miércoles, 30 de octubre de 2024

TRAGEDIA EN UCRANIA: BLINDADO CON SOLDADOS DE EEUU ELIMINADO.

Informe: “3 de cada 10 personas que están por debajo del umbral de la pobreza en el Estado español tienen trabajo”. [A ver si me entero, que yo desto no estoy mu enterao. ¿España forma parte de la jardinería del jardín europeo del margarito Borrel?, o ¿España es una su sirvienta (o sea, que no llega ni a sirvienta, las cosas como son) de los capitales extranjeros y mijitilla de los foráneos, quitadora de los dineros de los españoles a través de las organizaciones e instituciones nacionales para proveer de fondos a los mayores organizaciones criminales del planeta (la OTAN, por ejemplo) para que roben a los propios españoles o maten a quienes quieran matar en cualquier parte del mundo y hacer que la miseria para los trabajadores florezca incluso estando trabajando? Eso, que desto no mentero mu bien. Que no es por nada, no me lo vayan a tomar a mal.]

 


Informe: “3 de cada 10 personas que están por debajo del umbral de la pobreza en el Estado español tienen trabajo”

Por CGT

KAOSENLARED

30 de octubre de 2024 /

 

Presentamos el análisis del Gabinete Económico Confederal de CGT del tercer trimestre de 2024 de la Encuesta de Población Activa (EPA).

  • Las cifras de ocupación y desempleo mantienen la senda positiva de los últimos trimestres, pero en un contexto en el que los salarios reales han caído y la precariedad sigue siendo un grave problema.
  • El empleo a tiempo parcial aumenta su peso del 12,5% al 12,8%.
  • 3 de cada 10 personas que están por debajo del umbral de la pobreza tienen trabajo.
  • Entre 2015-2023, alrededor de un 45% de la población que residía en viviendas de alquiler se encontraba en riesgo de pobreza o de exclusión social.

Evolución del empleo y la población más precaria

Los datos del tercer trimestre de 2024 de la EPA muestran que, respecto al mismo trimestre del año anterior, la ocupación ha aumentado en 376.600 personas (un 1,76%) y el paro ha descendido en 140.400 personas (un –4,85%). Actualmente, la tasa de paro se encuentra en el 11,21%, mientras que el desempleo de larga duración alcanza el 4,17% y el paro entre los jóvenes el 26,9% siendo, con los últimos datos, la segunda más elevada de toda la Unión Europea.

En los últimos 12 meses, en línea con lo reflejado en las anteriores actualizaciones de la EPA, el grueso del incremento del empleo se ha producido en el sector privado, que suma 351.900 empleos frente a los 24.600 que crece el sector público. En cuanto a la distribución del empleo por sectores, el sector que más crece en términos relativos es el de la construcción, que crece un 4,37%, mientras que la industria lo hace un 2,29%, los servicios un 1,46% y la agricultura un 1,33%. Dentro del sector servicios, que en términos absolutos concentra el grueso del incremento con 239.700 nuevos empleos, el mayor crecimiento lo ha experimentado el sector de la información y las comunicaciones (+85.200), la educación (+68.300) y la hostelería (+53.800), mientras que el comercio al por menor y al por mayor ha experimentado una caída de -54.300 puestos de trabajo a nivel interanual, y las actividades financieras y de seguros de -49.900.

En los últimos análisis de esta encuesta hemos destacado la preocupación sobre las nuevas categorías más precarizadas. Si bien la creación de empleo y la tasa de paro continúan en una senda de mejora, lo cierto es que la realidad actual nos obliga a profundizar en las nuevas formas y dinámicas laborales que, acompañadas de una caída de los salarios reales en este último periodo inflacionario, mantienen la inestabilidad y la inseguridad en el mercado de trabajo.

Una de las formas laborales en las que se materializa esa precariedad es eempleo a tiempo parcial, que en el último trimestre aumentó desde el 12,5% de 2023 al 12,8%. Este tipo de empleo, al que un 47% accede por no haber encontrado un empleo a jornada completa y un 13,8% por obligaciones de cuidados familiares, en muchas ocasiones no garantiza un salario suficiente para poder vivir dignamente. Además, es una fuente de segregación ocupacional entre hombres y mujeres, pues las trabajadoras constituyen el 73,7% del empleo parcial.

Por otro lado, el subempleo y el paro de larga duración -elemento estructural del mercado de trabajo-, coexisten con la realización de millones de horas extras y jornadas abusivas. Así, en el último trimestre se han realizado 4.057.300 horas extraordinarias pagadas (cifra máxima desde 2009), y 2.515.000 horas extras no pagadas a la semana, equivalentes a más de 60.000 puestos de trabajo a jornada completa. Además, la cifra de ocupados que trabajaron habitualmente más de 40 horas a la semana (contando segundos y terceros empleos) es del 11,75%, realizando una media de 52 horas semanales.

Por último, la contratación indefinida sigue ganando peso en el empleo, reduciendo la temporalidad al 16,4%. Esta evolución, sin embargo, no debe hacer perder de vista posibles líneas de fuga, como los trabajadores y trabajadoras fijas-discontinuas, que se mantienen estables a nivel interanual en el 3,6% de los las personas asalariadas, o la temporalidad en el sector público, que afecta al 28,6% de los trabajadores y trabajadoras públicas.

Empleo, pobreza laboral y crisis de la vivienda

Desde CGT queremos subrayar que tanto el desempleo y el subempleo como las jornadas laborales excesivas, las horas impagadas y el multiempleo son dos caras de una misma moneda: la de un mercado de trabajo precario, que directamente deja fuera del empleo a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras, mientras que obliga a muchos otros a aceptar condiciones abusivas y jornadas interminables para no quedarse sin trabajo.

En este contexto, la reducción de la jornada laboral que está impulsando el Gobierno no puede calificarse más que de insuficiente. Por un lado, porque la reducción de jornada planteada no basta para generar un reparto más justo del trabajo socialmente necesario, ni supone una mejora sustancial en el tiempo libre de las personas trabajadoras a jornada completa. Por el otro, porque la clase trabajadora necesita, por supuesto, mayor tiempo libre (con la mejora relativa del salario que eso supone), pero también aumentar su salario en términos absolutos, pues muchas personas que trabajan viven en la pobreza o se ven asfixiadas por las dificultades para acceder a una vivienda.

El último informe de OXFAM vislumbra la realidad que desde CGT venimos denunciando desde hace ya tiempo, “el crecimiento económico y el aumento del empleo en España no han logrado reducir la pobreza laboral”. Esto confirma que la senda de crecimiento económico y laboral no se traducen en mejoras para la clase trabajadora. Lamentablemente la pobreza laboral ha venido para quedarse. Tal y como se refleja en este informe, 3 de cada 10 personas que están por debajo del umbral de la pobreza tienen un empleo tan precario que no garantiza vivir dignamente. En 2022 (último dato disponible), el promedio de la pobreza laboral se situó en 13,7%. Una tasa que se triplica para las personas nacidas fuera de la UE27, alcanzando el 29,5%. Asimismo, el sector y el tipo de contrato son determinantes en esta problemática. Es preocupante ver como en actividades como la agricultura o las trabajadoras del hogar un 31,4% y un 29,4% respectivamente viven en situación de pobreza, y en sectores donde la parcialidad y la discontinuidad está muy presente, como la hostelería, la construcción y actividades artísticas o servicios auxiliares, la pobreza laboral se sitúa entre el 15 y el 21%.

Y resulta necesario hablar de empleo y salarios, pero también de condiciones de vida: si bien la pobreza laboral evidencia que disponer de un empleo no garantiza unas condiciones de vida digna, esto se debe en buena medida al problema que supone la vivienda en el estado español. La radiografía que nos revelan los datos a cierre de 2023 revelan que casi un 25% de la población reside en una vivienda de alquiler, un porcentaje que asciende al 60% en la población joven (16-29 años). Dos de cada tres personas que viven de alquiler son trabajadores asalariados temporales o parados, lo que pone de manifiesto la precariedad, en este caso vital, que sufren cientos de miles de personas, especialmente jóvenes. Esto se traduce en que buena parte de la población trabajadora que vive en régimen de alquiler tenga que destinar una parte considerable de su renta al pago del alquiler. En particular, según datos de Eurostat en el estado español un 65% de la población inquilina dedica más de un 25% de su renta disponible a cubrir este gasto de alquiler. Un 31% dedica más del 40%. Este porcentaje se incrementa además en el centro de las áreas urbanas y en algunas Comunidades Autónomas; por ejemplo, en Andalucía, las Illes Balears, la Comunidad de Madrid, Catalunya o la Comunitat Valenciana.

A partir de los datos que proporciona el Banco de España, para el promedio del período 2015-2023, alrededor de un 45% de la población que residía en viviendas de alquiler se encontraba en riesgo de pobreza o de exclusión social, 13 puntos porcentuales más que la media de la Unión Europea. En ese mismo período, mientras que el salario medio en términos nominales de los jóvenes entre 16 y 24 años ha ascendido un 26%, y entre 25 y 34 años un 23%, el precio de la vivienda se habría incrementado en un 42%, lo que agudiza esta problemática. Con malos empleos, con bajos salarios, cada vez se hace más difícil poder vivir.

Las últimas manifestaciones y convocatorias que han abarrotado con miles de personas las calles de ciudades como Madrid, Málaga o Illes Balears, y que en las próximas semanas lo harán en otras ciudades del Estado español, muestran la gravedad de la crisis derivada del rentismo y la especulación con la vivienda.

En definitiva, a pesar de la evolución del paro y la ocupación, no es momento de caer en el triunfalismo ni de adoptar una postura complaciente. La realidad para la clase trabajadora sigue marcada por la precariedad laboral y la pobreza, incluso para quienes mantienen un empleo. La reducción de los salarios reales y los problemas derivados de la especulación de la vivienda reflejan una situación de vulnerabilidad estructural que complejiza la imagen positiva de la evolución del empleo que presenta el Gobierno.

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Cuando los niños son asesinados, ¿qué hay que celebrar?

 

Cada día hay muerte en Gaza. Cada día se le siguen suministrando armas a Israel. Cada día prosiguen nuestras relaciones diplomáticas con el país genocida. Cada día. Por eso la Nobel Han Kang cree que no tiene nada que celebrar.


Cuando los niños son asesinados, ¿qué hay que celebrar?


Vijay Prashad

El Viejo Topo

30 octubre, 2024 

 


Tras conocerse la noticia de que Han Kang –la escritora surcoreana– había ganado el Premio Nobel de Literatura, su padre –el novelista Han Seung-won– le preguntó dónde quería dar una rueda de prensa para hablar del galardón. Ella publicaba su ficción en Changbi y su poesía en Munhakdongne, y ambos esperaban acogerla. Al principio, Han Kang, la autora de 53 años de «La vegetariana», ganadora del Premio Booker 2016, pensó que hablaría con la prensa. Pero después, tras reflexionar, le comentó a su padre que en su lugar debía hacer una declaración. «Con el recrudecimiento de la guerra y la muerte de personas cada día», dijo a la prensa a través de su padre, «¿cómo podemos tener una celebración o una conferencia de prensa?»

El Comité Nobel concedió este año el Premio de la Paz a la organización Nihon Hidankyo «por sus esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares y por demostrar mediante el testimonio de testigos que las armas nucleares no deben volver a utilizarse nunca más». El grupo fue formado en 1956 por supervivientes de los ataques nucleares estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki. Su misión desde el principio ha sido conseguir la prohibición de las armas nucleares y otras armas horrendas. Parte de su repercusión había consistido en celebrar actos el 6 de agosto, Día de Hiroshima, para dar a conocer los peligros de dichas armas (lamentablemente, estos actos han perdido repercusión, pero quizá el Premio Nobel eleve su categoría). En su conferencia de prensa, uno de los codirectores de Nihon Hidankyo, Toshiyuki Mimaki (que había sido alcanzado por la radiación atómica en Hiroshima a la edad de tres años), dijo: «Pensaba que el premio iría a parar a los que trabajan duro en Gaza… En Gaza hay niños sangrando sostenidos [por sus padres]. Es como Japón hace 80 años».

Se parece a Japón en sus efectos: los «niños sangrantes» a los que se refiere Mimaki han sido una visión constante durante el último año. Pero no se parece a Japón en su ejecución. Sólo un pequeño número de personas conocía el potencial mortífero de la bomba atómica cuando el ejército estadounidense la lanzó sobre Hiroshima y tres días después sobre Nagasaki. Tras la caída de las bombas, primero Japón y luego los Estados Unidos impidieron a los periodistas informar sobre su impacto. Ciento catorce empleados del Chugoku Shimbun, el principal periódico de Hiroshima, murieron en el ataque. Los que quedaron crearon Cuerpos de Reporteros Verbales o Kudentai para ir de un lado a otro y proporcionar información en persona sobre las posibilidades de ayuda. Yoshito Matsushige, del periódico, tomó algunas de las fotografías más evocadoras de la devastación. Dos reporteros extranjeros –Leslie Nakashima (asiático-americano) y Wilfred Burchett (australiano)– atravesaron las barricadas para informar desde Hiroshima. «Lo que había sido una ciudad de 300.000 habitantes se había desvanecido», escribió Nakashima para United Press International el 31 de agosto de 1945.

Las bombas siguen cayendo

De hecho, la ciudad no ha desaparecido. A pesar del abrumador bombardeo israelí (en Gaza se utilizó una potencia de fuego mucho mayor que en Hiroshima y Nagasaki), los palestinos permanecen a lo largo y ancho de Gaza en sus casas y en los refugios. Se niegan a marcharse, según me cuentan muchos de ellos, porque recuerdan las historias de sus abuelos y padres de 1948; cuando los israelíes les echaron de sus pueblos entonces, nunca les permitieron regresar. Ese sentimiento de desafío, combinado con el hecho de que realmente no hay ningún lugar a donde ir, ha mantenido a los palestinos entre escombros.

Y los israelíes no han detenido sus bombardeos. No hay una bomba atómica, sino miles de bombas letales que siguen lloviendo desde los aviones israelíes. En diciembre de 2023, las autoridades israelíes designaron al-Mawasi, justo al oeste de Jan Yunis, como zona humanitaria o segura. A pesar de ello, Israel ha seguido atacando asentamientos y refugios dentro de esta zona segura, reduciendo lo que ya era exiguo a una fracción de lo que se había designado para la población. La densidad de población por kilómetro cuadrado en esta zona es de aproximadamente 35.000 habitantes, muy superior a la del lugar más denso del planeta (Macao, una pequeña ciudad, con una densidad de población de 21.000 habitantes) y, a modo de comparación, la densidad de población en los Estados Unidos es de 35 personas por kilómetro cuadrado.

En una semana de este mes, los israelíes atacaron tres escuelas convertidas en refugios en Deir al-Balah, 15 kilómetros al norte de al-Mawasi, según informó Abubaker Abed: la escuela Ahmed al-Kurd (5 de octubre), la escuela al-Ayesha (3 de octubre) y la escuela secundaria femenina Rufaida al-Aslamia (10 de octubre). Los ataques israelíes contra la escuela Rufaida poco antes de las 11:30 de la mañana mataron a 28 palestinos, muchos de ellos niños y ancianos, y entre ellos a dos miembros del personal del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Las bombas cayeron, según informó Imad Zakout, cuando los coordinadores del refugio estaban repartiendo leche maternizada a los niños y a sus padres.

Las bombas lanzadas por Israel – las GBU-39 – son fabricadas por Boeing y están diseñadas para esparcir metralla y causar grandes daños físicos incluso a los que sobreviven a la explosión. Nadie en el refugio acepta la afirmación de Israel de que alcanzó a operativos de Hamás. Las personas han sido identificadas y todo el mundo las conoce y sabe que no forman parte de ninguna estructura de Hamás. La persona muerta más joven era Mila Alaa al-Sultan (de 6 años) y la mayor Sumaya Younis al-Kafarna (de 87 años). Entre los muertos hay un policía muy querido llamado Salem Ruwaishid al-Waqadi (26 años) y el administrador de la escuela llamado Ahmed Adel Hamouda (58 años).

Los humanos dan miedo

A quienes hayan leído Actos humanos (2016), de Han Kang, no les sorprenderá su reacción ante el Premio Nobel y el genocidio de Gaza. Cuando ella tenía 10 años, en 1980, la dictadura militar surcoreana de Chun Doo-hwan desató una fuerza terrible contra el Levantamiento de Gwangju por la democracia. Esta violencia, en la ciudad natal de Han Kang, provocó la muerte y heridas a miles de personas. Cuando tenía 13 años, su padre le mostró un álbum de fotografías de la violencia. «Si hubiera sido mayor», reflexionó Han Kang en 2016, «habría vivido el despertar social por la ira contra el nuevo régimen militar. Pero era demasiado joven. Mi primer pensamiento fue que los humanos dan miedo».

Actos humanos narra la historia de varios personajes desde mayo de 1980 hasta el presente: Jeong-dae muere en el levantamiento, Eun-sook y Kang Dong-ho recogen a los muertos, Kim Jin-su va a la cárcel y se suicida diez años después, mientras que Seon-ju es torturada por los militares. Son historias poderosas de coraje y dignidad humana frente a una violencia terrible. Eso es lo que Han Kang y otros ven en el predicamento palestino: la violencia israelí es horrenda, pero la notable resistencia de los palestinos exige que los humanos cometan actos que rechacen la sensación de que «los humanos dan miedo».

Fuente: Globetrotter

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