lunes, 5 de agosto de 2024
Monopolio en la agricultura mundial
El adiós al conocimiento ancestral y la exclusión de los más pobres
Monopolio en la agricultura
mundial
Rebelion
05/08/2024
Fuentes: Kaos
en la red
La siembra de transgénicos constituye un hecho muy grave para el continente
Latinoamericano y para Chile ante el inminente riesgo de contaminación
biológica a los centros de origen.
Muy poco o nada
se sabe sobre el trabajo que realizaron – y siguen
realizando – miles de científicos para desarrollar trigo
transgénico con mayor rendimiento y peso de grano. El trigo es uno de los
alimentos más cultivados a nivel mundial y Chile fue un gran productor de
este cereal en el pasado, miles de hectáreas en distintas
regiones del país fueron sembradas con esta materia prima, elemento
primordial de muchos alimentos, y que por largas décadas no necesitó de
las grandes trasnacionales para su producción.
Hoy los
campos chilenos han mutado hacia otros cultivos “más
beneficiosos” debido a la baja de los precios en el mercado local,
lo que se refleja en el aumento de la importación de trigo
desde otros países. En la actualidad no logramos cubrir la demanda
interna de trigo y hemos tenido que abrir las puertas al trigo extranjero
(principalmente desde Argentina, Canadá y Estados Unidos). Queremos decir basta
a este oportunismo basado exclusivamente en la explotación de la tierra y
ganancias económicas. Queremos volver al trigo chileno, queremos que se
respete la importancia ancestral de las semillas y sus cultivos, sobre todo
ahora en que la manipulación genética hecha en laboratorios pertenecientes a
grandes empresas multinacionales, ha creado “transgénicos” para obtener
cosechas más resistentes y productivas, pero a qué costo?, quién gana con el
trigo transgénico? La respuesta es bastante obvia, los ganadores son 4 empresas
proveedoras: Bayer-Monsanto, Corteva, ChemChina y Limagrain, que en conjunto
controlan más del 50 por ciento de las semillas del mundo. Quisimos indagar más
acerca del control que tiene Estados Unidos y otras grandes potencias en la
agricultura mundial y local, cómo han modificado genéticamente nuestro trigo y
porqué el trigo norteamericano es más barato que el chileno, lo que podría
estar llevando a la quiebra a productores chilenos, pero – como lo decíamos –
muy poco o nada se sabe de eso.
El tema está
afectando las economías mundiales, las grandes fusiones que se han realizado en
los últimos años, han incluido la compra por 59.000 millones de euros de
Monsanto (empresa de productos químicos, semillas y biotecnología de Estados
Unidos), por parte de la empresa alemana Bayer; la fusión de la empresa química
estadounidense Dow con DuPont; y la adquisición de ChemChina por 43.000
millones de dólares del grupo suizo Syngenta. Cada vez se reduce más la libre
competencia y el acceso a proveedores de semillas, insumos y tecnologías en el
campo agrícola.
La siembra de
transgénicos constituye un hecho muy grave para el continente Latinoamericano y
para Chile ante el inminente riesgo de contaminación biológica a los centros de
origen. En el caso del maíz podrían verse contaminadas 23 formas raciales
prehispánicas, 7 de las cuales están amenazadas de extinción(según estudio de
María Isabel Manzur (Ph.D), investigadora del Programa Chile Sustentable, quien
analizó el impacto de los transgénicos en el país).
Sabemos los
chilenos cuáles son los alimentos que consumimos genéticamente modificados?,
sabemos realmente qué comemos?, cuáles son los riesgos para la salud?,
están etiquetados los productos transgénicos en Chile?, pareciera que no.
Una de las
tecnologías más polémicas es la ingeniería genética. ¿Son peligrosos los
alimentos transgénicos?, en teoría no, en la práctica sí. Para hacer una planta
transgénica se toma de la especie una porción de ADN y con una pistola celular
se dispara en el núcleo celular de otra especie, que lo integra en su propio
ADN. Así por ejemplo podemos modificar una especie de papa o maíz para
que sea atacada por un virus. Nos dicen que comer este alimento mutante no
constituye un peligro en sí mismo, ya que nuestro sistema digestivo lo
descompone igual que otros alimentos, aunque algunos científicos afirman que
alterar el ADN puede traer consecuencias inesperadas. Por ejemplo, las llamadas
“plantas BT” contienen material genético de la bacteria Bacillus
thuringiensis, que produce una proteína que mata a los insectos que intenten
comerla.
El problema no
está en los alimentos mismos, pero si muy cerca de ellos. Por ejemplo, el Glifosato, que
es una sustancia que sirve para eliminar las malas hierbas, es fabricada por
Bayer-Monsanto bajo la marca Roundup. Es tan efectiva que mata a todas las
plantas que toca incluyendo las que quieres cultivar. Irónicamente, podríamos
decir que para que el negocio funcione, en vez de sembrar el maíz tradicional
sólo debes sembrar maíz genéticamente modificado que resista al glifosato. Por
mera coincidencia esa semilla “resistente” también la desarrolla y vende
Monsanto (negocio redondo por donde se mire). Esta práctica ha aumentado el uso
de herbicidas y se ha demostrado que este químico queda impregnado en la
tierra, se esparce en el agua y por el aire, por lo tanto puede matar otras
plantas que existan alrededor, insectos y enfermar pájaros y otros animales.
El glifosato se queda en la piel de los trabajadores y también en los alimentos
que consumimos. Los estudios oficiales (muchos de ellos patrocinados por
Monsanto de manera directa o indirecta) aseguran que el glifosato no es tóxico,
pero hay casos que hacen sospechar y que han obligado a Monsanto (ahora Bayer)
a pagar millonarias indemnizaciones. Por ejemplo en el pueblo San Salvador
Entre Ríos en Argentina, donde el uso de glifosatos es extensivo, las tasas de
cáncer son altísimas, y además se reportan problemas neurológicos y
malformaciones en recién nacidos. Pero los transgénicos están “ayudando” a
aumentar las cosechas y a resolver el hambre en el mundo. Que ironía!
Los datos
indican que en Estados Unidos no ha aumentado la cosecha de alimentos a partir
de la introducción de transgénicos comparado con Europa donde no se utilizan y
en cuanto a acabar con el hambre, el problema no es la escasez de alimentos
sino que hay demasiados países que no tienen los recursos para comprarlos.
Mientras tanto, las 4 empresas que controlan el mercado global -tanto de
agroquímicos como de biotecnología – gastan millones de dólares en lobby y
publicidad para impedir que se les regule. El problema no es la modificación
genética en sí misma, sino el modelo económico que privilegia, las ganancias
por encima del cuidado del planeta de la salud de los que habitan en él.
Quisimos
conocer cuál es la situación en Chile, intentamos comunicarnos con el
Ministerio de Agricultura para pedir información, nos derivaron al SAG, a
quienes les enviamos un correo solicitando información que hasta el momento no
ha sido contestado. También le pedimos información a Cotrisa (Comercializadora
de Trigo SA) vía correo electrónico como nos indicaron, tampoco obtuvimos
respuesta. Lamentable, pero seguiremos insistiendo. Lo que aquí está en juego
es la salud de millones de personas, es la soberanía alimentaria y el
conocimiento ancestral de miles de pequeños agricultores que ven como cada día
los grandes negocios contaminan sus tierras, destruyen sus semillas y las
formas de vida de las comunidades.
.https://www.fao.org/4/x9602s/x9602s02.htm
.https://www.patagonia3mil.com.ar/wp-content/uploads/2016/10/Resultados-de-una-investigacion.pdf
.https://grain.org/es/article/874-transgenicos-en-chile-la-situacion-de-los-cultivos-de-alimentos
.https://www.emol.com/noticias/Economia/2024/03/17/1124945/agricultura-sna-trigo-chileno.html
Félix Madariaga Leiva. Periodista
Los autócratas europeos y la inacción del pueblo
Algunos todavía creen lo que los grandes medios transmiten la
verdad. O aceptan cualquier cosa que les llega desde las redes. Pero la cosa no
acaba ahí: nunca antes ha habido tanta necesidad de capacidad de organización
política.
Los autócratas europeos y la inacción del pueblo
El Viejo Topo
5 agosto, 2024
Las masacres de
civiles continúan ininterrumpidamente en Gaza. Aquellos que no tienen la suerte
de ser despedazados inmediatamente, a menudo mueren después de una agonía
prolongada debido a la falta de tratamiento, porque casi todos los hospitales
de Gaza han sido volados y faltan suministros de instrumentos, medicinas y
suministros básicos.
La guerra entre
Ucrania y Rusia es cada vez más encarnizada, con víctimas civiles cada vez más
frecuentes, sabotajes, incendios provocados, «accidentes» (incluso uno en la
central nuclear de Rostov): un conflicto que comenzó como una operación
limitada, se transforma cada día más en una construcción psicológica del odio
mutuo, lo que aleja cualquier negociación de paz, incluso si se hiciera algún
intento en esta dirección.
Estados Unidos
devuelve a Alemania plataformas de lanzamiento nuclear, después de impulsar el
rearme más masivo de la historia en Polonia y Finlandia. Básicamente, todas las
fronteras occidentales de Rusia son ahora una amenaza inminente para Rusia,
incluso cuando se está librando una candente guerra por poderes en Ucrania.
Europa se presenta cada vez más como el ariete estadounidense dirigido a Rusia.
No terminará muy bien.
La información
pública ha alcanzado niveles de manipulación sin precedentes. En Europa, el
control ejercido gracias a la Ley de Servicios Digitales sobre las plataformas
sociales salió a la luz tras la negativa de Elon Musk a someterse a ella (todos
los demás estuvieron de acuerdo, sin protestar). Todos los periódicos y
publicaciones importantes llevan algún tiempo en caída libre en términos de
usuarios, pero claramente ya no son estos los que pagan los costes del negocio.
Casi todo el aparato mediático italiano, y buena parte del europeo, está
representado por empresas económicamente hundidas o en el subsuelo, que sin
embargo se mantienen vivas artificialmente como aparatos de propaganda.
(Trágicamente, muchos todavía no parecen haber entendido esto y, por ignorancia
o pereza, continúan engañándose pensando que pueden distinguir la verdad de la
manipulación en las noticias oficiales y «acreditadas».)
La portada del
conocido semanario alemán Focus presentó hace unas semanas las
imágenes de perfil de Biden, Macron y Scholz, con el titular «Die
Selbstherrlichen», expresión que puede traducirse como «Los Autócratas» (o «Los
Autoexaltados»). El subtítulo explica: «Separado de la realidad, irresponsable,
testarudo. Cómo Occidente se está lanzando al caos». (“Abgehoben,
verartwortungslos, stur. Wie sich der Westen selbst in Chaos Stuerzt”).
Que lo que
describe el semanario es la realidad hoy está claro para muchos, prácticamente
para cualquiera que no siga alimentándose de los grandes medios de
comunicación, e incluso para algunos que todavía beben de ellos.
Es igualmente
claro que esto lleva a Europa a un futuro de empobrecimiento, endeudamiento,
desindustrialización, censura interna, guerra fría y caliente y tal vez
catástrofe nuclear.
Pero entonces
¿por qué no se mueve nada? ¿Por qué la actitud promedio sigue siendo la de
aceptación aquiescente, de quejas en las redes sociales, de lamento estéril?
Es simple,
porque excepto las pequeñas minorías que perciben vívidamente la esfera ideal,
la mayoría sólo puede elegir entre alternativas prácticas que son
inmediatamente viables. Y el actual sistema de poder ha logrado garantizar,
mediante financiación (y desfinanciación) selectiva y gobernanza de los medios,
que otras alternativas no existan, sean invisibles o parezcan poco creíbles.
Nunca antes ha
habido tanta necesidad de capacidad de organización política, nunca antes se ha
visto obstaculizada en mil niveles, desde la desconfianza generalizada hacia la
mayoría hasta la despolitización de la juventud, pasando por la pérdida de
cualquier trasfondo cultural común, pasando por las ideas ideales e
ideológicas. Confusión, para mitigar la ignorancia política.
No sé si alguno
de los proyectos alternativos existentes en Europa tendrá realmente mucho que
hacer a medio y largo plazo (el más prometedor en estos momentos parece ser el
de Sahra Wagenknecht), pero sé con seguridad que sin capacidad de
planificación, sin capacidad de síntesis y de identificación clara de
prioridades, el destino europeo está sellado.
Y quien se
engaña pensando que las asociaciones culturales y los agrupamientos locales son
suficientes para cambiar las cosas, por muy nobles que sean, es parte del
problema y no de la solución.