lunes, 4 de diciembre de 2023

Julián Grimau

 

«Me llamo Julián Grimau García. Soy miembro del Partido Comunista en España y me encuentro en España cumpliendo una misión de mi Partido». Eso fue todo lo que sus interrogadores pudieron sacarle, tras atroces torturas. Su fusilamiento conmovió al mundo.


Julián Grimau


Francisco Erice

El Viejo Topo

4 diciembre, 2023 

 


JULIÁN GRIMAU, UN CRIMEN DE ESTADO CONTRA LA RECONCILIACIÓN NACIONAL

Sucedió en la madrugada del 20 de abril de 1963, hace ahora sesenta años. En un campo de tiro en Carabanchel, con rasgos propios de un ritual de los viejos tiempos (incluyendo los faros de tres vehículos iluminando en semicírculo el macabro escenario), caía abatido por los disparos de un pelotón de fusilamiento Julián Grimau García, justamente calificado como «el último muerto en España de la guerra civil». Grimau, según el testimonio de su defensor militar, el joven, honesto y pundonoroso capitán Alejandro Rebollo, murió dignamente, con la serenidad que era propia de su carácter, sin gritos ni aspavientos y sin dejar que le vendaran los ojos. Acababa de cumplir 52 años y acumulaba ya una larga trayectoria de servicios al que era su partido desde octubre de 1936, el PCE; primero como exiliado en Latinoamérica y, desde 1947, en Francia, donde había ido implicándose de manera cada vez más intensa en los trabajos de contacto con el interior.

Desde 1957 combinaba estar tareas desde el país vecino con estancias clandestinas en España, donde el partido necesitaba el apoyo de cuadros para su rápida reconstrucción. Grimau, al que quienes lo conocieron califican como hombre con alto sentido del deber y la lealtad, se negaba obstinadamente a ser, como él decía, un «capitán Araña» que expusiera a los mayores riesgos a sus colaboradores mientras él se preservaba de la represión en una cómoda retaguardia[1]. En sus estancias frecuentes, más o menos prolongadas, en España, según el libro-ajuste de cuentas de Jorge Semprún con su antiguo partido, Grimau pecaba de cualquier cosa menos de precavido. Incluso recibía, por ello, reproches del mismo Semprún, muy ducho en temas de clandestinidad, crítico con su arriesgado hiper-activismo; censuras que Grimau solía responder con una sonrisa a modo de disculpa[2].

EL CONTEXTO DEL PROCESO

Grimau era, en cierto modo, la primera pieza de importancia que se cobraba el régimen tras muchos meses cargados de sinsabores. Primero habían sido las huelgas asturianas de la primavera de 1962, auténtico parteaguas de la oposición al franquismo, que habían generado un movimiento de solidaridad en toda España y que habían mostrado el insólito espectáculo de todo un ministro acudiendo al escenario de los hechos y negociando con la representación legítima, pero no legal, de los trabajadores. Luego, en junio, en la estela de estos acontecimientos, tuvo lugar lo que el régimen denominó «Contubernio de Munich», reunión auspiciada por el Movimiento Europeo, en la que 118 representantes de la oposición no comunista en el exilio y el interior condenaban la dictadura y reivindicaban libertades democráticas para España[3]. Por si esto fuera poco, a final de año, la Comisión Internacional de Juristas de Ginebra, un organismo que distaba mucho de ser radical e incluso había sido utilizado por Occidente como ariete contra países del bloque soviético, publicaba su informe crítico El imperio de la ley en España.

Cada uno de estos acontecimientos, y en especial la suma de todos ellos y algunos más, provocaban un enorme daño a la imagen internacional del régimen, en un momento en que este intentaba integrarse de alguna manera en el proceso de unificación europeo, cuyos requisitos políticos básicos, más allá de lo económico, distaba mucho de poder cumplir.

En sentido más amplio, por tanto, el contexto de los hechos debe entenderse en una doble dimensión: la readaptación político-económica del régimen a nuevos tiempos y escenarios, y la emergencia creciente de la oposición obrera y popular. En el primero de estos órdenes de cosas, el salto que para el régimen supuso el Plan de Estabilización y los comienzo del desarrollismo implicaba, como señalamos, una apertura de la economía española y un acercamiento a los países de Europa occidental, que vivían entonces las primeras etapas de la construcción el Mercado Común; aproximación que el obstáculo político de un régimen superviviente de la derrota de los fascismos hacía difícil vender a sus propias opiniones internas, incluso por parte de gobiernos conservadores, más o menos copartícipes con el de España de la geopolítica de la guerra fría y las lógicas del capitalismo transnacionalizado. Ello no impedía la profundización de las relaciones comerciales y un sistema de discretas complicidades que pueden ilustrarse por ejemplo, con la coincidencia de la vista del ministro de Hacienda francés Giscard d’Estaing a España coincidiendo con la ejecución de Grimau; el político francés tuvo, entonces, que reducir su agenda y fue compensado con una condecoración que, al pretender su beneficiario exhibir ingenua y orgullosamente, tuvo de ser verbalmente repudiada por el general De Gaulle, nada enemigo, por cierto, de esta cruda y sutil política de intereses. España podía ser un amigo con objetivos económicos y geopolíticos compartidos, pero era una amistad poco presentable ante la opinión pública de países donde las fuerzas políticas cuyos grupos homólogos en España eran sometidos a cárcel, represión y como mínimo la ilegalidad, formaban parte de gobiernos y parlamentos o, al menos, de un reconocimiento legal derivado, entre otras cosas, de su activo papel en la resistencia antifascista[4].


Pero incluso semejantes esfuerzos de normalización, por muy discretos y parciales que fueran, requerían algunos cambios, cosméticos en lo esencial, pero no irrelevantes en lo que atañe al funcionamiento institucional, o incluso en las fisuras que eventualmente podían introducir en el sistema y por el que siempre podían infiltrarse los enemigos de la «verdadera España», la del 18 de Julio. El franquismo necesitaba ante todo mejorar su imagen, construir la apariencia de un «Estado de derecho» adaptado, eso sí, a las peculiaridades y tradiciones españolas. En 1958, la operación neo-falangista de volver a las esencias del pasado era abortada con la Ley de Principios del Movimiento Nacional, fuertemente apoyada por los católico-franquistas (incluida la cúpula episcopal). La norma legal ya no hablaba de «partido único», pero reafirmaba el confesionalismo del régimen y asumía como horizonte de futuro una «Monarquía tradicional, católica, social y representativa», con un sistema de participación no basado en los principios del individualismo liberal, sino en una «democracia orgánica» sustentada en las entidades naturales (familia, municipio y sindicato). España exhibía ante el mundo, en palabras del propio Caudillo, un sistema de «derechos humanos y de libertades» que los tribunales hacían cumplir, aunque siempre compatibles con el orden y la autoridad y, ante todo, impregnadas de un fuerte sentido cristiano. A partir de estos momentos, sin dejar de hablar ocasionalmente o recurrir cuando era preciso a la legitimidad de origen (la victoria en la guerra civil), la dictadura franquista prefería enfatizar cada vez más la legitimidad de ejercicio (haber logrado la paz y –desde los años sesenta– el desarrollo económico).

Estas adaptaciones obligadas de un régimen que siempre supo «cambiar para que todo siguiera igual», y que le proporcionaron varios lustros más de supervivencia e incluso la posibilidad de ir incrementando su base social de apoyo en determinados sectores, se extendieron también a otros campos, como el laboral, en el que la necesaria flexibilización económica requería la válvula de escape y el mecanismo de la negociación colectiva; aunque limitada y llena de cortapisas y sustentada, claro está, en los mecanismos seudo-representativos del Sindicato Vertical. E incluso, de manera más tortuosa y contradictoria, estimularon la modificación de los mecanismos represivos que conduciría a la creación del Tribunal de Orden Público, precisamente tras la ejecución de Grimau; jurisdicción especial al fin y al cabo, pero de carácter civil, ya que sustraía a la mayor parte de los presos políticos de los consejos de guerra y permitía al menos algunos recursos de defensa con la participación de defensores civiles, que el combativo grupo de abogados del PCE sabría aprovechar en los años siguientes para abrir un nuevo frente de lucha contra la dictadura[5].

Sin embargo, quien contribuía decisivamente a desmontar esta imagen amable del régimen, que el nuevo y dinámico ministro de Información y Turismo Manuel Fraga se encargó particularmente de construir y difundir, fue la oposición política y social, particularmente la desarrollada en el interior, pero con resonancias exteriores que proyectaban su lucha y recababan acciones de solidaridad en todo el mundo. En ella, al menos desde mediados de los años cincuenta, el papel más activo y hegemónico (aunque no único) lo desempeñó el PCE. La Política de Reconciliación Nacional, formulada en finalmente en 1956, situó a los comunistas, en los años siguientes, en el centro de la lucha antifranquista. El trasfondo de la misma era una propuesta de alianzas para aislar al régimen que permitiera superar la línea divisoria de las fuerzas y sectores enfrentados en la guerra civil; por ejemplo, y ante todo, aproximándose al mundo católico, en cuyo seno había ido creciendo una nueva generación militante que abominaba del nacionalcatolicismo y hacía acto de presencia, codo con codo con otros luchadores antifranquistas, en huelgas y movilizaciones. A la vez, y con una alternativa de vía pacífica para alcanzar la democracia mediante un amplio pacto político y social que permitiera la ruptura con el régimen, situaba la oposición al franquismo en los terrenos en que este resultaba más vulnerable: no en la conspiración cerrada y claustrofóbica de las vanguardias, sino en el impulso de la movilización de masas, amplia, lo más abierta posible y unitaria; no en las acciones violentas, donde la dictadura siempre llevaba las de ganar, sino en una propuesta de transición sin una nueva guerra o algo que se le pareciera, y con la que pudieran sentirse identificados sectores cada vez más amplios de la sociedad española. Todo ello se envolvía con una retórica humanista de superación de las trincheras de la guerra y de compromiso de resolución pacífica de los problemas del país capaz de despertar amplias adhesiones[6].

Es cierto que la idea de la Reconciliación Nacional se caracterizaba por una notable vaguedad y una no menos apreciable ambigüedad, y que dio lugar a plasmaciones muy diversas, en la propuesta y la acción práctica, que complejizan y matizan su alcance y limitaciones. Por ejemplo, con su «recuperación» y utilización al servicio de la política de consenso en la Transición, cuestión que no es este el momento y el lugar para discutir. Pero su formulación y puesta en práctica desde 1956, pese a algunos errores tácticos y algunos sesgos excesivamente optimistas en cuanto a las expectativas de cambio del régimen, propició un despliegue de la política del PCE que acabó por convertirlo en el partido antifranquista por antonomasia. El VI Congreso (Navidad de 1959) ratificó esta política y diseñó una propuesta de asalto a la dictadura que mostraría luego sus insuficiencias, pero que colocaba la movilización social (hipotéticamente conducente a la huelga general y la huelga nacional política) y la unidad como bases de acción antifranquista. El partido se fue implantando, de manera desigual y pese a la persistencia de una dura represión, pero sobre todo se desarrolló la movilización obrera (Oposición Sindical, comisiones de obreros que aún no lograban estabilizarse) y estudiantil (creación de la Federación Democrática de Estudiantes -FUDE-), que fue luego extendiéndose a otros sectores campesinos, ciudadanos, intelectuales, culturales o profesionales hasta configurar, desde finales de los años sesenta, una poderosa red de plataformas, entidades y núcleos y formas de acción militantes que iba progresivamente abriendo espacios de libertad, cercando al régimen y amenazando su continuidad tras la muerte del dictador[7].

Las huelgas de 1962 no pueden entenderse sin este contexto, en el que confluían las contradicciones sociales generadas por el desarrollismo con los cambios de expectativas en amplios sectores de la sociedad española (y no sólo en la clase obrera) y con la progresiva articulación y capacidad de acción mostrada por la oposición al régimen, particularmente la de los comunistas. No eran, por tanto, una especie de tempestad en un cielo sereno, sino el fruto de un lento, desigual y contradictorio proceso de acumulación de fuerzas. Lo más sorprendente fue, sin embargo, su intensidad y su extensión desde las cuencas mineras asturianas al resto del país, donde las muestras de apoyo y solidaridad, con diversos niveles de implicación, se manifestaron como nunca antes, desde la guerra civil, había sucedido. Los gritos de «Asturias sí, Franco no» recorrieron España, haciendo pensar a los más duros de entre los vencedores de la guerra, que el enemigo que creían definitivamente derrotado volvía a levantar peligrosamente la cabeza. Porque la dictadura podía mostrar muchos signos aparentes de moderación y cambio, pero mantenía incólumes y activos –y así sucedería hasta el final– sus dispositivos y aparatos represivos.

Los sucesos asturianos permitieron presenciar el espectáculo insólito de todo un ministro desplazándose a Asturias y negociando con los representantes legítimos, pero no legales, de los trabajadores, que arrancaron además importantes concesiones. Por eso la «debilidad» que, a juicio de los sectores más duros del régimen, se había mostrado entonces, no debía volver a repetirse. De ahí, entre otras cosas, que el trato dispensado a algunos de los asistentes al coloquio de Munich (deportaciones y algunas otras medidas intimidatorias) distara de las tradicionales amonestaciones o advertencias aplicadas a opositores inocuos en cuanto a su peligrosidad en la oposición interior, pero que enturbiaban la imagen de la dictadura ante los poderes europeos a los que esta pretendía aproximarse. Cuando en el mes de agosto se produjera un nuevo rebrote en las cuencas mineras de Asturias, la represión se aplicó ya sin cortapisas ni comedimientos, como solía hacerse cuando los rebeldes eran obreros y no «notables», profesionales o personajes más o menos públicos: 126 trabajadores (mineros casi todos y militantes o simpatizantes comunistas en su mayor parte) fueron deportados, centenares de ellos despedidos, y el movimiento quedó descabezado durante algún tiempo.

Cuando, en el mes de diciembre, la Comisión Internacional de Juristas de Ginebra presentaba su demoledor informe de menos de un centenar de páginas, la reacción del régimen volvía a mostrarse furibunda. No sólo se prohibió, obviamente, su difusión en España, sino que se movilizó al cuerpo diplomático para que saliera, en tromba, a defender el honor mancillado del régimen español, y el ministro de Justicia (Iturmendi) y el de Información y Turismo (Fraga) convocaron una rueda de prensa denunciando las «calumnias comunistas y filocomunistas». Iturmendi negó que en España hubiera presos políticos (solo delincuentes subversivos), y Fraga destacó por su virulencia habitual, arremetiendo contra Marcos Ana, afortunadamente fuera del alcance de sus garras, al que calificó de «auténtico asesino»; y, de manera parecida, proyectó sus diatribas contra Ramón Ormazábal y Julián Grimau, cuando este último acababa de caer en manos de la policía unas semanas antes, iniciando así su lento calvario.

DETENCIÓN, JUICIO Y CASTIGO

La detención de Grimau el 7 u 8 de noviembre fue consecuencia de las debilidades ante la policía de un militante que ni siquiera conocía la personalidad del delatado, aunque sí le constaba que se trataba de un alto dirigente. Era una oportunidad de oro para que el régimen mostrara sus dientes ante quienes comenzaban a cuestionarlo. Grimau, militante disciplinado ante todo, actuó desde el principio siguiendo el protocolo exigido en estos casos a los dirigentes del partido: reconocer su personalidad y condición partidaria y negarse a dar más información. Así lo escribió de su puño y letra en un papel en blanco que solicitó al efecto: «Me llamo Julián Grimau García. Soy miembro del Partido Comunista en España y me encuentro en España cumpliendo una misión de mi Partido». A partir de ese momento, se negó a revelar cualquier dato comprometedor, y la policía se ensañó con él, como solía hacer con los comunistas, incluyendo al médico-verdugo que le preguntaba con sorna, durante los interrogatorios, si prefería que le pegara como policía o como médico. Lo más conocido de los hechos en estos primeros días fue la defenestración del preso, que, honestamente, él aseguraba no recordar por haber perdido el conocimiento con los golpes, pero que resulta difícil de explicar como un intento de suicidio, dadas las condiciones de custodia (esposado), su estado físico y la forma de la ventana por la que supuestamente se había arrojado. Lo cierto es que, a partir de entonces, además de otras secuelas, Grimau mostraba un hundimiento de considerable tamaño del frontal izquierdo de la cabeza, explicable bien por la caída, bien por el golpe de un culatazo de pistola o fusil.

El problema para el régimen era que Grimau, miembro de los servicios policiales de la República, no figuraba en el amplio volumen de testimonios que formaba parte de la Causa General, el corpus documental utilizado por el franquismo para mostrar la «barbarie roja» y castigar a sus enemigos, ni se conocían testigos personales contra él. Hubo que «construir» literalmente su figura de represor, mediante declaraciones de dudosa fiabilidad, que ni siquiera fueron luego ratificadas por sus emisores en el juicio, para convertirlo en el supuesto chekista de la Plaza Berenguer el Grande de Barcelona. Para llevar a cabo esta operación, se recurrió a los siempre eficaces servicios de Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información, responsable también del informe vejatorio y calumnioso contra Marcos Ana o del contrainforme al texto de la Comisión de Juristas de Ginebra, publicado con el significativo título España, Estado de Derecho. El de Julián Grimau llevaba un encabezamiento de ridículas y pretenciosas resonancias dostoyevskianas: Crimen o castigo.

Con esta información, la peculiar acusación de «rebelión militar continuada» y las infinitas dificultades puestas a la defensa, la suerte estaba echada. Juan José del Águila ha puesto de relieve el cúmulo de irregularidades procesales del «caso Grimau», que corroboran los testimonios de su «defensor civil», el abogado comunista Amandino Rodríguez Armada, y su «abogado militar», el capitán Alejandro Rebollo[8]. La defensa de Rebollo, según la crónica emocionada de la abogada comunista María Luisa Suárez, que presenció el juicio, fue «bien argumentada jurídicamente, con una hermosa oratoria, llena de humanidad»[9]. Como consecuencia de ello y de la amistad contraída con Grimau, al que acompañó en las últimas horas de su vida, Rebollo vio truncada su carrera militar y hubo de abandonar el Ejército. El acusado negó los cargos y afirmó haber actuado limpiamente al servicio del régimen legítimo de la República, sin ejecutar actos (torturas, asesinatos) que –afirmó– iban contra sus convicciones morales. Por lo demás, el juicio estaba sentenciado de antemano, sin garantías para el reo y, para mayor ignominia, con la presencia en la sala de una auténtica jauría de miembros de la Brigada Político Social que provocaron incidentes insultando a gritos al acusado. Para colmo de irregularidades, el ponente militar (Manuel Fernández Martín), único miembro de este tipo de tribunales que solía tener experiencia jurídica, había falsificado su título de abogado, como se demostró más tarde.

Tanto la detención como, sobre todo, la posterior condena y ejecución de Julián Grimau produjeron una fuerte conmoción en todo el mundo. Su partido y los organismos de solidaridad, obviamente, contribuyeron a proyectarla y canalizarla. Hubo manifestaciones, irrupciones en embajadas, mítines y protestas por doquier; según la enfática afirmación de Mundo Obrero, «un inmenso clamor de consternación y cólera se extendió por el mundo». Fraga, siempre fiel a sí mismo y por tanto sin el menor atisbo de arrepentimiento, recordaba aún en sus Memorias, publicadas en 1980, que en vísperas del consejo de guerra llegaron a su despacho «una montaña de radios y telegramas, en relación con el caso Grimau, el dirigente comunista conectado con graves acciones de las ‘chekas’ durante nuestra guerra»: «la organización comunista internacional –añade– funcionó con su acostumbrada perfección, y la campaña tuvo una fuerza enorme».

En Francia, los monumentos a los caídos en la guerra se llenaban de flores por Grimau, mientras Angelita, su viuda, intervenía en la televisión pidiendo que «la sangre derramada por Julián Grimau sea la última». Dionisio Ridruejo publicó en Le Monde su valiente artículo «La guerra continúa», donde afirmaba que Franco deseaba mantener viva la contienda para perdurar él mismo, y que matar a alguien que se le había escapado en 1939 era «como volver a matar a todos los muertos». Calles y colegios de diversos países adoptaron el nombre del supliciado. En Italia, el órgano del PCI, L’Unità, le dedicó un número especial, y hasta la Democracia Cristiana le ofreció una misa como «mártir de la libertad». En Bruselas se llegó a plantear la posibilidad de ubicar un monumento suyo junto al de Ferrer i Guardia, el pedagogo radical objeto de otro crimen de Estado en 1909, simbolizando con ambos casos la pervivencia de la España inquisitorial. Personalidades de todo el mundo (de Kruschev al Papa, el presidente Kennedy o la reina de Inglaterra, entre otros muchos) solicitaron en vano clemencia, ante un imperturbable Caudillo que quiso esta vez reeditar el viejo pacto de sangre obligando a los miembros de su gobierno a implicarse en la decisión; ocioso es decir qué postura adoptaron unánimemente, aunque el ministro de Asuntos exteriores, Castiella, advirtió de que el caso podría provocar problemas en el exterior[10].

En el interior del país, las protestas fueron fácilmente contenidas, pese a la indignación y el dolor de la militancia comunista y de muchos demócratas. Se buscó y se logró la mediación de personajes como el ya nonagenario Ramón Menéndez Pidal, Joaquín Ruiz Jiménez y hasta dignatarios eclesiásticos, que tampoco pudieron modificar la impasibilidad del Caudillo. Sólo quedaron, como hitos de una dignidad que se resistía a ceder, algunos gritos aislados en las cárceles; unos cuantos carteles clandestinos; el minuto de silencio de Juan Antonio Bardem en el rodaje de su película «Nunca pasa nada»; la convocatoria de una manifestación en Las Ramblas de Barcelona por parte de Manuel Sacristán, cuyos 17 asistentes (incluido él mismo) fueron inmediatamente detenidos; o la carta enviada al diario Ya por el poeta Carlos Álvarez que, frente a observaciones particularmente injuriosas de uno de los redactores, hablaba del «asesinato de Grimau» y se atrevía nada menos que a recordar las relaciones del franquismo con el nacionalsocialismo, lo cual dio lugar al procesamiento y encarcelamiento del poeta. La dirección del PCE desautorizó estos actos suicidas, e incluso las propuestas de huelgas de hambre o acciones de protesta de presos, que hubieran supuesto meses o años de prolongación de condenas a quienes llevaban ya muchos lustros de reclusión y sufrimiento penitenciario.

No obstante, las repercusiones del asesinato legal de Grimau no fueron desdeñables. En el ámbito internacional, las demandas franquistas de integración en Europa sufrieron un nuevo parón. Y el régimen, a la postre, tuvo que promulgar la ley que creaba un tribunal especial (el TOP) en el que la imagen tenebrosa y sangrienta de los consejos de guerra era sustituida por ciertas apariencias de civilidad.

En cambio, el PCE no cambió ni un ápice su propuesta de Reconciliación ni sus políticas de alianzas y movilización social. Para el régimen, el efecto de galvanización de su base política y social pudo ser positivo, así como la muestra de solidez y firmeza que pretendía transmitir; pero en modo alguno amedrentó a una oposición que iba creciendo, organizándose e invadiendo nuevos espacios. Algunos antifranquistas presos (anarquistas, miembros del Felipe –el Frente de Liberación Popular– u otros) llegaron a pedir entonces su ingreso en el PCE; los nombres de Sagaseta, Conill o Eliseo Bayo son bastante conocidos en ese sentido, pero no son los únicos.

Grimau, por su parte, pasó de la historia a la leyenda o el mito. Centenares, quizás miles, de militantes le dedicaron sus emotivos y rudimentarios poemas romanceados, muchos de los cuales pueden encontrarse en la documentación del PCE conservada en su archivo histórico. Grimau podía condensar el sentimiento dolorido de una militancia baqueteada, entre otras cosas porque representaba muy bien el perfil no del jefe carismático o el líder brillante, sino del hombre sencillo, sereno y abnegado, siempre dispuesto a darlo todo por su partido. Pero su martirio asumió también tonos más épicos, glosados por cantantes como Leo Ferré, Sánchez Ferlosio («malditos los que viven de la venganza») o Violeta Parra, que concluía su invocación inicial («¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma / que le están degollando a su paloma?») con la tradicional y tantas veces repetida metáfora de la sangre como sustento o elemento germinal («…lindo se dará el trigo / por los sembraos, / regado con tu sangre, / Julián Grimau»).

En los primeros años, la fecha de su muerte fue objeto de recordatorios en la prensa comunista. Pero luego vino el olvido. Y cuando llegó la Transición y la familia de Grimau pidió el apoyo del partido para rehabilitar su memoria, Carrillo aseguró que «no era el momento», mientras que sí lo era, según su peculiar concepción de la realpolitik, de que el secretario del PCE apareciera dando la mano a Fraga, que lo presentó en el Club Siglo XXI asegurando, ante la benevolente complacencia del interesado, que Carrillo era «un hombre de cuidado», «un comunista de pura cepa»[11]. No era de extrañar, a tenor de la anécdota relatada por Jordi Solé Tura, trabajador, en 1963, en Radio España Independiente. La Pirenaica, en cuyo colectivo la muerte de Grimau se vivió como una inmensa tragedia, emitió varios programas en los que se iban nombrando los ministros de la dictadura y se repetía cada vez el apelativo «asesino». Carrillo desaprobó estos programas y aseguró que no todos los ministros estaban de acuerdo con la sentencia, y que con algunos a lo mejor había que terminar entendiéndose para facilitar el cambio en el país.

El interesante relato novelado de José Luis Losa sobre la clandestinidad comunista en Madrid en los años que preceden a la muerte de Grimau reproduce además las acusaciones mutuas entre Semprún y Carrillo sobre sus posibles responsabilidades en el caso: el primero mostrando el supuesto desinterés del secretario general en las horas supremas que precedieron al fusilamiento, y el segundo sugiriendo, más o menos sibilinamente, que Semprún fue sacado antes de tiempo de España por petición de su esposa, dejando así expuesto a Grimau a su terrible destino. El dolor de Ángela Martínez Campillo, la viuda y «la primera víctima de la Transición», sería, a juicio de Losa, lo más auténtico, «de esta historia sobre la simulación, la desmemoria, la mentira»[12].

Como es bien sabido, la sangre de Grimau no fue precisamente la última derramada por la dictadura. Pocos meses después, en otro de esos procesos de dudosas credenciales jurídicas y habitual crueldad que tanto gustaban al régimen, eran condenados a muerte y ejecutados los anarquistas Granados y Delgado. La sangre de luchadores antifranquistas siguió siendo «legalmente» derramada hasta las vísperas de la propia muerte del Dictador, y la violencia policial y parapolicial en las calles continuó generando víctimas después de esta e incluso durante la Transición, como herencia envenenada de un régimen nacido de la violencia que se resistía a desaparecer[13]. Fue en esta Transición en la que, para muchos, la política de la Reconciliación se convirtió en algo más, o algo distinto, de aquello para lo que estaba pensada: en la coartada de concesiones que implicaban el olvido de quienes pagaron el precio más duro por su compromiso.

INTENTOS FRACASADOS DE REVISIÓN. LAS HIPOTECAS DE LA TRANSICIÓN

Lo textos de Dolores Ibárruri y de Lola Grimau constituyen testimonios impresionantes de lo que significó el proceso y supuso la muerte de Grimau. El primero es un alegato moral en favor de la vida de Julián, una acusación contra la inhumanidad de jueces y verdugos y un llamamiento a la reconciliación, a poner fin, en suma, a la «lucha cainita» entre españoles. En él no se ahorran ni siquiera invocaciones a Pilar Primo de Rivera y a miembros del Consejo Nacional del Movimiento, que al parecer –al menos en el caso de Pilar– habían manifestado su desacuerdo con la condena.

El segundo recoge las palabras de una de las dos hijas de Grimau, pronunciadas en el homenaje que, finalmente, decidió brindarle el PCE a los 60 años de su muerte. Lola recuerda la vergonzosa cicatería del partido con su madre, en el exilio y luego durante la Transición, así como los cuatro intentos fallidos de rehabilitación moral y revisión del proceso, llevados a cabo por la familia con ayuda de algunos abogados y amigos, antes de que la Ley de Memoria Democrática actual declarara la nulidad de los juicios franquistas. Estos intentos, que han sido reconstruidos por Juan José del Águila, resultan esclarecedores de muchas de las lógicas de la Transición y de nuestra historia reciente[14].

El primero fue un recurso de nulidad de actuaciones presentado en 1966, al saberse que el ponente militar carecía de facultades legales para actuar como tal. Tras no ser aceptado por el Consejo Supremo de Justicia Militar alegando que las actuaciones contra el letrado que había falsificado su título estaban todavía en curso, se presentó meses siguientes un nuevo recurso que, como cabía esperar, volvió a ser rechazado, considerando insuficientes las causas alegadas.

El tercer intento, que a juicio de J. J. del Águila, pone de manifiesto el «tutelaje militar» de la Transición y la primera post-Transición, tuvo lugar en 1987, casi diez años después de que hubiera sido aprobada la Constitución, cuando, además, la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 preveía la desaparición del ya citado organismo de justicia militar; el resultado y los argumentos volvieron a ser sustancialmente semejantes a los de 1966. El último fue el Recurso de Revisión instado por el Fiscal General del Estado, Javier Moscoso, en abril de 1989 ante la Sala Quinta del Tribunal Supremo, que una vez más fue rechazado con rebuscados argumentos jurídicos, aunque esta vez con el voto discrepante de uno de los magistrados, José Jiménez Villarejo.

En abril de 2002, Izquierda Unida presentó en el Congreso una Proposición no de Ley para la rehabilitación pública de la figura de Grimau. El portavoz de IU, Luis Carlos Rejón, afirmó entonces que «sería duro que, cuando tenemos democracia, uno de los verdugos esté rehabilitado y la victima no». Obviamente, Rejón se refería a Manuel Fraga, a la sazón presidente de la Xunta de Galicia. En este caso, fue el rodillo parlamentario del Partido Popular el que rechazó la iniciativa La argumentación de su portavoz es bastante representativa del alcance de la Transición y el uso espurio de la idea de Reconciliación por parte de la derecha política de nuestro país: la iniciativa podía convertirse en un juicio histórico contra un «padre de la Constitución» y significaría tanto como reabrir un proceso para revisar la transición democrática[15].

Notas

[1] Una excelente reconstrucción de los hechos y sus repercusiones, en Pedro Carvajal, Julián Grimau. El último muerto de la guerra civil, Madrid, Aguilar, 2003.

[2] Jorge Semprún, Autobiografía de Federico Sánchez, Barcelona, Planeta, 1977.

[3] Francisco Aldecoa (ed.), El Contubernio de Munich sesenta años después, Madrid, La Catarata, 2022.

[4] Consideraciones sobre estas cuestiones y las siguientes relativas al régimen, en Francisco Erice, Militancia clandestina y represión. La dictadura franquista frente a la represión comunista (1956-1963), Gijón, Trea, 2017, pp. 42-66.

[5] Juan José del Águila, EL TOP. La represión de la libertad (1963-1977), Barcelona, Planeta, 2001. Claudia Cabrero y otros, Abogados contra el franquismo. Memoria de un compromiso político (1939-1977), Barcelona, Crítica, 2013.

[6] Carme Molinero, «La política de reconciliación nacional. Su contenido durante el franquismo, su lectura en la Transición», en Ayer, nº 66, 2007, pp. 201-225. Francisco Erice, «Los condicionamientos del giro táctico del PCE en 1956: el contexto de la Política de Reconciliación Nacional», en Papeles de la FIM, nº 24, 2006, 2ª época, pp. 129-150.

[7] Véanse aportaciones de Francisco Erice y de Carme Molinero y Pere Ysàs, en F. Erice (dir), Un siglo de comunismo en España. I, Historia de una lucha, Madrid, Akal, 2021, pp. 141-255. Sobre grupos de intelectuales, Felipe Nieto y Giaime Pala, «Los intelectuales comunistas durante la dictadura franquista», en F. Erice (dir.), Un siglo de comunismo en España II. Presencia social y experiencias militantes, Madrid, Akal, 2022, pp. 399-431.

[8] J. J. del Águila, El TOP…, pp. 75-177.

[9] María Luisa Suárez Roldán, Recuerdos, nostalgias y realidades. Sobre la defensa de las víctimas del franquismo, Albacete, Bomarzo, 2011, pp. 113-121.

[10] F. Erice, Militancia clandestina…, pp. 241-245. Marcos Ana, Decidme cómo es un árbol. Memorias de la prisión y la vida, Barcelona, Umbriel, 2007, pp. 269-276. Julián Grimau: el hombre, el crimen, la protestas, París, Éditions Sociales, 1973. Manuel Fraga Iribarne, Memoria breve de una vida pública, Barcelona, Planeta, 1980, p. 69.

[11] Gregorio Morán, Miseria, grandeza y agonía del PCE, 1939-1985, Madrid, Akal, 2017, pp. 974-975.

[12] José Luis Losa, Caza de rojos. Un relato urbano de la clandestinidad comunista, Madrid, Espejo de Tinta, 2005, especialmente su parte final.

[13] Ejemplos en Varios autores, «Los crímenes del franquismo», en Crónica popular, Madrid, Suplemento nº 5, Madrid, 2014.

[14] Juan José del Águila, «Cuatro intentos frustrados de revisar la sentencia que condenó a muerte a Julián Grimau», en Crónica Popular, Madrid, Suplemento nº 5, pp. 114-131.

[15] P. Carvajal, Julián Grimau…, pp. 260-262.

Fuente: EspaiMarx.

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«Pormishuevismo», la historia de los pelotazos urbanísticos de España

 

Dinero público, megalomanía y políticos corruptos


«Pormishuevismo», la historia de los pelotazos urbanísticos de España

 


Por Albert Nogueras Tarrero 

Rebelion / España

Fuentes: El Diario

02/12/2023 

 

Erik Harley se ha dedicado investigar y explicar el contexto que dio lugar a los grandes hitos arquitectónicos que arruinaron las arcas públicas de diferentes ciudades y pueblos en la España ‘torrentesca’ del ladrillo; una época donde, tanto en política como en economía, “más era poco»

Erik Harley (1993) es graduado en Bellas Artes, experto en estudios urbanos, amante de las rotondas y el creador del falso movimiento constructivo del pormishuevismo. Se inspiró en la película de Bigas Luna Huevos de oro, que centra su trama en la construcción de un rascacielos en la ciudad de Benidorm, para denunciar de una forma muy gráfica la actitud que propició aquellos proyectos especulativos, gentrificadores y corruptos que se diseminaron por todo el territorio español desde finales de los años 60 y hasta principios del 2000. Con su voz grave y profunda, delicada esbeltez, outfit extravagante de clubbing berlinés, casco de obra y un carisma y una capacidad comunicativa desbordantes, @preferiria.periferia se ha dedicado a investigar y explicar el contexto que dio lugar a los grandes hitos arquitectónicos que arruinaron las arcas públicas de diferentes ciudades y pueblos del país y que siempre tienen como denominador común un político corrupto, un empresario de dudosa moral y un arquitecto megalómano que demasiado a menudo se llama Santiago y se apellida Calatrava.

Recientemente, Harley ha publicado con Blackie Books Pormishuevismo, un movimiento artístico. Se trata de un libro jocoso e incisivo donde el autor no solo recoge un compendio de arquitecturas y promociones inmobiliarias fallidas y fraudulentas, sino que retrata la España torrentesca del sector del ladrillo en una época donde, tanto en política como en economía, “más era poco”. La edición mezcla perfectamente toda la documentación periodística que hay detrás de la investigación de Harley a través de textos cargados de sorna, cinismo e irreverencia con la visualidad y la estética tan particular del contenido que genera para las redes y la televisión.

Empecemos por el pormishuevismo, ¿por qué este movimiento ha gozado de tantos momentos gloriosos en España a diferencia de otros países?

Porque aquí tenemos muy poca vergüenza. Obviamente el pormishuevismo no se limita solo al territorio español, pero sí que aquí tenemos un talante pormishuevista muy arraigado en la forma de hacer las cosas. No nos escondemos de confesar que muchas cosas las hemos hecho simplemente porque nos salía de los huevos. En las rutas que hago a veces explico que la historia de España, por desgracia, no se ha escrito por necesidad socioeconómica sino porque a algún señor, de repente en un despacho, le dio por dar un pollazo sobre la mesa. Véanse las Olimpiadas del 92, la Expo de Sevilla, la Expo de Zaragoza y tantos otros ejemplos en los que se ha gastado una cantidad ingente de dinero público. Se trata de una historia definida por personalismo y egos, no por movimientos o conciencias colectivas. Y si queremos referirnos a otros países… pienso que allí donde haya trabajado Calatrava seguro que también encontraremos pormishuevismo.

En el mundo de la arquitectura se ha reformulado varias veces el famoso eslogan de Mies Van der Rohe del “menos es más”. Es el caso de Bjarke Ingels con el “yes is more” o de Pier Vittorio Aureli con el “menos es suficiente”. El pormishuevismo se basa en el“más es poco”.

Es una broma que creo que sólo entendéis los arquitectos… Efectivamente, los artistas pormishuevistas defienden que si se puede hacer más grande es que se está haciendo mal. Los proyectos que este movimiento aglutina se defienden siempre por la cantidad y no la calidad. Para un promishuevista, evidentemente, Mies no conocía el significado exacto de la palabra “abundancia”, sino todo lo contrario. Desarrollan proyectos que no responden a mejorar nada, sino simplemente a hacerlo lo más grande posible para así llevarse un margen económico también más grande. Es decir, hay una voluntad expresa de aumentar al máximo la superficie para que repercuta en el coste. Cuanto más grande, ¡mejor! Cuanto más terreno público ocupado, ¡mejor! Cuanto más ecocidio se haga, ¡mejor!

¿Ecocidio? Entiendo que el pormishuevismo no atiende a conceptos tan en boga hoy en día como la sostenibilidad, el decrecimiento, la descarbonización o la recuperación del territorio. Cuando oyes a políticos que hablan de aumentar aeropuertos, construir complejos como el del Hard Rock, Eurovegas o parques temáticos en medio del desierto, ¿qué está ocurriendo? ¿Es una nueva suerte de terraplanismo?

No sé si es de terraplanismo, de no estar ubicado en la actualidad o de no haberse leído un puto libro en la vida. Nuestras instituciones están llenas de gente que no está a la altura de las necesidades y del contexto social y económico que vivimos. Nos llenamos la boca con el reciclaje, la reutilización y la rehabilitación, y luego ves que se aprueban proyectos que van en una línea totalmente contraria. Lo que pasa es que en los renders que nos venden se ponen muchos árboles y pagan para que les den etiquetas ecológicas. Pienso por ejemplo en una querida pormishuevista como Isabel Díaz Ayuso que proponía arrancar árboles para ponerlos en los balcones de los conciudadanos y así luchar contra la crisis climática. O en la provincia de Alicante, en la Nucía, un pequeño pueblo donde, a juzgar por lo que están construyendo, parece que tengan que albergar de aquí a poco unas olimpiadas y han arrasado los bosques de pinos.

Siguiendo con este tipo de ejemplos, en unas semanas voy a ir a grabar a Vigo. Vivimos en un país donde las energías renovables aún no están tan presentes como sería necesario y, sin embargo, hay un alcalde que, porque le ha salido de los cojones, ha decidido que la Navidad empieza en su ciudad y que la va a tener obscenamente iluminada durante tres meses.

Foto: Playa de Benidorm, ejemplo del urbanismo ‘promishuevista’. Cortesía de Blackie Books


¿Hay alguien que se tome en serio lo de la sostenibilidad?

En este país no mucho e incluso se ha utilizado para enmascarar más atrocidades. Con la excusa de promover proyectos eco se han justificado nuevos campos de golf o la destrucción del último kilómetro virgen que quedaba de una playa. Aunque hablo siempre de todo con cierta ironía yo ya he perdido las ganas de reírme de esto. En España el 75% del territorio está en riesgo de desertificación y un 20% ya no tiene solución. En lugar de decir “¡paren las rotativas!”, llevamos tres meses hablando de Puigdemont.

Nos vamos a acabar extinguiendo en cien años como mucho y, hasta entonces, habremos seguido construyendo urbanizaciones de casas adosadas o manteniendo hoteles ilegales en primera línea de la costa que tienen doce sentencias de demolición como el del Algarrobico en Almería. Tenemos que hacer un esfuerzo para que el urbanismo y la arquitectura formen parte del debate público porque es la forma más rápida de mejorar nuestro contexto más inmediato. Nuestro entorno construido y la naturaleza que hay a su alrededor es la escenografía de nuestra vida. Hasta las tesis más neoliberales defienden que hay que cuidar el medioambiente que nos rodea o no habrá forma de seguir viviendo de él.

En todos estos escándalos y en los que destacas a lo largo del libro, obviamente no quedan en buen lugar los arquitectos, urbanistas y constructores que los perpetraron. Sin embargo, detrás siempre hay un político que les pagó la fiesta con dinero público. ¿Qué porcentaje en distribución de culpabilidad le atribuyes a cada uno?

Yo siempre intento defender en cierto modo el papel de los arquitectos. Al fin y al cabo, se trata de profesionales, con una moral u otra, que ejercen su trabajo por unos honorarios. En el caso del político, en cambio, su trabajo principal consiste en mejorar la calidad de vida de la mayoría de la ciudadanía, le haya votado o no. Por lo tanto, el porcentaje más elevado de culpa se la llevan ellos, sin duda. Los arquitectos, urbanistas o ingenieros de nuestro país pueden ser más o menos buenos, pero detrás tienen que tener administraciones públicas que fiscalicen y controlen lo que hacen y que, por lo tanto, contraten solo a aquellos que contribuyan a mejorar nuestras ciudades.

Fijándonos por ejemplo en tu fenómeno favorito, ¿por qué le siguen encargando edificios y puentes a Santiago Calatrava, que tiene querellas y demandas en infinidad de sitios en los que ha construido?

Es una buena pregunta… ¿Es culpa de Santi? Pues igual no. Al final, podemos discutir si es mejor o peor persona, pero detrás siempre hay algún político que muerde el anzuelo. Justo ahora estamos preparando unos vídeos sobre las Canarias y vamos a tratar el caso del Auditorio de Tenerife. Originalmente estaba encargado a un equipo de arquitectos en un emplazamiento concreto y, de repente, Calatrava se enteró del proyecto, viajó a Santa Cruz de Tenerife y le vendió al concejal de urbanismo que les podía hacer una nueva opera de Sídney si se lo daban a él. Así lo hicieron. Calatrava cambió su ubicación y levantó un edificio que costó 74 millones de euros, muy por encima de los 27 por los que estaba presupuestado el primer proyecto.

Cuando ves estas cantidades de euros despilfarrados por representantes públicos irresponsables es inevitable preguntarse cómo podemos llegar a ser tan indulgentes como sociedad.

Esta apatía que tenemos como sociedad tiene que ver con que estamos ya tan acostumbrados a recibir este tipo de información basada en desfalcos de millones de euros que lo hemos normalizado. Creemos que la picaresca forma parte de nuestro ADN y que no podemos hacer nada para solucionarlo. Tenemos muy poca conciencia del valor del dinero público. Recientemente, he visto la nueva campaña de Hacienda que dice “no es magia, son tus impuestos”. Hay que saber que vivimos en un país que tiene un estado del bienestar que es maravilloso y que es así porque lo financiamos entre todos. Lo que pasa es que en España cuando ganas un poco de dinero todo esto se olvida muy rápido y si tienes un estudio, por ejemplo, intentas pagarle el mínimo a tus trabajadores y contratas a becarios. Yo, con mis circunstancias actuales, podría haberme comprado dos casas y en lugar de ello tengo a gente trabajando conmigo y cobrando de puta madre.

En el libro relatas la trayectoria delirante de varios tótems del pormishuevismo como Ruiz Mateos, Gil y Gil, Consuelo Císcar o Jesús Ger. Realmente, cuesta creer que no se trata de una novela de ficción…

España está muy bien guionizada, es como una película de Berlanga constante. En general, este perfil de pormishuevista es gente que domina muy bien la relación que existe entre los cargos de poder y los medios de comunicación. Saben sacarle su propio beneficio económico y publicitario a la cobertura periodística. En ese sentido, tenemos que preguntarnos qué culpa tiene de todo esto los mass media y también qué culpa tenemos nosotros como espectadores. Nos gusta demasiado el morbo y el chisme. Si el primer día se hubiese sentenciado que Jesús Gil era un sinvergüenza, pues seguramente no habría dado tanto de sí el personaje. Yo siempre digo en el Intermedio que, desde La Sexta, hemos contribuido a encumbrar aún más la figura de Díaz Ayuso con tanta exposición de minutos de tele y con tantos titulares.

Foto: Hotel Marqués de Riscal, de Frank Ghery, en Elciego (Álava). Cortesía de Blackie Books


Aprovechando que vuelves a citar a la política a la que le gusta la fruta, ¿puedes nombrar cual sería el podio actual del pormishuevismo español?

Obviamente Isabel Díaz Ayuso está en el podio. Otro personaje que merece un puesto sería Florentino Pérez, por eso de moverse como nadie entre el sector del fútbol y el de la construcción. Y para no repetirme y decir de nuevo Calatrava… voy a elegir a Joan Roig.

Veo que realmente tienes una especie de guilty pleasure con la figura de Calatrava. Has llegado a afirmar, no obstante, que es tu artista favorito.

Calatrava es el mejor escultor que ha dado nuestro país en las últimas décadas. Tiene un dominio de la luz y de las formas que es impresionante. Consigue transmitir ligereza con elementos y estructuras inmensas y muy pesadas. El tema es que se debería haber limitado a las esculturas en vez de hacer obras de ingeniería civil y arquitectura. De ese modo, su legado hubiese sido solamente celebrado y no tendría tantos artículos dedicados en El Mundo Today. Sus edificios son tan icónicos como poco funcionales. Pero eso durante muchos años dio igual, lo importante era que quedaran bien en la foto el día de la inauguración. Es innegable su talento. Edificios aparte, tiene una tesis doctoral en ingeniería plegable que es fantástica. Calatrava es un genio creador, claro que… ya no estamos en el Renacimiento.

Como arquitecto, a veces me parece un poco reduccionista la lectura que haces de nuestra profesión. ¿Conoces ejemplos de arquitectura que sea el antónimo del pormishuevismo?

Sin duda, ¡la arquitectura que no se construye! (riendo). Ahora en serio… le debo una disculpa al gremio de la construcción porque obviamente la gran mayoría de profesionales que lo conforman no son corruptos. España, de hecho, es uno de los países que mejor forma a sus arquitectos y luego son los que mejor trabajan, sobre todo en equipo. Defiendo también la labor que están haciendo las nuevas generaciones que fueron conscientes desde el principio de que su tarea principal no iba a ser construir sino renovar, reutilizar y reconceptualizar todo lo que ya estaba construido. En España, hay que recordar que se construía el equivalente a ocho campos de fútbol cada día. Se construía más que en Italia y Francia juntos.

Has publicado tres libros este año, sigues con las rutas turísticas cada vez por más ciudades, participas semanalmente en programas de radio y televisión… ¿Cuánto tiempo podrás sostener esta actividad frenética y con tanta exposición pública?

Creo que estoy en un momento excepcional de mi vida. El otro día en la radio me dieron el mejor consejo del mundo: “ten en cuenta que cuando bajas te encuentras a la misma gente a la que has ido saludando cuando estabas subiendo”. Yo soy de clase humilde, aunque ahora tenga dinero. Y por suerte, no me estoy haciendo famoso en mi vida privada, es decir, yo no soy una figura pública. Yo soy una persona que señala y la gente se decida a mirar el lugar que señala mi dedo, que es muy diferente. No hablo de mi vida, no enseño mi casa, no explico los lugares a los que voy… Las redes sociales son una auténtica herramienta de doble filo. Ahora mismo estoy utilizando todas las herramientas económicas y energéticas que tengo para crear una estructura organizativa que me permita retirarme de la primera línea de la vida pública para poder seguir con nuestro trabajo con todo el equipo de Oficina Periferia. La idea es ir creciendo y poco a poco empezar a tocar los cojones, pero bien. No en un sentido político, sino de forma propositiva, denunciando y aportando soluciones.

Fuente: https://www.eldiario.es/viajes/pormishuevismo-pelotazos-urbanisticos-espana_1_10730836.html?utm_source=adelanto&utm_medium=email&utm_content=Socio&utm_campaign=30/11/2023-adelanto&utm_source=elDiario.es&utm_campaign=9cf1ea4a8e-ADELANTO_30-11-2023&utm_medium=email&utm_term=0_10e11ebad6-9cf1ea4a8e-%5BLIST_EMAIL_ID%5D&goal=0_10e11ebad6-9cf1ea4a8e-70387648&mc_cid=9cf1ea4a8e&mc_eid=25a657c028

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Un balance de la política de defensa española en 2023

 


Un balance de la política de defensa española en 2023

 


Por Grup Antimilitarista Tortuga

KAOSENLARED 

29 de noviembre de 2023 /

El continuismo de las políticas de injerencia militar y participación en la política de la OTAN, de rearme y aumento descabellado del gasto militar español, de cronificación de los males endémicos de nuestro militarismo, de sobredimensionamiento de lo militar y de venta de armas está asegurado.


Por Juan Carlos Rois, Tortuga

 

Tras la renovación del gobierno del PSOE con sus adláteres de Sumar merece la pena hacer un balance de la política de seguridad y Defensa llevada a cabo por el Gobierno y sus apoyos.

  • 1. ¿De dónde venimos: La cronificación de un modelo militarista y peligroso.

Comencemos por recordar que las políticas de defensa en España son de esas cosas que llaman «políticas de Estado», que quiere decir que, por mucho que se escenifiquen entre los partidos discrepancias y alternativas, lo cierto es que lo tienen todo atado y bien atado y de discrepancias nada de nada, menos aún de alternativas. Es una política continuista donde da lo mismo quien gobierne, porque siempre es la misma y, otra de las características de las políticas «de estado», no admite discusión (ni se tiene para nada en cuenta la opinión de la gente) ni cambio de rumbo.

Este continuismo cronifica algunas de las principales características sempiternas de nuestro militarismo, como:

1) EL GIGANTISMO. Nuestra defensa mantiene una estructura «gigante», con más de 121.000 efectivos, más otros 82.000 guardias civiles, cerca de 12.000 funcionarios civiles y los que forman parte de los organismos autónomos militares y del CNI, así como cerca de 2.000.000 de beneficiarios de prestaciones militares o de pensiones por jubilación o viudedad.

De tal estructura desmesurada resulta que tocamos así a una ratio de militares por cada mil parroquianos que supera con creces la de los países de nuestro entorno. Tenemos militares hasta en la sopa, pero, por si fuera poco, la ratio de soldados/oficiales es de 2,7 soldados por mando, también fuera de toda lógica y comparación con muestro entorno. ¿Se rifarán para mandar un puñado de soldados entre el desproporcionado número de mandos?

Por supuesto, mantener todo este personal innecesario conlleva ideas tan descabelladas como mandar a la reserva hasta su jubilación a unos 15.000 oficiales que superan los 60 años permitiéndoles trabajar en otra cosa y cobrar a su vez un salario militar que nos cuesta al año casi 800 millones de euros, o mantener un número de generales por encima del de los países de nuestro entorno y de los que la ley dice que debemos tener.

2) OPACIDAD Y SECRETISMO. La política de defensa no cuenta con el debate transparente y plural que cualquier otra política pública sí tiene.

Las decisiones son opacas y poco transparentes, cuando no directamente sustraídas de cualquier tipo de debate, como han destacado distintos estudios, ya sea de Transparencia Internacional, CIVIO o el Kiel Institute for the World Economy, por no hablar de la constante denuncia del movimiento pacifista y antimilitarista y algunos de los centros de estudios por la paz más reconocidos.

Las líneas políticas de la defensa no son votadas en el Parlamento (la Directiva de Defensa Nacional, por ejemplo), no parten de una deliberación por parte del parlamento -menos aún por parte de la sociedad- sino que se elaboran en despachos oscuros, sin publicidad. El ejemplo de la Directiva de Defensa referido es esclarecedor: el principal documento de la política de defensa no se elabora en el Parlamento, sino en el Ministerio de Defensa y sin consulta a la sociedad, que lo pasa al Presidente de gobierno al inicio de cada legislatura para que este lo firme y ratifique sin previo debate político. Luego se «informa» al Parlamento, pero sin capacidad de voto ni debate. Lo mismo ocurre con el resto de la documentación del ciclo de planeamiento (aunque estos ni siquiera se informan al Parlamento). Qué no decir de las sesiones de «siesta» de una Comisión de Defensa donde no se hace nada más que escuchar y aplaudir), o de los opacos presupuestos militares, cuyas partidas se disfrazan y esconden en diversos ministerios y organismos fuera del presupuesto de Defensa, o de los Consejos de ministros, que aprueban aumentos constantes de gasto militar que nunca es auditado, etc.).

3) CLIENTELISMO Y PUERTAGIRATORISMO: Altos mandos del ejército y cargos políticos, incluyendo ministros y secretarios de Estado, pasan sin ningún tipo de cortapisas a formar parte de las empresas militares y actúan como lobby de intereses ante el poder político sin que nadie se haya propuesto acabar con esta peligrosa actividad.

4) ENFOQUE INTERVENCIONISTA, FRONTERAS DE SEGURIDAD AVANZADA Y DE ENEMIGO INTERNO: El enfoque de la política militar es intervencionista. Mantenemos 20 operaciones militares en el exterior y hemos participado en más de una centena desde la época de gobernante de Felipe González hasta la fecha, con un gasto de más de 20.000 millones de euros destinados desde entonces para este tipo de acciones de injerencia militar.

Nuestro armamento más sofisticado y costoso está pensado para la «proyección» (antes se decía invasión pero no queda fino) y es empleado en escenarios de injerencia militar como las fronteras de la OTAN con Rusia, el Índico, el Atlántico o el Mediterráneo. Nuestra doctrina de seguridad fija muestra «frontera avanzada» en el Sahel y es absolutamente dependiente y seguidista del intervencionismo de la OTAN y de la creciente política remilitarizadora de la UE. También interesa destacar cómo nuestra doctrina de seguridad y la propia directiva de defensa sigue considerando la inestabilidad social y la disidencia interna como una preocupación militar muy en línea con la antigua (y nunca superada) idea del enemigo interno.

5) DESPILFARRO Y FALTA DE RIGOR Y DE CONTROL en el gasto militar, característica destacada en varias ocasiones tanto por el Tribunal de Cuentas y por la propia IGAE, por no hablar de las organizaciones del ámbito civil que habitualmente denuncian distintos casos de despilfarro y descontrol. Las duplicidades de partidas, el gasto en chorradas, la financiación de particularidades como campos de golf y recreativos, sables ceremoniales, vinos españoles, y otras partidas curiosas de las que se hace eco a menudo la prensa está a la orden del día. El hecho de que la intervención militar no sea la misma que la intervención civil y que mantenga una cierta y relajada «independencia» ahonda en esta lacra secular del despilfarro militar.

6) GRAN CONTAMINADOR. Justicia climática lleva elaborados varios informes y estudios sobre el impacto medioambiental de los ejércitos. Por lo que respecta al ejército español, su huella se calcula que supera los 3 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, sin contar con otros residuos e impactos medioambientales de su actividad. Diversos informes alertan, a su vez, del peligro de militarización para la humanidad de la crisis climática y del creciente papel de los ejércitos.

7) IDEOLOGIA MILITARISTA, PATRIARCAL, PROVIDENCIALISTA, CONFESIONAL Y GUARDIAN DE LAS ESENCIAS. Son constantes a lo largo de los últimos años las noticias que nos iluminan sobre la vocación providencialista, salvapatrias y reaccionaria de parte de los integrantes en las instituciones castrenses. Discursos de mandos en activo o jubilados alabando al dictador Franco, misas en el Valle de los Caídos, llamamientos al alzamiento militar, posicionamientos sobre la unidad de España u otras perlas que conocemos dan noticia de esta peligrosidad que, dicho sea de paso, tiene en la historia varios ejemplos de intervencionismo, pronunciamientos y dictadura militar por parte de los ejércitos de los que el actual es heredero.

8) DUPLICIDAD Y UN ESTADO DENTRO DEL ESTADO, con instituciones paralelas de ámbito educativo (desde colegios e institutos hasta otros centros), recreativos y de ocio, culturales, museos, farmacia propia, hospitales propios y sistema de seguridad social, sanidad y pensiones propio y separado del de los civiles, centros de investigación propios que acaparan gran parte de la inversión estatal en I+D, una justicia militar propia y paralela a la civil, espacios naturales reservados, servicios supradotados de recursos y publicidad para la atención ante catástrofes, un instituto de la vivienda propio para militares, un organismo autónomo de seguridad y asistencia social propio para militares, centros de investigación militar. Participación militar en industrias y control del polo militar industrial y toda una red paralela que incluye una catedral que compraron para los servicios castrenses, el segundo patrimonio del estado después de ADIF y por delante de la Iglesia, y un largo etcétera; todo un estado dentro del estado.

9) EXPANSION A LO CIVIL Y MILITARISMO SOCIOLOGICO. Desfiles y exhibiciones militares, juras de banderas, participación militar en actos religiosos y civiles, convenios de Defensa con la totalidad de las universidades, las grandes patronales y gran parte de los centros docentes para implantar su peculiar idea de la cultura de la defensa, más bien adoctrinamiento acrítico, noticias enlatadas y dirigidas desde el departamento de comunicación de defensa, expansión de la solución militar a todos los ámbitos sociales, incluyendo la ecología, la movilidad humana, los derechos humanos o las catástrofes, leyes que permiten que funcionarios militares se pasen a las administraciones civiles por un supuesto más eficaz modo de actuar, un gasto militar al que contribuyen, en mayor o menor medida, la mayoría de los ministerios, una industria militar dopada por subvenciones y privilegios por el Estado y las Comunidades autónomas, un Parlamento donde la unanimidad militarista es abrumadora, reserva de recursos de investigación y desarrollo para el campo militar, la exaltación cultural de los valores violentos y de los militares como salvadores y la guerra como arte, o la transmisión de la mentalidad militarista y violenta a amplias capas de nuestra sociedad, son muestras de la transversalidad y expansión del militarismo y de su vigencia en nuestra sociedad.

10) INSOLIDARIDAD. Frente a las crecientes necesidades sociales la prioridad del poder político por un gasto militar que supone, en media, 11 de cada 100 euros del presupuesto estatal, el enorme coste de oportunidad de este gasto en detrimento de necesidades sociales infradotadas y el propio enfoque de las políticas de defensa, encaminadas a mantener un statu quo interno e internacional injusto y de control y dominación, son muestras de la insolidaridad de este gasto, máxime cuando el mismo es insostenible desde el punto de vista presupuestario y arrastra una enorme deuda impagable que repercute en nuestra calidad de vida y en la propia idea de seguridad humana.

11) INSOSTENIBILIDAD Y GENERADOR DE DEUDA ILEGiTIMA. La financiación de la estructura militar española es triplemente deficitaria: primero, porque los presupuestos generales del estado son en si deficitarios y es necesario incurrir en constantes suscripciones de deuda para la financiación pública, deuda a la que el gasto militar contribuye en su proporción propia. Segundo, porque tradicionalmente y desde tiempo inmemorial los sucesivos gobiernos efectúan ampliaciones de crédito autorizadas por Hacienda a favor de Defensa por importes que aumentan nuestro gasto en el Ministerio de Defensa entre el 13 y el 25% (en 2023 ya se ha elevado por encima del 25% más de lo presupuestado); los cuales se financian tanto con el fondo de contingencia como acudiendo a deuda pública y tercero, porque España arrastra una segunda deuda estrictamente derivada de la aprobación de sucesivos programas especiales de Armamento. Esta deuda, antes de 2023 alcanzaba aproximadamente los 50.000 millones de euros, con sus respectivos intereses, habiéndose ampliado durante 2023 en otros 11.000 millones más.

12) NO DEFIENDE LA SEGURIDAD HUMANA NI LO QUE A LA GENTE LE INTERESA DEFENDER. Son elocuentes las encuestas de opinión que muestran, por más que se intente la manipulación al respecto, que la inmensa mayoría de la sociedad no considera que España tenga enemigos (y la mayoría de la opinión pública que cree que sí los tenemos identifican como enemigo principal a EEUU), no estaría dispuesta a participar de una guerra ni a implicarse en acciones militares y, si le dan a elegir, prefiere que se invierta más en los principales objetivos de la seguridad humana (empleo decente, sanidad garantizada, educación, seguridad medioambiental, servicios sociales, pensiones, etc.) y menos en gasto militar.

  • 2.- ¿Qué hitos ha tenido el último año? Balance de la política de defensa del PSOE/Unidas Podemos y sus adláteres.

Si este es el lugar de donde venimos, nuestro crónico militarismo, veamos ahora un balance del último año de la legislatura.

Lo haremos narrando algunos hitos.

A) El gasto militar desmesurado.

Comenzamos por desvelar lo desmesurado de nuestro gasto militar.

El gobierno amplió el gasto militar «oficial» de 2022 hasta los más de 13.000 millones de euros consignados en el presupuesto del ministerio de defensa, contando con las partidas destinadas a financiar programas de armamento en marcha.

Dicho gasto, como hemos desvelado a lo largo del año, era mucho mayor, si sumamos a él el que se disfraza en diversos organismos y ministerios fuera del ministerio de Defensa y si sumábamos a ello tanto el sobre gasto en el que el gobierno suele incurrir año tras año (lo ciframos en su día en un 16%) y la repercusión de la deuda imputable a esto, y más aún si sumamos a todo ello la deuda militar extraordinaria. Y así llegábamos a la cifra brutal de 48.833,33 millones de euros, 3,7 veces lo presupuestado y más de 11 de cada 100 euros del presupuesto público, cantidad que aún podía incrementarse si sumáramos todo lo destinado en Interior para políticas securitizadoras y crecientemente militarizadas.

Se trata de un gasto opaco, pues sistemáticamente se oculta su magnitud y se juega con diversos artificios para inflarlo por debajo de la mesa y se extiende a la práctica totalidad de ministerios.

También es un gasto desmesurado, pues alcanza una cifra escandalosa y muy por encima de cualquier otro gasto público, pero sobre todo, porque es un gasto innecesario para defender lo que la gente quiere defender y porque detrae recursos necesarios para derechos no satisfechos.

Este gasto supone un verdadero agravio comparativo con otras políticas públicas y muestra con una claridad pasmosa la orientación y prioridades del gobierno «más progresista de la historia».

Un gasto de estas características supone además una consolidación de las políticas militares de toda la vida al financiar:

  • El sobredimensionamiento de las fuerzas armadas.
  • La participación en las mismas misiones militares (20 en la actualidad) en el exterior que España viene manteniendo en esta legislatura y el enfoque intervencionista de nuestra política de defensa.
  • La política agresiva de rearme español. Con la adquisición de capacidades militares y armamentos que no se necesitan ni siquiera desde la óptica militar para la defensa del territorio, supuestamente la misión de las fuerzas armadas.
  • El apoyo a una política industrial y comercial basada en la producción de armamentos para uso interno y en la venta de armas (séptima potencia mundial) al entorno internacional, incluyendo la venta de armas a países con grave riesgo de su uso en guerra (caso de Mali, de Israel, Arabia Saudí, Emiratos árabes, etc.):
  • Un despliegue subordinado a los intereses de la OTAN y la participación en una lógica geopolítica de dominación y violencia peligrosa
  • El enfoque securitizador que expande la mirada militar sobre todo tipo de situaciones humanas y ante riesgos de catástrofes, en detrimento de la inversión y el uso de recursos civiles más adecuados.
  • Una política de recursos insolidaria, dado el elevado coste de oportunidad del gasto militar y la infradotación de partidas sociales y de necesidades básicas para la defensa social de la seguridad humana.

Pero además genera una segunda carga sobre toda la sociedad, al provocar una elevada deuda para su sostenimiento y una más elevada deuda inmoral por la adquisición de programas de armas que no necesitamos, que no han sido consultadas a nadie y en cuya generación han tenido una indudable participación las puertas giratorias al servicio de los intereses de la industria militar.

Un gasto con el que podría haberse dedicado a desarrollar distintas necesidades esenciales para la defensa social de la seguridad humana, como por ejemplo, las que consignamos en el cuadro siguiente.

B) Un gasto disparado. Aumento en un 25% del previsto.

Prueba del descontrol indecente del gasto militar es que el propio gobierno ha reconocido hace unos días que el gato de defensa presupuestado ha crecido por encima del 25% en el año 2023, crecimiento que no ha merecido la crítica ni el control que los partidos políticos de la oposición suelen exigir en otros campos.

Con este acelerado acelerón de nuestro gobierno al gasto militar, se sitúa a la cabeza de los gobiernos españoles en gasto militar, haciendo más empinada la curva de subida del mismo en comparación con los ya de por sí brutales aumentos del gasto por parte de Rajoy, Zapatero, Aznar y compañía.

Con arreglo a estos daros estamos hablando de un gasto militar desde 2018, momento en que el PSOE y sus aliados defienden la actual política de defensa de 59.689,78 millones de euros (si nos fiamos de los datos oficiales) o de 162.194,08, si usamos mi criterio de gasto.

¿Un gobierno a favor de la paz? Pasen y vean.

C) Aumento escandaloso del gasto militar por el Consejo de Ministros.

Pero si la cifra y su utilidad inconfesada marean, mayor es el desconcierto si además comprobamos que, a lo largo del año, el Gobierno en 32 Consejos de Ministros y Ministras y con 148 acuerdos específicos, ha aumentado el compromiso de gasto militar entre 2023 y los años siguientes en otros 23.374,85 millones de euros más hasta el último Consejo de Ministros de 14 de noviembre.

Esta cifra es abrumadora y dispara más aún nuestro gasto militar y nuestro compromiso con la guerra.

Tal cifra se alcanza mediante aprobación de gasto y compromisos que no siempre lo han sido de defensa. Otros ministerios contribuyen también a la financiación de este exagerado sobregasto.

El detalle de los aumentos de gasto militar extra por los Consejos de Ministros se puede obtener pinchando aquí.

D) Nuevos programas de armamentos.

A los actuales 34 programas de armamentos, por los que Espala arrastra una deuda de más de 50.000 millones de euros y de los que los gobiernos del PSOE con su izquierda parlamentaria han autorizado desde 2018 a 2022 gastos para programas de armamento por importe de 17.390 millones de euros, el año 2023 le ha sentado bien.

Hace días el Ministerio de Defensa difundió que desde junio de 2023 se han autorizado otros 11.700 millones de euros más en nuevos programas de armamento para programas de adquisición de vehículos de cadenas, buques hidrográficos, RPAS Sirtap, Aviones C295, cazas Eurofighter, sistemas antiaéreos y misiles, así como otros 1700 millones para repuestos.

Con ello la cifra de deuda militar por armas aumentará a casi 80.000 millones, sin contar con las previsiones de nuevos encargos de barcos de guerra y de aviones F35 que están a la espera en la espectacular carrera de armamentos emprendida por España, también sin debate público ni publicidad y con la sospechosa aquiescencia de los medios biempensantes y de la partitocracia en pleno.

E) Créditos del Ministerio de Industria a la industria militar a interés cero.

El Consejo de Ministros aprobó durante 2023 la prefinanciación de 3.500 millones de euros a interés cero para programas de armamentos para el ejército.

F) Apoyo a la guerra de Ucrania

Del mismo mod, el consejo de ministros aprobó fondos para Ucrania en 4 consejos distintos por importe total de 339,41 millones de euros, a los que se suman las aportaciones españolas al fondo europeo de paz, las entregas de material bélico (carros de combate, munición, equipos de invierno, combustible Diesel, cascos y material de protección, blindados y otros elementos militares).

No es la única contribución a la cronificación de la guerra y al clima de tensión militar con Rusia. A ello hay que unir el despliegue de aviones de combate españoles en el báltico y en la frontera con rusia y la formación militar a pilotos y efectivos ucranianos.
¿Será que la mejor manera de mostrar solidaridad con Ucrania es facilitar más armas para contribuir así a la estrategia de la OTAN de cronificación de la guerra y para reforzar el enfoque militarista del conflicto en la que coinciden los estados ruso y ucraniano?¿No tenemos mejores modos de contribuir a la solución de este conflicto?

G) 20 operaciones militares en el exterior.

En la actualidad seguimos manteniendo 20 operaciones militares en el exterior, seis bajo la promoción de la UE, 2 de la ONU; 8 de la OTAN y 4 por propia iniciativa.
Llama la atención el despliegue territorial de estas operaciones, prácticamente en nuestras« fronteras de seguridad avanzada», en el control migratorio del atlántico y el mediterráneo y en los puntos calientes del oriente medio y el este europeo donde la OTAN mantiene sus intereses geopolíticos.

Para el mantenimiento de esta política de injerencia militar, además de lo presupuestado en los PGE en el ministerio de Defensa y en el de Asuntos Exteriores, España ha aprobado varios aumentos de los fondos de operaciones militares en el exterior en varios Consejos de Ministros, en concreto 581,25 millones el 11 de abril de 2023, 332,53 millones el 13 de junio y 471,85 millones el 25 de julio de 2023, un total de 1.385,63 millones de euros a los que podríamos sumar además los 339,71 abonados para la guerra de Ucrania, superando con creces los 1.400 millones que en su día presupuestamos para este tipo de operaciones en 2023.

H) Bases militares

En el Consejo de Ministros de 17 de enero se autorizó a la negociación del Acuerdo de amistad de EE. UU. y España por el que se ceden bases militares al ejército americano. En el Consejo de Ministros de 6 de junio se aprobó el despliegue de 2 buques adicionales de EE. UU. en la base de Rota.

I) Campo de tiro de Bardanas

Se han seguido realizando entrenamientos con fuego real en Bardanas Reales. Las protestas ciudadanas contra el polígono de tiro y por las molestias de este tipo de operaciones son constantes. El Gobierno ha comunicado en una respuesta al PNV que seguirá utilizando este campo de tiro hasta 2028.

J) Pelotazo Campamento y otras enajenaciones.

Durante 2023 se ha cerrado la venta de los terrenos propiedad de Defensa en los antiguos acuartelamientos de Campamento. Esta ha sido la principal de las ventas del INVIED de terrenos en desuso.

Además de la operación campamento, por la que se han autorizado pagos a defensa a cargo del Ministerio de Transporte por importes de 260 millones (Consejo de Ministros de 11 de abril) y de 622,26 millones (Consejo de Ministros de 9 de Mayo), Defensa ha vendido el Cuartel de Artillería de Son Busquets, en Palma de Mallorca, por 43,3 millones de euros, otras en la Base aérea de Getafe por 35,3 millones, y otros 74,4 millones por el Cuartel de Loyola.

K) La base logística de Córdoba

El 27 de enero se celebró un Convenio entre el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de Córdoba para la financiación de la base logística del ejército de tierra en Córdoba, con una financiación por parte del Ayuntamiento de 25 millones de euros. A su vez se firmó otro convenio con la comunidad autónoma andaluza por el que esta ayuda también a la financiación de esta base logística con otros 100 millones de euros.
Por su parte Defensa aporta la cantidad de 222 millones de euros para dicha base.

L) El ministro de Industria que antes estaba en Hispasat.

El nuevo ministro de industria, Jordi Hereu, era desde 2020 y a propuesta del SEPI el Presidente de Histapat.

La vinculación de Hispasat con Hisdesat, una empresa propietaria de los satélites militares españoles es evidente. Hisdesat está participado por Hispasat (43%), ISDEFE (30%) Airbus Defence & Space (15%), INDRA (7%) y SENER (5%).

Defensa adjudicó un contrato de comunicaciones por satélites a Hisdesat, filial de Hispasat, por 113 millones desde 2021 a 2024.

La vinculación, por ello, de Hispasat con Defensa resulta también elocuente. Al margen de ello, Hispasat mantiene también un convenio con el Departamento de Defensa de EE. UU.

Esta orientación del actual ministro de Industria con la industria militares más que relevante. Otros ministros de industria (Borrell, Piqué) han sido verdaderos halcones en la política europea y han facilitado y estimulado la industria militar y la compra de armas por el estado español, un camino que parece asegurado con el actual ministro.

M) Las ofertas de empleo publico militar

Durante el año se han aprobado convocatorias para ingresar ene el ejército para 776 oficiales y suboficiales, más 950 de promoción interna y otras 3410 para soldados de tropa y marinería en el primer ciclo y 3.416, en el segundo.

N) Los soldados mayores de 45 años

Según el plan estratégico del Ministerio de Defensa recibirán subvenciones para incorporación a la vida civil.

A partir del cese y desde 2023 reciben una asignación mensual de 704 E compatible con la prestación por desempleo y la retribución de un trabajo, si este no es del sector público.

O) De la cumbre de la OTAN a la cumbre de ministros en Toledo.
Si en Junio de 2022 España organizó en Madrid la cumbre de la OTAN, reforzando su apuesta militarista, en 2023 ha sido Toledo y agosto el escenario para el encuentro de los ministros de defensa europeos para reforzar el compromiso con el esfuerzo militar con la guerra ucraniana.

P) Convenios a tutipleni

Hisdesat, la conferencia de decanos de veterinaria, Ministerio de Educación, Ayuntamiento de Segovia, Casa del Rey, Concello de Ferrol, Ayuntamiento de Ceuta, Universidad de Alcalá, Gobierno de Aragón, la práctica totalidad de las universidades españolas, son algunas de las más de 300 entidades que ha firmado en 2023 convenios con Defensa para actividades conjuntas y difusión de la cultura de la defensa, colaboración interinstitucional, prácticas formativas o desembarco de militares para formación civil.

Q) Sin propuestas electorales y sin control parlamentario

Igualmente podemos analizar las propuestas electorales en materia de defensa en las recientes elecciones generales.

El espacio dedicado a estas es ínfimo y las propuestas no salen de los tópicos de siempre. Tampoco el tema tuvo ningún tipo de dedicación durante la campaña.
Sigue siendo una política opaca y de espaldas a la sociedad.

Los partidos políticos no tienen ninguna intención de hablar de política de defensa y mucho menos a remover en época electoral el caladero de votos cautivos que supone el contingente de más de dos millones y medio de personas que comen del presupuesto de Defensa.

R) La legión procesionaria y las misas en Cuelgamuros

Se ha celebrado la 63 peregrinación militar a Lourdes, promocionada en España por el Arzobispado castrense mientras que la legión procesionó en 39 actos distribuidos en 12 provincias en 2023, sin olvidar a los paracaidistas en Alcalá de henares, la infantería en Avilés y Badajoz, el regimiento de guerra electrónica en el Pardo, los gastadores en Gijón, Zapadores en Vigo y así hasta 200 actos más con presencia militar en actos religiosos y la infinidad de misas y actos de culto católico con presencia institucional del ejército.

S) Olimpiadas y competiciones militares

Tras los juegos olímpicos militares de 2022, este año se han seguido realizando competiciones deportivo militares internacionales en los que el ejército español ha participado, como el campeonato militar internacional de Paracaidismo de San Javier (Murcia) en junio, el campeonato militar mundial de rugby de agosto en Bretaña, el ’52 CISM World Military Swimming Championship’ en la Malagueta, en septiembre, la competición internacional de carros de combate en Letonia

T) Incendios y la UME

En abril, incendio en el campo de tiro de Bardenas Reales tras maniobras militares el día anterior.

En mayo en el campo militar Alvarez de Sotomayor (Almería) durante el adiestramiento de la legión.

Tras incendio de campo de maniobras de El Teleno de 2022 que arrasaron 4000 hectáreas, protestas vecinales en 2023 por el trato opaco de los militares y su peligro en la zona ante las maniobras con fuego real en el mes de abril.

En octubre la SAREB cede suelo a la UME para que realicen maniobras.

U) El submarino español

El año 2023 también ha permitido una nueva addenda económica para terminar el submarino S80 que será botado y entregado definitivamente el 30 de noviembre.
Al margen de su penosa historia constructiva, desde que descubrieron que no flotaba hasta su finalización, el sobrecoste del primero de los tres que se proyectaron es escandaloso: d elos 1.800 millones previstos para la realización de los tres submarinos, vamos por mas de 4.000 millones para botar el primero y sin que nadie haya asumido responsabilidades.

Por otra parte, la proyectada venta de este ingenio a otras armadas parece haber encallado. No se fían por ahí de un cachivache que puede hundirse para no emerger y que cuesta un pastón.

V) Venta de armas

España sigue manteniendo su cuota de mercado en el negocio de la venta de armas, con nuestros principales clientes entre los países poco santos del planeta y la descarada inyección económica por parte del Estado para este empeño de vender armas y conflictos.

W) Propaganda desde Defensa

Durante el año, el ministerio de defensa ha seguido una política comunicativa de intentar legitimar la acción del ejército. La propia ministra ha sido uno de los principales puntales del relato de un ejército humanitario y comprometido con la paz, ocultando su rostro verdadero.

El adoctrinamiento militar se acompaña y aprovecha de la falta de criterios y conocimiento de los profesionales de la comunicación en materia de defensa. Así les sirven relatos enlatados que estos, de forma mayoritaria, replican acríticamente.

Sin embargo la crítica antimilitarista ha conseguido abrir brecha en algunos aspectos, como el de la perversidad del gasto militar y la producción y venta de armas, lo insostenible de las guerras y el rechazo de la OTAN.

Caso paradigmático y a su vez una clara muestra de que la triunfalista política comunicativa del Ministerio de Defensa no está funcionando como esperaban ha sido el libro «Las claves del porqué» editado por el Ministerio de Defensa y destinado a combatir los argumentos antimilitaristas.

Se trata de un esfuerzo reactivo que demuestra el arraigo de muchos de los postulados antimilitaristas, pues no puede obedecer a otra razón el esfuerzo de Defensa en contrarrestarlos mediante un libro de réplica.

X) Zonas de interés de la defensa

El año 2023 ha visto incrementado el número de zonas declaradas de interés para la defensa, en virtud de cuya declaración se limitan los usos de las zonas así declaradas.
Así han quedado afectadas entre otros, 84 hectáreas en Córdoba para la base logística del Ejército de Tierra, el arsenal de la armada en Ferrol, la estación de Puntales en Cádiz, Camposoto en San Fernando, la propiedad de la estación Radio Bermeja en Madrid, la estación Radio Santorcaz en la región de Madrid y Guadalajara, ampliando el extenso catálogo de terrenos afectados a los intereses de Defensa.

Y) La princesa cadete

No podemos dejar de mencionar la formación militar de la princesa cadete, ingresada en la Academia Militar de Zaragoza.

Z) Las llamadas al alzamiento, la exhibición fascista y la pistola de Ferraz

Una constante de nuestro militarismo tradicional ha sido el providencialismo de los ejércitos y su intervencionismo.

Hace unos días se ha dado un nuevo ejemplo con el manifiesto hecho público por medio centenar de generales y oficiales retirados con insinuaciones golpistas. Este manifiesto ha sido difundido por la Asociación de Militares Españoles (AME).
En similar contexto, se produjo la detención de un militar en activo que portaba una pistola y que participaba de las algaradas de la extrema derecha en la calle Ferraz de Madrid.

Además, una serie de organizaciones fascistas, alentadas por VOX, han hecho durante unas semanas una exhibición de su simbología y aspiraciones, con constantes llamamientos a la actuación del ejército para enderezar el panorama a su parecer fuera de madre. No ha faltado una especie de Capitán España, rezos del rosario y un remedo del capitán trueno y del guerrero del antifaz para amenizar el cotarro.

  • 3) ¿Y para el futuro?

El continuismo de las políticas de injerencia militar y participación en la política de la OTAN, de rearme y aumento descabellado del gasto militar español, de cronificación de los males endémicos de nuestro militarismo, de sobredimensionamiento de lo militar y de venta de armas está asegurado.

La misma ministra de Defensa, los mismos lenguajes del Presidente, un ministro de Industria ya acostumbrado a los negocios militares y una amalgama de partidos bajo el alero de Sumar que ya miraban para otro lado en la anterior legislatura, garantizan el despropósito de una nueva vuelta de tuerca militarista.

Mucho trabajo por tanto y muchos temas para rellenar la agenda de lucha social contra el militarismo y en favor de la desmilitarización social.

Grupo Antimilitarista Tortuga

Imagen de portada: Armas, Viñeta de Iñaki y Frenchy

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