¿A quién le extraña que los
fascistas de Vox sean fascistas?
DIARIO
OCTUBRE / 24 noviembre 2022
Hace
unos días el ya ex responsable de Vox en Alicante, Raúl Serna, reconoció que
los miembros de la dirección de Vox tienen «todos los sitios repartidos». «Son gentuza
que actúan en plan mafioso, pero han chocado conmigo y aquí tienen un
problema» o la ínclita Macarena Olona (que busca su propio
espacio en la extrema derecha) cuando denunció el acoso desde cuentas
vinculadas a su antiguo partido Vox. «Es
de película de terror, con loas a Hitler y ataques antisemitas»,
dijo.
¿Algo
nuevo bajo el sol de cara? Nada. La extrema derecha campa a sus anchas y
encuentra en lo que antes se llamaba franquismo sociológico, y ahora monarquía
borbónica, su caldo de cultivo. Miles de -por ejemplo- policías y guardias
civiles se sienten cómodos con Vox (por decirlo finamente) y esto conlleva que el
orden lo vigilan ellos y punto. Las redes tiene cientos de cuentas desde donde
machaconamente se dirigen mensajes fascistas fake a una sociedad que ya
se encargó el régimen de anestesiar y desclasar.
Que una diputada de
Vox, en este caso, Carla Toscano (la de la foto), diga fantochadas fascistoides
y machistas en el Congreso de los Diputados no es de extrañar, están para eso.
¿O esperamos que sean educadas señorías conservadoras y punto? Lo patético es
considerar que solo se les debe combatir desde una ley muy progresista y una
rueda de prensa, y no plantándoles cara en las calles, en los centros de
trabajo y estudios, dando fuerzas al movimiento antifa. Nunca se acabó con el
fascismo desde las instituciones, ¿hace falta repasar la Historia?
En este sentido, no
está de mas considerar las palabras de Clara Zetkin (comunista alemana) que
espetó (era la diputada de más edad y le correspondió abrir las sesiones) en
1932 y en le propio parlamento lleno de nazis que:
(…) La impotencia del Parlamento y el todo poderoso
gabinete presidencial son la expresión de la decadencia del liberalismo burgués
que acompaña necesariamente el desmoronamiento del modo de producción
capitalista. Esta decadencia se debe, enteramente, a la socialdemocracia
reformista que se plantea, en teoría y en la práctica, en el terreno podrido
del orden social burgués. La política del gobierno Papen-Schleicher no es más
que la continuación de la política abierta del gobierno Brüning tolerado
por los socialdemócratas, precedidos por la política de coalición de la
socialdemocracia, que había abierto la puerta .La política del ‘mal menor’
confirmó las fuerzas reaccionarias que tienen conciencia de su poder y no ha
sido capaz de hacerlo, y todavía no pueden dejar de engendrar el mal de todos
los males: acostumbrar a las masas a la pasividad. Se les pide que renuncien a
utilizar la fuerza que disponen en el exterior del parlamento. De esta forma,
es el papel del parlamento en la lucha de clases del proletariado que también
es reducido. Hoy, dentro de ciertos límites, es posible utilizar el parlamento
para la lucha de los trabajadores, pero únicamente si se apoya sobre poderosas
acciones de masas en el exterior de sus muros. (…)
Cualquier similitud con las actuales circunstancias no
es pura coincidencia.