viernes, 27 de febrero de 2015

UCRANIA: NI TODO BLANCO NI TODO NEGRO, PERO SÍ MUCHOS FASCISTAS-NAZIS


IZQUIERDA Y DERECHA EN EL DONBÁS

Comité E. Lister
Sociología Crítica
27.02.2015



[Publicado el 10 de febrero ] Hay algunos que ahora parecen haber descubierto que en las filas de la resistencia novorrusa hay fuerzas conservadoras y fuerzas de izquierda, y que incluso entre las llamadas conservadoras hay algunos grupos que no dudaríamos en considerar como de extrema derecha, pues son antisistema-liberal, conservadores religiosos y monárquicos. Esto no es ninguna novedad.

Lo que no debe perderse de vista en ningún caso es que en las filas de Kiev existen unidades específicamente nazi-fascistas, que se reclaman deudores de esa tradición y se sienten identificados con la herencia de los ultranacionalistas ucranianos 39-45. El anticomunismo y antisovietismo es el principal lazo de unión entre las filas de kiev, aunque la falta de enemigo vivo y organizado no les impide ser menos extremistas, volcando además esos rechazos contra Rusia, es decir, la Rusia real, capitalista y conservadora, es asimilada al enemigo tradicional. En el Donbás podrá haber una pluralidad sorprendente, pero desde luego lo que no hay es nostálgicos de la Ucrania colaboracionista con los nazis, no hay antirrusos y el anticomunismo no está presente de la misma forma, pues toda la identidad colectiva de Novorrosia se basa en el respeto a la tradición soviética y a su integración en un discurso nacional panruso.

No debemos estar soprendidos, la lucha de clases se da a ambos lados del frente. Lo que debe estar meridianamente claro es que Kiev representa un modelo capitalista al gusto occidental que no duda en acudir a los neonazis como fuerza de choque y que cuenta con un brutal discurso antirruso y anticomunista, además de considerar políticas de limpieza étnica y matanzas de todos los disidentes. Ante ese desafío, los antifascistas se deben unir, el problema es que la derrota de la izquierda y de los comunistas y sus partidos es tan descomunal desde la caída de la URSS, que pese a haber cientos o miles de militantes comunistas sobre el terreno, ni el PC de Ucrania, ni el PCFR, ni el recientemente formado PC de Novorrusia se han atrevido a formar batallones de voluntarios. Los batallones de voluntarios existentes (básicamente el batallón 404 de la Brig.

Mozgovoi, y algunas unidades menores, incluyendo el destacamento de la secta «esencia del tiempo» en el batallón Bostok, no ha sido fruto de convocatorias de esos partidos, sino de la autoorganización de los militantes comunistas. Además de estas unidades, más ideológicas, hay un notable número de combatientes y unidades milicianas de clara extracción popular que se sienten identificados con la herencia soviética, pero sobre todo con el rechazo a los oligarcas, frente a los cuales propugnan gobiernos populares, al servicio de los intereses del pueblo, es decir, que predomina un ambiente en ese sentido, antiologárquico, cosa imposible en el otro bando. Incluso los conservadores ortodoxos pan rusos y los nacionalistas rechazan el capitalismo occidental por entender que destruye los valores de la sociedad tradicional. Por esta senda es por entra el discurso más derechista ente las filas novorrusas.

Es la influencia del Kremlin la más peligrosa en este sentido, pues prefieren estimular el sentimiento nacional pan ruso y los valores tradicionales ante el ataque del fascismo ucraniano, en beneficio de una reacción popular y antioligárquica que en última instancia les inquieta a ellos tanto como en Kiev.

En una posición intermedia se encuentran conservadores antioligarquicos como I.Girkin Strelkov que se han comportado en todo momento como combatientes sinceros al lado del pueblo, contra todo tipo de abusos y capaces de integrar respeto a la herencia soviética —hasta cierto punto— con la tradición rusa. Esta postura le ha granjeado el odio de los fascistas de Kiev, pero también el de ciertas posturas oportunistas que estimulan el rechazo a Kiev pero no desean transformación social alguna en Donbás y apoyan a los antiguos oligarcas locales. En medio de este complejo sistema de relaciones, tenemos el muy extraño caso de la secta «esencia del tiempo», que combina nostalgia soviética con un discurso de síntesis que excluye el marxismo y el internacionalismo solidario como elementos definitorios de un proyecto de izquierda. Los comunistas rusos han considerado el fenómeno de esencia del tiempo como un grupo sectario estimulado desde el poder para arrebatar base social a los grupos de izquierda; la pinza izquierda que maneja nostalgias soviéticas, simétrica a la pinza derechista que maneja nostalgias imperiales pasadas, sacrificando ambas cualquier pensamiento crítico e internacionalista.

La contradicción de clase principal es oligarcas/resistencia popular, ¿donde está la izquierda? Enfrente de los oligarcas, siempre.


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GRECIA: ¿LOS GOBIERNOS DEL PSOE Y PP HAN SIDO GOBIERNOS ESPAÑOLES O DELEGADOS DE LA GRAN BANCA ALEMANA EN ESPAÑA?



Merkel busca aplastar, imponer, ganar la guerra que nunca antes logró su país

Un peligro llamado Alemania

Alainet
Rebelión
13.02.2015


François Mitterrand, en tono irónico, dijo una vez: “Me gusta tanto Alemania que hubiera preferido dos” aludiendo con ello a consecuencias no deseadas de la reunificación. Lo cierto es que partida o unificada Alemania sigue siendo un problema para Europa. Desde su poderío parece haber lanzado una tercera guerra, esta vez por la vía financiera, para tener a Europa a sus pies. Tanto que de seguir así habría que empezar a hablar de por cuánto tiempo Alemania será europea, o cuando Europa terminará siendo alemana.

Sé que suena fuerte, pero entiendo que la libertad de expresión protege mi derecho a manifestar que la señora Angela Merkel y cuanto representa es una desgracia para los países europeos y más aún para sus pueblos. Las políticas de austeridad que está imponiendo nos llevan a un modelo social darwinista, de selección, a un fascismo social generador de una crisis humanitaria. Según este enfoque el abismo entre ricos y pobres y las relaciones de dominación se naturalizan: dejan de ser una consecuencia de factores sociales y económicos para transformarse en una consecuencia de factores naturales. Cada cual tiene lo que merece tener, según su talento y sus recursos (por ejemplo es más importante la herencia y la estirpe que la educación). De este modo se nos invita a que aceptemos como inevitable y natural la diferencia entre ricos y pobres, entre dominantes y dominados, explotadores y explotados. En sentido contrario la defensa de la igualdad se nos presenta como una patología. Se debe desmantelar todo entramado político-social derivado de las teorías políticas defensoras de la igualdad: para empezar, el estado del bienestar.

En cuanto al fascismo social, el intelectual portugués Boaventura de Sousa Santos lo define como una forma de fascismo que trivializa la democracia a favor de los intereses del sistema económico y sus grupos más favorecidos. Lo que busca es una sociedad partida: una minoría enriquecida que controla los recursos y una mayoría en régimen de apartheid social en permanente precariedad laboral. Mariano Rajoy es un buen exponente de este enfoque de fascismo social: en el año 1983, siendo diputado de Alianza Popular en el parlamento de Galicia, escribió en el Faro de Vigo: “Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente -era un hecho objetivo que los hijos de 'buena estirpe', superaban a los demás- han sido confirmados más adelante por la ciencia: desde que Mendel formulara sus famosas 'Leyes' nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación". Donde dice estirpe podemos leer linaje. Pues bien, nunca Rajoy ha rectificado, para él existe una supremacía de las gentes de buena cuna.

Estas políticas darwinistas o mejor aún neodarwinistas, las impone un gobierno y unos bancos de un país, Alemania, cuyas deudas fueron condonadas en una gran parte en los acuerdos de Londres de 1953, tras la segunda guerra mundial, por un monto de 38.800 millones de marcos de la época (62,6% de la deuda privada alemana). La deuda restante era de 14.450 millones que posteriormente se rebajó. Justamente uno de los acreedores que perdonó la deuda era Grecia. Otro era España. Esa reducción de la deuda alemana fue la clave para la rápida reconstrucción de su tejido industrial, siendo un ejemplo de cómo el alivio de la deuda externa puede permitir prosperar a un país para poder más tarde responder a sus obligaciones financieras. Es verdad que la condonación no fue por altruismo sino para levantar un corta fuegos para impedir la expansión soviética, pero el argumento de salvar a Grecia de una tragedia humanitaria es también importante.

Pero Alemania olvida fácil. Siendo la mayor parte de Europa la damnificada de sus locuras en la primera y segunda guerras mundiales, lejos de practicar la cooperación con los países sureños de la Unión a los que tanto debe, la señora Merkel busca aplastar, imponer, ganar la guerra que nunca antes ganó Alemania.

Es evidente que detrás del euro está la potente economía alemana. Y es obvio que a Merkel no le ha gustado que el Banco central Europeo tire de la maquinita e inunde los países de la Unión de euros para contrarrestar la austeridad. Ella prefiere mantener un euro alto y si para ello hay que poblar las calles de pobres, excluidos de toda prestación social, le da lo mismo. El cuento de sus políticas se plantea bajo el titulo de controlar la indisciplina fiscal y la competitividad de los países bloqueados por la crisis, a base de reducir los salarios y el gasto social. Lo que realmente busca es, como dice el reformado artículo 135 de la Constitución española, que primero de todo se paguen las deudas contraídas con los bancos alemanes dejando a un lado los derechos de todas las personas a una vida digna. Por cierto, mucha parte de la deuda es privada y la estamos pagando a escote cada uno de nosotros. Esta modalidad de rescate consiste en que los ciudadanos rescatamos a los bancos que a su vez han sido robados por directivos desaprensivos que difícilmente pisan la cárcel.

Es verdad que muchos alemanes se quejan de acudir al rescate de “países mal gestionados”, pero podrían reconocer que su país salió adelante con trabajo, pero también con una solidaridad europea que les condonó la mayor parte de su deuda. Eso sin contar los gastos de reconstrucción de países arrasados por la maquinaria nazi. Grecia quedó destruida, expoliada y pagó la agresión nazi con cientos de miles de muertos. No nos engañemos: el llamado "milagro" de la economía alemana se basa primordialmente en el impago reiterado de sus deudas por indemnizaciones de guerra. Sin embargo, los líderes germanos parecen no haber aprendido nada de la historia y en lugar de corresponder a la generosidad con la que fueron tratados hace seis décadas, han decidido aplicar mano dura a aquellos países que les permitieron regenerar su economía y evitar una quiebra segura.

Así que hay que tener cuidado con Alemania. Su papel ahora es empujar al abismo a la sociedad griega que sido sistemáticamente desestructurada y disuelta en nombre de la austeridad, en beneficio de las fuerzas sistémicas y de los entornos transnacionales, a la vez autores y beneficiarios la barbarie financiera que destruye naciones y personas. Para este juego macabro Alemania cuenta con la Troika, una especie de policía financiera que todavía practica la tortura.

Como ya he dicho, Grecia condonó deuda a Alemania en el Acuerdo de Londres. Pero en abril de 2013, el gobierno griego comenzó a estudiar la posibilidad de exigir a Alemania una compensación de 162.000 millones de euros, el 80% del PIB griego, por daños infligidos en la segunda guerra mundial. A esa cantidad habría que añadir los intereses de los más de sesenta años transcurridos. La reacción alemana fue furiosa, Merkel se sintió ofendida y pareciera que ahora se venga. No desea recordar el pasado. Creo que haría bien el gobierno de Syriza en retomar este asunto, para que todos sepamos quién es uno de los verdugos de Grecia. 


Fuente: http://alainet.org/active/80773

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GRECIA: TEJIENDO UNA NUEVA REALIDAD SOCIAL


Organizaciones de izquierda de toda Europa se reúnen en Barcelona para trazar un plan contra la austeridad

Europa se levanta dispuesta a dar la batalla contra la austeridad

Foreign Policy in Focus
Rebelión
17.02.2015

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

A raíz de las elecciones del pasado mes en Grecia por las que accedió al poder el partido de izquierdas antiausteridad Syriza, ejércitos de partidarios y detractores –desde Barcelona a Berlín- se han puesto en movimiento. Aunque el ministro de finanzas alemán Wolfgang Schaueble dejó claro que Berlín no iba a tolerar ningún cambio en la estrategia de la Unión Europea (UE) respecto a la deuda, estrategia que ha empobrecido a países como Grecia, España, Portugal e Irlanda, las organizaciones de izquierdas de toda Europa se han reunido en Barcelona para trazar un plan de batalla.

Mientras Schaueble se dedicaba a poner impedimentos al ministro de finanzas griego Yanis Karufakis, el Partido de la Izquierda Europea (PEL, por sus siglas en inglés), junto con toda una gama de partidos verdes, se reunían en la capital de Cataluña en el “Primer Foro de Europa del Sur” para esbozar los diez puntos de la “Declaración de Barcelona” con el objetivo de poner fin a “la austeridad y a la desigualdad” y promover “la democracia y la solidaridad”.

A primera vista, las dos últimas semanas se parecen ominosamente a septiembre de 1914, con las fuerzas de oposición atrincherándose ante una sangría masiva.

Por una parte, el Banco Central Europeo (BCE) –uno de los miembros de la “Troika”, que componen también la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)- le negó bruscamente a Grecia el derecho a vender bonos del gobierno para poder recaudar dinero. Los representantes del gobierno griego tampoco consiguieron mucho apoyo del resto de los dirigentes de los países miembros de la UE para reducir la insostenible deuda de Atenas de 360.000 millones de dólares. El canciller británico del Tesoro Público, Gordon Osborne, opinó sombríamente que “el desacuerdo” entre la Eurozona y Grecia estaba “poniendo en peligro la economía global”.

Por otra parte, el gobierno de Syriza dejó claro que Grecia había puesto punto final a las políticas de austeridad que habían destruido su economía, habían dejado a más de la cuarta parte del país en situación de desempleo y triturado los servicios sociales más básicos. Y la Declaración de Barcelona es un desafío directo a las fórmulas económicas de la Troika y la cancillera alemana Angela Merkel: “El merkelismo no es invencible. La austeridad puede acabar. Europa puede cambiar”, se lee en el documento.

Sin embargo, por detrás de las trincheras, la situación era mucho más compleja que la de dos bandos enfrentados en una batalla del estilo el que gana se lo lleva todo, y la política alrededor de los principios económicos, más fluida que lo que uno podría inicialmente inferir.

Aunque, sin duda, Grecia no va a volver a la fallida fórmula de vender sus empresas estatales, recortes presupuestarios inmensos, despidos y onerosos impuestos; ni tampoco está ansiosa por salir de la Eurozona. Esta última se compone de 18 de los 28 miembros de la UE que utilizan una moneda común: el euro.

Para todo el sturm und drang [tormenta e ímpetu] que llega de Berlín y de la sede de la UE en Bruselas, el programa de Syriza es cualquier cosa menos radical, más socialdemócrata que bolchevique. Y un número cada vez mayor de economistas y de europeos está llegando a la conclusión de que adoptar una línea dura con Grecia podría, finalmente, poner en peligro todos los esfuerzos de la UE.

Como estrategia para superar la deuda, la austeridad tiene una trayectoria casi ininterrumpida de fracasos, empezando por América Latina en los últimos años de la década de 1980. Ha sido realmente catastrófica para Grecia y, en menor medida, para Irlanda, Portugal y España, y no hay prácticamente ningún país europeo que haya esquivado su impacto en el empleo y servicios sociales.

La “austeridad” no va sólo de recortes y austeridad presupuestaria. Al aumentar el desempleo e introducir contratos “temporales” de trabajo, debilita gravemente los sindicatos y la capacidad de los trabajadores para negociar salarios más altos y mejores beneficios. En efecto, según la Organización Internacional del Trabajo, a partir de 2007 los salarios se han estancado o han bajado en la mayoría de los países de la UE.

La austeridad también acelera la desigualdad económica. Según el Suisse Research Institute, el 1% controla ahora el 48,2% de las riquezas mundiales y la desigualdad en Europa es la más alta alcanzada en medio siglo. Mucha más gente es más pobre ahora que hace una década, mientras unos pocos son más ricos que nunca. Estos últimos se resistirán a moderar las políticas por las que, desde hace media década, están consiguiendo un lucro inmenso.

Las elecciones griegas fueron un cañonazo de advertencia a esa estrategia y un aviso de que, aunque la riqueza y el poder político pueden estar relacionados, no son la misma cosa: no se puede anular a los gobiernos.

Pero el compromiso por el lado de la Troika va a ser difícil, en parte porque la estrategia de austeridad ha sido muy lucrativa para las elites de la UE, en parte debido a que la intransigencia de muchos de los dirigentes de la UE se debe a demonios diversos.

Tenemos el demonio del “¿por qué no nosotros?” Los partidos en el poder en Irlanda, Portugal y España están espantados porque si Syriza consigue un acuerdo sobre la deuda griega que no implique seguir crucificando a su población, sus propios empobrecidos electores van a plantearles duras preguntas y a exigir algo similar.

El derechista Partido Popular en España está mirando nerviosamente por encima de su hombro la creciente fuerza del partido antiausteridad Podemos. Que el PEL eligiera España para su conferencia no ha sido algo accidental: Podemos está llegando al 24% en las encuestas nacionales y es el único partido en el país que está actualmente creciendo. Ahora es el segundo mejor colocado en España. Con elecciones locales y nacionales a celebrar este año –las primeras en mayo, las últimas en diciembre- los dos principales partidos de España, hasta ahora, están realmente asustados.

También los gobiernos de Portugal e Irlanda que aceptaron las exigencias de austeridad de la Troika se enfrentan ahora a la expansión, por la izquierda, de los partidos antiausteridad.

Otro de los demonios es la derecha, aunque las elecciones parlamentarias europeas del pasado mayo demostraron que cuando la izquierda presenta un programa antiausteridad claramente articulado, los votantes lo escogen por encima del de la derecha. Sin embargo, lo que esas elecciones mostraron también es que cuando el centro-izquierda acepta la austeridad –como pasó en Gran Bretaña y Francia- la derecha sale ganando.

La cancillera alemana Angela Merkel está inquieta ante la posibilidad de perder votos a la derecha con el euroescéptico partido de la Alternativa para Alemania. El primer ministro británico David Cameron está intentando defenderse del derechista Partido por la Independencia del Reino Unido, y el presidente francés François Hollande va por detrás de Marine Le Pen, del Frente Nacional, partido antiinmigrantes y antisemita.

Hay partidos fuertes de derechas en Dinamarca, Finlandia y Holanda, aunque en los dos últimos casos sus cifras cayeron en las elecciones parlamentarias europeas.

Los que esas elecciones de mayo pasado sugieren es que cualquier esfuerzo para apropiarse de las políticas o de la base de la derecha moviéndose en su dirección no consigue más que alimentar a la bestia. Las experiencias de Grecia son instructivas. El partido neonazi Nuevo Amanecer es también antiausteridad, pero Syriza le derrotó en las elecciones del mes pasado. Al mismo tiempo, la advertencia de Syriza de que la austeridad alimenta las políticas de la derecha es casi realmente verdad. En una crisis económica hay siempre quienes se vuelven hacia el lado oscuro y las simplistas explicaciones de la situación: inmigrantes, rumanos, judíos y “holgazanes”.

Aunque la derecha europea es preocupante, ha perdido por lo general las batallas frontales con la izquierda porque la derecha tiene poco que ofrecer aparte de la política del racismo y la xenofobia.

Y Europa necesita respuestas. La crisis griega es una crisis de toda la UE. De una manera u otra, todos los países –incluso Alemania, el motor de la UE- se caracterizan por la caída de los salarios o un incremento anémico, por el aumento de la desigualdad económica, la extensión de la deflacióny una disminución general de los niveles de vida. Este es el malestar general que aborda la Declaración de Barcelona.

Pierre Laurent, secretario general del Partido Comunista Francés y presidente del PEL, dijo en el foro de Barcelona que “2015 es un año decisivo, el año del cambio”, y que la victoria de Syriza “tendrá un enorme impacto por toda Europa porque por vez primera desde la crisis, obligará a todos los gobiernos europeos a discutir una alternativa a la austeridad”.

La Declaración propone un programa para aliviar el desempleo, crear un desarrollo sostenible, ampliar el crédito, la resistencia frente al “racismo y la xenofobia” y una conferencia sobre la deuda europea en la misma onda del Acuerdo de la Deuda de Londres de 1953 que eximió a Alemania de la mitad de sus deudas tras la II Guerra Mundial.
No está claro cómo la crisis de la deuda griega incidirá en los próximos meses.

Puede que la Troika adopte una línea dura, en cuyo caso Grecia puede verse obligada a salir de la Eurozona, una medida de la que Berlín afirma que tendrá poco impacto. Otros analistas no están tan seguros.
“El punto de vista dominante alemán” de que una salida de Grecia sería “un choque menor para la Eurozona y sin consecuencias para la economía mundial” dice el analista del Financial Times Wolfgang Munchau, “no podría estar más equivocado”.

La Troika, si se ve frente a un posible colapso de la UE o de la Eurozona y a una insurgencia creciente por su izquierda, podría reaccionar dando a los griegos parte de lo que quieren: una reducción de la tasa de interés sobre la deuda –quizá incluso una reducción de la deuda- y la ampliación del calendario de pago. Lo que no van a conseguir –porque el electorado griego ha dejado muy claro que no lo va a aceptar- es más austeridad.

Ese es el contagio –llamado en ocasiones el “virus griego”- que ya se está extendiendo a España, Portugal e Irlanda, y es probable que pueda saltar a Italia, Francia y Centroeuropa.

Los griegos han sacudido las columnas del templo. En su interior, los poderosos tiemblan. 

Conn Hallinan es un columnista de Foreign Policy in Focus. Sus ensayos pueden encontrarse en Dispatches from the Edge y sus novelas sobre la antigua Roma en The Middle Empire Series.

Fuente: http://fpif.org/europe-gets-mat-battle-austerity/

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GRECIA, EL PODER EFECTIVO DE LOS QUE VIVEN DE SU TRABAJO




LO QUE NO SE DICE SOBRE LAS NEGOCIACIONES CON SYRIZA


Público.es
Rebelión
26.02.2015


Las fuerzas conservadoras y neoliberales que gobiernan la gran mayoría de las instituciones políticas europeas (el Consejo Europeo, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Parlamento Europeo) desean con toda intensidad el fracaso del gobierno Syriza en Grecia, utilizando todos los medios para impedir que se terminen las políticas de austeridad, deseando mantener las políticas que han creado un enorme desastre social. De conseguir aplicar sus políticas alternativas, el gobierno Syriza en Grecia podría mostrar la gran falsedad, ineficacia e incluso maldad de las políticas impuestas a las clases populares de Grecia y de los otros países de la Eurozona, con la complicidad y apoyo proveídos por las élites conservadoras y neoliberales gobernantes en cada uno de estos países. Existe una alianza de clases a lo largo de la Eurozona en la que los instrumentos políticos de las clases dominantes están imponiendo unas políticas carentes de mandato popular que están causando un enorme drama humano que alcanza sus mayores dimensiones en Grecia, pero también en España, en Portugal y en Irlanda.

Es importante subrayar que los mayores defensores de las políticas de austeridad lideradas por el gobierno alemán han sido precisamente los gobiernos conservadores-neoliberales de estos países –como el gobierno PP en España- donde estas políticas han tenido un impacto devastador. Y como consecuencia de la enorme influencia de los mayores grupos económicos y financieros existentes en cada país, así como la que sus sectores sociales con mayor peso económico y social tienen sobre sus mayores medios de información y persuasión, hemos leído y/o visto un reportaje en tales medios enormemente sesgado en contra del gobierno Syriza en sus negociaciones con el Eurogrupo. Se ha referido al gobierno de Syriza constantemente como “poco serio”, “demagógico” (y una larga retahíla de insultos más) que, resultado de su supuesta inmadurez, han terminado con un gran fracaso. Tanto el director de La Razón, el Sr. Francisco Marhuenda, abogado del gobierno Rajoy, como el economista del PSOE, asesor del Sr. Zapatero y economista primero de El País, el Sr. José Carlos Díez, coincidieron en esta lectura promovida activamente por el establishment mediático del país.

Lo que no se publicó en España
En esta avalancha mediática, que ha alcanzado una de las máximas expresiones en España (uno de los países con menor diversidad ideológica en los medios) se han ocultado varios hechos, que muestran una realidad distinta, ocultada o ignorada por estos medios. Una consecuencia de lo ocurrido es el hecho mostrando con toda claridad el dominio del Eurogrupo y del BCE (y, en menor grado, de la Comisión Europea) por parte del gobierno alemán, un dominio, sin embargo, que no es equivalente a omnipotencia. El gobierno alemán ha aparecido claramente como el centro dominante de la vida económica, financiera y política de la Eurozona, con la clara sumisión de los otros gobiernos, incluidos los que se definen a sí mismos como socialdemócratas. La publicación por parte del gobierno griego de algunas de las declaraciones (en privado) de apoyo a sus propuestas por parte de representantes de estos gobiernos (como el italiano y el francés) contrastó con el comportamiento público de estos representantes, mostrando la incoherencia de tales partidos gobernantes. La estrategia del gobierno griego ha permitido definir los bandos en los que se configura Europa, esta Europa hoy poco representativa de las clases populares de los países de la Eurozona, y que está perdiendo la legitimidad y atracción que tuvo en su momento.

Ahora bien, es importante subrayar que, como dice Mark Weisbrott en un comunicado reciente (Press Release, Center for Economic Policy Research, Washington, 20.02.15) a pesar de esta hostilidad del establishment neoliberal europeo, el gobierno griego ha permanecido sereno, sin estridencias, presentando los datos que muestran el enorme daño de la políticas de austeridad en su pueblo, recurriendo en su argumentario a los valores que teóricamente Europa defiende como suyos, la democracia, el Estado del Bienestar y la justicia social, señalando la hipocresía de este establishment. Y, a pesar del enorme control de los medios –que alcanza dosis abusivas en España- la población europea ha podido captar la justicia de su causa, creando gran simpatía popular hacia los argumentos utilizados por Syriza, incluso por cierto, en Alemania, donde el porcentaje de la población alemana que deseaba expulsar a Grecia del euro ha pasado de ser mayoría a ser minoría. Ha sido este cambio que explica que incluso el Presidente de la Comisión reconociera en sus declaraciones que se ha hecho una gran injusticia al pueblo griego. Ello es un indicador del valor democrático y moral de las propuestas de Syriza, que han movilizado al pueblo griego en apoyo de su gobierno.

Las victorias de Syriza
Ha sido esta movilización popular, dentro y fuera de Grecia, lo que explica las divisiones del propio Eurogrupo que Syriza supo utilizar. Y consiguió grandes concesiones del Eurogrupo, ocultadas en la avalancha neoliberal mediática. Como señala James K. Galbraith (“Reading the Greek Deal Correctly”, Social Europe Journal), las concesiones (victorias de Syriza) incluyen:

1. El documento final separa la transferencia de fondos de las condiciones, aceptando algunas (que Syriza también consideraba justas) y rechazando otras. Es lo que en lenguaje mediático se refirió la aceptación del 70% de lo acordado con el gobierno griego anterior, y rechazo del 30%. Aceptación eran, por ejemplo, las medidas antifraude. Rechazo era la reducción de las pensiones y otras medidas que eran continuistas de las políticas de austeridad. En realidad, todas las medidas explícitas de austeridad que estaban en el documento firmado por el gobierno anterior fueron rechazadas, sustituidas por una ambigüedad (aceptada por la Comisión Europea) que permitía una flexibilidad de interpretación que no se permitía antes.

2. Se consiguió revertir la mayoría de medidas antisindicales que contribuyeron al deterioro del mercado laboral, aceptando el incremento del salario mínimo (retrasándose hasta septiembre su aplicación).

3. Se recuperó el concepto de soberanía, de manera que las políticas domésticas se asignaban al gobierno griego siempre y cuando fueran aprobadas por el marco definido por los límites de fiscalidad marcados por la Troika, redefinida como instituciones separadas, cuya autoridad quedaba delegada del Eurogrupo y de la Comisión y no como grupo de supervisores. Este cambio es más que semántico.

4. Una cesión clave fue que al gobierno griego no se le imponía el objetivo de alcanzar un 4,5% de superávit primario (lo cual le hubiera prohibido poder terminar con las políticas de austeridad), sin especificar un objetivo, permitiéndole que alcanzara el deseado por Syriza, el 1,5%.

5. Un mejoramiento del pago de la deuda, en los plazos y en los intereses, a desarrollar en posteriores negociaciones. En realidad, la negociación mayor es la venidera. Es cierto que no se consiguió la quita de parte de la deuda, pero no excluye la posibilidad de que se establezca una renegociación a nivel de Europa del problema de la deuda pública, que ha alcanzado unas dimensiones excesivas, consecuencia de los rescates bancarios que beneficiaron a unos pocos a costa de la mayoría de las clases populares.

En resumidas cuentas, Syriza ha iniciado un proceso de redefinición de Europa, con una enorme movilización popular en su país, en apoyo de esta redefinición. Y el gran pánico de la estructura de poder europea es de que el próximo paso en esta lucha se de en España. De ahí que las victorias de Syriza son también victorias de los pueblos de Europa. Estas victorias fueron las concesiones que detallo anteriormente.

Naturalmente que eran concesiones dentro de un marco que viene definido por su permanencia en el euro, gobernado por las derechas neoliberales y socioliberales. Pero Syriza escogió presentarse como defensor de Grecia y de Europa, intentando iniciar un proceso de transformación de esta Europa. Se podría criticar a Syriza por no haber tenido preparado un plan B, que hubiera sido la salida del euro. Pero esta crítica ignora que la mayoría del pueblo griego quiere permanecer en el euro. Puede que cambie y la lección didáctica a la cual me refería al principio del artículo sea un paso en la dirección de cambiar el deseo de permanencia. Pero el gran dato de las negociaciones es que, a pesar del enorme desequilibrio de fuerzas, la movilización de un pueblo en apoyo de las demandas justas de su gobierno puede conseguir victorias en un proceso en el cual solo hemos visto el inicio de una larga lucha, pues es ahora cuando la parte difícil comienza. Ceder y caer en un desánimo es lo que la reacción desea. Lo que ha ocurrido en Grecia muestra que cuando la población se mueve, se pueden ganar batallas. Y también muestra la falsedad de los argumentos utilizados por los gobiernos Zapatero y Rajoy (y Mas en Catalunya) de que no hay alternativas. Incluso en un caso extremo, como el de Grecia, con un gran desequilibrio de fuerzas, se pueden desarrollar otras propuestas.

Vicenç Navarro es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía Aplicada, Universidad de Barcelona


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