miércoles, 6 de enero de 2021

El camello cojito (Gloria Fuertes)

 

El camello cojito

El Viejo Topo

Gloria Fuertes

06.01.2021



El camello se pinchó
con un cardo en el camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».

—¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!
—Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.

El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino;
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajarillos—
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.

—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero —repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.
Mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño

 *++

 

R.E.N.F.E, Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, patrimonio nacional creado con el producto de miles de trabajadores durante generaciones enteras, es otra parte del patrimonio nacional que pasará de manos del Estado a los bolsillos de los señores del capital que tienen a su servidores en el gobierno, y no es que Periquín sea más malo que la quina y se haya vuelto contra los intereses de los trabajadores, da igual Periquín que el Porompompero de Manolo Escobar, el problema es el sistema político instaurado, al que por cierto, los trabajadores parecemos amar tanto o más que trucha a trucho, que está montado y dirigido a que los capitales sigan creciendo indefinidamente a expensas del empeoramiento de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población, que es de la única forma que puede seguir creciendo, y que como no lo haga: ¡puf!, va y se muere, y que como no se muera, podría incluso matarnos a todos en el sentido literal del término, porque los militares y las bombas atómicas, tónicas, semitónicas, a pedales y de estampido del despampane están para algo. Podemos seguir dormidos los trabajadores, porque la ignorancia no mata, lo que sí mata son las consecuencias de la ignorancia. Mientras tanto, mientas que los trabajadores nos empecemos a echar un despierte, un abrir los ojos, que tampoco es tanto y, que, además, lo haremos, a RENFE, con permiso de quienes nos la están robando, le podríamos llamar: (R)obamos, (E)stafamos, (N)osotros, (F)orrándonos, (E)stamos.+++++++ELECTRIFICACION DEL FERROCARRIL AÑO 1957 - RENFE

Que estamos en una sociedad libre y democrática jólica no creo que nadie me lo pueda discutir, porque qué mayor libertad hay en la que unos cuantos pueden hacer libremente lo que quieran, con su seguridad jurídica y todo, sometiéndonos al resto a su completa y caprichosa voluntad auxiliados por uno cuantos campanetes de la cazuela política. Y ya el desparrame total de la exuberancia libre y democrática, es que se asienta y se mantiene en el trabajo realizado por todos los demás que somos sometidos para disfrute de nuestros verdugos. A mí esto no me parce mal, yo voy a pedir que me aprieten un poco más el pescuezo a ver cuánto aguanto libremente sin respirar y comprobar así el efecto secundario que tiene el ahogamiento, porque total, si no sé ni por donde me viene el aire, a mí que más me da.

 

Tras los virus orgánicos llegan los virus informáticos, donde las mascarillas no sirven de nada



Juan Manuel Olarieta.

DIARIO OCTUBRE / 05.01.2021

Hasta ahora el mundo sabía muy poco de los virus, e incluso tampoco quería saber más. Pero a la fuerza ahorcan…

Tampoco sabía mucho de informática; lo justo para teclear en el móvil. Pero con el tiempo no le quedará más remedio que aprender algo.

El año pasado conocimos la mayor pandemia desde hace un siglo por culpa de un virus y hace un mes hemos conocido el mayor ataque informático de la historia por culpa de otro virus, esta vez algorítmico.

Los que esperan una guerra mundial diferente de la que tienen delante de sus narices, se equivocan.

Los que creen que los ataques de unos virus (informáticos) u otros (orgánicos) no tienen ninguna relación, también se equivocan.

La distancia social, que ha llegado para quedarse, conduce a la dependencia de las personas respecto a sus terminales informáticas y, por lo tanto, les deja a expensas de intrusiones de todo tipo, y las mascarillas no les van a librar de ellas.

Lo mismo le ocurre a las instituciones y organismos políticos y sociales, que van a quedar convertidos en terminales automáticas y, por consiguiente, expuestos a todo tipo de ataques.

La nueva normalidad es la guerra y el estado de guerra. Se trata de una guerra económica y tecnológica, dirigida contra terceros países y contra la propia población.

Si hacemos caso de los “expertos informáticos”, que son iguales que los otros, el ataque informático del 13 de diciembre, el mayor de la historia, sería obra del gobierno chino, como dijo Trump. Según otros “expertos”, los responsables serían los rusos, como dijo Pompeo (1).

La empresa de seguridad informática FireEye le ha puesto el nombre de “Sunburst” al ataque, del que ella misma fue víctima, mientras que Microsoft lo llama “Solarigate”.

El ataque permitió a los piratas penetrar en muchas instituciones del gobierno de Estados Unidos y va a sacudir las relaciones diplomáticas entre las grandes potencias, sin ningún género de dudas. Según Microsoft, además de Estados Unidos, los piratas han atacado a Bélgica, España y Gran Bretaña.

Sunburst se infiltró en la red Orion, de la empresa estadounidense SolarWinds, utilizada por más de 33.000 organizaciones, incluyendo muchas instituciones públicas y los más grandes monopolios estadounidenses. Más de la mitad de dichas organizaciones han sido afectadas por el virus, aunque todos los días se van conociendo nuevas víctimas.

Entre ellas sólo hay dos empresas privadas, FireEye y Microsoft (2). El resto son organismos del gobierno estadounidense: el Tesoro, el Departamento de Comercio, el Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento de Energía, el Departamento de Asuntos Exteriores… Biden ya ha anunciado que hará de la seguridad informática una prioridad de su mandato.

Estos métodos de ataque que no persiguen fines lucrativos, ya tienen un nombre: APT (“amenaza persistente avanzada”). Por ejemplo, el Washington Post califica a Sunburst como APT29. Son típicos del espionaje y, normalmente, los “expertos” se los adjudican al Eje del Mal, Rusia, China, Corea del Norte o Irán, aunque la mayor parte de las veces no saben si son unos u otros. Otras veces lo saben, pero no lo dicen.

Es lo que ocurre con Sunburst, que es como “el virus de Wuhan”. El Washington Post se lo adjudica a Cozy Bear, que en tiempos de Obama ya atacó a las instituciones públicas estadounidenses. Atribuírselo a Cozy Bear es tanto como poner a Rusia en el punto de mira, que es lo que hace también Microsoft.

En estos casos, da lo mismo apuntárselo a uno u otro porque nos comeremos lo que nos den. Nadie sabe de informática y nadie sabe de pandemias. Si interesa apretar las clavijas a Rusia, se lo atribuirán a Rusia y si interesa hacerlo con Irán, dirán que fue la Guardia Revolucionaria de la República Islámica. Nadie va a decir lo contrario. Si todos están callados con una pandemia, no tienen motivos para protestar por un ataque informático (salvo que les saquen el dinero de la cuenta corriente).

(1) https://www.nbcnews.com/news/us-news/secretary-state-pompeo-says-hack-was-pretty-clearly-russian-n1251798
(2) https://www.reuters.com/article/us-global-cyber-microsoft/exclusive-microsoft-breached-in-suspected-russian-hack-using-solarwinds-sources-idUSKBN28R3BY

FUENTE: mpr21.info

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