50
años de guerras imperiales: resultados y perspectivas
5/5
09.03,2015
Traducido
del inglés para Rebelión por Sara Plaza
El
análisis coste-beneficio o la construcción del imperio bajo la protección del estado
imperial militarista-sionista
Una
década y media es tiempo suficiente para evaluar los resultados del dominio
militarista-sionista en el estado imperial.
Estados
Unidos y sus aliados de Europa Occidental, sobre todo Alemania, lograron
expandir su imperio en Europa Oriental, los Balcanes y las regiones del Báltico
sin disparar un solo tiro. Estos países fueron convertidos en estados vasallos
de la Unión Europea, sus mercados conquistados y sus industrias
desnacionalizadas. Sus fuerzas armadas fueron contratadas como mercenarios de
la OTAN. Alemania Occidental se anexó Alemania Oriental. La mano de obra
cualificada barata, los inmigrantes y desempleados, aumentaron los beneficios
de las multinacionales de la Unión Europea y Estados Unidos. Rusia fue temporalmente
reducida a estado vasallo entre 1991 y 2001. El nivel de vida descendió
vertiginosamente y se redujeron los programas del estado de bienestar. Aumentó
la tasa de mortalidad. Las desigualdades de clase se ampliaron. Los millonarios
y los mil millonarios se apropiaron de los recursos públicos y participaron con
las multinacionales imperiales en el saqueo de la economía. Los líderes y
partidos socialistas y comunistas fueron reprimidos o cooptados. En cambio, la
expansión militar imperial en lo que va del siglo XXI está siendo un fracaso
muy costoso. La "guerra en Afganistán" resultó una sangría de vidas y
de dinero y provocó una ignominiosa retirada. Lo que quedó fue un débil
gobierno títere y un ejército mercenario poco fiable. Ha sido la guerra más
larga de la historia de Estados Unidos y uno de sus mayores fracasos. Al final,
los movimientos de resistencia nacionalistas-islamistas –los llamados
"talibanes" y los grupos de resistencia antiimperialistas
etno-religiosos y nacionalistas aliados– dominan las zonas rurales, atacan
continuamente las ciudades y se preparan para tomar el poder.
La
guerra de Iraq, la invasión y los diez años de ocupación por parte del estado
imperial diezmaron la economía del país. La ocupación fomentó la guerra
etno-religiosa. Oficiales baazistas y militares profesionales se unieron a los
islamistas-nacionalistas y formaron un poderoso movimiento de resistencia
(EIIL) que derrotó al ejército mercenario chiita apoyado por el imperio durante
la segunda década de la guerra. El estado imperial se vio forzado a volver a
entrar y participar directamente en una larga guerra. El coste de la guerra se
disparó hasta más de un billón de dólares. Se obstaculizó la explotación del
petróleo y el Tesoro de Estados Unidos vertió decenas de miles de millones de
dólares para sostener una "guerra sin fin".
El
estado imperial estadounidense y la Unión Europea, junto con Arabia Saudita y
Turquía, financiaron milicias mercenarias islámicas para invadir Siria y
derrocar al régimen secular, nacionalista y anti-sionista de Bachar al Assad.
La guerra imperial abrió la puerta para que las fuerzas islámicas-baazistas
–EIIL– se extendieran hasta Siria. Los kurdos y otros grupos armados les
arrebataron territorio y fragmentaron el país. Después de casi cinco años de
guerra y crecientes costes militares, las multinacionales de Estados Unidos y
la Unión Europea se han quedado fuera del mercado sirio.
El
apoyo estadounidense a la agresión israelí contra el Líbano ha hecho que
aumente el poder de la resistencia armada antiimperialista de Hezbolá. El
Líbano, Siria e Irán constituyen en este momento una alternativa seria al eje
de Estados Unidos, la Unión Europea, Arabia Saudita e Israel.
La
política estadounidense de sanciones a Irán no ha logrado debilitar el régimen
nacionalista y, en cambio, ha cercenado las oportunidades económicas de todas
las grandes multinacionales del petróleo y el gas de Estados Unidos y la Unión
Europea, así como las de los exportadores de artículos de fabricación
estadounidense. China ha ocupado su lugar.
La
invasión de Libia por parte de Estados Unidos y la Unión Europea destruyó la
economía y supuso la pérdida de miles de millones de dólares en inversiones de
las multinacionales y la interrupción de las exportaciones.
La
toma del poder por el estado imperial estadounidense mediante un golpe de
Estado por poderes en Kiev, provocó una poderosa rebelión antiimperialista
dirigida por milicias armadas en el Este (Donetsk y Lugansk) y la aniquilación
de la economía ucraniana.
En
resumen, el control militar-sionista del estado imperial ha conducido a largas
y costosas guerras imposibles de ganar que han debilitado los mercados y los
proyectos de inversión de las multinacionales estadounidenses. El militarismo
ha reducido la presencia económica imperial y ha provocado movimientos de
resistencia antiimperialistas cada vez más amplios, a la vez que ha aumentado
la lista de países inviables, inestables y caóticos que escapan al control
imperial.
El
imperialismo económico ha seguido obteniendo beneficios en partes de Europa,
Asia, América Latina y África a pesar de las guerras imperiales y las sanciones
económicas que el enormemente militarizado estado imperial ha llevado a cabo en
otros lugares.
Sin
embargo, la toma del poder en Ucrania por los militaristas estadounidenses y
las sanciones a Rusia han erosionado el lucrativo comercio y las inversiones de
la Unión Europea en Rusia. Bajo la tutela del FMI, la Unión Europea y Estados
Unidos, Ucrania se ha convertido en una economía fuertemente endeudada, al
borde de la quiebra, dirigida por cleptócratas totalmente dependientes de los
préstamos del extranjero y la intervención militar.
Al
priorizar las sanciones y el conflicto con Rusia, Irán y Siria, el estado
imperial militarizado no ha conseguido profundizar y ampliar sus lazos
económicos con Asia, América Latina y África. La conquista política y económica
de Europa del Este y partes de la URSS ha perdido importancia. Las guerras
perpetuas perdidas en Oriente Medio, el norte de África y el Cáucaso han
mermado la capacidad del estado imperial para llevar adelante la construcción
del imperio en Asia y América Latina.
La
pérdida de riqueza, los costes internos de las guerras perpetuas, ha erosionado
las bases electorales de la construcción del imperio. Solamente un cambio
radical en la composición del estado imperial y una reorientación de sus
prioridades para situar la expansión económica en el centro de las mismas
podrían impedir el actual declive del imperio. El peligro está en que si el estado
imperialista sionista militarista sigue interviniendo en guerras perdidas puede
subir la apuesta y deslizarse hacia una confrontación nuclear: ¡un imperio
entre cenizas nucleares!
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
*++