El
1 de febrero se estrenó el Año Nuevo Chino, también conocido como Año Nuevo
lunar. Cada año está asociado con uno de los 12 animales del zodíaco chino.
Este 2022 es el Año del Tigre. ¿Cuáles son los retos planteados en China para
este año?
Diez retos de la China del
Tigre
El Viejo Topo
18 febrero, 2022
El Año del
Tigre asoma en el calendario lunar chino y son muchas las miradas que concita
ya su densa agenda.
El primer reto
es, sin duda, la celebración exitosa de los Juegos Olímpicos de Invierno. Nadie
pone en cuestión la capacidad organizativa o ceremonial de las autoridades
chinas, cuya excelencia se ha acreditado en numerosas ocasiones. En esta
oportunidad, sin embargo, deben enfrentar el peligro de un rebrote pandémico,
lo cual exigirá una gestión minuciosa que acaparará las escrupulosas
observaciones que, a buen seguro, se harán desde el exterior. Y habrá que
calibrar también el alcance del “boicot diplomático” promovido por EEUU que, a
día de hoy, se anticipa, en general, desigual.
En segundo
lugar, el desarrollo de la política de “tolerancia cero” contra la pandemia y
su tridente de rastreos severos, confinamientos estrictos y restricciones en
los desplazamientos supone un esfuerzo ingente. Las cifras, por más que se
infunda desconfianza respecto a su fiabilidad, se antojan contundentes en
cuanto a número de contagiados y de muertos si las contrastamos con las
ofrecidas por otros países. Frente al impacto negativo en la producción, el
consumo, el turismo o el suministro de bienes y servicios, la primacía de la
salud y la vida ofrece un balance rotundo. Desde el inicio de la pandemia, poco
más de 100.000 personas fueron infectadas y menos de 5.000 han fallecido. Y con
estos números, la economía creció en 2021 un 8,1 por ciento. No es previsible
un aflojamiento.
Tercero, la
gestión de la economía. No será un año fácil. El temor a los rebrotes y el
complicado entorno exterior, con retos estructurales preocupantes (desde la
demografía a la baja a las dificultades del sector inmobiliario, sin ir más
lejos) con contracción de la demanda y aflojamiento de las expectativas
generales, sugieren un escenario de notable complejidad. En el haber, cabe
destacar los logros alcanzados en la transición hacia un nuevo modelo de
desarrollo con la transformación tecnológica avanzando a buen ritmo o el
relativo fracaso tanto de la guerra comercial como de los envites al
desacoplamiento.
Cuarto, el XX
Congreso del PCCh en otoño vaticina un año de gran relevancia política,
especialmente por cuanto debe sellar, una década después de su elección, la
continuidad de Xi Jinping, un hecho anómalo de atenernos a los cánones del
denguismo. Ese cambio de escenario sugiere que el cónclave puede no estar
exento de tensiones.
Quinto, el
mantenimiento de la confianza social y política en un contexto de adversidad y
dificultad como el actual, constituye un desafío añadido. Según el Edelman
Trust Barometer, la confianza de los chinos en sus autoridades ha llegado al
83%. En comparación con 2020, ha crecido 11 puntos porcentuales mientras
registra una continua caída en los gobiernos liberales occidentales (43% en
EEUU). Ello ofrece una holgura significativa al PCCh, que intentará mantener
con su discurso de integridad moral e intervencionismo a ultranza a favor de la
estabilidad y la “prosperidad común”.
Sexto, la
situación en Hong Kong se ha “estabilizado” tras la aprobación de la Ley de
Seguridad Nacional el año pasado. Toca elegir nuevo líder de la región. Podría
repetir Carrie Lam, fiel a las políticas del gobierno central. La continuidad
política, en cualquier caso, está garantizada y solo cabe esperar un
endurecimiento de los controles de todo tipo con un aseguramiento paralelo del
comportamiento “patriótico” de las instituciones. Hong Kong seguirá atado muy
en corto.
Séptimo, Taiwán
vivirá unas importantes elecciones locales que pueden afianzar el liderazgo
secesionista (del PDP), debilitar a los partidarios de la unificación (KMT) y
alejar un poco más a la isla del continente. La creciente implicación exterior
en las tensiones a través del Estrecho y lo controvertido de las iniciativas
del PCCh pueden derivar en crisis puntuales de relativa gravedad.
Octavo, a 50
años de la firma del Comunicado de Shanghái, en las relaciones con EEUU no cabe
esperar grandes cambios, al menos en sentido positivo. La “doctrina Biden»
tiene como núcleo esencial la competencia estratégica con China. La margarita
de la guerra fría seguirá deshojándose mientras Beijing optará por socavar
cuanto y donde pueda la influencia estadounidense con el recurso preferente a
su capacidad de proyección económica.
Noveno, el
empeoramiento de las relaciones con la UE y también con Japón es una posibilidad
bien verosímil. Según un reciente estudio del Pew Research de 17 economías
avanzadas, en solo dos (Singapur y Grecia) se considera a China más
favorablemente que a EEUU. La imagen de China en buena parte de los países
desarrollados se ha resentido notablemente, especialmente desde 2020. Los
cambios de gobierno en países principales (Alemania) y el incremento de las
tensiones de todo signo auguran altibajos en los vínculos diplomáticos.
Por último, la
expectativa de un repunte de los BRICS, cuya presidencia rotatoria asume China
este año, a la espera de que Brasil celebre en octubre unas elecciones
cruciales, podría contribuir a minorar los daños en la política exterior. Sin
embargo, la desconfianza india seguirá lastrando la operatividad de este foro en
su día llamado a ser expresión de la multipolaridad emergente. La “no alianza”
con Rusia debe afianzarse, también en el marco de la Organización de
Cooperación de Shanghái.
Publicado en el Observatorio de la Política China.
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