Las mentiras de Mariano Rajoy no son nuevas. Y no es que sean solamente viejas, sino que nos sigue mintiendo a todos los españoles, a sus votantes tambien. Y que Mariano Rajoy y su gobierno mienta no significa que no haga lo mismo el PSOE, aunque con otras palabras.
Son los dos partidos políticos principales en los que se basa el actual Estado español, corrupto por los cuatro costados, desde la Jefatura del Estado al último monigote, por tanto, nada hay de extraño en que tanto PP como PSOE.
No es que mienta el PP cuando se empeña en que a la economía le salgan brotes verdes para poder engañarnos y que se le vuelva a votar, es que la crisis esta no tiene solución dentro de los parametros capitalistas, y todo cuanto se haga por "salir" de ella no será sino empeorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la sociedad.
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'The Economist' desmonta la
pachorra de Rajoy
ELCONFIDENCIAL.COM
22.04.2014
Ha pasado desapercibido el último número de The
Economist. Quizás porque su publicación ha coincidido con una
Semana Santa en la que esa España que iba a suprimir los puentes y acueductos
ha vuelto a poner el cartel de "Cerrado por vacaciones"; quizás
porque su brillante portada en la que el oso ruso amenaza con devorar Ucrania
invitaba a pensar que había poco que rascar en su interior más allá de la
amplia cobertura de ese conflicto.
Error.
Ya en sus páginas editoriales, el semanario se
despacha con un taxativo mensaje de cautela sobre la deuda soberana de la
Europa periférica, impulsada en los últimos meses –mayor precio, menor
rentabilidad– bien por la expectativa de una acción adicional por parte
del BCE, bien por la búsqueda desesperada de rentabilidad de determinados
inversores o, incluso, por el temor a una deflación estructural en la Eurozona
de la que tanto hemos hablado por aquí y que cada vez copa más portadas en los
medios de comunicación (The Economist, "Don´t go potty on the
periphery",
19-04-2014).
Tipos de mercado a niveles históricamente bajos en
algunos casos no son para la publicación garantía de "mayor inversión o
crecimiento más acelerado" en estas naciones, sino una muestra
palpable de que las cosas no van según el guion previsto. No en vano, los tipos
reales, que son los que determinan las decisiones de inversión de cualquier
agente económico –al ser la inflación el retorno mínimo que se debe exigir para
mantener el poder adquisitivo–, siguen en el mismo lugar que cuando la renta
fija española se pagaba al 5%, 200 puntos básicos por encima de donde transita
actualmente. Siguen siendo de los más altos del mundo desarrollado. De
ahí su atractivo.
Cuidado con hacernos trampas en el solitario, viene a decir.
Añade, además, una advertencia complementaria. No se
puede tomar a la ligera el rápido repunte de los niveles de endeudamiento
público sobre la riqueza de estados como el español. Cualquier aumento del
PIB por debajo del coste de la deuda genera un efecto perverso sobre las
cuentas de la Administración que se traduce tanto en un incremento orgánico de
sus necesidades financieras como en un mayor peso de los intereses de
sus emisiones en los presupuestos, obligando de este modo a nuevos ajustes
para mantener controlado el déficit. El círculo vicioso queda cerrado (FT,
"Eurozone peripheral
nations see interest bill climb", 20-04-2014).
Deuda cara -ajustada por el coste de la vida- y
excesiva -en términos de producto interior bruto- son malos
argumentos según el medio británico para concluir que todo lo que había que hacer
ya se ha completado. No en vano, "los gobiernos de estos países han
sido más bien torpes y reformas estructurales como la liberalización del
mercado de trabajo o la desregulación de determinadas industrias protegidas
carecen de la radicalidad suficiente como para acelerar su crecimiento". Y
sin este, dada la inelasticidad del gasto público a la baja sin una revolución
de las prestaciones asociadas al Estado del bienestar -como prueba este estudio
del profesor Martínez Abascal del IESE- ¿cómo van a repuntar los
ingresos fiscales?
La esperanza en el BCE, volvemos al principio, es para
The Economist vana. La actuación de Draghi "se parece más a
la del Japón de 2000 que al de 2014, cuando el BoJ se ha convertido en pieza
indispensable para el Ejecutivo nipón en el desarrollo del llamado Abenomics"; viva
la independencia del banco central. Hasta ahora, el juego de la retórica (el
"whatever it takes") le ha funcionado al italiano de lujo,
hasta el punto de haber actuado como balsa salvavidas para el euro y la Unión
Europea. Sin embargo, cuando se aproxima el momento de la verdad, no cabe
esperar del supervisor regional sino "pequeños y cautelosos pasos, como la
introducción de una tasa negativa a los depósitos de la banca comercial en su
balance", concluye. Poco parece.
Ya ven. No todo el mundo compra la rosy picture
que algunos, en su papel sin lugar a dudas, nos intentan vender. Prometer
crecimiento y empleo no se debe limitar a un ejercicio voluntarista de corto
plazo, sino que debe formar parte de un plan. Una estrategia que es la que a
día de hoy, y más conforme se van acercando los sucesivos procesos electorales,
no se percibe. Es verdad que, como veíamos en el cuadro anterior, de
los barros de 2008 y 2009 vienen estos lodos, pero el mensaje que
irresponsablemente comienza a generalizarse es que estamos al principio del
final cuando es justamente lo contrario. Hora de echar el freno es la consigna.
Uffff.
Sólo les digo una cosa: España no aguantaría un nuevo
pull-back. Lancemos las campanas estadísticas al vuelo, generemos toda la
confianza necesaria e incluso más, pero sigamos avanzando por el camino
de la racionalidad, de la adecuación de nuestra economía pública y privada
a sus posibilidades reales vía reformas y ajustes, en la búsqueda no del
menos, sino del mejor. No podemos regodearnos en la complacencia, que queda
casi todo por hacer. Ahora no. En caso contrario, acuérdense de lo que les
digo: más dura será la caída.
Feliz rentrée a todos.
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