viernes, 18 de abril de 2025

La Fiscalía Anticorrupción investiga al ultraderechista Vox por posible financiación ilegal

 

La Fiscalía Anticorrupción investiga al ultraderechista Vox por posible financiación ilegal

Derechos de autor AP Photo


Por Cristian Caraballo & Euronews en español

Publicado 10/03/2025 - 10:55 CET•Ultima actualización 11:11

La investigación parte de la denuncia presentada por el PSOE el pasado mes de diciembre en la que acusaban al partido de Abascal de defraudar más de cuatro millones de euros.

La Fiscalía Anticorrupción ha abierto diligencias contra Vox por presunta financiación ilegal, tras una denuncia interpuesta por el PSOE en diciembre. Según la acusación, el partido, liderado por Santiago Abascal, habría recibido más de 4,5 millones de euros de una entidad bancaria extranjera vinculada al Gobierno húngaro, lo que supondría un incumplimiento de la legislación sobre financiación de partidos políticos en España.

En septiembre de 2024, Vox admitió haber recibido 9,2 millones de euros del banco húngaro Magyar Bankholding (MBH), propiedad de Lörinc Mészáros, un empresario próximo al primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, socio político de Vox en el Parlamento Europeo. Según lo publicado por medios españoles, estos fondos podrían haber influido en el desarrollo de la formación de extrema derecha en los últimos años.

Además de la financiación internacional, las diligencias de Anticorrupción también investigan una presunta financiación irregular mediante la colocación de "huchas o cajas de caudales" en las mesas informativas que Vox instala en las calles. Según la denuncia del PSOE, estas prácticas podrían haberse utilizado desde 2020 para captar fondos en metálico de manera opaca.

Vox acusa al PSOE de intentar "desviar la atención"

La denuncia socialista añade que la venta de productos de 'merchandising' en estos puntos de información habría permitido al partido obtener ingresos económicos al margen de los controles habituales. Estas actividades, según el PSOE, se habrían realizado sin mecanismos de transparencia que garanticen su legalidad.

Tras conocerse la denuncia, la portavoz de Vox en el Congreso, Pepa Millán, minimizó la importancia del caso, acusando al PSOE de buscar desviar la atención de sus propios casos de corrupción. "El PSOE y el Gobierno están cercados por la corrupción. Esta denuncia no nos preocupa en absoluto, porque el Tribunal de Cuentas ya tiene toda nuestra información", aseguró Millán.

El pasado verano, el Tribunal de Cuentas sancionó a Vox por infracciones muy graves en la ley de financiación de partidos políticos, al haber recibido donaciones irregulares superiores a 200.000 euros entre 2018 y 2019. Este antecedente agrava la situación del partido, que podría enfrentarse a consecuencias legales más severas si se confirman las nuevas acusaciones. Por el momento, las diligencias de la Fiscalía están en una fase inicial.

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GIRÓN: La derrota que el imperialismo yanqui aún no ha digerido

 

GIRÓN: La derrota que el imperialismo yanqui aún no ha digerido


En menos de 72 horas, el Ejército Rebelde y las Milicias derrotaron de manera implacable la invasión mercenaria e imperialista

 

INSURGENTE.ORG / 18.04.2025

 

En abril de 1961, Cuba vivió dos acontecimientos muy relevantes para su Historia, y también para todos los pueblos de América Latina; no por gusto, el compañero Fidel expresó que “a partir de Girón todos los pueblos de América fueron un poco más libres”. Uno de los acontecimientos fue la proclamación —el día 16— del carácter socialista de la Revolución, y el otro, tres días después, lo que se entiende como la primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina.

Eso es lo que normalmente se dice, pero en realidad los yanquis encajaron su primera derrota con el triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959. Hasta entonces y durante casi sesenta años, Cuba había sido una neocolonia norteamericana; Fulgencio Batista, apoyado por la CIA, un presidente títere al servicio del imperio; y el ejército del tirano no era otra cosa que una especie de “filial” del ejército imperialista destinado a proteger los grandes privilegios de los capitalistas yanquis en la Isla, nunca los del pueblo… Y, en la fecha indicada, todos esos elementos fueron implacablemente vencidos por un ejército popular que nació del pueblo y se desarrolló con el pueblo: el Ejército Rebelde.

La de Girón, pues, no fue la primera derrota, sino la segunda. El propio compañero Fidel lo llegó a expresar de manera bastante clara el 6 de junio de 1976, en su discurso central por el XV aniversario del MININT, en La Habana. Esto es lo que dijo el Comandante: “Ese imperialismo era todopoderoso y estaba invicto en la historia de este continente.

Podemos decir, desde luego, que la primera derrota de ese imperialismo fue precisamente la Revolución Cubana. Se ha dicho que Girón fue la primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina, pero Girón fue parte de esa lucha, parte de nuestra Revolución; en realidad, pudiéramos decir que la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina fue la Revolución Cubana”.

Al principio el gobierno estadounidense mostró menosprecio a la Revolución. Fue incapaz de entender que, frente a sus propias narices, una revolución social podía salir hacia adelante. Pensaron que, llegado el momento oportuno, ésta sería fácil de ser destruida. Tenían en mente, quizá, a la Guatemala de Jacobo Arbenz, que fue derrocado en 1954 tras anunciar una Reforma Agraria que favorecía al campesinado guatemalteco y perjudicaba seriamente a los perversos intereses de la United Fruit Company norteamericana. Pero se equivocaron, la Revolución Cubana continuó caminando sin desviar su rumbo. Y este insólito hecho cambió el sentimiento de los gobernantes norteamericanos para con la Revolución: del simple menosprecio pasaron a experimentar un sentimiento de odio. Entonces los imperialista yanquis comenzaron a utilizar todo tipo de “herramientas” para tratar de acabar con la humillación que la permanencia revolucionaria les infligía, así como con el ejemplo emancipador que, por añadidura, ésta “exportaba” a todos los pueblos de América. Recurrieron a la guerra económica, al sabotaje y a la subversión… e incluso a la ya mencionada invasión mercenaria, materializada en Playa Larga y Playa Girón.

Así, el 17 de marzo de 1960, el por aquel entonces presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, aprobó un plan militar elaborado por la CIA, cuyo presupuesto inicial era de 4.400.000 dólares. La finalidad del mismo no era otra que la de invadir Cuba, derrocar al gobierno revolucionario y retomar el control de la Isla.

Los mercenarios reclutados para la invasión fueron adiestrados en la isla de Useppa, muy próxima a Naples, Florida. De ahí fueron trasladados a Fort Gulick, zona del Canal de Panamá, y después a la Base Trax de Guatemala. De esta Base se les trasladó por aire a Puerto Cabezas, Nicaragua —unas 250 millas más cerca de Cuba que la última instalación—, no sin antes destruir todos los archivos de la Brigada y demoler el campo de adiestramiento y las barracas utilizadas.

El general y presidente de Nicaragua, Luis Somoza, se encargó de despedir a la expedición mercenaria. “Tráiganme un par de pelos de la barba de Castro”, dijo, cuando ésta subió a bordo de los barcos próximos a zarpar rumbo a Cuba.

Reemplazado Eisenhower en la presidencia del gobierno por John F. Kennedy, fue éste quien asumió la responsabilidad de la invasión, escogiendo la fecha del inicio para el 17 de abril de 1961, tras haberla pospuesto en varias ocasiones.

El 15 de abril, como preámbulo, ocho aviones repartidos en tres escuadrillas partieron de Puerto Cabezas, Nicaragua, para bombardear el aeropuerto de Ciudad Libertad, la base aérea de San Antonio de los Baños y el aeropuerto Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Los ataques de los aviones estadounidenses, que estaban camuflados con el emblema de la Fuerza Aérea Cubana, fueron respondidos por jóvenes artilleros, muriendo doce de ellos como resultado de la heroica defensa. Fue durante el discurso-homenaje a estos jóvenes —un día después de los citados bombardeos— cuando Fidel, ante decenas de miles de milicianos armados, proclamó el carácter socialista de la Revolución:

“Eso es lo que no pueden perdonarnos: que estemos ahí en sus narices. ¡Que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de los Estados Unidos!”

La noche de ese mismo día —el 16 de abril— la armada de la invasión se concentró al sur de Cuba. Dos embarcaciones propiedad de la Marina de Guerra de Estados Unidos, el Bárbara J y Blagar, muy bien artillados, brindarían apoyo al desembarco.

Cerca de los navíos permanecía fondeada una agrupación de choque de la flota del Atlántico: el portahelicópteros Boxer, los portaaviones Essex y en las cercanías el Sangri La; los destructores Murray, Conway, Coney, Eaton y el Wailer. Dos submarinos navegaban frente a las costas cubanas.

La brigada comprendía 1.511 hombres, todos ubicados en los barcos, con la excepción de un batallón de infantería aerotransportadora de 177 personas —la cursiva es de Luis Báez.

La invasión se produjo en la madrugada del lunes 17 de abril. El gobierno norteamericano tenía previsto anunciar un gobierno provisional, al cual pensaban presentar después de que los invasores hubiesen permanecido 72 horas en suelo cubano. La solicitud del reconocimiento de la Organización de Estados Americanos —OEA— y la ayuda militar del exterior también entraban dentro de sus planes.

Pero los invasores no llegaron a las 72 horas previstas, como tampoco lograron el levantamiento interno pronosticado por los analistas de la CIA, ya que sucedió justo lo contrario: el incondicional apoyo del pueblo a su Revolución. Siendo la respuesta del Ejército Rebelde y las Milicias rápida y contundente, a las 5:30 p.m. del miércoles 19 las fuerzas invasoras ya habían sido derrotadas.

Fidel —entonces primer ministro— dirigió las operaciones de defensa desde el mismo escenario de los combates —llegó a hundir un barco, el “Houston”, a cañonazos— y, como no se sabía los derroteros que iba a tomar la contienda, el Comandante en Jefe situó al frente de las provincias orientales, centrales y Pinar del Río a los comandantes Raúl Castro, Juan Almeida y Ernesto Che Guevara respectivamente.

A resultas de la heroica defensa, 176 revolucionarios perdieron la vida y más de 300 resultaron heridos.

1.200 invasores fueron capturados. Tratados con total corrección, buena parte de ellos fueron liberados tiempo después a cambio de alimentos y medicinas. A este respecto, la revista mexicana “Siempre” publicó:

“El fusilamiento en masa, de todos los que fueron hallados con las armas en las manos, hubiera sido legal y nacionalmente irreprochable. Francia, Inglaterra, Estados Unidos… no hubiesen procedido de otra forma. El gobierno de Cuba, con el sentido de la humanidad que ningún régimen político debería tener miedo en prodigar, perdonó la vida a los traidores”.

Sólo habían pasado quince meses y medio desde el triunfo revolucionario, y ya el proceso cubano había experimentado un salto cualitativo de gran importancia. En la Sierra Maestra el Ejército Rebelde luchó por el Programa del Moncada, que no era un programa socialista, aunque recogía las ideas básicas para ulteriores avances en esa dirección; pero en Girón el pueblo ya luchó y derramó sangre por el socialismo.

Hoy, tantos años después de los hechos aquí narrados, Cuba sigue siendo un país socialista.

(Baraguá / @maceobaragua) 

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Trump y los aranceles

 

De rebote, la política arancelaria de Trump ha sacado a la superficie el grave error europeo, consistente en mantener bajos los salarios para favorecer las exportaciones. Superávit comercial con bajos salarios; esa es la clave de la política económica de la UE.


Trump y los aranceles

18 abril, 2025



EL FUNCIONARIO DEL CAPITOLIO Y LA DAMA EN EL ESPEJO

Por Gianmarco Oro

  1. Introducción

Durante la campaña electoral de 2024, Donald Trump anunció su intención de colocar en el centro de su agenda política una atención particular al creciente déficit comercial estadounidense, que en 2022 alcanzó los 943 mil millones de dólares.

Ya durante su primer gobierno, Trump había adoptado una serie de medidas proteccionistas destinadas a reducir el déficit comercial con China, imponiendo aranceles de entre el 30% y el 50% a los paneles solares en enero de 2018 y, desde marzo, del 25% al ​​acero y del 10% al aluminio. Estas medidas, no revocadas por la administración Biden, sientan el precedente sobre el cual Trump pretendía continuar la guerra comercial iniciada con China en 2018, pero extendiéndola ahora a todos los países con un superávit comercial significativo con Estados Unidos, en particular la Unión Europea, que en 2024 registró un saldo positivo con EE. UU. equivalente a 48 mil millones de euros (Eurostat, véase Parlamento Europeo, 2025). Por ello, a partir del 2 de abril de 2025, Estados Unidos pretende imponer aranceles del 20% a las importaciones procedentes de la UE de acero, aluminio y productos que contengan estos materiales, incluidos maquinaria, automóviles, equipos de fitness, electrodomésticos, dispositivos electrónicos y mobiliario.

En respuesta, la UE planea reaccionar con una estrategia multifacética que incluirá tanto acciones diplomáticas como quejas ante la Organización Mundial del Comercio, y  medidas de represalia como la introducción de aranceles sobre productos estadounidenses específicos, tales como acero, aluminio, textiles, electrodomésticos y utensilios domésticos, plásticos, productos de madera y productos agrícolas, aves de corral, carne de res, pescado, productos lácteos, azúcar y verduras (véase Comisión Europea, 2025). A los deberes, contradeberes: represalia, venganza. ¿Con qué fin?

  1. La naturaleza de los aranceles aduaneros y sus efectos a corto plazo

Para comprender el significado de los aranceles sobre las importaciones, es imprescindible definir su naturaleza. Un arancel es un impuesto que puede aplicarse al valor del bien importado. La medida tiene un doble objetivo: por un lado, sirve para proteger determinados sectores industriales nacionales para hacer frente a la caída del empleo y el déficit comercial; Por otra parte, es útil para generar ingresos fiscales para el gobierno que lo introduce.

Al aplicar un arancel del 20% al acero europeo y a los productos fabricados con él (como los automóviles), Trump pretende aumentar artificialmente el precio que deben afrontar los consumidores y productores estadounidenses. De esta manera, a los operadores económicos de Estados Unidos les resultaría más conveniente sustituir las importaciones por sus propias producciones nacionales.

Este mecanismo, sin embargo, puede generar beneficios en términos de empleo y balanza comercial sólo si la demanda de los productos involucrados es altamente elástica, es decir, si las importaciones pueden disminuir al menos proporcionalmente al aumento de su precio. En el caso de que la producción nacional pueda compensar la reducción de las importaciones y el aumento de los precios de los productos básicos energéticos –como ocurre, por ejemplo, con las materias primas energéticas si el territorio nacional carece de ellas–, la introducción de los aranceles aduanales no aporta ningún beneficio, sino que únicamente provoca un aumento de los precios de los productos básicos nacionales. Según un reciente estudio de la SVIMEZ (2025), basado en los coeficientes de elasticidad estimados por el Consejo Nacional de Comercio de Suecia, este podría ser el efecto real de las medidas de Trump sobre los productos europeos en cuestión. En concreto, un descenso del 20% conllevaría una disminución de las exportaciones italianas del 8,6%, lo que correspondería a un aumento equivalente de la producción nacional, acompañado de una presión inflacionista.

Así pues, llegamos al punto central de la cuestión: si el efecto sobre la demanda agregada resulta negativo o, en la mayoría de los casos, neutro, y el efecto sobre los precios, por el contrario, inflacionista, los principales afectados por las consecuencias de los derechos serán los trabajadores, tanto estadounidenses como europeos. Por una parte, los puestos de trabajo creados gracias a la protección de la producción nacional podrían no compensar a los que se pierden por el aumento de los costes de producción, mientras que la incertidumbre en los mercados internacionales podría desalentar nuevas inversiones. Por otra parte, los aranceles sobre los insumos intermedios provocarían un aumento de los costos a lo largo de toda la cadena industrial posterior, hasta el punto de incidir en los precios de los bienes de consumo, dando como resultado una consiguiente erosión del poder adquisitivo de los salarios y un empeoramiento de la distribución del ingreso

En otras palabras, con excepción de los gobiernos, que se beneficiarían de un aumento sustancial de los ingresos fiscales debido a los aranceles introducidos, los únicos capaces de obtener el mejor resultado de la guerra comercial serían un nicho estrecho de industriales activos en los sectores protegidos por los aranceles quienes, protegidos de la competencia extranjera, verían fortalecido su grado de monopolio con una consiguiente expansión de los márgenes de beneficio incluso en presencia de una contracción de las ventas.

  1. Sobre las intenciones de Trump

Después de haber esbozado un retrato bastante estilizado de la compleja e incierta situación desatada por los aranceles impuestos por los EE.UU., es oportuno reflexionar sobre los objetivos políticos que Trump pretende perseguir con su guerra comercial.

Durante su última campaña electoral, Trump afirmó repetidamente que “Europa nos ha tratado mal”. Este elemento es esencial para entender el contexto de la guerra comercial: Estados Unidos no se percibe como un agresor, sino como una parte perjudicada que reacciona ante un desequilibrio en las relaciones comerciales considerado intencional e injusto. ¿De dónde surge esta percepción?

El quid de la cuestión es que, tras la contracción de la demanda interna europea de las últimas décadas –determinada primero por la deflación salarial (a través de las reformas del Harz en Alemania, la Jobs Act y la reforma de Fornero en Italia, la reforma del mercado laboral en España y los programas de la Troika en Grecia) y luego por las políticas de austeridad (el llamado pacto fiscal )– combinada con la devaluación periódica del euro (de 1,5 dólares en 2011 a 1 dólar en 2024), la eurozona ha aumentado progresivamente su superávit comercial con EEUU. La caída de la demanda ha provocado menos importaciones, mientras que la caída de los salarios y del tipo de cambio ha aumentado la competitividad de las exportaciones fuera de la eurozona.

De hecho, a partir de 2012, los Estados Unidos han financiado el superávit europeo con un creciente déficit comercial, que ha venido acompañado de fenómenos de desindustrialización y paro, como consecuencia del hecho de que la eurozona ha alcanzado una devaluación interna y externa que, a través de la compresión del coste del trabajo y de la relación dólar-euro, ha reducido los precios de los productos europeos en el mercado estadounidense..

El objetivo de Trump con esta guerra comercial parece ser el de traer capital de vuelta a Estados Unidos o, alternativamente –lo que para sus fines políticos es un resultado equivalente– obligar a las empresas extranjeras a invertir en plantas de producción en suelo estadounidense. El mensaje implícito sería que las multinacionales no pueden explotar simultáneamente el acceso privilegiado al enorme y próspero mercado estadounidense y los bajos costos de producción garantizados por el arbitraje salarial global. Los aranceles representan el elemento disuasorio económico a partir del cual se inician negociaciones bilaterales con otros países para negociar posibles descuentos.

  1. La dama en el espejo

Llegamos a la segunda parte, que se refiere a la respuesta de la presidenta Ursula von der Leyen. Su reacción inmediata fue planificar una represalia similar, es decir, la imposición de derechos de aduana a los productos estadounidenses. Sin embargo, a la luz de la dinámica analizada, surge una pregunta importante: ¿tiene sentido, desde el punto de vista diplomático, adoptar contramedidas que sólo exacerbarían las tensiones que dieron origen a la guerra comercial de Trump? En otras palabras, ¿tiene sentido imponer aranceles aduaneros cuando ha existido un superávit comercial exorbitante durante una década, que es la condición que ha empujado a Estados Unidos a introducir sus medidas proteccionistas?

Una perspectiva alternativa, que Von der Leyen sigue ignorando, es la esbozada por Mario Draghi, quien durante 2024 ha criticado reiteradamente las opciones de política económica adoptadas en la eurozona –pese a haber sido uno de sus principales intérpretes en el pasado, pero, como suele ocurrir, la historia lleva a reconsiderar las cosas.

En su discurso de abril en La Hulpe, dijo: “Hemos seguido una estrategia deliberada de reducción de los costos salariales y, cuando se combina con una política fiscal procíclica, el efecto neto solo ha sido debilitar nuestra demanda interna y socavar nuestro modelo social”. En su análisis para el CEPR en diciembre, reiteró: “Las políticas europeas han tolerado el bajo crecimiento salarial como medio para aumentar la competitividad externa, lo que agrava el débil ciclo renta-consumo. Desde 2008, el crecimiento salarial real anual promedio ha sido casi cuatro veces mayor en Estados Unidos que en la eurozona” (Draghi, 2024, p. 2). Entre estas dos intervenciones se publicó su detallado Informe sobre la Competitividad Europea, dividido en dos volúmenes, en el que se analizan las estrategias de inversión que necesita Europa en los sectores de la alta tecnología, la energía y la defensa.

Hay que entender que la solución que propone sería abandonar el modelo exportador adoptado hasta ahora, que no ha demostrado ser un factor de crecimiento en sentido estricto, sino más bien un modelo estancacionista. En última instancia, la sugerencia de Draghi sería relanzar las inversiones para llenar la enorme brecha tecnológica acumulada con respecto a EE.UU. y China, así como apoyar el crecimiento de los salarios para asegurar un retorno adecuado de las inversiones a través de la expansión del consumo interno y, finalmente, financiar las transferencias gemelas a través de un programa de déficits públicos coordinado a nivel supranacional (la llamada «deuda común europea»). Sin embargo, en ausencia total de condiciones políticas compatibles, no parece que un programa de ese tipo pueda adoptarse en tiempo y forma con la urgencia que impone la guerra comercial.

Ante esta situación, Von der Leyen opta por asumir el papel de «dama en el espejo», que refleja los movimientos de EE.UU. sin delinear ninguna estrategia autónoma a largo plazo. Este enfoque contraproducente corre el riesgo de penalizar a los propios ciudadanos europeos, que se encontrarían enfrentados simultáneamente a una doble presión: por un lado, la reducción de aquellas exportaciones que hasta ahora han representado una de las principales fuentes de ingresos y empleo; por otro, los aumentos de precios generados por los contraaranceles, que erosionarían aún más su poder adquisitivo ya reducido por las políticas de austeridad y la inflación energética post pandemia.

Fuentemaggiofilosofico

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