domingo, 15 de noviembre de 2020

El covid-19 y lo que le cuelga, es decir, sus colgajos. Del aspecto biológico o sanitario nada se del covid-19, por consiguiente nada puedo decir al respecto que pudiera tener pies y cabeza. Sus colgajos ya son otra cosa: el hambre que pasa la gente ya es otra cosa, que además depende de tener o no tener alimentos, y esto es cuestión social, política, que depende de que el gobierno habilite los medios necesarios para evitar que se pase hambre en vez de dar dinero público a la prensa; mercantil privadoteta del negocio criminal de la sanidad privada detrayéndolo de los medios necesarios para atender a las necesidades médicas y de alimentación de la gente que lo necesite. En este aspecto, especialmente las clases trabajadoras, que somos los más afectados y los creadores de cuanta riqueza existe, sí que deberíamos organizarnos para exigirle al gobierno que los primeros que tienen que ser atendidos son los trabajadores y sus familias en vez de asegurar los beneficios a las grandes empresas, porque el paquetón gordo de la nube de millones que van a “venir” de Europa se lo van a llevar las grandes empresas, ¿no?, paquetón de millones que por otra parte pagaremos los trabajadores, ¿o no? ¿O lo van a pagar las empresas que se los lleven?

 

Medidas científicas, medidas ideológicas

 


Por Alfredo Caro Maldonado

Rebelión

12/11/2020

 Fuentes: Ciencia mundana

Los domingos participo en el programa La galería de EITB. Como solo me dio para 10 minutos (que podéis escuchar aquí) y tenía muchas notas, he escrito este texto-guión.

Una amiga me contaba que un sábado, a las 9 de la mañana, iba por el casco viejo bilbaíno de camino al trabajo, una peluquería, esteticista, a echar 10 horas de trabajo, y le gusta fumarse “un piti” antes de entrar. Mientras maldecía en silencio el madrugón de fin de semana, un coche patrulla se le cruza, baja la ventanilla, y el agente le dice que se suba la mascarilla, ella se niega, que está fumando, que está sola en la calle. 70 € de multa. Aún está esperando que esa misma policía se pase por su centro de trabajo, por el de millones de trabajadores, para garantizar que se cumplan los horarios, las distancias, la ventilación, los EPI…

¿qué evidencia hay detrás de las medidas coercitivas que se están tomando?

Tenemos dos tipos de evidencia, la que nos da la física y la biología, que muestra que el virus, respiratorio, se transmite por las partículas que se producen al hablar, estornudar o toser. El virus, para ser infectivo, necesita de humedad, así que, la eficiencia, la capacidad de infección es, por este orden, por gotas, aerosoles y superficies (fomites). Para que la infección se produzca por gotas se tiene que estar a menos de dos metros. Los aerosoles por su tamaño, flotan y se mantienen más tiempo y distancia. Y las superficies parece que no están siendo relevantes para la transmisión del SARS-Cov2 más allá de ámbitos donde la carga viral es altísima como pueden ser habitaciones UCI.

Y después tenemos la evidencia de las ciencias sociales, donde podríamos incluir la epidemiología al uso. Estas nos hablan de quiénes tienen más probabilidades de contagiarse y morir. Éstas nos demuestran que estamos ante una pandemia de la desigualdad.

En la revista española de salud pública se ha publicado un estudio sobre los determinantes sociales en la incidencia de la COVID-19 en Barcelona. Algunas conclusiones que extrae son: “Los barrios del quintil de menor renta presentaban un 42% más de incidencia que aquellos del quintil con más renta.” Esta correlación es debida a la desigualdad en salud, más enfermedades crónicas (obesidad, diabetes, sedentarismo, tabaquismo, etc.) y menos recursos sanitarios en general.

Hay otro dato que no lo explica del todo bien la biología o la física de aerosoles: alrededor del 70% de las muertes se produjeron en las residencias geriátricas. Sí, allí se concentran (nunca mejor dicho), aquellas personas con más riesgo de fallecer, pero la distribución no es homogénea entre toda la población de esas edades, o sea, estar en una residencia, además de por la edad, es un factor de riesgo importante.

La comunicación de ambas evidencias y la cuestión del riesgo es también crucial. Como con la metáfora del árbol que hace ruido en un bosque sin gente, la evidencia científica no es tal sino se hace realidad en la sociedad y los agentes decisorios. Así, la comunicación basada en una guerra contra el virus, en que hay que doblegar la curva, y en la responsabilidad social, está escondiendo y tergiversando la evidencia, al menos parte de ella. Poniendo el énfasis en parar todos los contagios, se pierde de vista que no todos los contagiados tienen la misma probabilidad de contagiar, contagiarse, enfermar y de morir, y que por tanto, a lo mejor habría que hacer un esfuerzo mayor en reducir los contagios en aquellos sectores de la población más vulnerables, y que no solo hay que hacerlo disminuyendo el riesgo de contagio total, sino el riesgo de enfermar, y como este último tiene que ver con la inequidad, lo que habría que atacar es esta.

Así que la comunicación de la(s) evidencias está sirviendo para que una, la biologicista, sea la hegemónica, mientras que la proveniente de las ciencias sociales y que va más allá del virus, prácticamente desaparezca.

La comunicación es tan importante que a su vez es fuente de evidencia nueva, aunque sesgada. Es el caso de las encuestas de lugares de contagio. En esta entrevista, Javier Segura decía que el Centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias (CAES) hace una encuesta de casos sin tener en cuenta variables sociales (ocupación laboral, clase social, etc) que daría mucha información de qué profesiones tienen más riesgo de enfermar. En otros países sí se hace. Nos hablan de % de ámbitos de contagio, pero en Madrid en el 75 % de los casos esta variable no se ha recogido. Aún así, medios y políticos han puesto el foco en el ocio, cuando el ámbito social es el 30%, el resto es el laboral y el educativo. Individual vs colectivo. “Esta pandemia es una pandemia de la desigualdad, un vector muy importante de contagio y uno de los factores es la precariedad laboral”

No quieren poner el énfasis en los riesgos. Estos se entrecruzan, son complejos, pero le quitan efectismo al marketing del solucionismo tecnológico. Los vendedores de mascarillas FPP2 ahora dicen que las quirúrgicas no valen, pero ninguno dice que cualquier prevención tecnológica lo que puede hacer es reducir el riesgo, y esta reducción es cada vez más difícil cuanto más cerca de cero está el riesgo. Hay cuatro factores que afectan al riesgo de infección que interaccionan: la situación del hospedador, los factores socioeconómicos, el patrón de contacto y lo ambiental.

El énfasis se pone en las medidas biofísicas: ventilación de lugares cerrados, mascarilla y aire libre; potenciales vacunas y fármacos, ¡hospitales! Ignorando la incertidumbre, culpabilizando a los individuos. Pero luego se ignoran esas mismas evidencias cuando tocan el corazón del sistema, el trabajo y la explotación. Ahí, mascarillas, distancia o ventilación no son relevantes, ahí no hace falta distanciamiento social.

Como todo el mundo está siendo bombardeado por el origen social de los contagios, cuando al dar positivo se le pregunta dónde cree que se ha contagiado, se tiende a responder “el bar” donde se tomó el café, en vez del metro o el trabajo, porque no forman parte del imaginario de posibles, o en menor medida. Por supuesto, esto último tiene que ver con la poca calidad de los datos epidemiológicos que tenemos. Un elemento fundamental de los recortes en Salud pública de la última década.

La hegemonía de la evidencia biologicista lleva a poner el énfasis en el individuo, en el mito de la responsabilidad personal, y no en las medidas estructurales para reducir el riesgo de enfermar y morir. Y esto, y el sesgo ideológico de técnicos y políticos, afecta a qué medidas se toman y cuáles no.

Un ejemplo es este reportaje de El País: “Un salón, un bar y una clase: así contagia el coronavirus en el aire. … estas son las probabilidades de infección en estos tres escenarios cotidianos dependiendo de la ventilación”. En este reportaje se centran en las evidencias biofísicas, sin embargo, ¿tienen en cuenta otras? A golpe de google encuentro dos que interesan: según la EPA, en el Estado español hay 19 millones de personas trabajando, y según la OIT, el 27% de las personas trabajadoras en el Estado español trabaja sin contrato, sin que se cumplan sus derechos. Por lo que es fácil deducir que buena parte de los trabajadores pasarán más de 40 horas semanales en su puesto de trabajo, e igualmente, es fácil deducir que en muchísimas ocasiones no se cumplen las normas de seguridad. Por tanto, no deja de sorprender que los escenarios cotidianos para esos autores sean todos menos donde pasamos más de un tercio de nuestra vida.

Cuesta mucho creer que el trabajo no sea “un escenario cotidiano” de transmisión cuando hasta el 7 de noviembre no era ni siquiera obligatoria la mascarilla. Si a esto sumamos el tiempo en el puesto de trabajo, los niveles de precariedad, la temporalidad, falta de prevención de riesgos laborales e inspecciones de trabajo, condiciones del transporte público, etc; nos hace pensar que el titular de esa infografía huele a propaganda.

El ejemplo probablemente más flagrante es el de las residencias. Como decía, suponen hasta el 70 % de los muertos en algunas comunidades. En País Vasco, un 40 %, y eso porque a pesar de tener una norma nueva, en las residencias vascas se sigue utilizando el Decreto 41/1998, de 10 de marzo, sobre los servicios sociales residenciales para la tercera edad. Una norma de hace 22 años. Así, cuando el gobierno vasco confina los municipios, pero no pone los recursos para que se cumpla la nueva ley, y así reducir el riesgo de personas vulnerables, está claramente priorizando en base a prejuicios ideológicos, porque para reducir el riesgo de esas personas tendría que ir contra su espíritu privatizador (liberal).

Medidas tecnológicas y medidas sociales.

Algunos sectores ecologistas plantean que existe una forma de negacionismo de la crisis ambiental por parte de aquellos defensores del Green New Deal al ignorar (más o menos conscientemente) la imposibilidad del planeta Tierra de suplir de recursos materiales y energéticos para sus sueños de “crecimiento sostenible”.

De la misma forma, aquellos que han ignorado ciertas evidencias con respecto a la pandemia son negacionistas. Primero se ignoró que esto iba a pasar, que el aumento de las zoonosis por la destrucción de ecosistemas nos iba a llevar a sufrir una gran pandemia. Después, pasó y aceptamos con responsabilidad un estado de alarma y un largo confinamiento, sabiendo que muchas de las medidas eran no solo injustas sino contraproducentes al causar yatrogenia (como la de no dejar salir a los niños). Y las consecuencias que iban a tener sobre la salud. Exceso de mortalidad de 60.000. Más tarde nos dijeron que en la nueva normalidad se revertirían los años de recortes en salud pública y atención primaria. Y no se ha hecho, se han cruzado los dedos todo el verano. Llega la segunda ola en las mismas condiciones: sin atender ni siquiera tibiamente los principales elementos que aumentan el riesgo de contagio que son la densidad poblacional, sin rastreadores suficientes, sin la atención primaria reforzada, sin recursos ni medidas para las cuarentenas. Y se toman medidas ideológicas, sensacionalistas, no basadas en la evidencia.

Según Javier Segura, el toque de queda es un elemento de distracción, medidas aparentemente muy contundentes pero que no lo son en realidad. Dejan fuera las que realmente hay que tomar: refuerzo de atención primaria y salud laboral; y apoyo social y laboral.

Como dice Juan Diego Areta Higuera, “Deberíamos estar aplicando eficazmente medidas que sabemos que han funcionado: rastreo desde Salud Pública, refuerzo de Atención Primaria (que incluye la domiciliaria) y del sistema educativo, fomento de actividades al aire libre… Si eso no puede hacerse porque nuestro Estado no tiene capacidad para hacerlo, tal vez sería mejor hacerlo público y se hará lo que se pueda.”

Decía también: “Sin informar a la población adecuadamente, sin reconocer los errores cometidos, las incertidumbres en el conocimiento existente sobre COVID19 ni las limitaciones que tiene nuestro Estado, no podemos responsabilizar a la población, pues sólo le estamos dejando dos alternativas probablemente erróneas: o someterse ciegamente a medidas tomadas por razones no explicadas o rebelarse contra ellas”.

Los medios con el biologicismo hegemónico están creando una bomba de tiempo.

Si científicos y medios nos hubieran dicho a diario durante meses que da “igual” (entre muchas comillas) cuántos positivos haya siempre que nuestras poblaciones vulnerables estuvieran totalmente protegidas, entonces se entendería aún menos el que se confinara a los niños y niñas y se cerraran los parques. “Nos prohíben tomarnos un café a media mañana pero no pasar 10 horas quitando cejas a varios centímetros de distancia”.

Es cierto que las movilizaciones negacionistas están controladas por la extrema derecha, pero el caldo de cultivo de este descontento, desconfianza, caos informativo, etc. no es de su cosecha, sino de medios y biologicistas.

Referencias:

Más sobre residencias:

María Luisa Torijano Casalengua, Javier Sánchez Holgado, Cecilia Calvo Pita y María Pilar Astier Peña https://sano-y-salvo.blogspot.com/2020/05/la-terrible-pandemia-sobre-nuestros.html

Javier Segura https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/javier-segura-epidemiologo-no-tenemos-evidencia-toque-queda-sea-medida-adecuada-disminuir-contagios

Joan Benach https://ctxt.es/es/20201001/Politica/33862/#.X56MTELay4M.twitter

Manuel Franco, https://www.eldiario.es/sociedad/manuel-franco-barrios-cinco-veces-contagios-deberian-cinco-veces-servicios-primaria-salud-publica-rastreadores_128_6247423.html#click=https://t.co/hiCWN0YQRT

Javier Padilla y Pedro Gullón, Epidemiocracia,  https://capitanswing.com/libros/epidemiocracia/

Fuente: https://cienciamundana.wordpress.com/2020/11/08/medidas-cientificas-medidas-ideologicas/

 

El miedo es un estado de ánimo creado por la ignorancia, según lo veo yo, que lleva a meter la cabeza debajo del sobaco ante cualquiera que se considere con más poder que el que uno tiene, y por tanto, no se va a pasar porque yo diga que hay que dejar de tener miedo, pero yo a lo que voy es que andar por la vida con la cabeza debajo del sobaco no es ya que te entren dolores en el pescuezo por llevarlo todo el día retorcido, que también, sino que es muy peligroso porque como al andar no ves por donde andas, pues que el día menos pensado tienes un mal encontronazo con una farola o te crees que la paredes son traspasables y que te pegas un castañazo que de fijo te jodes la poca cabeza que tienes, y todo por no andar mirando con la cabeza alta, que es como hay que andar por la vida. O sea, que como no seamos capaces de ver que el hambre que se pasa hoy en Madrid, Sevilla, Barcelona y parte del provincial de España, es el mismo hambre que puede pasar cualquier trabajador dentro de un ratito o mañana en cualquier punto-centro mismamente de dicho provincial o Barrio de Bilbao, que como ya saben, Bilbao tiene barrios por todo el mundo. Y no seamos capaces de patalear con la cabeza fuera del sobaco para que eso no ocurra, mal chiquet, muy mal, Y hasta aquí puedo escribir.

 

POBREZA

LOS PLATOS DEL HAMBRE GOLPEAN A LAS PUERTAS DEL AYUNTAMIENTO DE MADRID 

Convocadas bajo el lema “Madrid pasa hambre”, entidades sociales,  asociaciones vecinales y personas provenientes de diferentes barrios se concentraron a las puertas del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social de Madrid para denunciar la inacción del Ayuntamiento ante el aumento de la precariedad y el hambre.

Concentración a ante el Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid PABLO 'PAMPA' SAINZ

Pablo 'Pampa' Sainz

@PampaenMadrid

El Salto

14 NOV 2020

No había mucha gente a las puertas del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, pero en esas manos se concentraban miles de historias de familias necesitadas, de personas con hambre y sus necesidades básicas insatisfechas. De tripas que rugen ante el plato vacío, de llantos porque las ayudas tantas veces prometidas desde despachos lujosos y cafés humeantes, nunca llegan allá abajo, donde más se necesita.

Allí estaban gentes de Carabanchel, el Alto el Bajo y todos. De Latina y Vallecas, de Tetuán y Moratalaz, personas que se acercaron en representación de entidades sociales y otras, vecinas y vecinos que saben que eso de las colas del hambre es mucho más que un título de portada de periódico. “Que vengan al barrio, que vengan a ver cómo está la gente”, reclaman unas y otras voces.

“Estamos aquí porque es nuestra obligación como ciudadanos, conscientes de la situación que está viviendo Madrid, y además somos protagonistas, llevamos siete años trabajando con familias en exclusión y durante la pandemia hemos dado de comer a 1.800 familias, más de 24.000 personas y 650.000 kilos de alimentos”, describió José Luis, de la Red de Solidaridad Popular de Latina Carabanchel.“Nos llaman mucho la atención las declaraciones de la Villacís o es una mentirosa empedernida y no conoce el Ayuntamiento en el que está o practica la aporofobia, producto de estar con Vox, y le dan asco los pobres. El Ayuntamiento no tiene ninguna subvención de nada, ¡es mentira!, no puede haber duplicidad cuando no tienen partidas de nada. Lo único que da es becas para los niños y la prometida tarjeta alimentaria que copian a Tetuán de la gestión anterior, han sido incapaces de ponerla en funcionamiento”, destacó.

“Lo único que el Ayuntamiento da es becas para los niños y la prometida tarjeta alimentaria que copian a Tetuán de la gestión anterior, han sido incapaces de ponerla en funcionamiento”

Las recientes declaraciones de la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, asegurando que el Ayuntamiento tiene “manga ancha” con familias que reciben ayuda municipal y también recurren a la asistencia vecinal han caído “muy mal” entre quienes están a pie de calle luchando contra la pandemia. “Prácticamente todas las personas que se han visto en esas colas son personas que están siendo ya atendidas por el Ayuntamiento”, reprochó la representante de Ciudadanos en el gobierno local.

 


En señal de protesta, entidades y vecinas dejan platos vacíos en el Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social PABLO 'PAMPA' SAINZ

“Lo que hace Villacís es sembrar dudas, respuesta fácil para mentes fáciles. Nuestras familias todas vienen de pasar por servicios sociales, todas tienen el certificado de exclusión alimentaria, están todas censadas por el Ayuntamiento. El Ingreso Mínimo Vital, ¿con los 456€ a qué llegas? Cuando por una habitación de mierda te están cobrando entre 250 y 300 euros. Estamos hablando de miseria. El problema es que los servicios sociales no hacen la labor que les corresponde, sino una labor de investigación porque todo el que se acerca a solicitar algo tiene la presunción de culpabilidad, que va a ser un ladrón, un defraudador. Es todo el tiempo perseguir que se cumpla, que este papel o el otro, y no hacen realmente el trabajo de reinsertar, de trabajar con las familias, empoderarlas, ver una solución, que es lo que hacemos entre nuestras redes”, respondió José Luis.

En la misma línea se manifestó Pilar, vecina de Orcasitas, que fue una de las primeras en llegar a la protesta con un plato vacío en señal de esas casas donde no hay para alimentos. “Vengo porque no hay derecho a que estén sin atender familias muy necesitadas, con personas mayores, con niños, que están directamente abandonadas por parte del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid”.“Están abandonas las residencias de ancianos, están retirando lotes de comida que daban a las asociaciones, concretamente a la de Orcasur le daban 15 y se las han retirado sin explicación alguna. Retiran las subvenciones y no justifican el motivo, por eso estar aquí es reivindicar que se atienda a estas familias, que no se les abandone, por favor”, reclamó.

“Los servicios sociales no hacen la labor que les corresponde, sino una labor de investigación porque todo el que se acerca a solicitar algo tiene la presunción de culpabilidad, que va a ser un ladrón, un defraudador”

Pilar también se mostró “indignada” con las declaraciones de la vicealcaldesa. “Lo que dijo es mentira, una forma vil de justificarse. Esa señora que venga a los barrios y que vaya a la puerta de las asociaciones, que vea a la gente que va a pedir comida. Es una forma de tapar las necesidades reales de los barrios humildes, obreros, como la zona sur de Madrid. Te hierve la sangre porque estás viendo las necesidades y viendo en la televisión a esos cuatro voceros de pacotilla diciendo que todo está bien, que no hay problemas. Bien que para poner un kilómetro y medio con luces de la bandera de España sí hay, pero alimentar al pueblo no”, cuestionó.

Charo, de la Asociación de Mujeres de Carabanchel Alto cree que el Ayuntamiento “con toda su cara dura puede negar la realidad de cómo está la gente porque no visita los barrios”. Actualmente están asistiendo a más de 200 personas “pero no solo con alimentos, sino también en el acompañamiento necesario para solicitar ayudas”, aclaró.

“Se ayuda también para rellenar toda la documentación porque las propias asistentas sociales, que son quienes tendrían que tener posibilidades de ayudar, como han recortado tanto, no ahora sino desde hace mucho tiempo, son pocas para esta emergencia. Entonces las propias vecinas nos ayudamos entre todas para el ingreso mínimo vital, los Ertes y todas esas tramitaciones”, explicó.También tuvo palabras para la vicealcaldesa a quien pidió “ponerse un bozal, no una mascarilla, un bozal”.

“Te hierve la sangre porque estás viendo las necesidades y viendo en la televisión a esos cuatro voceros de pacotilla diciendo que todo está bien, que no hay problemas”

“No hay derecho a que sean capaces de hablar por hablar, sin hacer nada, sin conocer porque no se bajan al sitio a ver la realidad de la gente. No ven a la gente que llora porque nunca imaginó encontrarse en esta situación, gente que lo está pasando mal en serio y siente vergüenza de no poder ayudar a su familia, con carreras. La persona que diga que hay gente que está abusando es una indecente”, concluyó Charo.

Todas las personas consultadas coinciden en que “empieza a empeorar la situación, realmente hay que hablar de hambre”. Según sus experiencias entre octubre y noviembre el número de familias necesitadas que se acercan a las entidades sociales no ha parado de subir.

*++

 

Historia de la Revolución Rusa

 

Rosa Luxemburgo Obras Escogidas, 11 de 17

Izquierda Revolucionaria 

www.marxismo.org

5/8

Rosa Luxemburgo

5. La cuestión del sufragio

Tomemos otro ejemplo impactante: el derecho al sufragio tal como lo mantiene el gobierno soviético. No queda para nada claro que significación práctica se atribuye a este derecho al sufragio. Por la crítica que hacen Lenin y Trotsky a las instituciones democráticas, parecería que rechazan por principio la representación popular sobre la base del sufragio universal y que quieren apoyarse solamente en los soviets. Por qué, entonces, utilizan un sistema de sufragio universal, realmente no queda claro. No sabemos si este derecho al sufragio se puso en práctica en algún lado; no se oyó hablar de ninguna elección para ningún tipo de organismo popular representativo realizada con este sistema. Más probablemente se trata, por así decirlo, de un producto teórico de la diplomacia; pero, sea como sea, constituye un producto notable de la teoría bolchevique de la dictadura.


Todo derecho al sufragio, como cualquier derecho político en general, no puede medirse aplicando alguna suerte de patrón abstracto de “justicia” o de cualquier otro término burgués democrático, sino por las relaciones sociales y económicas a las que se aplica. El derecho al sufragio elaborado por el gobierno soviético está calculado para el periodo de transición de la sociedad burguesa capitalista a la socialista, o sea, está calculado para el periodo de la dictadura del proletariado. Pero, según la interpretación de esta dictadura que representa Lenin y Trotsky, se garantiza el derecho a votar a todos aquellos que viven de su trabajo y se les niega a todos los demás.


Ahora bien; es obvio que este derecho a votar tiene significado solamente en una sociedad que está en condiciones de garantizar a todos los que quieren trabajar, en función de la tarea que realizan, una vida civilizada adecuada. ¿Es ese el caso de Rusia en la actualidad? Rusia se ve enfrentada con tremendas dificultades, separada como esta del mercado mundial y de sus fuentes de materias primas más importantes. La economía y las relaciones productivas han sufrido una sacudida terrible como resultado de la transformación de las relaciones de propiedad en la tierra, la industria y el comercio. En tales circunstancias, es evidente que incontables personas han de verse súbitamente desarraigadas, a la deriva, sin ninguna posibilidad objetiva de encontrar en el mecanismo económico empleo para su fuerza de trabajo. Esto no sucede solamente en la clase capitalista y en la terrateniente sino también en amplios sectores de la clase media e incluso en la misma clase obrera. Es un hecho conocido que la contracción industrial produjo un regreso del proletariado urbano al campo en escala masiva, en procura de ubicación en la economía rural. En tales circunstancias, otorgar el derecho político al sufragio en función de la obligación de trabajar constituye una medida bastante incomprensible. De acuerdo a la tendencia general, se supone que solamente los explotadores se verán privados de los derechos políticos. Y, por otro lado, a la vez que la fuerza de trabajo se desarraiga a escala masiva, el gobierno soviético se ve obligado a menudo a poner la industria nacional en manos de sus anteriores propietarios, en consignación, por así decirlo. Del mismo modo, el gobierno soviético se vio forzado a concluir un compromiso también con las cooperativas de consumo burguesas. Más aún; se demostró inevitable la utilización de los especialistas burgueses. Otra consecuencia de esta situación es que el Estado mantiene con los recursos públicos a sectores cada vez más amplios del proletariado, como los guardias rojos, etcétera. De hecho, amplias y crecientes capas de la pequeña burguesía y del proletariado, a las que el mecanismo económico no les proporciona los medios para ejercer la obligación de trabajar, se ven privadas de sus derechos políticos.


No tiene sentido considerar el derecho al sufragio como un utópico producto de la fantasía desligado de la realidad social. Y por esta razón no es un instrumento serio de la dictadura proletaria. Es un anacronismo, una anticipación de la situación jurídica adecuada a una economía socialista ya realizada, no al periodo de transición de la dictadura proletaria.


Como toda la clase media, la burguesía y la intelligentsia pequeñoburguesa boicotearon durante meses al gobierno soviético después de la Revolución de Octubre haciendo sabotaje en los ferrocarriles, las líneas postales y telegráficas, los aparatos educacional y administrativo, oponiéndose de esta manera al gobierno obrero. Naturalmente se ejercieron


sobre estos sectores todas las medidas de presión posibles. Estas incluían la privación de los derechos políticos, de los medios económicos de existencia, etcétera, a fin de quebrar su resistencia con puño de hierro. Fue precisamente de esta manera que se expresó la dictadura socialista, que no puede abstenerse de usar la fuerza para garantizar o evitar determinadas medidas que afectan los intereses del conjunto. Pero cuando llega a una ley electoral que resulta en la privación del derecho del voto para amplios sectores de la sociedad, a los que políticamente se coloca fuera de los marcos sociales y, al mismo tiempo, no se está en condiciones de ubicar aunque sea económicamente dentro de esos marcos; cuando la privación de los derechos no es una medida concreta para lograr un objetivo concreto sino una ley general de largo alcance, entonces no se trata de una necesidad de la dictadura sino de una creación artificial a la que no se le puede insuflar vida. Esto se aplica tanto a los soviets como fundamento como a la Asamblea Constituyente y a la ley del sufragio general.


Pero el tema no se agota con la Asamblea Constituyente y la ley del sufragio. No hemos considerado hasta ahora la destrucción de las garantías democráticas más importantes para una vida pública sana y para la actividad política de las masas trabajadoras: libertad de prensa, derechos de asociación y reunión, que les son negados a los adversarios del régimen soviético. En lo que hace a estos ataques (a los derechos democráticos) los argumentos de Trotsky ya citados sobre el carácter farragoso de los organismos democráticos electos distan mucho de ser satisfactorios. Por otra parte, es un hecho conocido e indiscutible que es imposible pensar en un gobierno de las amplias masas sin una prensa libre y sin trabas, sin el derecho ilimitado de asociación y reunión.


*++