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Nuevas elecciones: 20
español@s y un funeral
10.04.2016
Generalizada sensación de fracaso entre los
partidarios del cambio
(Monigotes reponedores de estanterias
de un supermercado que habrían sido despedidos por no cumplir con su trabajo)
El pesimismo, la agria reacción contra los viejos y
nuevos partidos y un odio contenido contra los políticos se palpan en las
reacciones contra la más que previsible repetición electoral el 26 de junio.
Veinte español@s han razonado sobre las consecuencias de este desastre, que
además provoca el gasto de 160 millones de euros en subvenciones que se
reparten entre los partidos políticos y sus dirigentes y que está suscitando
tal oleada de rechazo y desprecio que hace sus consecuencias imprevisibles.
Estas son las opiniones seleccionadas por “Espía en el Congreso” entre
destacados miembros de la sociedad civil española:
(Ignacio Varela)
elconfidencial
Que pase lo menos peor
La
responsabilidad de Sánchez es que ha tenido en su mano las llaves del Gobierno
y, llevado por su ambición personal, se las ha entregado a un partido populista
1. La burla
de la consulta. Imaginen
que una semana antes del Madrid-Barça Florentino Pérez anuncia muy
solemnemente que va a hacer una consulta entre los socios del Real Madrid con
dos preguntas: ¿Desea que el Barça golee al Real Madrid?; ¿prefiere que sea el
Real Madrid quien golee al Barça?”. Obviamente, aclara, si los madridistas
votaran que el Barça golee al Madrid, él y su directiva asumirían
responsabilidades, “ustedes ya me conocen”.
Suena
grotesco, ¿verdad? Ni más ni menos grotesco que la ridícula dupla de
preguntas que se ha sacado de la manga Pablo Iglesias para
guillotinar el simulacro de negociación con el PSOE y Ciudadanos. ¿Prefieres un
Gobierno (odioso) de Rivera y Sánchez o uno (glorioso) con Podemos y sus
confluencias? Haría falta un pucherazo para que no salga un 90% de noes a la
primera pregunta y un 90% de síes a la segunda.
Esta
consulta es tan tramposa como la que se inventó Pedro Sánchez para puentear
a sus barones y obtener un cheque en blanco ante la última fase de la
negociación. Como dice Xavier Vidal-Folch, el referéndum no es
precisamente el instrumento más sublime de la democracia: casi siempre es
maniqueo, ventajista y confundidor sobre lo que se vota. Hacen muy mal los
socialistas en dejarse llevar por ese camino, porque competir en populismo
contra los populistas es como retar a Pau Gasol a un concurso de mates.
Pablo
Iglesias e Íñigo Errejón en la comparecencia del viernes. (EFE)
El viernes
Iglesias repitió su rechazo a lo que llamó “un gobierno de Rivera presidido por
Sánchez”. Le faltó añadir que su alternativa era un Gobierno de Iglesias
presidido por Sánchez. Eso describe con exactitud la dicotomía realmente
existente en la reunión del jueves: o un Gobierno de Rivera o uno de Iglesias,
ambos con Sánchez como presidente de paja. Y el caso es que Pedro
hubiera sido feliz en los dos casos.
2. Al
fin, se han convocado las elecciones. Impostaciones aparte, lo mejor que
nos ha dejado esta semana es que han caído las máscaras y ya podemos dar
por convocadas las elecciones del 26 de junio. Lo malo es que entre la
convocatoria material -que se produjo el viernes- y la legal, que saldrá en el
BOE el 3 de mayo, aún quedan demasiados días de espera estéril.
Durante
estas semanas, todo el esfuerzo que los partidos dediquen a endilgar la culpa a
los otros no solo será inútil, sino que puntuará en su contra. Ya hay
veredicto social: lo que se oye en la calle es que estos inútiles no han sabido
hacer su trabajo, sin distinción. Así que más les vale no hurgar más en
un fracaso del que ninguno va a salir exculpado y dedicarse a buscar razones
buenas y positivas para votarlos de nuevo -que no está ni medio fácil-.
Impostaciones
aparte, lo mejor que nos ha dejado esta semana es que han caído las máscaras y
ya podemos dar por convocadas las elecciones del 26 de junio
Por mucho
que se empeñen algunos, el voto del 26-J no será un reparto de premios y
castigos por la negociación. El partido que comprenda que las elecciones son sobre
el futuro y no sobre el pasado y hable más de “ellos” (los votantes) que de
“nosotros” (los pretendientes) será el que más posibilidades tenga de ser
indultado por este desastre colectivo y de llevarse la parte menor del bofetón
electoral que se está incubando.
3. ¿Cómo
hemos llegado a esto? A mi juicio, el bloqueo político se ha hecho
insoluble por la concurrencia de cuatro circunstancias:
La primera
proviene directamente de las urnas del 20-D. PP y Ciudadanos no sumaron mayoría
y quedó anulada la solución natural de un Gobierno de centro-derecha.
Como la izquierda tampoco sumó lo suficiente, solo quedaron vivas las fórmulas
mixtas, que exigen renuncias ideológicas no compatibles con el espectro de unas
nuevas elecciones. Contrariamente a lo que se pregonaba, el acuerdo se ha ido
alejando a medida que se aproximaba la amenaza electoral.
La segunda
fue la negativa cerril de Pedro Sánchez a siquiera dialogar con el PP.
La consecuencia fue que en plena fragmentación política las dos fuerzas más
numerosas del Parlamento quedaron incomunicadas entre sí, dejando la suerte del
país en las manos de dos partidos emergentes pero menores y carentes de
experiencia de gobierno.
La tercera
ha sido el no menos cerril empeño de Mariano Rajoy en mantener su
candidatura contra viento y marea, aun sabiendo que su figura al frente del
Gobierno es un obstáculo insuperable para todas las demás fuerzas políticas.
Y la cuarta,
la presencia de 19 diputados independentistas (9 de ERC, 8 de la antigua
Convergencia y 2 de Bildu) que están y votan, pero son inservibles para
cualquier mayoría de gobierno.
Si
cualquiera de esas cuatro circunstancias se hubiera dado de forma diferente, el
campo de la negociación se habría abierto. Todas ellas juntas han creado un
tapón impenetrable. Lo irritante es que esos obstáculos ya estaban sobre la
mesa pocos días después de las elecciones y nadie ha hecho nada efectivo
por removerlos. Se prefirió montar una representación teatral que finalmente ha
sido vista por la sociedad como una gran farsa. la frustración y el cabreo del
personal están muy justificados.
La
responsabilidad de Pedro Sánchez. El PSOE tuvo un resultado electoral catastrófico,
pero una carambola aritmética lo situó como partícipe imprescindible de
cualquier fórmula de gobierno. Los análisis desde el 20-D han girado alrededor
del axioma de que todo dependía del PSOE. Sin embargo, eso dejó de ser cierto
muy pronto. Es verdad que inicialmente Sánchez tuvo en sus manos la clave de
los acuerdos: podía elegir socios, modelar una u otra coalición e
inclinar la mayoría resultante en distintas direcciones. Pero desde el momento
en que decidió expulsar al PP de la negociación, perdió ese poder y se lo
entregó a Podemos.
Los
obstáculos ya estaban sobre la mesa después de las elecciones y nadie ha hecho
nada por removerlos. Se prefirió montar una representación teatral
Con el
Partido Popular descartado como interlocutor, ya no era posible formar un
Gobierno que no contara con la aquiescencia de Pablo Iglesias y sus aliados. La
'fórmula 130' (PSOE+C’s) necesitaba la abstención de Podemos; la
'fórmula 161' (PSOE+Podemos+IU), su voto favorable más la abstención
de los independentistas; la 'fórmula 199' que deseaba Sánchez requería
la colaboración de PSOE, C´s y Podemos.
En todos los
casos, Podemos como ingrediente necesario del acuerdo. La
responsabilidad de Pedro Sánchez es que ha tenido en su mano las llaves del
Gobierno de España y, llevado por su ambición personal, se las ha entregado a
un partido populista cuyo compromiso con los fundamentos del sistema (la
Constitución, la economía de mercado, la unidad territorial, la democracia
representativa y la Unión Europea) es problemático -por decirlo suavemente-. Y
encima, lo han plantado en el altar.
La
trayectoria del líder socialista desde el 20-D hasta hoy recuerda el verso de Santa
Teresa de Jesús: “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero que muero
porque no muero”.
Ahora nos
toca a los ciudadanos enmendar tanto desatino. Ya solo queda poner mucho
sentido a nuestro voto y esperar que pase lo menos peor.