subrayados (Revista VientoSur nº. 166)
Cristianismo de liberación: perspectivas marxistas y
ecosocialistas
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Michael Löwy. 246 pp.
VIENTOSUR
El Viejo Topo, 2019. 24 €
Marc Casanovas
Para hacer inteligible desde una perspectiva marxista
el acontecimiento de lo que Löwy llama cristianismo de liberación,
resulta imprescindible hacer una criba sobre los principales fetiches
que han esclerotizado el propio marxismo, empezando por “su versión vulgarizada
reducida al materialismo y al anticlericalismo de los filósofos burgueses del XVIII”.
Pero el libro nos muestra cómo esta criba es
dialéctica: no se trata de saber primero qué es el verdadero marxismo y
luego analizar el cristianismo de liberación. El cristianismo insurreccional
que ha atravesado América Latina la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros
días, en su práctica política, alumbró la tradición de los de abajo y rompió
con todas las idolatrías y supersticiones habituales de los comités centrales
de los PC del continente, las diatribas jesuíticas de sus intelectuales
orgánicos y la gris escolástica de sus MD-MH: etapismo, desarrollismo,
modernización, idolatría de Estado, economicismo…
Tal como señala el teólogo de la liberación Frei
Betto, “el marxismo es ante todo una teoría de la praxis revolucionaria”. En
efecto, y la teología de la liberación es la expresión teórica de una práctica
de miles de activistas y comunidades cristianas comprometidas con la
autoemancipación de los y las de abajo donde la preferencia por los pobres
se traduce en la inversión de este objeto de caridad cristiana a sujeto de
liberación. Así, sin este vasto movimiento social no se podrían entender las
revoluciones y los procesos insurreccionales que han atravesado el continente y
la preservación de la dignidad y la lucha sin fin de comunidades y sus imaginarios
frente a la modernización capitalista.
Las homologías estructurales entre marxismo y
cristianismo no están, pues, en el terreno de la secularización, sino en las
afinidades electivas de una visión del mundo alternativa, de una solidaridad
colectiva y lucha compartida, basada en la autoemancipación y una laicidad que
no acepta las compartimentaciones de la racionalización de la jaula de hierro
capitalista. Frente a las abstracciones cientificistas, el movimiento real,
decíamos, señala la necesidad de una reelaboración de la teoría marxista de la
religión y la propia tradición marxista. Löwy así lo hace: Marx y Engels,
Benjamin, Bloch, Mariátegui… Luego, el libro se adentra en el proceso de
gestación del cristianismo de liberación en América Latina y sus máximos
exponentes teóricos, confrontándolo con la ofensiva del evangelismo protestante
conservador. Finalmente aborda el principio de esperanza de una alternativa
ecosocialista al desarrollo capitalista inserta en las propias luchas del
llamado ecologismo de los pobres.
Yo sí te creo.
La cultura de la violación y el caso de los
sanfermines
Samara Velte. 192 pp. Txalaparta, 2019. 16 €
Begoña Zabala González
Este pequeño libro está escrito bajo la influencia de
las contradictorias sentencias de la Audiencia Provincial y del TSJN de
Navarra, que tantas tertulias han alimentado. Con el subtítulo de La cultura
de la violación se refiere, más que a ello, a un análisis de estilo
periodístico de este caso conocido como el de La manada. Más allá de los
detalles de lo sucedido, interesa a la autora conocer a fondo los porqués de
este tipo de agresiones y otros tipos de violencia que subyacen, además de la
explícita: la violencia simbólica, la violencia institucional y la violencia
discursiva.
Los títulos de los seis capítulos son significativos:
la piel, las manos, los oídos, los ojos, la boca y el cuerpo, para hablar del
contexto, las primeras respuestas, la respuesta judicial, las movilizaciones
frente a los despropósitos judiciales y los debates. Velte introduce en el
libro fragmentos literales de quince entrevistas realizadas sobre el tema que
apoyan de forma relajada el relato que nos entrega. Las personas son todas de
Euskal Herria (salvo una) y tienen relativa cercanía con la agresión:
militantes del movimiento feminista, profesoras/es de universidad, un
periodista y técnicas de la Administración.
La síntesis final, con la opinión de la autora, sirve
para situar el libro: “De la misma manera en que, para entender un cuerpo, se
analizan sus partes una a una, el caso de Pamplona fue un caso que aglutinó e
incorporó todos los aspectos, todas las partes de la sociedad patriarcal; por
eso cobró semejante relevancia. Más allá de la violencia física utilizada, ahí
estaba toda la violencia simbólica y discursiva difundida en los medios de
comunicación y en las redes sociales, así como todo un sistema judicial e
institucional que acompañaba la violencia contra las mujeres. Al mismo tiempo
surgían muchas voces que la denunciaban, protestando con fuerza y cuestionando las
respuestas recibidas. Gracias a estas se interpretó el caso como un conflicto
social y esta problematización sirvió para romper algunas creencias que estaban
muy arraigadas. La suma de todas estas partes forma el cuadro completo, el
cuerpo: una sociedad que posibilita y normaliza la violencia sexista”.
Conviene leer este texto, de lectura fácil, de forma
seguida. Cuando se llega al final, efectivamente, en el centro ha estado el
cuerpo de las mujeres. Quizá también el control del cuerpo de las mujeres, para
lo que este sistema heteropatriarcal no escatima esfuerzos ni medios: la
violencia concreta de violación, el miedo y la intimidación, el sistema
policial-judicial, los medios de comunicación a su servicio y la ideología
reaccionaria del rol de la mujer.
¿Vivir como buenos huérfanos? Ensayos sobre el sentido
de la vida en el Siglo de la Gran Prueba
Jorge Riechmann. 288 pp. Catarata, 2017. 18,5 €
Alberto García-Teresa
En este nuevo ensayo, Riechmann explora cómo afrontar
el colapso ecosocial inminente sin caer en el autoengaño, la religión ni la fe
en la ciencia. Huérfanos tras “la muerte de Dios”, el objetivo es aspirar a
“vivir sin buscar el sentido de la vida fuera de la misma vida, vivir sin
absolutos”. Buena parte del volumen aborda, en especial, el sentido de la
muerte (“se trata de aprender a morir para aprender a vivir”). Ahí arremete
contra la religión, pero no excluye una dimensión espiritual del ser humano.
Con todo, continúa priorizando la construcción de una cultura, no de dominación
sobre la naturaleza, sino de simbiosis con ella. Y formula claramente la clave
para ello: “Si pudiéramos aceptar que somos, esencialmente, animales con
responsabilidades especiales…”. Así propone un “humanismo de orfandad”: “Del
ser humano esencialmente lisiado, incompleto, defectuoso”, que se basa en
entender “el mundo como santuario; el ser humano como guardián (y administrador
prudente de la naturaleza, y hermano mayor de las demás criaturas); el
conocimiento en función del desarrollo espiritual”. Se trata de “un humanismo
ecológico, descentrado, no antropocéntrico”, articulado alrededor del “respeto
por la realidad (lo cual nos remite a una cosmovisión o paradigma de base
científica), la conexión con la vida (cosmovisión o paradigma de simbiosis con
la naturaleza) y la no dominación (aspecto esencial de una ética adecuada)”.
El libro se abre con una exposición documentadísima de
la coyuntura medioambiental que constata la gravedad: hay poco margen para “un
aterrizaje suave” en esta inminencia del colapso. Entonces apuesta por una
“contracción de emergencia” que sería posible mediante una revolución
ecosocialista y ecofeminista casi mundial “y en tiempo récord”. Para articular
todo ello nos exhorta a una “esperanza contrafáctica”, que es una de las
mayores aportaciones de la obra: “No quiere decir esperanza que ignore los
hechos, que no atienda a razones, que se ponga anteojeras. (…) Es la
disposición de quien, tras sopesar los hechos, examinar las razones y cultivar
cuanto puede la mirada lúcida, frente a la situación dramática o trágica no
arroja la toalla y persiste en un a pesar de”.
Por otra parte hay que señalar que el libro discurre
con la fluidez habitual de los ensayos del autor, que sabe avanzar con ligereza
a pesar de la densidad del contenido, plagado de citas y textos alternativos,
además de un pulido poético de las oraciones en muchas ocasiones. Riechmann,
por tanto, sigue contribuyendo a que pensemos el presente sin resignarnos y nos
ofrece herramientas filosóficas y políticas para intervenir en él.
Mujeres que ya no sufren por amor. Transformando el
mito romántico
Coral Herrera. 134 pp. Catarata, 2018. 15 €
Vanessa Amessa
Con una redacción muy clara y pedagógica, Coral
Herrera, comunicadora feminista, habitual autora de Píkara Magazine y
cuya obra se centra en la crítica al amor romántico, viene no a hablarnos de
los malos tratos sino de los buenos tratos; no de que lo personal es político
sino de que lo romántico también lo es. En este libro lleva a cabo un breve
análisis del amor romántico, producto del individualismo burgués y del
capitalismo occidental, que nos aísla a las mujeres y que, al ser un producto
del patriarcado, teme encontrarnos a las mujeres unidas, alegres y empoderadas.
Frente a ello, propone que querernos a nosotras mismas no es solo una cuestión
política sino todo un acto de rebeldía, ya que el patriarcado cuenta con una
doble estrategia: nos quiere en guerra contra nosotras mismas, pero también
entre nosotras, para que nos veamos así como enemigas en vez de como
compañeras. En lugar de decirnos qué no es amor o limitarse a la mera crítica
del amor romántico, la autora nos propone el amor compañero, basado en
el respeto mutuo, el buen trato y la igualdad, con el cual construir relaciones
libres y sanas. Sin embargo, la obra no se basa solamente en las relaciones de
a dos, sino que habla del amor en un sentido amplio y colectivo. Así, nos
invita a pensar también con qué tipo de comunidades y redes afectivas queremos
construir nuestra sociedad: redes de solidaridad y de ayuda mutua, pero también
de crianza y de cuidados.
Si hasta ahora hemos buscado otras formas de
organizarnos política, económica y socialmente, Herrera urge a hacerlo también
sexual y emocionalmente porque es la hora de una revolución amorosa, dado que
las emociones son también una cuestión social y política. El patriarcado
atraviesa todas nuestras relaciones personales y nuestra forma de cuidarnos y
de relacionarnos afectivamente. Nuestra gran asignatura pendiente es la
transformación del amor y de los sentimientos para liberar al amor del machismo
e inventar nuevas formas de relacionarnos. Si nuestra forma de amar es
patriarcal y capitalista, es necesaria igualmente una revolución de las
emociones. En este sentido, la autora hace una firme apuesta por
despatriarcalizar las emociones y analizar nuestra cultura amorosa con el fin
de transformarla. O, dicho con sus propias palabras: “desalojar al patriarcado
de nuestras mentes, nuestros corazones y nuestros coños”. Sin duda alguna, el
gran potencial de los textos de Coral Herrera está en el amor compañero
que desprenden sus palabras y en las ganas que estas generan de seguir luchando
por transformar el mundo de dentro hacia fuera en pie de igualdad. Puro
feminismo del bueno hacia nosotras mismas/os y con nuestras/os compañeras/os.
Memorial de ausencias.
Poesía 2004-2015
Antonio Crespo Massieu. 508 pp.
Tigres de Papel, 2019. 20 €
María Ángeles Maeso
Crespo Massieu es, por encima de todo, el poeta que
asume su oficio en serio; el que vincula, en una honda coherencia, su hacer y
decir como ciudadano con la materia subjetiva del poema. Así lo expresaba en un
libro escrito durante la Guerra de Irak, En este lugar, con el que
obtuvo el premio Ciudad de Irún 2004: “La poesía/ créame usted/ es rigor/
palabra exacta/ pesa y sopesa/ uno a uno los vocablos/ aquilata cada pausa/ lo
dicho lo apenas nombrado/ incluso el silencio/ cada letra cada mínimo signo/
créame usted /Señor Presidente/ es cuestión de conciencia/ y en ello le va la
vida/ el mundo/ a cada poeta”. De ahí, de esa cuestión de conciencia, también
los trabajos de investigación en el área de la creación literaria, los
seminarios sobre análisis del lenguaje poético o la traducción de poetas
portugueses como Cesário Verde. Todo al paso de su propia obra; todo
equilibrado en la balanza del viejo kaloskaiagathzos de la conciencia.
Ahora nos entrega su poesía reunida bajo un título que
vertebra toda su obra: Memorial de ausencias. Quinientas páginas para
mirar el mundo con los ojos de las víctimas, escuchando, sin bajar la mirada,
las voces de los ausentes. Quinientas páginas en las que cada poema presenta lo
que debe ser salvado del olvido; porque a ese norte se ajusta su poética: “Que
este memorial sea espacio de acogimiento, casa de los ausentes, memoria viva de
los nunca nombrados, rescate del tiempo”. Es el deseo que el poeta formula, y
podemos aseverar que, desde el primero de sus libros, su poesía es la casa de
acogida de los ausentes, la que sigue abierta hasta sus últimos poemas. Con esa
mirada salvadora del olvido levanta Crespo Massieu estremecedoras elegías (como
la dedicada a Companys o las que forman parte de Los regresados) hasta
llegar al inmenso pathos sostenido a lo largo de su Elegía en Portbou,
para hacer de este nombre el símbolo donde el ángel de Klee mira espantado.
Portbou, el lugar por el que Benjamin deambula como perro abandonado, el de los
trenes que parten a los campos de exterminio. El mismo espacio que resiste en
su Obstinada memoria, donde se adelgaza su lenguaje hasta hacerlo música
del silencio, historia de la piedad y de la palabra musitada. La misma voz
del ángel que levanta este Memorial, capaz de arrancarle belleza y
esperanza a la más honda noche; ahí, donde la “Mujer con alcuza” de nuestra posguerra
es la misma mujer de la Plaza de Mayo argentina, la misma que al poeta le
arranca la inquietante pregunta: “¿Nunca vencida?”.
A ese espacio sin certezas, a ese lenguaje de “tierra
herida/ con trabajo cultivada” nos lleva su poesía. Así actualiza Crespo
Massieu la elegía clásica. No se le puede pedir más a un poeta.
El orden biopolítico
Vicente Serrano Marín. 183 pp.
El Viejo Topo, 2017. 18 €
Antonio García Vila
Licenciado en Derecho, filósofo, profesor titular en
la Universidad Austral de Chile desde 2011, el año en el cual ganó el premio
Anagrama de ensayo con La herida de Spinoza, Vicente Serrano nos ofrece
en su último trabajo una acertada reflexión sobre uno de los conceptos
foucaultianos que más éxito ha cosechado y, paradójicamente, más confusión ha
generado: la biopolítica. Tras su muerte, Foucault pasó por una especie de
purgatorio que fue despojándole de casi todos los méritos que, en sus años de
esplendor, le encumbraron. Agotada la moda de insultar a Sartre, Foucault
parecía ser un buen sustituto para desahogarse. Afortunadamente, Vicente
Serrano, en vez de despreciarlo, lo ha leído con acierto y provecho, lo ha
interpretado con agudeza y ha recuperado lo más relevante de su obra; lo más
incisivo e intempestivo. Y eso, seguramente, está relacionado con el orden
biopolítico, con los análisis foucaultianos sobre la verdad y el poder, el sexo
y la locura, la población y la gobernabilidad, el liberalismo y la economía. El
concepto de lo biopolítico, según explica Serrano, parece el resultado lógico,
natural, de los trabajos genealógicos previos, de las horas de archivo y
erudición, de la Historia de la locura y la primera parte de Historia
de la sexualidad. Pero, para entenderlo con precisión, Serrano se remonta a
un autor al que conoce bien, Spinoza, y, cómo no, a la Ilustración y a Marx.
Pues con Marx, como con Freud, Foucault ha de ajustar cuentas.
Alejada de las interpretaciones de Esposito y de
Agamben, pero también de las de Negri, por ejemplo, marcada por los amplios
conocimientos del autor de los años salvajes de la filosofía alemana, la
lectura de Serrano se sitúa en un ámbito materialista, respetuoso con la
herencia ilustrada, pero que reclama nuevas ideas que se adecuen a los tiempos
actuales. Un Foucault desprovisto por el paso del tiempo de sus aristas más
polémicas, pero un Foucault vivo, que forma parte ineludible de la filosofía
que habrá de dar cuenta en los próximos años de las vidas que vivimos.
Ontología del presente, la foucaultiana, ubicación del deseo en el centro mismo
de la nueva ideología total, una ideología que ya no se llama así y que
rebasa las tradicionales interpretaciones marxistas, inteligencia general;
trabajo de crítica, microfísica y teoría: proyecto inacabado de ética y
estética. Un Foucault que aún tiene mucho que decir, como comprobamos en este
estupendo libro, en suma, de filosofía.
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