El veneno oculto de tu casa:
más de cien científicos piden legislar contra la toxicidad cotidiana invisible
Por Pablo
Rivas
Rebelion / España
21/09/2024
Fuentes: El
Salto
Personalidades del ámbito de la ciencia llevan al Congreso el manifiesto
Futuro sin tóxicos, una declaración que exige incrementar las medidas para
proteger la salud de las personas ante los tóxicos presentes en productos de
uso habitual.
El ser humano
ha creado a lo largo de su historia unos 350.000 compuestos químicos de
síntesis. Nos guste o no, químicamente hablando, hemos modificado el medio en
el que desarrollamos nuestra existencia a niveles inéditos. Un ejemplo
cotidiano: si en una casa de hace unas décadas los materiales utilizados apenas
habían sido modificados —las cortinas eran de lino o algodón, el piso y los
muebles estaban fabricados en madera—, “ahora el suelo es de PVC rociado de
ftalatos, las paredes son de polietileno, los muebles de melanina, las telas de
poliéster y el techo de policarbonato, todos ellos derivados del petróleo”.
Lo cuenta
Nicolás Olea, representante del grupo de Endocrinologia y Medio Ambiente de la
Sociedad Española de Endocrinologia y catedrático del Departamento de
Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada, quien da otros datos
que no dejan nada tranquilo a quien los escucha. “El 83% de los niños
valencianos mea todos los días clorpirifos, un pesticida usado de forma masiva
en las naranjas y prohibido desde el año 2021 —debido a los graves efectos
neurológicos y genotóxicos que podía producir en humanos, especialmente niños,
lo que incluye daño cerebral, déficit cognitivos y problemas conductuales como
la hiperactividad— ”, pero que aún hoy está muy presente.
Las sustancias que
nos rodean y pueden afectarnos negativamente se cuentan por miles, cifra que se
ha incrementado de forma importante en los últimos años. Conocidos son los
casos del bisfenol A o los ftalatos,
presentes en muchos plásticos, entre otros materiales, y bajo sospecha de
ser disruptores endocrinos.
Hablamos de elementos capaces de modificar el funcionamiento de nuestro sistema
hormonal, con un abanico de consecuencias en la salud que van desde los
trastornos reproductivos, a los defectos y malformaciones al nacer o el cáncer.
También de los
llamados contaminantes orgánicos
persistentes, “sustancias muy estables que cuando las incluyes en el
medio ambiente persisten muchos años”, explica Ethel Eljarrat, directora del
Instituto de Diagnóstico ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC).
La contaminación silenciosa que estará muy presente en el futuro
Eljarrat habla
de la contaminación silenciosa de sustancias “que no nos van a dar un efecto
rápido e inmediato como en la pandemia, sino que tienen una toxicidad que se
debe a la exposición diaria de a dosis muy pequeñas”, exposición que se
convierte en “crónica” y llega a provocar efectos tóxicos.
Lo que
produzcamos hoy, además, puede tener consecuencias insospechadas en el futuro.
“Estamos dejando entrar en nuestros hogares muchas sustancias potencialmente
perjudiciales para la salud no solo de esta generación, sino también de la
futuras”, denuncia Elena Codina, responsable de la Unidad de Salud
Medioambiental del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y representante de la
Sociedad Catalana de pediatría. Estas, continúa, “tienen un efecto
transgeneracional, pues pueden hacer que se expresen más, o menos, en ciertos
genes, también en las futuras generaciones”.
Olea pone otro
ejemplo sobre la mesa al respecto de una investigación en la que trabaja: “La
mala calidad seminal de un individuo de 24 años que va a una consulta de
fertilidad porque no fecunda a su pareja se definió en las primeras 34 semanas
en el vientre de su madre. Esa es la hipótesis que barajamos”.
Como denuncia
Marta Beltrán, directora de proyectos de la Fundación Rezero, “diariamente
estamos en contacto con productos que, aunque están en el mercado, no son seguros”.
Habla de juguetes, pañales, cosméticos, productos de limpieza, ropa, envases
alimentarios… Utensilios de uso cotidiano, hechos generalmente con materiales
derivados del petróleo, y con “una toxicidad lenta pero persistente”.
Declaración por un futuro sin tóxicos
Numerosos
estudios han demostrado la presencia de algunas de estas sustancias en el
cerebro, la sangre, la orina y hasta en la placenta humana,
el órgano encargado de ofrecer oxígeno y nutrición al futuro bebé. “Todas las
placentas tienen residuos de policarbonato. El mercurio y los metales pesados
están en la leche materna. Llevamos años demostrándolo”, lamenta Olea.
Para contribuir
a paliar esta situación, desde la Fundación Rezero están promoviendo desde
abril la declaración Futuro sin Tóxicos, avalada
por más de un centenar de personalidades científicas, que esta semana han
llevado al Congreso. Olea, Codina, Eljarrat y profesionales como Juan Antonio
Ortega, presidente de la Asociación Española Científica de Pediatría,
acompañaron este 17 de septiembre a Marta Beltrán y a Rosa García, directora de
Rezero. Todos ellos se reunieron con la presidenta del Congreso, Francina
Armengol, quien recibió de la comitiva la necesidad de acelerar el cumplimiento
de la normativa existente en todos los productos del mercado,
independientemente del lugar de producción y canal de venta. La presidenta,
quien afirmó que “sin ciencia, no hay legislación”, se comprometió con los
presentes a pedir a los ministerios de Sanidad y Transición Ecológica que
aceleren las medidas para eliminar la carga tóxica de los productos de consumo.
El grupo de
científicos se reunió también con representantes de los partidos políticos con
representación en la Cámara baja para trasladarles la necesidad de que se
renueve la Ley General de Sanidad con una perspectiva amplia de salud planetaria;
así como que hagan cumplir la Ley de residuos y suelos contaminados,
actualmente estancada.
Asimismo, les
trasladaron la urgencia del cumplimiento del reglamento REACH —normativa para
el registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias y preparados
químicos— y la hoja de ruta de restricciones propuesta por la Comisión Europea
en el marco de la Estrategia para la Sostenibilidad de las Sustancias Químicas
en todos los productos del mercado.
Del principio de precaución a la inteligencia humana
“Las personas
consumidoras no tenemos que tener un máster en química para ver si ese producto
que voy a llevar a casa puede tener impacto en mis hijos e hijas”, denunciaba
la directora de Rezero. Es por ello que la declaración reclama medidas efectivas
para proteger la salud ante los tóxicos presentes en los productos de uso
cotidiano.
Entre las
medidas urgentes que plantea, además de las que la comitiva trasladó a los
diputados, se encuentra la implementación del principio de precaución en el
diseño y fabricación de los productos. Este dicta que no es necesario la
confirmación total y absoluta de un riesgo para la salud para que se pase a la
acción. “Si una sustancia puede ser potencialmente dañina, ¿por qué no la
legislamos antes?”, se preguntaba la responsable de la Unidad de Salud
Medioambiental del Hospital Sant Joan de Déu. También exigen la transparencia
de la información sobre la composición de los artículos y la evaluación del
riesgo de exposición para las personas y el medio ambiente.
Todas ellas son
medidas que pretenden frenar un problema cuyas cifras no son mainstream mediaticamente
hablando pero su volumen sí lo es. Como denuncia el presidente de la Asociación
Española Científica de Pediatría, “el 90% de las enfermedades crónicas están
relacionadas con el medio ambiente”. Juan Antonio Ortega, quien lleva 25 años
investigando sobre salud y medio ambiente, afirma que “entre el 15 y el 20% de
los cánceres pediátricos podrían ser evitables y están relacionados con la
contaminación ambiental, y si nos vamos a los respiratorios sería un 60%”.
Foto:
Microplásticos.
“Cuántas
lágrimas secas habríamos eliminado en muchas familias afectadas. Cuántas
podíamos haber evitado si hubiésemos tenida una mirada más juiciosa, cautelar,
basada en la inteligencia humana”, lamenta Ortega, quien finaliza: “Evidencias
nos sobran. Necesitamos políticos valientes con determinación suficiente para
trasladar las alternativas disponibles”.