miércoles, 9 de marzo de 2016

FELIZ NAVIDAD EN MARZO DE 2016 Y PRÓSPERO 2017 Y PAZ EN LA TIERRA (ANTES DE QUE SE LÍE) A LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD (LOS QUE CORTAN EL BACALAO Y DE DIEZ SE LLEVAN SIETE, QUEDAN EXCLUIDOS POR PRESCRIPCIÓN, QUE ES QUE NO ES BUENO PARA LA SALUD, OIGA)

EL COMERCIO CAPITALISTA ES LA GUERRA
 
23.02.2016
 
La guerra comercial de Occidente contra el resto del mundo
Trade is war: "El comercio es la guerra", o "La guerra es el comercio" (Or-Books, 2015), es el libro más reciente de Yash Tandon (Uganda, 1939), el cual ha despertado el interés de los lectores y los comentarios de destacados intelectuales. Según plantea Yash Tandon, el comercio es sin dudas vital para el bienestar de los seres humanos. Producimos alimentos; producimos otros medios de existencia física y social. Tenemos que vender lo que producimos. La gente ha estado negociando desde tiempos inmemoriables. El comercio puede ser un medio para el desarrollo pacífico de la población mundial -y lo ha sido en los siglos pasados. Pero en nuestro tiempo no lo es. Con el surgimiento del capitalismo, el comercio se ha convertido en un arma de guerra entre las naciones ricas de Occidente y el resto del mundo.
 
No es una guerra con bombas y aviones no tripulados -continúa explicando Yash Tandon. Pero el comercio puede ser, y en gran parte lo es, tan letal como un "arma de destrucción masiva" como las bombas. El comercio en la era capitalista imperial mata a la gente; lleva a la gente a la pobreza; crea riqueza en un extremo y pobreza en el otro; enriquece las poderosas corporaciones de alimentos a costa de marginar a los campesinos pobres; convierte a los pobres en refugiados económicos en sus propios países, o en migrantes -al menos los que pueden y se atreven a cruzar el Mediterráneo desde África a Europa, o a través de los mares del Sur de Asia a Australia, o desde la frontera de México a los Estados Unidos.
 
No existe el "mercado libre" ni el "comercio justo", ambos son un gran mito -aclara Yash Tandon. Las desigualdades del sistema mundial del comercio están disimuladas por un camuflaje ideológico -la ideología que todo lo impregna y según la cual en el "comercio libre" los recursos del mundo son más eficientes y productivos si se asignan sobre la base de la ventajas comparativas y competitivas. Y a continuación pregunta: ¿Cómo puede haber un mercado libre o justo cuando en la vida real el mercado es un instrumento de guerra y depredación? La Organización Mundial del Comercio es el primer ámbito de la guerra del comercio. Ella es un verdadera máquina de guerra y esencialmente una organización conspirativa. Sus decisiones están elaboradas por unos pocos miembros poderosos (mas un pequeño número de países del Sur seleccionados por el Norte) en las llamadas "salas verdes". Estas decisiones son vinculantes incluso para aquellos que no estén presentes. Si los países pequeños y medianos no "siguen las reglas" dictadas por los grandes y poderosos, aquellos están sujetos a sanciones.
 
Según reseña Samir Amín, "con fundamento en una década de experiencia en el terreno como un negociador de alto nivel en organismos tales como la Organización Mundial del Comercio, Yash Tandon desafía aquí la ortodoxia del 'libre comercio'. Él insiste en que, para la vasta mayoría de la gente, y especialmente aquellos en las regiones más empobrecidas del mundo, el libre comercio no sólo obstaculiza el desarrollo, sino que también origina olas implacables de violencia y empobrecimiento de sus vidas".
 
Para Noam Chomsky, "este impresionante estudio de Yash Tandon está enfocado en África, un Continente que ha sufrido crímenes horribles, sin embargo este estudio puede ser extendido. La guerra de clases global que está institucionalizada con el nombre eufemístico de 'tratados de libre comercio' es igualmente una guerra contra las víctimas tradicionales de la guerra de clases en el interior de cada país" -afirma Chomsky. En efecto, los objetivos de los tratados de libre comercio y la conducta de sus promotores en el plano internacional no difieren de los propósitos y la conducta de los comerciantes capitalistas en casa, la guerra económica que desarrollan sólo se diferencia por su dimensión.
 
La guerra del comercio se da dentro de un sistema: el capitalista
 
Desde luego, en el capitalismo realmente existente, el comercio no es un factor aislado ni el único culpable de las guerras económicas. Recordemos lo que advertía Carlos Marx en los apuntes sobre el capital (Grundrisse, 1857-58): Una producción determinada, como la producción capitalista, determina un consumo, una distribución, un intercambio y relaciones recíprocas determinadas de estos diferentes momentos. Como también, a decir verdad, la producción, bajo su forma unilateral, está a su vez determinada por lo otros momentos. Por ejemplo, cuando el mercado, o sea la esfera del cambio, se extiende, la producción amplía su ámbito y se subdivide más en profundidad. Entre los diferentes momentos tiene lugar una acción recíproca, al darse transformaciones de la distribución se dan cambios en la producción. Esto ocurre siempre en todos los conjuntos orgánicos.
 
También destacaba Carlos Marx que en los estadios iniciales de la sociedad burguesa el comercio dominaba a la industria; pero que luego se invierte esta relación en la sociedad moderna. No obstante, en la época contemporánea del capitalismo monopolista generalizado, el comercio junto con las finanzas vuelven a dominar a la producción industrial. Así, particularmente "el comercio somete más y más la producción al valor de cambio; relega cada vez más el valor de uso a un segundo plano, al hacer que la subsistencia dependa más de la venta que del uso inmediato del producto" (C. Marx). Esta nueva relación hegemónica del comercio y las finanzas en detrimento de la industria y los consumidores ha dado como resultado la actual situación de crisis económica y caos social que observamos en todo el mundo, signada por la recesión, el desempleo, la escasez, las guerras de precios, de tipos de cambio y de tasas de interés.
 
La guerra del comercio capitalista es una guerra de clases
 
A este respecto no podemos olvidar tampoco la severa evaluación que hace Federico Engels de la clase social promotora del comercio. En su libro "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado" (Editorial Progreso, 1979) Engels expone lo siguiente: Con la tercera división del trabajo aparece por primera vez una clase que no se ocupa de la producción, sino únicamente del cambio de los productos: los mercaderes. Una clase que sin tomar la menor parte en la producción, sabe conquistar su dirección general y avasallar económicamente a los productores; una clase que se convierte en el intermediario indiscutible entre cada dos productores y los explota a ambos. So pretexto de desembarazar a los productores de las fatigas y los riesgos del cambio, de extender la salida de sus productos hasta los mercados lejanos y llegar a ser así la clase más útil de la población, se forma una clase de parásitos, una clase de verdaderos gorrones de la sociedad, que como compensación por servicios en verdad muy mezquinos se lleva la nata de la producción patria y extranjera, amasa rápidamente riquezas enormes y adquiere una influencia social proporcionada a éstas y, por eso mismo, durante el periodo de la civilización, va ocupando una posición más y más honorífica y logra un dominio cada vez mayor sobre la producción, hasta que acaba por dar a luz un producto propio: las crisis comerciales periódicas.
 
En el caso específico de Venezuela, la categoría social más importante de todas las épocas en las ciudades ha sido precisamente la burguesía comercial usuraria ligada al monopolio comercial y al intercambio en dinero y valores. Esta siempre ha sido una clase social rapaz y agiotista; ha parasitado primero de los agricultores y mas tarde también de la renta petrolera; ha actuado como grupo de presión a través del control financiero y ha logrando envolver en sus redes a todas las clases sociales. Adicionalmente, con sus prácticas especulativas actuales ha alterado todos los factores y circuitos de la economia nacional, encareciendo la producción, desquiciando la distribución, y empobreciendo cada vez mas al consumidor. Y lo que tal vez es peor, con la inoculación de sus valores culturales ha causado la mercantilizacion de cualquier espacio de la sociedad venezolana. Por cierto, quien desee estudiar las características así como la marcha histórica hacia el dominio de la economía y el poder político por parte de la burguesía comercial venezolana puede encontrar una ilustrativa fuente de información en los textos de "Historia Económica y Social de Venezuela", de Federico Brito Figueroa (EBUCV, 1979).
 
No es de extrañar entonces que, en la presente coyutura histórica en Venezuela, sea precisamente esta burguesía mercantil y usuraria la clase más reaccionaria y la verdadera punta de lanza en la guerra económica contra el gobierno. Y resulta obvio que este sector o estamento de la burguesía no puede ser un aliado fiable, ni siquiera circunstancial, en un programa patriótico de desarrollo nacional. Ya que, como señalan algunos autores, si se comparten o se permite que se impongan sus intereses y valores en la toma de decisiones, es casi seguro que se obtengan políticas económicas que reflejen esos mismos intereses políticos y valores culturales. Con lo cual finalmente habrán ganado la guerra.
 
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MIENTRAS PSOE / NARANJUELOS Y VERSIFICACIONES DEL PP NOS LA QUIEREN DAR OTRA VEZ CON QUESO

La represión salarial, las políticas neokeynesianas, el papel de China, las políticas de expansión cuantitativa... el ciclo económico se mueve en varias claves

CINCO CLAVES SOBRE EL TORMENTOSO CICLO ECONÓMICO
 
Rebelión
29.02.2016
 
Represión salarial, neokeynesianismo, China
 
En unos meses se cumplirán seis años del primer rescate del gobierno griego de 2010, a partir del cual se iniciaba la fase de lo que la troika gusta de llamar "austeridad expansiva" como principio rector de la política económica europea: duros recortes al Estado de bienestar y devaluación interna, en suma, represión salarial contra los ingresos de la clase trabajadora. A modo de justificación se vendía el experimento alemán a principios de los 2000 como una historia de éxito neoliberal, sin tener en cuenta que en efecto su competitividad había aumentado, pero precisamente en relación con Europa del Sur, para la cual Alemania es el principal exportador. Después de años de bonanza económica en un contexto muy inflacionario y marcado por burbujas de deuda privada y pública, la austeridad, impuesta desde las instituciones internacionales sin miramientos, sumió a Europa del Sur en una crisis brutal no sólo económica, sino también política y social. Seis años más tarde queda claro que de expansiva esa austeridad no tiene nada: el débil crecimiento de la Eurozona lo testifica. Ahora bien, el brutal estancamiento de la demanda que siguió en el sur europeo no disminuyó la potente capacidad exportadora de Alemania, ya que ésta simplemente se redirigió hacia China.
 
A diferencia de la Eurozona, constatando el tremendo impacto de la crisis de 2008 y el parón en la demanda global, China, hasta entonces potencia exportadora, decidió optar por un programa de estímulo masivo de corte keynesiano, el más grande de su historia, que se destinaría a construcción de viviendas, infraestructura rural, transporte, educación y sanidad, medio ambiente, industria, etcétera. Esto tuvo efectos muy claros en la economía globalizada, en la que China pasaría a destacar como motor de crecimiento global ahora también como potencia importadora, arrastrando así hacia arriba a sus socios comerciales, sobre todo países asiáticos, pero también a Alemania.
 
Estos programas de estímulo keynesiano masivos van bien para proteger la economía doméstica de modo temporal durante periodos de baja demanda global, como ha sido el caso chino mientras Estados Unidos, Japón y Europa, los líderes económicos tradicionales, no terminaban de despegar e insistían en rechazar políticas más pro-demanda. De hecho ésa era la misma idea de Zapatero con el Plan E hasta que se encontró con la troika. Ahora bien, estos programas son difíciles de sostener durante tanto tiempo y sobre todo con Alemania negándose a ningún tipo de política que incentive la demanda europea. Se llevaba ya mucho tiempo especulando con una recesión china y parece al fin que ha llegado, aunque de momento está focalizada en el mercado financiero desde junio de 2015: ya se empiezan a observar colapsos de estafas piramidales a la Ponzi (o Madoff como caso más reciente), el "canario en la mina" de las burbujas de crédito.
 
Desde entonces que el gobierno chino lleva interviniendo el mercado financiero intensamente: por ejemplo prohibiendo la compraventa a corto (short-selling), suspendiendo las salidas a bolsa (IPOs), forzando a fondos de inversión y de pensiones a comprar activos. En verano devalúa el yuan dos veces. De momento, no termina de haber transmisión a la economía real –el año pasado se crearon 11 millones de empleos, con una fuerte expansión del sector servicios y en diciembre se convertía en el primer exportador global– y puede que nunca llegue, aunque sí se observa cierta desaceleración económica, en términos de PIB y del PMI (Purchasing Managers' Index), a la baja. Entre los países más afectados por el parón chino, claro está, está Alemania, debido al desplome de las exportaciones. Una crisis china es una crisis global.
 
La política de expansión cuantitativa (QE)
 
El quantitative easing del Banco Central Europeo, anunciado por Draghi hace un año, es una réplica del QE que Japón empezó en la década de los 2000 y de la Fed estadounidense, que inició a partir de la crisis de 2008, empezó a frenar en 2013 y finalizó el septiembre pasado. El QE es una política monetaria no convencional que consiste en imprimir dinero electrónico para comprar masivamente activos financieros como deuda soberana y va sobre todo dirigido a bancos privados. Lo que se busca en los mercados financieros es bajar los tipos de interés (a veces hasta tipos negativos), aumentar el crédito en la economía, incentivar el gasto privado, devaluar el euro para fomentar las exportaciones y llegar al objetivo de inflación del 2% que el BCE tiene fijado, todo con la idea de estimular el muy débil crecimiento de la Eurozona.
 
El principal beneficiado de introducir tanto dinero –un billón de euros– en los mercados financieros son los mismos mercados financieros y sus principales actores: bancos que así pueden limpiar su deuda, inversores, especuladores, etcétera. No es el caso de los fondos de pensiones, con muchos problemas por los bajos tipos de interés. Igualmente, la devaluación del euro no termina de beneficiar a las exportaciones por el simple hecho de que los países de la Eurozona tienden a comerciar entre ellos y no fuera de la Eurozona.
 
En todo caso, el problema es que se asume implícitamente que este dinero terminará por "gotear" ( "trickle-down" ) de arriba hacia abajo hasta llegar a la “economía real”. En cambio lo que termina pasando es un aumento del crédito sólo para grandes empresas y múltiples burbujas en activos financieros, por ejemplo en el mercado inmobiliario. El hecho de que se noten presiones inflacionarias sólo en los sectores más financiarizados de la economía europea mientras el resto está al borde de la deflación muestra claramente cómo uno de los principales efectos del QE europeo será el de exacerbar las desigualdades económicas, a falta de reformar los bancos privados, que son los supuestos canales institucionales que conectan el banco central con la "economía real". Es evidente que estos canales son altamente disfuncionales hoy en día. Junto con los recortes a la educación y a la sanidad públicas se está creando en España una economía dualizada a dos velocidades y escasa movilidad social, con una élite muy globalizada y competitiva y un pueblo destinado a darle servicios de bajo valor añadido a los primeros y a los turistas.
 
Subida de tipos de interés por parte de la Fed
 
Constatando los efectos positivos del QE en la economía estadounidense (los salarios empiezan a subir ligeramente y el desempleo llegó a su nivel pre-crisis, aunque no haya inflación), la Fed decidió finalmente subir los tipos de interés el pasado diciembre, al 0% desde 2009. En retrospectiva, quizá esta decisión fuera precipitada, ya que algunos estiman la probabilidad de recesión en Estados Unidos en 20-25% y creciendo.
 
El efecto en la economía mundial (donde un 64% de las reservas mundiales son en dólares) de este nuevo paso hacia una política monetaria más restrictiva (iniciada en 2013) va a ser justo el contrario que el QE, que permitió a las economías emergentes crecer y capturar mucho más capital internacional. Eso es un problema serio para China y sus socios comerciales, ya en dificultades por la explosión de la burbuja financiera china, pero también para los exportadores de materias primas como Brasil y los productores de petróleo como Arabia Saudí, que por primera vez han pasado de reciclar sus plusvalías del petróleo a dólares a tener gigantescos déficits debido a su bajo precio actual, lo que bien podría suponer el fin del régimen financiero global del petrodólar desde el colapso de Bretton Woods en 1971. En ese sentido nos encontramos en una crisis sistémica global, lo que Larry Summers llama "estancamiento secular”, análoga a las de los años setenta y los treinta del siglo pasado: el fin de la globalización neoliberal caracterizada por un gran aumento en la población trabajadora mundial, lo que permitió la represión salarial en Occidente.
 
Efecto de la guerra de divisas
 
Las presiones especulativas de este tipo tienden a intensificarse en periodos de incertidumbre económica como el actual, pero son sólo ruido que tapa el sonido de fondo. La desaceleración china y la caída de la demanda global que eso supone ha impactado duramente economías como la rusa, que dependía de las exportaciones de petróleo, pero también existe el factor político de las recientes sanciones internacionales debido a su anexión de Crimea. En el contexto europeo, por ahora no parecen existir ataques especulativos contra su moneda ni contra bonos soberanos, protegidos por el quantitative easing de Draghi.
 
Para defender el yuan, China, el país con mayores reservas internacionales de moneda, inyectó en 2015 medio billón de dólares con el fin de mejorar su tipo de cambio con Estados Unidos, cada vez más poco favorable debido al movimiento de la Fed hacia políticas más restrictivas. Al mismo tiempo, Rusia y Arabia Saudí están vaciando sus propias reservas de dólares en los mercados financieros, con la expectativa añadida de un precio del petróleo aún más bajo debido al levantamiento de sanciones a Irán. Mientras tanto, la Eurozona y Japón se dedican a inyectar euros y yenes masivamente en los mercados financieros vía QE, intentando desesperadamente provocar inflación y crecimiento en sus economías domésticas, pero sin éxito en la vista. Hace poco Macri devaluó el peso argentino un 40%. No deja de ser curioso que se intenten aplicar las mismas recetas económicas neoliberales que tuvieron su éxito en los años 70 y 80 para salir de la estanflación, el escenario diametralmente opuesto.
 
Al fin y al cabo, estamos hablando de relaciones no sólo económicas, sino también políticas: por ejemplo, Rusia y Arabia Saudí están implícitamente en guerra en Siria y eso se paga con desacuerdos a la hora de coordinar la producción de petróleo para fijar un precio más alto que les beneficie. Si la guerra civil siria es un ejemplo sangrante del fracaso de coordinación política entre los muchos países implicados en el conflicto, la guerra de divisas a la baja refleja un contundente fracaso de coordinación internacional en política económica, incapaz de generar crecimiento en un contexto de estancamiento secular global. Hace poco el ex presidente de la Fed de Minneapolis, Narayana Kocherlakota, defendía que políticas pro-demanda como el plan económico de Bernie Sanders de estímulo vía gasto social, de Corbyn vía el “quantitative easing para la gente” o renta básica sí podrían suponer un cambio de rumbo positivo para la economía global.
 
Papel de la industria financiera
 
Es el núcleo mismo del problema. Hace unos días el sucesor de Kocherlakota defendía dividir los grandes bancos en más pequeños en beneficio de la estabilidad del sistema financiero. Rehén de un diagnóstico equivocado fruto de la ideología neoliberal, la troika lleva ya seis años focalizando toda su atención en flexibilizar los mercados de trabajo del sur de Europa vía represión salarial cuando el problema ya desde los años 2000 son unas instituciones financieras que distribuyen el dinero de forma disfuncional y volátil, o bien creando burbujas o bien cortando el grifo del crédito de golpe estrangulando la economía. La realidad es que el dinero que el BCE imprime no llega a la gente y eso no es culpa de que los salarios sean altos sino de los bancos. Al fin y al cabo eso no refleja más que una lucha de poder político a nivel europeo entre trabajadores y élites financieras y políticas. Quizá sea mejor no esperar a que estas reformas financieras lleguen desde arriba y crearlas desde abajo, como ahora una moneda digital alternativa conectada al tejido económico y social como la propuesta por D-CENT para Catalunya.
 
 
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