viernes, 17 de noviembre de 2023
Dos guerras
Las guerras en Ucrania y
Palestina son en realidad parte de una misma guerra global: la que opone al
“Occidente colectivo” al emergente mundo multipolar. Un conflicto destinado a
durar muchos años y que irá manifestándose en formas diferentes
Dos guerras
El Viejo Topo
17 noviembre, 2023
La que se está librando en Ucrania, y la que se está librando en Palestina, no son simplemente dos guerras que enfrentan al Occidente colectivo contra el mundo multipolar, sino que en realidad son observables como dos batallas de una misma y gran guerra global, en la que la hegemonía estadounidense en declive se enfrenta a las potencias emergentes. Un conflicto destinado a durar años y que estará marcado por nuevas «batallas» en diferentes cuadrantes del tablero mundial.
Quizás por primera vez desde 1945, el llamado Occidente colectivo se enfrenta a
dos guerras importantes al mismo tiempo. Esto ya es una situación excepcional
en sí misma, pero lo es aún más porque el mundo occidental atraviesa una fase
cuando menos complicada y en la que ciertamente su poder (no sólo militar) está
siendo abiertamente cuestionado y puesto en tela de juicio, por diversos
actores de la escena internacional. Y aunque, sobre todo en los círculos
angloamericanos, una larga familiaridad con la geopolítica y las estrategias
globales debería ayudar a leer correctamente la fase, no parece que éste sea el
caso. O al menos, no del todo.
Desde el punto
de vista de Occidente, de hecho, parece que —simplemente— una guerra elimina a
la otra. Tras haber archivado la de Ucrania, que se daba esencialmente por
perdida y que en cualquier caso es ahora más bien una fuente de vergüenza y
molestia, Estados Unidos y la OTAN parecen haberse lanzado a la (renovada)
guerra israelo-palestina, con el mismo entusiasmo que en los primeros meses en
Ucrania.
Aunque por el
momento es sólo Estados Unidos quien apoya económicamente a Israel, mientras
que los países europeos se limitan a un apoyo político total e incondicional[1],
es evidente que la onda larga de esta guerra acabará afectando de nuevo a estos
últimos. Y una vez más donde más duele, en las fuentes de abastecimiento
energético. Con ello, se pone de manifiesto una vez más cómo las clases
dirigentes europeas no sólo están completamente supeditadas al imperio
estadounidense, sino que además están formadas por dirigentes de una
mediocridad absoluta, si no peor.
Lo que resulta,
sin embargo, es que la percepción de estas guerras, en Occidente, es del todo
superficial. Se trata, por supuesto, de un viejo problema, que afecta a todas
las guerras que han seguido a la Segunda Guerra Mundial. Todos los conflictos
en los que se han visto implicados los países del Occidente colectivo han sido,
de hecho, asimétricos (contra enemigos decididamente menos poderosos), de
impacto limitado (relativamente pocas bajas, balance económico generalmente
siempre positivo), en cualquier caso políticamente ventajosos (incluso cuando
terminan en derrota, el legado del caos siempre beneficia al hegemón) y, sobre
todo, todos se han librado lejos de casa.
Existe, por tanto, una percepción diferente de la guerra, por parte del mundo occidental, que se ha ido formando a lo largo de los últimos ochenta años. Una percepción que, fundamentalmente, se resume en la idea de que podemos librar tantas guerras como queramos en condiciones de seguridad. Seguridad que, precisamente, nos vendría dada por una abrumadora superioridad tecnológica y militar, tal que nos permitiera proyectar nuestro poder bélico siempre y en todo caso en casa del enemigo de turno, manteniendo a raya todas las desagradables consecuencias que siempre acompañan a una guerra.
Este paradigma sigue siendo válido, pero ya empieza a resquebrajarse. Los
costes económicos, especialmente para los países europeos, se están volviendo
insostenibles, y es evidente que para mantener el ritmo de su (inevitable)
crecimiento, el modelo de bienestar al que estamos acostumbrados se verá cada
vez más erosionado[2].
Los costes políticos crecen en paralelo, tanto en términos de mayor y creciente
pérdida de cualquier espacio de autonomía (respecto al imperio washingtoniano),
como en términos de pérdida de credibilidad y fiabilidad internacional.
Nos queda
-quién sabe cuánto tiempo más- la posibilidad de trasladar siempre las guerras
a casa ajena. Pero la línea del frente está cada vez más cerca.
Un hecho
fundamental, que escapa al liderazgo occidental (y a la opinión pública), o que
en todo caso se lee en clave mistificadora, es la profunda conexión entre las
guerras en nuestras fronteras. Mientras tanto, y esto no es poca cosa, por
primera vez tenemos dos conflictos extremadamente duros, y extremadamente
peligrosos, al mismo tiempo. Ambos tienen lugar cerca de los limes del imperio,
al este y al sur, y ambos nos ven profundamente alineados e implicados; sólo
falta esa última línea roja por cruzar, la implicación directa.
En cualquier caso, no es sólo por la proximidad por lo que estas dos guerras están conectadas. De hecho, en ambos casos, es mucho más relevante la naturaleza profunda de las mismas que las conecta. Son, de diferentes maneras, y con diferentes razones contingentes, dos momentos del desafío que el resto del mundo plantea al imperio, a su hegemonía. Es más, incluso pueden leerse como interrelacionados: sin el conflicto de Ucrania (sin lo que lo hizo posible, sin su desenlace), el actual conflicto de Palestina probablemente no se habría manifestado, no al menos en estos términos.
La cuestión es que ambos son como dos batallas separadas, pero de la misma Gran
Guerra Global.
Esta guerra se está librando, y se librará una y otra vez, con más y más
batallas, según un patrón políticamente asimétrico, en el sentido de que los
objetivos de las partes beligerantes son diferentes y no simplemente opuestos.
Para Occidente, se trata de intentar mantener su hegemonía, de intentar
desgastar al enemigo para retrasar lo más posible su crecimiento (económico,
militar y político). Para el resto del mundo, se trata de deshacerse de esa
hegemonía, no de sustituirla por otra.
Esta asimetría
tiene una consecuencia inmediata en las formas, y sobre todo en los tiempos, en
que se enfrentan las partes en conflicto. Para el Occidente hegemónico, se
trata de una carrera contra el tiempo, lo que le obliga a ser cada vez más
agresivo y beligerante. Para el mundo multipolar, el tiempo es el mejor aliado,
por lo que sólo entrará en batalla cuando sea estrictamente necesario, y en
cualquier caso nunca dejando que el enemigo determine las reglas. Cada batalla
se librará cuando y como se considere oportuno.
Es el imperio
el que busca la confrontación, pero debe temerla siempre.
El General
Tiempo es un poco la versión contemporánea de lo que fue el General Invierno en
las campañas rusas. Todos los actores internacionales que se enfrentan
-voluntaria o involuntariamente- a la agresión hegemónica de Occidente son
conscientes de ello y cuentan con ello. Y también extraen sistemáticamente de
ello importantes indicaciones estratégicas y tácticas.
A pesar de que
Rusia tenía, por ejemplo, el potencial militar para doblegar a Ucrania en poco
tiempo, prefirió adoptar un enfoque diferente, basado en desgastar al enemigo.
Gracias a este enfoque, la guerra en Ucrania está produciendo mucho más que la
derrota del régimen de Kiev, que habría dejado -de haber sido rápida- un reguero
de problemas sin resolver. Al poner el General Tiempo en su lugar, Moscú está
logrando muchos resultados mucho más importantes.
En primer
lugar, está demoliendo al ejército ucraniano. Por mucho que la OTAN haya
comprometido considerables recursos, al menos desde 2014, para reforzarlo y
ponerlo a su nivel, hoy las AFU están en una situación desesperada; baste decir
que la edad media de los militares en activo es de 40 años, la edad de
alistamiento se está rebajando a 17 años y la movilización ha llegado a las
mujeres. Incluso sin contar con el alto nivel de renuncias, fomentado por la
enorme corrupción, esto significa que generaciones de jóvenes varones han sido
más que diezmadas[3].
La guerra de desgaste también ha llevado a la destrucción de colosales arsenales militares, no sólo ucranianos sino de todo Occidente. Mientras que la industria bélica rusa ha dado pasos de gigante, multiplicando la producción y utilizando la experiencia de combate para desarrollar sistemas de armas más avanzados y eficaces[4]. Y lo que es más importante, en Ucrania Rusia ha demostrado que las armas y las tácticas de la OTAN no son en absoluto invencibles, sino al contrario, que es posible desafiar y derrotar al hegemón precisamente allí donde se sentía más seguro, es decir, en el campo de batalla.
Por supuesto, la OTAN sigue creyendo que tiene esta superioridad, pues su
fuerza aérea y naval se considera enormemente superior. Pero, como informa la
revista Military Watch, «la OTAN es significativamente inferior a
Rusia en cantidad y calidad de misiles antiaéreos».
En cualquier
caso, el conflicto ucraniano ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema
bélico de la OTAN y, por tanto, su capacidad de desafío.
Todo ello -el
fracaso ucraniano, la derrota del armamento de la OTAN, el gran desarrollo de
la industria bélica rusa, por no hablar de la creación de facto de un sólido
frente antihegemónico con Irán, Corea del Norte y China- supone un importante
revés para los designios estratégicos estadounidenses, para los que se traduce
en la necesidad de ralentizar su puesta en práctica dando tiempo a sus
enemigos.
En efecto, al enemigo estratégico de EEUU, China, por un lado se le mantiene bajo presión (con sanciones, amenazas de endurecerlas por la colaboración con Rusia e Irán, provocaciones militares en torno a Taiwán, y los empujes expansivos de la OTAN en el Indo-Pacífico), y por otro se le ablanda con declaraciones de distensión y propuestas de coexistencia pacífica. Washington sabe que es improbable que gane económicamente la competición con Pekín, por lo que debe intentar ralentizar su desarrollo y, al mismo tiempo, acelerarlo de cara al enfrentamiento, siempre que crea que tiene margen suficiente para asegurarse una victoria militar. Dentro de este marco estratégico, la guerra de Ucrania acabó siendo un revés más que un paso adelante.
Del mismo modo, el repentino recrudecimiento del conflicto palestino-israelí se
presenta como un obstáculo para las estrategias globales estadounidenses. Para
Estados Unidos, de hecho, el control de Oriente Próximo es tan fundamental como
el control de Europa, siendo estos dos activos estratégicos indispensables, por
razones obvias. En particular, por lo que respecta al modus operandi, Israel
representa el pivote sobre el que se basa toda la estrategia de control de la
región; una estrategia que, a su vez, se articula fundamentalmente en dividir
el frente árabe, vinculándolo precisamente a Tel Aviv, y para ello requiere que
el principal motivo de tensión -la cuestión palestina, precisamente- sea silenciado
constantemente. Este delicado equilibrio, ya amenazado por la mediación china
que puso fin a la hostilidad entre Arabia Saudí e Irán[5],
saltó por los aires con la iniciativa palestina del 7 de octubre.
Con el
lanzamiento de la Operación Al-Aqsa Flood, de hecho, la resistencia palestina
no sólo ha roto estos equilibrios, sino que, exactamente igual que hizo antes
el conflicto ucraniano, ha hecho añicos el mito de la invencibilidad de Tsahal
y de los servicios israelíes, ha mostrado su desafío.
No sólo eso, el
movimiento palestino volvió a situar a Palestina en el centro del debate
mundial y, al allanar el camino para la previsible reacción israelí, obligó a
Estados Unidos a precipitarse sobre el terreno para apoyar a su aliado,
ahondando así el surco de desconfianza entre Occidente y el resto del mundo.
Aunque era
obvio que las formaciones de combatientes de la resistencia no podrían vencer a
las IDF en un ataque, del mismo modo que era obvio que Israel reaccionaría
salvajemente, la tormenta funciona brillantemente cuando se contempla desde su
perspectiva estratégica, que una vez más se centra en desgastar al enemigo.
Como dijo el líder de Hezbolá durante su discurso del Día de los Mártires,
«estamos en una batalla de constancia, paciencia y acumulación de resultados,
una batalla para ganar puntos con el tiempo»[6].
Las fuerzas de
la resistencia, en Palestina y fuera de ella, son sin duda absolutamente
capaces de resistir al ejército israelí y, por tanto, de mantener a Estados
Unidos inmovilizado en Oriente Próximo, obligado a apoyar otra guerra, esta vez
de baja intensidad, que su aliado es incapaz de ganar por sí solo.
Incluso en
Palestina, por tanto, el clima general vuelve a frustrar los designios del
imperio estadounidense. Tanto Netanyahu como su ministro de Defensa, Gallant,
hablan abiertamente de una guerra que durará meses, si no más, para derrotar a
Hamás. Pero, ¿puede resistir un enfrentamiento de esta duración, teniendo que
hacer frente no sólo a una durísima batalla urbana con las fuerzas de la
resistencia en Gaza, sino también al exigente enfrentamiento con Hezbolá en la
frontera libanesa, a los pinchazos entrantes desde Yemen y Siria, y al
creciente levantamiento en Cisjordania?
Por mucho que
tenga detrás el poder de Estados Unidos, Israel se enfrenta a enormes
dificultades, que trascienden el mero aspecto militar. Incluso dejando a un
lado el enfrentamiento interno en el país, que es anterior al 7 de octubre pero
que sólo ha remitido ligeramente desde entonces, está la cuestión de la
responsabilidad (política y militar) en la debacle, está la cuestión de los
prisioneros civiles y militares, está la cuestión -que ahora emerge con fuerza-
de las numerosas muertes israelíes debidas al propio fuego del ejército.
Pero, aún con
más fuerza, está el coste económico del conflicto.
Que no es
simplemente el coste de vida de la operación militar, especialmente si durara
tanto, sino el impacto global en la economía israelí. Que, por un lado, se ve
privada de la mano de obra de los reservistas retirados y, por otro, de los
miles de palestinos que han sido expulsados a Gaza. Hay un cese de la actividad
económica en todo el norte, evacuado en gran parte por razones de seguridad, y
lo mismo ocurre a lo largo de las fronteras con la Franja de Gaza. Los
evacuados de ambas regiones necesitarán tarde o temprano ayuda pública. Por no
mencionar el hecho de que más de un cuarto de millón de israelíes abandonaron
el país tras el ataque del 7/10. Todo ello, en un marco de creciente
aislamiento internacional; y aunque los gobiernos de la OTAN no se desvíen
solidariamente de Tel Aviv, es evidente que el comportamiento de esta última
crea enormes vergüenzas, que acabarán por abrir grietas.
La situación es
tal, pues, que tanto Israel como Estados Unidos necesitarían salir rápidamente
de este atolladero, pero ambos saben que esto no será posible. Y en Washington
están que trinan, porque son conscientes de cómo esta crisis está poniendo en
serias dificultades todo su entramado de relaciones con Oriente Medio. Hasta el
punto de que -haciendo de necesidad virtud- Biden se dispone a pedir a Xi
Jinping que interceda ante Teherán para que se abstenga de intervenir.
Sólo que Irán no tiene prisa por hacerlo; se sienta metafóricamente en la
orilla del Jordán y espera…
Notas
[1] En efecto, el gobierno alemán ha aumentado recientemente de forma
masiva las autorizaciones de exportación de armas a Israel. Desde el 2 de
noviembre, el gobierno ha autorizado exportaciones por valor de unos 303
millones de euros. En 2022, sólo fueron unos 32 millones de euros. (Fuente:
Deutsche Welle Politics).
[2] Como declaró recientemente el jefe de la política exterior de la UE,
Josep Borrell, «los países de la UE deben estar políticamente preparados para
compensar los recortes en la ayuda estadounidense a Ucrania».
[3] «Las pérdidas de las fuerzas armadas ucranianas son exorbitantes»;
así lo afirmó el ex presidente del comité militar de la OTAN, y ex inspector
general de la Bundeswehr, general Harold Kujat en el canal de YouTube HKCM.
[4] Según la cadena de televisión alemana ZDF, «Rusia está a la
vanguardia de la innovación militar en Ucrania, mientras que las armas occidentales
se están quedando atrás».
[5] La mediación de Pekín, además de permitirle afianzarse con autoridad
en la región, ha producido una cascada de acontecimientos no deseados por el
imperio: el reingreso de Siria en la Liga Árabe, el inicio de una posible
resolución de los problemas entre este país y Turquía, el fin del conflicto
entre Ryhad y Sanaa.
[6] Sayyed Hassan Nasrallah, 11 de noviembre de 2023, Rumble.
Artículo seleccionado por Carlos Valmaseda para la Miscelánea de
Salvador López Arnal
El ganador se lo lleva todo
El ganador se lo lleva todo
Por Pablo
Elorduy |
Rebelion / España
17/11/2023
Fuentes: El
Salto
Tenso cara a cara entre Sánchez y Feijóo. El líder del PP no agita las
calles ni llama a votantes tránsfugas del PSOE. Poca gente en las protestas
convocadas alrededor del Congreso. Fuerte despliegue policial en Madrid.
El dispositivo
policial dispuesto por el Ministerio de Interior en esta sesión de investidura
puede ser exagerado si se atiende a lo que ha pasado hoy alrededor y dentro del
Congreso. En la calle, cuatro gatos. La protesta fuerte será mañana. No será
tan fuerte porque mañana se curra a la hora a la que está prevista la votación.
La protesta, entonces, será en las redes sociales y, por la noche, en Ferraz.
Dentro ha
habido rifirrafe. Ha habido material para redes sociales, mucho abucheo y
aplausos. Pero el debate no ha dejado ser otro episodio de lo que ya roza la
autoparodia. España está a punto de alcanzar el nirvana del pleno empleo, la
plena igualdad y la ruptura de todos los techos de cristal, si se atiende a lo
que dice Pedro Sánchez. Habitamos el apocalipsis, según Alberto Núñez Feijóo.
Discursos
tensos, hechos para la bancada propia. El líder del Partido Popular no ha apelado
a ningún diputado socialista para que vote en contra de la investidura. En
cambio, ha fiado al futuro una derrota de Sánchez: “La historia no le
amnistiará”, ha presagiado.
Inflamado y por
momentos nervioso, pero también resignado. El discurso de Feijóo no tenía
como objetivo aumentar la tensión en la calle. Mañana es día de curro y el PP
lo fía todo al trabajo de la alta magistratura y las estrellas del lawfare.
Si el Gobierno que salga de la investidura de mañana cae por la presión de los
jueces, el PP estará ahí.
Los
conservadores pueden permitirse esperar, aunque no lo parezca en sus discursos.
Controlan la mayoría de las comunidades autónomas, las principales ciudades del
país en términos poblacionales, las principales asociaciones de magistrados y
de abogados, tienen a la patronal de su parte y a los dos grandes grupos de
comunicación. Cada minuto que pasa, si no pasa nada, el PP le come más terreno
a Vox y sube sus expectativas electorales a cifras no vistas desde 2011.
Por más
impacientes que estén por volver a La Moncloa, la situación de tranquilidad es
lo que más favorece ese regreso. La Amnistía, o su enunciación, abre la puerta
a futuros pactos con Junts. Con el PNV no habrá problema. Mientras Vox siga
descendiendo en las encuestas, el camino de vuelta estará abierto.
El recorrido de
la Ley de Amnistía será tortuoso. Lo importante ya ha pasado, la amnistía ya ha
tenido lugar en su efecto más importante: ha sido anunciada. Para cuando tenga
efectos reales, la Amnistía habrá dado muchas vueltas, hoy es aventurado saber
quiénes se podrán acoger a ella, pero posiblemente cuando esa incógnita se
resuelva ya no tenga la importancia que ha cobrado en el otoño de 2023.
En el Congreso, el diputado ultra ha comparado a Sánchez con Adolf Hitler y ha
dicho que estamos “en el principio de una tiranía”. La oportunidad de Vox es
que el mensaje cale entre los seguidores de Hitler y entre los más
hiperventilados del PP, aquellos que volvieron desde el viaje a la extrema
derecha en las pasadas elecciones de julio, pero pertenecen a la estirpe de
quienes consideran que los enemigos de España van ganando y que no han dejado
de ganar desde el 20 de noviembre de 1975.
La bronca en el
Parlamento no es la bronca en la calle. Abascal necesita que siga el mal rollo.
El mezclete de rosarios, padres priores y chistes de Arévalo, de padres de la
Transición y padres de los chistes de gangosos, tiene la capacidad para
mantener a la extrema derecha viva unos días más. Una posible vuelta de Donald
Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 puede mantener a la extrema derecha
viva durante lo que queda de década. De momento, por más aspavientos que haga
Abascal, no es ese el plan de la derecha con mayúsculas.
Sánchez lidera a la izquierda
El nirvana de
esa España que prospera ha seguido su curso tras la salida del hemiciclo de los
ultras. Yolanda Díaz ha ahondado en las mejoras que se han producido en el
mercado laboral. Subida del salario mínimo, mejora de los contratos. El
discurso de la líder de Sumar ha puesto en valor el acuerdo presentado el
24 de octubre. Junto con los anuncios de Sánchez de esta mañana, las dos partes
del Gobierno, del que está excluido Podemos, se han turnado para desarrollar un
plan que incluye salud dental, salud mental, agenda verde y transporte gratis
para jóvenes y pensionistas.
Ha terminado el
momento populista y la izquierda “a la izquierda del PSOE” se encuentra cómoda
como socio fiable del PSOE. Sánchez ha dado la vuelta a la situación en los
últimos siete años.
En 2016 el
dispositivo policial era exagerado. En la calle, 20.000 personas se opusieron a
la investidura de Mariano Rajoy, para la que se produjo la abstención de la
mayoría del grupo socialista. Se gritaba contra PP y PSOE por igual, contra el
Régimen del 78 y contra Emilio Botín. Pero ese momento ha pasado. Sánchez, y a
su manera el PP, han conseguido encauzar la situación.
A favor de
Sánchez hay que anotar que es plenamente consciente de las resonancias europeas
de su liderazgo. Tras la dimisión de António Costa en Portugal, se ha
convertido en el único exponente de la excepción socialdemócrata y explota la
necesidad de la izquierda de encontrar un centro político en la Unión Europea.
La alternativa son los chistes de mariquitas y gangosos.
Por eso la
izquierda española ha cedido al político madrileño la vara de medir las
expectativas. No son muchas. Mejores condiciones en el trabajo, menos tiempo de
curro, una cierta garantía de que el deterioro de los servicios públicos será
ralentizado, algo de sentido común en política internacional. Sánchez no va a
detener el comercio con Israel, pero se puede permitir pedir un alto el fuego
en Gaza. Sánchez no va a cambiar la política de fronteras, pero se puede
permitir rescatar a los tripulantes del Aquarius. Poco, pero suficiente para un
tiempo en el que la calle, la calle de la derecha, parece pedir más
necropolítica y menos derechos.
El ganador se
lo lleva todo. Feijóo ha podido perder hoy el debate contra Sánchez pero tiene
el tiempo y poder institucional de sobra para no decaer en las encuestas a la
espera de futuras elecciones. Sánchez ha conquistado la izquierda sociológica,
esa que, pese a todo, aparece en la escala de autoubicación del CIS como
mayoritaria. Hoy, una gran parte de quienes lo impugnaron todo en 2011 vive un
idilio con el dirigente socialista.
Probablemente,
la sociedad hoy no es más de izquierdas de lo que lo era en 2016, pero mañana
la investidura será sacada adelante por una mayoría que se ha agarrado a
Sánchez como quien coge el último tren con destino a otro sitio. Ese sitio no
será el nirvana pero tampoco es el apocalipsis.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/cronica/ganador-se-lo-lleva-todo-investidura-sanchez-2023
EDITORIAL. A quienes dicen apoyar al PSOE “para que no gobierne la derecha”
EDITORIAL. A quienes dicen
apoyar al PSOE “para que no gobierne la derecha”
INSURGENTE.ORG
/ 17.11.2023
UNO
De sobra sabemos que el
PP es el partido heredero directo del franquismo y que Vox, aunque de aparición
pública más reciente y con algunos matices, viene a ser más de lo mismo. Pero
esto no significa necesariamente que el PSOE sea un partido de izquierdas, de
hecho no lo es. Y no somos nosotros quienes lo dice, sino su ya larga
trayectoria aplicando mediadas absolutamente reaccionarias.
En estos días, el
esperpento ha llegado a un punto realmente elevado. Ante la ya famosa amnistía
para los represaliados del procés (si a sus dirigentes no les hubiera afectado
no la hubieran exigido; no nos olvidemos de que el Govern ejerció en muchas
ocasiones de acusación particular contra independentistas), la derecha más
cavernícola se ha echado a la calle. Este hecho y todas sus “protestas”
anteriores han propiciado, para muchos ojos (cuyos portadores necesitan acudir
al oftamólogo) un blanqueo para el actual partido gobernante, para el PSOE (UP
no ha sido más que una interesada y sumisa muleta).
A ello han contribuido
las fuerzas políticas que en los últimos años le han apoyado de manera
sistemática (por interés propio, por supuesto, no por mejorar la vida de la
gente, como habitualmente nos dicen). Y, mientras tanto, quien realmente dirige
la “España Grande y Libre” (el gran capital) contento con sus ingentes e
insultantes ganancias, que no dejan de crecer a la vez que decrece aún más la
pésima calidad de vida de millones de personas.
Votar o apoyar al
“menos malo” nunca ha sido una opción para quienes en verdad luchan por un
necesario cambio de sistema. Jugar al menosmalismo es impedir u obstaculizar la
imprescindible organización, llamada a crear el partido comunista que lleve a
cabo la revolución socialista. La socialdemocracia es parte inherente del
capitalismo y, por lo tanto, nunca tendrá voluntad de superar tan dshumanizado
sistema.
DOS
Vamos a exponer algunas
de las deleznables prácticas del PSOE.
Defensor de la
monarquía y la jefatura del Estado, que nunca ha sido fruto de la voluntad
popular expresada en las urnas, sino de Franco, que derrocó a un gobierno
republicano legalmente constituido y sembró de cadáveres las cunetas y
cementerios de todo el estado.
El PSOE fue impulsor de
Reformas Laborales antiobreras y reconversiones industriales que dejaron a
miles de personas desempleadas en los años 80; precursor de Empresas de Trabajo
Temporal (ETT, trabajo basura). Del NO a la OTAN al SÍ a la organización terrorista
más grande y sanguinaria del mundo.
Creó el GAL, grupo de
mercenarios pagados con dinero público (27 asesinatos, secuestros…).
Desapariciones. TORTURAS, incluso con resultados de muerte en comisarías y
cuarteles. Dejó morir a presos políticos en huelga de hambre. Ley Corcuera
(patadas en la puerta). Caso Urralburu y muchos más casos graves de corrupción
(el de los ERE de Andalucía, por ejemplo).
Más Reforma Laboral
antiobrera; políticas neoliberales en detrimento de la clase trabajadora,
siempre a favor del Ibex35, para el que sin duda trabaja. Puertas giratorias.
Inhibición total ante los desahucios, que dejan a miles de familia en la calle
y han provocado gran cantidad de suicidios.
Defensor en su tiempo
de la dispersión; con el partido “socialista” en el gobierno continúan
existiendo presos políticos, a pesar de que ya no existe ninguna organización
armada en activo. Artífice de la Ley de Partidos, creada única y exclusivamente
para ilegalizar a la Izquierda Abertzale (hoy, paradogicamente, puntal de los
gobiernos del PSOE y, por ende, del Estado). El ejercicio de la represión
policial siempre ha sido inherente a ese partido.
Ayudante de Gorbachov,
con Felipe GonzáleX a la cabeza, en el último empuje que derribó a la URSS (con
Cuba intentaron hacer lo mismo y, para eso, enviaron a Carlos Solchaga, pero en
la Isla irredenta le dijeron: ¡TURURÚ!
El PSOE también fue
responsable de la destrucción de Yugoslavia y de la masacre allí cometida
(Javier Solana era en 1999 el máximo exponente de la OTAN). El partido de la
rosa marchita también fue responsable de la destrucción de Libia y otros
pueblos del mundo. ¿Y qué decir del Josep Borrell, el “jardinero” europeo que
también es del PSOE?
Sostenedor (interesado)
de gobiernos corruptos y reaccionarios de América Latina y verdugo de procesos
revolucionarios como el de Cuba y Venezuela. Traidor del pueblo saharaui y
amigo del monárquico y dictatorial gobierno de Marruecos. Sepulturero de
inmigrantes (¿acaso se nos ha olvidado la masacre en la valla de Melilla?).
Defensor del artículo
155 de la Constitución que intervino la autonomía en Catalunya y envió a prácticamente
todo el Govern a la cárcel y al exilio. Acérrimo enemigo del derecho a la
autodeterminación de los pueblos.
Cambió de manera
express el artículo 135 de la Carta Magna “para que el pago de la deuda pública
fuese lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado en los
presupuestos generales, sin enmienda o modificación posible” (toda una medida
“socialista”, como podrán observar).
Mantienen intacta la
Ley Mordaza, a pesar de que dijeron que la iban a derogar nada más llegar a La
Moncloa. La Reforma Laboral continúa siendo en la práctica la misma que la del
PP. Con la Ley de Vivienda continúan los desahucios, protegen a los
propietarios (grandes y pequeños) y arrojan a la calle, sin alternativa
habitacional a miles de familias.
Atentan contra la
libertad de expresión; sólo respetan la de los fascistas, a quienes en no pocas
ocasiones protegen vulnerando su propia y descafeinada Ley de Memoria
Histórica. A Franco se le sigue rindiendo pleitesía con total impunidad. Por el
contrario, a la militancia revolucionaria se le persigue. El caso de Pablo
Hasél es un ejemplo de ello. Sí, la “democracia plena” española es un paraíso
para el fascismo, también con el PSOE en el gobierno.
El PSOE defendió el
intento de golpe de Estado en Venezuela; reconoció al autoproclamado Juan
Guaidó y protegió a condenados terroristas. A Leopoldo López, por ejemplo, que,
fugado de su arresto domiciliario, fue acogido en la Embajada española y
recibido en Madrid, después, por el propio secretario general del PSOE, Pedro
Sánchez, en la sede de Ferraz. Este individuo fue condenado por su
responsabilidad en el asesinato de 42 personas (algunas de ellas quemadas
vivas) en las guarimbas de 2017.
El PSOE, y su gobierno
de coalición con UP, está absolutamente involucrado en la defensa del gobierno
neonazi de Ucrania que, con Zelenski y sin este, no ha parado de bombardear el
Donbass desde el golpe de Estado de 2014. También el gobierno del PSOE está
involucrado, con su reiterado apoyo al gobierno nazi-sionista de Israel, en el
genocidio de este contra el pueblo de Palestina (más de 11.000 personas han
sido asesinadas en poco más de un mes, entre ellas más de 4.000 niños y niñas).
Con el PSOE, los gastos
militares han crecido considerablemente (para eso sí hay dinero, para restar el
sufrimiento del proletariado ni un céntimo); su seguidismo a la OTAN supone
gastos y más gastos para las armas que se utilizan en la destrucción de no
pocos pueblos del mundo.
Y paramos, porque la
lista es interminable. Mienten, pues, cuando las formaciones políticas que
todos conocemos argumentan que apoyan al PSOE “para que no gobierne la
derecha”. ¿Acaso, con todo lo expuesto, se puede decir sin faltar a la verdad
que el PSOE es un partido de izquierdas?
Nos hablan, también, de
“Estado profundo”, como si el PSOE no perteneciera y fuera un puntal
indispensable del mismo. ¿Se puede crear el GAL sin tener acceso a las
“profundidades del Estado”?
TRES
Los gobiernos del PSOE
(en solitario o acompañado) siempre han sido agentes del gran capital y para
este han trabajado. Con el partido de la rosa o con el PP siempre gobierna el
dinero. En la próxima legislatura también, con el apoyo de la socialdemocracia
de todo el estado, incluida la vasca, la catalana y la gallega.
*++
El Pentágono compra productos petrolíferos rusos, violando embargo de su propio Gobierno
El Pentágono compra productos petrolíferos rusos, violando embargo de su
propio Gobierno
DIARIO OCTUBRE / noviembre 16, 2023
La investigación del diario estadounidense The
Washington Post afirma que los productos petrolíferos de origen ruso, cuya
importación fue prohibida por el presidente de EE.UU., Joe Biden, en marzo de
2022, siguen llegando al Ejército de EE.UU. a través de una ruta complicada que
pasa por una refinería griega.
U.S. Army / Capt Peter Smedberg
El Pentágono está eludiendo las sanciones antirrusas impuestas por su propio Gobierno y continúa comprando productos derivados del petróleo de origen ruso, informa The Washington Post. A pesar del embargo en curso, los hidrocarburos rusos llegan a EE.UU. a través de la refinería Motor Oil Hellas que se localiza en la costa del mar Egeo, en Grecia, y es un proveedor clave del Pentágono, dice la investigación del medio.
Para confirmar
la ruta que hacen los hidrocarburos rusos hasta EE.UU., el medio monitoreó los
datos de seguimiento de barcos, y encontró que el petróleo ruso se envía a
Grecia desde los puertos del mar Negro, a través de una
instalación de almacenamiento de petróleo en Turquía. De acuerdo
con el medio, está ruta difícil ayuda a ocultar el origen ruso de los productos
petrolíferos, ya que cambian “de manos varias veces antes de llegar a
Grecia”. Así, según los documentos, la refinería griega Motor Oil Hellas
obtenía el combustible desde una terminal marítima del puerto turco de Dortyol.
Refinar y
comprar
El diario
indica que, los registros de seguimiento de buques y los datos comerciales
muestran que desde que las sanciones de la UE y el G7 a los productos
petrolíferos rusos entraron en vigor en
febrero del año pasado, los envíos del petróleo ruso al puerto de Dortyol han
totalizado 2,7 millones de barriles, o más del 69 % de los
suministros marítimos de los productos petrolíferos rusos.
El
petróleo ya no está marcado como ruso cuando llega a Grecia, donde
está siendo refinado y mezclado con los hidrocarburos comprados por el Ejército
de EE.UU. Con ello, el medio indica que no pudo “determinar la cantidad exacta
de fuelóleo de origen ruso en los productos que compra el Pentágono”. “Esos
productos se refinan utilizando múltiples ingredientes y no se puede rastrear a
todos durante la producción”, ha señalado The Washington Post.
Con ello, el
medio, citando datos de contratación federal, ha señalado que desde principios
de marzo de 2022, cuando entró en vigor el embargo de
EE.UU. sobre el petróleo ruso, el Pentágono ha firmado nuevos contratos por un
valor de casi 1.000 millones de dólares con Motor Oil Hellas.
Además, desde
que se impuso la prohibición de la UE sobre los productos petrolíferos rusos en
febrero del año pasado, la refinería griega ha enviado más de un millón
de barriles de combustible para aviones a compradores gubernamentales
y corporativos en Italia, Francia, España y el Reino Unido, afirma el medio,
con referencia a los registros de seguimiento de barcos.
FUENTE: actualidad.rt.com
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