Estamos en los últimos coletazos del modo de producción capitalista. Esto
lo indica la crisis de 2008, de la que no hemos salido y tararí que te vi que
te montes aquí que verás Madrid vamos a salir.
Desde esa fecha el modo de producción capitalista entra en su nueva y
definitiva forma social antes de su extinción histórica: EL FASCISMO FINANCIERO
(la paternidad de este término me la atribuyo yo, salvo que alguien demuestre
lo contario). Que se extinga el capitalismo no quiere decir que lo vaya a hacer
mañana ni porque yo lo diga. Esto obedece a un proceso histórico, y como tal es
largo en el tempo. Podría durar siglos si como va la cosa se produce una nueva
guerra mundial, con características nuevas en relación a las conocidas, y tras
las correspondientes destrucciones y crímenes se vuelven a convertir en dominantes
las relaciones de explotación capitalistas.
El tiempo de extinción del modo de producción capitalista se puede
acortar y con ello evitar el periodo de sufrimientos y desgracias humanas que
no es que vaya a venir, sino que ya está aquí, y que será el mismo que se irá
intensificando y ampliando cada vez a mayores capas sociales, como ya se viene
demostrando desde 2008 a esta parte. Pero para ello hace falta una izquierda
política real que no tenemos.
Tenemos en todo caso uan izquierda nominal, que dice que es de
izquierdas, pero como no tiene ni siquiera planteamientos de izquierdas, que
dicho brevemente se podría resumir diciendo: QUE NADIE EXPLOTE A NADIE, ni económica
ni política ni ideológicamente, pues lógicamente no puede realizar políticas de
izquierdas, que la primera, dicho brevemente, es la de enseñar a las grandes
masas qué es el modo de producción, cómo funciona y cuáles son sus
consecuencias histórica. Decir lo que parece que es o lo que uno cree que es el
modo de producción capitalista, no, sino decir lo que es. Y para ello hay que
acudir al marxismo. Decir que se acude al marxismo, no, sino acudir al
marxismo, salvo que la clave para ello la tenga el caballo de Santiago Abascal,
en cuyo caso también tendremos que aprender a relinchar para podernos entender
con él.
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Amauri Chamorro: “Ecuador está cerca de la guerra civil. Moreno usa ambulancias para transportar equipo antidisturbios”.
Amauri Chamorro,
analista y consultor internacional de orientación marxista, comenta
sobre la situación en Ecuador, su lugar de nacimiento en el que acompañó
la campaña electoral de Rafael Correa y luego de Lenin Moreno. Lo
encontramos en Caracas, en medio de una revuelta popular contra las
medidas neoliberales impuestas por el gobierno de Moreno, que traicionó
el programa para el cual fue propuesto por el propio Correa.
—¿Cuál es la situación en Ecuador y hacia dónde puede conducir?
—Estamos en medio de una explosión social causada por el aumento de
una serie de medidas económicas aplicadas por el acuerdo entre el
gobierno de Lenin Moreno y el Fondo Monetario Internacional. Moreno
decidió, entre otras cosas, aumentar los precios del combustible,
reducir los salarios de los funcionarios públicos, que sufrieron
despidos masivos (alrededor de 200.000 funcionarios públicos perdieron
sus empleos). Al mismo tiempo, se ha entregado un “perdonazo” a los más
ricos de más de 4.5 millones de dólares, ha endeudado al país en
detrimento de las clases medias y pobres para reponer las arcas del
Banco Mundial y la oligarquía: la clásica receta neoliberal. La gente no
lo soportó y salió a la calle contra el gobierno, que reaccionó con
extrema violencia. Cuando el ex alcalde de Guayaquil, representante de
la oligarquía ecuatoriana se refirió a los nativos de una manera muy
racista, el país explotó. Moreno ha trasladado la sede del gobierno de
la capital Quito a Guayaquil. Se refugió allí porque no tiene suficiente
apoyo en Quito, ni tiene suficiente control estatal, y tuvo que pedir
ayuda a la oligarquía local, pero la gente también salió a las calles y
la presión está aumentando. Nos estamos acercando a una guerra civil.
Nunca en la historia del país un presidente había movido la sede del
gobierno, nunca había habido movilizaciones similares.
—¿Qué sectores apoyan al gobierno?
—Para proteger a Moreno hay militares al mando directo de los Estados
Unidos, porque en Ecuador se reactivaron las bases militares, Ecuador
sigue el camino de Colombia. La CIA ha vuelto, ha vuelto la DEA, el FMI
ha vuelto, cuya oficina ha sido invadida por los manifestantes. Toda la
fuerza de seguridad estadounidense está presente en el país y apoya a
Moreno. La cupula militar lo apoya, pero no la base, porque a pesar del
clima de terror prevaleciente, y aunque en Ecuador no existe una unión
cívico-militar como en Venezuela, el ejército no reprime fácilmente al
pueblo del que forma parte. Apoya a Moreno esa misma policía que, en
2010, secuestró al presidente Correa e intentó un golpe de Estado, y que
ahora se dedica a reprimir a la gente. El apoyo a Moreno proviene de
los bancos en cuyas manos está ahora el poder que la Revolución
Ciudadana había recuperado, y que actúan en concierto con las grandes
compañías privadas de medios, cómplices en la censura impuesta al país.
El gobierno ha prohibido a todas las instituciones públicas difundir
comunicados sobre la cantidad de muertes o lesiones que aumenta día a
día. Radio Pichincha Universal esta cerrada, la principal radio de
resistencia en Ecuador que no estaba alineada con el gobierno, y estaba
operando en un área donde la revolución de la ciudad es fuerte. Se
aplica el estado de emergencia. Quiero denunciar una situación muy
grave, una violación de todos los tratados internacionales y de la
Convención de Viena. Hay videos que muestran cómo la policía está
utilizando ambulancias de la Cruz Roja para distribuir armas
antidisturbios, para reprimir a los manifestantes y provocar el caos.
Sin embargo, Moreno no puede permanecer en la silla y tendrá que caerse.
—¿Cuál podría ser la salida?
—Elecciones anticipadas. En la constitución de 2008, existen
mecanismos que pueden activarse para restablecer el estado de derecho.
La Asamblea constituyente puede destituir al presidente y obligarlo a
renunciar. En este caso, el vicepresidente asumiría funciones y debería
convocar nuevas elecciones. En este caso, Rafael Correa, quien ha sido
injustamente discapacitado, podría regresar y presentar una solicitud.
Estamos ante una crisis constitucional sin precedentes. El actual
vicepresidente, un representante de la oligarquía, es el tercero en dos
años. Las violaciones de los derechos humanos son constantes, muchos de
nosotros nos hemos visto obligados a irnos para evitar ser arrestados.
Cientos de personas buscan asilo fuera del país para evitar ser
arrestados injustamente como le sucedió al ex vicepresidente Jorge
Glass: un preso político, como Lula, sentenciado en octubre de este año
después de haber sido encarcelado ilegalmente durante dos años, sin
pruebas y con un juicio basado en un código penal anterior al actual. Un
absurdo legal se activó para sacarlo de la vicepresidencia y mantenerlo
en la cárcel, ya que el juicio comenzó y terminó cuando el nuevo código
ya estaba en vigor. Ahora está en marcha un auto golpe de estado, un
giro autoritario en el que el parlamento ha sido cerrado, la Corte
Constitucional no está funcionando, se ha impuesto un estado de
excepción, la fuerza armada está en las calles, hay una fuerte censura,
un creciente número de muertos y heridos que no se menciona. La
revolución ciudadana había convertido a Ecuador en uno de los países más
seguros de América Latina, no solo por la lucha contra el crimen, sino
por haber comenzado un modelo de desarrollo económico-social que había
atacado las causas que producen violencia. Debemos resucitar esas
esperanzas.
La traición de Moreno, sinembargo, no viene de la nada. Ya después
del terremoto de 2016, las grandes instituciones internacionales habían
regresado y luego Ecuador había firmado el Tratado de Libre Comercio con
Europa. ¿Qué márgenes existen para establecer reformas estructurales en
un sistema-mundo dominado por el capitalismo?
Debemos decirlo claramente: Rafael Correa nunca ha traicionado la
Revolución Ciudadana y nunca fallará en el deber histórico de defender
al pueblo ecuatoriano. Nunca en la historia del país un presidente había
hecho tanto para defender a los más pobres, para darle al país una
nueva soberanía a través de políticas económicas en beneficio de los
sectores populares, especialmente los campesinos. El tratado con Europa
era inevitable, no firmarlo habría llevado al país al fracaso debido al
volumen de exportación existente, los aranceles preferenciales para los
productos ecuatorianos (plátanos, camarones, flores, petróleo) se
habrían cancelado, así como las autorizaciones comerciales
fitosanitarias. Se habría destruido la economía del país. En cambio, las
condiciones que negociamos no pusieron en riesgo la economía nacional,
como se hizo en México o Colombia, en Chile, que de ser países
productores se convirtieron en importantes importadores de productos que
cuesta menos importar que producir. Vivimos en un sistema en el que los
países capitalistas son la mayoría, aparte de loables excepciones como
Cuba o Vietnam que han demostrado la posibilidad de un camino diferente
de desarrollo. Los procesos revolucionarios en América Latina, donde
acudieron al gobierno con el voto y no con la lucha armada, y aún más en
un país pequeño como Ecuador, no pudieron profundizar y no pueden
desconectarse del resto del mundo. Si permanecemos dentro de la esfera
de la democracia burguesa, necesitamos una capacidad
económico-productiva que nos permita profundizar el proceso
revolucionario. Para avanzar hacia un sistema de desarrollo basado en el
conocimiento y no en el extractivismo, se necesitaba petróleo para
financiarlo … Una necesidad que cierta izquierda más acostumbrada a
escribir papers que a transformar realmente las cosas, no quería
entender, se opuso a nosotros con una agenda muy funcional a la de la
derecha, a la que terminó alineándose. En Ecuador, María Fernanda
Espinosa fue la autora de la persecución contra Correa, junto con su
esposo Eduardo Mangas. Gente nefasta para la Revolución Ciudadana y para
el país que contribuyó a las falsas acusaciones contra Jorge Glass,
como lo hizo Augusto Barrera, quien era embajador en Cuba y cómo esos
sectores de la izquierda ecuatoriana que mantuvieron excelentes
relaciones con la oligarquía, apoyaron a Moreno y hoy son responsables
de lo que sucede en el país. María Fernanda Espinosa recibió el Comando
Sur en Ecuador junto con el presidente del Partido Socialista Patricio
Zambrano, hoy embajador en Unicef. Todos han firmado acuerdos para el
regreso de los militares estadounidenses a Ecuador. Acusan a Rafael
Correa, quien tuvo el coraje de exponerse a las balas en 2010 y está
dispuesto a hacerlo nuevamente, mientras estos cobardes viajan a América
Latina presentándose como amigos de la Revolución ciudadana, mientras
son traidores al pueblo ecuatoriano. Lo mismo ocurre con los líderes de
la Conaie, la Confederación de nacionalidades indígenas, que hoy parece
la organización que dirige las movilizaciones indígenas, aunque no es
así, se agregó más tarde, cuando la gente ya estaba en las calles. La
Conaie apoyó al banquero Guillermo Lasso, quien le robó más de 30.000
millones de dólares al pueblo, terminó en los tribunales pero se salió
con la suya, hizo campaña por este representante del neoliberalismo. Es
una organización cuyos líderes son corruptos y no representan al mundo
indígena, que siempre ha votado por Correa. En los sectores indígenas,
Correa siempre ha recibido más votos, fue el único presidente que habla
quechua. No debemos ser engañados. En toda América Latina existe una
izquierda, en algunos casos burguesa, en otros corrupta, funcional a la
derecha en el continente, que está financiada por ONG, institutos
extranjeros, alemanes y norteamericanos. Traen a la ONU a un nativo con
vestimenta tradicional sin decir que es dueño de compañías en las que se
practica el trabajo esclavo, que protege a los responsables del
contrabando de oro en el sur de Ecuador con el pretexto de defender la
Pachamama. Esta organización tuvo que salir a la calle para no ser
excluida del juego. Estos sectores se han unido en el odio contra
Correa, y fueron ellos quienes entregaron a Assange al imperialismo.
—¿Qué sectores protestan contra el gobierno y quién los representa políticamente?
—En este momento es un movimiento generalizado y espontáneo en el que
el mundo indígena está presente, están los afrodescendientes, los
estudiantes, los trabajadores… El gobierno busca legitimar
representantes como Conaie y organizaciones de transportistas, que
pueden ser manipulados por la oligarquía. Los de los transportistas son
estructuras muy poderosas que derribaron al gobierno de Jamil Mahuad
durante la crisis financiera de 1999, logrando paralizar el país, pero
que no representan este movimiento. Por esta razón, fueron ignoradas por
la base y su comunicado anunciando que abandonarían la huelga después
de firmar un acuerdo con el gobierno era ridículo. La base prácticamente
los repudió. Todas las investigaciones dicen que la gente todavía está a
favor de Correa. El movimiento de la revolución ciudadana no tiene
pretensiones hegemónicas, pero es parte de esta movilización. Todos
saben que la única oposición real a Moreno está representada por Correa,
que cuenta con el apoyo de amplios sectores de la población que no se
consideran ni de derecha ni de izquierda, pero cuya actitud siempre ha
sido claramente de izquierda. Lo demostró durante los años de gobierno
liberando al país de la protección de Estados Unidos, eligiendo aliarse
con Cuba, con Venezuela y los países progresistas del continente, con
movimientos sociales.
Moreno aprovechó la oportunidad para acusar a Nicolás Maduro de
financiar la rebelión en Ecuador, poniéndose en la misma línea que
Colombia y los países subordinados a los Estados Unidos. ¿Cuánto pesan
estas declaraciones en Ecuador?
Moreno está tratando de forjarse un papel internacional en el campo
del imperialismo. Sabiendo que Ecuador tiene poco peso en el panorama
geopolítico, trata de desmantelar la integración regional destruyendo
organizaciones como la Unasur y dirigiendo el ataque contra Venezuela
luego del fracaso de los planes de la oligarquía colombiana. Intenta
atribuirle a Maduro la responsabilidad del caos que ha causado al
aplicar las recetas del FMI, pero los mismos medios de comunicación de
derecha no le creen, porque afirmar que Maduro pudo haber pagado a un
millón de personas es obviamente absurdo.
(Geraldina Colotti / Revisión del castellano Gabriela Pereira / Foto de Reuters: Manifestante herido)