jueves, 28 de marzo de 2024
Instrucciones para cambiar el mundo
Escritas en las montañas
del sureste mexicano, estas instrucciones del Subcomandante Marcos coquetean
con la vida desde el territorio de la poesía. Texto que puede parecer insólito
pero que enlaza plenamente con el espíritu que anima al ejército zapatista.
Instrucciones para cambiar el mundo
Hemeroteca 28 marzo, 2024 Subcomandante Insurgente Marcos
I
Constrúyase un
cielo más bien cóncavo. Píntese de verde o de café, colores terrestres y
hermosos. Salpíquese de nubes a discreción. Cuelgue con cuidado una luna llena
en occidente, digamos a tres cuartas sobre el horizonte respectivo. Sobre
oriente inicie, lentamente, el ascenso de un sol brillante y poderoso. Reúna
hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar por
sí solos. Contemple con amor el mar. Descanse el séptimo día.
II
Reúna los
silencios necesarios. Fórjelos con sol y mar y lluvia y polvo y noche. Con
paciencia vaya afilando uno de sus extremos. Elija un traje marrón y un pañuelo
rojo. Espere el amanecer y, con la lluvia y marche a la gran ciudad. Al
verlo, los tiranos huirán aterrorizados, atropellándose unos a otros. Pero… ¡no
se detenga!… la lucha apenas se inicia.
LAS DEFINICIONES
El Mar. Es ancho y húmedo, salado. Se mira siempre de frente y con entereza. Al
final uno sale limpio e invencible. Amar sigue siendo difícil… andar también.
En el mar hay muchas cosas, pero sobre todo hay agua, agua, siempre agua.
Recuerde: no hay sed que se la beba…
El poeta. Sus primeros poemas son siempre maldiciones (los que siguen también). Se
enamora seguido y cae con la misma frecuencia. Se levanta despacio sobre papel
y tinta. Por reír mejor llora. Está en peligro de extinción.
El viento. El verdadero capitán del mundo. Dirigiendo polvo y caminos se divierte
con nosotros y, dicen, no lo pasa tan mal.
INSTRUCCIONES PARA OLVIDAR Y RECORDAR
Sáquese
despacio ese amor que le duele al respirar. Sacúdalo un poco para que
despierte. Lávelo con cuidado, que no quede ni una sola impureza. Limpio y
oloroso proceda a doblarlo tantas veces como sea necesario para tener el tamaño
de la uña del dedo gordo del pie derecho. Espere el paso de una
hormiga, ser
noble y generoso, y pásele la pesada carga. Ella lo llevará a guardar en alguna
profunda caverna. Hecho esto, vaya y rellene, por enésima vez, la pipa de
tabaco frente al mar de oriente. El olvido llegará conforme se termine el
tabaco y el mar se acerque a usted.
Si quiere
recuperar ese amor que ahora olvida, basta escribir una larga carta hablando de
viajes desconocidos, hidras, molinos de viento, oficinas y otros monstruos
igualmente terribles.
A vuelta de
correo tendrá su amor tal y como lo envió, acaso con un poco de polvo y sueño
en la cubierta…
INSTRUCCIONES PARA SEGUIR ADELANTE
Frente a un
espejo cualquiera, dese cuenta de que uno no es lo mejor de sí mismo. Pero
siempre se puede salvar algo: una uña por ejemplo…
INSTRUCCIONES PARA NO LLORAR
«Que mientras
quede un hombre muerto,
nadie se quede
vivo.
Pongámonos
todos a morir,
aunque sea
despacito,
basta que se
repare
esa
injusticia.»
(Roberto
Fernández Retamar)
Sobre su muerte
nos fuimos levantando. Fueron primero cinco nombres cayendo uno a uno, y
juntos, en nuestra memoria. Luego vinieron a sumar su sangre otros nombres. Ya
nos desgajábamos cerro abajo y la
sangre junta
justa de otros más, nos devolvieron arriba.
Más, en tiempos
distintos, con celo juntaron toda esa sangre en la suya propia para que no se
perdiera río abajo. Seguimos caminando sin mirar muy lejos y algunos más
destaparon el cofre de laca para reabrir nuestra memoria, y nos obligaron a
levantar la vista con su sangre. Siempre sobre su muerte nos fuimos levantando.
Y así cada uno va poniendo su cuota de sangre para que otros se vayan
levantando, hasta que todos de pie pongamos un nuevo sol sobre una tierra
nueva.
INSTRUCCIONES PARA HACER UNA CANCIÓN
Inicialmente no
es forzoso saber las notas, las rimas y ritmos. Basta con empezar a tararear
alguna vieja tonada que recuerde. Repítala hasta que nada tenga que ver con la
original.
La letra es lo
de menos, porque poemas sobran. Pero, por las dudas, cuide que nadie lo
escuche… críticos también sobran.
INSTRUCCIONES PARA MI MUERTE
Los que ahora
dicen –¡Qué malo es!–, dirán entonces –¡Qué bueno era!–. Y yo me iré sonriendo,
burlándome siempre de ellos, es decir, de mí.
INSTRUCCIONES PARA ENAMORARSE
Elija una mujer
cualquiera. Ponga cuidado en alguna parte de su cuerpo (de ella) y empiece a
amarla. Aumente poco a poco su amor hasta completarla. Hecho esto, desenamórese
rápidamente, ya que el amor provoca adicción.
INSTRUCCIONES PARA TENERSE LÁSTIMA
Pobrecitos de
nosotros, tan pequeños y con toda la revolución para hacer.
INSTRUCCIONES PARA TENER ÉXITO
Decida escribir
un libro. Junte varios recuerdos (mínimo16). Escriba un largo prólogo y, en las
pocas páginas que queden, amontone los recuerdos. El índice no es necesario.
Después cruce a
nado el Atlántico y conquiste Europa. El libro se venderá como pan caliente.
INSTRUCCIONES PARA DESPEDIRSE
No mire hacia
atrás. Suele bastar con eso…
INSTRUCCIONES PARA MEDIR EL SILENCIO
Basta con los
suspiros. Pero no los cuente, el resultado suele ser desalentador.
INSTRUCCIONES PARA LAS LÁGRIMAS
Forme un cuenco
con las manos, deposite las lágrimas una a una. Lleno el cuenco, vacíelo en un
paraje extraño y forme tantos mares como sea necesario. Bautice los mares con
nombres apocalípticos y hermosos. Evite las obviedades como «Mar Amargo» y «Mar
de las Penas y los Gozos». «Mar Árbol, «Mar Sol», «Mar Sombrero» y nombres
parecidos son los más indicados.
INSTRUCCIONES PARA MEDIR LOS AMORES
Encienda la
pipa y siga caminado. Recoja, con cuidado, algunos de los besos más olvidados,
algunos mechones de cabello, 2 o 3 miradas, uno que otro recuerdo de pieles
blancas y morenas, un poema roto y una suela de zapato (ésta última para darle
consistencia al brebaje). Revuelva todo y sazone a discreción. Divida el
resultado entre 2 tantas veces como sea necesario, hasta que no quede nada.
INSTRUCCIONES PARA CAER Y LEVANTARSE
Siga caminando,
cuando se dé cuenta ya estará de nalgas en el suelo, en esa posición incómoda
que tienen los muñecos para estar nomás. Acto seguido procede una larga y
obstinada reflexión sobre la conveniencia de quedarse ahí en el suelo. Pero ya
se alejan los compañeros y la picada está lejos de parecer un claro camino,
claro. Tampoco es cuestión de quedarse ahí toda la vida, con el lodo llenándome
el alma y la mochila, así que llega el momento de levantarse, situación difícil
e impredecible en sus resultados. Tal vez es mejor seguir en el suelo y
arrastrarse poco a poco, pero, además de ser poco estético, es impracticable
(créanme, lo he probado), siempre habrá alguna raíz oculta o una espina que nos
retenga, y entonces nueva reflexión sobre lo cómodo que se puede estar sentado
en el lodo, no obstante mosquitos, moscos y moscardones. Decidido ya a
levantarse, que siempre es lo más difícil, procede esa complicada operación que
consiste en apoyarse en manos y rodillas de donde fuere y tratar de poner el
pesado caparazón sobre la espalda (tan sencillo, y pesado, que es llevar la
casa a cuestas: apenas un plástico y una hamaca. Pero la mochila se obstina en
llevar otras cosas absurdas: algunos libros de poemas, un poco de ropa, un
calcetín sin su par, la medicina para el mundo, comida, una húmeda cobija…
El conjunto de
la carga pesa toneladas (sobre todo después de las primeras horas de caminata)
y tiende a atorarse cada vez que le viene en gana, es decir, casi siempre. Ya
tortuga boca abajo sigue poner un pie y alzarse sobre el otro, con la
consiguiente protesta de las rodillas, el horizonte entonces se ensancha y
siempre será ajeno. Con la mirada en el suelo se reemprende la marcha hasta la
nueva caída, que será apenas unos pasos adelante. Y la historia se repite…
INSTRUCCIONES PARA MEDIR DESAMORES
Basta el rencor
y, finalmente, no vale la pena.
INSTRUCCIONES
PARA MEDIR LA VIDA
Se toma cordel
a discreción y se empieza a meter en el bolsillo derecho del pantalón hasta que
ocurra una de dos cosas:
- A) Que el bolsillo se llene de cordel.
- B) Que se canse uno de estar metiendo cordel en el bolsillo. Cuando ha
ocurrido una de las dos cosas arriba señaladas, o las dos, espere una
tarde lluviosa. Justo cuando la lluvia empiece a titubear en caer o no
sobre la tierra, saque el cordel y arrójelo hacia arriba, lo más alto
posible, con un elegante ademán de mago y, simultáneamente, murmure las
siguientes palabras: «Veo, mido, existo, la vida». Si se han seguido las
instrucciones al pie de la letra, el cordel permanecerá en el aire,
suspendido por unos instantes, antes de volver a tierra en un manojo de
hilos. Ahí tiene usted la medida de un pedazo de vida. Si, no obstante
haber seguido las instrucciones, el cordel no responde como arriba
indicamos, no se preocupe y pruebe con otro cordel. Sucede que hay
cordeles que se niegan, con desconcertante obstinación, a medir la vida de
nadie (bastantes problemas tienen con amarrar botas, zapatos y otras cosas
absurdas, dicen).
Selva lacandona,
Chiapas, México, 1984-1989
Texto publicado en El Viejo Topo 91, diciembre de 1995.