años y que aspira a renovar gobierne quien gobierne en Taipéi, una
victoria del KMT podría leerse como un fracaso de la estrategia estadounidense
en el Estrecho. Sin embargo, no debiera interpretarse como una garantía plena
de apertura de una nueva fase de unificación acelerada. El propio KMT está
lejos de compartir las prisas expresadas en tal sentido por el presidente chino
Xi Jinping.
En cualquier
caso, gane quien gane, la dura pugna de influencias entre EEUU y China está
asegurada. Y si es el KMT, los temores a un horizonte bélico esgrimido por el
Pentágono como argumento para convertir la isla en una especie de puercoespín
armado frente a una invasión del Ejército Popular de Liberación, se disiparían
en gran medida.
Fuente: https://politica-china.org/
Artículo seleccionado por Carlos Valmaseda para la Miscelánea de
Salvador López Arnal.