Tribuna viento sur
El régimen, entre el alivio socioliberal
y la derecha extrema
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Jaime
Pastor
Viento
Sur
31.07.2018
Cuando apenas han transcurrido dos meses de vida del
nuevo gobierno presidido por Pedro Sánchez, es difícil encontrar signos de
cambio que vayan más allá de haber dejado atrás la era Rajoy en un plano más
cosmético que simbólico.
En efecto, ya sabíamos que en el núcleo duro de la
política de Estado y de la UE, o sea, la economía política, no cabía esperar un
nuevo rumbo; la ministra de Economía Calviño lo dejó claro poco después de
asumir su cargo cuando afirmó que “es vital la confianza de los mercados”, si
bien a continuación matizó, alertada quizás por su mala conciencia, “y también
la de los ciudadanos”. Lo mismo se podía prever respecto a la xenofobia
institucional (con el nuevo invento de los “centros controlados” en países como
Libia, mientras el ministro Grande-Marlaska no pone reparos a las nuevas
“devoluciones en caliente” en el Norte de África), o a la cuestión catalana,
más allá de la voluntad de diálogo en torno a un nuevo Estatut, pese a la
derrota judicial sufrida en Alemania.
Con todo, parecía que el líder del PSOE iba a
compensar su fidelidad a la vieja política con un esfuerzo por
responder a algunas de las expectativas creadas en otros terrenos progresistas o,
simplemente, regeneracionistas. Algo ha habido en este sentido: la
universalización de la sanidad pública, el nombramiento a duras penas de Rosa
María Mateo como administradora única de RTVE o la disposición a exhumar el
cadáver del dictador del mal llamado Valle de los Caídos. Sin embargo, ni
siquiera se ha atrevido a hacer pública la lista de personas beneficiadas por
la amnistía fiscal del ministro Montoro (pese a la promesa hecha desde la
oposición), ha renunciado a derogar la reforma laboral de Rajoy (decisión
desgraciadamente compartida por las direcciones de CCOO y UGT) y la Ley Mordaza,
si bien aspira a cambiar algunos de sus artículos, y se ha opuesto a la
inclusión del régimen especial de las trabajadoras domésticas en el general de
la Seguridad Social; por no hablar de la todavía inconcreta disposición al
acercamiento de presos y presas vascas, aunque sólo sea como cuota a pagar al
PNV.
A todo esto se suman, por si cabía alguna duda de su
fidelidad a los Borbones, su oposición a la Comisión parlamentaria de
investigación sobre el emérito y ladrón rey Juan Carlos I a raíz del escándalo
del caso Corinna y, last but not least, su compromiso a aumentar
los gastos de defensa en cumplimiento de las exigencias del tan denostado
Trump, al mismo tiempo que sigue sin concretar el impuesto a la banca ante las
primeras críticas de esos patriotas del Banco Santander que
amenazan ya con cambiar de sede madre.
Sería un error deducir de este sucinto balance que el
PSOE no está obteniendo réditos de la centralidad que desde el gobierno está
tratando de ocupar en el tablero político, como lo está confirmando su ascenso
en los sondeos. No obstante, no parece que esa mejora esté consolidada ni que
vaya a ser suficiente para contrarrestar la ofensiva de la derecha, si bien la
polarización que ésta va a desarrollar con su estrategia de la crispación le pueda
ayudar a ganar votos en el centro.
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