Hilferding, el capital financiero y la financiarización
Por Rolando
Astarita
Rebelion
14/06/2024
Fuentes: rolandoastarita.blog/
En la izquierda está muy
extendida la tesis de la financiarización. En esencia dice que las finanzas han
tomado el control de las economías capitalistas desde, aproximadamente,
principios de los 1980.
La idea de que las
finanzas controlan y tienen preeminencia sobre el capital industrial, o
mercantil, tiene como uno de sus principales antecedentes El
capital financiero, (en adelante, CF), de Rudolph Hilferding.
Publicado en 1910, el CF ha sido, hasta hoy, un texto central del análisis y
crítica marxista de la esfera financiera. Entre otros factores que
contribuyeron a su reputación está que Lenin adoptara la noción de capital
financiero de Hilferding en su conocido folleto “El imperialismo fase superior
del capitalismo”.
En esta nota presentamos
un análisis crítico del CF, con foco en su teoría del capital
financiero. O sea, no tratamos su teoría del dinero (Lenin la
calificó de “errónea”); y solo de pasada haremos referencia a su teoría de la
monopolización de la economía. En la parte final de la nota señalamos algunas
coincidencias y diferencias del CF con la financiarización.
Una
primera aproximación
Hilferding define al
capital financiero como la fusión del capital bancario con el capital
industrial, con dominancia del primero. “Llamo capital financiero al capital
bancario, esto es, capital en forma de dinero, que de esta forma se transforma
realmente en capital industrial” (pp. 253-254 CF). Aunque no se trata de una
relación entre iguales, sino de dependencia de la industria con respecto
a los bancos.
De acuerdo a Hilferding,
esa dependencia se debe a que los bancos disponen de los fondos líquidos que
son imprescindibles para la industria. Esa disponibilidad es la que “da al
banco la prepotencia frente a la empresa, cuyo capital está inmovilizado como capital
de producción o de mercancías” (p. 95 CF). Agrega: “En general, siempre es la
superioridad de la fuerza del capital, especialmente el volumen de capital
monetario de libre disposición, lo que decide sobre la dependencia económica
dentro de una relación de crédito” (ibídem). Poco más adelante
dice que el rol del crédito para la expansión de la empresa crea una
dependencia de esta con respecto al prestatario (p. 96). Es que cuando la
empresa recibe el crédito, queda ligada al banco, y el interés de este en la
empresa pasa a ser permanente (véase p. 94 CF). Por eso “el gran banco” (sic)
está incluso en situación de dominar la cotización de las acciones de la
empresa (p. 97 CF). A su vez,” con el desarrollo del capitalismo y su
organización crediticia, aumenta la dependencia de la industria respecto de los
bancos” (p. 253).
Ganancia
de fundador, capital ficticio y los bancos
De acuerdo a lo
explicado en el apartado anterior, la dominancia del banco sobre la industria
se explicaría simplemente por la concentración del efectivo en manos del
primero y la necesidad de crédito de la segunda. Pero en Hilferding la fuente
de poder de los bancos es más sistémica que eso. Tiene que ver con “la ganancia
de fundador”, de la que se apropiarían los bancos, y el capital ficticio
asociado a ella.
A fin de presentar su
noción de la ganancia de fundador, empecemos precisando que la acción es un
título de renta, o sea, una asignación sobre los rendimientos de la empresa. De
ahí que su precio se determine, según Hilferding, de la misma manera que el
precio de los bonos y otros activos financieros, por capitalización del
rendimiento (p. 113: p. 141, CF). Por ejemplo, si una acción tiene un
rendimiento de $20 anuales, y la tasa de interés es 5%, el precio de la acción
es $20 ÷ 0, 05 = $400.
Vayamos ahora al ejemplo
que presenta en el CF. Suponemos una empresa que con un capital de
$1.000.000 produce una ganancia anual de $150.000; la tasa de ganancia es 15%.
Suponemos que la tasa de interés, para los títulos más seguros, es 5% anual.
Dado el mayor riesgo involucrado en la inversión en acciones, la tasa de
interés, a la que se capitaliza el rendimiento es 2 puntos porcentuales más
alta, o sea, 7%. Hilferding supone que, por diferentes gastos, del beneficio
bruto hay que deducir $20.000, de manera que queda, como ganancia neta,
$130.000. Todo el beneficio se reparte como dividendos. En consecuencia, al
capitalizar ese dividendo al 7% (130.000 ÷ 0,07), el valor bursátil de la
empresa es, aproximadamente, $1.900.000.
De manera que para
generar un beneficio de $130.000 hizo falta un capital de solo $1.000.000;
$900.000 “están libres”, ya que nacen “de la transformación del capital
productor de beneficios en capital productor ‘portador de dividendos’” (p. 114
CF). Es la “ganancia del fundador”: el capital “portador de beneficios” se
metamorfosea en la forma de “capital productor de intereses” (ibídem).
Se llama “de fundador” porque es un beneficio que va a manos de los
capitalistas que originaron la empresa cuando deciden abrirla a la
participación de inversores, vía oferta pública inicial de acciones; o cuando
buscan aumentar el capital mediante la emisión de nuevas acciones. En
cualquiera de los casos se ha generado, dice Hilferding, un capital
ficticio (sobre el capital ficticio en Marx, aquí). Es ficticio porque
no se corresponde con el capital real. En el ejemplo citado, el capital real es
$1.000.000, pero el valor bursátil es $1.900.000. “Esta diferencia es la que
aparece como ‘ganancia de fundador’…” (p. 114 CF). Es “la transformación
del capital industrial en ficticio” (p. 190, CF). Y precisa: “la ganancia de
fundador pertenece a los fundadores, por ejemplo, el banco que ha emitido las
acciones y que sale de la circulación” (p. 116 CF).
Obsérvese que al
establecer que el precio de la acción resulta de la simple capitalización del
dividendo a una tasa de interés, el precio tendería a ser estable,
evolucionando al compás de las variaciones de la tasa de interés, dado un
determinado dividendo. Esta idea se consolida cuando Hilferding afirma que el
rendimiento de las acciones “se reduce, cada vez más, al simple interés” (p.
138 CF). Como además existe una tendencia a la caída de la tasa de interés
(ejemplifica con la caída del interés de las obligaciones ferroviarias en EEUU,
del 7% al 3,5%), la ganancia de fundador tiende a crecer.
Lo cual chocaría con la tendencia al descenso de los beneficios; pero la caída
de la tasa de beneficios no anula la tendencia al aumento de la ganancia de
fundador. Esta es entonces una fuente para el aumento del poder de los bancos.
Por otra parte, dado que
los bancos son los principales emisores de acciones, a sus manos afluye una
ganancia capitalizada como ganancia de fundador (pp. 138-139 CF). Esto
significa que se apoderan cada vez más del capital ficticio (p. 254 CF). En
consecuencia, “crece el poder de los bancos, se convierten en fundadores, y
finalmente en dominadores de la industria, apoderándose de los beneficios como
capital financiero…” (p. 255 CF).
Parasitismo
Con el crecimiento del
capital accionario la propiedad de los medios de producción pasa de las
personas individuales a una sociedad jurídica, en la cual las primeras ya no
tienen el derecho de propiedad de los medios de producción; solo poseen un
título de capital que les da derecho a participar en los beneficios, pero
sin incidencia en la producción (véase pp. 150-151 CF). De ahí
“la indiferencia del capitalismo hacia el valor de uso, hacia la respectiva
esfera de inversión concreta de su capital; el hecho de que el capital no sea
más que plusvalía, valor acumulado… que solo sea título productor de interés…”
(p. 151 CF). Es el “parasitismo” del capital financiero. La idea de su
autonomización conecta con esta visión: el capital financiero se valorizaría a
partir del crecimiento del capital ficticio, y estaría cada vez más divorciado de
la producción.
Especulación
y ganancia del capital financiero
Al analizar los negocios
bursátiles Hilferding aborda la especulación. La especulación consiste en hacer
diferencias con las fluctuaciones de los precios, comprando barato y vendiendo
caro. Pero esto significa que “la ganancia de uno es la pérdida de otro” (p.
168 CF). No
hay forma entonces de que el capital financiero pueda valorizarse por medio de
la especulación. Aunque, dice Hilferding, los especuladores
profesionales y los bancos suelen obtener ganancias especulativas a costa de
los inversores outsiders, “que soportan las pérdidas. Sin la participación del
‘público’ no prospera la especulación” (p. 173). Pero la tendencia es que
disminuya la especulación, ya que la cartelización de la economía reduce las
oscilaciones del precio (véase p. 168, p. 173). El dominio de los bancos
llevaría al mismo resultado. Por lo tanto, se reducía el rol de la especulación
en la acumulación y las crisis (véase p. 329 CF), aunque no desaparecían las
crisis industriales. La idea de que las ganancias por maniobras especulativas
son cada vez más limitadas realza la importancia, para Hilferding, de la
ganancia de fundador como fuente de poder de los bancos.
La
ganancia del banco y el capital propio
Además de la apropiación
de la ganancia de fundador, el poder de los bancos se incrementa por su
capacidad para obtener una ganancia por encima de la que correspondería a la
tasa media de ganancia. Según Hilferding, en lo que atañe a los aspectos
técnicos del movimiento del dinero (pagos y cobros, traslados, guarda), los
bancos realizan el beneficio medio sobre el capital invertido, igual que el
capital mercantil (compra y venta mercancías y servicios) y el capital
industrial. Es la posición de Marx, que cita Hilferding (p. 187 CF).
Sin embargo, sigue
Hilferding, como intermediario del crédito, el banco trabaja con capital propio y
con capital ajeno, siendo la ganancia la diferencia entre la tasa
que paga por los depósitos y la que cobra por los créditos otorgados. Esa diferencia,
o spread,
determina la “ganancia neta de los bancos” (p. 188 CF). Pero “no es beneficio
en sentido categórico, y su nivel no viene dado por la tasa media de
beneficios” (ibídem).
Es que, dada su posición de intermediario en la circulación del crédito, el
banco gana no solo con el capital propio, sino también con el de sus
acreedores. Los bancos compiten por atraer depósitos y colocar los préstamos,
pero eso no afectaría su capacidad de apropiarse de una ganancia que no
participaría en la nivelación de la tasa media de ganancia. Escribe: “esta
ganancia [la que deviene de operar con capital ajeno] no entra en la
determinación de la tasa media de beneficios, como la del capital del
comerciante y la del capital comercial monetario” (ibídem). Por lo cual el banco
podría aumentar su capital propio por capitalización de esta ganancia que
escapa a las generales de la ley (la tasa media de ganancia). Así, la división
entre capital propio y ajeno sería indiferente para la ganancia.
Por lo tanto, una parte
cada vez mayor del capital prestado se transforma en capital propio del banco
(véase p. 192 CF): “Como, con unas finanzas desarrolladas, todo dinero
disponible está concentrado en los bancos, el aumento del capital bancario no
significa por lo pronto otra cosa sino que una parte de los depósitos que ha
tenido el banco a su disposición se ha transformado ahora en capital bancario,
por ejemplo, mediante emisión de acciones” (p. 192 CF). Reforzando la idea,
poco más abajo: “… el capital bancario significa únicamente el capital puesto a
disposición de los bancos…” (p. 193). Lo que equivale a aumento del capital
ficticio: “… la mayor cantidad de este capital bancario es ficticio, no es más
que expresión monetaria de capital que actúa de un modo realmente productivo, o
solo títulos de plusvalía capitalizados” (ibídem). De esta manera se da
la posibilidad de que el banco aumente su capital propio, para obtener
ganancias de emisión y dominar así a la industria (p. 191 CF).
Unificación
del capital
“El capital financiero
significa la unificación del capital. Los antiguos sectores separados del
capital industrial, comercial y bancario se hallan ahora bajo la dirección
común de la alta finanza, en la que están vinculados personalmente los señores
de la industria y de los bancos. Esta unión tiene como base la eliminación de
la libre competencia del capitalista individual por las grandes empresas
monopolísticas. Con ello cambia incluso la naturaleza de la relación de la
clase capitalista con el poder del Estado” (p. 337 CF).
De ahí también la
unificación política del capital: “La cartelización unifica el poder económico
e incrementa así directamente su eficacia política. Pero simultáneamente
unifica también los intereses políticos del capital y facilita que se proyecte
la totalidad de la fuerza económica directamente sobre el Estado. Une los
intereses de todo el capital y facilita que se proyecte la totalidad de la
fuerza económica directamente sobre el Estado” (p. 382 CF).
Anotaciones
críticas a la tesis de Hilferding
- ¿Dependencia del capital industrial con respecto a los bancos?
La primera cuestión a
problematizar es la idea de la dominación de los bancos sobre el capital
industrial o mercantil. Una tesis que fue cuestionada por Paul Sweezy y Ernest
Mandel.
Sweezy (1973) coincidió
con Hilferding en que los bancos tenían el mismo interés que las grandes
industrias de eliminar la competencia, y en que sobre esa base “surge esa unión
personal interna de juntas directivas entrelazadas e intereses comunes que liga
a los magnates industriales y bancarios más fuertes en todos los países
capitalistas adelantados” (p. 293). Sin embargo, criticó la idea de que en esa
asociación el capital bancario tuviera la posición dominante de manera
permanente. El dominio del banco era cierto en la fase de formación de las
grandes corporaciones, dado a su rol en la emisión de acciones. Pero una vez
que se había desplazado a la competencia, y los sectores industriales
encontraban un modus vivendi para sus fines monopolistas,
las nuevas combinaciones, y la emisión de acciones, disminuían, e incluso
cesaban del todo (véase p. 294). Alcanzado ese punto, el poder de los bancos se
debilitaba.
Por su parte Mandel
(1969) sostuvo que en Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania Occidental e
Italia la situación era, a mediados de los 1960, más bien de “interpenetración
del capital industrial y financiero” (p. 128), y la dominancia del banco solo
se registraba en Bélgica y Suiza, y parcialmente en Francia. No era, por lo
tanto, distintivo del llamado capital financiero en general.
En una primera
aproximación crítica a la tesis del dominio del banco sobre la industria y el
comercio, coincidimos en que hay entrelazamiento entre el capital industrial y
financiero, más que dominio del segundo sobre el primero. Aunque también parece
cuestionable la idea de que las empresas industriales o comerciales dependen de
los bancos debido al rol del crédito para su consolidación o expansión. Es que
en la sociedad capitalista existen múltiples bancos que están obligados a
competir para colocar el dinero que obtienen bajo la forma de depósitos.
Además, existen otras fuentes de financiamiento a las que recurren (y recurrían
en tiempos de Hilferding) los industriales o comerciantes. Nos referimos,
naturalmente, a los mercados de capitales y los mercados monetarios. En este
sentido la afirmación de Hilferding de que “el desarrollo conduce cada vez más
a que todo el dinero afluya a los bancos” (p. 137 CF), no se verifica en la
realidad del capitalismo. El propio Hilferding dice que la bolsa compite con
los bancos para atraer capital monetario en busca de inversión (p. 142 CF).
A las dos razones
anteriores hay que sumar el hecho de que las empresas industriales o dedicadas
al comercio también disponen de fondos propios. El autofinanciamiento es una
posibilidad, y refuerza la capacidad de negociación. En determinados períodos
existe incluso lo que Marx llamó “plétora del capital”, que es la existencia de
abundante liquidez en las empresas, que no va a la producción. Algo de esto
ocurrió en los 2000 en los países capitalistas desarrollados (ese exceso de
capital líquido se conoció en la literatura económica como “exceso global de
ahorro”, (global
saving glut, como lo definió la Reserva Federal). Todo refuerza
entonces la idea del entrelazamiento –una relación de unidad y tensión- entre
las diversas formas del capital. Nada indica que empresas como Microsoft,
Exxon, Toyota, Walmart, Nestlé, Vale, Alphabet, estén subordinadas o sometidas
a la dependencia de los bancos.
- Ganancia de fundador, precio de las acciones y capital
ficticio
De acuerdo a Hilferding,
la ganancia de fundador se formaría por la capitalización del dividendo, y
sería apropiada por los bancos. Esta explicación suscita algunos
cuestionamientos. El primero se refiere a la manera en que se forma la ganancia
de fundador y a su carácter episódico; el segundo es acerca de quién se la
apropia.
En cuanto a la
generación de la ganancia de fundador, nuestra objeción es que el valor
bursátil no surge por un proceso “mecánico y tranquilo” de capitalización de
los dividendos, sino más bien complejo y atravesado por la especulación.
Tengamos presente que la ganancia de fundador es igual a la diferencia entre la
suma de los precios de las acciones vendidas en el mercado, al realizarse la
oferta pública inicial de acciones, y el capital real invertido en la empresa.
Es entonces un fenómeno transitorio (Sweezy 1973 lo señaló en crítica a
Hilferding), No puede ejercer una influencia duradera en la economía
capitalista.
Pero además, el precio
bursátil de la empresa surge en un proceso más complejo que el que describe
Hilferding. La determinación del precio de un activo por simple capitalización
de su rendimiento es aplicable a activos de renta fija, como bonos, y siempre
que no se consideren, o sean mínimos, los riesgos de default. En el caso de las
acciones, el asunto es más complicado. Por empezar, los dividendos, en la
mayoría de los casos, son solo una parte del beneficio de la empresa; otra
parte puede destinarse a ampliar inversiones, o a hacer aprovisionamientos para
cubrirse de eventuales pérdidas, etcétera. En segundo término, el inversor en
acciones no solo tiene en cuenta el posible dividendo, sino su posible
valorización, o desvalorización. Y aquí es decisiva la ganancia –que
determinará la ganancia por acción- y su relación con el valor bursátil de la
empresa. Esta relación es igual al precio bursátil / ganancias (en inglés,
P/E), que dice cuántos años son necesarios para que, a la actual ganancia, se
pague el precio bursátil de la empresa. Un P/E “normal” puede oscilar entre 8 y
12, pero en períodos de alta especulación puede alcanzar cifras mayores. Lo
cual significa que el elemento especulativo es muy fuerte. Esto
explica por qué, en determinado momento, empresas que no presentan ganancias
(por lo cual no se puede calcular su P/E) son arrastradas en olas especulativas
fuertemente alcistas. Un ejemplo es lo que ocurrió en Wall Street con la
burbuja.com, (empresas que cotizaban en el NASDAQ), entre fines 1997 y el 2001.
Vinculado al elemento
especulativo, sobre las decisiones de los inversores inciden muchas variables.
Además de la ganancia (que no necesariamente coincide con los dividendos), se
tienen en cuenta los costos de la empresa; su nivel de endeudamiento; la fuerza
de la competencia; la situación de la rama; incluso el clima político y la
intensidad de los conflictos de clase. De ahí la relación no lineal entre el
valor bursátil y los “fundamentos”. La especulación profundiza tendencias,
pero no las crea. Si una empresa fracasa en la generación y
realización de la plusvalía, su valor bursátil terminará por verse afectado.
Por eso también la diferencia entre el valor real de la empresa (sería su costo
de reposición, o “valor libro”) y el valor bursátil que resulta de la emisión
inicial (o de la ampliación del capital) no sea algo mecánico. Por lo general
ocurre la ganancia de fundador, pero a través de múltiples y complejas
relaciones.
En cuanto a quién
se apropia de la ganancia de fundador, esta va a manos de los emisores. Los
bancos o casas de cambio que actúan como intermediarios reciben
comisiones. La ganancia de fundador va a quienes originaron la
empresa. Puede ocurrir que el banco se quede con la ganancia de fundador si
suscribe las acciones al precio determinado por la valuación contable de la
empresa, y las vende a un precio más elevado, pero esa no es la regla. Por lo
cual no tiene sustento la afirmación de Hilferding (p. 254) sobre que el poder
de los bancos crece en la medida en que se convierten en fundadores.
- ¿Divorcio de la producción?
La idea de que el
capital financiero se ha desligado de la esfera productiva, o que el accionista
es un mero receptor de dividendos, despreocupado por el «valor de uso del
capital” (o sea, sin atender a las inversiones reales) y sin relación con la
propiedad de la empresa de la que posee acciones, ha tenido, y sigue teniendo,
fuerte aceptación. Pero tiene problemas.
En primer lugar, la
separación entre propiedad de las acciones y propiedad de la empresa debe
relativizarse. Si bien el accionista del común no tiene manera de ejercer el
derecho de propiedad de la empresa, otra historia es la de los grupos de
control. Estos (puede ser un grupo familiar) ejercen el control efectivo de la
empresa a través de la propiedad del 50% del paquete accionario; o de una
proporción menor si la tenencia accionaria está muy diversificada. Estas
cuestiones tienen relevancia cuando, por ejemplo, una empresa enfrenta una
oferta hostil (OPA, oferta pública de adquisición) por parte de inversores;
cuando el grupo de control tiene más del 50% de las acciones, la oferta hostil
no tiene posibilidad.
En segundo término,
cuando un inversor supera un cierto umbral en su tenencia accionaria (por
ejemplo, posee el 5% del paquete accionario) tiene derecho a sentarse en el
directorio de la empresa. En ese caso también está ligado al “capital real”, la
producción y la marcha de la empresa. En tercer lugar, y en la práctica, la
división entre los CEO y el management (lo que Marx
llama “los capitalistas en funciones”) y los accionistas (el capital en tanto
propiedad de los medios de producción) está mediatizada, ya que los CEO y parte
del alto personal de conducción de la empresa con frecuencia son remunerados
con acciones.
Otra manifestación de la
imbricación entre el capital financiero y el capital productivo son las private
equity. Consiste en inyectar fondos en una empresa en problemas,
con el fin de reestructurarla –por lo general significa, entre otras cosas,
disminuir derechos laborales y salarios-, a cambio de una participación
accionaria en esa empresa. Ya en tiempos en que escribía Hilferding este tipo
de operaciones eran bastante comunes.
Un caso parecido es el venture
capital, la inversión de fondos líquidos en empresas tecnológicas
en desarrollo. Es imposible decir que en estos casos se está ante inversores no
preocupados por “el valor de uso del capital”.
- Especulación, apalancamiento y crisis
Hilferding tiene razón
cuando sostiene que las ganancias por especulación no pueden ser generales, ni
permanentes. Más problemática, sin embargo, es su afirmación de que los bancos
y especuladores avezados obtienen ganancias a costa de los inversores “de
afuera”, no experimentados. Sin negar que esto pueda ocurrir en alguna
coyuntura –en especial cuando hay una ola alcista e ingresan al mercado
inversores de último momento que terminan desplumados- no puede ser un fenómeno
duradero.
Por otra parte, también
es cuestionable la idea de que la especulación tiende a desaparecer con el
desarrollo del capitalismo y la cartelización. En especial, el precio de las
acciones contiene un fuerte elemento especulativo. Por ejemplo, la especulación
alcista, y el crecimiento del capital ficticio que la acompaña, junto al
apalancamiento, con frecuencia es un factor que empuja a la sobreproducción y
sobre acumulación (sobre apalancamiento, aquí). A la inversa, en la
especulación bajista, el desapalancamiento y la destrucción de capital ficticio
profundizan las crisis y las depresiones que les siguen.
El capital ficticio
juega un rol de primer orden en el planteo de Hilferding. Señalamos algunas
cuestiones que parecen problemáticas.
En primer lugar, y
contra lo que pareciera desprenderse de la exposición del CF, no todo el
capital accionario es ficticio. Una parte del valor bursátil de la empresa se
corresponde con capital real, capital constante y variable, empeñado en la
producción o en la comercialización de las mercancías. Por eso Marx decía que
las acciones de compañías ferroviarias, mineras, de navegación, etcétera,
representaban “un capital real, a saber, el capital invertido y operante en
esas empresas, o la suma de dinero adelantado por los participantes para ser
gastada como capital en tales empresas” (Marx, 1999, p. 601, t. 3). Esto no
niega que el valor de mercado de esas acciones tenga un componente ficticio (y
especulativo), “ya que está determinado no solo por las entradas reales, sino
también por las entradas esperadas, calculadas por anticipado” (p. 602, ibídem.
Dadas además las variaciones de la tasa de interés, la desvalorización o
valorización de los títulos pueden ser independientes del movimiento de valor
del capital real que representan (ibídem, p. 693).
En segundo lugar, la
existencia de capital ficticio no es una particularidad del “capital financiero
en la era del capitalismo monopolista”, sino es característica del modo de
producción capitalista (al menos, hasta el presente).
En tercer término, la
incidencia del capital ficticio en las tendencias de largo plazo del
capitalismo es más bien limitada. En El capital Marx analiza,
entre otras, la tendencia al crecimiento de la relación capital
constante/trabajo vivo; a la concentración y centralización del capital; a la
proletarización de sectores de la pequeña burguesía; a la formación de un
mercado mundial, sin hacer particular referencia al capital ficticio. El
crecimiento del capital ficticio puede alentar la especulación y burbujas, pero
no es lo decisivo en cuanto a las tendencias fundamentales.
En cuarto lugar,
destacamos que el aumento del capital ficticio no es sinónimo de aumento del
valor agregado. Si el accionista que se ha beneficiado con el aumento del precio
de las acciones quiere efectivizar su ganancia, deberá venderlas. Con ello
habrá aumentado su riqueza, pero la contrapartida es que comprador de
las acciones renunció a un poder de compra equivalente. El
incremento de capital ficticio no es sinónimo de aumento del valor. Esto tiene
implicancias para las ganancias de fundador: si el fundador desea monetizar el
aumento de valor de sus acciones, deberá ponerlas a la venta. Así, el aumento
de dinero en su bolsillo tiene como contrapartida la disminución de dinero en
el bolsillo del inversor.
Por último, dada la
naturaleza del capital ficticio, se explica que puedan ocurrir caídas de los
valores ficticios sin afectar a los fundamentos de la economía. Un ejemplo fue
el derrumbe de Wall Street de octubre de 1987. A pesar de lo profundo de la
caída –en un solo día los precios de las acciones cayeron más del 22%- no se
vio afectada la marcha de la economía. Distinta es la situación cuando ocurre
una crisis por sobreproducción y sobre acumulación. Pero su causa no es el
capital ficticio, sino el impulso de los capitales en competencia a incrementar
la producción por sobre todo límite.
- Capital ajeno y capital propio de los bancos
También vemos problemas
en el tratamiento, en el CF, del capital bancario. Una primera cuestión es que
Hilferding parece atribuirle al capital financiero la forma de movimiento que
es propia del capital dinero a préstamo, esto es, D.-D’ (dinero que da dinero,
siendo el “plus” el interés). Escribe: “El capital financiero aparece como el capital
monetario y posee, efectivamente, su forma de movimiento D-D’, dinero productor
de dinero” (pp. 264-265). La realidad es que el capital bancario no tiene esta
forma de movimiento.
Aquí es conveniente
reestablecer las categorías que utiliza Marx: el capital bancario es el capital
dedicado al tráfico de dinero; como tal forma parte del capital comercial,
junto al capital mercantil, dedicado al tráfico de mercancías. En consecuencia, el
capital bancario participa de la tasa media de ganancia, de la
misma manera que lo hace el capital dedicado al tráfico de mercancías. Esto
significa que se diferencia del capital dinero que se presta a interés. El
movimiento D-D’ es la forma que toma el dinero para el que lo deposita en el
banco (véase Marx, 1999, p. 412, t. 3), pero no es el movimiento del capital
bancario. El D’ que va a las manos del capital bancario es el D
adelantado como capital y el D + ganancia (tasa media de ganancia). El D’ que
vuelve al depositante bancario es D + interés. Los capitalistas bancarios
adelantan su capital bajo la forma de dinero para adquirir instalaciones,
equipos (hoy de computación, comunicaciones, etcétera) y fuerza de trabajo. El
movimiento no puede ser solo D-D’.
Yendo ahora a las
funciones del banco, las principales son las que atañen a los movimientos de
dinero (incluidos los cambios entre monedas nacionales) y la reunión de fondos
y otorgamiento de préstamos. Hilferding sostiene que, en tanto opera con el
dinero en los aspectos técnicos, el banco obtiene –en promedio- la tasa media
de ganancia, pero que esto no ocurre cuando se trata de la captación de
depósitos y el otorgamiento de préstamos. Con eso sugiere que el capital
bancario –o mejor dicho, este aspecto de su actividad- estaría por fuera de las
leyes que rigen para el resto de las formas del capital.
Es una tesis
problemática. Es que así como la competencia lleva a que las comisiones que
cobran los bancos por el manejo del dinero se establezcan de manera que,
en promedio, generen la tasa media de ganancia, algo similar debe ocurrir con
los spreads de
las tasas de interés activas y pasivas. El banco opera con dinero prestado,
pero esto no lo pone por fuera de la tasa media de ganancia que rige para el
resto de los capitales.
Una segunda cuestión es
la afirmación de Hilferding de que el banco convierte en capital propio el
dinero depositado. La realidad es que el capital propio del banco no se
identifica ccon el dinero de los depositantes. Incluso desde el punto de vista
contable se distingue la ganancia sobre activos (en inglés, Return on Assets,
ROA) de la ganancia sobre el capital propio (en inglés, Return on Equity, ROE).
La primera tiene incidencia en ROE, pero esta es la que principalmente interesa
a los accionistas. Por otra parte, la distinción entre los fondos ajenos y el
capital propio es clave para establecer la relación capital propio / activos
(ponderados por el riesgo), un indicador de la solvencia del banco.
Si el banco tiene pérdidas (por ejemplo, por créditos incobrables), deberá
afrontarlas con disminución del capital propio y, en el caso extremo, deberá
capitalizarse o quebrar (Lehman Brothers en 2008).
Un tercer problema se
relaciona con la emisión de acciones. Hilferding sostiene que una parte de los
depósitos que el banco tiene a su disposición los transforma en capital
bancario “mediante emisión de acciones”. Pero si el banco emite acciones –por
ejemplo, porque amplía su capital- solo puede hacerlo con referencia a su
capital propio, esto es, el capital de los accionistas. No hay
manera de que pueda utilizar el dinero de los depositantes para realizar la
emisión.
Por último, no se
entiende por qué Hilferding sostiene que el capital que está a disposición del
banco es capital ficticio. Si un depositante colocó $100 a interés en el banco,
y si el banco dio esos $100 (o, digamos, $98 por encaje) en préstamo,
supongamos a una empresa industrial, ese capital es productivo de la misma
manera que lo es el capital adelantado por el capitalista industrial.
- La tesis de la unificación del capital
Parece cuestionable la
afirmación de Hilferding sobre la unificación de las diversas formas del
capital –industrial, comercial, bancario y otras- bajo el mando de “las altas
finanzas”. No se ve por qué esto debería ser así. Las finanzas, y el
capital bancario en particular, están sometidos a las mismas leyes –ley del
valor, la plusvalía, la acumulación de capital- que cualquier otra forma del
capital. Entre las diversas formas del capital hay unidad y diferencia. Unidad
en tanto se trata de una hermandad de propietarios de los medios de producción
y cambio empeñados en la explotación del trabajo. Pero esto no anula la
diferencia, los intereses contrapuestos, las guerras por los mercados.
El
CF y la financiarización, similitudes y diferencias
La tesis de la
financiarización (tomamos como referencia Chesnais, coord. 1996) tiene
fuertes puntos de contacto con el CF, pero también notorias diferencias. Tal
vez la coincidencia más importante es que, según ambos enfoques, las finanzas dominan
al capital industrial y mercantil. La diferencia es que, según Hilferding, el
control es de los bancos y según la financiarización el mando lo tienen los
fondos de inversión, los fondos institucionales y similares.
En segundo lugar, ambos
enfoques coinciden en que prevalecen procesos de valorización ficticia. En
Hilferding eso ocurre vía la ganancia de fundador, y por la transformación del
capital a disposición de los bancos en capital propio. En la financiarización
son las colocaciones financieras y los arbitrajes entre activos los que
permiten que una porción significativa de los ingresos generados en la
producción sea captada y transferida a la esfera financiera. Solo después de
que se ha producido esa transferencia comienzan los procesos de valorización,
ficticios, que inflan el monto nominal de los activos financieros.
Vinculado al punto
anterior, hay diferencias con respecto a la especulación. En el CF la
especulación no explica la ganancia de la esfera financiera; y su importancia
tiende a disminuir. En la financiarización las ganancias por especulación
tienen un papel de primera línea. Se sostiene, por ejemplo, que con el
crecimiento y flexibilidad de los derivados (futuros, opciones) la especulación
financiera ya no se reduce a los períodos de aceleración de la suba de precios,
sino se ha convertido en un proceso independiente del ciclo económico, y fuente
principal de la valorización ficticia. Otro terreno de especulación financiera,
siempre según la financiarización, son las operaciones con futuros y opciones
en divisas. Por fuera de las operaciones vinculadas al comercio y a las
inversiones reales (aproximadamente el 15% del total), se trataría de
operaciones especulativas y puro capital ficticio.
En tercer lugar, el CF y
la tesis de la financiarización comparten la tesis del crecimiento del capital
ficticio. Aunque mucho más acentuada en la segunda. Por ejemplo Guttmann
(1996), también la moneda “de crédito” (dólar, euro, libra esterlina, yen
etcétera) es una forma de capital ficticio (p. 77). De la misma manera,
considera que el desarrollo de instrumentos de cobertura contra riesgos de
precios, como futuros y opciones, ha sido “un aspecto importante del
involucramiento de los bancos en la propagación del capital ficticio” (p. 81).
En fin, capital ficticio por todos lados.
En cuarto lugar, según
la financiarización la presión de los fondos de inversión sobre el capital
productivo llevó a que prevalezcan lhorizontes de valorización a muy corto
plazo. Condicionada por este imperativo financiero, se impondría un nuevo
modelo de acumulación mundial financiarizada, que habría modificado de manera
sustancial a la inversión. Escribe Chesnais (1996): “por primera vez en
la historia del capitalismo, en el centro del sistema, la acumulación del capital
industrial ya no está orientada hacia la reproducción ampliada” (p. 264). Es la
vieja tesis –por ejemplo, del trotskismo- del estancamiento de largo plazo del
capitalismo (el grupo trotskista francés que dirigía Pierre Lambert sostenía,
todavía en 1980, que las fuerzas productivas se habían estancado a partir de
1914; Chesnais militó en esa corriente desde 1963 hasta 1984). Por eso Chesnais
sugiere que se habría impuesto un régimen de “gestión monopolista de un
crecimiento en declive”, en el cual “la hipertrofia de la esfera financiera”
buscaría “mantener las posiciones adquiridas” (esto es, no desarrollarse) en
los países centrales (p. 256). En consonancia, el ciclo económico pasa a
un segundo plano; según Chesnais, hay una pérdida de pertinencia de los enfoques
cíclicos (p. 256). La idea de que lo que verdaderamente crece, en los países
desarrollados, es el capital ficticio (y el capital financiero), encaja también
en el enfoque estancacionista.
En cambio, en
Hilferding, el crecimiento del capital financiero no modifica en algún modo
sustancial la dinámica del ciclo de negocios ni la naturaleza de la inversión.
A través del movimiento cíclico de las economías capitalistas, hay expansión de
la producción y de los mercados. “Todo ciclo industrial empieza con una
expansión de la producción”, causada por la apertura de nuevos mercados, el
nacimiento de nuevas ramas de la producción, introducción de nuevas técnicas,
demanda creciente por aumento de la población (p. 288 CF). Con la expansión se
producen grandes inversiones de capital fijo. A su vez, se acumulan las
presiones que darán lugar a la crisis y la reversión a la recesión o la
depresión (pp. 290 y ss). No nos interesa presentar aquí la teoría del ciclo de
Hilferding, sino señalar la diferente caracterización del largo plazo.
Por último, vemos una
diferencia de ubicación histórica en la preeminencia de las finanzas. En
Hilferding el dominio del capital financiero se explica por una tendencia
inherente a la evolución del capitalismo y la naturaleza de las operaciones
bancarias. En la perspectiva de la financiarización el ascenso de las finanzas
se debe a la crisis, a fines de los 1960, del “régimen de regulación fordista”,
el fracaso de las políticas de relanzamiento de la demanda; el progreso de las
multinacionales estadounidenses; la quiebra de las regulaciones de Bretton
Woods; las desregulaciones en los mercados; el giro de los países “del
socialismo real” hacia el capitalismo. En este respecto, en la tesis de la
financiarización la ofensiva contra el trabajo de los últimos 40 o 50 años
(generalización de contratos precarios, ataque a los sindicatos, baja relativa
de salarios, abaratamiento del despido, y similares) no se debería tanto al
cambio tecnológico como a las exigencias de las instituciones financieras.
Estos procesos habrían dado alas al crecimiento del capital ficticio; y ese
crecimiento estaría en la base de una crisis como la crisis financiera de
2008-2009 (véase Chesnais, 2009).
Una
consecuencia política
La tesis del dominio del
capital financiero, de la unificación de todas las formas del capital bajo su
mando, deja abierto el camino para desplazar la contradicción central que,
sostenemos, caracteriza al capitalismo, la contradicción capital / trabajo, a
un segundo plano. El origen de los males y padecimientos de los explotados no
sería la relación de explotación capitalista, sino una forma de capital, el
financiero. Es la base “económica” de muchos programas y estrategias de
izquierda propensos a la conciliación con las fracciones “oprimidas” del
capital “industrialista”.
Bibliografía
citada
Chesnais, F. coord.
(1996): La
mondialisation financiѐre. Gѐnese, coût e enjeux, Paris, Syros.
Chesnais, F. (2009):
“Capital ficticio y crisis mundial. Entrevista a Franҁois
Chesnais”, Actuel Marx / Intervenciones N°
7, primer semestre.
Guttmann, R. (1996):
“Les mutations du capital financier”, en Chesnais coord. 1996, pp. 59-96.
Hilferding, R.
(1963): El
capital financiero, Madrid, Tecnos.
Lenin, N. (1916): El
imperialismo fase superior del capitalismo, Pekín, Ediciones en lenguas
extranjeras, Lenin – El imperialismo, fase superior del
capitalismo (proletarios.org)
Mandel, E. (1969): Tratado
de economía marxista, México, Era.
Marx, K. (1999): El
capital, México, Siglo XXI).
Sweezy, P. M. (1973): Teoría
del desarrollo capitalista, México, FCE.
Rolando
Astarita. Profesor de economía de las universidades Nacional de Quilmes y de
Buenos Aires.
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2024/06/06/hilferding-el-capital-financiero-y-la-financiarizacion/