lunes, 17 de agosto de 2020

Bielorrusia: Entrevista a Albert Santin

Por proletariado se debe entender el trabajador, el que viva de su trabajo en el sentido marxista. Y el trabajador es ni mas ni menos que el que compone la inmensa mayoría de la sociedad. Y la democracia consiste en que se hace lo que decida la mayoría, de modo que, la minoría (de hoy) queda sometida a la decisión de la mayoría (a la minoría de hoy no hay que vejarla, matarla o comérsela, porque con absoluto derecho puede ser perfectamente la mayoría de mañana) y ese es el sentido de la dictadura del proletariado, que la mayoría mediante la decisión democrática (pero ni representativa ni leches) decide qué se hace en la sociedad, y a esa decisión mayoritaria tomada democráticamente queda sometida la minoría. Por ejemplo, en España la exigua minoría de unas 1.400 familias disponen de más del 80% de toda la riqueza nacional, representando el 0,0035% de la población española, mientras que el 99,9965% de la población española que suponen más de 45 millones de personas disponen de menos del 20% de al riqueza nacional. En España que no estamos bajo el yugo ni la tiranía de ninguna dictadura del proletariado (Pero sí bajo la dictadura del capital) se hace lo que dispone, manda y conviene a la exigua minoría del 0,0035% de su población y, además, legítimamente, porque se cumple con todas las bendiciones de la ley, porque legítimamente significa de acuerdo a la ley, no tiene nada que ver con la justicia (dar a cada cual lo suyo). En España el 99,9965 % de su población (Que vendría a representar a la mayor parte del proletariado) ni siquiera puede exigirle a la exigua minoría del 0,0035% de su población que le devuelva los casi 60 mil millones que le ha robado: casi 60 mil millones de leandrones, siendo un leandrón = a 1 euro. (Se puede decir, eso sí, pero si hicen que higan, mientras no hagan...). Pues eso, que la dictadura del proletariado (Que ni está ni se le espera, pero que es más necesaria para los trabajadores que las aguas de abril para el campo) no es la dictadura del capital, con la que estamos tan agustino. La izquierda tradicional no está pasada de moda ni es un trasto histórico viejo, sino que los que han pasado por ser dirigentes de izquierdas (¡Y líbranos Señor! Lúcete, Hombre, no te arrugues, por Tu Padre, Juan, Pedro y Francisco y El Niño Cortijero te lo pido, de los idénticos que se acercan a la política!), en el mejor de los casos, han estado en la dormidera del condumio y no han sido capaces ni de explicarle a los trabajadores el concepto de la dictadura del proletariado, que en esencia es la democracia sin trampas ni cartón.


Sin expulsar y aniquilar el oportunismo, sería absurdo pensar siquiera en el poder para el proletariado…



diario octubre / 15.08.2020
Final del formulario
«Una de las condiciones precisas para que el proletariado pueda prepararse para su victoria es la lucha prolongada, tenaz e implacable contra el oportunismo, contra el reformismo, contra el socialchovinismo y demás influencias y corrientes burguesas, inevitables por cuanto el proletariado actúa en un ambiente capitalista. Si no se libra esa lucha, si no se consigue previamente una victoria total sobre el oportunismo en el movimiento obrero, no cabe ni hablar siquiera de dictadura del proletariado. El bolchevismo no habría derrotado a la burguesía en 1917-1919 sí no hubiese aprendido antes –de 1903 a 1917– a derrotar y a expulsar implacablemente del partido de la vanguardia proletaria a los mencheviques, es decir, a los oportunistas, a los reformistas, a los socialchovinistas. Y cuando hoy los líderes de los «independientes» alemanes o los longuetistas franceses y otros por el estilo, que de hecho siguen su vieja y habitual política de concesiones y concesioncillas al oportunismo, de transigencias con él, de servilismo rastrero ante los prejuicios de la democracia burguesa. (…) Reconocen verbalmente la dictadura del proletariado, se engañan muy peligrosamente a sí mismos o engañan simplemente a los obreros». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Las elecciones a la asamblea constituyente y la dictadura del proletariado, 1919)


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