lunes, 19 de abril de 2010

COSAS DEL REINO

El hijo de un redomado hijo de la gran puta: un traficante de drogas, negociante de altos vuelos, pide que a su madre se le de una pensión, y me parece bien: 400 euros para la mujer del gran traficante de drogas, que la mujer se lo merece después de haber disfrutado del dinero que su marido robaba con la droga sin reparar en el daño que causaba y sin reparar en las consecuencias de la actividad empresarial de su marido. Pelillos a la mar, pero ni un euro más de 400 al mes.

No me parece bien que a mi madre, mujer de un trabajador que contribuyó a quitar mucho hambre en la España de Franco, igual que como los que él empezaron el cultivo del arroz en Andalucía, le quede lo mismo que a la mujer del gran traficante de drogas que disfrutó de la riqueza que el hijo puta de su marido robo a costa de la salud de muchas personas.

No me parece bien que la madre de Don Juan Carlos I (algunos dicen y último. A ver si es verdad y tienen razón), Rey de España, en una silla de ruedas, como la de mi madre, pero mucho mas cara, ¡donde va a parar!, haya gastado cientos de miles de euros en sueldos de gente que le ha cuidado, para que ni el Rey ni la Reina perdieran tiempo cuidándola, mientas que yo durante años he tenido que cuidar a la mía haciéndole la comida, acostándola, cambiándole los pañales, oliendo a meos, porque los meos huelen a meos y no a las esencias de rosas molinera, llegando en más de una ocasión tarde al trabajo por no haber podido dormir, y para inris de inris, desde febrero pasado en una residencia privada que debemos pagar entre mi hermana y yo, porque su pensión de 400 euros no llega a los 1.100 que cuesta el despiadado negocio este de la ontología.

No me parece bien que al Alcalde de Zaragoza y al presidente del gobierno de Aragón les crezca la barriga y la papada (es que me lo veo venir. Luego nos ocasionarán mas gastos para que se despapen y se desbarriguen o en alguna cura de sueño para desgravitarlos de algo que me sé) gastando dineros públicos cada cual por su sitio, entre regalones millonarios a la General Motors y amigoides empresariales, mientras que residencias públicas para ancianos en Zaragoza hay tres, y de las denominadas concertadas, o sea, que se aseguran el negocio privado a costa de la salud de los mayores que después de trabajar durante toda su vida (no como otros, el Rey por ejemplo) solo le quedan los huesos y un poco de pellejo para cubrírselos.

Y, conste, que al ser yo buen súbdito, de estos que tragan carros y carretas, o ruedas de molino, pero de las grandes, de las hermosas, o vagones de tren atravesados, porque ya que te pones a tragar que más te da… Me lo creo todo, y todo va bien y mejor que va a ir.

Pero no sé…, que me entra el come come por dentro y no me parece bien que los gobiernos en claro contubernio con los jefes compañeros del metal, esto es, los jefes jefaturizados de la cosa sindical-sindica mayoritaria y pintas de la categoría empresarial ferrónicola (de Ferrán, CEOE), estén preparando desde años atrás y desde el Pacto de Toledo, el negocio de la salud pública a los capitostes del capital, poniéndoselas como se las ponían a Felipe II, que como era del oficio de la monarquía y no trabajaba, se ponía hasta las cejas. Y no digo que se ponía has los huevos, porque mi saber no llega a tanto, no sé si tenía dos o no.

Si me sé, porque me lo ha dicho el pajarito Pinzón, del que soy amigo y piamos de vez en cuando, que algún Rey no tiene más que un huevo, y que nos sale por otro huevo cada vez que va a Barcelona a un apartamento privado a que se lo toque el urólogo.

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