lunes, 10 de julio de 2017

SOBRE VENEZUELA




La canalla mediática y la violencia


08.07.2017


(LAS FOTOS A LAS QUE ALUDE EL ESCRITO NO SE HAN PODIDO COPIAR)

¿Qué son estas imágenes? ¿Denuncian la feroz represión del “tirano” Maduro? No. Es la que se ejerce en el Chile democrático –aquella tan publicitada “feliz copia” del Pacto de la Moncloa– contra manifestantes pacíficos que no levantan barricadas o guarimbas, no queman vivas a personas rociándolas con gasolina y prendiéndoles fuego, no arrojan bombas incendiarias contra jardines infantiles y hospitales, no destruyen autobuses por centenares, no saquean comercios ni depósitos de alimentos ni fabrican obuses caseros para atacar a las fuerzas del orden, ni disponen de francotiradores para escarmentar a quien intente atravesar la guarimba u oponerse a sus tropelías. Son gentes que salen a la calle a protestar, sin ningún tipo de armamento; en muchos casos niños mapuche y en otros estudiantes y mujeres reprimidos –con la brutalidad que demuestran las imágenes que acompañan esta nota– por los Carabineros que, a diferencia de la Policía Nacional Bolivariana, no tienen prohibición para llevar armas de fuego. Son imágenes estremecedoras que hablan de los límites a que llega la violencia represiva en un país cuyo gobierno se permite dar lecciones de democracia y derechos humanos a Caracas. Con perversión, la canalla mediática oculta esta realidad y pone el grito en el cielo y vomita una catarata de insultos cuando el autor de estas líneas le dice al gobierno del presidente Nicolás Maduro que debe intervenir con todo el rigor de la ley para evitar la metástasis de la violencia. Esta es concienzudamente ejecutada por la fracción terrorista de la oposición en cumplimiento del programa elaborado por el Comando Sur para derrocar a Maduro y sintetizado en un documento cuyo título lo dice todo: “US Southcom Operation “Venezuela Freedom”, American Strategy to Overthrow the Maduro Government”. [1] Pese a ser minoritaria aquella fracción, apoyada sin reservas por el Comando Sur y su jefa civil, Liliana Ayalde (la tenebrosa ex embajadora de Estados Unidos en Paraguay y Brasil cuando se perpetraron ambos golpes de Estado), tiene intimidados e inmovilizados con sus sicarios a los sectores de la oposición conscientes del catastrófico desenlace que puede tener la crisis y proclives a buscar una salida política a la misma. Pero estos se ven imposibilitados de hacerlo porque serían considerados traidores por los violentos que han dado muestras de estar dispuestos a hacer cualquier cosa, inclusive matar a opositores renuentes a acompañarlos en su orgía de sangre y destrucción.

Con su interminable cadena de “posverdades” y “plusmentiras”, como acertadamente lo señalara Fernando Buen Abad, los medios de comunicación hegemónicos se convirtieron en cómplices y, en cierto sentido, autores intelectuales de la destrucción y las muertes que ha provocado la ofensiva de los vándalos, presentados ante el público como la valiente y pacífica oposición democrática enfrentada a la cruel tiranía de Maduro. Nada nuevo: repiten la operación que hicieran, por ejemplo, en Nicaragua cuando los mercenarios que atacaban al recién instalado gobierno sandinista fueron glorificados como virtuosos “combatientes por la libertad”. Lo mismo en Libia, con los mercenarios implantados en Bengasi para dar inicio a la demolición de ese país. Medios que aplauden o exigen la “mano dura” contra la protesta social en Chile, o en Argentina o Brasil, pero que con infinita inmoralidad califican de “brutal represión” a la prudente y cuidadosa contención que con gases lacrimógenos y cañones de agua hace el gobierno bolivariano para controlar a quienes saquean, destruyen y matan. Exigen, y esto también está en el Plan del Comando Sur, que el estado desentienda de su obligación de preservar el orden público y deje a la sociedad, indefensa e inerme, a merced de terroristas y sicarios.

Totalmente subordinados a las ambiciones imperiales lo que estos medios buscan con su escandalosa manipulación (des)informativa es sembrar el caos y la anarquía, provocar una crisis humanitaria y la disolución de toda la trama social, instalando en Venezuela una suerte de bárbaro “estado de naturaleza” hobbesiano en donde el hombre sea el lobo del hombre. Acuciada por el malhumor social que provoca el desabastecimiento programado de bienes esenciales (igual que en el Chile de Allende) y el terror de la violencia ciega, la sociedad se desintegra y se repliega sobre un feroz individualismo tipo “sálvese quien pueda”. Destruido o paralizado el estado y, por consiguiente, desaparecida la institución que salvaguarda el orden público, nada podría ya frustrar la obsesión norteamericana de apoderarse, para siempre, del petróleo venezolano. Este es el plan, un plan concebido a escala planetaria para dejar a los pueblos indefensos ante la voracidad imperial que se arroja sobre ellos para despojarlos de sus riquezas. Es lo que Washington hizo en Libia e Irak, y lo que ahora quiere hacer en Venezuela, sede de la mayor reserva petrolera del planeta. Por eso la oposición cipaya y sus peones mediáticos alientan la violencia y procuran inmovilizar con sus chantajes al gobierno de Maduro, para que finalmente reine el caos. En los papeles, el plan parece perfecto. Pero en la patria de Bolívar, Zamora y Chávez, el imperialismo y sus compinches se encontrarán con la horma de sus zapatos. Chávez no pasó en vano y el bravo pueblo chavista y su gobierno sabrán, con ejemplar heroísmo, triunfar en esta batalla decisiva para su futuro como nación independiente y soberana.
Nota:

[1] Ver http://www.globalresearch.ca/us-southcom-operation-venezuela-freedom-american-strategy-to-overthrow-the-maduro-government/5530383 . Según el New York Times el Comando Sur ha negado la autenticidad de este documento, que establece doce pasos para derrocar a Maduro, mismos que se han venido cumpliendo meticulosamente. Es una arraigada costumbre norteamericana que cada vez que se filtra un documento de este tipo sea inmediatamente descalificado por la agencia en cuestión. Pasó en los años setenta cuando Daniel Ellsberg entregó al New York Times documentos secretos del Pentágono en relación con la Guerra de Vietnam. Poco después se reconoció su carácter genuino y fueron publicados con gran éxito editorial en todo el mundo. Lo mismo hicieron las autoridades norteamericanas con los Wikileaks. Hace más de un año que el periodista argentino Héctor Bernardo dio la voz de alarma en relación con los planes del Comando Sur en Venezuela. Ver http://www.diariocontexto.com.ar/2016/04/29/operacion-venezuela-doce-pasos-para-un-golpe/.


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LAS PETROLERAS Y RAJOY EN PERSONA (PUBLICADO EN EL OJO ATIPICO HACE DOS AÑOS)

A Dios lo que es de Dios. Vale, de acuerdo, chitón, punto en boca: acepto barco como animal de compañía tan solo por tener la fiesta en paz, y muchas gracias por haberme creado, Señor Dios.

Pero que no me gustan a mi estas cosas, y la próxima vez a ver si me pregunta antes si quiero ser creado por Usted para ser igualado en hermandad, o sea, hermano, del Papa Francisco y de mi Paco, el Paco Marhuenda o si quiero pertenecer al cigüeñal como los demás muchachos, esos que son traídos por las cigüeñas.

 ¿Qué, qué, qué... Al César qué? Oiga, no me venga tocando los cojones al punto la mañana que ya soy mayorcito, y a ver si se entera usted de una vez, que precisamente todo los que tiene el César, menos su mujer, es precisamente lo que me ha venido quitando a lo somarda durante toda mi vida. O sea, que el César me vaya devolviendo lo que es mío, menos su mujer (que ya me ventilaré yo mis asuntos de cama como pueda), que al César no le debo nada.

Y a las petroleras. A las petroleras qué? Ven? Aquí yo ya no tengo nada que decir porque el asunto es serio y no me quiero indisponer con ellas, porque quien sabe si un final de mes, después de cobrar mi pensión con los centimillos que me quedan de ahorro tras comprar la barrita de pan, que así por encima, sin exagerar, estarán en los 5.000 y 7.000 millones de euros, tengo que salir a buscar un paraíso fiscal, para que por el amor de Dios me busque un fondo de inversiones donde encorsetar esos ahorros míos, para que a su vez el tal fondo me los invierta en una Petrolera para dotarla de mas medios para robar el petróleo a los ciudadanos de donde está el petróleo y organizar grupos terroristas para asesinar a viejitos como yo, embarazadas, niños, niñas y todo lo que se lleve por delante un bombazo terrorista.

 Así que ya digo, a las Petroleras ni mentarlas y dejarlas a su marcha china, chana, china, chana para que a la buena de Dios sigan robando el petróleo, desquiciando el medioambiente y organizando a sus grupos terroristas.


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La conspiración de las petroleras para ocultar y negar el cambio climático

Hoy, 9 de julio de 2015, hay una noticia que he buscado, infructuosamente, en la prensa española: informes internos de compañías petroleras ponen de manifiesto que eran conscientes de la realidad del cambio climático desde hace más de treinta años y, sin embargo, no solamente lo han ocultado, sino que crearon un consorcio, la Global Climate Coalition (ya desparecida), para desacreditarlo y negarlo, invirtiendo millones de dólares a tal efecto. Estas compañías son ExxonMobil, Chevron, ConocoPhillips, BP, Shell, Texaco, Peabody  Energy  entre otros miembros de la industria de los combustibles fósiles. El senador demócrata Sheldon Whitehouse afirma que habría que estudiar si esto es susceptible de ser considerado un comportamiento mafioso bajo el Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act (RICO), una ley en virtud de la cual ya fue condenada la industria tabaquera por prácticas parecidas. Pues sobre todo esto, nuestra prensa nacional, tan ávida de sensacionalismos, no dice ni pío. Y digo “sensacionalismos” porque la prensa nacional se puso a la cabeza de la indignación, trompeteándolo a los cuatro vientos, cuando hace unos años apareció el Climategate, aquella virulenta campaña de los negacionistas contra el climatólogo Phil Jones, acusado de manipular datos con, como toda prueba, frases sacadas de contesto de sus emails hackeados. Sucesivas comisiones de investigación exoneraron a P. Jones totalmente de toda conducta impropia. Sin embargo, los medios editoriales hispanos no rectificaron jamás. Curiosa manera de desinformar.

A lo que íbamos: los papeles de las petroleras. Los documentos internos de Exxon revelan que la empresa conocía los efectos negativos sobre el clima de las emisiones de CO2. Leonard S. Bernstein, ingeniero químico que trabajó para Exxon y Mobil durante 30 años, lideró en 1995 un estudio para la industria en el que se afirmaba:
The scientific basis for the Greenhouse Effect and the potential impact of human emissions of greenhouse gases such as CO2 on climate is well established, and cannot be denied.
Es más, en una versión preliminar del informe aparecía un comentario sobre los negacionistas´, que no fue incorporado a la versión final:
The contrarian theories raise interesting questions about our total understanding of climate processes but they do not offer convincing arguments against the conventional model of greenhouse gas emission-induced climate change.
Ya en 1977, los representantes de las grandes petroleras eran conscientes de las conclusiones científicas sobre la relación entre los gases de efecto invernadero y el calentamiento global puesto que asistieron a los testimonios ante el Congreso sobre el tema. Richard Tucker, presidente de Mobil Oil declaró en 1988 que la protección medioambiental podría forzar a:
…a dramatic reduction in our dependence on fossil fuels.
haciéndose eco del testimonio del climátologo J. Hansen ante el Senado (Figura 1).
Captura
Figura 1: el NYT recoge el testimonio de J. Hansen ante el Senado norteamericano

La advertencia de Tucker no fue escuchada ni en su propia compañía. En 1989, un año más tarde, la propia Mobil fue una de las fundadoras de la Global Climate Coalition, un lobby constituido para financiar con millones de dólares campañas dirigidas a socavar los esfuerzos contra el calentamiento global. Las tácticas fueron copiadas de sus predecesores, las compañías tabaqueras, y consistían en sembrar la duda y la desinformación entre  público y gestores. Frases como “el efecto de los GEI en el cambio climático no está bien entendido” o “los científicos no se ponen de acuerdo entre ellos” eran repetidas una y otra vez. Para darles verosimilitud, se organizaba (y se sigue organizando) en una cadena de televisión “amiga” (la Fox, por ejemplo) un “debate entre un climatólogo y otro, presentado como “científico”, quien sostenía, sistemáticamente, lo contrario del primero. Lo que veía el público eran “dos científicos que no estaban de acuerdo”, como si la ciencia fuese un debate político. Objetivo conseguido. A pesar de toda la evidencia que se posee actualmente, las petroleras siguen empeñadas en ignorarlo. Rex Tillerson, actual CEO de ExxonMobil declara:
…climate models “simply are not that good
por lo que, a su entender, los resultados de las investigaciones sobre el clima no justifican la búsqueda de alternativa a los combustibles fósiles. Claro, ya lo entiendo, Rex Tillerson es un reconocido experto en modelos climáticos y sabe de lo que habla. Como si el calentamiento global dependiera de lo que dicen esos modelos. El calentamiento global es evidencia, pura y dura, y no un modelo. El rechazo de Exxon a reconocer cualquier vínculo GEI-calentamiento global ha sido tan ciego que incluso ha desoído las advertencias de la familia Rockefeller (sus fundadores) en contra de su discurso negacionista. Muy en consonancia, diría yo, con el defendido por nuestro gran timonel monclovita, un tal Rajoy, cuando dijo aquello de:
si 10 científicos juntos no son capaces de predecir el tiempo que va a hacer en Sevilla mañana, que como narices podrán predecir lo que sucedería dentro de 300 años…y además, hay cosas más importantes.
No me alargo más. Quienquiera profundizar puede acudir al informe The Climate Deception Dossiers. Termino recordando cómo, allá por 1962, las entonces Humble Oil & Refining Company y Enco, absorbidas más tarde por Exxon, sacaron una campaña publicitaria cuyo lema decía: “cada día Humble proporciona suficiente energía para derretir 7 millones de tons de glaciar” –un ton americano, a no traducir por una tonelada, equivale a 907 kg—(Figura 2). Nunca he visto un anuncio tan premonitorio.

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Figura 2: publicidad de Humble y ENCO (1962)
Nihil obstat

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