martes, 7 de febrero de 2023

Ochenta años de Stalingrado: La batalla más importante en la historia de la humanidad

 

Ochenta años de Stalingrado: La batalla más importante en la historia de la humanidad

TERCERAINFORMACION / 06.02.2023

Esta gesta marcó el inicio del fin del intento alemán de construir el III Reich y el punto de partida para la derrota definitiva del nazismo durante la segunda guerra mundial (Gran Guerra Patria para la Unión Soviética).


 

El 2 de febrero se conmemoran 80 años de la victoria de la Unión Soviética (URSS) en la Batalla de Stalingrado. Esta gesta marcó el inicio del fin del intento alemán de construir el III Reich y el punto de partida para la derrota definitiva del nazismo durante la segunda guerra mundial (Gran Guerra Patria para la Unión Soviética). Ha sido la batalla más importante en la historia de la humanidad. No quise dejar pasar esta fecha sin recordarla y honrar a los cientos de miles de ciudadanos rusos y de otras nacionalidades que dieron su vida por liberar a la humanidad del cáncer del fascismo.

Durante los meses finales de 1942 ya se había evidenciado que la “Operación Barbarroja” que Hitler había lanzado contra la Unión Soviética en junio del año anterior comenzaba a debilitarse y el ejército alemán -más temprano que tarde- tendría que pasar a la defensa estratégica después de más de un año de ofensiva ininterrumpida.

Avance alemán hacia Stalingrado. 1942


La colosal resistencia en Stalingrado, Moscú y Leningrado, ciudades que las tropas nazis nunca pudieron ocupar, presagiaba el colapso de los intentos nazis de derrotar a la Unión Soviética. No obstante, ese fin todavía se visualizaba muy lejano a mediados de 1942. Stalingrado era el eje fundamental de la región del Cáucaso, ubicada en la zona sudoccidental de Rusia, era ambicionada por Hitler por la gran producción de petróleo que las fuerzas armadas alemanas necesitaban para movilizar su gigantesca máquina de guerra. Así mismo, poseía una gran industria de armamento y era un cruce ferroviario de importancia estratégica toda vez que comunicaba a  Moscú con el mar Negro y el Cáucaso, de igual manera era una vía fluvial de primer orden para la navegación por el río Volga. La heroica resistencia de la ciudad paralizó al ejército alemán e hizo imposible cumplir sus planes operativos. Si no hubiera así, la guerra habría tenido otro curso y la historia sería distinta.

Por esta razón, el alto mando alemán se vio obligado a readecuar sus planes, prepararse para la defensa e intentar lograr una victoria definitiva en 1943. Los objetivos estratégicos trazados por Hitler para ocupar y derrotar a la Unión Soviética habían quedado en el intento. Según el Mariscal Gueorgui Zhúkov, el más destacado jefe militar soviético de la época, Alemania carecía de reservas estratégicas y su estado moral era bajo.

Según Zhúkov en noviembre de 1942, los alemanes “tenían en el frente soviético-germano 266 divisiones con efectivos de seis millones 200 mil hombres, cerca de 51 mil 700 cañones y morteros, cinco mil 080 tanques y cañones de asalto, tres mil 500 aviones de combate y 194 buques de guerra. Por aquel tiempo, las tropas en campaña de la Unión Soviética contaban con seis millones 600 mil hombres, 77 mil 800 cañones y morteros, siete mil 350 tanques, cuatro mil 544 aviones de combate”. Así mismo la URSS poseía grandes reservas estratégicas. En términos absolutos la correlación de fuerzas y medios comenzaba a tener un cambio a su favor. La industria militar había logrado reinstalarse más hacia el oriente y ya se encontraba en plena producción. Vistas estas cifras, el conflicto actual en Ucrania pareciera ser solo una escaramuza.

Por otro lado, se había despejado la incógnita sobre las intenciones de Japón (que ocupaban la Manchuria china desde 1931) y ya se sabía que no atacaría a la Unión Soviética, lo cual había permitido trasladar grandes contingentes militares desde el Lejano Oriente a Occidente donde se desarrollaba la parte más sustancial de la guerra. A esto habría que sumarle el gran trabajo de inteligencia, contra inteligencia y desinformación que el alto mando soviético empezó a utilizar con gran éxito en el desarrollo de la contienda.

En este contexto, el Gran Cuartel General (GCG) soviético, con el mayor sigilo comenzó a planificar la esperada contraofensiva estratégica que debía llevar a la liberación del territorio soviético y a la derrota de Alemania. La inteligencia del ejército nazi nunca pudo descubrir los planes soviéticos que incluyeron trasladar a Stalingrado un enorme contingente de tropas, armamento y equipos “en sus propias narices”.

Al comenzar la contraofensiva del ejército rojo, la correlación de fuerzas entre los contendientes era muy pareja con una leve superioridad soviética en tanques. La exhaustiva preparación de las acciones se realizaron desde el GCG, pasando por el Estado Mayor General, los Frentes, ejércitos, cuerpos de ejércitos, divisiones y regimientos hasta las pequeñas unidades de combate y aseguramiento logístico y combativo. La idea de las acciones se proponía establecer un doble cerco (exterior e interior) para aislar y aniquilar a las tropas alemanas en el bolsón creado.

En el desarrollo de las acciones, el papel decisivo le correspondió a soldados, oficiales y generales “con sus audaces ataques, certero fuego, intrepidez, valor y pericia quienes se batieron a muerte con el enemigo” según lo relata el mariscal Zhúkov en sus memorias.

El plan establecía que durante la primera etapa de la contraofensiva el papel principal lo debía desempeñar el Frente del Suroeste al mando del general Nikolái F. Vatutin quien tendría que atacar en dirección sureste hacia la margen derecha del río Don. Mientras tanto, el Frente de Stalingrado al mando del general Andréi Eriómenko, compuesto por los ejércitos 51, 57, 62 y 64, con el apoyo del 8vo. Ejército Aéreo al mando del mayor general de aviación Timofei Jriukin, desarrollaría sus acciones en dirección oeste-noroeste desde la ciudad para unirse con el Frente del Suroeste a fin de concretar el cerco del contingente mayor del ejército alemán.

El 62do. Ejército del general Vasili Chuikov que se encontraba en el interior de Stalingrado debía desarrollar el combate defensivo para impedir las acciones de las tropas del enemigo que operaban directamente contra la ciudad y estar listo para pasar a la ofensiva. El 57mo. Ejército del general Fiódor Tolbujin y el 64to. Ejército del general Mijaíl Shumílov tendrían que pasar a la ofensiva en dirección oeste y noroeste con el fin de copar la agrupación enemiga por el sur para asegurar la ofensiva de las tropas de la agrupación de choque del Frente de Stalingrado desde el noreste. Para crear el frente exterior del cerco en esta dirección se utilizaría el 51er. Ejército que también debía atacar hacia el noroeste.

Un papel fundamental en el éxito tuvieron los medios de transporte de tropas, armamento y equipos. Trabajaron 27 mil camiones simultáneamente con los ferrocarriles que entregaban diariamente mil 300 vagones de cargamentos en condiciones de extrema dificultad cuando el río Volga se encontraba congelado. Del 1° al 20 de noviembre cruzaron el río más de 111 mil hombres, 427 tanques, 556 cañones, 14 mil automóviles y cerca de siete mil toneladas de municiones, lo cual fue decisivo en el desarrollo de la batalla.

La planificación de los combates, la preparación de los aseguramientos y el trabajo político fueron garantizando el éxito de la operación antes que comenzara. En total silencio las unidades se fueron concentrando en los lugares previstos con anterioridad. Se realizaron simulacros de las probables acciones combativas poniendo el énfasis en la cooperación entre armas, tropas de aseguramiento y tipos de fuerzas armadas, todo lo cual estuvo listo para el 15 de noviembre.

El contra ataque soviético en Stalingrado. Noviembre-diciembre 1942.

En general la idea del combate se proponía crear un cerco interior de las tropas enemigas en Stalingrado y un cerco exterior que asegurara el aniquilamiento del enemigo rodeado y acorralado. Se previó que cuando el cerco estuviese a punto de concretarse, el Alto Mando alemán intentaría trasladar sus tropas desde otros sectores, especialmente de una agrupación que se dislocaba al suroeste de Moscú, a unos mil Km. al noroeste de Stalingrado, en un lugar denominado el saliente de Rzhev.

Por ello, fue necesario realizar una operación ofensiva contra esta agrupación nazi para fijarla e impedir que pudiera ser trasladada a la ciudad. Esta misión se planificó entre el 20 de noviembre y el 8 de diciembre cuando se dio la orden para el inicio del ataque. Tras fuertes combates que duraron varios días y aunque esta agrupación no logró cumplir plenamente el objetivo planteado, sus acciones impidieron que el mando alemán pudiera trasladar refuerzos considerables desde Rzhev a Stalingrado, mejorando de esa manera y de forma ostensible la correlación de fuerzas en las inmediaciones de la ciudad para la ofensiva que se preparaba.

El 17 de noviembre el 24to. Ejército del Frente del Don había iniciado la ofensiva en Stalingrado atacando a lo largo de la orilla izquierda del río Don, pero esta acción no tuvo éxito dada la debilidad de las fuerzas participantes, lo cual permitió el contrataque alemán. Sin embargo, este movimiento además de hacerse de forma extemporánea no reunió las fuerzas necesarias que pudieran resistir el golpe principal de los frentes del Suroeste y de Stalingrado que ya el 23 de noviembre se encontraron con la 36ta. Brigada Mecanizada al mando del teniente coronel M. Rodiónov, generándose por primera vez la amenaza de cerco contra la agrupación enemiga. Otro cuerpo acorazado y uno mecanizado acudieron al combate cerrando, como estaba previsto, el anillo del cerco de la agrupación enemiga de Stalingrado, en un territorio triangular en las inmediaciones de la casi confluencia de los los ríos Don y Volga.

A partir de entonces, las tropas soviéticas se propusieron la ofensiva “hacia adentro” es decir en dirección este hacia Stalingrado oprimiendo en el cerco interior al enemigo, que comenzó su retirada bajo férrea persecución de las tropas soviéticas con fuerzas de hasta tres ejércitos reforzados con tanques, con la misión de rechazar a los nazis lo más lejos posible hacia el oeste de la ciudad, sellando y fortificando el anillo exterior para atacar desde dos direcciones para aniquilar al enemigo cercado. Durante los primeros días de diciembre el objetivo fue cumplido creando las condiciones para la derrota total de los alemanes en el cerco. Así se consumó la primera etapa de la contraofensiva en el frente de Stalingrado.

El 28 de noviembre, en el marco del desarrollo de las acciones combativas para concretar el cerco interior de la agrupación alemana, se comenzó a planificar la operación encaminada a aniquilar la agrupación nazi en Stalingrado. Al comienzo, la ofensiva tuvo un lento ritmo de avance, pero el mando alemán empezó a percibir que las tropas soviéticas se aprestaban a concretar una misión que podría devenir en un desastre de dimensiones incalculadas para las tropas del Reich.

Ante esta situación, Hitler tomó la decisión de crear una nueva agrupación denominada Grupo de Ejércitos del Don, para lo cual ordenó el traslado de tropas desde otros sectores del frente soviético y también desde Francia y Alemania a fin de desarrollar la Operación Tormenta de Invierno. El nuevo Grupo de Ejércitos fue puesto bajo el mando de uno de los mejores generales alemanes, el mariscal de campo Erich Von Manstein, quien recibió la misión de salvar las tropas del 6.º Ejército comandado por el mariscal Friedrich Von Paulus, que se encontraba cercado en Stalingrado.

Estos planes no pudieron ser cumplidos. Varios factores incidieron: las fuerzas armadas de Alemania tenían una elevada escasez de reservas, así mismo las tropas se desplazaban con extrema lentitud bajo el acoso constante de las fuerzas guerrilleras que operaban en la retaguardia en Ucrania y Bielorrusia. La desesperación de Hitler iba en aumento por lo que Manstein se vio obligado a iniciar la ofensiva el 12 de diciembre sin haber consumado sus preparativos.

No obstante a eso, el ejército alemán pudo avanzar hasta 40 Km. de Stalingrado, lo que los llevó equivocadamente a respirar un aire de victoria. El Alto Mando soviético introdujo en combate desde el este al 2do. Ejército reforzado de la Guardia bajo el mando del general Rodión Malinovski quien en una feroz batalla de tanques y con gran apoyo artillero rompió la escalonada defensa alemana y penetró en la profundidad del diezmado ejército, resolviendo definitivamente la suerte de la batalla a favor de las tropas soviéticas.

 La victoria de Malinovski y el 2do. Ejército de la Guardia selló el destino de los 250 mil soldados alemanes y de otros países atrapados en la bolsa de Stalingrado. Esto permitió que el 16 de diciembre se iniciara la ofensiva de las tropas del Frente del Suroeste que derrotó al enemigo al salir a su retaguardia al oeste de Stalingrado. Manstein se vio obligado a utilizar las últimas fuerzas que le quedaban en un ataque frontal desde el sur poniente, pero el Frente Suroeste que operaba en la zona, le salió al flanco y la retaguardia, decidiendo definitivamente la suerte del 6to. Ejército alemán que ya no podrían salir del cerco.

Las tropas cumplieron brillantemente las tareas planteadas y con la impetuosa victoria ante el enemigo, frustraron el plan de Manstein de desbloquear las tropas de Von Paulus al hacer fracasar todo conato de romper el cerco. Sobrevino la desesperación total en el Alto Mando alemán que desde entonces solo intentaría salvar la mayor cantidad de fuerzas y medios, pretendiendo una retirada ordenada.

Tanto el Alto Mando soviético como el alemán comenzaron a pensar en lo que continuaría a partir de entonces. Hitler pretendió ganar tiempo para detener la contraofensiva soviética que ya se vislumbraba, mientras que Stalin ordenó aniquilar lo más pronto posible la agrupación enemiga cercada e iniciar la persecución de las tropas nazis en retirada hacia el suroeste.

El 31 de enero, a las 5:45 de la mañana, Von Paulus se rindió ante el Ejército Rojo. Aunque algunas fuerzas del ejército nazi continuaron resistiendo, el 2 de febrero se produce la rendición total. Von Paulus fue capturado junto a todo su Alto Mando. El 6.º Ejército fue totalmente destruido.

La Batalla de Stalingrado ha sido la más mortífera y sangrienta en la historia de la humanidad. Según el mariscal Zhúkov hubo “una cifra de muertos estimada en más de un millón, desde el inicio del ataque alemán que parecía irresistible hasta el total aniquilamiento de su punta de lanza, el Sexto Ejército. El balance de la sangrienta batalla habla de un millón de muertos y otro millón de heridos, desaparecidos o capturados de ambos bandos; de 40 mil civiles fallecidos; de 91 mil alemanes hechos prisioneros, de los que solo volvieron a casa (12 años después) seis mil”.

En la Batalla de Stalingrado se produjo una total victoria de la Unión Soviética que significó el comienzo de la derrota definitiva del III Reich. En ella se conjugaron la sabia dirección política y militar de la contienda por parte del GCG y el Alto Mando, de los generales y oficiales, así como el valor y arrojo de los soldados, el acertado abastecimiento combativo y logístico desde la industria militar, el transporte y el avituallamiento de las tropas y sobre todo el honor, la valentía y la gloria de los ciudadanos de la urbe que en total justicia fue declarada Ciudad Héroe.

Hoy, al igual que hace 80 años el ejército ruso está luchando por salvaguardar a la humanidad del fascismo. Hoy, como hace 80 años, Rusia está entregando a sus mejores hijos para impedir que el virus del nazismo enquistado en los países occidentales pueda resurgir para amenazar al mundo con la destrucción, el avasallamiento y la pérdida de los valores por lo que se ha luchado tantos años. Hoy, al igual que hace 80 años, Rusia vencerá y con ella venceremos todos los pueblos dignos del planeta.

*Twitter: sergioro0701

Fuente: La Pupila Insomne

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El camino de la libertad pasa por la consciencia

 



El camino de la libertad pasa por la consciencia


Patrocinio Navarro Valero

KAOSENLARED

7 de febrero de 2023 / Por 


Vivimos en sociedades socialmente  tensionadas. Por un lado, el mundo de los ricos encabezado por sus bancos, con sus paraísos fiscales, sus industrias militares y energéticas, y sus negocios como exterminadores medioambientales, se esfuerza por agrandar al límite su poder y riquezas por todos los medios a su alcance: guerra, explotación progresiva de los trabajadores, ampliación sin medida – a través de universidades, Iglesia,  medios, y lobbies- de sus áreas de influencia política y  mental sobre la población y los gobiernos de cada país, poniendo contra las cuerdas a la ya podrida democracia que supuestamente debería impedir tan salvaje avidez, pero que  no lo hace porque se ha convertido en sistema vasallo.

Como  los gobiernos no son otra cosa que los mayordomos de todos los vampiros de los bienes comunes, los pueblos comienzan a estar hartos. Protestas multitudinarias y huelgas generales repetidas  en Inglaterra y Francia; huelgas en sanidad y educación en España, manifestaciones y protestas contra las cumbres capitalistas  sobre el clima o en Davos,  y proliferación en Internet de medios alternativos como el presente,  evidencian que el descontento es cada vez más visible. Y que esos  medios alternativos lo analicen a diario y pongan en evidencia la crueldad social de los poderosos y sus gobiernos marionetas, muestra que nos hallamos ante un trabajo de concienciación  de largo alcance que involucra mayormente  a sectores más jóvenes y conscientes del mundo en que malvivivimos, dispuestos a dar la batalla de las  ideas contra el Sistema vampiro. Porque otra batalla no es posible. Los pensamientos son energías y  las ondas de emisión de energía buscan su semejante vibratorio para unirse a él por afinidad electromagnética. Y los ideólogos del Sistema lo saben hace mucho. De ahí que las leyes mordaza, y otros límites  judiciales y policiales a la libertad de expresión, estén a la orden del día. Saben que la acumulación de un determinado tipo de energía en el cinturón energético de la Tierra como fruto del pensamiento de muchos, puede inducir a  la acción colectiva.  Esto explica  el empeño de los medios de incomunicación por callar la verdad, elaborar noticias falsas, distraer la atención hacia banalidades y sembrar odio contra lo alternativo, porque eso asegura pasividad, conformismo, desunión y  desconfianza a lo que “no suene “ a oficial.

Como los pensamientos repetidos  sobre algo pueden producir emociones que lleven a la acción correspondiente, la meta de los ideólogos sociales es controlar el mundo emocional de las masas a través de pensamientos negativos como el miedo y la inseguridad.  No hay más que recordar lo ocurrido en todo el Planeta con la Plandemia para constatar con qué facilidad las  masas atemorizadas se someten gustosamente  a recluirse, olvidan sus derechos de ciudadanos libres, desconfían los unos de los otros, se distancian emocionalmente, dejan de reunirse  y se dejan inocular productos experimentales que son presentados como vacunas y que producen miles de muertos en todas partes, mientras se deja morir en residencias a miles de ancianos secuestrados en sus habitaciones y sin atención médica, sin que tales cosas produzcan manifestaciones y denuncias masivas inmediatamente contra los responsables. Aquí vemos como la unión del poder político, el sanitario y el mediático pueden controlar a millones de personas a través del miedo y la mentira y hacer con ellos lo que lo deseen. Esto es preocupante en extremo, porque hasta partidos y movimientos de izquierda, convencidos por la verdad oficial se tragaron  el anzuelo de las supuestas vacuas y no opusieron resistencia a las medidas fascistas que soportábamos.

Es necesario cultivar pensamientos de unidad, de confianza, de empatía, de amistad, de amor y  de colaboración y disponibilidad hacia los semejantes  y hacia el Planeta, para que la siembra de estos pensamientos y de otros  semejantes, mil veces  repetidos, interiorizados y practicados se convierta en materia prima para construir la nueva humanidad. Y más vale que nos demos prisa.

Imagen de portada:  Foto en blanco y negro – PxHere | Detalles de la licencia

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El barón de Grogzwig

 

Hoy hace 211 años que nació en Landport el autor de uno de los cuentos más famosos de la literatura universal. Muy reconocido en su tiempo, sus obras se siguen leyendo hoy como ayer. Lo celebramos aquí con un cuento intercalado en su novela Nicholas Nickleby.


El barón de Grogzwig

 

Charles Dickens

El Viejo Topo

7 febrero, 2023

 


“El barón Von Koeldwerhout, de Grogzwig[1] en Alemania, era tan parecido a un joven barón como podría esperarse. No tengo ni que decir que vivía en un castillo, porque eso se da por sentado. Tampoco tengo que decir que vivía en un viejo castillo, pues ¿qué barón alemán vivió jamás en un castillo nuevo? Había muchas circunstancias extrañas conectadas con este venerable edificio, de las cuales no era el menos sorprendente y misterioso el hecho de que, cuando soplaba el viento, retumbaba en las chimeneas, o incluso aullaba entre los árboles en el bosque cercano. Y que cuando la luna brillaba se iba metiendo a través de ciertas pequeñas aspilleras en la pared, y llegaba a iluminar bastante algunas partes de los amplios salones y pasillos, dejando a otros en una lóbrega oscuridad. Creo que uno de los antepasados del barón, estando corto de dinero, le había clavado una daga a un caballero que llegó una noche para pedir una dirección, y se suponía que fue a consecuencia de ello que estos acontecimientos milagrosos tuvieran lugar. Y, sin embargo, apenas sé cómo pudo haber sido eso, pues el antepasado del barón, que era un hombre amable, se sintió después muy apenado por haber sido tan imprudente, y echando mano con violencia a una cantidad de piedras y leños pertenecientes a un barón más débil, construyó una capilla a modo de disculpa, y así tuvo un recibo del Cielo por todas las deudas.

”Hablar del antepasado del barón me trae a la mente las exigencias de respeto al barón debido a su linaje. Desde luego, no me atrevo a decir cuántos antepasados tenía el barón. Pero sí sé que tenía muchos más que cualquier otro hombre de su época, y solo deseo que hubiera vivido en estos tiempos que corren para que hubiera podido tener más. Es muy duro para los grandes hombres de siglos pasados haber venido al mundo tan pronto, porque un hombre que nació hace trescientos o cuatrocientos años no puede esperar razonablemente tener tantos lazos previos como un hombre que nazca ahora. El último hombre, sea quien fuese –y puede que sea un zapatero remendón o algún bajo y vulgar bribonzuelo hasta donde sepamos– tendrá un linaje más largo que el noble más grande que viva hoy día, y sostengo que eso no es justo.

”Bien, pero el barón Von Koeldwethout de Grogzwig era un buen tipo, moreno, de oscuros cabellos y anchos bigotes, que vestía ropas de montar verde Lincoln, con botas bermejas en los pies, y una corneta colgada al hombro como el guardia de un largo tramo de camino. Cuando tocaba esa corneta, veinticuatro caballeros, de rango inferior, vestidos de un verde Lincoln algo más tosco, y con botas bermejas de suelas algo más gruesas, aparecían de inmediato, y toda la tropa salía galopando, portando en las manos lanzas refulgentes como pasamanos laqueados, a la caza de jabalíes, o tal vez a encontrarse con un oso, y en este último caso el barón primero lo mataba y luego se untaba los bigotes con su grasa.

”Era una vida alegre para el barón de Grogzwig, y aún más alegre para los sirvientes del barón, quienes bebían vino del Rin todas las noches hasta que rodaban bajo la mesa, y entonces bebían de las botellas en el suelo, y pedían pipas. Jamás hubo personajes tan alegres, traviesos, divertidos y alborozados como el jovial equipo de Grogzwig.

”Pero los placeres de la mesa, o los placeres de debajo de la mesa, requieren un poco de variedad, especialmente si las mismas veinticinco personas se sientan diariamente a la misma mesa, a discutir los mismos temas, y a contar siempre los mismos cuentos.

El barón se fue aburriendo, y quiso emociones. Empezó a reñir con sus caballeros y se entretuvo dando patadas a dos o tres de ellos cada día después de la cena. A1 principio fue un cambio agradable, pero después de una semana o algo así se volvió monótono, y el barón intentó procurarse alguna nueva diversión.

”Una noche, después de un día de deportes en el que había sobrepasado a Nimrod o a Gillingwater2, y dado muerte a “otro oso excelente”, que llevó triunfalmente a casa, el barón Von Koeldwethout permanecía sentado melancólicamente a la cabecera de la mesa, contemplando el techo ennegrecido por el hollín del salón con aire descontento. Tragó enormes copas llenas de vino, pero cuanto más tragaba más ceñudo se ponía. Los caballeros que habían sido honrados con la peligrosa distinción de sentarse a su derecha y a su izquierda lo imitaron en la bebida con una exactitud prodigiosa, y se fruncieron el ceño el uno al otro.

”‘¡Lo haré!’, exclamó el barón de repente, golpeando la mesa con su mano derecha, y torciéndose el bigote con la izquierda. ‘Bebamos a la salud de la Dama de Grogzwig.’

”Los veinticuatro verdes Lincoln palidecieron, excepto las veinticuatro narices, que eran inmutables.

”‘Dije que a la salud de la Dama de Grogzwig’, repitió el barón, mirando en torno a la mesa.

”‘¡A la salud de la Dama de Grogzwig!’, exclamaron los verdes Lincoln. Y por sus veinticuatro gargantas bajaron veinticuatro pintas imperiales de un vino del Rin tan raro, que chasquearon sus cuarenta y ocho labios y volvieron a guiñar los ojos.

”‘Por la hermosa hija del barón Von Swillenhausen’, dijo Koeldwethout, condescendiendo a explicarse, ‘la pediremos a su padre en matrimonio mañana mismo, en cuanto el sol se ponga. Si rehúsa nuestra petición le cortaremos la nariz.’

”Un ronco murmullo se elevó del grupo, y cada uno de los hombres tocó, primero, el filo de su espada y, luego, la punta de su nariz, con espantoso significado.

”¡Qué cosa tan agradable de contemplar es la devoción filial! Si la hija del barón Von Swillenhausen hubiera planteado que su corazón ya estaba comprometido, o se hubiera lanzado a los pies de su padre para bañarlos con sus lágrimas, o se hubiera limitado a desmayarse, o a prodigarle al anciano exclamaciones frenéticas, con la seguridad de cien contra uno al castillo de Swillenhausen lo habrían defenestrado, o más bien al barón lo hubieran defenestrado, y habrían demolido el castillo. Sin embargo, cuando, a la mañana siguiente, un temprano mensajero trajo la solicitud de Von Koeldwethout, la damisela guardó silencio y se retiró modestamente a su recámara, desde cuya ventana contempló la llegada del pretendiente y su séquito, En cuanto le aseguraron que el jinete con los grandes bigotes era el que se le ofrecía como esposo, corrió ante su padre y le expresó su disposición a sacrificarse para garantizarle la paz. El venerable barón estrechó a su hija entre sus brazos e hizo un guiño de felicidad.

”Hubo un gran banquete en el castillo ese día. Los veinticuatro verdes Lincoln de Von Koeldwethout intercambiaron votos de amistad eterna con doce verdes Lincoln de Von Swillenhausen, y prometieron al viejo barón que beberían de su vino “hasta verlo todo azul” –probablemente queriendo decir “hasta que todos sus rostros adquirieran el mismo color que sus narices”. Todos dieron palmadas en las espaldas de sus pares cuando llegó el momento de partir. Y el barón Von Koeldwethout y sus seguidores trotaron alegres de regreso a casa.

”Durante seis mortales semanas, los osos y los jabalíes tuvieron vacaciones. Las casas de Koeldwethout y Swillenhausen estaban unidas. Las lanzas se pusieron herrumbrosas, y la corneta del barón se puso ronca por falta de alguien que la tocara.

”Esos fueron tiempos excelentes para los veinticuatro. Pero, ¡ay!, sus días felices y prósperos ya se habían acabado y estaban a punto de irse.

”‘Querido mío’, dijo la baronesa.

”‘Amor mío’, dijo el barón.

”‘Esos hombres rudos, ruidosos…’

”‘¿Cuáles, señora?’, dijo el barón, sorprendido.

”La baronesa señaló por la ventana frente a la que estaban de pie, en dirección al patio que estaba abajo, donde los despreocupados verdes Lincoln bebían la rebosante copa del estribo, como preparación antes de partir tras uno o dos jabalíes.

”‘Mis acompañantes de cacería, señora’, dijo el barón.

”‘Échalos, amor mío’, murmuró la baronesa.

”‘¡Que los eche!’, exclamó el barón, sorprendido.

”‘Para complacerme, amor mío’, respondió la baronesa.

”‘Para complacer al demonio, señora’, contestó el barón.

”Tras lo cual la baronesa profirió un sonoro grito y se desvaneció a los pies del barón.

”¿Qué podía hacer el barón? Llamó a la sirvienta de la dama, y rugió que trajeran al doctor. Y luego, abalanzándose hacia el patio, pateó a los dos verdes Lincoln que más habituados estaban a ello, y maldiciéndolos a todos y cada uno, les ordenó que se fueran… no importaba adónde. No sé cómo se dice en alemán, o lo habría dicho así, delicadamente.

”No me toca a mí decir cuáles son los medios o los procedimientos a través de los cuales algunas esposas consiguen controlar a sus maridos como lo hacen, aunque sí puedo tener mi opinión personal al respecto, y puedo pensar que ningún miembro del Parlamento debería casarse, puesto que tres miembros de cada cuatro deben votar según las conciencias de sus esposas (si tal cosa existiera), y no según las suyas propias. Lo único que diré por ahora es que la baronesa Von Koeldwethout de un modo u otro consiguió ejercer un gran control sobre el barón Von Koeldwethout, y que, poco a poco, y trozo a trozo, y día a día, y año a año, el barón fue perdiendo las discusiones, o de manera astuta fue inducido a abandonar algún viejo pasatiempo, y que ya para el momento en que era un tipo gordo y bonachón de cuarenta y ocho años o algo así, ya no tenía ni banquetes, ni jolgorios, ni compañeros de cacería, ni cacerías… en resumen, nada de lo que le gustaba, o le había gustado. Y que, aunque era feroz como un león y valiente como el que más, decididamente había sido desairado y controlado por su propia esposa, en su propio castillo de Grogzwig. Pero los infortunios del barón no paraban ahí. Aproximadamente un año después de su boda vino al mundo un vigoroso baroncito, en honor del cual se dispararon muchos fuegos artificiales y se bebieron muchas decenas de barriles de vino. Pero al año siguiente vino una baronesita, y al año siguiente otro baroncito, y así cada año o bien un barón o una baronesa (y un año ocurrió que dos juntos), hasta que el barón se dio cuenta de que era el padre de doce hijos. En cada uno de esos aniversarios la venerable baronesa Von Swillenhausen se manifestaba muy nerviosa y sensible respecto al bienestar de su hija, la baronesa Von Koeldwethout, y aunque nunca se supo que la buena señora hiciera algo práctico para contribuir a la recuperación de su hija, de todas formas se esforzaba por estar tan nerviosa como le fuera posible en el castillo de Grogzwig, y compartir su tiempo entre la formulación de observaciones de índole moral sobre la forma en que el barón mantenía su hogar y las lamentaciones por el duro destino que tocó en suerte a su infeliz hija. Y si el barón de Grogzwig, algo dolido e irritado por ello, se animaba a atreverse a sugerir que su esposa cuando menos no estaba en peores condiciones que las esposas de otros barones, la baronesa Von Swillenhausen les rogaba a todos los presentes que observaran que ella era la única que se compadecía de los sufrimientos de su hija, a lo cual sus parientes y amigos respondían que, en efecto, ella lloraba mucho más que su yerno, y que si existía en el mundo un bruto con el corazón de piedra, ese tenía que ser el barón de Grogzwig.

”El pobre barón lo soportó hasta donde pudo, y cuando ya no pudo seguir soportándolo, perdió el apetito y el ánimo, y se quedó sentado en su sillón con sensación de pesimismo y desaliento. Pero todavía tendría que hacer frente a problemas peores, y cuando estos llegaron, su melancolía y su tristeza no tuvieron límites. Los tiempos cambiaron. Entró en deudas. Las arcas de Grogzwig se fueron vaciando, aunque la familia Swillenhausen siguió considerándolas inagotables, y justo en el momento en que la baronesa estaba a punto de aportar una décimotercera adición al linaje familiar, Von Koeldwethout descubrió que no tenía medios para volverlas a llenar.

”‘No veo qué puede hacerse’, dijo el barón. ‘Creo que me mataré.’

”Esa era una idea brillante. El barón tomó un viejo cuchillo de caza de un armario que tenía cerca, y después de afilarlo contra su bota hizo lo que los chicos llaman ‘una amenaza’ a su cuello.

”‘¡Ejem!’, dijo el barón, deteniéndose de repente. ‘Quizás no está bastante afilado.’

”El barón volvió a afilarlo, e hizo otra amenaza, momento en el cual su mano se vio detenida por un fuerte griterío entre los baroncitos y baronesitas, que tenían su aposento en una torre de los altos, con la ventana protegida por barrotes de hierro para evitar que cayeran al foso.

”‘Si fuera soltero’, dijo el barón, suspirando, ‘habría podido hacerlo cincuenta veces seguidas sin que me interrumpieran. Poned un frasco de vino y la pipa más grande en la alcoba de detrás del salón.’

”Uno de los sirvientes, muy amable, tardó una media hora en ejecutar las órdenes del barón. Al ser informado Von Koeldwethout de que su orden había sido cumplida, se dirigió a la alcoba, cuyas paredes eran de una madera oscura lustrosa que brillaba a la luz de los leños que ardían, apilados en la chimenea. La botella y la pipa estaban listas, y, en general, el lugar parecía muy cómodo.

”‘Deje la lámpara’, dijo el barón.

”‘¿Dejo algo más, mi amo?’, preguntó el sirviente.

”‘La habitación’, respondió el barón. El sirviente obedeció, y el barón cerró la puerta con llave.

”‘Fumaré una última pipa’, dijo el barón, ‘y entonces me iré’. Así que, poniendo el cuchillo sobre la mesa hasta tanto hubiera menester de él, y tragando una buena cantidad de vino, el amo de Grogzwig se dejó caer hacia atrás en su silla, estiró las piernas frente al fuego, y se puso a fumar.

”Pensó en muchas cosas, en sus problemas presentes y en sus pasados días de soltero, y en los verdes Lincoln dispersos desde hacía tiempo por distintas partes del país, sin que nadie supiera dónde, con la excepción de dos que desgraciadamente habían sido decapitados, y cuatro que se habían matado bebiendo. Su mente corría, dando alcance a osos y jabalíes, cuando en el proceso de vaciar la copa hasta el fondo levantó la vista, y por primera vez vio, con asombro sin límites, que no estaba solo. No, no lo estaba, pues al otro lado del fuego estaba sentada, con los brazos cruzados, una horrible figura, con los ojos profundamente hundidos e inyectados en sangre, y un rostro inmensamente largo y cadavérico, sombreado por rizos desiguales y enmarañados de pelo negro y áspero. Tenía puesta una especie de túnica de color azuloso mate, abrochada o adornada por delante –observó el barón, al mirarlo con atención– con agarraderas de ataúdes. También sus piernas estaban recubiertas con chapas de ataúd como si fueran una armadura, y por encima del hombro izquierdo tenía una capa corta y oscura, que parecía confeccionada con los retazos de algún paño mortuorio. No se dio por enterado de la presencia del barón, y, en lugar de ello, miraba atentamente el fuego.

”‘¡Hola!’, dijo el barón, dando una patada contra el suelo para llamar la atención

”‘¡Hola!’, respondió el desconocido, volviendo la vista hacia el barón, pero sin mover ni el rostro ni el cuerpo. ‘¿Qué hay?’

”‘¡Cómo que qué hay!’, respondió el barón, para nada intimidado por aquella voz sepulcral y aquellos ojos sin brillo. ‘Soy yo quien tiene que hacer esa pregunta. ¿Cómo ha llegado hasta aquí?’

”‘Por la puerta’, respondió la figura.

”‘¿Qué clase de cosa es?’, dice el barón.

”‘Un hombre’, respondió la figura.

”‘No lo creo’, dice el barón.

”‘Descréalo entonces’, dice la figura.

”‘Lo haré’, replicó el barón.

”La figura miró al osado barón de Grogzwig durante algún tiempo, y entonces le dijo con familiaridad:

”‘No hay manera de engañarlo, ya veo. ¡No soy un hombre!’

”‘¿Que cosa es, entonces’, preguntó el barón.

”‘Un genio’, respondió la figura.

”‘La verdad es que no tiene tipo de genio’, habló el barón con desprecio.

”‘Soy el Genio de la Desesperación y el Suicidio’, dijo la aparición. ‘Ahora me conoce.’

”Con estas palabras, la aparición se volvió hacia el barón como si estuviera preparándose para una charla. Y lo más notable fue el hecho de que, apartando a un lado su capa y mostrando una estaca que tenía clavada en el centro del cuerpo, la sacó de un tirón y la puso sobre la mesa tan sosegadamente como si hubiera sido un bastón.

”‘Ahora bien’, dijo la figura, mirando el cuchillo de caza, ‘¿está listo para mí?’

”‘No del todo’, respondió el barón; ‘primero tengo que terminar de fumar mi pipa.’

”‘Entonces, dese prisa’, dijo la figura.

”‘Parece tener premura’, dijo el barón.

”‘Pues sí’, respondió la figura; ‘están realizándose muchos negocios en mi paso por Inglaterra y Francia justo ahora, y tengo el tiempo bastante escaso.’

”‘¿Bebe usted?’, dijo el barón, tocando la botella con el extremo de su pipa.

”‘Nueve veces de cada diez, y en esos casos, en grandes cantidades’, respondió secamente la figura.

”‘¿Jamás moderadamente?’, preguntó el barón.

”‘Jamás’, respondió la figura con un escalofrío. ‘Eso motiva alegría.’

”El barón volvió a mirar a su nuevo amigo, al que consideró un personaje desacostumbradamente extraño, y al cabo le preguntó si acaso tomaba parte activa en las pequeñas operaciones como la que él se disponía a realizar.

”‘No’, respondió la figura, evasivamente; ‘pero siempre estoy presente.’

”‘Justo para ver lo suficiente, supongo yo’, dijo el barón.

”‘Justo eso’, respondió la figura, jugando con su estaca y examinando la férula. ‘Haga el favor de apresurarse lo más posible, pues hay un joven caballero que está padeciendo exceso de dinero y de diversión y que me necesita ahora, según veo.’

”‘¡Va a matarse porque tiene exceso de dinero!’, exclamó el barón, muy divertido; ‘¡ja, ja!, eso sí que es bueno.’ (Era la primera vez que el barón reía en muchos largos días.)

”‘Escuche’, expresó la figura, mostrándose asustada, ‘no vuelva a hacer eso.’

”‘¿Por qué no?’, preguntó el barón.

”‘Porque me hace sentir dolor por todas partes’, respondió la figura. ‘Suspire todo lo que quiera; eso me hace bien.’

”El barón suspiró mecánicamente al oír la palabra, y la figura, volviendo a cobrar ánimo le entregó el cuchillo de caza con exquisita cortesía.

”‘Pero no es mala idea’, dijo el barón, probando el filo del arma; ‘que un hombre se mate por tener demasiado dinero.’

”‘¡Qué va!’, dijo la aparición, con petulancia, ‘no es mejor que la idea de que un hombre se mate por tener poco, o nada.’

”Ya sea que el genio se comprometió sin querer al decir esto, o que pensase que el barón ya estaba tan firmemente decidido que no importaba lo que dijese, no puedo saberlo. Solo sé que el barón detuvo la mano de repente, abrió al máximo los ojos y dio la impresión de que una nueva luz brillaba sobre él por vez primera.

”‘¡Toma!, es cierto’, dijo Von Koeldwethout, ‘nada es demasiado malo para impedir una recuperación.’

”‘Excepto las arcas vacías’, exclamó el genio.

”‘Bien; pero pueden algún día volverse a llenar’, dijo el barón.

”‘Esposas regañonas’, gruñó el genio.

”‘¡Oh! Se las puede acallar’, dijo el barón.

”‘Trece hijos’, gritó el genio.

”‘Seguramente no todo puede salir mal’, dijo el barón.

”Ell genio comenzaba a enfurecerse con el barón por sostener todas esas opiniones, pero trató de tomarlo como una broma, y le dijo que le informara cuándo dejaría de bromear.

”‘Pero no estoy bromeando. Nunca estuve más lejos de ello’, lo rectificó el barón.

”‘Bien, me alegro de oírlo’, dijo el genio, con una apariencia muy inflexible, ‘porque una broma, si no es en metáfora, es la muerte para mí. Vamos. Abandone cuanto antes este mundo triste.’

”‘No sé’, dijo el barón, jugando con el cuchillo. ‘Es triste, en efecto, pero no creo que el suyo sea mucho mejor, pues no tiene usted la apariencia de encontrarse particularmente feliz. Eso me hace pensar… ¿qué garantía tendré de que estaré mejor yéndome de este mundo, después de todo?’, exclamó, poniéndose de pie. ‘Nunca lo había pensado.’

”‘Acabe ya’, gritó la figura, rechinando los dientes.

”‘Apártese’, dijo el barón. ‘No seguiré rumiando tristemente mis miserias, y en vez de ello pondré, al mal tiempo, buena cara, y volveré a probar el aire libre y los osos. Y si eso no bastara, hablaré seriamente con la baronesa, y cortaré en pedacitos a los Von Swillenhausen.’ Al decir esto, el barón se dejó caer en su silla y rió con tanto estruendo y turbulencia que toda la habitación se estremeció.

”La figura retrocedió uno o dos pasos, fijando entonces en el barón una mirada de intenso terror y, al terminar, tomó la estaca, se la clavó violentamente en el cuerpo, emitió un aullido aterrador y desapareció.

”Von Koeldwethout jamás la volvió a ver. En cuanto se decidió a actuar, hizo entrar en razón a la baronesa y a los Von Swillenhausen, y murió muchos años después, sin ser un hombre rico, que yo sepa, pero sí, ciertamente, un hombre feliz: dejó tras de sí una familia numerosa que había sido cuidadosamente educada en la caza de osos y jabalíes bajo su supervisión personal. Y mi consejo a todos es que, si alguna vez llegan a estar enfermizamente deprimidos y melancólicos por causas similares (como les ocurre a muchos hombres), miren bien ambas caras de la cuestión, y apliquen una lupa al lado mejor. Si todavía siguen tentados de retirarse sin permiso, fúmense antes una pipa grande y beban una botella entera, de modo que aprovechen el meritorio ejemplo del barón de Grogzwig.”

Nota:

[1] Ambos nombres son juegos de palabras que remedan bebidas alcohólicas. Cold Without (Koeldwethout) era el nombre en jerga de una bebida compuesta de licores y agua fría, Grog era un compuesto de ron con agua, y swig quería decir “beber un sorbo largo”. (N. del T.)

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