La anunciada guerra era en el PP
El PP, por fin, da una alegría a la
izquierda. Si insisten en eso de las expulsiones y divisiones, esto puede ser
una fiesta total.
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febrero 17, 2022
La OTAN, la
UE y EE.UU llevan días anunciando la invasión rusa y la guerra. Y aunque en las
últimas horas tropas occidentales-ucranianas han disparado sobre las regiones
independentistas para provocar el conflicto, descubrimos que este 17 de
febrero, en efecto, sí estallaba la guerra… pero en el PP.
Ahora
sabemos que el pacto de simulada no agresión llegaba hasta las elecciones de
Castilla y León. Pasadas apenas unas horas, los dos frentes, el capitaneado por
Díaz Ayuso y su coro mediático de la extrema derecha, y el de Casado con el
aparato del partido a sus órdenes, se han encontrado en el campo del espionaje
para destruirse. La buena noticia de este episodio bélico es que la crisis que
han abierto es de tal envergadura que está en juego la propia supervivencia del
PP, al menos como lo hemos conocido hasta hoy. Es cierto, que con lo que está
ocurriendo (espias, familias, acusaciones, insultos, expulsiones…) no se acaba
-lamentablemente- con la base social conservadora y reaccionaria que sustenta
al partido, pero es evidente que el daño a su electorado no tiene discusión.
Acabe esto
en Congreso extraordinario o expulsiones, Vox se frotará las manos de cualquier
manera, incluso el PSOE va a rebañar votos del desastre pepero. Estos partidos
miden la realidad con la calculadora de diputados en la mano, y que el partido
más corrupto de Europa tenga un bajón profundo, cambia las matemáticas
electorales. La pesadumbre que a esta hora tienen los medios
monárquico-conseravdores contrasta con la alegría del resto. Porque que un
partido que es una de las herramientas de la clase dominante, con un
anticomunismo subido de tono y pasado de contrarrevoluciones, esté atravesando
la situación más dramática de su historia, nos reconforta.
El PP es una
de las dos columnas en la que se sustenta el sistema capitalista español y el
Régimen del 78, es una debacle que la otra columna esté soportada por partidos
y organizaciones que se llamen progresistas. Es un momento perfecto para
dinamitar (literariamente hablando) también el otro apoyo. Se pierde una
oportunidad.
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