martes, 7 de julio de 2015

PP. DE UN GOBIERNO CÍNICO Y EMBUSTERO SOLO SE PUEDEN ESPERAR MENTIRAS Y ROBOS


Las mentiras del PP sobre el dinero prestado a Grecia
"España tiene dos opciones: tender la mano a Grecia, y darle oxígeno para no perder el dinero, o empujarla como hace estos días De Guindos hacia la bancarrota y perderlo todo", afirma el autor

Ernest Urtasun  - Eurodiputado de ICV
Diario.es
17.02.2015

El ministro español de Economía, Luis de Guindos (2ºizda), conversa con el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis (izda). / Efe
Estos días hemos asistido a un bochornoso espectáculo de declaraciones sobre el dinero que España ha prestado a Grecia y la supuesta firmeza que Rajoy y los suyos aplicarán para recuperar hasta el último céntimo de los "26.000 millones de euros". Ello alcanzó su cénit con las declaraciones de Margallo afirmando que sin ese préstamo las prestaciones de empleo en España habrían subido un 50% o las pensiones un 38%.
Este artículo pretende dos cosas. La primera, explicar la verdad sobre las modalidades del crédito dado a Grecia y la cifra real, escondidas tras las mentiras del Gobierno. Y la segunda, explicar por qué la estrategia de Rajoy y de De Guindos estos días en el Eurogrupo es la carretera más recta para que España pierda todo el dinero.
En el año 2010 se concluyó el primer paquete de rescate a Grecia, por un valor de 110.000 millones de euros de los que 80 correspondían a créditos bilaterales concedidos por los Estados Miembros y 30 al FMI.
Eran créditos otorgados a través de un acuerdo firmado entre Grecia, el FMI, y los estados miembros acreedores, entre ellos España. De los 80.000 millones, a 1 de enero de 2015 se han desembolsado 52.900. En el esquema, España aporta el equivalente a su suscripción en el capital del Banco Central Europeo, es decir el 8,3%. Por lo tanto, de los 52.900 millones de euros, España ha desembolsado hasta ahora 6.650.
El tipo de interés aplicado a Grecia para estos créditos fue de entre el 5% y el 7%, un tipo muchísimo más alto que lo que pagaban entonces los Gobiernos por financiarse en los mercados.  Este tipo fue posteriormente reducido en una de las reestructuraciones de la deuda griega, pero los Estados Miembros ganaban y siguen ganando dinero con la operación. Vale la pena recordar la valoración de la misma que hizo Zapatero en abril de 2010 en el Congreso, usando como base de cálculo la última subasta de bonos a 3 años realizada entonces:
"Grecia pagaría por el préstamo alrededor de un 5 por ciento anual; la parte que correspondería en principio a España serían 183 millones de euros anuales, que nos pagaría Grecia, frente a los 73 millones que nos generaría de gasto a nosotros. El impacto global sobre las cuentas públicas sería positivo por valor de 110 millones de euros cada uno de los tres años que se espera se mantenga vivo el préstamo".
No parece que podamos hablar de un esquema muy solidario. Además es importante señalar que la gran parte de este dinero no fue a parar a los griegos. La mitad del dinero prestado fue destinado a pagar vencimientos de deuda griega con las principales instituciones financieras  europeas (principalmente bancos franceses y alemanes). Es decir, el dinero que salió de nuestros bolsillos no terminó en manos de los griegos, terminó en los balances de la gran banca europea. Eso sí, ahora nos los deben los griegos. El programa de rescate del 2010 no fue un programa de rescate para los griegos. Fue un programa de rescate encubierto al sistema financiero europeo. No lo olvidemos.
Estos 6.650 millones de euros, por lo tanto, es todo lo que ha pagado España hasta ahora a Grecia, con los tipos de interés usureros señalados. ¿Por qué el Gobierno habla entonces de 26.000 millones?
El 14 de marzo de 2012 se decidió un segundo rescate para Grecia, se añadieron 130.000 millones al programa. Esta vez sin embargo el esquema no fueron créditos bilaterales, sino que se utilizó un mecanismo, el EFSF (European Financial Stability Facility) creado en 2010. En este caso, el EFSF toma prestado dinero en los mercados financieros con garantías de los Estados Miembros, y presta a su vez el dinero, hasta hoy a Grecia, Portugal e Irlanda. En el caso Griego, a 1 de enero de 2015 se han desembolsado 141.800 millones de euros de este segundo paquete. Las garantías españolas que le corresponden al mecanismo son un 12,8%. Eso significa que España ha aportado garantías a este segundo rescate a Grecia por valor de 18.150 millones de euro. Pero ojo, son garantías, ¡España no ha pagado de esta cantidad ni un sólo céntimo! Además, es importante señalar que las garantías se aportan a inversores privados que una vez más harán negocio a costa de los griegos, asumiendo el riesgo el resto de haciendas nacionales.
Resumiendo, España ha aportado al rescate griego 6.650 millones de un crédito bilateral a un tipo de interés del 5% (lo único desembolsado hasta ahora), con el que ganará dinero. Y ha aportado garantías a través del EFSF por valor de 18.150 millones, del que no se ha tenido que hacer de momento ni un solo pago. ¿Le debe Grecia 26.000 millones de euros a España? Falso.
Ahora bien (y este es el segundo punto del artículo), el rescate griego sí puede acabar costándole más de 20.000 millones de euros a España. Sucederá si el Eurogrupo continúa, como está haciendo estos días liderado por Alemania y apoyado por España, empujando a Grecia hacia la bancarrota y la salida del euro. Si ello sucede, Grecia impagaría sus obligaciones financieras al declararse en bancarrota, España perdería gran parte de los 6.650 millones prestados y se ejecutarían las garantías dadas al EFSF y entonces sí debería España desembolsar los 18.150 millones.
Grecia ya ha dicho que quiere devolver la deuda, que quiere tiempo. Ante ello España tiene dos opciones: tenderle la mano, y darle oxígeno para no perder el dinero, o empujarla como hace estos días De Guindos hacia la bancarrota y perderlo todo.
Conclusión: el PP miente con las cifras, y además hace con Grecia lo contrario de lo que predica. Defiende estos días sus intereses políticos, no el dinero prestado. Su principal objetivo es evitar que otro Estado miembro endeudado realice con éxito una política económica distinta a la suicida y socialmente depredadora seguida en España. Nada más. Y al perseguir este objetivo, poniendo a Grecia contra las cuerdas, están también poniendo en riesgo el dinero prestado y las garantías españolas en el EFSF, y de paso haciendo saltar por los aires cualquier concepción de lo que debería ser la solidaridad europea.

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GRECIA: ¡¡ MANOS ARRIBA, ESTO ES UNA AYUDA FINANCIERA !!


Deuda e impago: la inflexible doble moral de los acreedores

Rebelión
Colectivo Novecento
07.07.2015


En sus negociaciones con el Eurogrupo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) Grecia plantea la necesidad de incluir quitas de deuda en el posible acuerdo, algo que “las instituciones” rechazan. Pero justo en estos días se cumplen diez años de la condonación de 33.000 millones de euros de deuda a los 18 Estados más empobrecidos del mundo, incluidos también pagos pendientes con el Banco Mundial y FMI. En aquellos felices días, se decía, era el “momento para la osadía”.  Lamentablemente, Grecia permanece ahora excluida de tanto atrevimiento.


Aquel evento no era tan nuevo ni tan altruista. Todos los países beneficiarios estaban ya incluidos en la llamada Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados (PPME, o HIPC en su acrónimo inglés), creada por el FMI y Banco Mundial en 1996; plan luego reforzado en 2005 con la Iniciativa para el Alivio de la Deuda Multilateral (IADM) enfocada a los incumplidos Objetivos de Desarrollo del Milenio. La meta básica de ambas iniciativas es lograr que estas economías recuperen su acceso a los mercados financieros internacionales, sin abordar sus problemas de fondo. Al contrario, los países candidatos han de implementar antes programas de ajuste estructural si quieren acceder luego a ese alivio de la deuda externa. El resultado es que, si bien los 35 países que alcanzaron en 2014 la segunda fase de la iniciativa PPME han visto reducida su deuda sobre el PIB con respecto a 1996, su dependencia externa se mantiene y con ella el riesgo de recaer.

Pese a los discursos moralizantes contra las “irresponsables” pretensiones helenas, la historia de los impagos es tan antigua como la propia deuda: el primer incumplimiento registrado se atribuye a diez municipios que no saldaron sus préstamos para la construcción del templo de Delos, en el siglo IV a. C. Actualmente los Estados acreedores, en su afán por exigir el reembolso íntegro a Grecia, no sólo olvidan que diez años antes presumían de condonar deudas; también obvian cómo ellos mismos han recurrido a diversas formas de impago en el pasado. Cierto que desde 1939 ningún país occidental ha cesado sus pagos soberanos. Sin embargo, muchos de ellos son unos fenomenales impagadores en términos históricos, como Reino Unido y Francia. En otros casos, como Estados Unidos, aunque siempre ha cumplido como gobierno federal, sí ha hecho impagos a escala regional, como en 1852 cuando el estado de Misisipi se negó a pagar la deuda contraída con Reino Unido vía referéndum.

El principal impagador conocido no es Grecia, sino España, sobre todo por sus continuos defaults en el siglo XIX. Éstos consistieron en repudios, así como modificaciones en los términos de pago llamadas “arreglos”. Sólo en ese siglo el reino de España impagó casi con igual frecuencia que en los tres anteriores juntos (siete frente a ocho). La práctica era tan frecuente que la ciudad de Madrid tiene calles dedicadas a varios ministros de Hacienda, impagadores ilustres como Bravo Murillo o Fernández Villaverde.

El acuerdo de 1953

Alemania, que ahora lidera el discurso exigente hacia Atenas, sufrió una situación en cierto sentido similar tras su derrota militar en 1918, con la diferencia de que Grecia no ha bombardeado a nadie. Los aliados, como vencedores, asfixiaron entonces a Alemania con sus exigencias por reparaciones de guerra en una sucesión sin fin de renegociaciones para el pago imposible de esa deuda, y que sólo sirvió para avivar el auge del nazismo. Pero por una vez aprendieron la lección y en 1953 se celebró el Acuerdo de Londres para el pago de la deuda germana. En aquella reestructuración, aparte de reducir el monto total, se establecieron topes en los tipos de interés, se pagaba en moneda local y con un tope máximo anual en función de sus exportaciones. Ese acuerdo es precisamente el que Syriza ofrece como referente en su propuesta de una mesa europea de deuda, pero ahora tal idea es rechazada.

Las reestructuraciones, definidas como el canje de unos instrumentos de deuda (préstamos, bonos) por otros nuevos en mejores condiciones de pago (menores intereses, mayores plazos y/o quitas), siguen siendo frecuentes: desde 1950 más de 600 casos en 95 países, 187 de ellos desde 1970. Pero sigue sin haber un mecanismo multilateral que regule el impago soberano. En su mayor parte, los acuerdos son bilaterales a través del Club de París, un organismo informal que agrupa a los principales Estados acreedores. No obstante, desde mediados de los años 90 son más importantes las negociaciones con acreedores privados, que en su mayor parte ya no son bancos, sino diferentes gestoras de activos, como sucedió en Argentina en 2005.

La fuerza en las negociaciones para los deudores no depende tanto de un impago previo que, de hecho, es lo más frecuente, sino más bien de su grado de dependencia externa y del apoyo político interno. Para el gobierno griego la situación es harto difícil porque a su dependencia externa se le suma el riesgo de salida del euro, lo que complica el respaldo social al gobierno de Syriza. El lado acreedor, en cambio, puede reducir fácilmente esa deuda al ser las propias instituciones los prestamistas tras la reestructuración de 2012: el mayor trasvase conocido de deuda desde acreedores privados a manos públicas. El debate de fondo, como en su momento con Alemania, no es si habrá impago, sino cómo y cuándo. Y también como entonces, la deuda ahora es griega, pero el problema es europeo. Toca entonces priorizar: deuda o democracia.

http://colectivonovecento.org/2015/06/30/deuda-e-impago-la-inflexible-doble-moral-de-los-acreedores/

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GRECIA: PUEBLO EUROPEO O TROIKA MAFIOSA, HE AHÍ LA CUESTIÓN


La bifurcación griega

Rebelión
Contretemps
07.07.2015

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos


En este artículo Cédric Durand analiza en caliente la aplastante victoria del No en el referéndum celebrado ayer [domingo 5 de julio de 2015] en Grecia. Como explica, esta victoria vuelve a abrir el “capítulo de las bifurcaciones” (por retomar la hermosa fórmula de Blanqui), que las clases dominantes europeas habían puesto tanto empeño en cerrar e impone nuevos retos a Syriza.
¡Menuda bofetada! Durante toda la semana hemos visto a los eurócratas temblar de ira ante la audacia de Alexis Tsipras. ¿Apelar al pueblo en contra de las exigencias de los acreedores? Era más que inconveniente. Una traición para el presidente de la Comisión [Europea] Jean-Claude Juncker. Uno de tras otro Angela Merkel, François Hollande y Matteo Renzi conminaron a los electores griegos a decir sí a la Europa neoliberal. Afectado, el presidente socialdemócrata del Parlamento europeo Martin Schultz apela a la constitución de un gobierno tecnócrata. Desde Fráncfort los banqueros centrales, menos emotivos, organizaron la asfixia financiera obligando al gobierno a limitar las jubilaciones y a establecer un control de los capitales. Los medios de comunicación privados griegos, las federaciones patronales, el principal sindicato griego y la Confederación Europea de Sindicatos pusieron todo su peso en la balanza para anular la voluntad de resistencia del pueblo y hacer caer a Syriza. Para estas fuerzas es más que una derrota, es una humillación política, el fin de una mascarada sobre la irrevocabilidad del saber de las clases dominantes europeas.
El resultado es inapelable. Organizado en ocho días sin el menor percance (hay que reconocer la eficacia de los funcionarios griegos) el resultado del No es nítido: con un 61% de votos contra la austeridad, el país se ha unido mayoritariamente contra la Europa neoliberal. Este resultado, que supera con mucho todas las previsiones, es la base de la magnífica victoria de un pueblo que se niega a endeudar más tiempo su futuro, de un pueblo que supera el miedo y vuelve a abrir el ámbito de los posibles, para la él mismo y para el continente.
Los efectos de esta victoria van a resonar durante mucho tiempo en la historia europea. Por primera vez estalla en pedazos el juego ruin bruselense de la gran coalición permanente entre le centro-derecha y el centro-izquierda. Se han enfrentado dos legitimidades en estado puro: la de la democracia del pueblo soberano y la de las reglas burocráticas pacientemente sedimentadas por las fuerzas del capital transnacional y de las finanzas. Es un ejemplo para todos los europeos, la demostración viva de que, a poco valor que tengan sus dirigentes, pueden impulsar otras opciones.
Una consecuencia muy inmediata del resultado del domingo es acercar dramáticamente el horizonte de una salida del euro por parte de Grecia. El mandato dado a Alexis Tspiras carece de ambigüedad. No puede volver a Atenas con un deal [trato] que se resuma en aceptar un nuevo memorándum a cambio de una reestructuración de la deuda. La derecha del gobierno que se había opuesto a la idea del referéndum no está en posición de avanzar sus peones y, de todas formas, el gobierno no tendría mayoría en el Parlamento, ni en el país, para votar un nuevo diktat. Por parte de los acreedores las cosas no son mucho más abiertas. El método Merkel de gestión de la crisis europea desemboca en un callejón sin salida. No puede salvar la integridad del euro sin poner en tela de juicio el núcleo duro de su funcionamiento, esto es, la ausencia de transferencias financieras entre países y unos mecanismos de ajuste que se basan exclusivamente en los salarios y en los gastos públicos. No es fácil de imaginar semejante cambio radical. No más que no parece razonable pensar que François Hollande pueda derribar la mesa. En efecto, el gobierno estadounidense, espantado por la incuria de los dirigentes europeos va a hacer todo lo posible por imponer un compromiso, tendrán lugar últimos tratos, pero la mecánica que se ha puesto en marcha parece a partir de ahora casi ineluctable. Los bancos griegos solo tienen 24 horas de liquidez y si el Banco Central Europeo no abre el grifo (algo que formalmente no puede hacer sin un acuerdo financiero más amplio), se van a encontrar muy pronto en quiebra. Entonces el gobierno griego se vería obligado a intervenir creando de una forma u otra una nueva moneda.
El plebiscito griego está a punto de hacer bifurcarse al continente. Pero este No todavía no es más que una promesa que se debe actualizar. Si el gobierno de Syriza se niega a ceder a las últimas presiones de sus acreedores, va a tener que dotarse en los próximos días de unas herramientas que le permitan romper el eterno presente del neoliberalismo. A la vanguardia de los pueblos europeos los griegos se disponen a escribir una nueva página de la historia de la emancipación humana. Sus victorias serán nuestras victorias.
Cédric Durand es economista, profesor dela Universidad Paris-13 y miembro de Economistes attérés [Economistas Aterrorizados]. Es autor de Le capital fictif (2014) y director de la obra colectiva En finir avec l'Europe (La Fabrique, 2013). 
[Véase el Manifiesto de los Economistas Aterrorizados, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=113378]
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GRECIA SEÑALA EL CAMINO


Las 10 verdades del pueblo griego al mundo

Rebelión
Al Mayadeen
07.07.2015


En el referéndum histórico del 5 de julio de 2015, los griegos mandaron un mensaje de rechazo a la oligarquía política y financiera europea y un mensaje de esperanza a los pueblos del mundo.
  1. NO a la Europa de la austeridad, a la Europa de los bancos y de la oligarquía y a la Europa egoísta. Las políticas de austeridad son políticamente costosas, económicamente ineficientes y socialmente desastrosas. La reducción de los gastos, la disminución de los salarios y de las pensiones, el desmantelamiento de los servicios públicos, incluso de educación y de salud, la destrucción del código laboral y de las conquistas sociales, lejos de estimular el crecimiento, conducen inevitablemente a la contracción del consumo.
  2. SÍ a la Europa social, a la Europa de los pueblos y a la Europa de la repartición. En tiempos de crisis, los Estados deben adoptar una política de New Deal y realizar inversiones masivas para relanzar la economía. Hay que reforzar las medidas de protección social para proteger a las categorías más vulnerables de la población. Del mismo modo, un alza de salario mínimo desatará un círculo virtuoso pues estimulará el consumo, llenará los libros de pedidos de las empresas, las cuales contratarán a nuevos asalariados para responder a esta demanda, lo que permitirá al Estado aumentar sus ingresos tributarios gracias a esos nuevos contribuyentes y disminuir sus gastos de subsidios de desempleo gracias a la disminución de número de desocupados. Estas nuevas fuentes de ingresos para la nación permitirán reforzar los servicios públicos destinados al pueblo.
  3. NO a la dictadura del mundo financiero, a los ultimátum, al chantaje de la troika, al terrorismo político, económico, financiero y mediático y a las amenazas de todo tipo. Es inadmisible que la Comisión Europea, que se compone de tecnócratas no elegidos –por lo tanto sin ninguna legitimidad popular– decida la política económica y social de una nación soberana. Es un atentado contra la democracia y pone en tela de juicio el derecho inalienable de los pueblos a la autodeterminación.
  4. SÍ a la independencia, a la voluntad sagrada de los pueblos, a la libertad y a la dignidad. Al llevar al poder a un Gobierno progresista liderado por Alexis Tsipras de SYRIZA, los griegos votaron a favor de un programa de estimulación económica antiausteridad y un reforzamiento de la protección social. Ninguna entidad puede interferir en esta decisión soberana de un pueblo libre.
  5. NO a la deuda inicua, matemáticamente impagable, destinada a sojuzgar a los pueblos y a satisfacer la avaricia insaciable de los bancos. Es tiempo de poner fin al sistema actual que prohíbe que el Banco Central Europeo preste dinero directamente a los Estados con las mismas tasas que las reservadas a los bancos privados, es decir entre un 0 y 1%. Grecia podría resolver el problema de la deuda si se adoptase semejante reforma. Hoy, cuando Grecia necesita un financiamiento, se encuentra obligada a pasar por los bancos privados que le conceden préstamos con tasas usurarias que pueden alcanzar el 18%, dinero que consiguieron esas entidades con tasas inferiores al 1%.
  6. SÍ a una auditoria internacional de las deudas públicas, a la renegociación y a la cancelación de los préstamos ilegítimos. Según el Comité de la Verdad sobre la Deuda Pública Griega, “La deuda que surge de los acuerdos de la troika es una violación directa de los derechos humanos fundamentales de los habitantes de Grecia. Por lo tanto,  llegamos a la conclusión de que Grecia no debería pagar esta deuda porque es ilegal, ilegítima y odiosa . […] La insostenibilidad de la deuda pública griega era evidente desde el principio para los acreedores internacionales, las autoridades griegas y los medios de comunicación corporativos. Sin embargo, las autoridades griegas, junto con algunos otros gobiernos de la UE, conspiraron contra la reestructuración de la deuda pública en 2010 con el fin de proteger a las instituciones financieras . Los medios de comunicación corporativos escondieron la verdad al público representando una situación en la que el rescate se presentó como beneficioso para Grecia, mientras que promovió un relato que retrataba a la población como culpable de sus propias fechorías”.
  7. NO a la acumulación de las riquezas, al egoísmo y al individualismo. La Europa actual es el paraíso de los ricos y el infierno de los pueblos. Es la ilustración perfecta de la célebre máxima de Voltaire según la cual “una sociedad bien organizada es una en la que la minoría explota a la mayoría, se nutre de ella y la gobierna”.
  8. SÍ a la repartición de las riquezas, a la solidaridad y a la defensa del interés general. La crisis actual no se debe a una cuestión de recursos pues Europa jamás en su historia ha sido tan rica. Es urgente entonces proceder a una repartición equitativa de las riquezas y ubicar la dignidad humana en el centro del proyecto europeo.
  9. NO a la dictadura de la aristocracia de los poderosos. Grecia, cuna de la democracia, recuerda a Europa y al mundo la famosa advertencia de Maximiliano Robespierre. El héroe de la Revolución Francesa que, desde el inicio, eligió el campo de los pobres, denunció “el yugo de la aristocracia de los ricos, el más insoportable de todos”: “Los ricos quieren todo, quieren invadir todo y dominar todo. Los abusos son la obra y el dominio de los ricos, son las plagas del pueblo: el interés del pueblo es el interés general, el de los ricos es el interés particular”.
  10. SÍ a la rebelión de los pueblos contra todas las injusticias, a la insurrección cívica y pacífica y a la resistencia contra la opresión. Los pueblos no están condenados a la indiferencia y a la humillación y tienen el poder de tomar en sus manos las riendas de su propio destino. La miseria no es una fatalidad sino una decisión política impuesta por las elites rapaces e insaciables. Es hora de la revuelta de la plebe, de los aplastados y de los excluidos contra la brutalidad del poder financiero.
Salim Lamrani. Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titulaCuba, the Media, and the Challenge of Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de Eduardo Galeano.http://monthlyreview.org/books/pb4710/ 



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