miércoles, 27 de agosto de 2025
CJS y Creba Socialista se pronunciaron así acerca de los incendios [España]
CJS y Creba Socialista se
pronunciaron así acerca de los incendios
diario octubre / agosto 25, 2025
Coordinadora Juvenil Socialista (CJS):
SOBRE LOS
INCENDIOS
Hay culpables.
Políticos que recortan en servicios de prevención y extinción. Empresarios que
se lucran mientras todo arde. Llamamos a dirigir toda nuestra rabia contra
ellos.
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Creba
Socialista:
LUMES NUNCA
MÁIS!
Nos últimos dez
días foron calcinadas máis de 60.000 hectáreas. Incendios masivos percorren o
país e isto ten claros responsables.
¡INCENDIOS
NUNCA MÁS!
En los últimos
diez días fueron calcinadas más de 60.000 hectáreas. Incendios masivos recorren
el país y esto tiene claros responsables.
Reproductor
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Fuente: insurgente.org
América Latina y el Caribe ante la desesperación de EEUU
América Latina y el Caribe
ante la desesperación de EEUU
Diario octubre / agosto 25, 2025
El consenso
general en América Latina y el Caribe es que el crimen organizado es la amenaza
principal para la seguridad de la región. Lo que generalmente se omite notar es
el papel central del gobierno norteamericano en la manipulación de las
estructuras regionales del crimen organizado y el lavado del dinero para poder
justificar su amenazante presencia militar. La propaganda norteamericana ocupa
la coartada de estar luchando contra el crimen organizado y el narcotráfico
para justificar su extensa presencia militar en la región. Últimamente, ha
servido al gobierno del presidente Trump para amenazar a México con posibles
incursiones militares y para movilizar buques de guerra con capacidad de asalto
anfibio y contingentes y de marines para amedrentar a Venezuela
De hecho, desde
hace décadas se ha demostrado de manera contundente que las instituciones
financieras norteamericanas lavan el dinero del narcotráfico y que las
autoridades norteamericanas fomentan el crimen organizado y el narcotráfico por
medio de la CIA y su llamada agencia antidrogas, la DEA. Hace más de 15 años
las autoridades venezolanas establecieron que la DEA es meramente otro cartel
del narcotráfico regional. Es notorio que la Oficina de la ONU contra la Droga
y el Delito reportó en 2009 que fue dinero del crimen organizado y el
narcotráfico que mantenía a flote el sistema bancaria norteamericana durante el
colapso financiero de 2008-2009.
Los datos del
Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), establecido por los países
ricos del G7 en 1989 para controlar el lavado del dinero internacional, señalan
que entre 2% y 5% del Producto Interno Bruto del mundo procede de actividades
ilícitas. Las jurisdicciones norteamericanas y británicas se encuentran entre
las cinco más involucradas en el lavado de dinero, junto con la de Suiza. El
mismo FBI norteamericano calcula que en la jurisdicción norteamericana se
procesan más de US$300 mil millones en fondos ilícitos al año. Un monto similar
de fondos ilícitos se procesa en el sistema financiero europeo.
Este año, el
pasado 2 de marzo, el Departamento de la Tesorería del gobierno norteamericano
suspendió la aplicación de la Ley de Transparencia Corporativa, una legislación
supuestamente diseñado para controlar el lavado de dinero. En teoría, la
próxima valoración por el GAFI, programado para febrero del próximo año, tendrá
que asignar la categoría “gris” al sistema financiero norteamericano por no
cumplir con las normas internacionales. Sin embargo, esencialmente, GAFI es
otro protagonista de la farsa perenne en que las instituciones controladas por
el Occidente colectivo asesoran y valoran a sus propios dueños mientras
denuncian y condenan a los gobiernos y naciones que rechazan el control
occidental.
Este teatro
regulador alimenta la implacable guerra psicológica que justifica las
agresiones diplomáticas, económicas y terroristas desplegadas por los países
occidentales para desestabilizar regiones enteras del mundo. Como secuela de la
contundente derrota de la OTAN en su guerra contra Rusia en Ucrania, algunos
observadores occidentales perciben el desarrollo de un nuevo orden
internacional político-militar basado en el concepto de respectivas esferas de
influencia. Este concepto desfasado del Siglo 19 plantea que el poder regional
dominante puede asumir el derecho de imponer su voluntad sobre países vecinos
más débiles.
En cambio,
desde el fin de la Guerra Fría al fin del siglo pasado, los gobiernos de Rusia
y China han desarrollado como guía para las relaciones internacionales el
concepto de la seguridad indivisible logrado por medio del diálogo y el respeto
a los intereses de cada país. En el contexto europeo este principio se
estableció formalmente en la Carta de Istanbul de 1999 y la Declaración de
Astana de 2010. De hecho, los gobiernos de los países de la OTAN lo han
ignorado completamente. Hasta 2022, seguían su amenazante expansión hacia las
fronteras de Rusia y ahora resulta que enfrentan un contundente derrota
estratégica en Ucrania.
Basado en los
mismos principios del diálogo y respeto para los intereses de otros países,
desde 2022 China ha impulsado su Iniciativa de Seguridad Global, la cual lleva
a un nivel y alcance más amplio la visión enunciada en 2014 por la Comunidad de
Estados Latinoaméricanos y Caribeños al declarar nuestra región como una región
de Paz. Sin embargo, el Comando Sur norteamericano protagoniza la política
exterior de su país, basado siempre en la Doctrina Monroe y la diplomacia de
las cañoneras. Esta semana, el jefe del Comando Sur, Almirante Alvin Holsey dio
continuidad al programa intervencionista de la jefa anterior, la General Laura
Richardson, con visitas a República Dominicana, Panamá, Argentina y Paraguay.
La intromisión
norteamericana en la región se ha intensificado notablemente con la fusión en
la figura de Marco Rubio de las funciones de Secretario de Estado y Asesor de
la Seguridad Nacional en el gobierno del presidente Trump. De hecho, la carrera
política del Marco Rubio ha sido como representante de las redes del crimen
organizado, narcotráfico y terrorismo de la mafia cubana en Miami. En enero de
este año, Rubio declaró a una comisión del Senado norteamericano que China es
“el adversario casi a la par nuestro más potente y peligroso que esta nación
haya enfrentado jamás”.
Con razón la
Cancillería china ha criticado “la mentalidad de Guerra Fría” de Marco Rubio.
De hecho, la guerra de aranceles desatada por el presidente Trump ha demostrado
que la economía norteamericana está muy por detrás de la capacidad productiva y
comercial de China. De igual manera, el poder militar norteamericano tampoco
está a la par de las fuerzas armadas de la Federación Rusa. El creciente
reconocimiento de esta realidad y del cada vez mayor cooperación entre los
países del mundo mayoritario en defensa de sus intereses ha forzado a la clase
gobernante norteamericano enfocar su atención mucho más en América Latina y el
Caribe con el fin de asegurar su acceso a los recursos naturales de la región.
A primera vista
el panorama político de la región parece bastante favorable para los intereses
norteamericanas, porque predominan las fuerzas políticas de derecha o
centro-derecha. Pero hay que señalar varios factores que contrarrestan el
criminal impulso norteamericano para ampliar y profundizar su control
neocolonial de la región. Primero, el control político interno de los gobiernos
aliados norteamericanos es frágil por motivo de la precariedad socioeconómica
de la mayoría de sus poblaciones y la fortaleza de los movimientos sociales
para resistir las políticas neoliberales de los gobiernos.
En segundo lugar,
para mantener la estabilidad comercial y financiera, estos gobiernos
reaccionarios necesitan colaborar e intercambiar con la economía de la
República Popular China y con las economías asiáticos en general. Saben
perfectamente que su relación con la economía norteamericana es una de servir
como territorios a ser saqueado a cambio de nada, aparte del desprecio y
soberbia de siempre. Entrelazado con estas dos consideraciones está el aspecto
fundamental político-afectivo que es inseparable del tema de la reducción de la
pobreza.
Casi todos los
gobiernos de la región sufren bajos niveles de crecimiento económico y casi
todos, con diferentes niveles de seriedad y compromiso, pretenden querer
reducir la pobreza. Pero la reducción de pobreza toma diferentes formas en
dependencia de la visión económica de los respectivos gobiernos. Los gobiernos
de Chile, Ecuador, Paraguay o Perú priorizan las ganancias de sus élites y una
economía que deja caer hacia abajo algunas gotas de riqueza para las mayorías.
Los gobiernos de Brasil, Colombia y México, se distinguen por mayor compromiso
con la reducción de pobreza por medio de robustas intervenciones estatales. La
variedad revolucionaria de la reducción de pobreza en Cuba, Nicaragua y
Venezuela ha priorizado la democratización económica para hacer florecer el
potencial humano de sus familias, de la juventud, enfocada en el desarrollo de
la persona humana.
Es precisamente
el imperativo fascista de sofocar esta democratización revolucionaria que
motiva el genocida bloqueo contra Cuba y las agresivas medidas coercitivas
unilaterales de parte del gobierno norteamericano y sus aliados europeos contra
Venezuela y Nicaragua. No es casualidad que Brasil, Colombia y México hayan
incurrido en el disgusto del gobierno norteamericano porque abogan por una
visión del desarrollo humano más alineado con la visión china de un destino de
futuro compartido de la humanidad. La cuarta Cumbre
China-CELAC en mayo de este año confirmó la determinación de la República
Popular China de sostener sus relaciones del desarrollo económico hacia un
futuro compartido con todos los países de la región.
Al final, la
desesperación de las élites gobernantes norteamericanas es que no pueden frenar
el desarrollo de la región con la República Popular China de las relaciones
comerciales, financieras y de inversión en infraestructura para la
conectividad. Tampoco pueden sofocar la visión político-afectivo compartido con
China de hacer florecer el potencial de los pueblos creando mayores espacios de
todo tipo para el desarrollo de la persona humana. Las oligarquías locales de
nuestra región se debaten entre la necesidad de desarrollar buenas relaciones
con China y su sumisión tradicional a las élites gobernantes norteamericanas.
El terrorista
quehacer de Donald Trump y Marco Rubio alrededor del mundo responde a la
desesperación de las criminales élites gobernantes que los patrocinan.
En el caso de
América Latina y el Caribe, nuestro Copresidente Comandante Daniel expresó esta
realidad en la XIII Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP cuando observó:
“A eso es que
le tienen terror los Imperialistas, a lo que es la fuerza de los pueblos cuando
se deciden a luchar y cuando hay dirigentes como Chávez, en el caso de
Venezuela, que asumió de frente el reto, el desafío, de luchar por la paz,
luchar por el beneficio de los pueblos. No se planteó ninguna guerra Chávez,
igual Nicolás. Pero está el ejemplo que son revoluciones y está el
ejemplo de la Revolución Cubana y está el ejemplo de la Revolución Sandinista.
Entonces hay que liquidarlas, para que los imperialistas puedan adueñarse de la
soberanía de los pueblos de América Latina y el Caribe. Pero ¡no podrán! ¡Ni
pudieron, ni podrán!”.
Fuente: radiolaprimerisima.com
Centenario Sacristán [España]
Hoy, 27 de agosto de
2025, se cumplen 40 años del fallecimiento de Manuel Sacristán, uno de los
grandes filósofos españoles del siglo XX, una de las cimas del marxismo
español, iberoamericano y europeo. ¿Qué queda, qué quedará de su obra, de su
praxis?
TOPOEXPRESS
Centenario Sacristán
El Viejo Topo
27 agosto,
2025
¿QUÉ QUEDA DE LA OBRA Y PRAXIS DE MANUEL SACRISTÁN LUZÓN EN EL PRIMER
CENTENARIO DE SU NACIMIENTO?
Para los lectores y estudiosos
de la obra de Manuel Sacristán.
Para Paco Fernández Buey (1943-2012), in memoriam et ad
honorem.
Hoy, 27 de
agosto de 2025, hace 40 años del fallecimiento de Manuel Sacristán, uno de los
grandes filósofos españoles del siglo XX, una de las cimas del marxismo
español, iberoamericano y europeo. El próximo 5 de septiembre recordaremos el
primer centenario de su nacimiento. ¿Qué queda, qué quedará de su obra, de su praxis?
Si las cosas no
empeoran más y seguimos amando, pensando y luchando a lo largo de este siglo,
el Siglo de la Gran Prueba en el decir de uno de sus grandes discípulos, Jorge
Riechmann, de la praxis del traductor de Gramsci y Quine queda y quedará su
inquebrantable compromiso con los más vulnerables; su decisiva participación en
la lucha antifranquista desde posiciones comunistas democráticas a lo largo de
más de dos décadas; sus 23 años de militancia en el duramente perseguido
partido de los comunistas españoles y catalanes (PSUC-PCE), del que fue
dirigente durante unos 15 años, tras renunciar a una plaza de profesor en el
Instituto de Lógica Matemática y de Fundamentos de la Ciencia de la Universidad
de Münster (Westfalia) donde estudió entre 1954 y 1956.
Queda y quedará
su apoyo a las luchas mineras asturianas (recordemos a Rafael González, minero
asesinado en 1963, a los 36 años) y a muchas otras luchas obreras; su firme y
arriesgada protesta (en compañía de muy pocos) contra el vil asesinato de Julián
Grimau; su decisiva participación en la formación del SDEUB (Sindicato
Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona); su radical rechazo
de la invasión de Checoslovaquia y del aplastamiento de la Primavera de Praga
por las tropas del Pacto de Varsovia (“veremos cosas peores”, señaló con
trágico acierto); su equilibrado balance crítico de las luchas (no solo
parisinas) de Mayo del 68; su participación en el encierro de Montserrat en
protesta por las condenas a muerte del juicio de Burgos.
Quedará, debe
quedar también, la indignación de los estudiantes antifranquistas y la
ciudadanía democrática por sus dos expulsiones universitarias, por el maltrato
que sufrió a lo largo de años y años, por la represión a la que fue sometido.
Era un rojo, lo trataron como tal. Pero nunca lograron doblegarle.
Seguiremos
recordando su decidida participación en la lucha de los profesores no
numerarios, su apoyo a la lucha de maestros y profesores de secundaria, sus
clases de alfabetización de adultos en la parroquia de Can Serra (L’Hospitalet
de Llobregat, Barcelona), su coraje político y su protagonismo en la (polémica)
constitución de la federación de enseñanza de CC.OO., en las luchas
antinucleares de los años setenta y ochenta (fue miembro del Comité Antinuclear
de Cataluña, CANC), en la lucha ecologista en general, en la lucha pacifista y
antimilitarista, y especialmente en la movilización antiotánica (¿Quién ha
podido olvidar su “La OTAN hacia dentro”?). También su apoyo a la lucha
feminista (mientras tanto fue, sigue siendo, una revista
rojo-verde-violeta), sus documentadas y sentidas críticas a las
posiciones defendidas por la izquierda institucional durante los años de la
transición política española, sus certeras críticas al estalinismo, su concepto
fuerte, no demediado, de democracia y de las libertades ciudadanas y obreras,
la autenticidad y veracidad de su autocrítica: “En Lukács, como en cualquier
comunista inteligente, crítica del estalinismo es autocrítica, porque no es
sensato creerse insolidario de treinta años del propio pasado político, aunque
uno tenga sólo veinte”.
Manuel
Sacristán, como dijera Brecht y cantara Silvio Rodríguez, fue un
imprescindible, y es justo y razonable que le sigamos considerando como tal.
Una muy activa y arriesgada vida militante y filosófica contra la barbarie, una
larga trayectoria de lucha guiada por la conquista de una Humanidad libre,
justa, fraterna y ecológicamente sostenible. Paco Fernández Buey, discípulo,
amigo y compañero suyo en mil combates, lo ha expresado así: “Nunca conocí otro
maestro igual: tan riguroso en las cosas del conocimiento y tan desprendido en
la entrega a ideales colectivos. Acababa entonces de leer el barojiano árbol de
la ciencia y su figura se me antojaba como una síntesis de filósofo y biósofo”.
Sacristán, añadía el autor de Marx (sin ismos), “fue un
marxista que en su obra trató siempre de complementar conocimiento científico y
pasión ético-política. Y lo hacía, buscaba complementar estas dos cosas, con
espíritu didáctico o pedagógico, con la intención de servir a los otros, a los
anónimos, a los sin nombre, a los de abajo”.
De esas
arriesgadas prácticas que conllevaron vigilancia, controles, detenciones,
encarcelamientos y sufrimiento surgieron textos y reflexiones esenciales para
las tradiciones emancipatorias, para la lucha antifranquista, para la cultura
democrático-socialista (nunca fue Sacristán un marxista teórico sin praxis; “no
hay marxismo de mera erudición” escribió). Por ejemplo: “Para leer el Manifiesto
comunista” (con la colaboración de Giulia Adinolfi, su esposa, y Pilar
Fibla), “Tres notas sobre la alianza impía”, “Studium generale para
todos los días de la semana”, “Por una universidad democrática”, “’El diálogo’:
consideración del nombre, los sujetos y el contexto”, “La universidad y la
división del trabajo”, “Amb tots los bons que em trob en companyia (Raimon
1959-1973)”. Muchos otros.
Es tarea
nuestra que estas aristas prácticas, esenciales en su estar en el mundo, no se
vayan desdibujando con el tiempo (¡nuestra memoria no suele acuñar bien sus
monedas!), porque Sacristán, como su amado Gramsci (“alguien digno de amor”,
escribió; también él lo era) y muchos de sus amigos y discípulos y amigos (Paco
Fernández Buey, Toni Domènech, Juan-Ramón Capella, Jacobo Muñoz, Víctor Ríos, Miguel
Candel, Félix Ovejero, Joaquim Sempere, Manolo Monereo, Manuel Cañada y muchos
otros y otras), fue un agudo filósofo de la praxis, en el sentido por él mismo
señalado en una nota al pie de página de “El filosofar de Lenin”: “… que la
descripción de Althusser es formal, que se trata de saber en qué consiste la
nueva práctica, y que para esa pregunta los marxistas de la “prassi” tenían
precisamente una respuesta de interés: el filosofar del marxismo es el
filosofar de la práctica marxista (en genetivo subjetivo, no objetivo: de la
práctica, no sobre la práctica), práctica que se caracteriza por su excepción
de ideología, por ser un modo de “liberarse de la filosofía sustantiva”, como
decía Labriola.”
De nosotros (y
de los “por venir”), depende que no habite el olvido en esta cara esencial del
rico y sólido poliedro (excelente metáfora de Xavier Juncosa) que el traductor
del Anti-Dühring representa. Sacristán fue capaz de alimentar
ininterrumpidamente y en duras circunstancias la necesaria llama resistente de
siempre.
De su
obra teórica, mucha de ella no estrictamente teórica como se ha
señalado, habría que decir aquello que él mismo dijera de Heinrich Scholz, uno
de sus pocos maestros: “Personalidad muy rica, Scholz deja tras de si una obra
verdaderamente considerable, cuya parte no escrita -los discípulos, el
Instituto de Münster y la red de relaciones que supo establecer con otros
centros de la lógica simbólica o matemática- sobrepasa sin duda la importancia
ya muy respetable de su legado literario.” Lo mismo en su caso, con sus
variantes singulares. Su aportación rebasa con mucho lo que hay (que no es poco
ni menor) en sus libros, ensayos, notas y artículos publicados (o pendientes de
publicar). Muchos de quienes escribieron sobre él en los días que siguieron a
su muerte reconocieron haber aprendido de él tanto en lo que escribía cuando en
lo que hacía y en el trato personal. Paco Fernández Buey y Félix Ovejero han
remarcado este punto con toda razón.
Empero, no ha
habido ni habrá, hablando propiamente, “sacristanismo”, “paradigma Sacristán”,
“cosmovisión Sacristán”, “escuela Sacristán”. No existe ningún “sistema
filosófico” (en la acepción clásica del concepto) a él atribuible que hayamos
heredado. Nunca fue ese el objetivo de su filosofar. El traductor de El
Capital no nos ha dejado una ética, una estética, una lógica, una
metafísica, una ontología,…
Pero queda -y
debe quedar- su impecable rigor intelectual, su estilo filosófico, su método de
estudio y análisis, su pasión por la verdad y el conocimiento, su incansable
labor socrática (Joaquim Sempere), su agudeza crítica, su “saber leer”, su ser
y estar filosóficos (“Por muy dentro que que se encuentre de una tradición, el
filósofo digno de ese nombre escribe precisamente para alterarla en mayor o
menor medida, para añadir temática, o para rectificar puntos del método de
ella, o para someter a examen crítico su modo de validez, su capacidad de
evolucionar, etc”), sus ideas sobre modos de vida alternativos, sobre formas
del buen vivir (Epicuro fue filósofo cercano), su racionalismo documentado y
atemperado (“el hecho de que la lógica misma haya descubierto y demostrado los
límites o la inviabilidad de una realización universal del programa
algorítmico, en su forma clásica, es más un éxito que un fracaso de la actividad
capaz de tal resultado.”), su lucha ininterrumpida contra las diversas formas
de irracionalismo, sus nunca olvidadas aproximaciones a la vida y obra de
Antonio Gramsci (con el excepcional trabajo de edición de Albert Domingo
Curto), sus neologismos: letrateniente, tontiastuto, cultiprofundo,
tonitruante, remurimiento, sus ricas aportaciones a los conceptos de práctica y
dialéctica, y la ausencia de idealización al hablar de la relación entre la
Naturaleza y el ser humano (también él Naturaleza).
También su concepción práxica, nada dogmática ni sectaria ni conservadora, de la tradición: “No se debe ser marxista (Marx); lo único que tiene interés es decidir si se mueve uno, o no, dentro de una tradición que intenta avanzar, por la cresta, entre el valle del deseo y el de la realidad, en busca de un mar en el que ambos confluyan”; su reflexión sobre el marxismo como una religión obrera: “el marxismo ha sido y es mucho más una religión que una ciencia. Esto es obvio, obvio para cualquiera que tenga dos ojos y quiere mirar. La aplastante mayoría de los militantes marxistas ha sido fiel de una religión. No han sido cultivadores fríos de unos teoremas”; su ampliación y renovación de la teoría (y de la praxis) marxista; la rectificación de erróneas ideas emancipatorias como la aspiración a un comunismo de la abundancia; su concepción del filosofar como un enfrentamiento reflexivo y comprometido con la realidad y la vida, como reflexión crítica ininterrumpida sobre la naturaleza y la sociedad entendidas como un todo.
Quedará, debe
quedar un Sacristán epígono de Sócrates si se quiere, fuertemente asentado en
una amplia y larga tradición filosófica. Quedará su vida de filósofo, su
filosofar sobre la vida (Félix Ovejero, Joaquín Miras), su papel de profeta
ejemplar (Antoni Domènech), que no de profeta guía, su concepción del
socialismo: “El asunto real que anda por detrás de tanta lectura es la cuestión
política de si la naturaleza del socialismo es hacer lo mismo que el
capitalismo, aunque mejor, o consiste en vivir otra cosa”. Es vivir otra cosa,
nos enseñó.
Podremos seguir
leyendo, aprendiendo y disfrutando de sus textos de crítica literaria y teatral
(Alberti, Wilder, Eugene O’Neill, Sánchez Ferlosio, Goethe, Heine, Brossa,
Raimon), de sus interesantes escritos de juventud (personalismo, Simone Weil,
Unamuno, Montesquieu, Kant, Husserl), de su tesis doctoral sobre la gnoseología
de Heidegger (con su magnífico capítulo de conclusiones), de sus ricas y
decisivas aportaciones al desarrollo y consolidación de la lógica y la
filosofía de la lógica en España (¡cuánto bien hizo su Introducción a
la lógica y al análisis formal!), de sus ricas (y críticas) aproximaciones
a la obra de Ortega, de sus anotaciones de lectura (y aforismos) a grandes
clásicos de las tradiciones filosóficas marxista y analítica (“¿Por qué ningún
gran pensador se acuerda de la ocupación de barrer o eliminar lo barrido?”;
“Marx es, como Kant o Freud, iniciador de un camino: está confuso a menudo,
perplejo e indeciso sin saberlo.”), de sus observaciones metacientíficas (“No
hay theoria que no se prolongue en techné, si es
buena teoría. Pero eso es una cosa, y otra que hay que manipular menos y
acariciar más la naturaleza. Lo esencial es que la técnica de acariciar no
puede basarse sino en la misma teoría que posibilita la técnica del violar y
destruir”), de su realismo: ni progresista ni fantasmagórico y siempre con
nítida mirada autocrítica: “Me parece [carta a Félix Novales] que, a pesar de
las diferencias, ninguna historia de errores, irrealismos y sectarismos es
excepcional en la izquierda española. El que esté libre de todas esas cosas,
que tire la primera piedra. Estoy seguro de que no habrá pedrea”.
Seguiremos
aprendiendo de su reflexión sobre el lugar de la filosofía en los estudios
superiores, que tanto agitó (y sigue agitando) las estancadas aguas de la
filosofía española de los años sesenta, setenta y posteriores. Quedará (para
seguir deslumbrados) su ingente obra de trabajador editorial, su impresionante
trabajo de editor –pane lucrando, pero también de grandísima incidencia
cultural-, de traductor (90 libros, más de 26.000 páginas, 5.000 de ellas de
Lukács). Seguiremos recordando el proyecto OME (Obras de Marx y Engels) que
tuvo entre manos y cerebro (12 libros editados de los casi 70 proyectados) y
las revistas en las que participó, dirigió en ocasiones, y dejó huella: Qvadrante,
Laye, Nuestras Ideas, Quaderns de cultura catalana, Nous Horitzons, Veritat,
Materiales, mientras tanto.
Nos quedará la
lectura y relectura de sus prólogos imperecederos (sí, fue también un filósofo
de prólogos, ¿pasa algo?), de las entrevistas (más que entrevistas muchas de
ellas), de sus notas editoriales, de sus textos de intervención política
siempre de interés y con buena crítica: sobre libertad y privaticidad, sobre el
diálogo entre marxistas y cristianos, sobre la polémica de la austeridad, sobre
el aceite de colza, sobre el peligro de las guerras con armamento nuclear,
sobre las huelgas de hambre.
Quedarán sus
grandes textos sobre la universidad, incluyendo su nunca olvidado “Studium
Generale para todos los días de la semana”: “Por todo eso, la única
manera de ser de verdad un intelectual y un hombre de lo que Goethe llamó la
armonía, de la existencia humana sin amputaciones sociales, es una manera
militante; consiste en luchar siempre, prácticamente, realmente, contra la
actual irracionalidad de la división del trabajo, y luego, el que aún esté
vivo, contra el nuevo punto débil que presenta entonces esa vieja mutilación de
los hombres. Y así sucesivamente, a lo largo de una de las muchas asíntotas que
parecen ser la descripción más adecuada de la vida humana. Lo demás es utopía,
cuando no es interés. Esto, en cambio, es un Studium generale y
hasta un vivir general para todos los días de la semana.”
Quedarán
también sus clases de Metodología de las ciencias sociales (“una obra de arte”,
como dijera Karl Popper de las clases de Moritz Schlick), incluidos sus cursos
impartidos en la UNAM: Ignacio Perrotini, Carolina Fortuno y Jorge Moreira
fueron tres de sus alumnos. (Algunas de esas clases grabadas y transcritas se
están editando en Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales I,
II, III). Quedará el vívido recuerdo de su deslumbrante castellano oral, de
sus conferencias (cinco de ellas pueden oírse en el material complementario que
acompaña a los documentales de Xavier Juncosa, “Integral Sacristán”),
conferencias que siguen imborrables en la memoria de muchos y que fueron
durante décadas una aportación esencial a la formación ciudadana y
universitaria, verdaderos “acontecimientos culturales de masas” muchas veces.
Quedarán sus textos de marxista estudioso, agudo, penetrante y crítico (“El
trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”, “Karl Marx como sociólogo
de la ciencia”, ¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?”), sus textos sobre el
filosofar de Lenin, sus aportaciones sobre Engels, al que nunca consideró un
segundo violín desafinado de la orquesta marxiana (“La tarea de Engels en
el Anti-Dühring” es uno de sus grandes clásicos). Nos quedarán, es
justo destacarlo, sus pioneras intervenciones sobre temas ecologistas (“Hasta
la astronomía y la matemática dan pie a movimientos cuando afectan a la visión
del mundo y de la vida. Mucho más una ciencia con componente sociológica
evidente, como es la ecología humana”), sus textos pacifistas y
antimilitaristas, sus escritos de política socialista de la ciencia, los
dedicados a los atisbos ecológicos en la obra de Marx, y a la tradición y los
nuevos problemas, su idea de conversión del sujeto transformador. Quedarán sus
trabajos sobre Gramsci, Lukács, Labriola, Heller, Harich, Markus, Labriola,
Korsch y tantos otros, y esa maravilla filosófica que crece y crece con el
tiempo: sus anotaciones a la biografía de Gerónimo editada por S.M. Barrett:
“…los indios por los que aquí más nos interesamos son los que mejor conservan
en los Estados Unidos sus lenguas, sus culturas, sus religiones incluso, bajo
nombres cristianos que apenas disfrazan los viejos ritos. Y su ejemplo
indica que tal vez no sea siempre verdad eso que, de viejo, afirmaba el mismo
Gerónimo, a saber, que no hay que dar batallas que se sabe perdidas. Es
dudoso que hoy hubiera una consciencia apache si las bandas de Victorio y de
Gerónimo no hubieran arrostrado el calvario de diez años de derrotas
admirables, ahora va a hacer un siglo”.
En fin, como
señaló Félix Ovejero, Sacristán fue un sabio, y el sabio “no juega con las
ideas. No le vale cualquier idea porque sus ideas rigen su vida y quiere llevar
su vida de la mejor manera. Se piensa en serio, como le gustaba decir a
Sacristán”.
Además de
sabio, Sacristán es también un autor clásico, cada vez más clásico, y, como él
mismo dijera de Gramsci, los clásicos merecen no estar de moda nunca y ser
leídos siempre y por todos (que así sea siempre en su caso). Con una
observación complementaria apuntada por uno de sus grandes discípulos, el más
“metafísico” de ellos: “La fidelidad a los clásicos exige recuperar no tanto su
letra como su actitud ante el mundo. Al filósofo debe importarle menos saber
qué pensaba realmente el Platón histórico que saber pensar hoy la realidad con
tanta lucidez como la pensaba Platón, aunque al hacerlo acabemos llevándole la
contraria en determinadas cuestiones. Una actitud, pues, más cercana a la de
Spinoza o Leibniz que a la de Nietzsche o Heidegger. A los primeros no les
movía ningún prurito de fidelidad a los clásicos, con lo que de hecho fueron
más respetuosos con ellos que los segundos, cuya reverente exégesis acaba
siendo a menudo un mero “llevar el agua a su molino”.” (Miguel Candel, Más
allá del ser y el no ser, Barcelona: Néctar editorial, 2024, p. 25).
La misma actitud en su caso.
Y hay más: en
un decir orteguiano que recordó Victor Sánchez de Zavala tras el fallecimiento
de su amigo, también Víctor Méndez Baiges más recientemente en su
imprescindible La tradición de la intradición, es una impiedad
limitarse a leer a los grandes maestros, de lo que se trata es de imitar sus
virtudes. Ortega pensaría probablemente en las virtudes dianoéticas,
intelectuales; añadamos nosotros las poliéticas.
La tarea es
entonces, si cabe, más difícil, mucho más difícil, porque Sacristán, con
excelente sentido del humor incluso en duros momentos de derrota (“hablar y
escribir como derrotados con buen humor, con autoironía” dijo en sus últimos
años), fue, como recordábamos, en serio, muy en serio. Su hacer, su pensar, su
ejemplo, nos hizo, nos hace mejores.
En 1979, en los
compases finales de una conferencia sobre una política socialista de la ciencia
en la que estaba presente su amigo José María Valverde, recitó unos
versos de Guillevic (poeta desconocido entonces para muchos de nosotros) que
mucho dicen de su forma de concebir la tradición emancipatoria, su sentido de
la vida, la solidez de su militancia:
Nous n’avons
jamais dit
Que vivre c’est
facile
(No hemos dicho
nunca
que vivir sea
fácil)
Et que c’est
simple de s’aimer…
(ni que sea
sencillo amarse…)
Ce sera
tellement autre chose
(Pero será todo
muy distinto)
Alors. Nous
espérons
(Por lo tanto, tenemos
esperanza)
P.S. Pensando
sobre el Marx que leeríamos en el siglo XXI, el que fuera dirigente del
PSUC-PCE, miembro de CC.OO., del CANC y de los Comités anti-OTAN señaló
que una palabra tan camp como «revolucionario» fuera tal vez
la que describía más adecuadamente la personalidad del compañero de Jenny von
Westphalen, del padre de Tussy Marx, y el asunto central de su obra y de su
práctica. Acaso nosotros podemos pensar hoy que esa misma palabra, que sigue
siendo tan camp como entonces, acaso más, es
una de las que mejor le describe también a él.
Su discípulo
Víctor Ríos así lo señaló en la conferencia inaugural (Aula Magna de la UB) de
las Jornadas dedicadas a su amigo y maestro en el vigésimo año de su
fallecimiento. Y, en mi opinión, dio en la diana, en el centro de la diana, en
el corazón del proyecto político-filosófico-vital del que fuera luchador
comunista antifranquista, gran filósofo, estudioso marxista adicto a la lógica,
director de mientras tanto, ecomunista (Ariel Petruccelli)
internacionalista, traductor de El Capital y esposo-compañero
de la hispanista italiana Giulia
Adinolfi.
El insulto y la mentira como estrategia política [España]
El insulto y la mentira como
estrategia política
Kaosenlared
27/08/2025
Fuentes: Nueva
Tribuna
La derecha española ha hecho del insulto una seña de identidad y un
instrumento de agitación, una bandera emocional que les resulta rentable en
votos.
A la directora
de Protección Civil, Virginia Barcones, le están lloviendo insultos
desde la derecha, especialmente después de que el vicesecretario de Política
Autonómica y Municipal y Análisis Electoral del PP, Elías Bendodo,
la llamara “pirómana”. No son exabruptos espontáneos ni un calentón de
tertuliano, son parte de una estrategia política bien calculada. En vez de
responder con datos, se recurre a la descalificación. El insulto sirve para
desviar la atención, movilizar a los propios, ocupar titulares y sustituir el
debate racional por el sobresalto emocional.
El insulto no
es “solo expresarse”, es un acto agresivo, un ataque que añade a la
palabra un componente de violencia. En ese sentido tiene una doble dimensión.
Por un lado, refleja la carencia de argumentos y la incapacidad de sostener un
diálogo deliberativo. Por otro, activa emociones colectivas —ira, miedo,
resentimiento— que se difunden mucho más rápido que cualquier propuesta
seria. El Partido Popular lo sabe bien, cuanto más estridente
sea un insulto, más eco tendrá en prensa, televisión y redes.
La derecha
española ha hecho del insulto una seña de identidad y un instrumento de
agitación, una bandera emocional que les resulta rentable en votos. Actúa como
mecanismo de movilización negativa, degradando y empobreciendo el debate
democrático. Vemos cada día cómo el insulto puede incluso deshumanizar
poblaciones enteras, como ocurre con los inmigrantes o con los menores
extranjeros no acompañados. O cómo se convierte en un apodo infame, “Perro
Sánchez”, para ridiculizar al presidente del Gobierno y convertirlo en
chivo expiatorio de todos los males.
El insulto
revela, en definitiva, la incompetencia para el argumento racional y solvente.
Se utiliza porque es fácil, porque genera visibilidad y porque evita hablar de
lo que importa. Pero al hacerlo, destruye la posibilidad de un debate serio,
introduce una negatividad tóxica en la esfera pública y desplaza el interés
ciudadano hacia lo anecdótico.
No se trata de
pedir buenos modales ni discursos edulcorados. La política puede y debe ser
dura, incisiva, combativa. La crítica fuerte y la denuncia son necesarias. Pero
una cosa es confrontar con datos y razones, otra muy distinta es reducir al
adversario a un insulto. Lo primero fortalece la democracia, lo segundo la
corroe.
Y sin embargo,
incluso peor que el insulto es la mentira calculada y la manipulación de la
verdad. Porque si el insulto degrada, la mentira envenena. Eso es exactamente
lo que está haciendo Dolors Montserrat, secretaria general del PP
europeo, al presentar el reciente Informe Especial 16/2025 del Tribunal
de Cuentas Europeo, “Financiación de la UE para luchar contra los
incendios forestales”, como si fuera una condena exclusiva al Gobierno
central y a Pedro Sánchez. El informe señala que España destinó 221 millones de
euros frente a los 837 de Grecia o los 615 de Portugal. Pero omitir que allí la
competencia es estatal y aquí está transferida a las Comunidades Autónomas es
falsear la realidad.
Dolors
Montserrat sabe que el Tribunal de Cuentas critica a algunas comunidades
autónomas, por ejecutar mal o de forma insuficiente las medidas de prevención.
Lo sabe, porque lo dice el propio informe con ejemplos concretos, como el de
Galicia y los cortafuegos. Pero prefiere esconderlo para atacar al Gobierno
central, aunque eso signifique engañar a la opinión pública y tapar la
responsabilidad de sus barones autonómicos. Esa manipulación es, si
cabe, más grave que el insulto de Bendodo.
Porque insultar
a una directora de Protección Civil es miserable, pero manipular informes
europeos para fabricar culpables y proteger a los propios es aún peor: es hacer
política a base de engaños, es dinamitar la confianza ciudadana en las
instituciones, es demostrar que la mentira también se ha convertido en
estrategia.
Decía alguien
que “cuando uno insulta, deja de pensar”. En política es todavía peor: cuando
se insulta o se miente, se pretende que los demás no pensemos.Y eso, en
democracia, es despreciable.