jueves, 11 de abril de 2024
La OCDE tiene mucha prisa. [Se puede ser ladrón, ladrón mayúsculo, cínico y criminal. Pero si arrebujan en un tarro de vidrio trasparente, para que se vea que no hay trampa ni cartón, lo ladrón, ladrón mayúsculo, cínico y criminal y se agita en el sentido contrario a las agujas de un reloj (o sea, a la izquierda, que esto es muy importante), se obtendrá el retrato de la situación actual, esto es: al modo de producción capitalista dando sus últimas boqueadas históricas antes de desaparecer, que de 2008 a esta parte no puede mantenerse con vida más que con el robo, el cinismo y el crimen, y el que no vea es que no tiene ojos; el que no huela es que no tiene nariz; el que no oiga es que no tienen nariz, y el que no se qué, patatín patatán. Cambiar esta situación es cosa de los trabajadores, pero antes tiene que sonar el despertador y sacarnos de lo modorra modorreta modorrona en la que estamos, como si la cosa fuera con el vecino y no con nosotros. Sin embargo, esto ya es otra cosa]
Por enésima vez, la
burocracia de Bruselas advierte sobre la “necesaria” reforma de nuestro sistema
de pensiones. Por enésima vez, se demuestra que es un sistema sano. Por enésima
intentan recortar las pensiones. Por enésima vez lo impediremos.
La OCDE tiene mucha prisa
El Viejo Topo
11 abril, 2024
por Eduardo Luque y Pilar Carrera
La OCDE tiene
mucha prisa. Los grandes fondos de inversión como BlackRock o Vanguard están
preocupados y ansiosos por el desarrollo de la guerra en Ucrania. Las
inversiones occidentales realizadas en este conflicto corren riesgo.
Necesitado de
armas y dinero, Zelensky privatizó los recursos naturales (infraestructura
industrial y energética, tierras de cultivo, agua y minerales, …) y los cedió a
fondos privados. Por eso, tras la creación del Fondo de Desarrollo de Ucrania
(UDF) en mayo de 2023, BlackRock es de “facto” el dueño de ese país. Son estos
fondos privados, auténticos grupos de poder, los que se ocultan tras la cortina
de la guerra. Son ellos los que exigen resistir hasta el último ucraniano vivo.
El ejército
ruso en su avance está cuestionando estos planes. Putin está potenciando el
desarrollo de grupos económicos con orientación nacionalista. Con la ayuda
inestimable de los capitalistas europeos, que consiguieron bloquear los activos
de los oligarcas que vivían en Occidente, ha conseguido desembarazarse de la
oligarquía más parasitaria y más prooccidental que vivía cómodamente entre la
City de Londres y la Costa Azul.
Bajo control
del Kremlin, los grupos capitalistas autóctonos han adquirido las empresas
occidentales nacionalizadas, por valor de unos 10.000 millones de euros; también
se les ha prometido participar en la reconstrucción de Ucrania. Además,
empresas estatales y no estatales chinas invertirán en nuevos proyectos de
restauración, como la acería de la devastada Mariúpol. El avance de las fuerzas
rusas y el consecuente retroceso del ejército ucraniano hacen peligrar las
inversiones occidentales, que se pueden convertir, si no gana la guerra, en un
fiasco. Por eso la OCDE, que es la voz de esos grupos de poder, tiene tanta
prisa.
Este organismo internacional sigue viendo en la posibilidad de privatizar todos los servicios públicos, y especialmente las pensiones, una posible solución al fracaso de sus inversiones en Kiev. Por ello redobla la apuesta forzando a la UE a legislar también contra el agro europeo, para que los fondos compren la tierra a bajo precio. Está encontrando una dura resistencia. Hace mucho tiempo que fijaron sus ojos en las pensiones públicas de los países europeos. Recordemos el PEEPP (Plan Pan Europeo de Pensiones privadas) aprobado por el europarlamento el 29 de junio del 2017. El proceso de privatización que se pretendía más lento, se está acelerando a raíz del fracaso económico en la guerra ucraniana. Para que tengamos una idea: con datos del 2020, a nivel europeo el negocio de las pensiones públicas europeas era de dos billones (con B); solamente en nuestro país las pensiones contributivas representan unos 120.000 millones de euros anuales. Es una tarta muy golosa.
Ilustración 1 El gráfico muestra las cantidades extraídas de la hucha de
las pensiones.
La propuesta de
privatizar las pensiones en nuestro país no nace de la racionalidad económica.
Ni hay crisis actualmente ni se prevé en el futuro. El sistema de reparto
vigente se ha demostrado mucho más sólido y eficaz que los sistemas de
capitalización que ha introducido el gobierno “progresista”. La reforma de las
pensiones “Escrivá” fue una decisión política impuesta por los organismos
internacionales del capital transnacional. Si tras las reformas hubiera
un análisis económico científico, éste nos indicaría que se debería aguardar y
ver el resultado de las reformas introducidas, su viabilidad y sus
consecuencias. Nada de eso: la OCDE y sus plumíferos en la prensa vuelven a la
carga. Aún no se han aplicado las reformas anteriores y ya nos advierten de
nuevos desastres. Curiosamente la propia OCDE manifestó en su momento que las
normas introducidas resolverían el “problema de las pensiones” para siempre o
casi. No ha pasado ni medio año y volvemos con la misma cantinela.
La Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos se ha lanzado en tromba. Ha
iniciado una nueva campaña publicitaria, marcada por la urgencia y la insistencia.
A ella, se han unido los sospechosos habituales (la AIREF, el gobernador
del Banco de España, los analistas a sueldo de los fondos privados…) Aunque sus
errores de análisis y sus falsas predicciones son clamorosas vuelven a
insistir: contra toda evidencia, hablan de la inviabilidad del sistema público
de pensiones español; el mismo que han validado hace bien poco. Como
hemos dicho, detrás de esta insistencia se percibe la influencia de poderosos
fondos de inversión que, bajo el disfraz de una objetividad científica y una
lógica matemática, buscan infundir un temor calculado para justificar la
privatización. Como bien sabemos, los fondos de inversión se caracterizan por
una búsqueda de rentabilidad inmediata, si es necesario a expensas de la
estabilidad financiera. Son cortoplacistas.
Al enfocar su
atención en España, la OCDE señala el estado precario de la «hucha de las
pensiones», oficialmente Fondo de Reserva de las pensiones públicas. Este fondo
para las pensiones fue creado en 1997 a instancias del Pacto de Toledo y debía
usarse para acumular el exceso de caja, como una hucha financiera. Pero la OCDE
parece olvidar que fue Mariano Rajoy el responsable de vaciar la caja y que lo
hizo con el beneplácito de ese mismo organismo y de otras instituciones internacionales.
Del 2011 al 2018 se extrajeron cerca de 70.000 millones de euros, un detalle
que pasó desapercibido para este organismo. Por otra parte, el FMI, en aquel
entonces gobernado por Cristina Lagarde, postulaba la necesidad de un
“corralito financiero” como el que se aplicó en Chipre en 2013 y en Grecia en
2015: fueron ensayos “con todo”. Una de las consecuencias fue la rebaja de las
pensiones griegas en más de un 20%.
Aún se discute
si la existencia de ese Fondo de Reserva fue lo que le permitió al gobierno
Rajoy evitar el corralito y la consiguiente respuesta popular. Siguiendo esa
línea de pensamiento ya podemos adelantar que tras los informes de la OCDE, el
Fondo Monetario Internacional también nos advertirá de que se acerca el “final
de los tiempos” si no rebajamos aún más las pensiones.
Todos estos
organismos propician la política del miedo. El informe “Pensions at a Glance 2023”, hecho
público por la OCDE, indica que el fondo de reserva estaba exangüe, con
unos 2.500 millones de euros de reserva; hasta en eso se equivocan: las últimas
reformas han comenzado a rellenarlo y ahora se calcula que tiene
alrededor de 5,000 millones de €. La actual ministra de la S/S anuncia que,
para el final de la legislatura, la cantidad acumulada superará los 25.000
millones, con la obligación de incrementarlo y la imposibilidad legal de
retirar cantidad alguna hasta el año 2032. Pero la patronal, a pesar del enorme
incremento de los beneficios empresariales, predice que se perderán 190,000
puestos de trabajo si se vuelve a rellenar esa hucha en vez de destinar ese
dinero a abaratar más el despido o subvencionar empresas.
En realidad, aunque parece que discrepan, todos (ejecutivo, organismos internacionales y empresariado) se ponen de acuerdo en una cosa: calificar a las pensiones como “costo” mientras, por ejemplo, se refieren al gasto militar como “inversiones en defensa”. Nos exigen que reduzcamos nuestras pensiones y coticemos más años para equilibrar las cuentas, pero nunca se ordena a los militares que se rebajen el sueldo y paguen de su bolsillo la gasolina de los cacharros que manejan o el costo del armamento. Tampoco nadie pide cuentas a la casa real cuando los contribuyentes pagamos, a escote, sus caprichos, sus lugares de recreo o sus vacaciones, como en su día llegó a decir la reina emérita. Menudo desliz.
Ilustración 2. Línea azul proyección de incremento del monto de las
pensiones según la OCDE (nótese la regularidad). Línea roja variación real.
Nótese que las reformas de Escrivá pretenden bajar el peso de las pensiones
acercándolas al estado “irreal” de los datos de la OCDE.
Pero la
Comisión Europea, que también impulsó las actuales reformas, da otra vuelta de
tuerca y en su último informe sobre España alerta (de momento no lo exigen
aunque todo se andará) de que “volver a vincular las pensiones a la
inflación plantea riesgos adicionales de sostenibilidad fiscal para el futuro”
y sibilinamente amenazan con suspender el cuarto pago de fondos de la Next
Generation, condicionado a una reforma de las pensiones, ligado a un proceso de
privatización. Está claro que será necesario pelear por cada décima de aumento
que consigamos para nuestras pensiones.
Por otro lado
la OCDE insiste que España es el segundo país de la OCDE más generoso con los
pensionistas, dado que la tasa de reposición bruta es del 80,4%. Que se lo
pregunten a ese 38,9% de jubilados de la Comunidad Valenciana cuya pensión está
por debajo del umbral de pobreza o al 53,1% de las jubiladas que están en el
mismo caso. La tasa de reposición mide la diferencia entre el último sueldo
recibido como trabajador y la primera pensión cobrada como jubilado, un
guarismo que mide la pérdida de poder adquisitivo en la pensión que sufren los
jubilados, 19,6% en nuestro país. Con toda la intención, olvidan de que
hablamos de uno de los sueldos más bajos de toda la UE. Tenemos que señalar
algo que, evidentemente, jamás se mencionará: que ha sido el movimiento
pensionista, con sus movilizaciones y la presión sostenida durante estos años,
quien ha limitado las políticas más dañinas contra los actuales y los futuros
pensionistas. Eso ha permitido que esa tasa de reposición sea de las más altas
de la OCDE pasando de la séptima posición en 2021 a la segunda en 2023.
Nuevamente nos
vuelve a amenazar la OCDE y nos recuerda que el gasto en pensiones
representa el 12% del Producto Interior Bruto (PIB). Curiosamente olvidaron
decir que las proyecciones realizadas hace tres años situaban el costo de las
pensiones en un 15% del PIB, 3 puntos por encima de lo real, y ¡encima
pretenden que nos creamos sus predicciones! Además, no se tiene en cuenta para
nada el previsible incremento de la riqueza ni tampoco la extraña anormalidad
de unas gráficas que no previeron los incrementos ni decrecimientos reales. Los
datos de la OCDE se ajustan casi milimétricamente a sus deseos más que a
cálculos objetivos.
Las
proyecciones han fracasado tantas veces que ahora para proporcionar excusas a
los nuevos recortes que pretenden, utilizan las proyecciones del año 2035 y
2045 y prevén el gran Armagedón de las pensiones en los albores del 2082.
Cuando haya según sus previsiones 88 jubilados por cada 100 trabajadores.
Si el cuervo es
el animal de la mala suerte, para las pensiones públicas son los augurios
siempre cambiantes de la AIReF, el Banco de España, Fedea, el FMI… Todos ellos
actúan de forma coordinada en esta campaña del miedo que dentro de poco estará
también en boca de políticos y de esos tertulianos que lo mismo hablan de
pensiones que de geopolítica o del dolor de pies. Decía el poeta alemán Bertolt
Brecht: ¿Qué tiempos son estos en los que tenemos que defender lo obvio?