miércoles, 12 de agosto de 2020

La bartola está embartolada, quién la desembartolará, y como no la desembartolen Círculos y Asambleas, esto no lo desembartola ni Dios, porque claro, cuando los trabajadores estamos al embartole, o sea, que nos tiramos todo a la bartola (que no se me malinterprete, o sea, que vamos a ver si estamos en lo que estamos, y vamos ver si somos capaces de interpretar bien las cosas), es cuando los jefes se lían a la trifulca enjefaturizada entre sí y de aquellos lodos estas bartolas, porque ya se sabe, las cosas de jefes cosas de jefes son. Pero, ¿los jefes no están para dirigir a los trabajadores buscando la unidad de acción? ¿Entonces qué hacen los jefes de la supuesta izquierda haciéndoles el trabajo a Vox, PP y Ciudadanos? Pues a lo mejor es que hace falta una limpia de jefes. Pero chiquet, hasta para hacer la limpia de jefes hacen falta los Círculos en Podemos y las Asambleas en Izquierda Unida, que lo sepas.



Las izquierdas prosiguen con sus guerras cainitas: un nuevo capítulo andaluz
  • Anticapitalistas e IU protagonizan la enésima trifulca en Adelante Andalucía, que se dirige hacia la ruptura
  • Tras los malos resultados de Galicia y Euskadi de las confluencias de Unidas Podemos, siguen copando titulares los conflictos internos
Sato Díaz
Cuartopoder.es
El miércoles, 12 de Agosto de 2020

Teresa Rodríguez, de Anticapitalistas, y Toni Valero, coordinador general de IU Andalucía. / EFE

Actualización a las 13h del 12/08 con la aclaración de IU sobre la acusación relacionada con el dinero de las diputaciones de Huelva y Málaga
Con agostidad y alevosía. La enésima bronca en el seno de la confluencia Adelante Andalucía vuelve a copar titulares y a llevarse el foco de atención. En plena pandemia y su derivada crisis económica y social, las izquierdas siguen dando protagonismo a la trifulca, con sus batallas internas cainitas y se tiran los trastos a la cabeza. Esta vez, otra vez, el turno de Adelante Andalucía, formación inmersa en una dinámica interna que se dirige, cada vez más evidentemente, salvo giro de guion inesperado, hacia la ruptura. Mientras, la Junta de PP y Ciudadanos se sostiene con el apoyo de la ultraderecha de Vox.
De un lado, Podemos, bajo la dirección de Martina Velarde, e IU, de Toni Valero; del otro, Anticapitalistas, de Teresa Rodríguez, junto a las fuerzas andalucistas Primavera Andaluza, Pilar González, e Izquierda Andalucista, Pilar Tavora. El último episodio estallaba ayer, cuando IU denunciaba que Anticapitalistas se había apropiado de las claves de las redes sociales de Adelante Andalucía y expulsado a los técnicos de comunicación de IU, quienes también las gestionaban, de las mismas.
Desde Anticapitalistas, acusan a IU, al mismo tiempo, de apropiarse de 90.000 euros derivados de las diputaciones de Huelva y Málaga, algo que desde IU niegan, como se puede leer al final del artículo. Disputas internas que, sin embargo, se airean en público, síntoma de que la ruptura es una opción cada vez más cercana. La opción de solucionar los problemas domésticos en casa no se contempla. Un conflicto que, si no se soluciona antes, tiene visos de acabar en los tribunales para dirimir quién es el dueño de la marca Adelante Andalucía, la confluencia que consiguió 17 diputados, un 16% del voto, en las elecciones autonómicas de diciembre del 2018.
“Tras la apropiación indebida de la marca Adelante Andalucía, Anticapitalistas hace lo propio con los perfiles de la coalición en redes sociales, una herramienta fundamental para su proyección pública”, denuncia el comunicado de IU. “IU Andalucía expresa su respeto por quienes han decidido que su proyecto político es otro, con las puertas abiertas a un posible reencuentro. Del mismo modo, expresa su voluntad férrea de defender el proyecto colectivo de Adelante Andalucía”, añaden, concluyendo: “Adelante Andalucía no es Adelante Andalucía sin Izquierda Unida y Podemos”.
Por parte de Anticapitalistas, aseguran que a la reunión celebrada el lunes de la confluencia, “Podemos e IU ya traían acordada la ruptura”. “En los días anteriores, IU ha sacado sin avisar dinero de las cuentas de diputación de Huelva y Málaga pertenecientes a Adelante, así han empezado con la ruptura en las diputaciones”, denuncian. “La propuesta de consenso de anticapitalistas y andalucistas era acordar un calendario de debate para resolver sujeto propio andaluz en el Congreso, política de alianzas en la Junta, reglamento de funcionamiento y partido instrumental, es decir lo político y lo organizativo a la vez, pero no han querido”, prosiguen los anticapitalistas. “Se han negado a cualquier opción que no fuese el ultimátum de la retirada del partido instrumental sin condiciones”, dice la versión de los de Teresa Rodríguez, prosiguiendo: “La intención de IU y de Podemos con esto es evitar que Adelante Andalucía pueda volver a presentarse a las elecciones”.
El coordinador general de IU, Valero, cree que la actual “situación de bloqueo” se debe a que “no hay rectificación de Anticapitalistas por anomalías democráticas” y recuerda que “Anticapitalistas no es de las fuerzas fundadoras de Adelante Andalucía, como Podemos e IU, y que Anticapitalistas ha registrado la marca y no la quiere mancomunar”. Cuando Podemos e IU fundan Adelante Andalucía, de cara a los comicios de 2018, Rodríguez era la secretaria general de Podemos Andalucía. La apuesta del coordinador general de IU, hoy en día, es “darnos un tiempo”, hasta septiembre, para seguir con las negociaciones. “Seguimos con la mano tendida y voluntad de diálogo, que no se den por rotas las negociaciones, queremos seguir hablando y dialogando por la responsabilidad histórica que nos ocupa”, asegura.
Por otra parte, Rodríguez lanzaba un vídeo conjuntamente con González, dirigente de Primavera Andaluza, y Tavora, de Izquierda Andalucista. “Estamos tres de las cuatro fuerzas fundadoras”, comenzaba su intervención, obviando a Podemos y reclamando, también, una “vuelta a las negociaciones”. “La izquierda no puede permitirse el lujo de separarse y mirarse el ombligo”, reclamaba Tavora. “Ahora que se van a repartir fondos de la UE, reconstruir las bases socio-económica necesitamos un sujeto político sin ningún otro amo ni ama que la ciudadanía de esta tierra”, hacía lo propio González.
Y es que más allá de la polémica interna y organizativa, hay un debate político de fondo que tiene que ver con dos variables, principalmente. Por un lado, con la postura que ha de marcar Adelante sobre compartir gobiernos con el PSOE, tal y como hace Unidas Podemos a nivel estatal, o no entrar en ellos, una línea roja para Anticapitalistas. De hecho, el pasado mes de febrero, Iglesias y Rodríguez escenificaban su ruptura con un abrazo. La andaluza, y todo Anticapitalistas, dejaría Podemos más tarde criticando la coalición gubernamental entre Sánchez e Iglesias.
La otra variable que separa a los dos proyectos tiene que ver con la creación de un sujeto político propiamente andaluz, algo que Rodríguez siempre ha reclamado y que la dirección de Iglesias ha negado para Podemos Andalucía. Este debería, en opinión de Rodríguez, tener presencia propia en el Congreso de los Diputados, así como En Comú Podem o Galicia En Común dentro del grupo confederal de Unidas Podemos y, al mismo tiempo, tener una independencia organizativa de las direcciones estatales o federales de partidos como Podemos e IU, algo que también ocurre con los comunes catalanes liderados por Ada Colau. Son dos estrategias de calado que llevan a dibujar en el horizonte la posibilidad de dos estrategias y proyectos políticos distintos en vez de uno.
Este nuevo episodio estival andaluz se enmarca en un momento difícil en lo electoral para Unidas Podemos y confluencias. Los resultados de Galicia y Euskadi de los comicios del pasado mes de julio supusieron un jarro de agua fría para estas izquierdas que veían cómo un reguero de votantes apostaban por opciones soberanistas de izquierdas, BNG y EH Bildu, en vez de volver a depositarles la confianza. La autocrítica, poca, que salió entonces desde las direcciones estatales de Podemos e IU estuvo relacionada con la mala implantación territorial y culpaba a los numerosos conflictos internos en ambos territorios. La senda andaluza parece dirigirse a los mismos derroteros, la autocrítica postelectoral que no se materializa en cambios en la forma de encarar los conflictos en el seno de las organizaciones.
En otro sentido, el aumento en el apoyo electoral de fuerzas soberanistas como BNG y EH Bildu que no se referencian en Madrid hace que distintas fuerzas de izquierdas acentúen su perfil específico territorial, en un momento en el que la cuestión territorial sigue sin estar, ni mucho menos, solucionada. Este es el caso evidente de Compromís, en el País Valencià, y también del andalucismo. Por último, llama la atención cómo en un momento especialmente crítico en lo social y económico, por la pandemia de covid-19, la política sigue priorizando debates internos, la metapolítica, la política parnasiana, la izquierda parnasiana. Los políticos roban espacio a los problemas de la ciudadanía.
IU: "Es rotundamente falso que IU haya "vaciado" ninguna cuenta de Adelante"
Desde IU Andalucía han contactado con cuartopoder para negar las acusaciones que ayer vertían desde Anticapitalistas sobre ellos. Estos, sin embargo, se mantienen en la acusación: "El dinero de Adelante es de Adelante. Esto no lo decimos nosotros, lo dice la ley. El criterio que se ha seguido para su reparto era siempre conforme a representación institucional, en cualquier caso. Y la retirada de dinero ha sido unilateral", alegan desde las filas de Rodríguez.
"Es rotundamente falso que IU haya "vaciado" ninguna cuenta de Adelante en las provincias de Málaga y Huelva", aseguran desde IU. Y explican que "existe un protocolo financiero firmado entre las fuerzas coaligadas en Adelante Andalucía nivel provincial y autonómico", es decir Podemos e IU. "La única novedad es que la dirección de Podemos Andalucía ya no reside en Anticapitalistas tras haberse marchado voluntariamente de tal organización", por lo que Anticapitalistas no recibe el dinero de las diputaciones porque ya no forma parte de uno de los partidos que integran, Podemos, según explican desde IU.
"Este presupuesto está auditado por el Tribunal de Cuentas. Cualquier movimiento que no esté sujeto al acuerdo económico sería, por tanto, ilegal y automáticamente detectado por el citado Tribunal", añaden los de Valero. "Anticapitalistas realiza esta grave acusación para intentar justificar y desviar la atención sobre la usurpación de Adelante Andalucía, registrando el partido instrumental hace nueve meses y expulsando a IU Andalucía de la gestión compartida de las redes sociales el pasado 10 de agosto", valoran.
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Para no tener miedo hay que espantar a la ignorancia, para lo que no hay nada mejor que los libros; el abrir los ojos; el empezar a hablar con todo aquel que viva o haya vivido de su trabajo y con los que serán trabajadores para determinar de qué parte llega el viento y tratar a Cristo Bendito y a María Santísima de Tú



Prólogo del libro Mercado o democracia. Los tratados comerciales en el capitalismo del siglo XXI
Un antídoto contra el miedo

Rebelion 
| 11/01/2019 | 
Fuentes: La Tizza
Este texto se publica con la amable autorización de la Asociación Paz con Dignidad
«Un antídoto contra el miedo». Así define el conocimiento Sil­via Federici (2017). Y un antídoto contra el miedo es este libro [1]. Aunque, de primeras, al ir leyéndolo, al acabar de leerlo, pueda parecer lo contrario. Nos obliga a ver el asedio al que están some­tidas nuestras vidas por la rearticulación de la cosa escandalosa que habitamos y, más en concreto, por la nueva oleada de tratados co­merciales. Y saber esto, por supuesto, amedrenta. Pero no paraliza: nos carga de fuerzas motivos para construir un algo diferente. Este trabajo amplía el «marco de lo posible», precisamente porque cuestiona el marco al que nos constriñe el sistema hegemónico. La confianza cambia de bando: de una confianza ciega y suicida en la continuidad de lo ya conocido, a la firme creencia en que las cosas pueden ser distintas. Y es que «nos jugamos demasiado, nos jugamos la vida» (Gil, 2016).[2] Por todo ello, la lectura de este libro es fundamental en el momento que atravesamos. A continuación se apuntan algunos de sus aportes más relevantes; nos hemos centrado en aquellos que resultan especialmente reseñables desde una mirada marcada por el feminismo.
Una urgencia histórica, vista desde la vida
Si somos capaces de salirnos de nuestro minúsculo espacio tem­poral (corto en tanto que vidas concretas, pero mucho más breve aun por la imposición de un cortoplacismo capitalista extremo); si logramos pensarnos como parte de una historia que viene de más largo que unos pocos años y va más lejos de otro puñado de años, podemos entender que estamos protagonizando la fase descendente de lo que en este libro se llama una onda larga capitalista. Si ampliamos aún más la perspectiva temporal, podemos ver que estamos presenciando el fracaso de un proyecto civilizatorio que tiene, cuando menos, quinientos años de recorrido. Eso significa que, aunque el próximo amanecer no nos vaya a mostrar un paisaje repentinamente destruido, sí estamos habitando un final; y un principio de un algo distinto. Sobre todo, estamos habitando una transición. Y esta se da en una situación de colapso ecológico y, por tanto, de emergencia planetaria. Una emergencia que, como dice Jorge Riechmann (2018), intelectualmente defendemos, pero que no llegamos a creernos: «No nos creemos lo que sabemos»; en parte, porque nos falta arrojo; en parte, porque carecemos de «com­prensión de las dinámicas que nos están llevando a la catástrofe».
A suplir esta doble carencia nos ayudan estas páginas. Y lo hacen afrontando un complejo reto: ver la crisis del capital miran­do desde la vida; entender en qué consiste la crisis para el poder corporativo (porque su proyecto surge precisamente del intento de afrontarla), sin pensar que esta sea nuestra crisis. Es la tensión que ya venimos tiempo nombrando: la dificultad de poner la sostenibilidad de la vida en el centro al mirar a un mundo donde son los mercados capitalistas los que están en el centro y es la vida la que está asediada. Así, este trabajo nos da herramientas para entender este momento crítico que enfrentamos (la transición ecosocial) mirando desde la sostenibilidad de la vida. Es un momento crítico para el poder corporativo, pero, sobre todo, es un momento crítico para la vida común. Más aún lo será si el poder corporativo logra completar su proyecto anti-crisis.
El poder corporativo enfrenta un grave y doble problema: la incapacidad del capital para seguir en una espiral creciente de negocio y el fin de la energía abundante y barata (entre otros límites biofísicos). Desde aquí, la pregunta que nos interpela no es si se abrirá una nueva onda larga de acumulación y de si esto puede hacerse en el marco de la crisis ecológica global. La pregunta que nos atraviesa es qué significa esto en términos de sostenibilidad de la vida: si nuestras vidas están sujetas a los mercados capitalistas, en la medida en que estos se hundan, nos hunden. Pero, si se recuperan, lo hacen a costa de nuestras vidas y del planeta; nos hunden definitivamente. ¿Cómo aprovechar su momento de ruptura para emanciparnos, para construir so­beranías sobre la vida colectiva?
Y es que, mirando desde nuestro terreno, el de la vida, y no desde el suyo, el de los mercados, vemos que lo que está en crisis es la vida misma, que esta crisis es multidimensional (ecológica, de reproducción social, política y de sentido ético) y que se enmarca en el fracaso del proyecto civilizatorio de la modernidad capitalista.
No es una crisis procedimental, es una crisis de los principios y objetivos hegemónicos: «Es el conjunto el que falla» (Fernández, Piris Rami­ro, 2013). Vemos también que el problema medioambiental no es resoluble con promesas de eficiencia energética, desmaterialización de la economía cantos adormecedores similares. El problema es cómo afrontar y, sobre todo, cómo distribuir el obligado decreci­miento en el uso de energía materiales y en la generación de resi­duos al que nos obliga el colapso: ¿será un decrecimiento impuesto a quienes tienen la huella ecológica de una mosca, o a los territorios del mundo y los sujetos sociales que viven-¿vivimos?-como si tuvieran otra ristra de planetas en la recámara?
La labor urgente que nos atañe a las perspectivas críticas (emancipadoras, en los términos de este libro) es mirar con va­lentía e intentar encauzar la transición: evitar que la manejen las actuales relaciones de dominación completando su proyecto, nueva oleada de tratados mediante. Y en esta labor colectiva se embarca de lleno este libro.
Desde la economía política, articulándonos contra el capitalismo y más
¿Cuál es el sistema que está en transición y que busca rearticularse? El autor nos habla del capitalismo, estrechamente aliado con «otros dos longevos sistemas de dominación: el heteropatriarcado y la colonialidad». En otros lugares ha usado la denominación de «sistema de dominación múltiple» para referirse a este régimen que es capitalista, pero también heteropatriarcal, colonialista, racista, ecocida… (por eso en ocasiones ironizamos y abreviamos hablando de esa cosa escandalosa). Y argumenta que en él hay una única vida puesta en la cúspide: la vida del BBVAh, sujeto definido por la intersección de esos sistemas de privilegio/opresión: el blanco, burgués, varón, adulto, hetero (y urbano). ¿Cómo abordar en términos analíticos y, sobre todo, políticos la complejidad de este sistema?
Este libro reclama la importancia de leer en clave de economía política y, desde ahí, se abre al diálogo con otras miradas hetero­doxas, ecologista y feminista entre ellas. Utiliza ese enfoque para identificar la dinámica básica de funcionamiento del sistema (la dinámica mercantilización-dominación-expulsión) y los modos renovados en que esta operaría de llegar a completarse el proyecto de rearticulación, merced a la nueva oleada de tratados.
Gonzalo Fernández nos habla del hilo de continuidad entre la mercantilización (la conversión de todo rincón de la vida en potencial nicho de negocio), la dominación (las dinámicas de pri­vilegio/opresión sobre las que se sostiene el negocio) y la expulsión (la exclusión y la aniquilación como modus operandi complemen­tario a la dominación). A diferencia de una mirada economicista, plantea leer este hilo de forma no «lineal y consecutiva», sino en clave «de relación multidireccional». Para poder pensarla así, incorpora herramientas que exceden a la economía en sí y que se abren a las dimensiones que en el libro se denominan política y cultural (además de introducir una lectura de la economía no encorsetada a lo mercantil, sino que avanza en la incorporación de las dimensiones económicas no monetizadas).
En otros términos, podríamos decir que busca entender la co-construcción permanente de las estructuras materiales (econó­micas y políticas, aquellas que organizan los recursos con los que sostenemos la vida y que establecen las decisiones sobre la vida en común) y las estructuras simbólico-discursivas (las culturales, que definen la idea misma de la vida, y de la vida que merece ser sostenida).[3] Si bien es cierto que en estas páginas comienza a ararse del hilo desde lo económico-material, no lo es menos que no se aplica una mirada de causalidad directa y unidireccional (lo económico como determinante de todo el resto) y, sobre todo, que no se hace de manera que queden cerradas otras entradas posibles, sino abriendo espacio para un diálogo con ellas.
Esta apertura es crucial para comprender el funcionamiento complejo de esta cosa escandalosa. Una cuestión clave es entender cómo la apuesta II [4] de «la ampliación de la frontera mercantil a escala global» va a transformar los sentidos comunes y, viceversa, cómo los sentidos comunes que demarcan la frontera de la mer­cancía van a condicionar esta ampliación.[5] Dicho de otra forma, cómo no puede haber apuestas económicas sin cambios culturales o cómo lo cultural condiciona lo económicamente posible.
Pero, especialmente, esta apertura es crucial en términos de lucha política. El mayor riesgo de una lectura lineal-riesgo en el que este libro no cae-es equiparar mercantilización con capitalismo y conflicto de clases; y dominación y expulsión con otros sistemas de jerarquización (básicamente, heteropatriarcado y colonialismo/racismo). Y entender que, o bien de la mercantilización y el capitalismo surgen las formas de dominación distintas a la de clase, o bien que estas se explican solamente por el rol que juegan en el capitalismo. De aquí se ha derivado una tendencia histórica a priorizar lo que se entendían como luchas por la redistribución (la lucha de clases) frente a las luchas por el reconocimiento (luchas identitarias, como la de género o por racialización), viendo estas segundas como derivadas o secundarias; o, peor aún, menospre­ciándolas al considerar que dividen a la clase obrera. En sentido opuesto, otra tendencia histórica ha sido desvincular las luchas por la redistribución del cuestionamiento del reparto de los recursos y, en sentido más amplio, del capitalismo. Creer, por ejemplo, que la no discriminación de personas LGTBI es posible sin cambiar las estructuras económicas profundas, y terminar de alguna forma defendiendo algún tipo de capitalismo rosa.
¿Cómo superar este impasse? En esta publicación se apuesta por recuperar la importancia crítica de la lucha anticapitalista de la clase trabajadora, y en concreto de la lucha contra la nueva oleada de tratados como «buque insignia» del capitalismo del siglo XXI. Pero lo plantea desde una comprensión renovada del capita­lismo, que lo entiende en su interacción con el heteropatriarcado y el colonialismo y que sitúa como conflicto angular el conflicto capital-vida (que incluye y desborda el conflicto capital-trabajo). La propia clase trabajadora es un sujeto político que se construye «vinculando agendas y sujetos en defensa de la vida, a la vez que excluyendo y señalando sin miramientos a los antagonistas que la ponen en peligro».
Podemos pensar el capitalismo como un conjunto de instituciones socioeconómicas (y, cada vez más, tal como este libro muestra, políticas) que permiten acumular poder y recursos en torno al BBVAh, la única vida que globalmente se impone como plenamente humana. Esta vida se garantiza a costa del ataque a la vida del planeta y del ataque a la vida común, materializado en ataques a las vidas concretas de virulencia radicalmente desigual según cuánto nos alejemos de ese BBVAh, llegando al extremo de la expulsión. Lo que se acumula en esta cosa escandalosa no es solo capital o renta, es también poder y prestigio; es todo aquello que dota de sentido pleno a la vida de ese sujeto erigido sobre el resto.
La mercantilización permite la dominación de una única vida (la vida del BBVAh, quien detenta el poder corporativo) sobre la vida del planeta y la vida común (lo que en este libro se denomina la vida de la «clase trabajadora»). Hay injusticia en la distribución de recursos con los que sostener la vida, pero también hay injusticia en el reconocimiento de cuáles son las vidas que merecen ser soste­nidas.[6] Esta disputa es lo que captamos con la noción, compartida por estas páginas, del conflicto capital-vida.
Desde aquí, podemos plantear que el esfuerzo ha de ser convertir toda lucha por el reconocimiento en una lucha por la redistribución y toda lucha por la redistribución en una lucha por el reconocimiento: por lo que peleamos es por reconocer que todas las vidas importan, y que importan igualmente en su diversidad; por tanto, todas han de acceder a recursos para sostenerlas y ninguna es sacrificable por otra superior. Esta com­prensión compleja del capitalismo tiene la potencia de articular luchas diversas sobre la base de problemas comunes, sin negar que nos afectan de forma desigual en función de nuestra posición en ese sistema de dominación múltiple y de nuestra lejanía al poder corporativo.
La espiral mercantilización-dominación-expulsión y la triple dimensión económica, política y cultural son los elementos que este libro aporta para comprender el funcionamiento complejo del sistema a partir del eje vertebrador del capitalismo y, sobre todo, para construir una «agenda emancipadora» que siga una «lógica inclusiva». Otros ángulos de entrada son posibles y necesarios, pero el que el autor nos da es imprescindible.
Huyendo de falsos debates: hay un proyecto
Este trabajo nos ayuda a esclarecer que el propio sistema quebrado está recomponiéndose, tiene lo que Gonzalo Fernández denomina «el proyecto del capitalismo del siglo XXI». Cierto es que este «no es homogéneo», sino que tiene agendas «en disputa». De esta forma, encontramos la versión seductora del «capitalismo más universalista y globalizador» y la abiertamente violenta del «capitalismo más unilateralista y reaccionario». Pero igualmente cierto es que ambas persiguen un objetivo común de mercantilización capitalista global y tienen, por tanto, las mismas funestas implicaciones en términos de asedio directo a la vida.
Estas páginas nos dan herramientas para comprender esa confluencia y desmontar los falsos debates que la nublan, siendo especialmente relevante en el marco de la oleada de tratados la aparente contradicción entre multilateralismo y unilateralismo, mal entendida como una oposición entre librecambismo y proteccionismo. Por un lado, se sitúa la propuesta, en gran parte liderada por la UE, de multilateralismo en la negociación de tratados. Por otro lado y abanderada por los Estados Unidos de Trump, hallamos otra apuesta de corte más unilateral, de defensa de capitales nacionales a la cabeza de esa expansión global. Como estas páginas explican, el capitalismo universalista y el capitalismo de guerra económica son dos agendas pro-sistema tras las cuales hay intereses geopolíticos en disputa: Estados Unidos, China, Reino Unido, Unión Europea… pero, por encima (o, más bien, por debajo) de sus diferencias está el proyecto común, que es el que nos importa desde una perspectiva de sostenibilidad de la vida: el proyecto «multidimensional e integral» de rearticulación económica, política y cultural para «mantener el patrón hegemónico de poder».
Bien sea desde la defensa del capital ya transnacionalizado o de la mayor transnacionalización de los capitales nacionales, en todo caso se trata del poder corporativo que se impone sobre el ataque a la vida común y del planeta.
Esas dos agendas tienen también relatos diferentes. El capi­talismo universalista retiene aún grandes dosis de la estrategia seductora del neoliberalismo de colores, prometiéndonos un juego todos ganan con la expansión global del capital. El capita­lismo de guerra económica parte de la constatación de que esa promesa era inviable y que, más bien, lo que se ha hecho evidente es que en este sistema no cabemos todos. Es un planteamiento de otro tipo: queden entonces dentro los míos.[7] Y este proyecto de expulsión requiere dosis de violencia mucho más explícitas para imponerse.
Vemos así un doble juego entre la seducción y la violencia (o el consentimiento y la coacción, en términos gramscianos más afines a la perspectiva de economía política de este libro), que, en el fondo, son dos caminos complementarios. Esta complementariedad la vemos en la doble apuesta cultural de rearticulación del sistema. La apuesta V por «el fascismo social y el fomento de la guerra entre pobres» nos lleva al relato de los míos, un plantea­miento de salvación colectiva sobre la expulsión del otro y, sobre todo, de la otra. Se trata de una salvación colectiva que pasa por situarse en el orden correcto en base a una estricta jerarquía colonial-racial, de género y de clase. Queda dentro quien pertenece, y pertenece quien acepta la norma jerárquica. Aceptar la norma es asumir una identidad que distingue entre quienes pueden aspirar al éxito propio y quienes han de aspirar al éxito derivado (por su pertenencia a una comunidad que les desborda-la patria, la familia-o por su relación servil con alguien de éxito: el marido, el patrón). Frente a ello, como en un espejo, aparece la apuesta VI de «la emulación del horizonte de Silicon Valley», que ofrece ese horizonte de éxito estrictamente individualizado: en una tierra de oportunidades, si quieres, puedes. El lema de Donald Trump, America first, frente al «eslogan neoliberal del American dream. Dos discursos que por momentos pueden parecer contradictorios, pero que sirven a un mismo proyecto de híper-segmentación social y negación de derechos colectivos.
Además de los falsos debates a desmontar entre muitilateralismo y unilateralismo, librecambismo y proteccionismo, American dream y America first, podemos señalar otro que tiene el género como núcleo de la disputa. Es un debate que estas páginas no abordan directamente, pero al que sí dan cabida. Entre las ama­bilidades que nos ofrece la agenda universalista está su aparente entusiasmo feminista condensado en la promesa de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Frente a este discurso, encontramos la profunda animadversión del capitalismo de guerra económica ante lo que despectivamente denominan la ideología del género.
¿Significa eso que, ante un demonio con cuernos, hemos de quedarnos con el ángel igualitario?
En el juego seductor del proyecto universalista, es crucial de­fender que todas y todos hemos de tener las mismas posibilidades de ascenso y éxito (Silicon Valley). La igualdad de oportunidades, lejos de estar reñida con la desigualdad de resultados, la justifica: para un discurso meritocrático, si partimos del mismo punto no hay problema en que lleguemos a lugares distintos, son reflejo de nuestro esfuerzo diferente, lo que nos merecemos. Las críticas femi­nistas a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres son muchas: que dicha igualdad de facto no existe nunca, sino que es una ficción construida en base al espejo femenino del BBVAh. Que la igualdad relevante es la que abarca todo el proceso (principio, llegada y camino) y llega a todos-todas-todes. Y que eso es inviable en el marco de una cosa escandalosa inherentemente jerárquica.
Un ámbito en el que queda especialmente clara la inviabilidad de la igualdad (de todo tipo) en el marco de este sistema es la necesidad estructural de trabajos ocultos de cuidados, la cara B del trabajo asalariado: trabajos carentes de remuneración, derechos, regulaciones; trabajos que no constituyen ni ciudadanía económica y social ni identidad política; trabajos, por tanto, invisibilizados, cuya inexistencia política permite derivar en ellos la responsabilidad de sacar adelante la vida en un sistema que la ataca. Su invisibilidad garantiza que el conflicto capital-vida desaparezca: los trabajos que lo abordan en toda su crudeza no se ven. Garantiza por tanto cierta paz social. Así, como Gonzalo Fernández nos señala, la profundización en la explotación del trabajo asalariado que trae consigo la nueva oleada, va de la mano de la profundización del expolio de los trabajos de cuidados. Estos trabajos están privatizados (metidos en lo privado-doméstico) y feminizados (constituyen la identidad femenina y se dan en el marco de una división sexual del trabajo que es también una división racializada, internacional y por clase social). El discurso de la igualdad de oportunidades esconde esta desigualdad estructural. El ángel igualitario necesita cuidados ocultos.
Necesitamos desvelar cuestiones que el discurso de la igualdad de oportunidades esconde y que son pilares del sistema.[8] Además del papel angular de los cuidados en el sistema (y de los mecanis­mos que garantizan ese ejército de cuidadoras inmoladas, entre los que están el amor romántico, la maternidad como destino vital y el control del cuerpo de las mujeres), otro aspecto especialmente relevante, aunque aquí no lo profundicemos, es la violencia heteropatriarcal como núcleo duro de la violencia múltiple del sistema (Segato, 2016).
La demonización de la ideología del género (y por tanto la defensa de la domesticidad de las mujeres, de nuestra innata capacidad cuidadora y amorosa) es más bien un espejo que nos muestra con toda su crudeza lo que pretende ocultarse. Las dos agendas tienen un proyecto común de rearticulación del heteropatriarcado. En uno, el éxito de unas pocas (a costa de otras) se nos vende como el éxito de todas; en el otro, se nos insiste en que hemos de mantener el orden: mujeres en su sitio y hombres en el suyo, con pleno cumplimiento de una jerarquía racial y de clase. Para construir esa «agenda emancipadora» y esa «clase trabajadora» inclusiva que la pelee, hemos de dejar claro que nuestra apuesta no es ni la igualdad de oportunidades para insertarse en un sistema desigual ni la defensa expresa de la jerarquía de género. Necesitamos desvelar la dimensión heteropatriarcal del proyecto de recomposición del capitalismo, sacando a la luz elementos clave de lo que podríamos llamar su agenda oculta.
Una lectura (no) técnica de los tratados para la lucha política
Argumentábamos antes que esta cosa escandalosa se impone con un doble juego de seducción y violencia y que, a día de hoy, el componente seductor pierde peso frente a la imposición violenta de un modelo basado en la exclusión, la jerarquía y el despojo explícitos. Pero siempre es preciso un tercer elemento: la articulación de un entramado institucional que dé soporte a las relaciones socioeconómicas y políticas seductora o violentamente impuestas. Y aquí entra esta nueva oleada, que el autor nos propone leer como esa constitución económica global, que metapolitiza definitivamente la mercantilización del espectro completo de la vida.
Al denunciar esa metapolitización estamos denunciando que la mercantilización global se sitúa por encima del debate político, como algo colectivamente (y por tanto políticamente) indiscutible. En otro lugar, Gonzalo Fernández argumenta que la democracia de baja intensidad es constitutiva del sistema de dominación múltiple (Fernández, Piris y Ramiro, 2013). Y que también lo son algunos principios que están tras esos derechos hoy desregulados (la libertad, la igualdad, etc.), pero en calidad de valores débiles frente a los valores fuertes del mercado, aquellos que los tratados de nueva generación erigen en «los diez mandamientos corporativos». Esa metapolitización que trae consigo la nueva oleada no sería entonces sino un paso más en el debilitamiento de lo que podríamos denominar la cara amable de la Ilustración. Pero son el paso definitivo.
Que estamos frente a una auténtica oleada queda claro al leer estas páginas. Así como quedan claros los elementos de continuidad con el proyecto globalizador previo y los elementos de ruptura. El hablar de nueva no debe llevamos a confusión. Esta oleada no es nueva en términos de su objetivo. Pero sí lo es en términos de su estrategia, que es más gradual y menos multilateral; y de la agresividad con que se impone. Esta viru­lencia se percibe en su contenido: más agresivo, por ejemplo, al vincular directamente comercio e inversión; y al revertir el criterio de inclusión (se incluye por defecto todo aquello que no está expresamente excluido). Se ve también en la forma de negociación: más opaca y más bilateral, con lo que la desigualdad relativa entre países a la hora de negociar cobra mayor relevancia que en la anterior oleada (donde países menos poderosos podían intentar reforzarse conjuntamente).
Leer esta oleada en continuidad con la previa nos permite entender que la economía global que enfrentamos hoy es la que se configuró merced a la anterior oleada. Así, por ejemplo, la destruc­ción de las economías campesinas, asediadas por el agronegocio, no se inicia ahora, sino que se apuntala. La desregulación de los mercados laborales y la precarización del empleo no surgen,[9] sino que se profundizan a escala global. Pero leer las oleadas en conti­nuidad nos posibilita algo si cabe más relevante: aprender de cómo se articuló la resistencia a la primera para enfrentar la actual. Y, en ese sentido, este libro está escrito en claro aprendizaje histórico, como muestran varios de sus puntos de partida.
Por un lado, Gonzalo Fernández nos alerta de que los tratados no han de leerse en clave de países enfrentados, sino de pueblos frente a poder corporativo. Esto, que siempre fue así, es hoy si cabe más obvio, dado que la renovada oleada se da en el marco de un proceso de periferización del Centro. La pregunta no es qué país va a salir más beneficiado o perjudicado por la firma de un tratado en el marco de una geopolítica neocolonialista, sino de entender quién domina el proceso de acumulación en cada país y a escala global. Con ello buscamos comprender el significado de los tratados en términos de sostenibilidad de la vida común (cuánto de la vida en común va a morir para garantizar la vida de quienes detentan el poder corporativo).
Abordar de esta forma la oleada nos abre nuevas posibilidades de alianzas políticas, pero no nos ahorra complejidades. En la lucha contra la anterior oleada, un aspecto que sorprendió a quienes se resistían desde el Sur Global (y que reforzó su lucha) fue ver la pobreza en el Norte Global, la falsedad por tanto de ese sueño del éxito. ¿Cómo compaginar esta constatación a la par que no olvidamos que los modos de vida instalados en el centro, aunque no son accesibles para todas quienes habitamos ese lugar, sí se basan en la desigualdad global? ¿Cómo abordar esta nueva oleada entendiendo que es una amenaza común, sin escamotear el problema de que la afrontamos desde posiciones radicalmente distintas en este complejo entramado global de sistemas de opre­sión/privilegio? ¿Cómo, en los términos de este libro, construir esa clase trabajadora a escala global?
Por otro lado, en estas páginas se nos invita a comprender los impactos de la nueva oleada, pero no desde la clave de que estos po­drían ser positivos o negativos; ni desde la perspectiva de que pueden introducirse cambios o cláusulas que aseguren que no nos dañan, sino que garanticen sus efectos beneficiosos. Los tratados son una herramienta de un sistema que, primero, es inherentemente insostenible e injusto, por lo que solo cabe una enmienda a la totalidad de los mismos. Por eso la «radicalidad» de la agenda emancipadora. Segundo, en tanto que herramienta, no son el problema en sí mismo: si se logra que un tratado no se firme, esta cosa escandalosa buscará otros modos. De hecho, la estrategia innovadora actual es una búsqueda de un nuevo modo cuando el anterior, basado en instituciones multilaterales como la OMC o el AMI, ha fallado. Esto significa que la lucha política no puede ceñirse a ir contra la nueva oleada, sino que la resistencia (¡fundamental!) a firmar un solo tratado más ha de ser parte de una lucha política mucho más amplia que actúe en una multiplicidad de frentes y niveles.
Por último, este libro logra un complejo equilibrio entre lo técnico y el accionar político. Como en otro lugar hemos alertado (Pérez Orozco, 2018), el trabajo experto de comprensión de los tratados es fundamental, pero hay riesgos en sobredimensionarlo. Lo relevante de conocer los tratados y sus posibles impactos no es saberse los tecnicismos, sino poder alimentar la lucha política. Gonzalo Fernández huye de esos tecnicismos. Su trabajo nos per­mite conocer detalles, vincular aspectos aparentemente inconexos y descifrar complicados enunciados para saber qué está en juego y cómo se está jugando la partida. Lo que tienes entre manos no es un texto rebuscado y cuasi incomprensible al que mirar, en el mejor de los casos, de forma tan reverencial como lejana (¡qué listo hay que ser para entender y contar cosas tan complejas!). Por el contrario, es un libro franco, que explica con relativa sencillez un proceso muy complejo, abriéndonos así el «marco de lo posible» al comprender cómo nos atraviesa la vida esa cosa distante llamada TTIP, CETA, TISA o TPP.
Es un libro en el que, volviendo al inicio de estas páginas, el conocimiento funciona como antídoto contra el miedo. ¡Que os aproveche la lectura!
Notas:
[1] Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate. Mercado o democracia. Los tratados comerciales en el capitalismo del siglo XXI. Icaria editorial, s. a., Barcelona, 2018.
[2] Silvia L. Gil se refiere aquí a las movilizaciones contra la violencia machista, pero consideramos que esta idea es igualmente aplicable en el caso que nos concierne, entre otras cosas, porque el proyecto de rearticulación del sistema sobre el que este libro nos habla es un proyecto heteropatriarcal que tiene en la violencia un pilar central.
[3] Lo que Butler (2009) denomina «marcos de intelegibilidad» de la vida.
[4] Para conocer estas apuestas, véase la página 53 de este libro [N. de la Ed.]
[5] Por poner un ejemplo, esta interacción mercantilización-dominación, material-discursivo la hemos visto claramente en el proceso de mercantilización de la vida íntima (Hochschild, 2003). Con este término nos referimos a la apertura de nuevos nichos de negocio en el ámbito del trabajo doméstico y de cuidados. El sector de los cuidados ha estado históricamente caracterizado por lo que se ha denominado la «enfermedad del coste», esto es, la imposibilidad, más allá de un umbral, de generar incrementos constantes de productividad a costa de sustituir trabajo por capital. Esta imposibilidad se ha compensado vía explotación de la ética del sacrificio de las trabajadoras, que se les impone en tanto que mujeres y en tanto que sirvientas. En otros términos, la generación de nuevas éticas reac­cionarias del cuidado neoserviles ha sido fundamental para permitir el proceso de mercantilización de la vida íntima.
[6] Gonzalo Fernández se suma al planteamiento de Fraser (2015) de que podemos distinguir las dimensiones de distribución (reparto de los recursos), reconocimiento (ejercicio de identidades diversas) y representación (política). Este triple marco de distribución, reconocimiento y representación está en total concordancia con la triple dimensión económica, política y cultural que utiliza este libro. De aquí se deriva una comprensión de la lucha por la subversión del sistema que ha de combinar todas ellas.
[7] De nuevo, el masculino es ex profeso, para señalar el carácter heteropatriarcal de estos relatos.
[8] Antes bien, es un discurso que ha servido para legitimar políticas cuyo impacto en términos de igualdad han sido nefastos, pero que han podido ser muy lucrativos para un grupo selecto de mujeres (por ejemplo, al introducir ciertos derechos de conciliación de la vida laboral y familiar en el marco de procesos de desregulación y precarización del mercado laboral).
[9] Una desregulación que, como se argumentó en la anterior oleada, fue de la mano de la «feminización de la mano de obra» (Standing, 1999).


Que no me vengas mareando la perdiz que no estoy para tontadas. No me digas quien eres. Tú dime que haces que ya te diré yo quien eres, pájaro.


PCPE: El actual gobierno de coalición socialdemócrata sigue la misma política migratoria que el anterior gobierno del PP
DIARIO OCTUBRE / 11.08.2020

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El actual gobierno de coalición socialdemócrata formado por PSOE y Unidas Podemos no ha introducido ninguna modificación en relación a la forma en que el Estado Español trata la cuestión de la inmigración, en la práctica sigue con la misma actuación política que los gobiernos anteriores. Algunos hechos ocurridos en estas últimas semanas así lo ponen de manifiesto:
1.     Dos menores, de trece años de edad, fallecieron ahogados en el puerto de Valencia. Llegaron como polizones en un barco y saltaron al mar para tratar de llegar a tierra eludiendo los controles policiales.
2.     Un jornalero falleció en Murcia, abandonado por su patrón, o por su capataz, en la puerta del Centro de Salud. Ese día trabajaba con una temperatura abrasadora de cuarenta y cuatro grados, sin agua y en una jornada de once horas, recogiendo sandías.
3.     Igualmente que este fallecido, decenas de miles de jornaleras y jornaleros trabajan en estas semanas de verano en la recogida de frutas en el campo. Los salarios, en muchas ocasiones, apenas rondan los veinte euros en jornadas que a veces se alargan hasta las diez y las doce horas de trabajo. Contratación irregular, viviendo en chabolas, y un trato brutal por parte de patronos y capataces, son prácticas generalizadas con este colectivo de migrantes.
4.     Se estima en cincuenta los inmigrantes fallecidos en dos naufragios de embarcaciones que tenían como destino las Islas Canarias. Una de ellas salía desde las costas saharauis ocupadas por Marruecos, y la otra desde las costas mauritanas.
5.     El Gobierno español realiza devoluciones de inmigrantes, que carecen del más mínimo apoyo legal, y que constituyen vulneraciones graves de los Derechos Humanos, en vuelos desde Canarias a Mauritania. Deja allí a esos inmigrantes abandonados a su suerte, sin ningún tipo de protección.
6.     En fechas recientes los tribunales españoles ratificaron la absolución de dieciséis Guardias Civiles responsables de la muerte de quince inmigrantes en la playa del el Tarahal.
7.     Como parte de esta actuación política del Gobierno, y como consecuencia de la misma, recientemente en Tunte (Gran Canaria) se han producido protestas por la presencia de inmigrantes en un centro de acogida. En Canarias nunca antes se dieron semejantes protestas.
Estos hechos ponen de manifiesto una actuación del Gobierno de coalición socialdemócrata que se caracteriza por:
1.     El Gobierno presidido por Pedro Sánchez sigue la misma política del gobierno anterior con respecto al continente africano, marcada por la agenda del imperialismo. Aumenta la presencia militar en la guerra secreta que se desarrolla en Mali, así como en otros países del continente.
2.     Ese Gobierno no ha modificado en nada la posición de gobiernos anteriores con respecto a los derechos del pueblo saharaui, y al reconocimiento de la RASD. Así como tampoco realiza ninguna denuncia con respecto a la violencia marroquí en las zonas ocupadas.
3.     Los distintos cuerpos de policía actúan con la misma impunidad de siempre en sus intervenciones racistas con los inmigrantes, con violencia generalizada y violación de sus derechos.
4.     El Gobierno socialdemócrata no es capaz de ver cómo a decenas de miles de inmigrantes se les explota de la forma más miserable, con contrataciones ilegales, vulneración de derechos, brutales condiciones de trabajo y salarios de miseria. Solamente cuando se produce una muerte especialmente escandalosa el Gobierno se limita a enviar a la Inspección de Trabajo, que de ordinario tiene una complicidad generalizada con todas estas situaciones. La situación sigue igual y no hay ninguna intención por parte del Gobierno de cambiarla.
5.     El Gobierno socialdemócrata tampoco ha modificado, ni tiene la intención de hacerlo, la actual Ley de Extranjería que da la cobertura legal para todo tipo de vulneraciones de los derechos de las personas inmigrantes. No se le espera acometer el cierre de los CIEs, auténticos campos de concentración donde se violan todos los derechos.
6.     La colaboración del Gobierno español con Marruecos es parte fundamental de las responsabilidades con esta situación, pues ambos gobiernos hacen de los derechos de los inmigrantes moneda de cambio de sus intereses geopolíticos.
7.     Este gobierno, como el anterior y el resto, instrumentaliza la política de inmigración en la concepción de los intereses del estado monárquico-burgués, y de una brutal explotación para incrementar las ganancias de los capitalistas, incluso vulnerando derechos de este colectivo que han sido reconocidos por instituciones mundiales de Derechos Humanos.
El Secretariado Político del Comité Central del PCPE, al tiempo que denuncia estas actuaciones del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, EXIGE:
1.     El cese inmediato de todas las políticas de intervención en el continente africano del actual Gobierno, la retirada de las tropas españolas, así como el fin del apoyo a los gobiernos más reaccionarios de la zona. Cambiando a una política internacional marcada por el respeto a la soberanía de las naciones y la no intervención militar.
2.     El reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática como la legítima representante del pueblo saharaui. A partir de ello, establecer acuerdos para las políticas migratorias desde ese territorio, y la cuestión del trazado de la mediana con las Islas Canarias y las aguas territoriales, hoy invadidas por Marruecos.
3.     La intervención sistemática y rigurosa en el control de las condiciones de trabajo de los colectivos de inmigrantes, tanto en el campo como en otros sectores económicos, para garantizar el respeto y el cumplimiento de sus derechos laborales.
4.     La depuración de los cuerpos policiales, que tienen hoy una fuerte influencia del fascismo y el racismo en su interior, para acabar con las frecuentes actuaciones de violencia y abuso contra los inmigrantes.
5.     La derogación inmediata de la Ley de Extranjería.
6.     El inmediato cierre de los CIEs
El Secretariado Político del Comité Central del PCPE llama a la clase obrera a mantener la más comprometida posición de solidaridad de clase con los inmigrantes en nuestro país, combatiendo toda posición racista y xenófoba que se impulsa desde las estructuras de poder del capitalismo español, y desde sus medios de propaganda.
El Secretariado Político del Comité Central del PCPE manifiesta su más firme voluntad de luchar por estos objetivos políticos, contra este Gobierno y contra cualquier otro que mantenga las mismas líneas de actuación.
NATIVA O EXTRANJERA, LA MISMA CLASE OBRERA
FUERA EL IMPERIALISMO DEL CONTINENTE AFRICANO
VIVA LA SOLIDARIDAD INTERNACIONALISTA PROLETARIA
Secretariado Político del CC del PCPE
Agosto de 2020
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