viernes, 13 de noviembre de 2020

Historia de la Revolución Rusa

 

Rosa Luxemburgo. Obras Escogidas, 11 de 17

Izquierda Revolucionaria

www.marxismo.org

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Rosa Luxemburgo

 

4. La Asamblea Constituyente

Analicemos más a fondo el problema tomando algunos ejemplos.

La tan conocida disolución de la Asamblea Constituyente en noviembre de 1917 jugó un rol destacado en la política de los bolcheviques. Esta medida fue decisiva en la posición que tomaron posteriormente; en cierta medida, representó el momento culminante de su táctica.


Es un hecho que Lenin y sus camaradas exigían furiosamente el llamado a la Asamblea Constituyente hasta su triunfo de octubre. La política del gobierno de Kerenski194 de escabullirle el bulto a la cuestión constituía uno de los blancos preferidos de crítica de los bolcheviques y la base de algunos de sus más violentos ataques. Por cierto, Trotsky, en su interesante folleto De Octubre a Brest-Litovsk, dice que “la Revolución de Octubre representó la salvación de la Asamblea Constituyente”, tanto como la salvación de la revolución de conjunto. “Y cuando dijimos —continúa— que no se podía llegar a la Asamblea Constituyente a través del Parlamento Preliminar de Tseretelli sino solamente a través de la toma del poder por los Soviets, teníamos completa razón.”


Y luego, pese a estas declaraciones, el primer paso de Lenin después de la Revolución de Octubre fue... la disolución de esta misma Asamblea Constituyente a la cual se suponía se le abría el camino. ¿Qué razones podían determinar un giro tan asombroso? Trotsky discute todo el asunto en el folleto antes mencionado. Expondremos aquí sus argumentos:


“Así como en los meses anteriores a la Revolución de Octubre las masas fueron hacia la izquierda y los obreros, soldados y campesinos se volcaron espontáneamente hacia los bolcheviques, dentro del Partido Social Revolucionario este proceso se expresó en el fortalecimiento del ala izquierda a costa de la derecha. Pero en la lista de candidatos de los socialrevolucionarios los viejos nombres del ala derecha todavía ocupaban las tres cuartas partes de los puestos [...]


”Además se dio la circunstancia de que las elecciones se realizaron en el curso de las primeras semanas posteriores a la Revolución de Octubre. Las noticias del cambio que había ocurrido se expandían muy lentamente, en círculos concéntricos que iban desde la capital a las provincias y desde las ciudades a las aldeas. Las masas campesinas, en muchos lugares, apenas tenían noción de lo que sucedía en Petrogrado y Moscú. Votaban por  Alexander Kerenski (1881-1972): socialrevolucionario ruso. Patriota durante la guerra. Vicepresidente del Soviet de Petrogrado, ocupó varios puestos ministeriales durante 1917. Primer ministro del gobierno provisional. Derrocado por la Revolución de Octubre, murió en el exilio en EE.UU.


‘Tierra y libertad’ y elegían como representantes a los comités locales a los que permanecían bajo la bandera de los narodniki. Votaban, en consecuencia, por Kerenski y Avxentiev, que habían disuelto los comités locales y arrestado a sus miembros [...] Este estado de cosas da una idea clara de hasta qué punto la Asamblea Constituyente había quedado atrás en el desarrollo de la lucha política y de los agrupamientos partidarios.”


Todo esto está muy bien y resulta bastante convincente. Pero uno no puede menos que preguntarse cómo personas tan inteligentes como Lenin y Trotsky no llegaron a la conclusión que surge inmediatamente de los hechos mencionados. Dado que la Asamblea Constituyente fue electa mucho antes del cambio decisivo, la Revolución de Octubre, y que su composición reflejaba el pasado ya desvanecido y no la nueva situación, se deduce automáticamente que tendría que haberse anulado la Asamblea Constituyente ya superada y llamado, sin dilación, a elecciones para una nueva Constituyente. No querían confiar, y no debían hacerlo, el destino de la revolución a una asamblea que reflejaba la Rusia kerenskista de ayer, del periodo de las vacilaciones y las alianzas con la burguesía. Por lo tanto, lo único que quedaba por hacer era convocar una asamblea que surgiera de la Rusia renovada que tanto había avanzado.


En lugar de esto, Trotsky extrae de las características específicas de la Asamblea Constituyente que existía en octubre una conclusión general respecto a la inutilidad, durante la revolución, de cualquier representación surgida de elecciones populares universales.


“Gracias a la lucha abierta y directa por el poder —escribe— las masas trabajadoras acumulan en un tiempo brevísimo una gran experiencia política, y en su desarrollo político trepan rápidamente un peldaño tras otro. Cuanto más extenso es el país y más rudimentario su aparato técnico, menores son las posibilidades del farragoso mecanismo de las instituciones democráticas de seguir el ritmo de este desarrollo.”


Aquí nos encontramos con un cuestionamiento al “mecanismo de las instituciones democráticas” como tal. A esto debemos objetar inmediatamente que en esa estimación de las instituciones representativas subyace una concepción algo rígida y esquemática a la que la experiencia histórica de toda época revolucionaria contradice expresamente. Según la teoría de Trotsky, toda asamblea electa refleja de una vez y para siempre sólo la mentalidad, madurez política y ánimo propios del electorado justo en el momento en que éste concurre a las urnas. De acuerdo con eso, un cuerpo democrático es el reflejo de las masas al final del periodo electoral, del mismo modo que los espacios celestes de Herschel siempre nos muestran los cuerpos celestiales no como son en el momento en que los contemplamos, sino como eran en el momento en que enviaron a la tierra sus mensajes luminosos desde las inconmensurables distancias espaciales. Se niega aquí toda relación espiritual viva, toda interacción permanente entre los representantes, una vez que han sido electos, y el electorado.


Sin embargo, ¡hasta qué punto lo contradice toda la experiencia histórica! La experiencia demuestra exactamente lo contrario; es decir, que el fluido vivo del ánimo popular se vuelca continuamente en los organismos representativos, los penetra, los guía. Si no, ¿cómo sería posible el espectáculo, que a veces presenciamos en todo parlamento burgués, de las divertidas volteretas de “los representantes del pueblo”, que se sienten súbitamente inspirados por un nuevo “espíritu” y pronuncian palabras totalmente inesperadas; o encontrarse en determinadas oportunidades con que las momias más resecas se comportan como jovencitos o con los pequeños Scheidemänchenn más diversos que de golpe empiezan a usar un tono revolucionario; todo esto siempre que hay alboroto en las fábricas y talleres y en las calles?


¿Y habrá que renunciar, en medio de la revolución, a esta influencia siempre viva del ánimo y nivel de madurez política de las masas sobre los organismos electos, en favor de un rígido esquema de emblemas y rótulos partidarios? ¡Todo lo contrario! Es precisamente la revolución la que crea, con su hálito ardiente, esa atmósfera política delicada, vibrante, sensible, en la que las olas del sentimiento popular, el pulso de la vida popular, obran en el momento sobre los organismos representativos del modo “más maravilloso. De este hecho dependen, con toda seguridad, los tan conocidos cambios de escena que invariablemente se presentan en las primeras etapas de toda revolución, cuando los viejos reaccionarios o los extremadamente moderados, que surgieron de una elección parlamentaria con sufragio limitado realizada bajo el antiguo régimen, súbitamente se transforman en los heroicos y ardientes voceros del alza. El ejemplo clásico es el del famoso “Parlamento Largo” de Inglaterra: fue electo y se reunió en 1642, permaneciendo en su puesto durante siete años completos. En ese periodo reflejó en su vida interna todas las alteraciones y desplazamientos del sentimiento popular, de la madurez política, de las diferenciaciones de clase, del progreso de la revolución hasta su culminación, desde la devota adoración a la corona del principio, cuando el orador permanecía de rodillas, hasta la abolición de la Cámara de los Lores, la ejecución de Carlos y la proclamación de la república.


¿Y acaso no se repitió la misma transformación maravillosa en los Estados Generales franceses, en el parlamento sujeto a la censura de Luis Felipe, e incluso (y este último ejemplo, el más impactante, le fue muy cercano a Trotsky) durante la Cuarta Duma rusa que, electa en el año de gracia de 1909, bajo el más rígido dominio de la contrarrevolución, sintió súbitamente el aliento ardiente de la revuelta que se preparaba y se convirtió en el punto de partida de la revolución?


Todo esto demuestra que “el farragoso mecanismo de las instituciones democráticas” cuenta con un poderoso correctivo, es decir con el movimiento vivo de las masas, con su inacabable presión. Y cuanto más democráticas son las instituciones, cuánto más vivo y fuerte es el pulso de la vida política de las masas, más directa y completa es su influencia, a pesar de los rígidos programas partidarios, de las boletas superadas (listas electorales), etcétera. Con toda seguridad, toda institución democrática tiene sus límites e inconvenientes, lo que indudablemente sucede con todas las instituciones humanas. Pero el remedio que encontraron Lenin y Trotsky, la eliminación de la democracia como tal, es peor que la enfermedad que se supone va a curar; pues detiene la única fuente viva de la cual puede surgir el correctivo a todos los males innatos de las instituciones sociales. Esa fuente es la vida política activa, sin trabas, enérgica, de las más amplias masas populares.


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El lobo no va a venir, no jodamos. No comencemos asustando a nuestros queridos representados, que más que asustar lo que hay que hacer es sumirlos todavía más en la inopia personal, económica, política e ideológica, para lo cual vamos a empezar con unas vivas: ¡Viva España! ¡Viva La República! ¡Viva Franco! ¡Viva el comunismo! ¡Viva que no viva España! ¡Viva que no viva La República! ¡Viva que no viva Franco! ¡Viva que no viva el comunismo! ¡Viva o que no viva o que haga lo que quiera Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén! Digo, pues, que no hay que atemorizar (más) porque el lobo no va a venir. El lobo ya está aquí. Llegó en 2008 y lo trajo de la manita la crisis del sistema capitalista de la que no salió nunca y de la que no se va a salir en tanto en cuando el modo de producción capitalista siga siendo el modo de producción dominante, y ello quiere decir, agárrese mi querido lector, que viene susto: que el modo de producción capitalista hay que sustituirlo por el nuevo modo de producción socialista, que seguimos en el susto, no se me vaya del asunto por favor, y esa sustitución de un modo de producción por otro y, además y sin ninguna excusa posible, la tenemos que hacer nosotros, los trabajadores. Tal cual lo acaba de leer, los trabajadores, y no mi Borja Luis, que las cosas como son, mi Borja Luis sabe mucho (creemos nosotros los trabajadores) de política, economía, organización social y eco, eco, eco socialismo, eco, eco, eco verde que te quiero verde y eco, eco, eco puturrú de fuá, pero el saber este de mi Borja Luis es un saber libresco, un saber de cartón que no está pensado para resolver los problemas originados por el sistema capitalista sino para mantener en pie el sistema capitalista que es precisamente lo que tenemos que sustituir, o sea, que lo que mi Borja Luis sabe es el saber contrario a los intereses de las clases trabajadoras, porque ¿sabe usted?, esto va de clases sociales. Va de la clase social que trabaja y que con su trabajo crea cuanta riqueza existe y de la clase social (exageradamente exigua) que no solo no trabaja sino que sin trabajar se apropia de la mayor parte de la riqueza que creamos los trabajadores. No se me vaya, mi querido lector, no se me vaya, que sin salir del susto en el que estamos queda al menos otro susto que sintiéndolo mucho yo le tengo que dar. Atento pues al siguiente susto: HAY QUE LEER, que los libros no pican, mejor dicho, libro que usted se lea no le pica a usted sino al que le está explotando, pero claro, tampoco se trata de leer por leer, sino de leer como ayuda para entender la realidad y, de discutir las interpretaciones personales que surjan de las lecturas realizadas para ver la forma de solucionar los problemas que brotan de la realidad. Porque las lecturas si de verdad lo son se tienen que demostrar en la práctica, aplicándolas a la práctica para resolver los problemas que surgen de la realidad, no de mi cabeza. Y que hoy no ganamos para sustos, oiga. Hasta yo me acabo de asustar, porque sin haber dicho ni media palabra de la democracia resulta que esta acaba de enseñar la patita por debajo de la puerta con lo último que acabo de exponer: saber (lectura) y discusión acerca de lo que se sabe para ver entre todos la mejor forma de resolver las cuestiones que se presenten es ni más menos que la esencia de la democracia. Democracia, sin adjetivo. Saber dónde estamos; saber de qué hay que partir y con qué hay que contar para salir de la situación en la que nos encontramos es el antídoto contra todos los miedos de las clases trabajadoras, y para hacer que los miedos de esta se trasladen, en el caso de España, al 0,0035% de su población (unas 1.400 familias) que controla más del 80% de toda la riqueza nacional, y que en estos momentos nos están atemorizando al 99,9965% de la población que andamos por unos 40 millones de personas y que disponemos de menos del 20% de la riqueza nacional a pesar de ser los creadores del 100% de la misma. No se me vaya asustar por este dato querido lector, que ya dijimos antes que la cosa iba de clases sociales. Indígnese, pero no se me asuste. Y vamos al libro y a la discusión de cabeza, sin pensarlo dos veces.


Acampada Zaragoza inaugura la Universidad del Pueblo en la Calle con un taller sobre Economía Política (Crónica de Aragón, 25.05.2011). El Autor de la entrada de es artículo en la Plaza del Pilar de Zaragoza explicando a los Acampados del 15-M en que consiste y como se originan las crisis capitalistas, junto a la imposibilidad material  el modo de producción capitalista para superar su última y definitiva crisis de 2008 antes de su extinción como modo de producción histórico dominante. Todo lo que no sea empezar por explicar a la gente normal que es el modo de producción capitalista: su origen, desarrollo y extinción (como cualquier otro modo de producción) para salir de la crisis de 2008, que es la de 2020 pero más agravada, como va a seguir siéndolo, será lo mismo que quien se pone gafas de sol para que se le pase el hambre.

 España se prepara para su expulsión de la Unión Europea

Diego Herchhoren

Diario Octubre

11.03.2017

La Unión Europea está configurada hoy como un superestado, pero sin que exista contrato social alguno o control democrático. Si bien sus estructuras son a su vez elegidas por los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros, la gestión y aplicación diaria de las políticas comunitarias están delegadas en una tecnocracia que no responde ante nadie. La llamada “Constitución” europea no es tal, sino que es un Tratado entre Estados donde éstos suprimen sus competencias clásicas en favor de una estructura burocrática opaca, cerrada y que en general nadie sabe cómo se elige y por qué.

Entre estas últimas decisiones está la de constituir por decreto la llamada “Europa de las dos velocidades”, donde los centros económicos comunitarios, Alemania y Francia, han señalado una hoja de ruta donde ambos Estados van a reorientar 180º su brújula. Alemania se prepara tras las próximas elecciones para un enfrentamiento directo, por ahora comercial, con EEUU, y Francia se está organizando para el desalojo del Elíseo de la última etapa de injerencia yanqui en la política nacional gala, con la probable victoria en las elecciones presidenciales de Marine Le Pen.

Esto afecta directamente a España y a otros países del sur de Europa, a los que se les ha obligado a sucumbir ante la deuda privada convirtiéndola en pública, lo que ha permitido sanear los balances de los principales bancos y ha convertido al tesoro español en una especie de “tesoro fallido” donde ya no hay garantías de que en el plazo de 2 años se pueda hacer frente a las obligaciones más básicas, esto es, pensiones y salarios públicos. La moderación salarial y la reducción de los ingresos entre las capas populares ya no tiene como objetivo únicamente transferir ganancias a la oligarquía financiera española, sino que están pretendiendo evitar de manera chapucera una crisis hiperinflacionaria que parece inevitable en un plazo breve.

Objetivo maquillar el PIB: putas y drogas

Si bien esto parece una teoría económica difícil de entender, nada más lejos de la realidad. Si un banco central activa la impresora de billetes como mecanismo de pago a acreedores, y estos billetes no están respaldados por una actividad económica con agregado de valor, se produce una espiral de desconfianza en esos billetes, que terminan siendo desechados por los operadores del mercado. Esa confianza tiene que ver con dos cosas: con la actividad económica del área donde se distribuye o en su defecto, con la capacidad militar de quien la impone, como viene ocurriendo con el dólar desde la década de 1970.

Los chicos de Lehman Brothers que hoy están al frente del gobierno español en la sombra son especialistas en esto. Junto a Goldman Sachs, son los maestros de los maquillajes de las cuentas públicas que permiten mantener el respirador artificial de una economía en quiebra técnica. El objetivo es doble: hacer previsiones de crecimiento absolutamente irreales, otorgando altas calificaciones a las emisiones de deuda, y por otro reducir los flujos de efectivo en circulación.

Los ejemplos de lo primero es, por ejemplo, el “decreto del fin de la crisis que Goldman Sachs ha difundido recientemente o la decisión adoptada por el gobierno de Mariano Rajoy de incorporar al Producto Interior Bruto español las previsiones de consumo en dos áreas vitales del ciclo degenerativo de la economía española: la prostitución y las drogas. Pero una emisión monetaria tan grande como la derivada del rescate financiero supondría una pérdida de valor del euro de tal magnitud, que si no se sacan de circulación miles de millones de papel moneda del bolsillo de las economías populares, el Euro se convertiría en lo que realmente es: dinero basura. Por ello se están adoptando medidas tendentes a reducir su circulación, consistentes en:

1.     Medidas de penalización del uso de efectivo.

2.     Retirada de los billetes de 500 euros bajo la excusa de la lucha contra el blanqueo de capitales.

3.     Imposición de comisiones a las operaciones en ventanilla.

4.     Contención salarial.

En síntesis, para que el Euro funcione, España tiene que convertirse en un cementerio sin actividad económica alguna; España no debe generar valor de ninguna clase y todos los sectores productivos que puedan generar una amplia demanda de bienes y servicios (ciencia y tecnología, minería, siderurgia…) deben ser suprimidos.

Si lo analizamos es exactamente la misma medida que, en bruto, adoptó el entonces superministro de economía argentino Domingo Cavallo en los días previos al estallido social de diciembre de 2001. Aquella medida de fuerza impulsada por el Fondo Monetario Internacional, y ejecutada por los golden boys porteños fracasó. De manera similar lo hicieron en Chipre recientemente. Aprendiendo de aquellos errores, los liberales españoles están haciendo aquello mismo pero de manera sigilosa. Una vez España haya absorbido toda la deuda eterna que quede por adquirir, será “suspendida” o limitada en su participación en la Unión Europea, que terminará siendo un bloque político económico distinto, con la mirada puesta en Rusia.

Los frentes judiciales abiertos y el incumplimiento español frente a las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea son la excusa perfecta para adoptar una posición sancionadora que tanto la UE como el gobierno español necesitan: expulsar a España. Para la UE es el mecanismo idóneo para quitarse de encima una lacra que perjudica sus balances, y para la gañanería española en el poder, es la mejor prueba de sumisión al sector financiero de las citys de Londres y Wall Street.

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