miércoles, 30 de octubre de 2019

INDEPENDENTISMO CATALÁN ¿CON MÁS FONDO POLÍTICO DEL QUE SE DICE?


La patronal catalana propone un ‘capitalismo inclusivo’ frente al auge las movilizaciones populares.

DIARIO OCTUBRE/  29.10. 2019


En cuanto el pueblo de Chile saltó a la calle y en cuanto el terror policial no pudo contener la marea de protestas, al gobierno de Piñera le faltó tiempo para anular la subida del billete del metro de Santiago, subir los salarios y las pensiones.

Varias empresas chilenas ni siquiera quisieron esperar para hacer lo propio porque “más vale prevenir que lamentar”.

Lo mismo ha ocurrido en Catalunya, donde la patronal Foment del Treball ha desempolvado del viejo baúl de los setenta eso que ahora llaman “capitalismo inclusivo”, a saber, los pactos sociales, la renta básica, las subidas del salario mínimo… Eso que se disfraza con un “mejor reparto de la renta”, más “equitativo” y bla bla bla bla bla bla… Sólo les ha faltado proponer una nueva “reconciliación nacional”, como en 1977.

¡Quién lo iba a decir! La patronal sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando oye los truenos, o sea, cuando las barricadas bloquean las calles y se vuelve difícil lograr que los descontentos vuelvan a sus casas.

Así están las cosas: mientras Pedro Sánchez no le coge el teléfono a Torra, la patronal habla de “pacto social” porque ha decubierto una de las claves de la situación en Catalunya: da lo mismo lo que digan o hagan los partidos, dan lo mismo las elecciones y los escaños, las instituciones no pintan nada (salvo las que empuñan la porra)… El juego ha salido a la calle y hay que impedir que eso se reproduzca.

¿Que podemos decir de los exquisitos que andan por ahí diciendo que lo de Catalunya es una lucha nacionalista y consiguientemente sinónimo de burguesa? Si fuera propio de la burguesía salir a la calle a recibir palos de la policía no sería necesario ningún pacto social.

Catalunya tiene las mismas carcterísticas que otros países capitalistas al borde de un estallido social, como los que han proliferado en este mes de octubre en todo el mundo. No sólo acecha una galopante crisis económica sino, además, una crisis política que la propia represión ha convertido en irreversible.

No hay más que leer las pancartas que encabezan las manifestaciones en Catalunya para que hasta el más inepto acabe de entender que lo que comenzó en 2017 con un inofensivo referéndum se ha convertido una batalla antifascista en toda regla. Muchos creyeron enfrentarse al centralismo y han descubierto el fascismo, la cárcel y los palos en las costillas.

Ha sido el propio Estado el que les ha quitado la venda de los ojos y, en efecto, si la patronal no maniobra rápido, el descontento se les puede ir de las manos. En Ecuador han maniobrado, en Chile han retrocedido… Pero aquí, ¿qué piensan hacer?, ¿dejarlo todo como está para las próximas elecciones?

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martes, 29 de octubre de 2019

HAY VIDA DESPUÉS DEL CAPITALISMO




¿Solo nos queda el capitalismo?

Rebelión
Blog personal.
28.10.2019



Branko Milanovic es el principal experto mundial en desigualdad global, es decir, de las diferencias en ingresos y riqueza entre países y entre individuos en diferentes países. Fue economista jefe del Banco Mundial. Después de abandonar el banco, Milanovic escribió un estudio definitivo sobre la desigualdad global que actualizó en un artículo posterior en 2013 y finalmente salió como un libro en 2015, Global Inequality . En sus documentos anteriores y en ese libro, Milanovic presentó su ahora famoso «gráfico del elefante» (con forma de elefante) de los cambios en los ingresos de los hogares desde 1988, de los más pobres a los más ricos del mundo. Milanovic muestra que la mitad media de la distribución global de ingresos ha ganado un 60-70% en ingresos reales desde 1988, mientras que los más cercanos al grupo superior no han ganado nada.  

Milanovic descubrió que aquellos que han obtenido más ingresos en los últimos 20 años son los que se encuentran en el ‘medio global’. Estas personas no son capitalistas. Se trata principalmente de personas en India y China, anteriormente campesinos o trabajadores rurales que han emigrado a las ciudades para trabajar en los talleres de ensamblaje y en las fábricas de la globalización: sus ingresos reales han aumentado desde una base muy baja, incluso si sus condiciones y derechos no lo han hecho.  

Los mayores perdedores son los más pobres (principalmente agricultores rurales africanos) que no han ganado nada en 20 años. Los otros perdedores parecen ser algunos de los “más acomodados» a nivel mundial. Pero todo ello en un contexto global, recuerda. Estos “más acomodados» son, de hecho, principalmente personas de clase trabajadora en los antiguos países «comunistas» de Europa del Este, cuyos niveles de vida se redujeron con la restauración del capitalismo en la década de 1990 y la amplia clase trabajadora de las economías capitalistas avanzadas, cuyos salarios reales han estado esencialmente estancados en los últimos 20 años.  

Sin embargo, el centro de estudios del Reino Unido, Resolution Foundation, ha sometido a la prueba del algodón el gráfico del elefante de Milanovic. El crecimiento más rápido de la población en países altamente poblados como China e India distorsiona su conclusión de que las personas de ingresos medios en el mundo fueron las que experimentaron tales avances. Si se tiene en cuenta el enorme aumento de la población en China e India entonces la desigualdad entre la persona promedio en las economías imperialistas de Occidente (¿Norte?) ha aumentado, no disminuido, en comparación con las economías pobres de la periferia global (¿Sur?). El elefante desaparece.  


En su libro de 2015, Milanovic concluye que ya no hay ninguna base social o económica para la lucha de clases de una revolución socialista. Por lo tanto, debemos buscar formas de hacer que el capitalismo sea mejor y más justo. «La desigualdad global puede reducirse con tasas de crecimiento más altas en los países pobres y mediante la migración». Ahora, en su nuevo libro, Capitalism Alone, Milanovic regresa este tema y su «solución». Nuevamente parte de la premisa de que el capitalismo es ahora un sistema global con tentáculos en todos los rincones del mundo, que expulsa a cualquier otro modo de producción como la esclavitud o el feudalismo o el despotismo asiático hasta arrinconarlos en los márgenes. Asimismo, el capitalismo no es solo un modo de producción, es el único futuro para la humanidad.  

Entonces dice: «El capitalismo tiene muchos fallos, pero también muchas ventajas, y no va a desaparecer. Nuestra tarea es mejorarlo”. Milanovic argumenta que el capitalismo ha triunfado porque funciona. Ofrece prosperidad y satisface los deseos humanos de autonomía. Pero tiene un precio moral que nos empuja a tratar el éxito material como el objetivo final. Y no ofrece ninguna garantía de estabilidad. En Occidente, el «capitalismo liberal» cruje bajo las tensiones de la desigualdad y el exceso capitalista. Ese modelo ahora lucha por los corazones y las mentes de lo que Milanovic llama el «capitalismo político», como lo ejemplifica China, que muchos afirman que es más eficiente, pero que es más vulnerable a la corrupción y, cuando el crecimiento es lento, a los disturbios sociales.  

Milanovic condena la desigualdad “ Creo que es malo para el crecimiento. Es malo para la estabilidad social, y es malo para la igualdad de oportunidades”. Y el capitalismo es malo porque aumenta inherentemente la desigualdad. “ El sistema, en la forma en que funciona hoy, está generando, y realmente aumentando, la desigualdad. (Y pondré dos ejemplos). Y esa creciente desigualdad conduce al control del proceso político por parte de los ricos. Y, el control del proceso político por parte de los ricos es realmente imprescindible para que los ricos transfieran o transmitan, más bien, todas estas ventajas. Ya sea a través del dinero (ventajas financieras) o, mediante la educación, a sus hijos. Lo que luego refuerza el dominio de lo que se llama la clase alta”. Sí, eso suena a capitalismo.  

Por lo tanto, Milanovic favorece el aumento del gasto en bienes y servicios públicos (incluida la educación) y la seguridad social, impuestos sobre la propiedad y la riqueza para los ricos, poniendo fin a las dinastías heredadas, de modo que solo sea posible enriquecerse por méritos y trabajando duro, ¡como si ello bastara! Por lo tanto, su respuesta para un mejor capitalismo es la misma que en su libro anterior, pero esta vez más optimista en cuanto a las posibilidades de lograrlo: reducir la desigualdad y aumentar la migración de los países pobres a los más ricos.  

Aunque ambas ‘alternativas’ capitalistas están plagadas de corrupción de sus élites e instituciones estatales, está claro que Milanovic confía más en lograr un retorno al modelo ‘liberal democrático’ del imperialismo occidental (el ‘Norte’) que en el ‘ capitalismo político ‘de China. Pero, ¿tiene razón Milanovic cuando describe la nueva guerra fría entre el capitalismo chino y el estadounidense como una competencia entre modelos autoritario y liberal, político y meritocrático?  

¿Podemos realmente aceptar este esquema cuando vemos la América de Trump? la cruel y a menudo brutal hegemonía imperialista de los Estados Unidos; y la corrupta ‘democracia’ engrasada con dinero que opera allí, con su desigualdad extrema y creciente. ¿Y podemos realmente describir a China, un régimen estatal autoritario y corrupto, como ‘capitalismo político’?  

Como sabrán mis lectores habituales, no estoy convencido de que China sea capitalista en absoluto, dado el poder económico dominante del estado y su capacidad de planificación en comparación con el sector capitalista. El estado y las empresas deciden mucho más sobre la vida de los chinos que los caprichos e incertidumbres del mercado y la ley del valor. Como dice Milanovic, China ha crecido en su PIB real y nivel de vida medio en los últimos 70 años más rápido que cualquier otra economía en la historia humana. ¿Es esto realmente una demostración del éxito de una economía capitalista (cuando todas las demás economías capitalistas solo lograron menos de una cuarta parte de la tasa de crecimiento de China y estuvieron sujetas a caídas regulares y recurrentes de la inversión y la producción)? ¿No podría la diferente narrativa de China tener algo que ver con su revolución de 1949 y la expropiación de su clase capitalista nacional y la eliminación del imperialismo extranjero? Quizás el capitalismo no sea lo único que nos quede.  

Si es así, la dicotomía de Milanovic entre ‘democracia liberal’ y ‘capitalismo político’ parece falsa. Y se plantea porque, por supuesto, Milanovic comienza con su premisa (no comprobada) de que un modo alternativo de producción y sistema social, a saber, el socialismo, está descartado para siempre. En Desigualdad global , Milanovic concluyó que la idea de un proletariado global unido capaz de una revolución mundial está fuera de lugar porque ahora las desigualdades reales son entre estadounidenses y africanos, no entre capitalistas y trabajadores en todas partes. La revolución proletaria internacional de Trotsky está obsoleta: «Esa era la idea detrás de la» revolución permanente «de Trotsky. No había contradicciones nacionales, solo contradicción de clase mundial. Pero si la situación actual del mundo es tal que las mayores disparidades se deben a las brechas de ingresos entre las naciones, entonces la solidaridad proletaria no tiene mucho sentido. La solidaridad proletaria simplemente está muerta porque ya no existe el proletariado global. Por eso nuestro mundo es un mundo claramente no marxista».  

Y, sin embargo, la clase trabajadora, tanto los trabajadores industriales como los de las llamadas industrias de «servicios», nunca ha sido tan numerosa en la historia humana. A nivel mundial, había 2.200 millones de personas trabajando y produciendo valor en 1991. Ahora hay 3.200 millones. La fuerza de trabajo global ha aumentado en mil millones de trabajadores en los últimos 20 años. A nivel mundial, la fuerza de trabajo industrial ha aumentado un 46% desde 1991, de 490 millones a 715 millones en 2012, y será más de 800 millones antes del final de la década. De hecho, la fuerza de trabajo industrial ha crecido un 1.8% al año desde 1991 y desde 2004 un 2.7% al año, ¡que ahora es una tasa de crecimiento más rápida que la del sector servicios (2.6% al año)! A nivel mundial, la participación de los trabajadores industriales en la fuerza de trabajo total ha aumentado ligeramente del 22% al 23%. El capitalismo no está solo; tiene un sepulturero, el proletariado.  

Milanovic descarta esto. En su nuevo libro, “ Creo, en gran medida, que [el capitalismo] es sostenible. Incluso si toda la desigualdad continúa, sin control. Es sostenible, en gran parte, porque no tenemos un esquema de sistema alternativo. Sin embargo, que algo sea sostenible, que algo sea eficiente, y que algo sea bueno, son dos cosas diferentes”. A Milanovic no le gusta el capitalismo, pero -para usar la frase de Margaret Thatcher al referirse a sus políticas neoliberales para el capitalismo-, reconoce que no hay alternativa (TINA) . Por lo tanto, el objetivo debe ser, tal como Keynes argumentó en la década de 1930: “ hacer que el capitalismo sea más sostenible. Y eso es exactamente lo que creo que deberíamos hacer ahora” .  

El problema es que las políticas de Milanovic para reducir la desigualdad de riqueza e ingresos en las economías capitalistas y / o permitir que las personas abandonen sus países pobres por un mundo mejor parece ser (si no más) un futuro tan ‘utópico’ bajo el capitalismo que la «utopía socialista” que descarta como imposible.  

Publicado originalmente en el blog de Michael Roberts. 

Traducción de G. Buster en Sin Permiso

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domingo, 27 de octubre de 2019

Lo que esconde “el modelo chileno” (y por qué estallaron las protestas a... EN ESPAÑA TENEMOS UNOS MOCHILILLAS: PEDRO SANCHEZ; CASADO CASADÍN; EL GRAN RIVERA; EQUINO ABASCAL QUE QUIEREN PRIVATIZAR LAS PENSIONES..., PUES QUE ESTÁN AFEITANDO A LOS CHILENOS, VECINO

CHILE, PERO PARA EL CASO, TAL QUE ESPAÑA:TRES ESCENARIOS A CONSEGUIR: 1º) LA RIQUEZA PARA QUIEN LA CREA, QUE ES EL TRABAJADOR; 2º) LA RIQUEZA PARA QUIEN LA CREA, QUE ES EL TRABAJADOR Y 3º) LA RIQUEZA PARA QUIEN LA CREA, QUE ES EL TRABAJADOR



Tres escenarios probables que se abren

26.10.2019


“No son 30 pesos, son 30 años”. Esta consigna, levantada entre cientos de pancartas durante unas movilizaciones que tienen perplejo al país, expresa un clima, una percepción temporal. 
A casi una semana del estallido del 18 de octubre, que algunos artistas y creadores han comenzado a llamar la Revolución de Octubre, vemos pasar en nuestras conversaciones, en las lecturas y declaraciones, los procesos e incidentes políticos y económicos de los últimos 30 años. En una semana han caído máscaras, ídolos con pies de barro, el discurso del mercado como el dogma religioso de un orden que ha cruzado generaciones y demuestra, minuto a minuto, su impudicia y falsa moral. El modelo de mercado, aquel dios ritualizado, parece yacer derribado y humeante. 
Hasta el momento, hay no pocos elementos que hacen pensar que se trata de una movilización que expresa el rechazo a un orden, a una institucionalidad degradada, y la demanda de mutaciones radicales, de cambio de ciclo y de régimen. La fuerza y las demandas públicas no apuntan a a reivindicaciones puntuales, lo que ha quedado en evidencia tras la indiferencia y rechazo de la población al paquete de medidas que ofreció Sebastián Piñera a inicios de este semana. 


De ser así, y es muy probable que lo sea, a partir de estos días la sociedad organizada debiera poner en marcha una estrategia para la canalización de las fuerzas y elevarlas desde la acción social a la política. Un primer paso ha sido la oportuna presencia e intervención de las principales organizaciones sociales y sindicales bajo coordinadoras y plataformas que este miércoles llamaron a manifestaciones en las principales plazas del país y este jueves a jornadas de organización con la creación de asambleas y cabildos que en un primer momento tienen un carácter comunal y territorial. Juntas de vecinos, centros culturales y barriales, clubes deportivos están convocados para recoger las principales demandas de la población. La respuesta ha sido enorme pero no incluye a todos ni se compara con la expansiva multitud en marchas y concentraciones. 


Junto a la incipiente instalación de asambleas y trabajos de organización, las demandas han iniciado un proceso de orden bajo la Mesa de Unidad Social, que agrupa a las mayores centrales sindicales y organizaciones sociales. En este proceso inicial, qué es lo fundamental se pregunta la población. Por qué parte comenzar el desmantelamiento del orden de mercado. 


De partida, levanta Unidad Social, y con carácter de urgencia, fin de estado de excepción, retiro de los militares de las calles, más una larga lista de soluciones a problemas sociales básicos, que va desde el fin de las AFP, la reducción de la jornada de trabajo, la congelación de todos los proyectos de ley enviados por el gobierno que favorecen a las élites, como la contrarreforma tributaria, hasta la instalación de una asamblea constituyente para la redacción de una nueva constitución. Y hay también otra demanda en crecimiento, que es la renuncia de Piñera que toma cuerpo en estos días como acusación constitucional. En redes sociales y en las calles la consigna que lidera a todas las otras es el retiro o la renuncia del mandatario. 


A una semana del estallido asistimos a un gobierno que observa, reprime y parece esperar que la multitud se calme por sí misma. Así como ha sido incapaz de evaluar y anticipar la explosión social, tampoco en estos días sabe cómo reaccionar. Ante un pueblo indignado, que crece en sus niveles de agitación y masividad, Piñera no logra ni respuesta ni entregar una señal política que conduzca a una mínima calma. 


En este momento, en un país en plena ebullición, hay al menos tres escenarios probables. Eso, en la medida que la correlación de fuerzas continúe en ascenso y nuevos grupos y sectores comiencen a sumarse. Este jueves, por ejemplo, hubo una protesta de camioneros en Valparaíso que se repetirá el viernes para demandar el fin de las AFP y los abusivos peajes de las carreteras concesionadas. 


En este momento cambiante, y sin cursos claros, el doctor en Ciencia Política Juan Carlos Gómez Leyton, observa, en una primera instancia, un gobierno que aumenta el autoritarismo y avanza hacia una dictadura de corte similar a la que desarrolló durante la última década del siglo pasado Alberto Fujimori en Perú. Con la excusa de neutralizar a la delincuencia y a los vándalos, Piñera podría imprimirle más fuerza a la limitación de libertades. En ese escenario, se pueden suprimir mucho más los derechos civiles, como censura a la información y prohibición de reunión. Este sería un acuerdo con los partidos de derecha y algunos hoy en la oposición que podrían apoyarlo con la excusa de la gobernabilidad. 


Un segundo escenario es que sin alterar el orden constitucional actual se hagan reformas que satisfagan algunas de las demandas de algunos sectores. Sobre la base de la división, del aislamiento de los sectores más radicales, se fragmenta el movimiento y Piñera logra mantenerse en el gobierno. Este escenario es probable si las protestas entran en un proceso de rutinización en tanto el gobierno gana tiempo para cansar a los líderes y en especial a los manifestantes más esporádicos y no organizados. 


Un tercer escenario consiste en un aumento de las movilizaciones hasta que Piñera y su gobierno caiga. Esto sería lo que Gómez Leyton llama “golpes civiles ciudadanos”. Una insurrección ciudadana, que no es una insurrección revolucionaria, aclara, que no busque tomarse el gobierno sino simplemente derribar al mal gobernante y a través de un gobierno provisional se convoque a nuevas elecciones. 


Precipitación de hechos, pero plena incertidumbre en todos los actores involucrados. Una gran confusión envuelve al gobierno, que desde el estallido ha entregado señales confusas y contradictorias, toda la clase política y la población, que responde en estos momentos en un proceso que puede avanzar a cualquier parte. No hay en Chile hoy ni analista, ni gurú político que pueda anticipar los hechos. El juego es día a día, incluso hora tras hora. 


Se puede afirmar que el gobierno de Piñera ha terminado y que el orden neoliberal, sino ha colapsado, sí está arruinado. El riesgo país, la fuga de capitales, la caída brutal de los precios de las acciones, la salida de inversionistas es un hecho. Pero el mayor golpe se lo ha dado la población, que solo se moverá si el gobierno accede a sus demandas, todas abiertamente contrarias a la doctrina neoliberal. Cualquiera de las principales demandas, como, por ejemplo, desde subir las pensiones, elevar el salario mínimo, a estatizar los servicios públicos, son un golpe mortal a las políticas de libre mercado. 

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CHILE. NUESTRAS PENSIONES SE ARREGLAN ASÍ. LAS MOCHILILLAS DE LAS PENSIONES (Para Pedro Sánchez, Rivera, Casado, el caballo de Abascal, etc.) SE EVITAN ASÍ. Y LA CORRUPCIÓN POLÍTICA SE ARREGLA ASÍ


Chile: Millones de corazones para cambiar la vida

tercerainformacion
26/10/2019 

25 de octubre de 2019, Santiago de Chile, octava jornada de movilización popular. Alrededor de dos millones de personas en la capital y tres millones en todo el país, marchando. Las grandes alamedas, avenida y espalda fundamental de esta plaza austral que contiene 18 millones de seres humanos, se intimidaron ante tanto mundo reunido.


La masiva manifestación en Plaza Italia / Biobio 

Todos los géneros nacidos y por nacer, todo el amanecer agrupado. Nadie hegemonizó. Ni un partido político ni muchos partidos políticos. Ningún grupo de interés ligado al poder. Ni líderes de ocasión, ni ex líderes, ni post líderes. Los átomos diversos de tanta humanidad constelada no hicieron ni escucharon discursos. Simplemente se reconocieron como iguales y únicos. Contradictorios, frágiles, veteranos, recién brotados. Mestizo, mapuche, pálido, feminista, ambientalista, crítico absoluto, crítico parcial, combatiente contra el régimen capitalista, antimilitarista rabioso, luchador por los derechos sociales y humanos. Aventurero, tímido, nostálgico, futurista, huraño, besador. Combinado y asimétrico. Tal cual la realidad cuando se expresa plenamente.

(La televisión de los pocos dueños de todo, dice que “habló la calle”. Donde pone “calle” debe ir “pueblo”. Releva hasta el hartazgo que se trató de “la marcha más grande de la historia de Chile”, pero, premeditadamente, convierte el medio en el fin. Fetichiza el instrumento popular. El objetivo, la justicia social y las transformaciones estructurales para vivir con la dignidad que aún no existe, lo rezaga a un lugar anecdótico. No importa, porque al menos tres millones de corazones saben la verdad.)

La encuesta Pulso Ciudadano de Activa Research “Crisis en Chile”, realizada los días martes 22 y miércoles 23 de octubre pasados, reveló que las movilizaciones cuentan con un 83 % de aprobación popular. El rechazo al gobierno de Sebastián Piñera alcanzó el 80 %. El ministro del Interior y primo-hermano de Piñera, Andrés Chadwick, tuvo apenas un 5% de aprobación. El 61,5 % de los consultados consideró que las medidas anunciadas por Piñera no son suficientes para resolver la crisis devenida, principalmente y según el 56 %, de la desigualdad social. Casi el 89 % de los sondeados estima que es preciso aumentar el salario mínimo, mientras el 77,5 % que los servicios básicos deben bajar de precio.

¿Qué banderas hubo? Dos: de Chile y del Pueblo Nación Mapuche. Es majaderamente necesario reiterar que nadie condujo la marcha. Esto es, nadie puede “capitalizar” electoralmente la movilización millonaria. Cuando la gente grita que “Chile despertó”, se quiere significar que la población mayoritaria de las clases populares y trabajadoras ya no está dispuesta a sobrevivir como lo ha hecho hasta ahora. Que las relaciones sociales, el orden establecido, deben modificarse orgánicamente. Este es uno de los procesos históricos en que la magnitud, la cantidad, alcanza un nivel capaz de dar un salto de cualidad respecto de una situación determinada. La inflexión de calidad es histórica. Por tanto, las cosas ya no pueden mantenerse como hasta ahora se desenvolvían. Lo público cuestiona lo privado; el protagonismo de la sociedad critica en la práctica el régimen de la oligarquía y la ganancia; el derecho a la vida subordina el derecho a la propiedad.

Las y los jóvenes, como los no tanto, exigieron la renuncia de Piñera, el fin del estado de emergencia, la vuelta de los militares a los cuarteles, justicia para los asesinados, malheridos, desaparecidos, violadas y torturados por uniformados durante estos días. Y también entonaron las canciones del grupo de rock Los Prisioneros, el más popular del país desde que lanzaron su placa “La voz de los 80” en plena dictadura pinochetista. Los temas más coreados fueron ‘El baile de los que sobran’, y ‘No necesitamos banderas’. Al respecto no es necesario abundar en explicaciones. Igualmente se vitoreó el estribillo del internacionalmente conocido “El pueblo unido”, y “El derecho de vivir en paz” del asesinado artista los primeros días de la tiranía, Víctor Jara. La canción de Víctor Jara fue creada en el marco de la solidaridad con el pueblo de Vietnam que entonces decidía su libertad e independencia, combatiendo contra las tropas estadounidenses.

La marcha que divide la realidad social entre un antes y un después, fue reprimida en puntos mínimos. Gases químicos y agua mezclada con gases químicos fueron profusamente lanzados sobre los manifestantes que se encontraban a una cuadra de La Moneda. No importa. Desde hace ocho días es el aire natural que se respira en Santiago.

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