lunes, 16 de enero de 2017

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO CAPITALISTA AUNQUE LO DIGAN TODOS LOS ECONOMISTAS DEL MUNDO, AVALADOS POR MARÍA SANTÍSIMA, NO CREA NI BIENESTAR GENERAL SOCIAL NI CONTRIBUYE A LA IGUALDAD DE LAS PERSONAS CORRIENTES Y MOLIENTES DE CARNE Y HUESO



LAS TRES PERSONAS MÁS RICAS DE ESPAÑA SUMAN LA MISMA RIQUEZA QUE LOS 14,2 MILLONES DE ESPAÑOLES MÁS POBRES



Por Kaos. Estado español
16.01.2017
Las tres personas más ricas de España acumulan la misma riqueza que el 30% más pobre de nuestro país. Es decir, el fundador de Inditex, Amancio Ortega, su hija Sandra Ortega y el presidente de Mercadona, Juan Roig suman las mismas rentas que 14,2 millones de personas, el equivalente a la población total de Cataluña […]













Las tres personas más ricas de España acumulan la misma riqueza que el 30% más pobre de nuestro país. Es decir, el fundador de Inditex, Amancio Ortega, su hija Sandra Ortega y el presidente de Mercadona, Juan Roig suman las mismas rentas que 14,2 millones de personas, el equivalente a la población total de Cataluña y la Comunidad de Madrid juntas.

Así lo revela el informe ‘Una economía para el 99%; España, un crecimiento económico que deja fuera a las personas vulnerables’, publicado este lunes por Oxfam Intermon con el objetivo de poner de manifiesto la creciente desigualdad de la riqueza en nuestro país. “La concentración de la riqueza se consolida mientras se intensifica la caída de ingresos en los niveles más bajos”, señala el texto, que subraya que en 2016 la fortuna de los tres más ricos se elevó un 3%, mientras que el 30% más pobre en España vio reducida su riqueza en más de un 33%.

“Esta realidad pone de manifiesto la creciente vulnerabilidad de un tercio de la población española y la importancia de los mecanismos de redistribución para evitar que esta parte de la población quede fuera del sistema”, apunta la ONG.

Oxfam Intermon achaca esta situación principalmente a tres factores: los bajos salarios dominantes en el mercado laboral español, el sistema tributario “injusto” y el dinero que se está perdiendo en paraísos fiscales.

Según el informe, la recuperación de los beneficios empresariales no se está reflejando en los salarios de los españoles, que se han estancado a la baja. “Algunas estimaciones para 2016 señalan que el peso de los beneficios empresariales sobre la renta nacional superará el valor de 2008, mientras los salarios seguirán estando 6 puntos por debajo de los de 2008”, puede leerse en el texto. La organización considera que “esta diferente evolución alimenta la desigualdad, pues los beneficios de las empresas se reparten como dividendos o rentas de capital, y estas están muy concentradas en las familias y hogares con mayores niveles de renta”. Mientras tanto, el número de trabajadores pobres, que no alcanzan un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades básicas, se ha disparado.

Por otro lado, Oxfam resalta que muchos países consiguen reducir la desigualdad gracias al diseño de su sistema fiscal. Es lo que ocurre en Dinamarca, Finlandia, Portugal, Hungria o Eslovenia. Sin embargo, en España no ocurre lo mismo al tener un sistema tributario regresivo, considera el informe: “el esfuerzo fiscal sigue estando mal repartido. Con datos de 2016, el 84% de la contribución fiscal recae sobre las familias, frente a un 13% que recae sobre el sector empresarial”. Recaudamos “poco” y “mal”, continúa.

Relacionado con ello está el problema de la salida de dinero a paraísos fiscales, que genera ·unas pérdidas en torno a los 1.550 millones de euros”.

Agencias/Prensa

MÁS INFORMACIÓN:

Oxfam alerta: “El crecimiento económico está beneficiando solo a los más ricos”

Un informe de la organización advierte que España sigue siendo el segundo país de la UE donde más ha crecido la desigualdad.

“El crecimiento económico está beneficiando solo a los más ricos”, advierte Oxfam Intermón en su informe ‘Una economía para el 99%’ en el que alerta que lejos de reducirse, la desigualdad sigue creciendo en el mundo y, en particular, en España donde la fortuna de tres personas equivale ya a la riqueza del 30% más pobre del país.

El estudio, elaborado con motivo del encuentro en Davos de líderes políticos y empresariales a instancias del Foro Económico Mundial -el conocido Foro de Davos-, destaca que tan solo ocho personas (ocho hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, 3.600 millones de personas. “Año tras año los súper ricos acumulan más riqueza, mientras datos más actualizados nos muestran que la mitad más pobre del mundo posee menos riqueza de lo que inicialmente se pensaba”, señala Oxfam.

De hecho, de seguir la concentración de la riqueza a este ritmo, en tan sólo 25 años, se tendría al primer “billonario” del mundo -alguien con tanta riqueza como toda la economía española actual- que necesitaría derrochar un millón de dólares al día durante 2.738 años para gastar su fortuna.

En el caso de España, en el último año el incremento de la riqueza del 10% más rico en España ha sido casi dos veces el incremento del 90% restante. El PIB crece desde hace tres años, pero la brecha de la desigualdad también ha seguido aumentando, lo que significa que el crecimiento económico sólo está beneficiando a los más ricos, insiste Oxfam.

“Es obsceno que la acumulación de riqueza esté en manos de tan pocos mientras que en el mundo, una de cada diez personas sobrevive con menos de dos dólares al día”, lamenta Jose María Vera, director general de Oxfam Intermón.

El informe también recoge que España deja de ingresar aproximadamente 1.550 millones de euros como resultado de la actividad canalizada a través de los 15 paraísos fiscales más agresivos del mundo, una cantidad que equivaldría al 58% del déficit que se estima tendrá el fondo de reserva de las pensiones en 2017.

Además, sigue siendo el segundo país de la Unión Europea donde más ha crecido la desigualdad desde que estalló la crisis, tan solo detrás de Chipre y 20 veces más que el promedio europeo.

En el último año, han surgido 7.000 nuevos millonarios, aproximadamente 20 al día. El 10% de los españoles más ricos concentran ya más riqueza (un 56,2%) que el resto de la población. Y mientras la fortuna de los tres más ricos aumentó en un 3%, el 30% más pobre del país perdió un tercio de la suya.

Para José María Vera “el modelo económico en España tiene un doble problema: se genera una alta desigualdad de mercado sobre todo por la fragilidad del empleo y la caída salarial, mientras el sistema fiscal, insuficiente y regresivo, no garantiza la redistribución”.

Entre 2008 y 2014, los salarios más bajos cayeron un 28% mientras los más altos apenas se contrajeron. España es también uno de los países europeos donde el sistema fiscal logra reducir menos las desigualdades, el quinto peor de Europa. Las familias soportan el 84% de la recaudación frente al 13% de las empresas.

Oxfam hace un llamamiento a las élites económicas que estarán esta semana (y de forma específica a los milmillonarios del mundo) para que desempeñen un papel fundamental en la creación de una economía más humana.

En España, Oxfam Intermón plantea al nuevo Gobierno y al Parlamento la necesidad de impulsar un plan de urgencia contra la desigualdad, que incluya una Ley contra la evasión y elusión fiscal que contribuya a recuperar la progresividad y suficiencia en el diseño tributario gravando más a quienes más tienen; así como garantizar unos salarios dignos con la subida del Salario Mínimo Interprofesional hasta los 1.000 euros en 2020 y estableciendo escalas salariales justas (escala de 1:10 entre el salario máximo y el salario medio en los centros de trabajo).

La organización reclama también que los presupuestos públicos prioricen a las personas más vulnerables, incrementando las dotaciones en políticas sociales y asegurando ingresos para los más vulnerables. Asimismo, el presupuesto de Ayuda al Desarrollo debe incrementarse progresivamente hasta alcanzar el 0,4% en 2020, subiendo en el presupuesto de 2017 ya a un 0.25%.

El rechazo de la ciudadanía a la desigualdad está provocando crisis políticas en todo el mundo y se considera un factor determinante en la victoria de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos, así como en la elección del presidente Rodrigo Duterte en Filipinas y el Brexit en el Reino Unido, advierte la organización.

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EE.UU: GUERRA O NO GUERRA. HE AHÍ EL JUGUETEO DEL PAN NUESTRO DE CADA DÍA


Así es como debería ser una política exterior no imperialista y verdaderamente internacionalista

Estados Unidos debe elegir la diplomacia antes que la guerra

ENEKO/REBELION


Rebelión
The Nation
16.01.2017

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos


Nota del director: Durante gran parte de las dos últimas décadas y sin lugar a dudas desde la invasión de Iraq en 2003 la política exterior progresista se ha definido por aquello contra lo que está, fundamentalmente un neoconservadurismo agresivo que nos ha llevado a múltiples guerras en Oriente Próximo y ha sacrificado objetivos internos en aras de una cruzada global por el dominio estadounidense. Pero está mucho menos claro qué significa una política exterior progresista y cómo debería ser en la práctica. Es especialmente importante tratar de definirlo ahora, tras la elección de Donald Trump. 
 
Sería sensato que las personas progresistas reconocieran dos tendencias a este respecto. La primera define una política exterior progresista como un simple rechazo de todo lo que Trump dice o hace. Por supuesto, Trump ya ha nombrado a varios peligrosos extremistas para desempeñar cargos de política exterior y en el mejor de los casos el propio Trump es imprevisible, aparentemente incapaz de centrarse de forma continua en los difíciles problemas de política exterior. Pero algunas de sus declaraciones (sus peticiones de trabajar con Rusia, acabar con las destructivas guerras de Estados Unidos y crear unos acuerdos comerciales más equitativos) no distan mucho de lo que nosotros mismos hemos defendido. Tenemos que defender nuestra propia versión progresista de estas posturas en vez de simplemente rechazarlas rotundamente.

La segunda tendencia que debemos evitar es caer en la nostalgia de la era Obama. Sin lugar a dudas debemos defender los notables logros de su gobierno de entablar la normalización de relaciones con Cuba y contribuir a lograr un acuerdo nuclear con Irán. También podemos elogiar la intención de algunos discursos magníficamente elaborados y destinados a reparar la imagen de Estados Unidos en el mundo. Pero también debemos recordar los defectos de la política exterior de Obama: el haber perpetuado la “guerra global contra el terrorismo” (aunque no con el nombre que tenía en la Era Bush), incluidas unas guerras de drones no declaradas que se han extendido desde el Maghreb al sur de Asia y una innecesaria aunque peligrosa nueva Guerra Fría con Rusia. Y aunque esta revista apoyó a Hillary Clinton frente a Trump en las elecciones, nos opusimos activamente a muchas de las llamadas políticas de “intervencionismo liberal” que Clinton defendía.

A pesar de la promesa democrática del movimiento inspirado por el senador Bernie Sanders, este no nos dejó unas propuestas de política exterior que guiaran nuestro pensamiento en el futuro. Este es el debate inconcluso que retomamos en este foro. Hemos pedido a seis importantes intelectuales progresistas que nos expresen sus ideas acerca de lo que deberían ser los principios e ideas que definan una política exterior progresista más allá de las elecciones presidenciales de 2016 (véase “Artículos relacionados” para el resto de los artículos). Este es el inicio de un debate que debe emprender nuestra nación, pero no es en absoluto el final.

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Las elecciones de 2016 y sus aterradoras consecuencias han llevado a millones de estadounidenses a un torbellino de racismo, xenofobia, histeria antiinmigrante e islamofobia, que refleja y al mismo tiempo prepara el terreno para una política exterior aún más militarizada, guiada por el beneficio privado, antimusulmana y antiinmigrante. Todavía no sabemos si la política exterior de Donald Trump reflejará su anterior coqueteo con el aislacionismo o se acercará al intervencionismo militar furibundo del que son partidarios muchos de los generales que ha nombrado. Sin embargo, incluso sin saberlo, debemos identificar cómo debería ser una política exterior no imperialista y verdaderamente internacionalista, una política exterior en la que el derecho internacional, los derechos humanos y la solidaridad global sustituyan a la “guerra global contra el terrorismo”. Esta política empieza por recortar los presupuestos militares y acabar con las guerras, ocupaciones e injusticias climáticas que están generando las muchas crisis de refugiados que existen en el mundo.

Una nueva política exterior estadounidense debe ser amplia en su visión y en su alcance, y debe reconocer que la guerra no puede derrotar al terrorismo. A pesar de algunas buenas intenciones y de algunos discursos potentes, y a pesar de dar un nombre nuevo a la “guerra global contra el terrorismo”, el presidente Obama fue incapaz de romper con ella; de hecho, acabó ampliando considerablemente su alcance con el uso de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos y aumentado las campañas de bombardeos en Siria, Libia, Yemen y otros lugares, además de Iraq y Afganistán. El resultado de un incremento aún mayor de esta política por parte del gobierno Trump no será sino el incremento del fracaso.

Una política exterior progresista significa dejar de favorecer tanto económica como políticamente a los especuladores militares. Significa privilegiar la política sobre la guerra al tiempo que se rechaza el aislacionismo y se reconocen las obligaciones vinculadas a ser la nación más poderosa y rica de la historia.

Estados Unidos tienen la deuda global de ayudar a los pueblos y países del mundo. Es una deuda que se debe saldar rebajando drásticamente nuestro presupuesto militar de miles de millones de dólares. Estos miles de millones de dólares (todavía supone unos 54 céntimos de cada dólar de impuestos en el presupuesto federal) se deben destinar a prioridades internas urgentes (empleo, educación, protección del medioambiente, sanidad y más cosas), al tiempo que se dedica buena parte a la ayuda no militar a pueblos y naciones de todo el mundo. Esto es particularmente importante para aquellos pueblos cuyos tejidos sociales y cuyas economías han devastado las guerras y las sanciones estadounidenses. Entre otras cosas, nuestra nueva política exterior debería aumentar enormemente el apoyo humanitario a las personas refugiadas y a las desplazadas por las guerras y las crisis climáticas.

Cambiando este gasto militar podemos prever una política exterior que privilegie la diplomacia sobre la guerra. Debería empezar por proteger los éxitos diplomáticos del presidente Obama: el acuerdo nuclear con Irán, la normalización de las relaciones con Cuba y el acuerdo sobre el clima de París. Son elementos fundamentales del legado de Obama, pero están amenazados por Trump y un Congreso controlado por los republicanos.

Campañas similares de perfil alto y con una fuerte inversión en favor de la diplomacia en vez de la guerra y el militarismo se deberían emprender respecto a Siria y en general Oriente Próximo, y reflejar las a menudo citadas palabras de Obama (aunque a menudo ignoradas) reconociendo que “no existe una solución militar”. Se debería empezar por retirar las fuerzas militares estadounidenses y detener los ataques aéreos, se debería seguir con un compromiso serio con otras potencias regionales y globales (en primer lugar, Rusia) para acabar la guerra en Siria. Estados Unidos y Rusia tienen que apoyar un alto el fuego permanente y presionar a sus respectivos aliados (Arabia Saudí, Turquía, Jordania, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y la oposición siria armada por una parte, y los gobiernos sirio e iraní, y Hezbolá por otra) para que acuerden un embargo total de armas a ambos bandos. Impedir que nuestros aliados regionales envíen armas estadounidenses a Siria (y detener la guerra saudí contra Yemen) fortalecería la capacidad de Washington para persuadir a Rusia de que lleve también a cabo esta desescalada.

En Israel/Palestina una nueva política exterior basada en la justicia significaría reconocer que ha sido un fracaso estrepitoso el organizado por Estados Unidos “proceso de paz”, que se basa en una solución de dos Estados y se arrastra desde hace casi un cuarto de siglo. La fuerza cada vez mayor del movimiento a favor de los derechos de los palestinos en Estados Unidos (y, a consecuencia de ello, el cambio en el discurso popular estadounidense acerca de esta cuestión fundamental) ofrece una oportunidad sin precedentes para que los líderes políticos reformulen la política estadounidense de manera que coincida con la opinión pública. Los políticos podrían dejar en manos de la Asamblea General de la ONU el control de la diplomacia en esta cuestión y poner fin al apoyo que Washington presta al apartheid y la ocupación israelíes, y respaldar, en cambio, una política basada en el derecho internacional, los derechos humanos e igualdad, sin privilegiar a las personas judías o discriminar a las no judías.

Hasta el momento la política exterior de Trump es extremadamente opaca, pero nuestra propia política exterior progresista sigue siendo clara: es una política basada en la justicia, el internacionalismo y los derecho humanos. Ningunas elecciones pueden cambiarla.

Corrección: en la lista de aliados de Estados Unidos y Rusia en la guerra civil siria un error del director de esta revista omitió uno de los aliados de Moscú, el gobierno sirio. El texto se ha actualizado. Pedimos disculpas a la autora.

Phyllis Bennis es directora del Proyecto Nuevo Internacionalismo del Institute for Policy Studies e investigadora asociada del TNI y del Institute for Policy Studies de Washington DC. Phyllis está especializada en política exterior estadounidense, especialmente respecto a Oriente Próximo y las Naciones Unidas, organización donde trabajó como corresponsal de prensa durante diez años. Actualmente colabora también como asesora especializada de varios cargos de alto nivel de la ONU sobre cuestiones relacionadas con Oriente Medio y la democratización de la ONU. Es columnista habitual en varios medios y autora de muchos artículos y libros, sobre todo centrados en Palestina, Iraq, la ONU y la política exterior de los Estados Unidos. Entre sus últimos libros, cabe destacar: Understanding the U.S.-Iran Crisis: A Primer (Interlink, 2008), Ending the Iraq War: A Primer (Interlink, 2008), Understanding the Palestinian-Israeli Conflict: A Primer (Interlink, 2007), Challenging Empire: How People, Governments and the UN Defy U.S. Power (Interlink, 2005). Véase la traducción al castellano de su obra Desafiando al Imperio, https://www.tni.org/sites/www.tni.org/files/download/Desafiando_al_Imperio-PRINT.pdf

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O SEA, YO, TÚ, ÉL, LOS QUE TRABAJAMOS. ELLOS NO. ELLOS SE ENRIQUECEN CADA VEZ MÁS A NUESTRA COSTA. Y A MARIANO RAJOY QUE NO LE GUSTA LA GASEOSA



El Estado movilizó 122.122 millones de euros en recursos públicos para salvar a la banca


Eco republicano
10.01.2017


El Estado movilizó 122.122 millones de euros en recursos públicos para salvar a la banca
Un informe del Tribunal de Cuentas analiza seis años de la gestión del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) el brazo financiero del Estado.

El Estado movilizó 122.122 millones de euros en recursos públicos para salvar a la banca en el periodo comprendido entre 2009 y 2015. De esta cantidad, a 31 de diciembre de 2015 ya se había materializado un desembolso de la mitad de este dinero público en rescatar a diferentes entidades. Estas son las conclusiones a las que llega el Tribunal de Cuentas en su informe de fiscalización de la labor de reestructuración financiera que ha llevado a cabo el FROB (el brazo financiero del Estado).

Según recuerda el órgano fiscalizador, no todas estas medidas suponen un "coste del proceso", bien porque son importes recuperados posteriormente, o porque no llegan a materializarse en salidas de recursos públicos. Además, debe tenerse en cuenta que las entidades fiscalizadas han obtenido ingresos por ciertas operaciones como intereses y comisiones que minimizan el coste.

Los procesos que han supuesto mayor coste han sido los de CX, acrónimo de Catalunya Caixa, (12.676 millones), BFA/Bankia (12.347 millones de euros), Banco CAM (11.065 millones) y NCG (9.159 millones).

"La estimación del coste del proceso de reestructuración no puede considerarse definitiva" pues el proceso de saneamiento no está terminado, según concluye el informe. El Tribunal pide tener presente que ciertas operaciones posteriores al cierre del informe pueden provocar un incremento o una disminución del coste del rescate bancario. Entre ellas se encuentran la venta de las participaciones que mantenía el FROB en BFA y BMN (por un importe conjunto, neto de deterioros, de 11.187 millones) y la evolución de los EPA (instrumentos de apoyo financiero) y de otro tipo de garantías otorgadas en la venta de ciertas entidades

Al margen de esta cantidad de recursos públicos movilizados, "la Administración General del Estado otorgó avales a las entidades de crédito relacionadas con los procesos de reestructuración o resolución que alcanzaron un importe máximo de 85.965 millones de euros", puntualiza el informe aunque, por ahora, "el saldo vivo de la única emisión no amortizada hasta la fecha asciende solo a 1.059 millones". También hay que contar con los recursos comprometidos para apoyar la constitución del banco malo. A 31 de diciembre de 2015 de las emisiones de deuda de la Sareb avaladas por el Estado son de 43.476 millones de euros.

Dinero gastado "innecesario"

En líneas generales, el informe dice que "las entidades fiscalizadas han cumplido adecuadamente la normativa reguladora", pero observa algunas "ineficiencias", sobre todo en la contabilización de las memorias económicas de las entidades rescatadas.

El FROB sugiere además algunos datos de gestión muy concretos y que pudieron suponer unos gastos excesivos para el Estado. Dice que en la venta de la cartera inmobiliaria de CX bautizada como "Hércules" no se acredita el haber valorado alternativas a su venta. Pero va más allá al afirmar que "los rendimientos abonados al inversor [...] ascendieron a 48 millones de euros, que no fueron objeto de retención a pesar de que pudieran estar sometidos al impuesto sobre la renta de los no residentes". El inversor fue el fondo Blackstone.

El informe incide en que el FROB no analizó el impacto fiscal de esta operación, ni consultó a la Dirección General de Tributos sobre este asunto.

Además, el informe señala que entre abril y octubre de 2011 se contrató a "expertos independientes la elaboración de los informes de due diligence y de valoración de CEISS y Liberbank antes de que estas entidades solicitaran formalmente apoyos financieros del FROB". Los informes costaron 1,4 millones de euros que el Frob dice que fueron "innecesarios".

En las recomendaciones finales, se pide al Frob que "para cada procedimiento de venta de entidades" rescatadas haga un documento a medida valorando y estableciendo "un sistema de contabilidad analítica" que permita conocer de forma directa e inmediata los recursos aplicados en cada uno de los procesos de reestructuración o resolución, así como los ingresos y gastos directamente imputables a los mismos.


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