lunes, 21 de septiembre de 2020

Hombre, tampoco estaría tan mal invertir parte de ese supuesto maná que va a caer por el alma la abuela de Europa para “salir” de la crisis (Pero, por qué se empeñan ustedes en hacerme reír con esto de la salida de la crisis, si la cosa es para revolcarse por los suelos envuelto en lágrimas), en comunicar Cádiz con Huelva sin pasar por Sevilla. De Cádiz a Huelva pasando necesariamente por Sevilla hay actualmente una distancia de más de 200 kms. De producirse la conexión directa entre Cádiz y Huelva sin pasar por Sevilla, esa distancia se reduciría aproximadamente a la mitad, es decir, a unos 100. Pues basta con imaginar los miles de millones de euros que se ahorraría el Estado español disminuyendo la importación de barriles de petróleo, dado que un camión, multiplicado por miles de camiones todos los días, se ahorraría en en el trayecto Cádiz-Sevilla-Huelva (cada camión) el combustible que hoy necesita para recorrer 100 kms., puesto que no pasaría por Sevilla (favorcito que de pasada se le haría al tráfico de Sevilla). Este proyecto de unión directa entre Cádiz y Huelva, sobre el papel, presenta un potencial y grave problema ecológico, puesto que tendría que atravesar el río Guadalquivir (Túnel o puente, carretera o ferrocarril) y después seguir su trazado por el Parque de Doñana. Pero el dragado del río Guadalquivir, que tiene poco de potencial y mucho de real, al igual que el enterramiento de gas o extracción de petróleo del Parque de Doñana, posiblemente se podrían dar por erradicados y finiquitados, si a ese proyecto de unión Cádiz-Huelva se acompañara de un verdadero programa de desarrollo económico (Aprovechamiento y desarrollo de los recurso locales) y no de crecimiento económico (crecimiento de los capitales sin que le acompañe un crecimiento de la producción). Esta diferenciación entre desarrollo y crecimiento económico sería muy interesante que nos la aprendiéramos los trabajadores, los economistas chulis de prensa radio y televisión, y también los empresarios, especialmente lo empresarios pequeños y medianos que son los más afectados.


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¿Dónde invertir el maná europeo?

Sevilla, Córdoba, Bahía de Cádiz y Campo de Gibraltar ganarían mucho con un tren de Algeciras a San Fernando.

Alberto Grimaldi

Diario de Sevilla

21 Septiembre, 2020

La oportunidad que las ayudas europeas otorgan para reactivar a España del grave perjuicio generado por el Covid-19 en el ámbito de la salud, lo social o lo económico nos pone ante el reto de elegir bien en qué invertir. Bruselas ha marcado dos líneas básicas: iniciativas que ayuden a la descarbonización y a la digitalización de nuestra economía, de nuestra vida, en definitiva. Creo que sería un gran error dejar fuera de esa ecuación a las infraestructuras, porque todavía hay en ese campo acciones que podrían ser vitales para Andalucía. Me refiero a obras con sentido, social y económico. Y si hay una obra que salta en mi imaginación sin apenas esfuerzo es una segunda conexión ferroviaria para el primer Puerto de España, que es andaluz: Algeciras. Se trata de un proyecto que de una tacada vertebraría la provincia de Cádiz en términos ferroviarios (algo que no se ha conseguido en casi dos siglos de existencia de este modo de transporte) tanto para uso de viajeros como de mercancías, y situaría aún más a las conurbaciones del Campo de Gibraltar, la Bahía de Cádiz-Jerez, Sevilla y Córdoba en una línea logística que uniese el Puerto que más mercancía mueve -a granel y contenerizada- con Madrid y el resto de Europa. Me refiero a una conexión ferroviaria, inexistente ahora, entre San Fernando y Algeciras. Es un proyecto que para nada es nuevo. La Junta de Andalucía lo valoró en la etapa en la que Manuel Chaves la presidió, aunque como tantos otros finalmente quedó en el cajón y en el olvido. Y yo le añadiría que sirvierse también para terminar la autovía A-48, que quedó inconclusa en Vejer por parte del Estado, después de que la Junta sí cumpliese su parte, al ejecutar la A-381. La propuesta, a mi juicio, merece al menos ser estudiada. El Covid-19 está cambiando muchas cosas, entre ellas la forma de consumir. Y por ello la logística va a ser aún más importante de lo que ya era antes de que hace seis meses se declarase la pandemia. Conseguir que existiese esa línea férrea -electrificada, por supuesto- tendría también efectos ecológicos, porque la actividad de importación y exportación que hoy se hace desde el primer puerto de España se canaliza básicamente por carretera: contaminando. Tampoco es baladí que dotaría al Puerto de Algeciras de un segundo itinerario ferroviario que se sumaría al -inconcluso, recordémoslo- que discurre hasta Bobadilla y Antequera, otro nodo logístico de interés, que siempre tendrá limitaciones orográficas y ambientes. ¿Por qué puede tener Valencia hasta tres salidas por tren y aquí, en el primero de los puertos del país, no hay ninguna de alta capacidad? Es una buena pregunta que pueden hacerse en la Junta.

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Ya somos iguales (cuando lo seamos) hasta en el teatro. Y eso que no ha empezado todavía en plan bien el molongue histórico de la Nueva Normalidad y olé, que cuando empiece a los trabajadores nos va a entrar una igualitaria de muy padre y señor suyo. Será difícil y complejo, para muchos impensable, imposible, pero empezaremos (no a tocar el cielo ni siquiera las nubes ni los pajaritos de colores en vuelo) a ver el camino de salida del agujero cada vez más negro en el que estamos cuando empecemos a hablar con los más cercanos de lo que está pasando y como evitar que la situación siga empeorando, y esto no está en la mano de ningún partido o político por mucho moño, chistera o caballo que puedan tener

 

Gritos y abucheos en la Ópera: el Teatro Real solo respeta la distancia en las zonas más caras

El paraíso o gallinero, la zona más económica, estaba completo. La obra se ha cancelado ante las protestas.

 

Imagen del Teatro Real en Madrid. En el centro el palco Real.

Guillermo Martínez

La marea

20 septiembre 2020

 

Problemas en el paraíso. Así se podría titular lo acontecido en la Ópera de Madrid, en el Teatro Real, si no fuera por la gravedad del asunto. Mientras el público del patio de butacas y tribuna –las zonas más caras– se disponía a disfrutar del Baile de máscaras de Verdi con la correcta distancia de seguridad, el público de la zona del gallinero, llamada paraíso –la más económica y lejana al escenario–, veía cómo todas las butacas de su alrededor comenzaban a llenarse de espectadores y espectadoras, lo que hacía imposible mantener la distancia de seguridad.

¿Qué ha pasado después? Tres intentos en menos de una hora no han sido suficientes para continuar con la obra, que se ha acabado cancelando ante las protestas y abucheos de las decenas de asistentes ubicados en el paraíso. La Policía Municipal se ha desplazado incluso al teatro.

Según Elena Pérez, una de las asistentes en el gallinero, la megafonía del teatro no han dado ningún tipo de explicación a lo que estaba sucediendo. Los acomodadores aseguraban igualmente que no tenían ningún tipo de información al respecto. “Según entraba la gente a la zona del gallinero ya se estaba dando cuenta de lo que pasaba. Una vez completo el aforo, donde no había ni un espacio libre, hemos visto que abajo, en las tribunas y el patio de butacas sí tenían bandas de seguridad, así que han empezado los gritos”.

Gritos de “fuera, fuera” y “seguridad, seguridad” han llenado una Ópera no acostumbrada a comenzar sus funciones ni con un minuto de retraso. Palmadas, golpes con los pies al suelo y los flashes de los móviles han hecho que la función no pudiera pasar de los primeros acordes. Ni siquiera se ha levantado el telón. Durante el primer retraso, la megafonía ha avisado al público de que se estaban “gestionando ciertos problemas en el paraíso”, explica Pérez. 

Media hora después de la hora programada para el comienzo, desde el Teatro Real han avisado de que devolverían el coste de la entrada a quien así lo solicitase, pero lo que muchos asistentes querían era que se cancelase. “La gente no entendía por qué el teatro había vendido las entradas de unas zonas respetando la distancia y las de otra sin hacerlo. Qué casualidad que en las zonas más caras sí se cumplía”, agrega Pérez. 

Segundo intento. “Han salido los actores, han actuado diez minutos sin que se les pudiera escuchar absolutamente nada por el ruido de las protestas y se han vuelto a retirar”, sigue narrando. En ese momento ha llegado la Policía Municipal, algo que requerían algunos de los asistentes en la zona del paraíso. “Algunos agentes han subido a ver qué ocurría, pero no han hablado en ningún momento con nosotros. También han mantenido una conversación con los gestores del teatro mientras desde megafonía intentaban acallar las protestas para dar lugar al tercer intento”.

Tal y como han confirmado fuentes internas del Ayuntamiento de Madrid a La Marea, la Policía Municipal de la capital ha certificado que “el aforo es el adecuado a las restricciones vigentes”, y explican el incidente diciendo que el problema parte de que “muchos abonados al Teatro Real querían ocupar sus sitios habituales y, dadas las circunstancias, no era posible”. Una versión como mínimo incompleta al no explicar por qué, más allá del aforo permitido, la distancia se respetaba en unas partes del auditorio y en otras no.

Y ni por esas. Los gritos se han vuelto a hacer notar una hora después de la hora programada para el inicio de la obra, ya en el tercer, definitivo e infructuoso intento. Tras la cancelación oficial del evento, numerosos asistentes afectados por la situación han acudido a la ventanilla de información para pedir hojas de reclamaciones.

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