La antítesis
está en el Caribe.
DIARIO
OCTUBRE
EL LINCE
¿Recordáis el nuevo cuento para niños que se nos
relató en Davos? Un cuento pintado de verde
para hacerlo más tragable. Los capitalistas sin alma decidieron que había que
tenerla y pintarla de verde, y decidieron que había que demostrar que se
vuelven buena gente llevando a otras buenas gentes y permitiénendolas hablar,
como a esa buena chica llamada Greta Thunberg convertida en el icono de quienes
dicen que se preocupan por el planeta. Y todos tan contentos. ¿Os dije que
detrás de la Agenda del Cambio Climático está la Junta de Asesores Asociados de
Davos en la que está Cristina Lagarde, directora del Banco Central Europeo y ex
jefa del FMI; David Rubinstein, fundador de Carlyle Group (principal firma de
inversión global); Feike Sybesma, preboste de Unilever (multinacional de
alimentos) y encargado del Banco Mundial para el carbono; Larry Fink, preboste
de BlackRock (fondo de inversiones que está detrás de la reforma laboral y de
pensiones en Francia), que…? ¿No lo dije? Se me olvidaría. Un error
imperdonable que tal vez habréis subsanado leyendo los muy democráticos medios
de propaganda habituales. Mientras tanto…
Érase una vez un país pequeño, pobre, maltratado,
vilipendiado y despreciado casi por todas las buenas gentes que acudieron a
Davos a pintarse de verde que resulta que ¡es verde! Sin recurrir al
capitalismo, sin recurrir al FMI, sin recurrir al BM, sin recurrir a Davos. Sin
recurrir a Greta alguna que llene páginas y horas con sus trenzas hablando de lo
bonito que es el color verde. Sin estridencias, trabajando día a día y
convirtiendo en norma lo que para el capitalismo verde es la excepción: la
agroecología.
Este país pequeño, pobre, maltratado, vilipendiado y
despreciado por casi todas las buenas gentes que acudieron a Davos a pintarse
de verde resulta que tiene los ríos más limpios del mundo, con niveles más
bajos de contaminación del mundo por fertilizantes. En consecuencia, este país
es el puntero del mundo en agua dulce. Un país que está rodeado de agua salada
por todas partes. Este país es una isla. Se llama Cuba.
No busquéis los datos entre los ecologistas
occidentales -y tampoco en los otros-, no lo busquéis entre los capitalistas
vestidos de verde. Ambos son como la mafia, comportándose como la mafia: la
«omertá», la ley del silencio es su norma. Sólo hablan de la nueva ley escrita
en Davos. Todo lo que no se escribió ahí no existe. Y más si quien está a la
vanguardia pasa de Davos (y sus añadidos de colores) como de comer mierda.
Cuba es un país pobre, maltratado, vilipendiado y
despreciado por todas estas buenas gentes pintadas de verde. A pesar de tener
una historia de agricultura intensiva (la caña) tras la desaparición de la URSS
y del «campo socialista» Cuba convirtió a la necesidad en virtud y en lugar de
recurrir a los caminos trillados que tan bien conocemos (mirad a vuestro
alrededor) decidió centrarse en la agroecología, en reconvertir su agricultura
a prácticas agrícolas de menor escala y más sostenibles. Era el año 1990, el
inicio del «período especial». Y hoy, 30 años después, es el país más
desarrollado del mundo en esta área.
Este país pobre, maltratado, vilipendiado y
despreciado por todas estas buenas gentes pintadas de verde también está
sometido a bloqueo, desde hace 60 años, por el patrón de todos ellos: EEUU.
Pero pese a todo, está por encima de todos y cada uno de los países de estas
buenas gentes pintadas de verde.
Perdón, casi me olvido también de deciros que no son
estos pérfidos comunistoides cubanos quienes lo dicen para darse bombo, sino la
Geological Society of America (30 de enero de 2020) que no puede evitar rendir
homenaje a quien así se comporta y finaliza su estudio diciendo: «esto sugiere
los beneficios del cambio de Cuba a la agricultura de conservación después de
1990 y proporciona un modelo para una agricultura más sostenible en todo el
mundo».
Bueno claro, en Davos no se habló de agricultura
sostenible sino de cambio climático. La agricultura quedó en las manos de
siempre, en las multinacionales y con los conservacionistas más o menos
«progres» desplegando la alfombra roja para ellas. Pronto veremos la comida
sintética sin necesidad de agricultura y ganadería en nombre del planeta. O
carne falsa para las clases bajas (y dirán que así se combate al hambre), si es
que lo pueden pagar aunque ya hay algo similar en los Burger King o McDonalds.
El Lince
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