miércoles, 16 de enero de 2019

VOX ES VOX CON UN SEÑORITO CÉLIBE LABORAL, SANTIAGO ABASCAL, A LOMOS DE SU POTRANCA

Extrema derecha
Vox, ¿un fenómeno europeo?


Jordi Muñoz
vientosur
10.01.2019

Uno de los tópicos más repetidos desde la emergencia electoral de Vox en Andalucía es que, finalmente, España se asemeja al resto de países europeos y ya dispone de su propio partido de derecha radical como tienen en Francia, Italia, Suiza, Austria, Alemania, Grecia, Suecia o Noruega, entre otros. Ya somos plenamente europeos, dicen algunos analistas españoles. Y, junto con el tópico más o menos ocurrente, vienen también los análisis precipitados.

De inmediato recurrieron a las plantillas de análisis que se han aplicado a aquellos países. Son esquemas de interpretación que nos hablan de votantes de clases trabajadoras, muchos de ellos antiguos votantes de la izquierda, que basculan hacia la extrema derecha como reacción, fundamentalmente, a la inmigración. Son los perdedores de la globalización, que compiten con los nuevos inmigrantes por puestos de trabajo de baja cualificación y por el acceso a los servicios y prestaciones del estado de bienestar. Son, en otra versión, votantes mayoritariamente de bajo nivel educativo, motivados por una sensación de amenaza cultural, a menudo residentes en el mundo rural. La creciente diversidad les genera una percepción de que su forma de vida tradicional está en riesgo y desarrollan un rechazo xenófobo a la inmigración que los partidos de la nueva derecha radical aprovechan electoralmente.

Si bien estos análisis, en la mayoría de los casos, no recogen toda la complejidad de las coaliciones interclasistas que se han construido alrededor de la nueva extrema derecha, en el caso de Vox resultan especialmente inapropiados. Todos los datos de que disponemos apuntan de manera muy consistente en la dirección opuesta. Vox es, prácticamente a todos los efectos, una escisión electoral del PP. Su electorado está compuesto, fundamentalmente, por antiguos votantes del PP. Es un partido que, en general, obtiene sus mejores resultados en las zonas más acomodadas, feudos tradicionales de la derecha en Andalucía. Son, sobre todo, zonas urbanas, donde hay una mayor proporción de gente con estudios superiores. En general, por tanto, los votantes de Vox no viven en zonas deprimidas, ni rurales, ni de fuerte presencia de inmigrantes y, por consiguiente, difícilmente responden al patrón típico del votante de la nueva extrema derecha que hemos descrito más arriba. Si tuviésemos que recurrir a tópicos, por tanto, diríamos que los votantes de Vox son más bien señoritos de la derecha tradicional andaluza que han abandonado la casa común del PP para votar una opción más extrema.

Conviene, de todos modos, no simplificar en la otra dirección. Hay algún matiz potencialmente importante que hacer en este retrato, y es fundamentalmente en Almería. Es la única de las ocho provincias andaluzas en que la correlación entre zonas acomodadas, con altos niveles de estudios superiores, y el voto a Vox se debilita significativamente. En algunos de los municipios en los que Vox obtuvo sus mejores resultados hay una fuerte presencia de inmigración que trabaja en la agricultura y tiene un historial de ataques xenófobos y de rechazo a la inmigración, como El Ejido, que es el único municipio de toda Andalucía en el que Vox fue la fuerza más votada.

Los votantes de Vox, así, no parecen responder a la imagen que hemos ido construyendo del electorado de la nueva extrema derecha europea. Tampoco el perfil ideológico del partido coincide con el de la nueva derecha radical populista que ha ido ganando terreno en otros países europeos. Como ha explicado la profesora de la UAB Eva Anduiza, el discurso de Vox carece del componente populista y antielitista que es tan central en el discurso de muchos de estos partidos. De hecho, los dirigentes de Vox, como sus votantes, provienen básicamente del PP. Eso sí, el autoritarismo, el nativismo, el nacionalismo español tradicional y el rechazo del cambio cultural impulsado por el feminismo desempeñan un papel central y contribuyen a conformar un perfil ideológico más vinculado a la extrema derecha tradicional que no a la nueva derecha radical. En este sentido, tal vez, Vox no es tan europeo como dicen estos días. Ahora bien, es cierto que la nueva extrema derecha europea es, sin duda, una familia bastante heterogénea y cambiante. Y el perfil neofranquista de Vox no le impide mantener lazos y conexiones con algunas de las formaciones de esta inquietante familia política.

Posiblemente estas diferencias importantes con respecto al origen, perfil sociológico e ideario ayudan a explicar por qué parece que la coalición de derechas en Andalucía está formándose sin apenas obstáculos. Ciudadanos sufre, en apariencia, más contradicciones. Pero el PP no parece que se haya planteado siquiera otra hipótesis que no sea pactar con Vox para conseguir el gobierno en Andalucía, a diferencia de lo que ha pasado a menudo en otros países europeos, donde los partidos conservadores han tendido, en su mayoría, a marcar distancias con la extrema derecha. Pero es posible que el PP tampoco sea tan europeo como dicen.

29/12/2018

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CUANDO NO SE ES SOCIALISTA NO SE ES SOCIALISTA Y POR ESO APARECE LA POTRANCA PARDA DE SANTIAGO ABASCAL EL CONQUISTAS


Revalorización de las pensiones: Inocentada del PSOE a los pensionistas


Por Coordinadora Estatal por la defensa del sistema público de pensiones
Kaosenla red
15.01.2019
Como si de una inocentada se tratara, se nos cuela en dicho Real Decreto, dos cuestiones que no podemos dejar pasar y que hace que la ciudadanía se vuelva a sentir ninguneada por el Gobierno actual: nos han mentido y además se han creído que pasaría desapercibido, faltándonos al respeto.
El pasado día 28 de diciembre, el mismísimo día de los Santos Inocentes, se publica en el Boletín Oficial del Estado, el Real Decreto-ley 28/2018, para la revalorización de las pensiones públicas y otras medidas urgentes en materia social, laboral y de empleo.
Como si de una inocentada se tratara, se nos cuela en dicho Real Decreto, dos cuestiones que no podemos dejar pasar y que hace que la ciudadanía se vuelva a sentir ninguneada por el Gobierno actual: nos han mentido y además se han creído que pasaría desapercibido, faltándonos al respeto.

Si bien es cierto, dicho RD tiene cosas buenas, pero como dicen nuestros principios, no podemos pasar por alto dos puntos de transcendental importancia para muchísimas personas:
Nos encontramos con que La Ley General de Seguridad Social (artículo 196.2 LGSS) recogía, para las Incapacidades Permanentes Totales (IPT) derivadas de una enfermedad común, que su cuantía mínima no podía “resultar inferior al 55% de la base mínima de cotización para mayores de dieciocho años”, cuya base mínima estaba referenciada al salario mínimo interprofesional (SMI). Lo que supuso en el año 2018 que la pensión mínima se fijase en los 404.77 € por mes y que en este año 2019, y con la subida del SMI, supondría una cuantía de 495 € por mes.
Pues en el RD publicado el 28/12/2018 desaparece ese mínimo marcado en la LGSS y establece que, cada año, se determinará la cuantía mínima mediante la LPGE, lo que afecta de manera sustancial a los ingresos de los trabajadores que reciben dicha prestación y para los futuros que puedan acceder a la misma.
Estamos hablando de que para el año 2019 los trabajadores con IPT tendrán, como cuantía mínima, 417 € al mes y no, los 495 € que les corresponderían; realizando un recorte de derechos y una modificación exprés de la LGSS con una pérdida de poder adquisitivo de las personas con IPT de unos 78€/mes.

Recordemos al Gobierno y a todos los grupos parlamentarios que dicha medida ya fue propuesta por el PP cuando estaba en el Gobierno Mariano Rajoy y a la que el PSOE (entonces en la oposición) se opuso rotundamente. Ahora (en el Gobierno) ha aprobado la misma medida que rechazó en mayo de 2018.
A 1 de diciembre de 2018, 568.037 personas percibían una pensión por incapacidad permanente total. La pensión media era de 771.14 €. El Gobierno podría haber optado por aumentar la cuantía mínima de todas las pensiones por incapacidad total, pero no, opta por realizar un recorte encubierto.
Les recordamos que dicha medida es injusta y crea una gran desigualdad entre prestaciones sociales. Y lo que no se puede es dar por un lado, subiendo el SMI y quitar por otro, haciendo desaparecer el referencial del SMI.
No queremos ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.
Les recordamos, también, que están dejando la puerta abierta a un posible recorte de estas pensiones por incapacidad permanente en función del partido político que gobierne en cada momento.
Y el segundo punto y no menos importante para nosotros, es que dicho RD-Ley prevé la revalorización de las pensiones públicas con arreglo al IPC para el 2019 y que en ningún momento establece que dicha revalorización se realizará con arreglo al IPC Real por Ley. Además añade que “En el plazo de seis meses, el Gobierno adoptará las medidas necesarias para modificar los artículos citados en el apartado anterior (artículos 58 LGSS y 27 Ley de Clases pasivas del Estado) y establecer, en el marco del diálogo social y de acuerdo con las recomendaciones de la Comisión de Seguimiento y Evaluación de los Acuerdos del Pacto de Toledo, un mecanismo de revalorización de las pensiones que garantice el mantenimiento de su poder adquisitivo preservando la sostenibilidad social y financiera del sistema de Seguridad Social”.
En definitiva, lo que este Gobierno nos quiere hacer creer es que el acuerdo firmado el pasado septiembre en el Marco del Pacto de Toledo, donde se acordó la revalorización de las pensiones por IPC Real, es papel mojado. Vuelve a atrasar dicha regulación por Ley a seis meses y además espera conseguir el consentimiento de los agentes sociales para que dicha revalorización no sea con arreglo al IPC Real, y sí, nuevamente al invento de un nuevo índice de revalorización cuya fórmula puede utilizar otros baremos basados en el crecimiento de los salarios, la evolución de la economía o el comportamiento de las cotizaciones a la Seguridad Social, lo que supondría siempre una subida menor.


Les recordamos que dicha medida es injusta y crea una pérdida de poder adquisitivo de las personas más vulnerables de nuestra sociedad. Les recordamos que en el pasado mes de septiembre nos concentramos en todas las ciudades para demandar que la subida de las pensiones únicamente sería admisible si se realiza conforme al IPC Real, y que ustedes llegaron a un acuerdo en el marco del Pacto de Toledo, acuerdo que hoy están vulnerando nuevamente.
Les anunciamos que, como hicimos en el pasado septiembre, saldremos a las calles y no las abandonaremos hasta que no dejen, marcado por ley y de forma clara, la revalorización de las pensiones con el IPC Real.
La Coordinadora Estatal en Defensa de las Pensiones Públicas acordó, en su III Asamblea, llevar a cabo concentraciones y manifestaciones en todas las ciudades y pueblos del territorio español para el próximo día 2 de febrero, para denunciar la situación que estamos viviendo.
Les recordamos que los cerca de 9 millones de pensionistas que existen en este país, movieron en su momento, asientos en el Gobierno y que pueden volver a hacerlo.

#GobierneQuienGobierne
GOBIERNE QUIEN GOBIERNE, LAS PENSIONES SE DEFIENDEN

FEMINISMO. NO SE TRATA DE PASAR DE OBJETO A SUJETO? ¿ES ESTO COSA DE MUJERES O DE PERSONAS? ¿ES POSIBLE SER SUJETO EN UNA SOCIEDAD COMO LA CAPITALISTA EN LA QUE LA BASE ES EL OBJETO, LA MERCANCIA?



Feminismo & Lucha de clases

Mujeres, chalecos amarillos y lucha de clase

Rebelion
TribunaFeminista
16.01.2019

A raíz del movimiento de "los chalecos amarillos" en Francia sobre la precariedad laboral, la lucha de clases y la presencia protagonista y visible de las mujeres en el imaginario colectivo de la lucha de clases.


Ya comenté en otro artículo las múltiples extrañezas, incógnitas y desconciertos que despertó y despierta el movimiento de los chalecos amarillos.También sorprendió a muchos ver a tantas mujeres endosándose el chaleco amarillo y ocupando rotondas. Sorprendió porque, en el imaginario colectivo, las luchas populares y “proletarias” (ya hemos llegado a un punto tal en el que me veo obligada a poner “proletarias” entre comillas) las siguen encarnando mineros, operarios del altos hornos, de astilleros, de cadenas de montaje, etc. Figuras masculinas, en suma, ligadas a sectores de la producción que concentran (o mejor dicho, concentraban) a miles de trabajadores. Pero ese imaginario ya no refleja la realidad social. 
Las minas están cerradas, los altos hornos también, las fábricas deslocalizadas, y las grandes empresas nacionales (ferrocarriles, correos, etc.) en vías de privatización… Por el contrario, ese imaginario no tiene interiorizada aún la nueva masa proletaria: las mujeres. Porque sí, son las mujeres quienes ocupan los trabajos más precarios y peor pagados. Son ellas las que, además, tienen que lidiar cotidianamente con la gestión de gastos del hogar.

Ellas van a la compra y comprueban lo que da o no da de sí el sueldo, pagan las facturas de la luz, el gas, el alquiler… Y son ellas quienes tienen jubilaciones más exiguas y quienes, en caso de divorcio, se quedan al cargo de los hijos. En Francia, el 23% de las familias con hijos menores de 18 años son monoparentales, de ellas, el 85% son monomadrentales (ya sé que la palabra no existe). El 34,8 % de estas familias son pobres. En definitiva, las mujeres forman el más nutrido batallón de explotados proletarios. Son, por lo tanto, quienes más motivos acumulan para declararse en rebeldía.

Nada raro tiene, pues, verlas con el chaleco amarillo. Y si no hay muchas más es porque la movilización de las mujeres resulta difícil y problemática dado que encuentran importantes dificultades y barreras que impiden su movilización. La fundamental radica en el tipo de trabajo que realizan: cuidadoras de niños y ancianos, asistentas, mujeres de la limpieza, dependientas, camareras, empleadas del sector de la restauración, etc.

En definitiva, los trabajos que ocupan las mujeres (tanto en Francia como en España) tienen estatus múltiples y dispersos. Se ejercen en condiciones no solo muy variadas sino, y sobre todo, en condiciones de aislamiento y fragmentación (o, en grupos pequeños: residencias de ancianos, hoteles…).

A pesar de que la población femenina tiene, por término medio, más nivel escolar, los trabajos que realizan requieren escasa “cualificación”. De modo que (dato revelador de los mecanismos patriarcales que impregnan el mercado laboral) los únicos sectores donde los diplomas de las mujeres se ven reflejados son aquellos a los que se accede estrictamente por oposición (enseñanza, administración, judicatura, etc…).

A nadie se le escapa lo problemático que resulta convocar una huelga de empleadas de hogar, por ejemplo. Para empezar, quizá la mayoría de ellas ni se enteraría de la convocatoria y, para seguir ¿qué pueden hacer? ¿Enfrentarse en solitario cada una a sus patronos, esos que, a menudo, ni siquiera las tienen declaradas y que pueden despedirlas de la noche a la mañana sin indemnización y sin subsidio de paro? ¿Quién las protege de los abusos y chantajes? Aisladas, poco organizadas, con un alto porcentaje de emigrantes (cuya vulnerabilidad es aún mayor)…

De todo ello se desprende lo complicado y difícil que les resulta contactar entre sí, adquirir conciencia de grupo oprimido, unificar demandas y emprender luchas comunes. Y, por eso, también en España (donde la situación es igual o peor) ha habido pocas movilizaciones. Y las que ha habido, como las de las Kellys o como la huelga de las dependientas de Berska en Pontevedra, aunque heroicas, se han dado en grupos comparativamente menos aislados y fragmentados que los de las empleadas de hogar, pongamos por caso. Muy difícil, sí, lanzar luchas reivindicativas. Y tampoco ayuda el hecho de que las estructuras de partidos y sindicatos sigan mentalmente ancladas en el siglo XX (cuando no en el XIX), sin terminar de tomarse en serio a las mujeres ni los trabajos que realizan. Por eso, un movimiento del tipo “chalecos amarillos”, que llama a salir a una rotonda y ocuparla, ha encontrado eco en tantas mujeres que expresan así su indignación y su hartazgo.

El domingo, 6 de enero, las mujeres fueron más allá: realizaron concentraciones específicas (señalando, eso sí, que no eran concentraciones feministas). En ellas llamaron a la incorporación de otras mujeres. Cabe destacar que también pidieron evitar la violencia porque, ciertamente -y quizá en contra de lo que pueda parecer- la violencia termina desmovilizando. Cuando los sindicatos y/o los partidos convocan manifestaciones, organizan potentes servicios de orden. Pero los chalecos amarillos se niegan a ello por lo que es imposible controlar tanto la ira de los manifestantes como la afluencia de grupos de “casseurs”, es decir, bandas de gamberros y vándalos que se suman “a lo que sea” con el único objetivo de destruir.

Nadie sabe cómo evolucionarán estas movilizaciones que, ciertamente, manifiestan el descontento tan profundo que anida en buena parte de la sociedad francesa. Ni siquiera está claro si terminará propiciando un viraje a la derecha o a la izquierda… Yo espero que, en cualquier caso, permitan que las mujeres creen algún tipo de estructura o red que las contacten entre sí y que puedan potenciar sus luchas (y su conciencia feminista, por añadidura).


Concentraciones en Toulouse en el quinto sábado de protestas de los chalecos amarillos en Francia
(Foto de ARCHIVO)


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