lunes, 3 de marzo de 2025
Manual para destapar a un policía infiltrado
Manual
para destapar a un policía infiltrado
Publicado el 3 de marzo de 2025 / Por Todo Por Hacer
KAOSENLARED
VV.AA.
Editorial Dos Cuadros. Madrid, febrero 2025.
¿Cómo podemos saber si
alguien es un policía infiltrado? ¿Cómo investigamos unas sospechas? ¿Cómo
iniciamos un proceso de investigación y qué hay que tener en cuenta para
hacerlo? ¿Qué resultados puede haber y cómo podemos actuar? ¿Qué patrones
comunes tienen los infiltrados? ¿Qué podemos hacer si descubrimos a un policía
infiltrado en nuestra organización? ¿Por qué hay que tener en cuenta el apoyo
mutuo, el agotamiento y la paranoia? ¿Qué aprendizajes se han obtenido de los
procesos que se han llevado a cabo hasta ahora? ¿Qué material se necesita? ¿Hay
algún tipo de filtro útil para hacer algo más seguras las organizaciones?
¿Tienen el estado y la policía algún tipo de línea roja? ¿Conviene publicar
todas estas informaciones? ¿Podemos saber dónde vive un infiltrado después de
ser descubierto?
Este manual pretende dar
una respuesta a todas estas preguntas en base a algunas de las experiencias
adquiridas tras destaparse nueve casos de infiltraciones policiales en el
Estado español entre 2022 y 2024. El documento incluye informaciones y datos
que no se habían hecho públicos hasta ahora. No por morbo o sensacionalismo,
sino porque han sido, y pueden ser, fundamentales para descubrir infiltrados y
porque ayudan a entender gran parte del funcionamiento de estas prácticas
policiales.
La publicación de este
texto, basado en la guía ¿Mi amigo era un poli infiltrado? escrito
por compañeras británicas hace unos años, está dirigida a toda la militancia
(pasada, presente y futura) y tiene muchos objetivos, entre ellos el de
transmitir las experiencias y conocimientos adquiridos para que ninguna
militante ni organización más tenga que partir de cero a la hora de afrontar
infiltraciones policiales y todo lo que éstas conllevan.
Está
disponible de forma gratuita para descargar en PDF en la web de la editorial Dos
Cuadrados. También se puede adquirir en formato físico a precio de
coste, 2€, en la misma página web.
Este manual se presentó el
7 de febrero en el Ateneo La Maliciosa
Fuente: Todoporhacer
El robo
Estas palabras de Zhok
son de una sensatez absoluta. Lo asombroso es que no sean compartidas por todos
(aunque quizás en su fuero interno todos saben que son ciertas). La cuestión
es: ¿qué hacer ante la hipocresía de la casi totalidad de la clase política?
El robo
El Viejo Topo
3 marzo, 2025
Hoy los pueblos
de Europa son rehenes, rehenes de una oligarquía financiera que manipula las
conciencias, que miente constante y descaradamente a través de sus servidores
en la prensa escrita, que de vez en cuando llama a votar con reglas
distorsionadas y luego traiciona sistemáticamente la mayoría de las promesas
electorales, hasta el punto de que la “promesa electoral” se ha convertido en
sinónimo de “cuento de hadas publicitario”. Y todo esto se glorifica como
“democracia liberal”. La impermeabilidad y sordera a las necesidades de la
gente corresponde a la complacencia de felpudo ante diversos lobbys, que operan
con transferencias directas o beneficios indirectos.
La situación de
estos rehenes se ilustra más claramente en la actual carrera armamentista. Los
números se suceden frenéticamente, en una constante competencia ascendente. Se
habla de pagar 700.000 millones de euros en armas a la moribunda Ucrania. Se
habla de aumentar el gasto militar al menos hasta el 3% del PIB (presentado
como un descuento respecto al 5% exigido por Trump). En apoyo de estas
perspectivas, en los medios de comunicación se promueve una vigorosa batería de
mentiras (por ejemplo, que Rusia gasta más en armas que Europa o que una
invasión militar rusa representa una amenaza real para Europa). No faltan los
«soberanistas» que, después de haber sacrificado sus países durante medio siglo
a las órdenes de Estados Unidos, ahora aprovechan la temida relajación de la
presencia norteamericana en Europa para fantasear con una defensa nacional (o
europea), defensa que se establecería mediante un gasto militar explosivo (por
cierto, un gasto dirigido casi en su totalidad por las órdenes norteamericanas
o israelíes).
El mecanismo
político sobre el terreno es siempre el mismo, repetido hasta aburrir (y por
otro lado, mientras nadie reaccione con malas noticias, mientras nos lo
traguemos todo en lugar de engrasar la guillotina, realmente no hay razón para
cambiar una táctica ganadora). El sistema es el siguiente: gritamos ante un
peligro inminente, terrible, que se avecina, que no deja escapatoria ni
alternativa, y que exige –con el corazón lleno de arrepentimiento– saquear el
dinero que sobra del gasto social, de la educación, de la salud, de las
pensiones, para remediar la EMERGENCIA. Después de haber pagado a las
instituciones de crédito demasiado grandes para quebrar, después de haber
comprado por adelantado diez dosis de vacunas Covid cada uno –incluidas las de
los recién nacidos–, después de haber alimentado a pérdidas a los oligarcas
ucranianos (cuyos hijos pueblan las costas mediterráneas) mientras sus plebeyos
se convierten en carne de cañón, ahora es el momento de la carta de emergencia
por excelencia: la amenaza de guerra.
Por muy
humillante que resulte recordar estos hechos obvios, recordemos brevemente por
qué el aumento planificado y aterrador del gasto militar es un mero robo
legalizado, sin ninguna contribución a la defensa e independencia de las
naciones europeas.
A) Si realmente
se quisiera adquirir soberanía a través de la defensa militar, lo primero que
habría que hacer sería iniciar una producción autónoma, o más bien autárquica,
de todo lo necesario, cortando las dependencias de cadenas de suministro
externas y remotas, sujetas a chantajes e interrupciones.
B) Si
quisiéramos ponernos en condiciones de poder llevar a cabo una defensa militar
seria contra un peligro similar al que se vio en la guerra ruso-ucraniana, esto
no se puede hacer acumulando armas en depósitos: debemos asumir la carga de
restablecer un servicio militar obligatorio generalizado y verdaderamente
formativo. La idea de emprender una guerra como la que se vio en el Donbass con
pequeños contingentes de profesionales es claramente una tontería.
C) Desde los
albores de los tiempos, las guerras en curso han desarrollado técnicas de
guerra, por lo tanto, salvo unidades de bajo coste como armas ligeras y balas,
no tiene sentido llenar almacenes con armamentos tecnológicamente complejos,
que quedarán obsoletos en pocos años. Las inversiones de guerra –si se hacen–
se hacen en investigación y desarrollo, y se efectúan organizando la rápida
convertibilidad de la producción industrial ordinaria en producción de guerra.
D) Finalmente,
para prepararse para una guerra defensiva hay que tener una idea clara de qué
hay que defenderse. Siendo realistas, ¿de quién tendría que defenderse un país
europeo? Podrían surgir desafíos por parte de grupos terroristas comparables en
tamaño a pequeños ejércitos nacionales (modelo sirio). Podrían surgir disputas
fronterizas sobre áreas de interés común (yacimientos minerales, pasos
marítimos forzados, etc.), lo que deja espacio para una zona bastante limitada
de posibles hostilidades en el sureste de Europa. Si hablamos de grandes
potencias remotas, como Rusia (o China, o EEUU), la necesidad de defendernos de
una guerra de invasión y conquista por parte de estas entidades es risible: no
existen ni los intereses, ni las condiciones logísticas, ni las demográficas
para que algo así ocurra. Las guerras de expansión con fines de asentamiento
suelen estar causadas por el excedente demográfico y ocurren en zonas próximas
y contiguas. Desde esta perspectiva, la única amenaza realista para un país
europeo podría ser planteada por otro país europeo. Ciertamente no de Rusia,
que ya tiene serias dificultades para poblar el inmenso territorio bajo su
control y que dispone de una sobreabundancia de materias primas, de las que
Europa carece. En efecto, el prototipo de país que supone una amenaza militar
para terceros lo representan los países europeos, con una alta densidad de
población (aunque en descenso) y una extrema pobreza de recursos naturales. En
cuanto a la idea de tener que armarnos para enfrentar una posible guerra de
exterminio total –nuclear– contra una superpotencia, espero que quede claro que
esta perspectiva es a la vez altamente inverosímil y técnicamente imposible: si
superpotencias con enormes territorios y enormes armamentos nucleares
decidieran bombardear Bélgica, o, en su defecto, Francia, la única inversión
adecuada sería una inversión en rosarios.
Entonces, en
esencia, ¿en qué consiste el actual monstruoso proyecto de financiación del
gasto militar europeo?
No representa
un crecimiento de la independencia de los pueblos europeos ni un crecimiento de
la capacidad de defenderse de amenazas reales.
Se trata, en
realidad, de una sola cosa: un robo colosal y legalizado de recursos públicos,
un robo que empobrecerá aún más a los pueblos de Europa, que tendrá sobre su
conciencia hospitales colapsados, pensionistas hambrientos y una gente común
cada vez más ignorante y manipulable.
Mientras tanto,
en nombre de la soberanía, la libertad y la democracia, un puñado de oligarcas
instalará su propio buen retiro en alguna isla privada.
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La clase obrera y la guerra imperialista
La clase obrera y la guerra
imperialista
DIARIO OCTUBRE / febrero
28, 2025
F.J. Ferrer (Unidad y Lucha).— En la actualidad existen en el estado español cuatrocientas empresas que se dedican a la fabricación de armas, contando con 36.000 empleos directos y que basan más del 80% de su negocio a la importación. Las cuatro principales han recibido subvenciones directas del gobierno por cuantía de más de 15 millones de euros, aparte de los multimillonarios contratos que estas empresas firman con la Administración. En estos momentos, estas empresas están viviendo periodo de abundancia que no se traduce necesariamente en una mejora de las condiciones laborales de trabajadoras y trabajadores, como ocurre, por ejemplo en Navantia, empresa pública que con su nefasta política de subcontratación, deteriora cada vez más las condiciones laborales de sus plantillas. Pero todo lo dicho hasta ahora, solo nos sirve para que centremos la atención sobre qué está haciendo la clase obrera respecto al escenario bélico que el imperialismo está implantando a lo largo y ancho del planeta.
No es ningún secreto que la mayor parte de las armas
que se producen en estas empresas son exportadas ¿a dónde?, pues a alimentar
las guerras que el imperialismo norteamericano y sus súbitos europeos están
desarrollado en la propia Europa, en la guerra de la OTAN contra la Federación Rusa
en territorio de Ucrania; del mismo modo, una parte importante de ese armamento
va a parar al ente sionista para que continúe su genocidio contra el pueblo
palestino, ya que el gobierno actual con su hipocresía natural, condena al ente
sionista pero lo continua proveyendo de armas, armas que son utilizadas para
incrementar la barbarie contra civiles, mujeres, niños, ancianos en Gaza,
convertida en un enorme cementerio.
Con palabras como patria, libertades o democracia, la
burguesía enmascara sus turbios manejos y negocios que, por cierto, nada tienen
que ver con la patria, las libertades o la democracia, pues para esta gente
solo supone un negocio del que esperan sacar cuantiosos beneficios que serán
repartidos solo entre la pequeña élite que controla a lo que se conoce como
“mundo libre” pero que, en realidad, es un mundo esclavo de multinacionales y
grandes entidades financieras.
Pues bien, es en este punto donde la clase obrera y
las masas trabajadoras han de tomar conciencia de triste papel que desempeñan
bajo el imperio de la burguesía, fabricando armas que serán utilizadas para
matar a hermanos y hermanas obreras, a niños, a civiles indefensos, ancianos…
todo ello a cambio de percibir un salario que les permita vivir a ellos y sus
familias en las precarias condiciones que el sistema les ofrece. Pero deben de
tener una cosa clara, que los hijos e hijas de la clase obrera y de las masas
trabajadoras, si no se pone remedio, están condenados a servir de “carne de
cañón” en la guerra que se avecina.
Con estos aspectos situados, la clase obrera y las
masas trabajadoras necesitan llevar a sus organizaciones sindicales, vecinales,
etc, la exigencia de que “no nos arrastren a la guerra”, movilizándose
ampliamente por todos los territorios del estado; obligando a sus sindicatos a
que convoquen una huelga general que bajo la histórica consigna “PAZ, PAN y
TRABAJO” paren la producción capitalista, única manera de obligar a la
burguesía a ceder y la obligue a salir de la OTAN, del engendro en que se ha
convertido la Unión Europea y del Euro.
La
posición de la clase obrera ha de ser de rechazo absoluto a ser utilizada en
las aventuras bélicas de la burguesía ¡que se maten entre ellos si quieren! El
NO a la guerra del imperio ha de ir acompañado necesariamente del apoyo a la
resistencia armada de los pueblos que luchan por su liberación, tal es nuestra
responsabilidad como internacionalistas, pues solo librando la lucha más
decidida y por todos los medios necesarios se puede conseguir vencer a la
bestia imperialista, la Resistencia Palestina es el ejemplo.
Fuenteunidadylucha.es