UN VIENTO DE REVOLUCIÓN SOPLA EN QUEBEC
Rebelión
Investig'Action
13-04-2015
Traducido del francés para Rebelión
por Susana Merino
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Luego
de transcurridos tres años desde las enormes manifestaciones contra el alza de
los costos de matrícula, los estudiantes de Quebec volvieron a las calles el 2
de abril para denunciar las políticas de austeridad del nuevo gobierno de la
provincia de Quebec. Fueron manifestaciones pacíficas, violentamente reprimidas
por las fuerzas del orden, ante una indiferencia casi generalizada…
Movilizaciones
contra la austeridad
Hace
tres años las calles de Montreal y las de Quebec se llenaban de estudiantes
absolutamente decididos a luchar contra la decisión del gobierno de la
provincia de Quebec de aumentar los costos de matrícula en la universidad. Un
movimiento histórico que comenzó el 13 de febrero de 2012 y que duró varios
meses. Todos o casi todos los días los estudiantes se reunían en las calles
para exigir el acceso a los estudios superiores y la derogación de la ley que
aumentaba el costo de las matrículas. Las sentadas y la ocupación de las
universidades formaron parte entonces de la cotidianeidad de los estudiantes
decididos a hacerse escuchar por el gobierno del Jean Charest.
Pero
tres años más tarde nada o casi nada queda de aquello. Los estudiantes
volvieron a sus universidades y las escenas de las manifestaciones parecen
lejanas. No se contaba con las recientes medidas de austeridad anunciadas por
el nuevo ministro quebequés Philippe Couillard, elegido hace un año.
Las
medidas anunciadas la semana pasada van a recortar drásticamente los gastos
públicos, especialmente en salud y educación. Esta decisión provocó la ira de
los estudiantes que denuncian “las peores reducciones en educación
desde hace 20 años”. El 21 de marzo las asociaciones y los sindicatos
estudiantiles anunciaron una huelga destinada a denunciar el restrictivo
presupuesto neoliberal del gobierno quebequés. El 23 de marzo más de 5.000
estudiantes participaron de la huelga en las universidades y en los campus de
la provincia. Y este jueves 2 de abril, “día de huelga nacional”, unos
135.000 se sumaron a la huelga en las universidades y cerca de 75.000 personas
salieron a manifestarse en las calles de Montreal. Familias, profesores,
estudiantes, empleados todos manifestaron su ira frente a las políticas
antisociales que se les imponen.
Los
estudiantes, punta de lanza de las protestas, denunciaron ardientemente las
políticas de austeridad impuestas una tras otra por los sucesivos gobiernos.
Desde hace 20 años y siguiendo las políticas neoliberales de los EEUU y Europa,
el gobierno quebequés y en mayor medida el gobierno canadiense, libran un
combate sin tregua contra los últimos logros del estado de bienestar. Salud,
educación, cultura, todos los servicios públicos reciben los impactos de los
obsesos del “rigor presupuestario”.
Por
otra parte, el primer ministro quebequés considera urgente “retomar el
control de nuestras finanzas públicas” Para alcanzar los objetivos
presupuestarios se han puesto en marcha medidas muy impopulares como, por
ejemplo, el aumento constante del precio de la electricidad. Además, esas
políticas han creado una competencia cada vez más mayor en la administración de
los asuntos públicos. Los sindicatos denuncian la privatización de los
servicios públicos y de los programas sociales.
Estas
manifestaciones se asemejan a las masivas manifestaciones de los indignados en
España, de los contrarios a la austeridad en Grecia o de los estudiantes en
Londres o en Santiago de Chile. Aunque las situaciones varíen de un país a
otro, el denominador común de todas estas protestas es el rechazo de las
políticas neoliberales que hacen de los servicios públicos y especialmente de
la educación un “producto” cada vez más escaso, reservado a los más
adinerados. Hace tres años en Inglaterra el primer ministro David Cameron
anunciaba medidas para aumentar los costos de matrícula en la universidad. La
misma campana sonó en Chile con el presidente Sebastián Pinera, reemplazado
luego por la presidenta Michelle Bachelet que prometió revisar las decisiones
de su predecesor.
La
educación, que se ha convertido en un producto de lujo, provoca un fenómeno
inquietante que se generaliza: el endeudamiento de los estudiantes. Verdadera
bomba retardada, un fenómeno que podría convertirse bien pronto en la nueva
burbuja financiera a punto de explotar.
Por
otra parte, es preciso señalar que la lucha contra las medidas de austeridad no
es el único motivo que ha impulsado a los estudiantes a manifestarse en las
calles en Montreal. En efecto, también luchan contra los hidrocarburos y las
desastrosas consecuencias ambientales que provocan en el país, Los manifestantes
denuncian especialmente el Plan Norte del ex primer ministro Jean Charest y de
su sucesor Philippe Couillard, un plan destinado a ampliar la explotación
minera. Así pues, al aspecto socio-económico se le viene a agregar el
ecológico. Al terminar la manifestación del jueves los estudiantes convocaron
una nueva manifestación el 1 de mayo próximo.
Medidas
liberticidas y represión policial
Para
contrarrestar a los manifestantes el gobierno quebequés utiliza todos los
medios destinados a intimidar a los estudiantes. Hace ya tres años las fuerzas
del orden no dudaron en reprimir brutalmente a quienes habían osado
manifestarse. Se vieron imágenes de estudiantes con los rostros ensangrentados,
testimonio de la violencia con la que la policía cargó contra los
manifestantes. Como los policías no lograron que los estudiantes regresaran a
sus casas, el gobernador Charest decidió utilizar el arsenal legislativo para
hacer callar la protesta de los estudiantes. El 18 de mayo del 2012, es decir,
dos meses después del comienzo de las manifestaciones, promulgó la Ley 78 que
restringe el derecho a manifestarse, la libertad de expresión y también la
libertad de asociación. Una ley que generó una sarta de protestas, sobre todo
en el seno de un grupo de historiadores que declaró que “raramente se
ha visto una agresión tan flagrante a los derechos fundamentales que desde hace
decenios han sostenido la acción social y política de Quebec”.
En
junio del mismo año, el Artículo 19.2 del reglamento municipal sobre la paz y
el orden de la ciudad de Quebec desató una fuerte polémica. Dicho artículo
declaró ilegal toda manifestación cuyo recorrido no fuera previamente
comunicado. Una medida tendente sobre todo a desalentar a los manifestantes.
Luego en 2012, como actualmente, los policías utilizan el artículo 501 sobre
seguridad vial para impedir a los manifestantes reunirse en las calles
argumentando que interrumpen la circulación. En resumen, unos artículos y leyes
liberticidas cuyo único objetivo tanto hoy como ayer es poner fin a la protesta
estudiantil. Pero nada los arredra, allí están, tenaces.
El
pasado 24 de marzo la policía procedió a realizar detenciones masivas. No menos
de 274 estudiantes fueron cercados cuando se manifestaban delante del
Parlamento de Quebec. A todos les cayó una multa de 220 dólares que deberán
pagar. Dos días más tarde, es decir el 26 de marzo, tuvo lugar una
manifestación pacífica. Los policías usaron gases lacrimógenos contra los
manifestantes. Un policía, Charles Scott Simard, la emprendió violenta y
cobardemente contra una joven estudiante Naomi Trembley-Trudeau. Los
estudiantes acusaron al policía de dispar casi a quemarropa a la joven
manifestante. Las fotografías muestran a la muchacha en el suelo, con los
labios destrozados y ensangrentados, testimonio de la violencia del ataque.
También
el pasado 2 de abril, cuando terminaba la manifestación algunos policías
atacaron a varios manifestantes, golpearon a algunos e hicieron numerosas
detenciones.
Estas
escenas de violencia son desgraciadamente comunes en Quebec o, como ocurre por
ejemplo en los EEUU, se reprimen todos los movimientos sociales pero más
especialmente los llevados a cabo por estudiantes.
Es
necesario aclarar que los policías quebequeses gozan del apoyo de los partidos
dominantes, lo que les permite actuar con total impunidad. El alcalde de
Quebec, por su parte, también apoyó a los policías al declarar: “Los
estudiantes que se quejan de la brutalidad policial son los únicos los
culpables”. El ministro de Educación Francois Blais también amenazó
con “expulsar de la Universidad a los estudiantes que exageren para dar
ejemplo” antes de declarar con arrogancia y desprecio “hacemos esto
con los chicos para corregir sus comportamientos”.
Una
vez más estas escenas de represión policial nos recuerdan la violencia
perpetrada con motivo del movimiento Occupy Wall Street en Nueva York, las
manifestaciones estudiantiles en Londres o en Santiago de Chile. Ejemplos todos
ellos que muestran el verdadero rostro del sistema represivo liberal. Cuando el
orden capitalista se siente amenazado no duda en enviar su máquina represiva
para someter a quienes osan desafiar el orden establecido.
La
fuerza como último recurso frente a quienes protestan. Una violencia arbitraria
que pone al descubierto el negro rostro de las sociedades liberales. De este
modo, los derechos humanos, la democracia y la libertad se reducen a nada
cuando se trata de imponer leyes impopulares. El caso de Quebec es un claro
ejemplo. Frente a este decrépito Estado de derecho, los manifestantes han
convocado una nueva reunión para el viernes 10 de abril con el objeto de
denunciar especialmente los atentados contra la libertad de expresión y la
violencia policial.
¡Circulen,
no hay nada que ver!
Lo
menos que se puede decir tras estas enormes manifestaciones es que los
principales medios no se han apresurado a cubrirlas. Testimonio de ello es la
falta de informaciones referidas a los acontecimientos de Quebec. Ni las
cadenas de televisión ni los diarios ni las radios se han interesado por lo que
pasa actualmente en Canadá.
En
la cadena informativa francesa Itele, silencio de radio. El diario
de las 20 horas de France 2 se mostró igualmente muy discreto en relación a los
acontecimientos al otro lado del Atlántico. Sobre el sitio Internet del diario Le
Monde solo un ridículo artículo de dos párrafos relatando brevemente
las manifestaciones. También se puede encontrar en este sitio un artículo
titulado: “En Quebec los gatos se afilian a los partidos políticos”. Sin
comentario
Por
lo que se refiere al diario Liberation, también muy discreto,
prefiere referirse a “escaramuzas” para calificar la violencia
policial. Un silencio que dice mucho de ese culpable y cómplice silencio
mediático. ¿Por qué tres días después de las manifestaciones ningún medio o
casi ninguno se ha interesado por las manifestaciones en contra de la
austeridad?
¿Cómo
explicar que un movimiento de tal magnitud invocando reivindicaciones legítimas
no llame la atención de los grandes medios? ¿Considerarán que este tipo de
información no interesa a la opinión pública y prefieren, por lo tanto,
insistir en noticias de sucesos, como testimonia la obsesión en la que se ha
convertido desde hace diez días la caída del Airbus de la Germanwings? Lo que,
sin embargo, explica mejor ese silencio mediático es sin duda la voluntad de no
sugerir ideas revolucionarias a quienes en Europa, desde París a Londres,
pasando por Lisboa sufren las rigurosas políticas impuestas por las
instituciones financieras internacionales.
Mostrar
esas imágenes de los manifestantes, estudiantes, familias, profesores,
empleados podría entusiasmar a todos los que en sus propios países se enfrentan
a políticas tendientes a que el Estado deje de prestar servicios públicos. Las
revoluciones son contagiosas y por eso nuestros queridos medios, en manos de
poderosos hombres de negocios que son además la causa de esas medidas de
austeridad, no se hacen eco de estas reacciones en Quebec ni en el resto del
mundo. Cuando los estudiantes se manifestaban en las calles de Santiago de
Chile o Bogotá para exigir el fin de las políticas neoliberales, la prensa
raramente se hizo eco de ello.
Cuanto
menos esto tiene el mérito de confirmar el papel de garante del orden social
que tienen los medios en los países occidentales. Promover el sistema dominante
y silenciar a los que protestan. Una gimnasia periodística maravillosamente
ejecutada.
Indignación
selectiva
Pero
lo más grave de todo esto es la falta de condena de la famosa “comunidad
internacional”, en realidad Occidente, ante las flagrantes violaciones
de los derechos humanos al margen de las manifestaciones. Represión policial,
ataques a la libertad de expresión, de manifestación, de asociación,
criminalización de los movimientos estudiantiles, intimidaciones…El coctel
perfecto del autoritarismo de Estado. Ningún jefe de Estado occidental,
acostumbrado, sin embargo, a las lecciones de moral a favor de los “derechos
humanos” y de la “democracia”, se ha conmovido ante esta deriva
autoritaria del gobierno quebequés. El mismo silencio en los medios. Ese
silencio que mantuvieron en relación a las manifestaciones se ha visto
acompañado por otro silencio aún más grave, el referente a la violencia
policial. Ni indignación ni condena. Cuando se trata de un país aliado o de una
nación amiga, todo está permitido.
Un
trato de favor que contrasta enormemente con el tratamiento mediático y las
conminaciones de las cancillerías occidentales ante las manifestaciones
estudiantiles en Venezuela. Cuando el país ha decidido elegir otra vía en los
planes económicos, social y político, y se ha enfrentado así a los intereses
occidentales, se convierte en el blanco permanente de los “nuevos perros
guardianes” y de las naciones occidentales.
El
año pasado cuando algunos manifestantes ocuparon las calles de Caracas para
atacar bastante violentamente los edificios públicos, los ministerios, la
cadena de televisión Telesur, en Francia o aun más en España medios
como Le Monde y El País homenajearon a los provocadores y los
presentaron como “combatientes” e incluso “mártires” de
la “libertad”, aunque la mayoría de ellos formaban parte de las famosas Guarimbas,
estos grupos extremistas cuyo único objetivo es desestabilizar las
instituciones y al gobierno venezolano.
Señalemos,
además, que esos mismos medios eran los primeros en denunciar las “represiones
policiales”. Si, es cierto, hubo usos de fuerza desproporcionados por parte de
la policía bolivariana, pero sin duda no merecían ese encarnizamiento
mediático, tanto más cuanto que en Venezuela se respetó el derecho a manifestar
y que en la mayoría de los casos la policía hizo uso de la fuerza en actitud
defensiva, contrariamente a lo que se ha visto en Quebec en los ataques
deliberados de las fuerzas del orden. En síntesis, una indignación de geometría
variable que da una idea del papel que desempeñan los medios en nuestras
llamadas sociedades democráticas.
Conclusión
Las
revueltas que hoy sacuden a Quebec se inscriben en un conjunto más amplio
referente a unas reivindicaciones que se han convertido en mundiales. En
efecto, el denominador común de los movimientos estudiantiles y sindicales en
Canadá, Inglaterra, España, Francia, Grecia, Chile es el rechazo de las
políticas neoliberales que tienen por objetivo imponer la austeridad a
perpetuidad.
El
“rigor” o el “equilibrio” presupuestario que vuelve siempre como un leit
motiv en boca de neoliberales como el primer ministro francés Manuel
Valls o el primer ministro belga Charles Michel se convierte en un objetivo
obsesivo que todos los dirigentes desean lograr lo más rápidamente posible para
complacer a sus amos de Bruselas.
Para
lograrlo imponen medidas muy impopulares como el aumento de la matrícula en la
universidad, el congelamiento de los salarios, la reducción de empleados o los
cortes drásticos en los presupuestos del Estado. Todo esto con el pretexto de
que el “Estado no dispone de medios” y que, por lo tanto, “no tiene
alternativa”. Sin embargo, lo que falta no es el dinero. Las desigualdades
socio-económicas explotan en los países y en el mundo. La crisis, desastrosa
para la mayoría, resulta ser para otros una manera de aumentar
espectacularmente su capital.
Además,
frente al terrorismo mediático e intelectual que afirma que solo es posible la
vía neoliberal dado el elevado monto de las deudas soberanas, sería interesante
y fundamental revelar quiénes son los verdaderos responsables de la explosión
las deudas soberanas. En Francia, por ejemplo, el colectivo Audit Citoyen de la
Dette (Auditoría Ciudadana de la Deuda) estimó en un estudio reciente que el
59% de la deuda francesa era ilegítima. Esta última no es fruto, como gustan
repetir los “expertos” y los economistas destacados, de la
expansión de los gastos públicos porque han aumentado relativamente poco desde
la década de 1980, sino que se debe a que el propio Estado se ha privado de
ingresos fiscales al eximir (impositivamente) a las grandes empresas y crear
nichos fiscales favorables a los más ricos. Todo eso en el afán de satisfacer a
una clase burguesa cada vez más ávida de beneficios y de dinero.
Finalmente,
es forzoso constatar que las políticas neoliberales que se vienen imponiendo
desde hace treinta años han fracasado claramente en todos los lugares en los
que se han implementado. Ya sea en América Latina en las décadas de 1980/90 o
actualmente en Europa, las medidas de austeridad han aumentado la falta de
empleos, la pobreza, las desigualdades, la deuda… Pero no pasa nada, los
adeptos a estas políticas antisociales e inhumanas no parecen predispuestos a
la autocrítica y a la comprobación de su fracaso que, sin embargo, es
flagrante.
Es
indudable que la clase dominante se permite hundir cada vez más el clavo porque
no tiene opositores poderosos que le hagan frente, conscientes de su situación
y de sus intereses de clase, organizados para luchar contra las fechas límite
del sistema económico mundial. La relación de fuerzas se halla hoy en día ampliamente
a favor de la clase pudiente que, a través de sus medios, de sus escuelas y de
sus instituciones sabe hacer aceptar a los ciudadanos las políticas que les
imponen. Consiguen así crear un relativo consenso que le permite continuar su
marcha hacia adelante. Y cuando algunos se levantan contra este injusto y
desigual estado de cosas, entonces apela a la máquina represiva con el objeto
de hacer entrar en razón a los recalcitrantes.
Desde
Montreal hasta Atenas, pasando por Madrid, Nueva York o Bruselas, las
manifestaciones contra la austeridad son la prueba de que, con todo, la clase
dominante no ha ganado totalmente la batalla. Los núcleos de resistencia que
llevaron al poder a presidentes progresistas en América Latina son prueba de
que a pesar de las contradicciones, los errores y los incumplimientos, otro
mundo, otra civilización, otra sociedad, otro sistema son posibles. Para ello
será fundamental la lucha internacional y sin lugar a dudas determinará el
resultado de la batalla en curso.
rBMB
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