sábado, 3 de abril de 2021

Información y desinformación. Independencia y contrapoder

 

Información y desinformación. Independencia y contrapoder

MANUEL GARÍ

Vientosur

2 ABRIL 2021

 

Logo de Cuartopoder, diario digital cerrado el 31/3/2021


La desaparición de Cuartopoder, uno de los 16 componentes de la Plataforma de Medios Independientes que preguntó a la ciudadanía sobre la monarquía española, es una cruda metáfora de la realidad política y económica, y también de los medios de comunicación. El cierre resalta la pertinencia del debate en torno al binomio independencia periodística – contrapoder mancomunado. Debate en el que, dado que no soy experto en comunicación, mi opinión es la de un usuario que pretende discernir en los mensajes que circulan entre episteme y doxa. O sea, diferenciar la verdad asociada a los hechos de los que se informa de la interpretación y opiniones que suscitan.

Parece que resulta difícil lograrlo con unos medios que durante décadas han silenciado las fechorías del monarca, convierten en noticia de portada una foto de Díaz Ayuso en su paseo dominical, exhiben el espantapájaros del bolivarianismo, insultan a los discrepantes, incurren en calumnias, callan ante el atropello antidemocrático del parlamento andaluz para poner sordina a las voces díscolas de 11 parlamentarios de izquierda, azuzan los odios nacionalistas españolistas contra la ciudadanía catalana, transforman en expertos universales a tertulianos y “famosos” o confunden al telespectador con el ruido multicolor de mil imágenes, voceríos y “última hora” del espectáculo permanente. Es una muestra de cinismo que la mayor parte de medios afirmen que en el Reino de España se puede ser republicano respetando las leyes, pero ocultan que cambiar esa Constitución de 1978 exige unos requisitos antidemocráticos prácticamente insalvables si no media un proceso destituyente de ruptura democrática.

La mayoría de los medios en simbiosis con las redes sociales y el juego político oligárquico hegemónico se retroalimentan en bucle vicioso. A una sociedad cuya ciudadanía ha quedado reducida al papel de espectadora pasiva ante una representación política autonomizada que acapara la escena, se corresponden unos medios que alimentan sentimientos frente a las razones y que hablan más de los protagonistas políticos que de los intereses reales de sus representados. Todo ello se completa con un eurocentrismo exacerbado que ignora los cambios que se han producido en un mundo globalizado que ha situado el centro de gravedad mundial a miles de kilómetros.

Desiderátum

¿Qué me gustaría encontrar en un medio de comunicación? Que sea útil para discernir el qué, cómo y dónde ocurrió a la vez que criba con honestidad y veracidad la relevancia de los hechos objeto de información. Ello puede posibilitar la creación de vínculos entre los individuos mediante el desarrollo de los hilos de la razón, el sentido y la memoria, tres ingredientes necesarios, aunque no suficientes, para la emancipación humana. En la sociedad de clases, patriarcal, ecocida y desigual bajo el dictado del mercado y la ley de la ganancia privada, los medios de comunicación si quieren estar al servicio de la mayoría social no pueden perder la capacidad de indagación, asombro e indignación para poner en evidencia las lógicas del poder. Lo que exige de una profesionalidad basada en la independencia, la constancia y la suficiencia ajenas a la superficialidad, la irresponsabilidad y la venta al mejor postor.

Los medios no pueden ser cautivos de sus propietarios ni en la actual sociedad ni en una futura de mujeres y hombres libres e iguales. Desde hace décadas en diversos ámbitos han surgido propuestas muy interesantes como la que en 2008 Mediapart y Reporteros sin fronteras formularon en el “Llamamiento desde la colina” por una prensa libre e independiente. La lógica de todas ellas es diseminar el poder en los medios de comunicación, evitar la concentración, mancomunar esfuerzos, dar voz y voto a profesionales y usuarios, favorecer el pluralismo, conjurar el miedo al Leviatán estatal y su burocracia, pero también al del auténtico poder, el del capital.

Precisamente ahora que se cumple el 150 aniversario de la Comuna de Paris, cabe señalar la importancia de la existencia de una prensa pluralista y libre de ataduras. Durante los 72 días que duró el primer gobierno en manos de la mayoría popular, las medidas sociales y democráticas fueron acompañadas, como no podía ser de otra manera, de lo que se denominó la política de “información instantánea”. Surgieron 70 periódicos y revistas, proliferaron los murailles y affiches escritos por quien tuviera algo que decir, aún con faltas de ortografía, experiencia que Rimbaud celebró y que en opinión de Kristin Ross permitió el surgimiento de un nuevo espacio social 1/. Efectivamente, entonces y hoy, los medios de comunicación juegan un papel esencial en nuestra comprensión de la realidad y en la configuración de la esfera pública.

Para Alexis de Tocqueville la prensa era un garante de la protección de la libertad; aún más, era el sostén de la civilización. Si la prensa libre es un indicador y una condición para la existencia de una sociedad democrática ¿de quién debe protegernos? El jurista francés afirmó que de la centralización y la burocracia gubernamental y por ello debía estar en manos de la sociedad. Sí, pero la cosa era y es algo más complicada ya que la sociedad civil no es un todo homogéneo y una minoría determina la voluntad estatal. No es Marx ni Bakunin, sino Adam Smith quien escribió “el estado civil, en cuanto instituido para asegurar la propiedad, se estableció realmente para defender al rico del pobre” 2/.

Al servicio de su majestad

Ello nos remite a una pregunta central: ¿a quién sirven los medios de comunicación? Tanto sean de propiedad privada como pública en las actuales condiciones, están al albur de intereses minoritarios. No es que los medios de comunicación en nuestro país sean monárquicos, es que la monarquía asegura mejor que otras fórmulas los intereses que defienden. Cabe señalar que José María Aznar (ayudado por sus secuaces) fue un estratega muy útil para los intereses del capital inmobiliario, financiero y eclesiástico usando dinero público y el BOE a favor de medios de comunicación afines al frente de los cuales se situaron “periodistas” de dudosa catadura ética.

Pero el alcance de la pregunta va más allá de los confines de la derecha neoliberal posfranquista pues mayoritariamente los medios de comunicación, salvando ejemplares excepciones, juegan un papel en la difusión de los mitos ideológicos del neoliberalismo. Prueba de ello en nuestro país fue la acrítica aceptación de los postulados del Pacto de Estabilidad y Crecimiento o la filosofía, poquedad y tipo de reparto previsto de los Fondos Europeos “Next Generation”. Además, esos mismos medios se encargan de seleccionar y reclutar el personal político afín y funcional a esos mitos. Construyen y destruyen portavocías políticas o sociales frente a la voluntad de los restos de liquidación de las organizaciones populares o de los partidos políticos. Díaz Ayuso es un caso emblemático por más que cueste creerlo.

Con ello los medios de comunicación de masas más importantes contribuyen a la banalización de la cosa pública y a hacer realidad el temor de Hannah Arendt en su ¿Was ist Politik? respecto a la desaparición de la política por la vía de su falta de significado. El trumpismo periodístico, muy presente en nuestro país, es un activo agente de ese movimiento. Y, lo que es más grave, esos medios acaban jugando el papel de Herr Vogt señalado por Marx en la Contribución a la crítica de la economía política, el de pseudo demócratas al servicio de intereses espurios, ocultados e inconfesables.

Manolo Garí. Economista. Forma parte del Patronato y del Consejo de Redacción de viento sur.

Notas

1/ Ross, Kristin. El surgimiento del espacio social. Rimbaud y la Comuna de Paris. Akal, 2018.

2/ Smith, Adam. La riqueza de las naciones. (Libro 5, Cap. 1, parte2). Fondo de Cultura Económica, México 1982.

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Cierra Cuartopoder (menos información y menos análisis críticos. Pasito adelante de la unilateralidad y del simplismo mental. ¡Enhorabuena, señor conde!)

 

Adiós



Manolo Monereo

El Viejo Topo

30.03.201

No es fácil escribir este artículo. Cuando Sato me informó que cuartopoder se cerraba me afectó mucho. Llevo muchos años formando parte de este colectivo de hombres y mujeres que luchaban denodadamente por una información veraz y por formar opinión que necesariamente tenía que ser crítica. La última época el periódico estuvo dirigido por un grupo de jóvenes valientes y decididos. No ha podido ser. Una batalla más que se pierde, que perdemos.

Me aburre la letanía que habla de periódicos cerrados y de reducción de los espacios de libertad. Mis sentimientos son de rabia y de impotencia. Se está clausurando el espacio de lo público colonizado por los grandes grupos informativos y los monopolios empresariales y financieros. La captura del Estado por las élites va acompañado de una penetración cada vez más firme en eso que llamamos sociedad civil. Es una ley universal, cuanto más se ensalza la libertad, menos libertades reales tienen las personas, los colectivos sociales, las clases; sí, clases, las subalternas.

Socialismo o libertad; comunismo o libertad. La burguesía patrimonialista madrileña ofrece una comunidad y un país en venta. Todo se puede comprar y todo tiene precio. Madrid asegura libertad a cambio de vidas humanas. ¡Jóvenes del mundo, uníos! Aquí hay de todo y sin restricciones. Aceptamos el reto: muertos por libertad de comercio; muertos por darle vida a los negocios; muertos por la libre movilidad de las personas; muertos por la libertad de las grandes compañías hoteleras. No pasarán ni las políticas públicas ni las políticas sanitarias que salvan vidas. ¡Vive peligrosamente! No aceptes el rebaño; enfréntate al gobierno social-comunista consumiendo en las calles, rompiendo con los horarios establecidos y quitándote el bozal que los viejos enemigos de la libertad nos imponen.

Libertad con muerte: la seguridad es cosa de pobres, de obreros, de jóvenes incapaces de superar la vieja cultura de la cooperación y la solidaridad convertida en derechos. Menos Estado y más competencia: que los mejores no se vean limitados por la mentalidad igualitarista de una masa adocenada por años de bienestar y control político de una izquierda que ha hecho del resentimiento, política. Ellos quieren ser como nosotros; ellos contra nuestras libertades. Volvemos para ganar. Nuestra libertad frente a vuestras libertades.

Se cierra un periódico. La izquierda nada hace. No cree en lo que dice. A la hora de la verdad prefiere pactar influencia con los grandes grupos mediáticos o crear artilugios que aseguren la voz univoca de la dirección del partido. Viven al día y lo llaman realismo. No sé si al final se traducirá el libro Dominio de Marco D’Eramo (Ed. Feltrinelli, 2020). Cuenta con todo lujo de detalles el nacimiento, reproducción y desarrollo -férreamente organizado- de la cultura neoliberal en EEUU. Sociedades, fundaciones, universidades, medios de comunicación comprometidos con la libertad y frente al colectivismo. Por delante y por detrás, grandes grupos de poder económico. Su secreto: no pactar la ideología, cooptar a los operadores culturales, organización, tenacidad, dinero, mucho dinero: invertir en hegemonía es garantizar que el futuro sea nuestro, nos pertenezca.

D’Eramo señala una paradoja. Mientras que la izquierda siempre emplea un discurso centrista, pactista, moderado con los neoliberales, estos nunca retroceden: defiende el programa máximo, la acracia liberal y de mercado. Es como si la izquierda defendiera la dictadura del proletariado, la transición socialista y la expropiación de los capitalistas. ¿Qué consiguen? Dar coherencia y firmeza al proyecto. Como entre la realidad y el programa hay muncha distancia siempre se puede echar culpa a algo externo (debilidades propias; males ajemos; sabotaje de los tradicionales adversarios; imponderables varios). El proyecto neoliberal nunca fracasa; cuando falla es porque se aplica mal y de modo insuficiente. Los culpables son siempre los equipos, las personas, las fuerzas políticas, las poblaciones no suficientemente preparadas para asumir un mensaje de semejante contenido. Perseverar, siempre perseverando y a la ofensiva.

No hay que caer en el idealismo. Los que defiende estos proyectos navegan a favor de corriente; ellos son los grandes poderes económicos, las elites intelectuales funcionales al sistema. Hoy nos damos cuenta lo poco que se ha entendido a Antonio Gramsci. Todo han sido adornos y legitimaciones discursivas.  Tomarse la hegemonía en serio significaba hablar de ideas organizadas; de proyecto nacional-popular; de pedagogía de masas y de insertarse productivamente en un sentido común para darle coherencia y homogeneidad; de socializar la política y cambiar la vida cotidiana de las personas. Un partido orgánico diverso y plural conectado con el partido-institución sin confundirse con él.

Cuartopoder se cierra. Seremos menos libres, menos cultos y con menos capacidad para analizar críticamente el presente. Algunos amigos y amigas se quedan sin trabajo y entran en duro mundo de la búsqueda de empleo. La pregunta debe hacerse: ¿no ha llegado el momento para organizar la cooperación, la solidaridad, en torno a una plataforma político-cultural alternativa a los poderes oligárquicos dominantes?

Adiós queridas amigas, queridos amigos.

Artículo publicado originalmente en Cuarto Poder

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