renta básica universal e incondicional. Entrevista
a Daniel Raventós / Sin Permiso
Sin Permiso
30.08.2020
Daniel Raventós
Fuente: Sin
Permiso. // Daniel Raventós (Barcelona, 1958) es editor de Sin
Permiso. Además, forma parte de la Red Renta
Básica y del consejo científico de ATTAC. También es profesor titular del
departamento de Sociología de la Facultad de Economía y Empresa de la
Universidad de Barcelona, y miembro del grupo de investigación en Ética
Económico-social y Epistemología de las Ciencias Sociales (GREECS).
Defensor de
la renta básica universal e incondicional, se ha mostrado muy crítico durante
estos meses con el Ingreso Mínimo Vital aprobado por el Gobierno. En un reciente artículo, junto con
otros compañeros de Sin Permiso, criticaban el poco alcance que
está teniendo la medida meses después de su implementación. También habló de
ello en la Comisión de Reconstrucción Económica y Social del
Congreso en el mes de junio. En esta entrevista, realizada por Sato Díaz para Cuartopoder, profundiza
sobre ello.
– ¿Cómo
valora la situación económica en el Estado español de cara al nuevo curso
político? ¿Qué explicación da a que los datos macroeconómicos sean peores en el
Estado español que en buena parte de los países del entorno?
– La
situación para la mayoría de la población no rica es devastadora. Debe
recordarse una vez más que esta “nueva normalidad” se da no a partir de una
situación parecida a la que empezó la crisis de 2008 sino precisamente cuando
la mayor parte de la población no rica ya había sido castigada por las medidas
de austeridad impuestas por la gran mayoría de gobiernos del mundo. En el reino
de España, durante la crisis que se inició en 2008, los ricos sacaron réditos
gracias a las políticas económicas de los Gobiernos de turno, en este período
del PSOE y del PP. Entre 2007 y 2017, antes de la pandemia de covid-19, el 1%
de los más ricos en el reino de España incrementó su riqueza un 24% mientras
que el 90% solamente lo hizo un 2%, según el relator de la ONU Philip Alston.
Y, durante la pandemia, viento en popa. El patrimonio de los 23 más ricos del
reino de España había crecido entre marzo y mayo pese a la emergencia sanitaria.
La mayor parte de la población no puede decir lo mismo.
La economía
española tiene unas debilidades estructurales conocidas, como son la
especialización productiva y una dependencia de sectores muy volátiles, un
sector público reducido y unos niveles de pobreza, de desigualdad y de
precariedad laboral desproporcionados para una economía considerada rica. La
desigualdad es particularmente elevada. El índice de Gini es de los más
desigualitarios de la Unión Europea. Las políticas económicas de los gobiernos
de los últimos lustros han posibilitado que eso sea posible. A veces se habla y
se escribe como si la política económica de los Gobiernos fuera algo así como
mero acompañante de la economía sin más. No, los Gobiernos pueden hacer mucho
según la política económica que hagan. Y han optado. Ahora con los Presupuestos
Generales tendremos más evidencia sobre lo que se propone este gobierno de
coalición.
– La
desigualdad y la pobreza se muestran como los problemas más graves en el corto
y medio plazo. El Ingreso Mínimo Vital, una de las medidas de las que más
orgulloso se mostraba el Gobierno de coalición, no está llegando al umbral de
población que se esperaba. No se han resuelto ni un 5% de las solicitudes
presentadas, de las cuales, solo algo más del 12% han sido calificadas
de favorables. ¿Qué valoración hace hoy en día de la medida?
– Nadie
puede hacer una valoración remotamente positiva, ni el más fanático defensor
del Ingreso Mínimo Vital. A no ser que tenga algunos problemas, digamos, de
apreciación de la realidad extremadamente graves. Los datos que conocemos a día
de hoy son literalmente catastróficos. Para sus defensores, solamente les queda
pedir tiempo. Es de una irresponsabilidad asquerosa. Ante una situación
extraordinaria, (fue un ministro del actual Gobierno que ya hace semanas lo
dijo de forma muy gráfica: “un mundo se ha acabado”), expertos (por decir algo)
y burócratas siguen recetando medidas tradicionales. Alegan que no hay medidas
tipo Ingreso Mínimo Vital que muestren sus virtudes hasta que no se van
solucionando los problemas técnicos. ¿Te imaginas? ¡Qué grado de insensatez
autosatisfecha!
Con más de
10 millones de pobres cuando acabó el año 2019, lo que significa que ahora hay
más con la pandemia, están todavía proponiendo medidas ya insuficientes en
situaciones menos extraordinarias. En una entrevista de hace pocas semanas,
Juan José Millás lo decía muy gráficamente: “El paro estructural va a crecer
una barbaridad, de manera que el Ingreso Mínimo Vital, que lo han vendido como
un gran avance, ya es viejo. La única solución real para el mundo que viene es
la renta básica universal, porque va a haber un ejército de gente que no va a
trabajar en su vida, o sea, que va a nacer y a morir sin saber qué es ganarse
la vida”.
Lo de la
subcontratación para los trámites del Ingreso Mínimo Vital a Tragsatec, filial
de Tragsa, pronto saltará a la prensa por lo que cobra y por cómo trata a sus
trabajadores y trabajadoras. Porque ya ha habido denuncias. Y cuando salten
números, condiciones y otras tenebrosas informaciones, espero que algunos de
los defensores de Ingreso Mínimo Vital tengan algo de vergüenza. O no, porque
hay quien justifica cualquier cosa. Resulta espectacular observar como los
defensores del Ingreso Mínimo Vital, cuando son contrastados ante los hechos
del desastre del mismo, solamente saben decir que los críticos insultamos.
Ellos pueden decir que los críticos somos ultraizquierdistas, dogmáticos,
esencialistas… eso no debe ser insultar, debe ser un halago. En fin, la
estupidez es peor que la maldad, como ya hace años dijo Cipolla.
– El IMV
generó muchas expectativas cuando se presentó, sobre todo en los sectores más
pobres de la sociedad. ¿Qué puede suponer que la ayuda no llegue en un momento
de emergencia social como el actual?
–
Simplemente un crimen político. De esos que no se persiguen. Que ante más de 10
millones de personas que están por debajo del umbral de la pobreza, y sabiendo
que las perspectivas de cualquier organismo económico auguran una situación
peor en los próximos meses, un Gobierno que algunos han llamado sin la menor
vergüenza el “Gobierno más progresista de la historia” solamente ofrezca la
miseria del Ingreso Mínimo Vital que, en caso de funcionar bien, ya deja al 80%
de pobres fuera del programa… ¿Qué se puede decir, que demos tiempo? ¿Que hay
que ser realistas? Y eso se dice desde alguna izquierda o desde algún quídam de
su órbita.
Cuando
escucho o leo eso del realismo es inevitable que me venga una y otra vez las
palabras del que fue mi maestro y amigo, Antoni Domènech, cuando decía: “Una
izquierda no filistea, es decir, una izquierda que quiera ser realista, sensata
y radical a la vez tiene hoy que aspirar a desarrollar políticas que sean más
ambiciosas en el medio y en el largo plazo y, a la vez, más adaptadas a las
presentes circunstancias. De otro de mis maestros, Manuel Sacristán, aprendí la
inolvidable lección de que, en la política como en la vida cotidiana, contra
toda apariencia filistea, quien no sabe ser suficientemente radical, acaba
siempre en la penosa insensatez del hiperrealismo mequetréfico.» Hay mucho
mequetrefe hiperrealista, para qué nos vamos a engañar.
– Un
desencanto de los sectores populares con las políticas de un Gobierno
progresista puede ser el caldo de cultivo perfecto para la ultraderecha.
– Efectivamente.
Llevo, junto con otros compañeros y compañeras de Sin Permiso,
insistiendo en esta importante cuestión que dices durante mucho tiempo. La
extrema derecha y la derecha extrema quieren gobernar, quieren echar al
Gobierno de coalición. Eso ya se sabe desde el primer día. El Gobierno y los
respectivos partidos que lo componen ya lo saben. Que los echen fuera también
depende de lo que hagan ellos, de lo que haga el gobierno.
Si la
política del Gobierno no está destinada a favorecer de forma clara y decidida a
la inmensa mayoría de la población no rica, van dejando más posibilidades a la
derecha, que en el reino de España, con alguna excepción interesante, es
mayoritariamente extrema.
Hace pocos
días escribía un artículo en el que comentaba que el
Gobierno tiene dos caminos: o plegarse a los intereses de la patronal y la
poderosa derecha económica, o hacer política económica en beneficio de la
población no rica. Si opta por razones de “realismo” y “mal menor” por la
primera alternativa, este Gobierno tiene los meses contados. Si opta por la
segunda, puede ampliar su base social y mantenerse con los apoyos que le dieron
la posibilidad de gobernar. El Gobierno hasta el presente está optando por la
primera alternativa.
El impuesto
a las grandes fortunas ha desaparecido del horizonte, la derogación de la
contrarreforma laboral del PP está en el congelador y de la propuesta del
Ingreso Mínimo Vital ya hemos hablado. Mucho me temo, viendo lo que están
haciendo (entre lo cual destaca el vasallaje de bufón cascabelero que brinda a
esta monarquía corrupta. Porque ¿cuándo se tendrán condiciones con tanto aval
democrático y popular para defender un referéndum para que la ciudadanía pueda
elegir entre monarquía y república?) que el camino elegido es el segundo.
“Rescatar a
la gente”, “no dejar a nadie atrás” quiere decir precisamente eso: apostar por
la mayoría de la población. Algo que resulta ajeno a aquellos que consideran
que la política es solo el arte de lo posible, entendiendo por “lo posible”
aquello que no molesta, ni perturba el normal funcionamiento de los grandes
poderes privados ni a los poderes del Estado plagado de franquistas. Y este
Gobierno y sus asesores parecen haber apostado sin fisuras por no perturbar a
los grandes poderes privados ni franquistas. ¿Dónde ha quedado el impuesto a
las grandes fortunas? ¿Dónde la depuración de franquistas?
– Usted
propone, como solución, la renta básica universal e incondicional. Pero, ¿Es
factible hoy en día con el estado de las cuentas que estamos conociendo?
– Es
factible. Junto con Jordi Arcarons y Lluís Torrens lo estamos explicando
pacientemente desde hace años. Hacemos variaciones cuando disponemos de nuevos
datos y nuevas posibilidades técnicas de cruce de datos. Y aportamos los
estudios de forma gratuita y pública. Nadie financia estos estudios, no se
hacen ni desde un grupo de investigación que recibe fondos públicos. Puede
acceder a ellos cualquier persona interesada, están en la web de la Red Renta
Básica, entre otros lugares. Nadie nos ha mostrado posibles errores, que a buen
seguro debe haber, pero no nos los han señalado. Seré más preciso: hemos
recibido comentarios del servicio de estudios del BBVA, pero que tenía errores
que hemos contestado con precisión. Sus comentarios
salieron en casi toda la prensa, nuestra contestación en casi ninguna parte.
Recuerdo que era nuestro propio estudio el que se criticaba, con lo que esperar
un simple derecho a defenderlo no era tampoco pedir mucho. Todo normal. Así
vamos.
Pero lo que
sí quiero dejar claro es que es perfectamente posible financiar una renta
básica universal e incondicional. Otra cosa es que quiera hacerse y
evidentemente este Gobierno apuesta por la condicionalidad más rigurosa y por
la focalización más extrema. El Ingreso Mínimo Vital es la concreción de lo que
digo. Karl Widerquist, una de las caras más conocidas de la Basic Income Earth
Network de la cual la Red Renta Básica es sección
oficial desde el año 2002, hace poco escribió algo que me parece muy bien dicho
y en pocas palabras. Tenemos dos opciones, dijo Karl: o una renta básica que
acabe con la pobreza o mantener la pobreza con programas condicionados. El
Gobierno español y sus asesores han optado por la segunda.
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