Hoy
se cumplen tres años del fallecimiento de Marta Harnecker. Socióloga,
politóloga, periodista, activista y sobre todo una mujer excepcional. Siempre
al lado de los trabajadores, de la revolución y del socialismo.
Necesidad de articular la izquierda política y la
izquierda social
Marta Harnecker
El Viejo Topo
15 junio, 2022
1. Cada vez es
más intenso el rechazo de la mayoría de la gente del modelo de globalización
que se impone en nuestro continente, por su incapacidad para resolver los
problemas más acuciantes de nuestros pueblos. Las políticas neoliberales,
implementadas por el gran capital financiero transnacional respaldado por un
gran poderío militar y mediático, y cuyo centro hegemónico son los Estados
Unidos, no solo no han resuelto estos problemas sino que han agudizado
vertiginosamente la miseria y la exclusión social, mientras las riquezas se
concentran en cada vez menos manos.
2. Entre los
primeros que sufren las consecuencias económicas del neoliberalismo están los
sectores tradicionales de la clase obrera urbana y rural. Pero sus efectos
nefastos no se limitan a ellos sino que afectan a muchos otros sectores
sociales como: los pobres y marginados, los estratos medios empobrecidos, la
constelación de pequeños y medianos empresarios y comerciantes, el sector de
los informales, los productores rurales medianos y pequeños, la mayoría de
profesionales, la legión de los desocupados, los cooperativistas, los
jubilados, los cuadros subalternos de la policía y del ejército (suboficiales y
cuadros que les están subordinados). Por otra parte, no solo debemos tener
presente a los sectores económicamente afectados, sino también a to-
dos los discriminados y oprimidos por el sistema: mujeres, jóvenes, niños,
ancianos, indígenas, negros, determinadas creencias religiosas, homosexuales,
etcétera.
3. El
neoliberalismo empobrece a la gran mayoría de la población de nuestros países,
los empobrece desde el punto de vista socioeconómico y desde el punto de vista
de su subjetividad.
4. Algunos de
estos sectores se han transformado en poderosos movimientos. Entre ellos están
los movimientos de mujeres, de indígenas, de consumidores, los que luchan por
los derechos humanos y la protección del medio ambiente.
5. Estos
movimientos difieren en muchos aspectos del clásico movimiento obrero. Sus
plataformas tienen un fuerte acento temático y su convocatoria es policlasista y
multigeneracional. Sus modos de organización son menos jerárquicos y más en red
que en el pasado y sus formas concretas de acción son muy variadas.
6. Aparecen
también en el escenario nuevos actores sociales. Es sorprendente, por ejemplo,
la capacidad de movilización que han manifestado los jóvenes, organizados
fundamentalmente por vía electrónica, con el objetivo de repudiar la actual
globalización; resistir a la aplicación de medidas de corte neoliberal,
desarrollar poderosísimas manifestaciones contra la guerra y ahora contra la
ocupación, y difundir experiencias de luchas revolucionarias, rompiendo el
cerco informativo al que habían sido siempre sometidas las ideas progresistas y
de izquierda.
7. Este
creciente rechazo se expresa a través de prácticas plurales y alternativas de
resistencia y de lucha.
8. La
consolidación de partidos, frentes o procesos políticos de izquierda que se
oponen al neoliberalismo es innegable en varios países. En otros surgen
poderosos movimientos sociales, que se transforman en destacados actores
políticos, asumiendo la crítica y ocupando las primeras líneas de combate
contra la globalización neoliberal.
9. Sin embargo,
en aquellos países en que domina del modelo neoliberal, a pesar de la
profundidad de la crisis que éste provoca; la amplitud y variedad de los
sectores afectados que abarcan a la inmensa mayoría de la población; la
multiplicidad de las demandas que surgen desde la sociedad y permanecen
desatendidas –hechos que producen una situación altamente favorable para la
creación de un bloque social antineoliberal muy amplio y con enorme fuerza
social–, la mayor parte de las expresiones crecientes de resistencia y de lucha
están todavía muy lejos de significar una verdadera amenaza para el sistema.
10. Pienso que
una de las razones para explicar esto es que junto a las condiciones objetivas
favorables para conformar un gran bloque social alternativo al neoliberalismo,
se dan condiciones subjetivas muy complicadas, que tienen que ver con un
problema de fondo: la dispersión de la propia izquierda.
11. Y por ello
es que considero de importancia estratégica para una lucha eficaz contra el
neoliberalismo la necesidad de articular a los diferentes sectores de la
izquierda. Entiendo por izquierda el conjunto de fuerzas que se oponen al
sistema capitalista y su lógica del lucro, y luchan por una sociedad
alternativa humanista y solidaria, construida a partir de intereses de las
clases trabajadoras.
12. La
izquierda no se reduce, entonces, a la izquierda que milita en partidos u
organizaciones políticas de izquierda, sino que incluye a actores y movimientos
sociales. Estos son muchas veces más dinámicos y combativos que los primeros
pero no militan o rechazan militar en partidos u organizaciones políticas.
Entre los primeros hay quienes apuestan a acumular fuerzas por la vía del uso
transformador de las instituciones y otros niegan esa opción.
13. Para
simplificar he decidido denominar izquierda política a los primeros e izquierda
social a los segundos, aunque reconozco que esta separación conceptual no se da
siempre así en la práctica. De hecho los movimientos sociales más desarrollados
adquieren dimensiones socio‑políticas.
14. La tarea
estratégica sería, repito, articular la izquierda política y social, para, a
partir de ella, construir el gran bloque social que necesitamos tanto para
lograr instalar gobiernos progresistas, como para, desde allí avanzar en la
construcción de una sociedad alternativa al capitalismo. Solo la unión de los
esfuerzos militantes de las más diversas expresiones de la izquierda permitirá
cumplir a cabalidad esa tarea. Las dificultades de esta empresa y las formas de
superarlas serán analizadas en próximos capítulos.
Fuente: Capítulo sexto del libro de Marta Harnecker Ideas para la lucha.
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