Las políticas de la Unión Europea y la clase obrera
DIARIO OCTUBRE / noviembre 24, 2023
F.J. Ferrer (UyL).— Si con anterioridad ya hemos
venido caracterizando a la Unión Europea como una superestructura que unifica y
desarrolla los intereses comunes de las burguesías nacionales del viejo continente,
en estos momentos, sometidas todas al mandato de los EE. UU., no debe causarnos
extrañeza que sus líneas políticas vayan definidas por su composición de clase,
esto es, burguesas.
¿Y en qué
afectan estas líneas políticas a los intereses de la clase obrera? La respuesta
es: en todo y, por lo general, de forma negativa.
En el plano
laboral, los criterios sobre el empleo que emanan desde Bruselas son la
flexibilidad y la liberalización en el mercado de trabajo, que no es otra cosa
que la estrategia que sigue la patronal para hacer frente a la crisis que su
mismo sistema provoca. La imposición de estos métodos tienen consecuencias
negativas comprobadas para la clase obrera, como el aumento de la
precarización, abaratamiento o supresión de los costes por despidos, bajada de
los salarios reales y más desempleo.
Conjuntamente
con la batería de medidas que la patronal, a través de sus gobiernos de turno,
implanta para tratar de equilibrar el descenso de su tasa de ganancias, el
recurso al apoyo financiero de la UE se le hace necesario para sufragar las
pérdidas de beneficios. Este aporte de fondos desde la UE a las empresas supone
un trasvase de rentas del trabajo a rentas del capital, donde los únicos
beneficiados son los capitalistas, dejando a la clase obrera más mermada de
recursos económicos, ya sean provenientes de salarios directos o de salarios
diferidos, con la consecuencia de un incremento de la pauperización de amplios
sectores de la clase obrera y sectores populares.
Además, se ha
de tener en cuenta que, para el caso del estado español, la apuesta que hace la
patronal por desarrollar aquellos sectores económicos que ella considera
esenciales, turismo y servicios, conlleva la correspondiente destrucción o
descolocación de todo su tejido industrial o agroalimentario aumentando la
precarización laboral y la disminución de los salarios.
Los sistemas
públicos, son los más castigados por las políticas restrictivas de la UE. Por
un lado, la contención del gasto conlleva recortes a todas la políticas
sociales: aumento de la edad de jubilación y aumento de la exigencia de años
cotizados para su acceso, destrucción del sistema público-sanitario, recortes
en enseñanza, ausencia de políticas en el acceso a viviendas sociales, etc. .
Esto, unido al interés privatizador de estos sistemas públicos, hace que los
salarios diferidos a los que tiene derecho la clase obrera se vean disminuidos
y, a la larga, desaparezcan. Como ejemplo sirva la situación de más de un
millón de jubilados en Alemania, motor de la economía europea, que no pueden
dejar de trabajar y que en su inmensa mayoría, más de ochocientos mil
pensionistas, realizan trabajos, los llamados “minijobs”, que precarizan la
mano de obra. Estos “minijobs” son trabajos a media jornada o menos por los que
los jubilados en activo pueden tener un salario máximo de 520 euros por
trabajar hasta 43,5 horas al mes. Gran parte se circunscribe al sector de la
hostelería, donde contribuyen a la precarización de los salarios de las y los
más jóvenes, pues, al ser un complemento para la jubilación, estos trabajos por
tiempo parcial no cotizan a la Seguridad Social y tienen algunas bonificaciones
para la patronal.
En el actual
contexto de crisis estructural del sistema, todo este escenario se agrava por
la política belicista de la UE que, subordinada a los intereses del
imperialismo norteamericano, se encuentra embarcada en una guerra de la OTAN
contra Rusia y que puede verse involucrada en otro escenario bélico en el
Oriente Próximo.
Ante esto, las
medidas que la clase obrera necesita para hacer frente a su situación, como la
nacionalización de los sectores estratégicos, grandes empresas y de la banca,
colocándolas bajo control obrero; sanidad y educación universal, gratuita y de
calidad, solo pueden conseguirse mediante la salida inmediata de la UE, del
euro y de la OTAN. La recuperación de la soberanía agroalimentaria, la reforma
integral agraria, etc., no van a venir desde las instituciones de la burguesía,
por muy democráticas y “progres” que, en apariencia, parezcan. Estas medidas
solo las puede afrontar la clase obrera desde una perspectiva revolucionaria
que la coloque en la vía de tomar el poder y comenzar la construcción del único
sistema viable para ella y el resto de la población: el socialismo-comunismo.
FUENTE: unidadylucha.es
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