sábado, 19 de agosto de 2023

Problemas BRICS, soluciones BRI

 

Si bien los BRICS originales tienen diferencias geopolíticas, están encontrando un terreno común en el frente geoeconómico a medida que aumentan los volúmenes comerciales y se multiplican las rutas comerciales. La inminente nueva cumbre puede ser decisiva.


Problemas BRICS, soluciones BRI


Pepe Escobar

El Viejo Topo

19 agosto, 2023 

 


A medida que los BRICS se acercan a la cumbre más importante de su historia –del 22 al 24 de agosto en Johannesburgo, Sudáfrica–, es necesario considerar algunos aspectos fundamentales.

Las tres principales plataformas de cooperación BRICS son política y seguridad, finanzas y economía y cultura. Por lo tanto, la idea de que se anunciará una nueva moneda de reserva respaldada por oro de los BRICS en la cumbre de Sudáfrica es falsa.

Lo que está en marcha, según confirman los sherpas BRICS, es el R5: un nuevo sistema de pago común. Los sherpas están solo en las etapas preliminares de discutir una nueva moneda de reserva que podría estar basada en oro o materias primas. Las discusiones dentro de la Unión Económica de Eurasia (EAEU), dirigida por Sergey Glazyev, en comparación, están mucho más avanzadas.

El orden de prioridades es poner en marcha R5. Todas las monedas BRICS actuales comienzan con una «R»: renminbi (yuan), rublo, real, rupia y rand. R5 permitirá a los miembros actuales aumentar el comercio mutuo evitando el dólar estadounidense y reducir sus reservas de dólares estadounidenses. Este es solo el primero de muchos pasos prácticos en el largo y tortuoso camino de la desdolarización.

Todavía se está discutiendo un papel más amplio para el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés), el banco BRICS. El NBD puede, por ejemplo, otorgar préstamos denominados en oro-BRICS, lo que lo convierte en una unidad de cuenta global en transacciones comerciales y financieras. Los exportadores BRICS tendrán entonces que vender sus bienes contra oro-BRICS, en lugar de dólares estadounidenses, tanto como los importadores del oeste colectivo tendrían que estar dispuestos a pagar en oro-BRICS.

Eso está muy lejos, por decirlo suavemente.

Las discusiones frecuentes con sherpas de Rusia y también con operadores financieros independientes en la UE y el Golfo Pérsico siempre abordan el problema clave: los desequilibrios y los nodos débiles dentro de los BRICS, que tenderán a proliferar en serie con la inminente expansión de BRICS+.

En el seno de los BRICS hay una gran cantidad de problemas sin resolver entre China e India, mientras que Brasil se encuentra atrapado entre una lista de dictados imperiales y el impulso natural del presidente Luiz Inacio Lula da Silva para fortalecer el Sur Global. Argentina se ha visto casi obligada por los sospechosos habituales a “posponer” su solicitud de admisión para unirse a BRICS+.

Y luego está el eslabón débil por definición: Sudáfrica. Apretado entre la espada y la pared, el organizador de la cumbre más importante de la historia de los BRICS optó por un compromiso humillante que no es precisamente digno de una potencia independiente de rango medio del Sur Global. Sudáfrica decidió no recibir al presidente ruso, Vladimir Putin, y optó por la presencia del ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, como Pretoria sugirió por primera vez a Moscú. Los otros miembros de BRICS validaron la decisión.

El compromiso significa que Rusia estará representada físicamente por Lavrov, mientras que Putin participará en todo el proceso, y en las decisiones posteriores, por videoconferencia.

Traducción: Putin puso a prueba a Pretoria y la expuso a todo el Sur Global como un nodo frágil de la «jungla» –en realidad, la Mayoría Global– fácilmente amenazada por la pandilla del «jardín» occidental y no verdaderamente independiente ensu política exterior.

San Petersburgo-Shanghai a través del Ártico 

Esta decisión sudafricana en sí misma plantea serias dudas sobre si la geopolítica liderada por los BRICS es solo una ilusión.

Sin embargo, desde el punto de vista geoeconómico, el grupo ha entrado en un juego completamente diferente, ilustrado por las múltiples interconexiones de los BRICS con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China (BRI).

El comercio chino con las naciones BRI aumentó  un 9,8 por ciento  en la primera mitad de 2023, en comparación con el mismo período del año pasado. Eso contrasta fuertemente con la contracción general del 4,7 por ciento del comercio entre China y el oeste colectivo: Cayó con la UE en un 4,9 por ciento, y cayó con los EE. UU. en un 14,5 por ciento.

Mientras tanto, el comercio chino con Rusia, junto con las exportaciones a Sudáfrica y Singapur, aumentó exponencialmente en un 78 por ciento. A modo de ejemplo, a fines de la semana pasada, un cargamento chino  zarpó  de San Petersburgo cargado con fertilizantes, productos químicos y productos de papel. Cruzará el Ártico y llegará a Shanghai en agosto.

Zhou Liqun, presidente de la Cámara de Comercio de China en Rusia, fue directo al grano: este es solo el comienzo de una «operación de rutina de la ruta de envío de carga del Ártico entre China y Rusia». Se trata de “la seguridad de los canales logísticos” incorporados en la asociación estratégica Rusia-China.

La Ruta de la Seda del Ártico, a partir de ahora, será cada vez más estratégica. Los chinos pueden mantenerla abierta al menos de julio a octubre de cada año. Y como beneficio adicional, el calentamiento del Ártico permite un mejor acceso a los recursos de petróleo y gas. Una marca registrada «ganar-ganar»: no es de extrañar que desde 2017 el desarrollo de Arctic Silk Road sea parte de BRI.

Todo lo anterior muestra un cambio brusco en el impulso comercial chino hacia el Sur Global. El comercio con los socios BRI de China ahora asciende al  34,3 por ciento  del comercio global total de China en términos de valor, y ese número está aumentando.

Desde el ferrocarril UAP hasta el área metropolitana de la bahía 

En el frente ruso, todos los ojos están puestos en el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC) multimodal de 7.200 km de largo, que alarma al oeste colectivo como un reemplazo de facto del Canal de Suez. El INSTC reduce los costos de envío en aproximadamente un 50 por ciento y ahorra hasta 20 días de viaje en comparación con la ruta de Suez.

El comercio de INSTC, a través de barcos, ferrocarriles y carreteras que unen Rusia, Irán, Azerbaiyán, India y Asia Central, debería triplicarse en los próximos siete años, como señaló el ministro de Transporte ruso, Vitaly Saveliev, en el reciente foro de San Petersburgo. Rusia invertirá más de 3 mil millones de dólatres en el INSTC hasta 2030.

El aumento del comercio entre Rusia, Irán e India a través del INSTC se conecta con algo que hasta hace poco se consideraba un ovni: el Ferrocarril Transafgano.

Trans-Afghan surgirá como continuación de algo muy importante que sucedió hace unas semanas, cuando Pakistán, Uzbekistán y Afganistán firmaron un protocolo conjunto  para conectar las redes uzbeka y paquistaní a través de Mazar-i-Sharif y Logar en Afganistán.

El ferrocarril UAP podría ser considerado no solo como BRI sino también como un proyecto de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO), en la que Tashkent e Islamabad son miembros de pleno derecho, y Kabul es un observador.

Los uzbekos estiman que el ferrocarril de 760 km de largo reducirá el tiempo de viaje en cinco días y los costos en al menos un 40 por ciento. El proyecto podría estar terminado para 2027.

El próximo Ferrocarril Transafgano de 573 km de largo ya tiene su hoja de ruta: está destinado a conectar la intersección de Asia Central y del Sur con los puertos del Mar Arábigo.

Todo lo anterior expande el comercio chino en varias direcciones. Lo que nos lleva a una simbiosis fascinante en curso entre el sur de China y el oeste de Asia, simbolizada por la Gran Área de la Bahía .

Mientras el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, acelera su inmensamente ambicioso proyecto de modernización Vision 2030, los saudíes aclaman a la Gran Área de la Bahía como nada menos que “el futuro de Asia”.

Todos los inversores, desde Jeddah hasta Hong Kong, saben que Beijing tiene como objetivo convertir la Gran Área de la Bahía en un centro tecnológico global de primer nivel, centrado en Shenzhen, con Hong Kong desempeñando el papel de centro financiero global privilegiado y Macao como el centro cultural.

La Gran Área de la Bahía, no por accidente, es un resorte clave de BRI. En su conjunto, las nueve ciudades de Guangdong, además de Hong Kong y Macao (más de 80 millones de habitantes, el 10 % del PIB chino), se configurarán como una asombrosa potencia económica de primera clase para 2035, superando en gran medida a la Bahía de Tokio, la área metropolitana de New York y el área de la bahía de San Francisco.

Con Arabia Saudita con el objetivo de convertirse en miembro de pleno derecho tanto de BRI como de SCO, Beijing y Riyadh impulsarán su cooperación tecnológica además de la energía y la infraestructura.

Todos los ojos puestos en Sudáfrica el próximo mes están puestos en cómo BRICS trabajará para resolver sus problemas internos mientras organiza la expansión a BRICS+. ¿Quién se unirá al club? ¿Arabia Saudita? ¿Emiratos Árabes Unidos? ¿Irán? ¿Kazajstán? ¿Argelia? Los dos principales países BRICS, China y Rusia, siguen invirtiendo en un rol geoeconómico que tiene docenas de países en cola para unirse.

Fuente: The Cradle. Texto tomado de La casa de mi tía.

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Psicogenealogía del miedo al decrecimiento

 

Psicogenealogía del miedo al decrecimiento

 


Por Gil-Manuel Hernàndez i Martí

Rebelion / España

19/08/2023 

 

Fuentes: El salto [Imagen: La Gran Vía de Madrid durante los primeros días del confinamiento. ÁLVARO MINGUITO]

“A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre! (Scarlett O’Hara, Lo que el viento se llevó, 1939)

Por qué la idea del decrecimiento puede provocar miedo en extensas poblaciones asalariadas de los países del centro del sistema.

Sabemos que las élites que viven del capitalismo fosilista son las primeras interesadas en rechazar, estigmatizar y denigrar la propuesta del decrecimiento, pues también niegan o minimizan el colapso ecosocial al que esta propuesta intenta dar una respuesta efectiva. Esto se debe a que el capitalismo depende del crecimiento constante para maximizar sus ganancias y mantenerse vivo, por lo que el decrecimiento representa su mayor obstáculo. Es comprensible, entonces, que los sectores dominantes lo desprecien o lo ignoren.

Sin embargo, también es cierto que una gran parte de las clases populares de los países con altos ingresos puede mostrar resistencia y temor a las propuestas decrecentistas, pese a los indudables beneficios ecológicos y sociales que aquellas pueden aportar. Hasta el punto de apoyar por defecto a las fuerzas neoliberales que promueven las supuestas virtudes del crecimiento constante.

Se trata de una narrativa potente y persuasiva, hecha desde el poder, pero las poblaciones mencionadas le dan su consentimiento al estar convencidas de pertenecer a la próspera “clase media” del mundo rico. En realidad, estas personas enfrentan numerosos problemas, todos ellos con raíces sistémicas, aunque se aferran a la comodidad de lo “normal”, a un pasado añorado de seguridad material o a la esperanza de que las múltiples crisis actuales serán superadas. Es cierto que hay  indignación y protestas recurrentes, pero por lo general las masas de asalariados respiran literalmente la asfixiante atmósfera capitalista. Se sienten ansiosas, decepcionadas, cansadas, y les resulta muy complicado tomar distancia crítica, pues bastante tienen con “ir tirando”.

La psicogenalogía y el trauma de la pobreza

La razón del miedo al decrecimiento que quiero destacar remite a lo que estudia la psicogenealogía. Se trata de una disciplina que explora cómo las experiencias y eventos vitales más cruciales de nuestros antepasados pueden influir en nuestra forma de pensar y actuar en la actualidad. La psicogenealogía sostiene que los traumas, secretos y conflictos no resueltos de nuestros antecesores pueden transmitirse a través del inconsciente familiar de generación en generación, impactando nuestras vidas de diversas maneras. La psicogenealogía utiliza diversas herramientas, métodos y enfoques, que orbitan alrededor del trabajo con el árbol genealógico. Se busca revelar las conexiones ocultas entre las vivencias traumáticas del pasado y las dificultades actuales, brindando la oportunidad de sanar y transformar patrones negativos o limitantes.

Una gran parte de las clases populares de los países con altos ingresos puede mostrar resistencia y temor a las propuestas decrecentistas, pese a los indudables beneficios ecológicos y sociales que aquellas pueden aportar

Los padecimientos, miedos y traumas de los antepasados afectan a las nuevas generaciones en una línea hereditaria directa, tanto física como psíquicamente. Así lo han demostrado diversos estudios a lo largo de los últimos años sobre guerras, catástrofes, matanzas, torturas, privaciones, sufrimientos y otras conmociones que son capaces de trascender, arraigándose en el inconsciente del ser humano. Hasta el punto de que la emergente ciencia de la epigenética ha confirmado que esas conmociones han producido cambios heredables en la expresión de genes, que no implican modificaciones en la secuencia de ADN, pero que tienen importantes impactos en la salud física y mental de los individuos.

Es importante recordar que la pobreza, la explotación, la vulnerabilidad y la miseria han sido experiencias cotidianas para las clases trabajadoras (campesinos, artesanos, obreros) en el Occidente moderno capitalista desde los inicios de la Revolución Industrial hasta prácticamente la mitad del siglo XX. Hambrunas, enfermedades, guerras, genocidios, precariedad material,  emigración forzosa, analfabetismo y explotación acompañaron el ascenso y desarrollo del capitalismo, basado en la acumulación por desposesión y la destrucción del procomún.

Dichas experiencias, agravadas por el modelo patriarcal de sociedad en el caso de las mujeres, se ha ido manifestando, generación tras generación, en problemas personales y familiares, que evocan un horizonte vital de abandono, violencia, necesidad material, exclusión social y la ausencia de esperanza. Si consideramos las generaciones que vivieron durante la configuración de las llamadas clases medias modernas, existe un período histórico marcado por privaciones severas y catástrofes, como las guerras mundiales, los genocidios o la Gran Depresión. Eventos que dejaron una profunda huella en el inconsciente colectivo, transmitiendo una traumática herencia en forma de temerosa aversión a la pobreza y a la miseria.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial y en el contexto de Guerra Fría, el capitalismo consintió en moderar su margen de beneficio a cambio de paz social. Se inició un período de relativa estabilidad y avance económico, unos años de Estado del Bienestar y euforia desarollista que parecían consolidar un benigno modelo de crecimiento permanente en el Primer Mundo. Aunque dicho bienestar se consiguiera a costa del malestar de los territorios periféricos del sistema, o aunque la escasez artificial haya sido inducida por el capitalismo mediante el consumo masivo para seguir creciendo, lo relevante es que las idealizadas clases medias de los países ricos han disfrutado de un oasis temporal de prosperidad y estabilidad económica, traducido en una sensación de seguridad existencial.

Tras un periodo de prosperidad que ahora se considera un breve paréntesis en la historia, parece que nadie está dispuesto a volver a enfrentarse a la privación o a permitir que sus hijos tengan una vida peor que la de sus padres

Parecía que las pesadillas asociadas a la pobreza y el “subdesarrollo” estaban felizmente superadas, pero la ofensiva neoliberal orientada a asegurar un nuevo ciclo de acumulación capitalista a partir de los años 80 del pasado siglo, con su agresivo ataque a las conquistas y derechos sociales, ha hecho realidad el temor a la vuelta a la precariedad. Especialmente tras la crisis económica de 2008 y las políticas de “austeridad”, que tanto ha recortado el gasto público en bienes sociales y protección social, mientras las élites se enriquecían aún más.

Mi planteamiento es que la convergencia de diversos factores, como el aumento de la desigualdad social, la disolución de las clases medias, el deterioro de las condiciones materiales de vida, el declive energético, la crisis ecológica y la pandemia de 2020, junto con las preocupaciones sobre el futuro de las generaciones venideras, podría estar reabriendo antiguas heridas que nunca sanaron por completo. Esto estaría provocando la reactivación de temores arraigados en el inconsciente colectivo, relacionados con traumas históricos asociados a la pobreza, heredados de las generaciones anteriores. Tras un periodo de prosperidad que ahora se considera un breve paréntesis en la historia, parece que nadie está dispuesto a volver a enfrentarse a la privación o a permitir que sus hijos tengan una vida peor que la de sus padres. Las persistentes protestas populares contra las políticas de austeridad neoliberal son prueba clara de esta inquietud social.

El decrecimiento como terapia colectiva

Ante la magnitud del colapso ecosocial provocado por el necroliberalismo en un contexto de capitalismo crepuscular, con sus posibles derivadas ecofascistas y exterministas, se plantea el decrecentismo como solución o alternativa. Como señala Jason Hickel, el decrecimiento busca una reducción planificada del uso excesivo de energía y de recursos para volver a poner la economía en equilibrio con el mundo viviente de forma segura, justa y equitativa. La idea es acabar y garantizar vidas dignas para todos. Para ello, como subraya Carlos Taibo, en el Norte del planeta hay que reducir inexorablemente los niveles de producción y de consumo, aplicando principios y valores muy diferentes de los que hoy abrazamos, materializados en prácticas como la relocalización, la agroecología, la desindustrialización, la rerruralización y una nueva concepción de los límites.

Sin embargo, pese a la perentoria necesidad del decrecimiento, no debe darse por sentada la colaboración inmediata de la ciudadanía. Más bien al contrario. Las clases medias del mundo rico, al haber disfrutado de décadas de estado del bienestar tras una larga historia de privaciones, experimentan temores profundos y resistencia a realizar lo que pueden interpretar como sacrificios que les  hagan revivir el trauma histórico de la pobreza. Pues subsiste en su inconsciente personal, familiar y de clase un recuerdo intergeneracional de la pobreza, capaz de inducir el miedo ancestral a revivir aquellas dificultades históricas que se consideraban totalmente superadas.

Como subraya Carlos Taibo, en el Norte del planeta hay que reducir inexorablemente los niveles de producción y de consumo, aplicando principios y valores muy diferentes de los que hoy abrazamos

Pese a que es el necroliberalismo la fuente de toda fragilidad, precariedad y vulnerabilidad de esas clases medias desestructuradas, paradójicamente la seguridad y el bienestar anhelados se pueden percibir como amenazados por las propuestas de decrecimiento, lo que desencadena respuestas de resistencia al cambio, azuzadas por la hegemónica narrativa de las élites corporativas. No se trata tanto de una falta de voluntad para abordar cambios necesarios en la forma de vida, sino del impacto emocional de los traumas intergeneracionales de los que no parece existir consciencia. Lo que la psicogenealogía permite entender es que el miedo popular al decrecimiento no debe interpretarse como puramente irracional o políticamente reaccionario, sino como una respuesta psicológica basada en duras experiencias pasadas, que permean los árboles genealógicos y generan respuestas puramente defensivas. Solo entendiendo esto, sin estigmatizar a los que oponen una dolida resistencia, se puede trabajar en la sanación, la transformación de creencias limitantes y el establecimiento de una concepción diferente de abundancia. Y ahí es justo donde entra el juego el decrecimiento como una especie de terapia colectiva.

Si para abordar el trauma hay que encararlo, aceptarlo y atravesarlo, que es lo suele ser común a la psicoterapias personales, el decrecimiento puede ser una suerte de terapia en términos sociales. Si consideramos que el temor de las clases medias venidas a menos es “volver a pasar hambre”, debe explicarse con pedagógica paciencia que el retorno de aquellas a la pobreza sólo se producirá si se persiste en la gestión necroliberal de un colapso descontrolado. En psicoterapia muchas veces se teme más a la terapia en sí que a lo que esta pretende sanar. En ese sentido, el decrecimiento puede ser la forma de afrontar el trauma heredado y superarlo, pues como señala Hickel, implica una descolonización mental. Solo así se puede contribuir a diluir el conjunto heredado de pánicos, creencias limitantes, sentimientos de culpa, insatisfacciones, frustraciones, amarguras y pérdidas.

En el Siglo de la Gran Prueba, para allanar el camino hacia una sociedad más justa, resiliente y en armonía con la vida, primero hay que desactivar los miedos que el sistema está encantado de reforzar y reproducir

Si en el ámbito individual la psicogenealogía puede ayudar a explorar y abordar los efectos de los traumas familiares para que sean superados, en el ámbito colectivo el decrecimiento no solo sería la principal estrategia para evitar los peores efectos del colapso y generar una transición ecológica justa, sino un remedio necesario para afrontar y desarticular los arraigados fantasmas del pasado. En el Siglo de la Gran Prueba, para allanar el camino hacia una sociedad más justa, resiliente y en armonía con la vida, primero hay que desactivar los miedos que el sistema está encantado de reforzar y reproducir. Hay que atreverse a decrecer materialmente para que también decrezcan, y al final desaparezcan, los opresivos lastres generacionales con los que nos ha ido haciendo cargar el sistema. Cuando cada vez más gente descubra que el decrecimiento es la fórmula para desprenderse de aquellos viejos temores, sanar colectivamente y avanzar hacia el buen vivir, quizás todo sea mucho más fácil. 

Gil-Manuel Hernández Martí. Profesor titular del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València. Autor de La condición global. Hacía una sociología de la globalización (2005), Sociología de la globalització. Anàlisi social d’un món en crisi (2013) o Ante el derrumbe. La crisis y nosotros (2015).

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/laplaza/psicogenealogia-del-miedo-al-decrecimiento

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La lucha de clases global en cinco novelas

 

La lucha de clases global en cinco novelas

 

Por Mark Steven

Rebelion / España

 19/08/2023 


Fuentes: Counterpunch


Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Desde que la guerra de clases apareció por primera vez en el pensamiento radical las últimas décadas del siglo XVIII, no ha parado de evolucionar a través del intercambio de ideas entre la actividad política y la narrativa literaria, reformulando la acción revolucionaria a través del lenguaje militar. Mi último libro, Class War: A Literary History, explora esta fusión de política y literatura desde la revolución haitiana hasta los Panteras Negras. Pero, ¿qué se puede decir de la lucha de clases y su influencia en la literatura sobre la revolución en el presente actual?

La nuestra es una época en la que la historia de la guerra de clases se transmite a través de la literatura, emergiendo del pasado revolucionario en un momento definido por la muerte del progreso liberal y la proliferación de nuevas crisis y nuevos antagonismos. Este sentido de herencia revolucionaria pertenece a muchas obras contemporáneas, pero se ejemplifica con una agudeza poderosa, aunque caricaturesca, en la inmensa epopeya transhistórica de Thomas Pynchon, Against the Day [Contraluz, en su versión española, Tusquets ed.], que utiliza viajeros que se desplazan desde el futuro (nuestro presente, el de la publicación del libro en 2006) para comparar las luchas actuales con las de principios de siglo en Estados Unidos, que culminaron en la Guerra del Carbón de Colorado, cuando trabajadores fronterizos armados con dinamita se enfrentaron a los Barones del Robo y sus matones de [la Agencia Nacional de Detectives] Pinkerton.

Pero hay algo especialmente distintivo en la literatura contemporánea sobre la guerra de clases y en cómo aborda viejos conflictos en toda su singularidad nacional, regional y cultural. Más que en épocas anteriores, en las que el aumento de la militancia fue acompañado de una eflorescencia literaria –desde Inglaterra a principios del siglo XIX, pasando por Francia durante la Comuna de París, hasta Rusia en la década de 1920 o China en la de 1930–, las novelas actuales sobre la guerra de clases interpretan sus conflictos específicos como parte de una lucha que tiene una base territorial, pero que también se expande internacionalmente.

Los héroes de la novela de Pynchon son conscientes de la expansión del conflicto, la lucha y la organización no sólo más allá de determinado estrato de la sociedad, sino también más allá del Estado-nación. Y así, abandonan un lugar de lucha urbana en dirigible, sabiendo que su lucha no es sólo suya: «Estos viajeros en globo eligieron seguir volando –leemos– libres ahora de las ilusiones políticas que reinaban más que nunca en tierra, solemnemente comprometidos unos con otros, procediendo como si estuvieran bajo un estado de sitio mundial e interminable».

Con una perspectiva igualmente amplia, las siguientes novelas reivindican una solidaridad mundial que trasciende todas las divisiones geopolíticas, y que también entiende la clase como una poderosa fuerza latente junto a las variables de edad, género, geografía, raza y religión. Al mismo tiempo, estas novelas mantienen, en su esencia, la visión de un combate liberador contra los explotadores y los expropiadores.

China Miéville: El consejo de hierro

Este es el último libro de la trilogía Bas-Lag de China Miéville, tres extensas novelas de fantasía oscura ambientadas en lo que el autor describe como «un mundo capitalista de principios de la industria, bastante mugriento y policial». Cuando llegué al tercer libro ya me había enganchado con la ciudad impía que constituye el núcleo de la trilogía, con su geografía arcana y sus monstruosidades de pesadilla, porque el lenguaje de Miéville hace mucho por convertir todo el conjunto en una existencia febril, con un vocabulario que parece tan desmesurado y mutante como la ciudad que describe. Pero este final también es especialmente cautivador en su dramatización de la militancia tal y como la representan y experimentan los personajes individuales y los colectivos en los que se convierten. A través de una geografía fantástica, un variado abanico de antihéroes reforzados por la magia se alzan juntos contra la expansión industrial, el derramamiento de sangre imperial y un sentido de la nación cada vez más fascista. No se me ocurre una narración mejor, más gloriosa y más imaginativa sobre el significado de las obligaciones de la solidaridad de clase en tiempos de conflicto. El lector se sentirá entusiasmado durante el gran motín ferroviario, que recrea la huelga de ferrocarriles de 1877, y tal vez sienta verdadera angustia cuando ese mundo de revuelta se congele repentinamente en el tiempo.

Rachel Kushner: Los lanzallamas

Rachel Kushner sitúa en contexto la beligerancia de los trabajadores italianos durante los infames Años de Plomo. Con una narrativa intergeneracional que se mueve a la velocidad de una motocicleta turboalimentada atravesando salinas, Los lanzallamas abarca desde los primeros años del fascismo europeo, pasando por la extracción de recursos en las selvas de Brasil, hasta el mundo del arte del Nueva York de los setenta y, por último, las calles de Roma en tiempos de revuelta. Su protagonista –una joven de Nevada– se convierte en un prisma a

través del cual se refracta el sistema-mundo moderno en un momento de convulsión transformadora, así como en una perspectiva de género desde la que se vuelve a poner de relieve la opresión de la mujer trabajadora tanto en la fábrica como en el hogar. Y en ese momento electrizante en que la protesta estalla en disturbios, en que el movimiento se convierte en insurrección, la novela de Kushner destaca las acciones de las mujeres oprimidas, convertidas en agentes de la revolución: «Ahora eran las mujeres las que lanzaban las bombas incendiarias. Tiendas de ropa. Unos grandes almacenes. Una tienda de lencería. Subieron por el Corso».

C.A. Davids: How to be a Revolucionary

Cómo ser un revolucionario de C. A. Davids toma el título de su libro de una lista de habilidades útiles que su protagonista, Beth, desea aprender de su amiga radical, Kay, una carismática organizadora que podría enseñarle «cómo besar a un chico» tan fácilmente como a “aplicar las lecciones aprendidas de la China comunista a Sudáfrica». Centrada en estas dinámicas interpersonales, ésta es una novela elegíaca sobre los retos de sostener el compromiso político contra las mareas del desencanto: «Después de su partida, nada podía considerarse normal, si es que alguna vez lo había sido. La tristeza no me daba tregua: esperaba bajo mis párpados, vigilaba cuando iba a la escuela, cuando hablaba, respiraba en mi nombre». Esta novela, que transcurre en Shanghái durante el Gran Salto Adelante, en Ciudad del Cabo en la época del Apartheid y en el Harlem de [el escritor] Langston Hughes, explora las conexiones internacionales e intergeneracionales entre viejos revolucionarios de tres continentes, que anhelan un mundo mejor que éste, pero a quienes persigue la derrota. Impregnada de melancolía izquierdista, es una narración que encuentra su camino a través del compromiso inquebrantable con un internacionalismo que exige actos de solidaridad práctica con camaradas conocidos y desconocidos, con los que nos han precedido y con los que vendrán después.

R.F. KuangBabel

Enseño literatura en una universidad del suroeste de Inglaterra. El continuo choque cultural que supone hacer esto siendo una inmigrante de clase trabajadora ha alimentado en mí una fascinación crítica por la subcultura estudiantil conocida como dark academia (academia oscura), que parece girar en torno a la lectura de libros viejos, el uso de chaquetas de punto y la inclinación hacia la melancolía otoñal (y que, según la aguda evaluación característica de Amelia Horgan, «es una respuesta a la mercantilización, en particular a las tensiones temporales de la universidad neoliberal»). La tremenda historia alternativa de R. F. Kuang, Babel, se comercializa como una obra de la academia oscura, o al menos esa es la impresión que dan el diseño de su portada y su publicidad, pero es mucho más que eso. Es una crítica enérgica y decolonial de las instituciones de educación superior, de los logros literarios y de todas sus complicidades en la reproducción de la jerarquía de clases y el poder imperial. Al mismo tiempo, combina esa crítica con las acciones históricas de quienes lucharon contra ese sistema, desde los luditas y los cartistas hasta los desposeídos y esclavizados de las periferias del imperio, en China y el Caribe. A medida que la novela progresa hacia su todopoderosa e insurreccional conclusión, el subtítulo del libro se vuelve crucial para saber de qué va todo realmente: «O la necesidad de la violencia: Una historia arcana de la revolución de los traductores de Oxford».

Kim Stanley Robinson, El ministerio del futuro

Si la crisis medioambiental supone una flagrante violencia perpetrada contra los pobres del mundo, un holocausto neoliberal de los desposeídos, la ficción literaria acierta al interpretar el cambio climático como una guerra de clases. En El Ministerio del Futuro, el legendario escritor de ciencia ficción Kim Stanley Robinson utiliza un sentido casi melvilliano de la capacidad para explorar nuestro potencial colectivo de acabar con la acumulación capitalista para salvar la biosfera. La narrativa se refiere a la diversidad de tácticas, desde la reforma legislativa hasta el sabotaje y el asesinato, como «La guerra por la Tierra», y esa guerra se presenta como rotunda y necesariamente internacional, tejiendo orgánicamente cientos de acciones locales en un tapiz global sobre el que el capitalismo dejaría de ser viable. También es una guerra librada por y en nombre de la clase marginada mundial. El primer capítulo, a la vez devastador y catalizador, es una espantosa descripción de una ola de calor masiva que azota la India y mata a millones de personas. Lo que sigue es una proliferación de acciones tanto independientes como interrelacionadas, con objetivos locales pero también de amplio alcance y a menudo simbólicas, cada una orientada hacia la demolición de las relaciones sociales capitalistas con el fin de garantizar un futuro habitable para todos. Cuando se le preguntó si esta novela es «literatura de combate», término con el que Frantz Fanon designa la escritura compuesta bajo la fuerza de la insurgencia decolonial, Robinson sugirió por qué dicha literatura puede ser necesaria, pero también por qué no basta por sí sola. «Va a ser caótico y confuso», afirmó, «y va a durar mientras haya alguien vivo. Tenemos que acostumbrarnos a ello y luchar con eficacia. La literatura de combate puede contribuir a darnos ideas o advertirnos de las repercusiones, pero son las acciones en el mundo real las que cobrarán importancia: leyes, normas, comportamientos.»

Mark Steven es profesor titular de literatura de los siglos XX y XXI en la Universidad de Exeter (Reino Unido). Es autor de Red Modernism: American Poetry and the Spirit of Communism (2017) y Splatter Capital (2017). Su libro más reciente es: Class War: a Literary History.

Libros reseñados:

El consejo de hierro, China Miéville, Ediciones B, 2018

Los lanzallamas, Rachel Kushner, Galaxia Gutemberg, 2014.

How to be a Revolucionary, C.A. Davids, Verso, 2022 (no existe edición en castellano)

Babel, R.F. Kuang, Hidra, 2022.

El ministerio del futuro, Km Stanley Robinson, Minotauro, 2021.

Fuente: https://www.counterpunch.org/2023/06/02/the-global-class-war-in-five-novels/

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RUSIA. Informe del ministerio de Defensa sobre lo ocurrido ayer en el frente

 

RUSIA. Informe del ministerio de Defensa sobre lo ocurrido ayer en el frente

 

 

INSURGENTE.ORG / 19.08.2023

 


 El Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, en su informe diario sobre la operación militar especial en Ucrania, anunció hoy las fuerzas armadas rusas avanzaron en los ejes de Donetsk en el sur de Ucrania y Kubyansk en la provincia de Járkov en el este de Ucrania, y eliminaron a 890 soldados ucranianos.

El ente castrense detalló lo siguiente:

En el frente de Donetsk:

Las fuerzas rusas repelieron 4 ataques enemigos y lanzaron operaciones ofensivas exitosas, reforzaron sus posiciones a lo largo de la línea del frente, eliminaron a 310 soldados ucranianos y destruyeron varios obuses.

En el eje de Kobyansk en la provincia de Járkov:

Se repelieron seis ataques enemigos, 125 soldados ucranianos fueron liquidados y varios cañones destruidos.

En el frente de Krasny Limansk:

55 soldados ucranianos se neutralizaron y tres cañones se devastaron.

En el eje del sur de Donetsk:

Más de 175 soldados ucranianos fueron eliminados, mientras dos tanques y tres obuses fueron destruidos.

En el frente Zaporozhie:

Un ataque ucraniano fue repelido cerca del pueblo de Rabotino, y las pérdidas enemigas fueron 195 soldados, cuatro vehículos blindados y cuatro artillerías.

En el eje de Jersón:

30 soldados ucranianos fueron liquidados y un cañón fue destruido.

Según el informe, dos sitios de lanzamiento de drones ucranianos fueron destruidos en las regiones de Lastochkino de Donetsk e Ivanovskoye en la provincia de Zaporozhie, así como un centro de comando para la 67.a Brigada de Ucrania y un depósito de municiones cerca de la región de Serebryanka en Donetsk:

Además del derribo y destrucción de 18 drones ucranianos en varios frentes de batalla.

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