jueves, 1 de julio de 2010

GALLITO

LOS MERCADOS FINANCIEROS

5/6

De la crisis se ha salido, afirman muchos dirigentes políticos y económicos, y si los hechos no confirman tal aseveración no tienen inconveniente en añadir: “o se esta en vías de salir”, pero la práctica demuestra que tales afirmaciones no son más que una falacia semántica, o pienso ideológico para ingenuos.
Es decir, se sale de la crisis sólo porque alguien dice que se está saliendo de ella, pero los efectos prácticos de esa supuesta salida de la crisis no se ven ni por ningún sitio ni en ningún lugar, sino todo lo contrario: crecen las expectativas de que la crisis en la practica va a continuar
Teniendo algo que ver los desajustes financieros con el origen de la crisis y con la permanencia en el tiempo de la misma, no es en ese desajuste financiero donde hay que buscar la explicación a la crisis.
Su origen es otro y obviamente se evidencia en el sistema financiero y en que los trabajadores, produciendo cada vez más, mejor y con memores costos de producción, viven peor. Y las expectativas de estos trabajadores es vivir cada vez peor.
La inviabilidad objetiva del sistema capitalista que es al que hay que sustituir por razones objetivas y no cuestión de gustos ni de preferencias personales, puede verse en el articulo publicado en este Blog el día 14 de Junio (1), y desde luego en la critica a la economía capitalista que hace Marx en su obra El Capital, que es de donde está extraído dicho artículo- Como el barro ya esta inventado (tierra + agua, pero sin pasarse con el agua) no veo necesidad de perder el tiempo inventándolo.
La única fuente de la formación del capital es el beneficio, la plusvalía, la parte del trabajo que el capitalista no paga al asalariado.
Hasta un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que determinan la producción, la distribución y el consumo de lo que se produce, la principal fuente de beneficios del capital proviene de la industria.
Mientras más industrias más producción de bienes materiales, y mientras mayores inversiones en los procesos productivos más modernos, más producción.
Este círculo vicioso que es inherente al modo de producción capitalista, viene determinado por los propios capitalista en base a la lucha que establecen entre ellos (eso es la competencia) en la disputa del mercado para asegurar sus ventas, y por consiguiente para obtener más beneficios..
La necesidad cada vez más acuciante que cada capitalista tiene de producir más y más barato que los demás capitalistas, lleva al cierre de las empresas menos “competitivas” (crecimiento del paro), y las que superviven continúan con la misma necesidad de conseguir mayores masas de capitales para invertir, lo que les lleva necesariamente a:
1 Recurrir a nuevos y mayores créditos.
2 Concentrar empresas.
El crédito en un primer momento procede de la banca; del invento de la sociedad por acciones, en la que muchos pequeños ahorradores invierten sus dineros perdiendo el control efectivo del mismo, que queda en manos de los administradores de las empresas, quienes a veces ni siquiera son propietarios de las mismas, o de accionistas minoritarios (la familia Botin, por ejemplo, no tiene el 51% de las acciones del Banco de Santander, pero en la práctica es como si lo tuvieran) que gracias al montaje legal se convierten en la práctica como los auténticos dueños.
Mediante la concentración de empresas (concentración de capitales) se forman unidades productivas de mayor tamaño por un lado, y por otro, se logra eliminar, pero solo parcialmente, una parte de la competencia, puesto que las empresa más pequeñas o menos “competitivas”, es decir, con menos capitales a su disposición han desaparecido y las que no desaparecen tienen el camino abierto para su desaparición, puesto que no podrán competir en el futuro con las grandes concentraciones de empresas con muchos más capitales a su disposición.
La razón fundamental para la concentración de capitales se halla en que cada vez precisan de mayores masas más de capitales, con el fin de mantener los beneficios por encima de un determinado nivel, y compensar así, a fuerza de incrementar el volumen de las inversiones, la decreciente tasa de beneficios que se origina como consecuencia de la competencia que se hacen entre sí los propios capitalistas.

Ejemplo:

1 Un capital invertido de 100 da un beneficio del 20%, o sea, da 20 de beneficios.
2 Un capital invertido de 1.000 da un beneficio de 50.
La inversión de 1.000 da un beneficio superior al capital de 100, pero sin embargo, la tasa de beneficios es menor:

Tasa de beneficios del capital invertido 100:
20/100 = 0,20 x 100 = 20%

Tasa de beneficios del capital invertido 1.000:
50/1.000 =0, 05x100= 5%


Como se ve, una tasa de beneficio menor (5%) aplicada sobre una inversión mayor (1.000) lo único que consigue es obtener mayores beneficios, a pesar de que la rentabilidad es menor. Y esta y ninguna otra es la razón básica que lleva a los capitalistas a invertir cada vez más.
Si fuera verdad la cantinela de que las inversiones se hacen para crear puestos de trabajo, forzosamente tendríamos que ver que cada vez habría menos paro. Pero ocurre precisamente todo lo contrario, que es precisamente hoy cuando mayor es el número de parados (en España mas de cuatro millones y medio de parados), a pesar de que jamás el volumen de inversiones fue como hoy. No ver esto es no querer verlo. Y esperar del capitalismo que acabe con el paro son ganas de ver lo que no hay por ningún lado.

Con esa imperiosa necesidad de créditos que se tiene y con esa concentración de empresas que se realiza, no se consigue otra cosa que alimentar un círculo vicioso que no tiene límites ni siquiera a nivel teórico, y que por tanto es inviable, quimérico.
La competencia entre empresas capitalistas no se supera, sino que se agudiza y agrava al situarlo a un nivel superior, donde la competencia entre capitalistas se hará cada vez más entre empresas cada vez más grandes y potentes, lo que a su vez hará crecer la necesidad de mayores masas de capitales para invertir.
Hacen falta pocos esfuerzos intelectuales para llegar a la conclusión que tanto los capitales, por muy grandes que pudieran llegar a ser, son limitados, y que el mercado, por muy grande que se puedan imaginar, también es limitado, y en base a estos dos hechos objetivos y atendiendo a la más elemental lógica, que el modo de producción capitalista puede se mantenido en el tiempo, solo lo pueden concebir los capitalistas que viven y se enriquecen a costa del trabajo de los demás, y la comunidad de los bien aventurados que creen que las musarañas son de color lila-verde botella.
*+


(1) PARA EXPLICAR LA CRISIS DEL CAPITALISMO Y ACTUAR CONTRA ELLA
En qué consiste la crisis capitalista. Quién, cuando, cómo y dónde se origina. Cómo se desarrolla y amplia y dónde termina. Estas son las primeras cuestiones a dilucidar antes de podernos hacer una idea de como se puede actuar contra ella. Salvo que, como ahora, nos conformemos con dar palos de ciego al aire para resolver la crisis.
Hoy que presumimos de disponer de instituciones sociales y políticas democráticas, paradójicamente no son nuestros “representantes” sociales y políticos quienes nos proporcionan información acerca de la crisis, sino los denominados grandes medios de información, ligados de una u otra forma a los grandes grupos financieros que son los que se benefician de la crisis.
Son los grandes medios de comunicación quienes administran la información, quienes establecen los límites de lo que se puede hablar y de lo que no se puede hablar.
Hoy disponemos de más información en relación a las ligas de futbol italiana, inglesa, alemana…, de las elecciones de Colombia, del tráfico de drogas en México, etc,, que de la contestación social y política que están teniendo los gobiernos griego y francés por las politicas antisociales que está aplicando para “salir” de la crisis en sus respectivos pueblos.
Organizaciones políticas, tales como la Unión Europea o instituciones económicas como el Fondo Monetario Internacional, al igual que este, dominada y al servicio de los grandes capitales, son quienes determinan e imponen las medidas socio-económicas que hay que aplicar para “salir” de la crisis sin previa consulta y sin el más mínimo consentimiento de quienes sobre sus espaldas pretenden hacer recaer las “soluciones” que proponen, paradójicamente, las mismas instituciones y los mismos organismos que, cuando menos, han estado en el centro de la crisis y que disponían además de todos los medios técnicos, económicos y políticos para poderla haber prevenido y evitado.
Que de la crisis capitalista, o sobre la crisis capitalista se levanten gigantescos vendavales de palabras de todos los gustos y para todos los gustos; montañas de papeles escritos; infinidad de “análisis” de prestigiosísimas personalidades que dan un sin número de soluciones en todos los sentidos, según que personalidad haga el análisis, no viene a probar más que una cosa: que ninguno de ellos nos ha dicho todavía en qué consiste la crisis capitalista, y por tanto, no nos la han podido explicar de una forma racional y objetiva, ni la pueden explicar por el camino que llevan.
La crisis capitalista objetivamente es una interrupción en el proceso de acumulación capitalista que los mismos consideran normal, o que alcanza un nivel por debajo de esa línea marcada por los propios capitalistas como normal.
El objeto del capitalista es hacer crecer su capital, y la fórmula más sencilla y elemental que representa el proceso a través del cual el capitalista hace crecer su capital es la siguiente:

D --- M … P … M ´--- D´

Explicación de la fórmula de la expresión anterior

D representa el dinero que el capitalista utiliza inicialmente para la explotación de su negocio, con el que compra las mercancías que necesita, entre las cuales se encuentra la mano de obra que necesita utilizar para que trabaje a cambio de un salario, que para el capitalista representa otro mercancía más.

M representa la mercancía comprada por el capitalista que se compone de todos los elementos que intervienen en la transformación del producto que hace, donde se incluye los salarios que paga por mano de obra.

P representa el proceso de producción donde se llevan a cabo todas las operaciones hasta realizar el producto acabado que será llevado al mercado para ser transformado en dinero.

M´ representa la mercancía que ya ha sido elaborada y que ahora se ha convertido en el producto acabado que el capitalista lleva al mercado para su venta, es decir, para transformarla en dinero.


D´ representa el dinero que obtiene el capitalista en el mercado por la venta de su producto.


En buena lógica ha de cumplirse que:

D´es mayor que D
M´es de mayor valor que M

Puesto que a la suma total del gasto del capitalista invertido en el proceso de producción que representa M le suma los beneficios que quier obtener, dentro de unos determinados límites, de manera que:

D´- D = PV [1]

donde PV representa precisamente las plusvalía o beneficio del capitalista.

Una tasa es una relación entre dos magnitudes, y así, relacionando la plusvalía o beneficio (PV) con la suma total de dinero invertida por el capitalista para fabricar su producto (D), este obtiene su tasa de ganancia, que se representa de la forma siguiente:


PV/D = g´ [2]

donde g´ representa la tasa de ganancia del capitalista.

Ahora bien, la suma total de dinero (D) que el capitalista invierte es la suma de las instalaciones, maquinaria, etc., que se llama capital fijo que representamos por C, y de los salarios que constituye el capital variable y que representamos por V, de manera que:

D = C + V

por lo que si en la fórmula [2] sustituimos D por su valor C + V tenemos que la tasa de ganancia (g´) del capitalista puede ser representada por la formula:

PV/ C+V = g´ [3]
que como se ve es idéntica a la fórmula [2] con la única diferencia que en esta última el valor D aparece como la suma de los dos elementos que la componen: C + V.

Con lo que se ve que las fórmulas [2] y [3] son idénticas:

g´= PV/D = PV/C+V

Si la fórmula [3] la dividimos por V (gastos en salarios que es a lo que se le ha denominado capital variable) tenemos que la tasa de ganancia g´ es:

g´= (PV/V)/[C/V+V/V] [4]

Ahora bien, como:

PV/V = p´

Siendo p´ la tasa de plusvalía (relación de la plusvalía (PV) obtenida por el capitalista en el mercado a través de la venta de sus productos y V el dinero gastado en los salarios que ha pagado a los trabajadores, capital variable), y

C/V = ó

Siendo ó la composición del capital orgánico (relación entre el capital fijo, C, y el capital variable, V). y

V/V = 1

La fórmula [4] queda reducida a la siguiente:

g´ = p´ / o´+ 1 [5]

Analizando ahora [5] tenemos que:

La composición del capital orgánico o´ viene dada por el cociente de dividir el capital fijo, C, por el capital variable, V:
C/V = o´

De manera que por figurar el capital fijo, C, en el numerador de la fracción, cuanto mayor sea este mayor será o´.
Pero como o´+1 figura en el denominador de la fórmula [5] resulta que cuanto mayor sea o´+1, menor será la tasa de ganancia, g´, del capitalista, lo que viene a demostrar aritméticamente que cuanto mayor es la sustitución de fuerza de trabajo (la única que es capaz de generar plusvalía) por capital fijo menor es su tasa de ganancia, cuya tasa de ganancia, elevándola al máximo posible, constituye el objetivo esencial del capitalista para hacer crecer sus capitales, pero que, contradictoriamente, el propio capitalista hace descender al sustituir fuerza de trabajo por capital constante, como acaba de ser demostrado.
Y precisamente aquí es donde se origina la crisis capitalista, cuando g´ no alcanza el nivel mínimo que le permita al capitalista hacer crecer sus capitales, o cuando se interrumpe el proceso de acumulación de capitales que le produce el mismo efecto.
Las crisis del capitalismo nos las crea nadie en particular, no son atribuibles a personas concretas. Las personas, los políticos, etc., pueden influir para que una crisis se manifieste antes o después (pero aun así depende del grado de desarrollo que el capitalismo haya alcanzado en cada lugar y en cada tiempo en concreto), pueden influir para que sus efectos aparezcan antes o después, para que se presenten más o menos agudamente, pueden influir acortando o alargando en algo el tiempo de la crisis, pero esta es inherente al propio modo de producción capitalista, la lleva unida a su propia dinámica de funcionamiento, como se demuestra en la fórmula [5].
Actuar contra la crisis capitalista significa actuar contra el sistema capitalista que no es únicamente un modo de producción, una determinada forma técnica de producir. Forma parte del mismo una determinada estructura política y una determinada estructura ideológica que hacen posible que las técnicas productivas del capitalismo se puedan dar, por tanto, actuar contra la crisis capitalista es actuar contra el orden económico que crea; contra el orden político y contra el orden ideológico que lo mantienen. Todo lo que no sea esto contra la crisis del capitalismo es musiquilla celestial.
*+

Bibliografía: Carlos Marx. El Capital.