Burkina Faso, Mali
y Níger han creado la Alianza de Estados del Sahel (AES). Una alianza defensiva
ante las presiones de la Comunidad Económica de los Países del África
Occidental (CEDAO), que exige el retorrno del depuesto presidente de Níger.
¿Es este el fin del neocolonialismo francés en África?
Vijay Prashad
El Viejo Topo
2 octubre, 2023
Vijay Prashad y Zoe Alexandra
En X, la
plataforma de medios sociales antes conocida como Twitter, el coronel Assimi
Goïta, jefe del Gobierno de transición de Malí, escribió que la Carta Liptako-Gourma
por la que se creaba la AES establecería “una arquitectura de defensa colectiva
y asistencia mutua en beneficio de nuestras poblaciones”. El ansia de este tipo
de cooperación regional se remonta al periodo en que Francia puso fin a su
dominio colonial. Entre 1958 y 1963, Ghana y Guinea formaron parte de la Unión
de Estados Africanos, que iba a ser el germen de una unidad panafricana más
amplia. Malí también fue miembro entre 1961 y 1963.
Además, estos
tres países (y otros de la región del Sahel, como Níger) han luchado
recientemente contra problemas comunes, como el avance de las fuerzas islámicas
radicales (desatado por la guerra de 2011 de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte –OTAN– contra Libia). La ira contra los franceses ha sido tan
intensa que ha provocado al menos siete golpes de Estado en África (dos en
Burkina Faso, dos en Malí, uno en Guinea, uno en Níger y uno en Gabón) y
desatado manifestaciones masivas desde Argelia hasta el Congo y, más
recientemente, en Benín. El grado de frustración con Francia
es tal que sus tropas han sido expulsadas del Sahel, Mali ha retirado el
estatus de lengua oficial al francés y el embajador de Francia en Níger
(Sylvain Itté) ha sido tomado como “rehén” – como dijo el presidente francés
Emmanuel Macron – por personas profundamente molestas por el comportamiento
francés en la región.
Philippe Toyo
Noudjenoume, presidente de la Organización de los Pueblos de África Occidental,
explicó la base de este sentimiento antifrancés que avanza en la región. El
colonialismo francés, dijo, “sigue vigente desde 1960”. Francia retiene los
ingresos de sus antiguas colonias en la Banque de France de París. La política
francesa –conocida como Françafrique– incluía la presencia de bases
militares francesas desde Yibuti a Senegal, desde Costa de Marfil a Gabón. “De
todas las antiguas potencias coloniales de África”, nos dijo Noudjenoume, “es
Francia la que ha intervenido militarmente al menos sesenta veces para derrocar
Gobiernos, como [el de] Modibo Keïta en Malí (1968), o asesinar a líderes
patriotas, como Félix-Roland Moumié (1960) y Ernest Ouandié (1971) en Camerún,
Sylvanus Olympio en Togo en 1963, Thomas Sankara en Burkina Faso en 1987 y
otros”. Entre 1997 y 2002, durante la presidencia de Jacque Chirac,
Francia intervino militarmente 33 veces en el
continente africano (en comparación, entre 1962 y 1995, Francia intervino
militarmente 19 veces en Estados africanos). Francia nunca suspendió realmente
su dominio colonial ni sus ambiciones coloniales.
Romper el lomo del camello
Dos
acontecimientos en la última década “rompieron el lomo del camello”, dijo
Noudjenoume: la guerra de la OTAN en Libia, dirigida por Francia, en marzo de
2011, y la intervención francesa para destituir a Koudou Gbagbo Laurent de la
presidencia de Costa de Marfil en abril de 2011. “Durante años”, dijo, “estos
acontecimientos han forzado un fuerte sentimiento antifrancés, sobre todo entre
los jóvenes. No es sólo en el Sahel donde se ha desarrollado este sentimiento,
sino en toda el África francófona. Es cierto que es en el Sahel donde actualmente
se expresa más abiertamente. Pero en toda el África francófona, este
sentimiento es fuerte”.
Las protestas
masivas contra la presencia francesa son ahora evidentes en todas las antiguas
colonias francesas de África. Estas protestas civiles no han podido dar lugar a
transiciones civiles de poder directas, en gran parte porque el aparato
político de estos países había sido erosionado por cleptocracias de larga data
respaldadas por Francia (ilustradas por la familia Bongo, que gobernó Gabón
desde 1967 hasta 2023, y que saqueó la riqueza petrolera de Gabón para su
propio beneficio personal; cuando Omar Bongo murió en 2009, la política
francesa Eva Joly dijo que gobernaba en nombre de
Francia y no de sus propios ciudadanos). A pesar de la represión apoyada por
Francia en estos países, los sindicatos, las organizaciones campesinas y los
partidos de izquierda no han sido capaces de impulsar el auge del patriotismo
antifrancés, aunque sí de imponerse.
Francia
intervino militarmente en Malí en 2013 para tratar de controlar las fuerzas que
había desatado con la guerra de la OTAN en Libia dos años antes. Estas fuerzas
islamistas radicales capturaron la mitad del territorio maliense y luego, en
2015, procedieron a asaltar Burkina Faso. Francia intervino, pero luego envió a
los soldados de los ejércitos de estos países del Sahel a morir contra las
fuerzas islamistas radicales que había respaldado en Libia. Esto creó una gran
animadversión entre los soldados, nos dijo Noudjenoume, y por eso sectores
patrióticos de los soldados se rebelaron contra los Gobiernos y los derrocaron.
Contra la intervención
Tras el Golpe
en Níger, Occidente esperaba enviar una fuerza de apoyo – dirigida por la
Comisión Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) –, pero los
líderes militares africanos se negaron. En toda la región se crearon comités de
solidaridad para defender al pueblo de Níger de cualquier ataque, y la amenaza
provocó “revuelta e indignación entre las poblaciones”, explicó Noudjenoume. El
presidente nigeriano, Bola Ahmed Tinubu, se vio incluso obligado a dar marcha
atrás en la cruzada de la CEDEAO cuando el Congreso de su país rechazó la
medida y se produjeron protestas masivas contra la intervención militar en el
país vecino. Al expirar los ultimátums de la CEDEAO para restaurar al depuesto
dirigente nigeriano Mohamed Bazoum, quedó claro que su amenaza era vana.
Mientras tanto,
no sólo parecía que el pueblo de Níger se resistiría a cualquier intervención
militar, sino que Burkina Faso y Mali prometieron inmediatamente defender a
Níger contra cualquier intervención de este tipo. La nueva AES es producto de
esta solidaridad mutua.
Pero el AES no
es un mero pacto militar o de seguridad. En la ceremonia de la firma, el
ministro de Defensa de Malí, Abdoulaye Diop, declaró a los periodistas: “Esta
alianza será una combinación de esfuerzos militares y económicos [entre]… los
tres países”. Se basará en el acuerdo de febrero de 2023 entre
Burkina Faso, Guinea y Mali para colaborar en un intercambio de combustible y
electricidad, construir redes de transporte, colaborar en la venta de recursos
minerales, construir un proyecto de desarrollo agrícola regional y aumentar el
comercio dentro del Sahel. Queda por ver si estos países serían capaces de
desarrollar un programa económico en beneficio de sus pueblos y, por tanto, de
garantizar que Francia no disponga de medios para ejercer su autoridad sobre la
región.
Fuente: Globetrotter
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