miércoles, 11 de diciembre de 2019

FRANCIA. SE ME HACE QUE LOS TRABAJADORES FRANCESES VAN SABIENDO QUIENES LES ROBAN SU BIENESTAR. NOSOTROS MIENTRAS TANTO POR AQUÍ NOS ANDAMOS, TOLEDEANDO Y SALTANDO DE UNA TONTADA A OTRA. Y AHORA SINTIÉNDOLO MUCHO MUCHO LES DEJO, QUE TENGO QUE PONER MI BANDERA DE 19.112,2 KM. LINEALES, POR 425.001 KMS., VISTA A LO ANCHO Y UN GROSOR MEDIO DE 19 KMS.(Y SI USTEDES NO SABEN PONER BANDERAS NO SE PONGAN A HACER LO QUE NO SABEN)

 

Francia, en su 6.º día de paro contra la reforma de las pensiones.




AFP

Francia cumple su sexta jornada de paro nacional contra la reforma del sistema de pensiones del presidente Emmanuel Macron, 10 de diciembre de 2019.

Trabajadores aeroportuarios, profesores y empleados de otros sectores en Francia se sumaron este martes a las manifestaciones, iniciadas el pasado jueves 5 de diciembre, tras el fracaso de las negociaciones realizadas ayer por el Gobierno de Macron y los sindicatos.

La mayoría de las líneas de metro de París, la capital francesa, permanecieron cerradas, lo que obligó a miles de personas ir a pie o en bicicleta a sus lugares de trabajo en la capital, la ciudad más afectada por la huelga.

Solo uno de cada cinco trenes de alta velocidad estaba funcionando, y la aerolínea Air France suspendió el 25 por ciento de los vuelos nacionales y el 10 por ciento de sus vuelos internacionales cortos.


Fotos: AFP

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QUE CRISTO NOS COJA CONFESADOS Y MARX CON EL CAPITAL LEIDO (Y entendido, claro está, porque de no ser así, vendria a significar lo mismo que don sin din = cojones en latín)


subrayados (Revista VientoSur nº. 166)



Cristianismo de liberación: perspectivas marxistas y ecosocialistas



FOTO
Michael Löwy. 246 pp.
VIENTOSUR
El Viejo Topo, 2019. 24 €
Marc Casanovas

Para hacer inteligible desde una perspectiva marxista el acontecimiento de lo que Löwy llama cristianismo de liberación, resulta imprescindible hacer una criba sobre los principales fetiches que han esclerotizado el propio marxismo, empezando por “su versión vulgarizada reducida al materialismo y al anticlericalismo de los filósofos burgueses del XVIII”.

Pero el libro nos muestra cómo esta criba es dialéctica: no se trata de saber primero qué es el verdadero marxismo y luego analizar el cristianismo de liberación. El cristianismo insurreccional que ha atravesado América Latina la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, en su práctica política, alumbró la tradición de los de abajo y rompió con todas las idolatrías y supersticiones habituales de los comités centrales de los PC del continente, las diatribas jesuíticas de sus intelectuales orgánicos y la gris escolástica de sus MD-MH: etapismo, desarrollismo, modernización, idolatría de Estado, economicismo…

Tal como señala el teólogo de la liberación Frei Betto, “el marxismo es ante todo una teoría de la praxis revolucionaria”. En efecto, y la teología de la liberación es la expresión teórica de una práctica de miles de activistas y comunidades cristianas comprometidas con la autoemancipación de los y las de abajo donde la preferencia por los pobres se traduce en la inversión de este objeto de caridad cristiana a sujeto de liberación. Así, sin este vasto movimiento social no se podrían entender las revoluciones y los procesos insurreccionales que han atravesado el continente y la preservación de la dignidad y la lucha sin fin de comunidades y sus imaginarios frente a la modernización capitalista.

Las homologías estructurales entre marxismo y cristianismo no están, pues, en el terreno de la secularización, sino en las afinidades electivas de una visión del mundo alternativa, de una solidaridad colectiva y lucha compartida, basada en la autoemancipación y una laicidad que no acepta las compartimentaciones de la racionalización de la jaula de hierro capitalista. Frente a las abstracciones cientificistas, el movimiento real, decíamos, señala la necesidad de una reelaboración de la teoría marxista de la religión y la propia tradición marxista. Löwy así lo hace: Marx y Engels, Benjamin, Bloch, Mariátegui… Luego, el libro se adentra en el proceso de gestación del cristianismo de liberación en América Latina y sus máximos exponentes teóricos, confrontándolo con la ofensiva del evangelismo protestante conservador. Finalmente aborda el principio de esperanza de una alternativa ecosocialista al desarrollo capitalista inserta en las propias luchas del llamado ecologismo de los pobres.

Yo sí te creo. 

La cultura de la violación y el caso de los sanfermines
Samara Velte. 192 pp. Txalaparta, 2019. 16 €
Begoña Zabala González

Este pequeño libro está escrito bajo la influencia de las contradictorias sentencias de la Audiencia Provincial y del TSJN de Navarra, que tantas tertulias han alimentado. Con el subtítulo de La cultura de la violación se refiere, más que a ello, a un análisis de estilo periodístico de este caso conocido como el de La manada. Más allá de los detalles de lo sucedido, interesa a la autora conocer a fondo los porqués de este tipo de agresiones y otros tipos de violencia que subyacen, además de la explícita: la violencia simbólica, la violencia institucional y la violencia discursiva.

Los títulos de los seis capítulos son significativos: la piel, las manos, los oídos, los ojos, la boca y el cuerpo, para hablar del contexto, las primeras respuestas, la respuesta judicial, las movilizaciones frente a los despropósitos judiciales y los debates. Velte introduce en el libro fragmentos literales de quince entrevistas realizadas sobre el tema que apoyan de forma relajada el relato que nos entrega. Las personas son todas de Euskal Herria (salvo una) y tienen relativa cercanía con la agresión: militantes del movimiento feminista, profesoras/es de universidad, un periodista y técnicas de la Administración.

La síntesis final, con la opinión de la autora, sirve para situar el libro: “De la misma manera en que, para entender un cuerpo, se analizan sus partes una a una, el caso de Pamplona fue un caso que aglutinó e incorporó todos los aspectos, todas las partes de la sociedad patriarcal; por eso cobró semejante relevancia. Más allá de la violencia física utilizada, ahí estaba toda la violencia simbólica y discursiva difundida en los medios de comunicación y en las redes sociales, así como todo un sistema judicial e institucional que acompañaba la violencia contra las mujeres. Al mismo tiempo surgían muchas voces que la denunciaban, protestando con fuerza y cuestionando las respuestas recibidas. Gracias a estas se interpretó el caso como un conflicto social y esta problematización sirvió para romper algunas creencias que estaban muy arraigadas. La suma de todas estas partes forma el cuadro completo, el cuerpo: una sociedad que posibilita y normaliza la violencia sexista”.

Conviene leer este texto, de lectura fácil, de forma seguida. Cuando se llega al final, efectivamente, en el centro ha estado el cuerpo de las mujeres. Quizá también el control del cuerpo de las mujeres, para lo que este sistema heteropatriarcal no escatima esfuerzos ni medios: la violencia concreta de violación, el miedo y la intimidación, el sistema policial-judicial, los medios de comunicación a su servicio y la ideología reaccionaria del rol de la mujer.

¿Vivir como buenos huérfanos? Ensayos sobre el sentido de la vida en el Siglo de la Gran Prueba 

Jorge Riechmann. 288 pp. Catarata, 2017. 18,5 €
Alberto García-Teresa

En este nuevo ensayo, Riechmann explora cómo afrontar el colapso ecosocial inminente sin caer en el autoengaño, la religión ni la fe en la ciencia. Huérfanos tras “la muerte de Dios”, el objetivo es aspirar a “vivir sin buscar el sentido de la vida fuera de la misma vida, vivir sin absolutos”. Buena parte del volumen aborda, en especial, el sentido de la muerte (“se trata de aprender a morir para aprender a vivir”). Ahí arremete contra la religión, pero no excluye una dimensión espiritual del ser humano. Con todo, continúa priorizando la construcción de una cultura, no de dominación sobre la naturaleza, sino de simbiosis con ella. Y formula claramente la clave para ello: “Si pudiéramos aceptar que somos, esencialmente, animales con responsabilidades especiales…”. Así propone un “humanismo de orfandad”: “Del ser humano esencialmente lisiado, incompleto, defectuoso”, que se basa en entender “el mundo como santuario; el ser humano como guardián (y administrador prudente de la naturaleza, y hermano mayor de las demás criaturas); el conocimiento en función del desarrollo espiritual”. Se trata de “un humanismo ecológico, descentrado, no antropocéntrico”, articulado alrededor del “respeto por la realidad (lo cual nos remite a una cosmovisión o paradigma de base científica), la conexión con la vida (cosmovisión o paradigma de simbiosis con la naturaleza) y la no dominación (aspecto esencial de una ética adecuada)”.

El libro se abre con una exposición documentadísima de la coyuntura medioambiental que constata la gravedad: hay poco margen para “un aterrizaje suave” en esta inminencia del colapso. Entonces apuesta por una “contracción de emergencia” que sería posible mediante una revolución ecosocialista y ecofeminista casi mundial “y en tiempo récord”. Para articular todo ello nos exhorta a una “esperanza contrafáctica”, que es una de las mayores aportaciones de la obra: “No quiere decir esperanza que ignore los hechos, que no atienda a razones, que se ponga anteojeras. (…) Es la disposición de quien, tras sopesar los hechos, examinar las razones y cultivar cuanto puede la mirada lúcida, frente a la situación dramática o trágica no arroja la toalla y persiste en un a pesar de”.

Por otra parte hay que señalar que el libro discurre con la fluidez habitual de los ensayos del autor, que sabe avanzar con ligereza a pesar de la densidad del contenido, plagado de citas y textos alternativos, además de un pulido poético de las oraciones en muchas ocasiones. Riechmann, por tanto, sigue contribuyendo a que pensemos el presente sin resignarnos y nos ofrece herramientas filosóficas y políticas para intervenir en él.

Mujeres que ya no sufren por amor. Transformando el mito romántico

Coral Herrera. 134 pp. Catarata, 2018. 15 €
Vanessa Amessa

Con una redacción muy clara y pedagógica, Coral Herrera, comunicadora feminista, habitual autora de Píkara Magazine y cuya obra se centra en la crítica al amor romántico, viene no a hablarnos de los malos tratos sino de los buenos tratos; no de que lo personal es político sino de que lo romántico también lo es. En este libro lleva a cabo un breve análisis del amor romántico, producto del individualismo burgués y del capitalismo occidental, que nos aísla a las mujeres y que, al ser un producto del patriarcado, teme encontrarnos a las mujeres unidas, alegres y empoderadas. Frente a ello, propone que querernos a nosotras mismas no es solo una cuestión política sino todo un acto de rebeldía, ya que el patriarcado cuenta con una doble estrategia: nos quiere en guerra contra nosotras mismas, pero también entre nosotras, para que nos veamos así como enemigas en vez de como compañeras. En lugar de decirnos qué no es amor o limitarse a la mera crítica del amor romántico, la autora nos propone el amor compañero, basado en el respeto mutuo, el buen trato y la igualdad, con el cual construir relaciones libres y sanas. Sin embargo, la obra no se basa solamente en las relaciones de a dos, sino que habla del amor en un sentido amplio y colectivo. Así, nos invita a pensar también con qué tipo de comunidades y redes afectivas queremos construir nuestra sociedad: redes de solidaridad y de ayuda mutua, pero también de crianza y de cuidados.

Si hasta ahora hemos buscado otras formas de organizarnos política, económica y socialmente, Herrera urge a hacerlo también sexual y emocionalmente porque es la hora de una revolución amorosa, dado que las emociones son también una cuestión social y política. El patriarcado atraviesa todas nuestras relaciones personales y nuestra forma de cuidarnos y de relacionarnos afectivamente. Nuestra gran asignatura pendiente es la transformación del amor y de los sentimientos para liberar al amor del machismo e inventar nuevas formas de relacionarnos. Si nuestra forma de amar es patriarcal y capitalista, es necesaria igualmente una revolución de las emociones. En este sentido, la autora hace una firme apuesta por despatriarcalizar las emociones y analizar nuestra cultura amorosa con el fin de transformarla. O, dicho con sus propias palabras: “desalojar al patriarcado de nuestras mentes, nuestros corazones y nuestros coños”. Sin duda alguna, el gran potencial de los textos de Coral Herrera está en el amor compañero que desprenden sus palabras y en las ganas que estas generan de seguir luchando por transformar el mundo de dentro hacia fuera en pie de igualdad. Puro feminismo del bueno hacia nosotras mismas/os y con nuestras/os compañeras/os.

Memorial de ausencias.
Poesía 2004-2015

Antonio Crespo Massieu. 508 pp.
Tigres de Papel, 2019. 20 €
María Ángeles Maeso

Crespo Massieu es, por encima de todo, el poeta que asume su oficio en serio; el que vincula, en una honda coherencia, su hacer y decir como ciudadano con la materia subjetiva del poema. Así lo expresaba en un libro escrito durante la Guerra de Irak, En este lugar, con el que obtuvo el premio Ciudad de Irún 2004: “La poesía/ créame usted/ es rigor/ palabra exacta/ pesa y sopesa/ uno a uno los vocablos/ aquilata cada pausa/ lo dicho lo apenas nombrado/ incluso el silencio/ cada letra cada mínimo signo/ créame usted /Señor Presidente/ es cuestión de conciencia/ y en ello le va la vida/ el mundo/ a cada poeta”. De ahí, de esa cuestión de conciencia, también los trabajos de investigación en el área de la creación literaria, los seminarios sobre análisis del lenguaje poético o la traducción de poetas portugueses como Cesário Verde. Todo al paso de su propia obra; todo equilibrado en la balanza del viejo kaloskaiagathzos de la conciencia.

Ahora nos entrega su poesía reunida bajo un título que vertebra toda su obra: Memorial de ausencias. Quinientas páginas para mirar el mundo con los ojos de las víctimas, escuchando, sin bajar la mirada, las voces de los ausentes. Quinientas páginas en las que cada poema presenta lo que debe ser salvado del olvido; porque a ese norte se ajusta su poética: “Que este memorial sea espacio de acogimiento, casa de los ausentes, memoria viva de los nunca nombrados, rescate del tiempo”. Es el deseo que el poeta formula, y podemos aseverar que, desde el primero de sus libros, su poesía es la casa de acogida de los ausentes, la que sigue abierta hasta sus últimos poemas. Con esa mirada salvadora del olvido levanta Crespo Massieu estremecedoras elegías (como la dedicada a Companys o las que forman parte de Los regresados) hasta llegar al inmenso pathos sostenido a lo largo de su Elegía en Portbou, para hacer de este nombre el símbolo donde el ángel de Klee mira espantado. Portbou, el lugar por el que Benjamin deambula como perro abandonado, el de los trenes que parten a los campos de exterminio. El mismo espacio que resiste en su Obstinada memoria, donde se adelgaza su lenguaje hasta hacerlo música del silencio, historia de la piedad y de la palabra musitada. La misma voz del ángel que levanta este Memorial, capaz de arrancarle belleza y esperanza a la más honda noche; ahí, donde la “Mujer con alcuza” de nuestra posguerra es la misma mujer de la Plaza de Mayo argentina, la misma que al poeta le arranca la inquietante pregunta: “¿Nunca vencida?”.

A ese espacio sin certezas, a ese lenguaje de “tierra herida/ con trabajo cultivada” nos lleva su poesía. Así actualiza Crespo Massieu la elegía clásica. No se le puede pedir más a un poeta.

El orden biopolítico
Vicente Serrano Marín. 183 pp.
El Viejo Topo, 2017. 18 €
Antonio García Vila

Licenciado en Derecho, filósofo, profesor titular en la Universidad Austral de Chile desde 2011, el año en el cual ganó el premio Anagrama de ensayo con La herida de Spinoza, Vicente Serrano nos ofrece en su último trabajo una acertada reflexión sobre uno de los conceptos foucaultianos que más éxito ha cosechado y, paradójicamente, más confusión ha generado: la biopolítica. Tras su muerte, Foucault pasó por una especie de purgatorio que fue despojándole de casi todos los méritos que, en sus años de esplendor, le encumbraron. Agotada la moda de insultar a Sartre, Foucault parecía ser un buen sustituto para desahogarse. Afortunadamente, Vicente Serrano, en vez de despreciarlo, lo ha leído con acierto y provecho, lo ha interpretado con agudeza y ha recuperado lo más relevante de su obra; lo más incisivo e intempestivo. Y eso, seguramente, está relacionado con el orden biopolítico, con los análisis foucaultianos sobre la verdad y el poder, el sexo y la locura, la población y la gobernabilidad, el liberalismo y la economía. El concepto de lo biopolítico, según explica Serrano, parece el resultado lógico, natural, de los trabajos genealógicos previos, de las horas de archivo y erudición, de la Historia de la locura y la primera parte de Historia de la sexualidad. Pero, para entenderlo con precisión, Serrano se remonta a un autor al que conoce bien, Spinoza, y, cómo no, a la Ilustración y a Marx. Pues con Marx, como con Freud, Foucault ha de ajustar cuentas.

Alejada de las interpretaciones de Esposito y de Agamben, pero también de las de Negri, por ejemplo, marcada por los amplios conocimientos del autor de los años salvajes de la filosofía alemana, la lectura de Serrano se sitúa en un ámbito materialista, respetuoso con la herencia ilustrada, pero que reclama nuevas ideas que se adecuen a los tiempos actuales. Un Foucault desprovisto por el paso del tiempo de sus aristas más polémicas, pero un Foucault vivo, que forma parte ineludible de la filosofía que habrá de dar cuenta en los próximos años de las vidas que vivimos. Ontología del presente, la foucaultiana, ubicación del deseo en el centro mismo de la nueva ideología total, una ideología que ya no se llama así y que rebasa las tradicionales interpretaciones marxistas, inteligencia general; trabajo de crítica, microfísica y teoría: proyecto inacabado de ética y estética. Un Foucault que aún tiene mucho que decir, como comprobamos en este estupendo libro, en suma, de filosofía.

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