lunes, 1 de octubre de 2018

EL PROBLEMA NO ES QUE PEDRO SÁNCHEZ SEA SOCALISTA, SINO EN QUE NO LO ES



El cacao fiscal del Gobierno

Rebelión
República de las ideas
01.10.2018


El doctor Sánchez, puestos a plagiar, ha copiado al xenófobo Torra y para festejar sus 100 primeros días de gobierno montó en la Casa de América todo un espectáculo, con fuegos artificiales incluidos; un gran show al que invitó a todos los que consideró personajes importantes del Reino, para que fueran testigos de su aparición apoteósica llena de luces y efectos especiales y del anuncio que iba a realizar, del que los palmeros de la Moncloa habían adelantado ya su carácter de trascendental.

Y la montaña parió un ratón. Sin haberlo pactado con ningún otro partido y solo con sus 84 diputados, prometió, nada más y nada menos, que una modificación exprés de la Constitución, en 60 días y no para algo importante, sino para eliminar los aforamientos. Pero al día siguiente supimos que no se trataba de todos, sino solo de los de los políticos, que son una proporción muy pequeña del total; y tampoco para todos los procesos judiciales, sino únicamente para los que hacen referencia a su vida privada. Total, que el efecto del anuncio duró dos días o un día y medio. Más tarde han afirmado que también se suprimirían los aforamientos por delitos de corrupción. En resumen, que no saben qué hacer ni cómo hacerlo y por eso, cosa insólita, lanzan la pelota al Consejo de Estado sin presentarle ningún texto escrito.

Así ocurre con la mayoría de las promesas que está realizando este Gobierno. Son conscientes de que no está en su mano cumplirlas (si lo estuviera, quizás no las prometerían) pero les sirven para la propaganda electoral. Sánchez pretende lanzar el siguiente mensaje: por mí no queda, son los otros partidos los que ponen palos en las ruedas. Con estos mimbres es muy difícil saber qué quieren hacer con los impuestos. De hecho, los anuncios y contra anuncios se han multiplicado. Pero, en cualquier caso, se han dicho tantos disparates que conviene aclarar por lo menos algunos de ellos.

De lo poco que hasta ahora han confirmado es que quieren elevar 2 o 3 puntos el tipo marginal del IRPF para rentas superiores a 140.000 euros. La ministra lo ha corroborado el otro día en la Cope, lo cual no quiere decir que no se desdiga o que finalmente no consigan aprobar la medida. Parece que la demanda procede de Podemos, pero me temo que ni unos ni otros saben de lo que están hablando. La medida anunciada se dirige, según dicen, a los que obtengan una renta superior a 140.000 euros anuales. Lo cual tenía sentido con anterioridad a 1996, en que el IRPF era un impuesto personal y sintético que recaía sobre la totalidad de los ingresos del contribuyente, que se acumulaban, fuesen de la clase que fuesen, en una sola base imponible, a la cual se le aplicaba una única tarifa progresiva. Pero a partir de esa fecha el impuesto deja de ser sintético, y se fractura en dos bases imponibles, que nunca se agregan, con sus respectivas tarifas.

En la actualidad, una se denomina general y engloba las rentas de trabajo, pensiones (incluyendo el rescate de los fondos) y alquileres, y otra que llaman eufemísticamente del ahorro, pero que lo que realmente grava son las rentas de capital de cualquier clase y con tipos mucho más reducidos que los de la tarifa de las rentas del trabajo. Por eso no se puede hablar de contribuyentes con rentas superiores a 140.000 euros. Sin sumar las bases ni siquiera se puede saber quiénes son.

Supongo que lo que intentan afirmar es que se elevará 2 o 3 puntos el tipo marginal de la tarifa general a los contribuyentes que tengan bases imponibles del trabajo, superiores a 140.000 euros, sean cuales sean sus ingresos de capital, que continuarán tributando al mismo tipo. Enunciado así, el tema presenta una serie de contradicciones difíciles de justificar.
  • Es evidente que no se puede afirmar que se sube el impuesto a los contribuyentes cuya renta sea superior a 140.000 euros. Habrá muchos con ingresos muy por encima de esta cantidad al sumarles la renta de capital y a los que la medida no les afecte en absoluto.
  • Incluso, al no acumular en el impuesto los distintos tipos de ingresos en una sola base imponible, resulta casi imposible discriminar por el total de la renta.
  • Es difícil de creer que el objetivo de la medida sea gravar más a los ricos, si las rentas de capital se dejan al margen. Y no es que yo no crea que existe una gran desigualdad entre las propias rentas de trabajo (solo hay que considerar las desorbitadas remuneraciones, indemnizaciones y fondos de pensiones de los altos ejecutivos de las grandes empresas y multinacionales) y, por lo tanto, la conveniencia de aplicar una tarifa progresiva, pero la no acumulación de las rentas de capital deja todo repleto de lagunas y paradojas.
Cualquier reforma que se pretenda hacer desde la izquierda tiene que comenzar por retornar a un impuesto sintético con una sola base imponible y una sola tarifa. Lo demás son juegos de artificio. En primer lugar, no parece muy justo que las rentas de capital en todas sus modalidades tributen a un tipo más reducido, especialmente en los tramos superiores de ingresos. Tal planteamiento contradice la teoría tradicional de la Hacienda Pública que distingue entre rentas fundadas (las de capital) y no fundadas (las del trabajo) y, puestos a discriminar, defiende que las primeras tengan un trato más severo que las segundas, ya que están asentadas en un patrimonio con el que siempre contará el contribuyente, mientras que los que tienen únicamente rentas no fundadas solo disponen de su trabajo. En segundo lugar, la separación de rentas reduce la progresividad del impuesto, porque todos los que tienen conjuntamente ingresos de trabajo y de capital tributarían seguramente a un tipo superior si todas las rentas se acumulasen dentro de la misma base imponible.

La discriminación favorable a las rentas de capital se intenta justificar por la libre circulación de capitales y la amenaza de deslocalización. Se exagera el argumento interesadamente. Una cosa es la ubicación de las empresas y otra la residencia personal, y el IRPF atiende a esta última variable, con independencia de dónde se tenga invertido los recursos. A la hora de elegir la nacionalidad y la residencia, la fiscalidad es una variable de segundo orden. Por otra parte, pretender evitar la deslocalización a base de ventajas fiscales es un proceso al infinito, porque resulta evidente que los países competidores responderán de la misma forma. Además, de los treinta países de la OCDE, solo hay cuatro, y con características muy distintas al nuestro, que mantengan un impuesto dual: Suecia, Holanda, Noruega y Finlandia. Incluso Dinamarca, que fue el primer Estado en implantarlo, ha dado marcha atrás retrocediendo al IRPF convencional.

En u na entrevista en el programa El Objetivo , de la Sexta , el presidente del Gobierno afirmó con todo el descaro que “La gente rica no paga el IRPF, eso lo tengo claro, porque tienen las SICAV, el impuesto de patrimonio, el impuesto de sociedades…”. El doctor Sánchez no debió de asistir a clase el día que tocó hablar de impuestos. Claro que los ricos pagan el IRPF. Otra cosa es que paguen todo lo que deberían pagar, entre otros motivos porque las rentas de capital no se engloban en la tarifa general y, además, tributan a un tipo mucho más reducido y ni el Gobierno de Zapatero hizo nada para evitarlo ni el Gobierno de Sánchez parece que tenga intención de remediarlo.

El presidente del Gobierno ha oído campanas y no sabe dónde. “Tienen las SICAV, el impuesto de patrimonio, el impuesto de sociedades…”. Ahora resulta que aquellos que Pedro Sánchez llama ricos se libran de tributar por el IRPF gracias a los impuestos de patrimonio y sociedades, cuando precisamente es al revés. Estos impuestos, si funcionasen bien, tendrían que ser complementarios del IRPF y actuar con el de sucesiones de cierre del sistema, y gravar aquellas rentas que los poseedores de capital embalsan en sociedades y que, al no repartirse en forma de dividendos, no se imputan de forma inmediata al IRPF.
El recurso a las SICAV y a otras sociedades patrimoniales es recurrente. Si a través de ellas las grandes fortunas de este país no tributan todo lo que deberían en el IRPF es porque los gobiernos -este y los anteriores- quieren. La solución no es demasiado complicada, bastaría con acudir a un instrumento antiguo, lo que se ha llamado régimen de transparencia. Imputar directamente a los socios en el IRPF los beneficios de aquellas sociedades que tienen como único fin administrar el patrimonio de una persona, de una familia, incluso de un grupo de amigos. Si la administración tributaria ha actuado frente a aquellos autónomos que se escudaban detrás de una sociedad, lo mismo puede actuar frente a los grandes patrimonios que se cobijan también dentro de una sociedad. En cuanto a las SICAV, Sánchez puede preguntar a sus correligionarios Solbes y Zapatero y a sus actuales socios del PDeCAT cómo paralizaron y anularon las actuaciones de la inspección sobre aquellas SICAV que estaban practicando fraude de ley.


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AL CÉSAR NI AGUA, QUE ESTE NO TRABAJA; A PEDRO LO QUE DE PEDRO ES; A JUAN LO SUYO, Y A LUIS DEL PINO DEL PANFLETO DE LIBERTAD DIGITAL LO QUE DE LUIS DEL PINO ES, QUE CON UNAS BUENAS PUTAS SE PUEDE SACAR INFORMACIÓN DE PUTA MADRE, CASO DE QUE LA PUTA SEA MADRE


¿Hasta dónde llega la mierda?
Libertad Digital
2018-09-30

Harry Gross nació en Nueva York, en el seno de una humilde familia de inmigrantes rusos. En 1940, con 24 años, empezó un negocio de apuestas ilegales que poco a poco comenzó a crecer. A principio de 1941, un policía lo abordó por la calle: "Tú, eres un maricón por saltarte las reglas. ¿Qué haces operando sin permiso?". Gross le dio al policía un billete de 50$ y le preguntó qué había que hacer para "sacarse el permiso". Una semana después, el policía volvió con la respuesta: "Te podemos ofrecer protección, pero me preguntan en la división si estás dispuesto a ir hasta el final". Gross no se lo pensó dos veces: "Por supuesto que sí".
Durante la siguiente década, Harry Gross estuvo operando sus negocios ilegales en la ciudad de los rascacielos en la más absoluta impunidad, gracias a las mordidas que generosamente repartía. Las investigaciones judiciales posteriores demostraron que llegó a repartir en comisiones para la policía, en un solo año, lo que al cambio de hoy serían unos 13 millones de dólares.
Una escena chusca retrata hasta qué punto los negocios de Gross se habían convertido en una necesidad para la policía neoyorquina: muy al principio de su carrera criminal, Gross se sumió en la bancarrota apostando en partidos de baloncesto y huyó a California. Allí fueron a buscarle dos policías de Nueva York, que le prestaron los 50.000$ que necesitaba para saldar sus deudas inmediatas y le llevaron de vuelta, para que continuara con sus negocios. Sin ellos, el flujo de las comisiones hacia la policía se paraba.
Cuando cayó la red criminal de Harry Gross en 1950, 22 policías fueron condenados y otros 240 policías y funcionarios de Nueva York dimitieron o fueron despedidos. Entre los que se vieron forzados a dimitir estaba el propio alcalde de la ciudad, William O’Dwyer.
La lección que cabe destacar del caso de Harry Gross es que cuando alguien ejecuta una prolongada operación delictiva en la más absoluta impunidad, la explicación más obvia es que quien tendría que poner fin a esas actividades criminales está sacando provecho de las mismas.
Viene esto a cuento, por supuesto, de la red de extorsión que al parecer ha estado operando en este país durante décadas, y en la que juega un papel destacado el comisario Villarejo. Si esa red ha podido operar con total impunidad es porque quien tenía que desmantelarla (es decir, el poder político del que esos mandos policiales dependían) sacaba provecho de la misma, de una u otra manera.
¿Nos estamos refiriendo a dinero? No necesariamente. Si fuera solo dinero, el problema no sería tan grave para nuestra democracia. En realidad, no tenemos que irnos a los años cincuenta del siglo pasado para buscar unos antecedentes mejores al tema de Villarejo. ¿Se acuerdan Vds. de Cambridge Analytica?
Cambridge Analytica era una empresa inglesa que asesoraba en campañas electorales y que se vio obligada a cerrar este año , después de demostrarse que recopiló ilegalmente los datos personales de 87 millones de usuarios de Facebook, aprovechando una brecha de seguridad en el sistema.
Pero no era la única práctica ilegal de esa empresa. Reporteros camuflados de la cadena de televisión británica Channel 4 grabaron a directivos de Cambridge Analytica ofreciendo servicios especiales para influir en las elecciones de Ceilán. Esos servicios especiales incluían sobornos y el uso de prostitutas ucranianas de alto nivel (¿les suena el tema?) para luego chantajear a políticos de la oposición.
Volvamos a la red en la que, según declaración propia, estaba encuadrado Villarejo. ¿Qué beneficio sacaban los responsables políticos que permitieron a Villarejo operar con impunidad durante tantos años? Si es cierto, como él mismo declaraba en la cinta que hemos conocido, que Villarejo montó, entre otras cosas, una empresa de señoritas de compañía para obtener información sobre políticos y empresarios y someterlos potencialmente a extorsión, ¿a quién llegó esa información?
Lo pregunto más claramente: ¿alguien en el PP o el PSOE, o ambos, recibió y utilizó la información recabada por Villarejo de manera ilegal?
Y no es esa la pregunta más inquietante: ¿a quiénes se ha sometido a chantaje estos años, dentro del mundo de la política y de la judicatura? ¿Qué decisiones políticas se han tomado en este país bajo la influencia del chantaje? ¿Qué sentencias o instrucciones judiciales se han visto adulteradas gracias a la información recabada por la red de extorsión? Y algo que me interesa especialmente: ¿operó algún chantaje durante la instrucción del 11-M, para condicionarla?
Me llama mucho la atención que ni Ciudadanos, ni PP, ni Podemos, hayan salido inmediatamente a la palestra a preguntar lo evidente: ¿hasta dónde llega la mierda? ¿Hasta dónde alcanzaba la red de extorsión y para qué se ha venido utilizando en las últimas décadas?
¿Hasta qué punto y desde cuándo nuestra democracia ha sido manipulada por una red mafiosa? Porque esa es la pregunta fundamental, y no de dónde han salido las cintas.


LIBERTAD DE PRENSA, ¿CUÁLO QUE QUÉ ES ESO?




En Siria o en el Sudeste Asiático
Occidente mintió, miente y seguirá mintiendo

Rebelión
Investig’action
29.09.2018

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo


Estoy sentado en el espléndido edificio de la Biblioteca Nacional de Singapur, en una habitación semioscura, con un microfilm insertado en un aparato de alta tecnología. Estoy visionando, filmando y fotografiando viejos periódicos malasios de octubre de 1965.

Estos artículos fueron publicados justo después del terrible golpe militar que se produjo en Indonesia en 1965, que derrocó al presidente progresista Sukarno y liquidó el tercer mayor partido comunista del planeta, el PKI (Partai Komunis Indonesia). Entre 1 y 3 millones de personas perdieron la vida en una de las más terribles masacres del siglo XX. Indonesia pasó de ser un país socialista (y a punto de ser comunista) a hundirse en el agujero turbo-capitalista y de locura religiosa y de extrema derecha en que se encuentra todavía en el presente.

Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Holanda y otras naciones occidentales promovieron el golpe de Estado y colocaron a las facciones traidoras pro-occidentales del ejército y a los líderes religiosos en la vanguardia del genocidio.

Toda la información está, por supuesto, al alcance de cualquiera que le interese, en los archivos desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado de EE.UU. Se puede acceder a ella, analizarla y reproducirla. Yo dirigí un documental sobre estos sucesos, al igual que otros directores.

Pero no forman parte de la memoria de la humanidad. En el sudeste asiático, solo un puñado de intelectuales conocen estos hechos.

En Malasia, Singapur o Tailandia, el fascismo que gobernó Indonesia a partir de 1965 es un tema tabú. Simplemente no se habla de ello. Aquí, como en otros estados clientelares de Occidente, los intelectuales “progresistas” son pagados para elucubrar sobre su orientación sexual, sobre temas de género y de “libertades” personales, pero claramente no para preocuparse por los temas esenciales que han configurado tan negativamente esta parte del mundo: el imperialismo occidental, el neocolonialismo, las formas salvajes y grotescas del capitalismo, el saqueo de los recursos locales y del medio ambiente, así como la desinformación y la ignorancia forzosa que acompañan a la amnesia de masas.

En Indonesia, en concreto, el Partido Comunista está prohibido y el gran público lo considera el culpable y no la víctima.

Occidente, mientras tanto, se parte de risa a espaldas de sus adoctrinadas víctimas. Y sigue riendo todo el camino hasta llegar al banco. Las mentiras, obviamente, producen buenos dividendos.

Ninguna otra parte del mundo ha sufrido tanto el imperialismo occidental posterior a la Segunda Guerra Mundial como el sudeste asiático, quizás con dos excepciones: África y Oriente Próximo.

En la llamada Indochina, Occidente asesinó a cerca de 10 millones de personas, mediante campañas de bombardeos indiscriminados y otras formas de terrorismo, en Vietnam, Laos y Camboya. El mencionado golpe de Estado en Indonesia arrebató al menos un millón de vidas humanas. El 30 por ciento de la población de Timor Oriental fue exterminado durante la ocupación de Indonesia, que contaba con el apoyo total de Occidente. El régimen tailandés, completamente subordinado a Occidente, mató indiscriminadamente a los izquierdistas del norte del país y de la capital. Toda la región ha sufrido las consecuencias de los implantes religiosos extremistas, con el favor de Occidente y de sus aliados del Golfo.

Sin embargo, en esta parte del mundo se admira a Occidente, casi con un fervor religioso.

Las agencias de prensa y los “centros culturales” estadounidenses, británicos y franceses difunden desinformación a través de los medios de comunicación locales propiedad de élites serviles. La “educación” local ha sido adaptada con devoción a los conceptos didácticos occidentales. En lugares como Malasia e Indonesia, pero también en Tailandia, el mayor triunfo es conseguir un grado universitario en uno de los países que colonizaron esta parte del mundo.

Los países víctimas, en lugar de buscar compensaciones en los tribunales, admiran y copian a Occidente, al tiempo que piden financiación a sus pasados y presentes opresores, incluso la suplican.

El sudeste asiático es ahora obediente, sumiso, flemático, ha sido despojado de antiguas ideologías revolucionarias de izquierda. Aquí, el adoctrinamiento y la propaganda occidental han logrado una incuestionable victoria.
***
Ese mismo día, conecté el televisor de la habitación de mi hotel y estuve viendo la cobertura que los medios occidentales ofrecían de la situación en Idlib, el último bastión de los terroristas apoyados por Occidente en territorio sirio.

Rusia había convocado una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para advertir que los terroristas podrían lanzar un ataque químico para luego culpar, con el apoyo de Occidente, a las fuerzas del presidente Bashar al-Assad.

La OTAN ha desplegado buques de guerra en la región. No cabe duda de que ha sido una buena puesta en escena de los actores europeos y estadounidenses: “Te golpeamos, matamos a tu gente y después, en castigo, te bombardeamos”.

Luego, los gánsteres imperialistas señalan con dedos acusativos a las víctimas (Siria, en este caso) y a aquellos que intentan protegerlas (Rusia, Irán, Hezbolá, China). Tal y como ocurría en la guardería o en la escuela primaria, ¿recuerda? Un niño pegaba a otro desde atrás y luego gritaba, señalando a un tercero con el dedo: “¡Ha sido él, ha sido él!”. Milagrosamente, hasta ahora, Occidente siempre se ha salido con la suya con esta estrategia, a costa, claro está, de millones de víctimas en todos los continentes.

Así ha sido durante siglos y así sigue siendo. Así es como seguirá siendo hasta que se ponga fin al terror y al gansterismo.
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Durante años y durante décadas, nos han dicho que el mundo está ahora más interconectado, que nada verdaderamente importante podía suceder, sin ser inmediatamente detectado y reportado por las lentes vigilantes de los medios de comunicación y la “sociedad civil”.

Sin embargo, miles de cosas suceden continuamente de las que nadie se da cuenta.

Solo en los dos últimos decenios, ha habido país enteros a los que Norteamérica y Europa han señalado, han intentado matar de hambre mediante embargos y sanciones para, finalmente, atacarlos y hacerlos pedazos: Afganistán, Iraq y Libia entre otros. Gobiernos de distintas naciones han sido derribados, bien desde el exterior, o bien a través de sus propias élites y medios de comunicación serviles. Sirvan de ejemplo Brasil, Honduras y Paraguay. Innumerables compañías occidentales y sus secuaces locales están realizando un saqueo desenfrenado a los recursos naturales de lugares como Borneo o la República Democrática del Congo, destruyendo por completo selvas enteras y aniquilando cientos de especies (como el emblemático orangután).

¿Estamos realmente interconectados, como planeta? ¿Qué tanto sabemos las personas unas de otras, o de lo que sufren nuestros hermanos y hermanas en los distintos continentes?
He trabajado en unos 160 países y puedo afirmar sin la menor duda: “Casi nada”. O, peor aún, “¡Menos que nada!”.

El imperio occidental y sus mentiras han conseguido fragmentar el mundo hasta extremos anteriormente desconocidos. Todo se hace “abiertamente”, a plena vista del mundo, incapaz por otra parte de observar e identificar las amenazas más urgentes para su propia supervivencia. Los medios de comunicación de masas sirven como vehículos para el adoctrinamiento, al igual que las instituciones culturales y “educativas” de Occidente, o aquellas instituciones locales moldeadas por los conceptos occidentales. Entre estas últimas estarían instrumentos tan diversos como las universidades, los manipuladores del tráfico de Internet, los censores y los individuos que se autocensuran, las redes sociales, las agencias de publicidad y los “artistas” de la cultura pop.

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La barbarie y las mentiras colonialistas y neocolonialistas occidentales se guían por un claro patrón:

“”El presidente de Indonesia, Sukarno, y su mayor aliado, el Partido Comunista de Indonesia (PKI) se proponían construir un país progresista y autosuficiente. Por tanto, era preciso parales los pies, derribar al gobierno, masacrar a los miembros del partido, prohibir el PKI y privatizar el país entero, venderlo a los intereses extranjeros. La abrumadora mayoría de los indonesios tiene el cerebro tan lavado por la propaganda local y occidental, que siguen culpando a los comunistas por el golpe de Estado, a pesar de lo que dicen los archivos de la CIA”.

El presidente Mossaddeq de Irán perseguía también un proyecto progresista, y terminó del mismo modo que Sukarno. Y todo el mundo quedó fascinado por el carnicero puesto en el trono por Occidente: el Sha y su fastuosa esposa.

En Chile, en 1973, se reprodujo el mismo patrón letal, en una nueva muestra del amor por la libertad y la democracia que tiene Occidente.

Patrice Lumumba, en el Congo, nacionalizó los recursos naturales e intentó alimentar y educar a su gran nación. ¿El resultado? Derribado, asesinado. El precio: unos ocho millones de personas masacradas en los últimos veinte años, quién sabe si muchas más (mi película Rwanda Gambit trata de ello). Nadie lo sabe, o todo el mundo pretende que no lo sabe.

¡Siria! El mayor crimen de este país, al menos a ojos de Occidente, fue intentar proporcionar a sus ciudadanos una buena calidad de vida, a la vez que promovía el panarabismo. Los resultados todos los conocemos (¿de verdad los conocemos?): cientos de miles asesinados por extremistas asesinos apadrinados por Occidente, millones de refugiados y de desplazados internos. Y Occidente, naturalmente, culpa al presidente sirio y está dispuesto a “castigarlo” si gana la guerra.

Claro que es irracional. ¿Pero puede el fascismo a escala global ser racional?

Las mentiras difundidas por Occidente se están acumulando. Se superponen unas con otras, a menudo se contradicen. Pero el público del mundo ya no está entrenado para buscar la verdad. Subconscientemente siente que le han mentido, pero la verdad es tan horripilante que la gran mayoría de las personas prefieren simplemente sacarse selfis, analizar y exhibir su orientación sexual, ponerse auriculares y escuchar música pop vacía, en lugar de luchar por la supervivencia de la humanidad.

He escrito libros enteros sobre ello, incluyendo el volumen de casi mil páginas “Exposing Lies Of The Empire” (Mostrando las mentiras del Imperio). Este artículo no es más que una cadena de pensamientos que me han venido a la cabeza mientras estaba sentado junto al proyector en una habitación en penumbra de la Biblioteca Nacional de Singapur.

Una pregunta retórica no dejaba de atormentarme: “¿Es posible que todo esto esté pasando?” “¿Puede Occidente esquivar el castigo por todos los crímenes que ha cometido durante siglos en todo el mundo?”

La respuesta es evidente: “Por supuesto que sí, mientras no se le detenga”. Por tanto, A luta continua!

Andre Vltchek es filósofo, novelista, cineasta y periodista de investigación nacido en Rusia y residente en Estados Unidos. Ha cubierto guerras y conflictos en docenas de países y es autor de múltiples libros, entre ellos un diálogo con Noam Chomsky en el que analiza el poder y la propaganda occidental, Terrorismo occidental (Txalaparta, 2014).
Fuente: https://www.investigaction.net/en/115390/

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