martes, 2 de mayo de 2023

Advierten que EEUU terminará dejando solo a Ucrania y “huyendo” tal como lo hizo en Afganistán

 

Advierten que EEUU terminará dejando solo a Ucrania y “huyendo” tal como lo hizo en Afganistán

 

DIARIO OCTUBRE / mayo 1, 2023

 

La afirmación fue realizada por el analista Scott Ritter, exinspector de las Naciones Unidas e infante de la Marina de Estados Unidos en Irak.


© AP Photo


Hablando en la emisión Judging freedom del juez Andrew Napolitano, presentador y columnista de dilatada trayectoria en los medios estadounidenses, Ritter dijo que el presidente Joe Biden debería decirle a su par de Ucrania, Volodímir Zelenski, que siendo realistas su país no tiene chances de salir victorioso de su enfrentamiento con Rusia.

 

“EEUU podría ayudarlo a conseguir un buen resultado en las negociaciones de paz”, sugiere el experto, que afirma que si la nación norteamericana dejara de enviar dinero y apoyo militar a Ucrania el conflicto se terminaría.

Ritter, un agudo crítico de la política exterior hostil de Washington tanto cuando gobiernan los demócratas como los republicanos, señaló además que su país puede darse el lujo de involucrarse en la contienda y no sufrir ninguna de las secuelas.

“EEUU siempre va a tener un aterrizaje suave porque tiene como amortiguadores al Océano Pacífico y el Atlántico, y cuando huimos de una pelea, como hicimos en Afganistán, como hicimos en Vietnam del Sur y como vamos a terminar haciendo en Ucrania, nosotros no tenemos que lidiar con las consecuencias terribles de abandonar un lugar”, declaró.

Y añadió: “Solamente nos vamos a la fortaleza que es EEUU, o la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), y la gente que luchó porque creyó que EEUU iba a pelear con ellos hasta el final se queda sola. Lo que pasó en Afganistán fue una humillación para EEUU, pero cuando nos fuimos, no tuvimos que pagar ningún precio, simplemente apagamos la televisión y dejamos de ver las imágenes”.

Ritter vaticinó que “lo mismo va a pasar con Ucrania. Cuando abandonemos el país, y lo vamos a abandonar, Ucrania se va a quedar sola”.

Malas perspectivas para Kiev en el campo de batalla

Más adelante, Ritter habla sobre la débil posición en la que se encuentra Ucrania con respecto a Rusia, algo que fuese confirmado por los documentos del Pentágono filtrados a comienzos de mes en la que los analistas de la inteligencia estadounidenses reconocían la escasa capacidad combativa y armamentística de Kiev, especialmente para encarar la llamada “contraofensiva de primavera”.

“Cualquiera que haya estado siguiendo el tema sabe que es verdad lo que dicen esos documentos, no era necesario que un joven de 21 años tomara capturas y las subiera a internet para saber que [los ucranianos] se están quedando sin municiones, sin defensa aérea, que no tienen entrenamiento suficiente, que las cosas que le damos se rompen todo el tiempo y no funcionan”, afirma Ritter, quien cree que Ucrania no podrá continuar enfrentando a Rusia mucho tiempo más.

“Creo que hay suficientes [soldados] ucranianos para pelear durante el verano , pero creo que esto se va a terminar al comienzo del otoño. Ellos mismos lo admitieron, se están quedando sin defensa aérea, y cuando te quedas sin defensa aérea, la cosa se terminó”, asevera el experto.

Ritter también menciona el pesimismo entre las tropas ucranianas de cara a los avances del Ejército ruso. “Se están cansando, y en algún momento dejarán sus armas y van a elegir volver a sus casas. (…) Creo que están al borde de renunciar”, predice.

El analista también señala que Rusia no está luchando con su potencial completo, a la vez que recuerda cómo en los documentos filtrados del Departamento de Defensa norteamericano se detalla a los oficiales estadounidenses y británicos que están en el campo de batalla en Ucrania instruyendo a soldados sobre operaciones de combate.

FUENTE: sputniknews.lat

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Pero ¿quién vacía los pueblos del interior?

 

Pero ¿quién vacía los pueblos del interior?

 

Por Antonio Pérez Collado | 

Rebelion /España

02/05/2023 

 

Fuentes: El Salto


Desde los años 60 del siglo pasado la población de la península ibérica se viene concentrando en las zonas costeras y en algunas capitales interiores como Zaragoza, Valladolid y, principalmente, Madrid.

El fenómeno empezó a denominarse como la España vacía, aunque al final se ha impuesto la más realista expresión de la España vaciada porque la emigración a las ciudades no es casual, sino que obedece a decisiones tomadas por las castas dirigentes que se han venido sucediendo. En su primera fase, durante la segunda mitad de la etapa franquista, el éxodo a la ciudad respondía a la enorme demanda de mano de obra que originaba el acelerado desarrollo industrial de Madrid, Barcelona y el País Vasco.

En los últimos años, sin embargo, ya no es la búsqueda de empleo la razón principal del abandono de las comarcas del interior. Ahora es la falta de servicios (sanidad, educación, transporte, oficinas bancarias, centros culturales, instalaciones deportivas, comercio local, etc.) y la guerra declarada del sistema económico dominante contra las formas tradicionales de producción agrícola y ganadera lo que motiva la huida de la población más joven de la mayoría de nuestros pueblos.

Para facilitar la invasión del campo por las macrogranjas, los monocultivos y las grandes explotaciones eólicas y solares era preciso que los huertos familiares, donde se cultivaban alimentos sanos y sabrosos, y los pequeños rebaños -que mantenían limpios los montes y proporcionaban productos de calidad- dejaran de ser rentables por la falta de subvenciones, la ausencia de una política de precios proteccionista con los productores locales y la competencia desleal de las grandes distribuidoras de alimentación.

Una de las más graves agresiones al futuro de las poblaciones del interior la ha representado el desmantelamiento de la red ferroviaria; un cierre consciente y programado que está dejando a muchas villas y algunas pequeñas capitales de provincia sin su tradicional modo de transporte y de vertebración del territorio. Sin la estación de tren los habitantes de estos pueblos no solo se quedan sin la posibilidad de comunicación con las localidades vecinas, sino que también ven complicado su acceso a las poblaciones a las que han de desplazarse para hacer compras, estudiar, realizar gestiones o acudir a centros sanitarios.

Dos años después de cerrarse la línea férrea entre Valencia y Cuenca ha comenzado el desmantelamiento de las vías y la urbanización de los valiosos terrenos que ocupaba la estación en esta última ciudad. Da la impresión de que quieren asegurarse que nunca más vuelva a circular un tren por el ferrocarril que desde 1947 (año en que se inauguró el viaducto de Enguídanos) unía La Serranía conquense con su capital y ofrecía la posibilidad viajar hasta la ciudad del Turia o detenerse en alguno de los pueblos de las comarcas de Utiel-Requena, Hoya de Buñol o l´Horta por las que discurría la antigua línea Madrid-Valencia.

Como no se cansaron de denunciar el SFF-CGT y las plataformas por la defensa del ferrocarril público hubiera bastado una inversión muy inferior a la devorada por el proyecto del AVE para mejorar la comunicación ferroviaria entre Valencia y Madrid, reduciendo considerablemente el tiempo empleado y sin aislar a decenas de pueblos valencianos y castellano-manchegos. Hoy, suponiendo que podamos pagarlo, tenemos una veintena de posibilidades diarias de desplazarnos desde Valencia a Madrid en menos de dos horas, pero entre ambas capitales el tren únicamente se detiene, y no en todos sus viajes, en Requena y Cuenca; y ni tan siquiera en el núcleo urbano de estas poblaciones puesto que la estación se halla a varios kilómetros del centro, algo que no sucedía con la línea suprimida.

Indicios tan claros de que algo va mal como el cambio climático, los incendios forestales y la escasez de agua (por citar los más evidentes) aconsejan un frenazo al modelo desarrollista, pero dicho cambio no será posible mientras primen los intereses de los bancos y las grandes fortunas.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/alkimia/quien-vacia-pueblos-del-interior

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Historia de una involución. De la política estructural al moralismo histérico

 

El viejo sistema de control social alternaba la represión violenta de las pasiones juveniles con guerras periódicas para dejarlas desahogar; el nuevo, en cambio, proporciona lugares donde es posible hacer revoluciones fingidas con espadas de cartón.


Historia de una involución. De la política estructural al moralismo histérico


Andrea Zhok

El Viejo Topo

2 mayo, 2023 

 

El otro día reflexionaba sobre cómo ha podido ocurrir que la capacidad operativa de la oposición política al sistema se haya extinguido y hoy necesite reconstruirse esencialmente desde cero.


Dado que este es el problema de los problemas de hoy, y dado que, como todo proceso histórico, sus causas son plurales, quiero detenerme brevemente en una sola causa, de carácter específicamente cultural.


La era de la democracia y la oposición política desde abajo fue una época circunscrita que se inició hacia mediados del siglo XIX, en la que el marxismo jugó un papel fundamental.


Específicamente, el marxismo fue fundamental para entender, y hacer entender, cómo en el mundo moderno todo cambio de hábito y de opinión (que se torna hegemónico) tiene siempre una raíz primaria en la «estructura», es decir, en la esfera de la producción económica y la gestión correlativa del poder.


Si en una descripción de lo que ocurre no se tiene conciencia de su raíz estructural, si no se comprende cómo debe situarse el problema respecto a los mecanismos de distribución de la economía y del poder (muchas veces coincidentes), se termina por perder de vista la única esfera donde se pueden mover las palancas causalmente decisivas.


Una vez recordado este hecho, no se puede dejar de pensar en la distribución generacional de la conciencia política actual. Las experiencias repetidas, desde la recolección de firmas hasta los debates públicos y los mítines, señalan una visión común: la distribución generacional de la conciencia política sigue casi perfectamente una curva decreciente. Quienes muestran mayor urgencia por actuar frente a las palancas del poder son los mayores, y a medida que se es más joven se reducen las filas de los políticamente conscientes, hasta el punto de casi desaparecer en el ámbito de los jóvenes y muy jóvenes (digamos el grupo de 18 a 24 años).


Ahora, es importante señalar que este es un hecho históricamente sin precedentes. Hasta hace poco tiempo, los jóvenes formaban parte de las filas de los «pirómanos», las universidades siempre fueron fraguas de protesta, la pasión política nació en el umbral biográfico entre el estudio y el ingreso al mundo del trabajo. Y esto es natural, porque el compromiso y la energía necesarios para la participación política crítica se encuentran más fácilmente en un veinteañero que en uno de sesenta; y en otros factores porque las limitaciones, las cargas y las responsabilidades normalmente aumentan con la edad.

Entonces la pregunta es: ¿qué nos pasó?


Para tener una pista, basta mirar el activismo político juvenil, que de hecho todavía existe, pero cuya forma es instructiva. Es interesante notar en qué temas se enfoca el activismo hoy. Un breve registro nos revela:


1) un ambientalismo centrado en el cambio climático;
2) cuestiones de identidad de género, violencia de género, igualdad de género, autodeterminación de género, lenguaje de género;
3) animalismo del tipo Disney y prácticas alimentarias autoflagelatorias (veganismo, elogios a la carne sintética y harina de insectos, etc.);
4) para los más atrevidos, apelaciones a los «derechos humanos» en una versión muy selectiva (donde por cierto las violaciones ocurren sólo entre los enemigos de Estados Unidos).
Lo que es esencial subrayar es que en cambio puede existir y existe:
1) un auténtico ambientalismo “estructural”;
2) una conciencia histórico-estructural de la división sexual del trabajo (y sus consecuencias consuetudinarias);
3) un análisis de las formas de «reificación» de la naturaleza sensible (animales) en la industrialización moderna;
4) una conciencia política de la explotación y violación de la naturaleza humana.

Y en cada uno de estos casos es posible reconocer problemas reales al ubicarlos en el marco general de los procesos de producción económica y distribución del poder en el mundo contemporáneo.


Pero nada de esto es mayormente parte del activismo político juvenil, que en cambio acoge su agenda de «protesta» que viene desde arriba, en un formato rigurosamente saneado de sus implicaciones estructurales.


En otras palabras, los recintos en los que ejercer la contestación y las formas en que identificar los problemas han caído desde alturas inescrutables, a través del aparato mediático, el adoctrinamiento escolar y universitario. De esta forma se crean cómodas burbujas de disputa, con el certificado de bondad progresista, proporcionado por fuentes acreditadas.


El viejo sistema de control social alternaba la represión violenta de las pasiones juveniles con guerras periódicas para dejarlas desahogar; el nuevo sistema de control, en cambio, proporciona lugares donde es posible hacer revoluciones fingidas con espadas de cartón, en islas sin comunicación con ese continente donde el poder real juega sus juegos.


Sin embargo, este proceso de construcción de cercos artificiales, sin anclaje estructural, no es nuevo y es erróneo enfocarse solo en los jóvenes de hoy. Es un proceso que comenzó al menos en la década de 1980 y simplemente se ha expandido y perfeccionado con el tiempo. Todo el esfuerzo conceptual realizado por la reflexión marxista (en parte ya en la época hegeliana) y luego desarrollado durante más de un siglo, ha sido anulado con la lejía del nuevo poder mediático.


Hoy estas agendas «políticas» cuidadosamente castradas se difunden y hacen oír su característica voz estridente, que luego se hace eco, tal vez con benevolencia reprochada, pero finalmente bendecida, por los voceros del poder.


Hemos recaído así en un análisis de la historia, la política y la geopolítica que, olvidando cuáles son las verdaderas palancas del poder, se dedica en cuerpo y alma a lecturas moralizantes del mundo, a la actualidad policiaca, al alboroto de la “rectitud” y a la corrección política, a los chismes entre las élites.


Las interpretaciones geopolíticas proliferan y prosperan donde Putin es el malvado y los rusos son los ogros; lecturas sociales donde la crítica a la “ideologías de género” son abominaciones homofóbicas; donde quien no abraza a un chino es «fascista», y quien lo abraza después de una contraorden es «estalinista»; lecturas ecológicas donde los cuadros de museos se ensucian porque “ya no hay un minuto que perder”, antes de volver a casa a jugar en la Smart TV de 88 pulgadas; etc. etc.


Esta infantilización del análisis histórico-político vuelve fatalmente impotente cualquier «activismo», que examina el mundo como si la distribución de adjetivos morales estuviera en su centro. Y cuando alguien señala que todo ese extenuante graznido histérico no produce ni un desasosiego al poder, que hasta aplaude, tienen preparado otro atributo moral: eres un cínico.


La compartimentación de la protesta según los cercos ideológicos elaborados aguas arriba produce, además de un efecto de impotencia sustancial, una pérdida total del equilibrio y de la capacidad de evaluar las proporciones de los problemas.


Cada uno de estos juegos ideológicos aparecen a quienes los frecuentan como un cosmos, el único punto de vista desde el cual se ve mejor el mundo entero. Y esto genera una sensibilidad desequilibrada a los visitantes de estos recintos, porque invierten toda su energía y pasión en un campo cuidadosamente delimitado: hay gente que pasa dos veces al día frente a la anciana muriéndose de hambre en el departamento de al lado, pero saltan con los ojos inyectados en sangre si usas un pronombre de género mal visto …


En general, el panorama es el siguiente, mientras que el poder real nos aconseja ser resilientes (porque si tomas la forma de la bota que te pisotea, sufres menos), nos aconseja no tener hijos y no jubilarte por el bien del futuro, mientras todos los días te explica que tienes que ser móvil para trabajar donde haya necesidad y que tienes que dejar de moverte porque arruinas el clima, y mientras te mea en la cabeza te exige que ahorres en la ducha. Mientras todo esto sucede, y sucede mucho más, estos activistas se pelean furiosamente entre ellos… porque ninguna injusticia debe quedar impune, incluyendo “los derechos de los espárragos».

Fuente: Observatorio de la crisis.

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Invasión Militar a Panamá: La Última Intervención de Estados Unidos en l...

Francia: histórica movilización de la clase trabajadora contra el recorte de las pensiones este Primero de Mayo

 



Francia: histórica movilización de la clase trabajadora contra el recorte de las pensiones este Primero de Mayo

 

Por Redacción Kaosenlared

1 de mayo de 2023 

 

Cerca de 2’3 millones de personas, según datos sindicales, salieron a las calles de las principales ciudades del país para protestar, en la jornada internacional de la clase trabajadora del Primero de Mayo, contra la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron.

A las manifestaciones de este lunes también acudieron representantes sindicales de organizacjones de otros países que respondieron con su apoyo a la convocatoria unitaria de las ocho centrales obreras francesas, agrupadas en la llamada intersindical, que volvían a mostrar su unidad en un Primero de Mayo por primera vez en los últimos 14 años.

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Una masiva jornada de protestas multitudinarias que combina la conmemoración reivindicativa de la fecha con el malestar social por la reforma de las pensiones, que sube la edad de jubilación de 62 a 64 años. Una propuesta aprobada por decreto por el presidente Emmanuel Macron y ratificada por la Sala Constitucional el 14 de abril pasado.

París, Nantes y Lyon son las ciudades que han concentrado el mayor número de manifestantes en las calles. Las provocaciones policiales volvieron a generar incidentes a los que la policía respondió con gases lacrimógenos y la detención de unas 300 personas.


Según datos preliminares de la Confederación General del Trabajo (CGT), una de las principales uniones sindicales de Francia, 550.000 personas han salido a las calles de París y alrededor de 2,3 millones en todo el país. Pero, como era de esperar, el Ministerio del Interior descalificó las cifras y las situó en 782.000 participantes en todo el territorio, entre ellas 112.000 en París donde fueron detenidas más de 60 personas.

El gobierno ha vuelto a responder a la toma masiva de las calles de las ciudades francesas con un enorme despliegue policial, 5000 agentes en París y 17000 en todo el territorio, y con el uso de drones para supervisar las manifestaciones.

Jornada histórica de protestas

Lo cierto es que este 1 de mayo ha vuelto a llenar las calles francesas tras meses de tensión social provocada por el aumento de la edad de jubilación y la represión policial del Gobierno de Macron a las masivas protestas contra la reforma de las pensiones.

En su mensaje para el 1º de mayo, Emmanuel Macron publicó un cínico saludo (¿como calificarlo si no?) a los trabajadores a través de un mensaje de Twitter, en el que ni siquiera menciona las protestas en curso.

Se levantan temprano para darnos de comer. Fomentan el saber hacer de nuestros territorios. Ustedes contribuyen a nuestra soberanía. En este primero de mayo, a todos los trabajadores, gracias“, se puede leer en él.

Una semana después de celebrar su primer año como presidente electo para un segundo mandato de cinco años, Macron enfrenta un altísimo nivel de tensión social en las calles, después de haber perdido además la mayoría parlamentaria en junio del año pasado. Según reflejan varias encuestas, 3 de 4 franceses reprueban la política de Macron, especialmente el recorte en el derecho a la jubilación.

Los sindicatos, por su parte, que hasta ahora han rechazado cualquier diálogo con Macron que no parta de la retirada de su reforma de pensiones, se encuentran ante la tesitura de fortalecer con mayor contundencia la movilización en coherencia con la principal exigencia de los manifestantes, la de derogar la reforma de las pensiones, a lo que el presidente se niega con rotundidad. Una lucha cuya proyección internacional en el escenario europeo es evidente y cuyo desenlace repercutirá en el devenir de la lucha de clases a nivel continental.

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